Igualmente unidos

por Élder Boyd K. Packer
del Consejo de los Doce
Discurso pronunciado durante el Seminario presentado a los Representantes Regionales
el 3 de Abril de 1975 en la ciudad de Lago Salado.
La presentación del Élder Maxwell me ha tocado profundamente y así siento de importante el tema del mensaje que les traemos con referencia a la Educación. Ruego al Señor, y espero que Uds. también lo hagan, porque este mismo espíritu continúe con nosotros al avanzar con esta reunión.
Años atrás Bill y Allie Marriott, Donna y yo asistimos a una feria en New Hampshire. Fue un precioso día otoñal y una hermosa feria.
La atracción de la feria fue el concurso de los bueyes. Varias parejas de bueyes con pesados yugos de madera estaban alineadas para competir. Una plancha de madera fue cargada con pesados bloques de cemento con un total de 5.000 Kgs., cinco toneladas, para comenzar. La tarea era «arrastrar un metro la plancha con los cinco mil kilos».
Me impresionó una pareja de bueyes grandes, azulados, de mucha alzada. Debido a su gran tamaño, eran los favoritos.
A cada equipo le dieron tres oportunidades para mover la carga. Si la movían fácilmente, se le aumentaría el peso para ir eliminando las parejas una por una.
Por turno las parejas fueron llevadas hasta el lugar de la carga. El dueño las ataba cuidadosamente, las emparejaba, las acariciaba, les hablaba bajito y luego a su voz de mando avanzaban juntas. O la plancha se movía, o los bueyes sufrirían el impacto fallido de su intento.
La enorme pareja de bueyes ni siquiera movió la plancha la primera vez. En cambio una pareja de bueyes mal emparejados en tamaño, la movió las tres veces consecutivas.
Estuve sumamente impresionado y asombrado y volviéndome a alguien que me parecía entendido en el asunto le pregunté cómo podía ser eso. El me dijo: Hiep! (Esto quiere decir Sí! en Nueva Inglaterra). Y luego me explicó, Los grandes bueyes azulados eran más grandes y más fuertes y mejor emparejados que la otra pareja, pero los más pequeños mostraban un mejor trabajo de equipo y coordinación. Ellos halaban juntos y lo hacían al mismo tiempo y aquella fuerza conjunta movía la carga.
Uno de los grandes bueyes azulados había halado un segundo antes o después que el otro y la fuerza se perdía en un instante. El yugo se torcía y el equipo halaba a un lado y la plancha no se movía fácilmente.
Si tuviera que darles un sermón,lo iniciaría dicién-doles con el lenguaje del Libro de Mormón: «He aquí», que el tamaño y la fuerza no son suficientes, se requiere trabajo de equipo.
Todo lo que tengo que decirles en el tiempo que se me ha concedido puede ser fácilmente mostrado por la ilustración de trabajo en equipo de ese par de bueyes. En la educación la Iglesia necesita trabajar en equipo. No la clase de trabajo en equipo donde dos equipos compiten en una relación de rivalidad como vemos en los deportes, sino trabajo en equipo como el de los bueyes, lado a lado, halando juntos.
En educación tenemos dos lados. A un lado tenemos a los que enseñan bajo la dirección profesional de supervisores y administradores. Al otro lado tenemos a los oficiales del Sacerdocio. Ambos deben trabajar juntos lado a lado a nivel de rama, barrio, estaca o región. En su parte más alta ambos están presididos por la primera Presidencia y el Consejo de los Doce, quienes están representados por la Mesa de Educación de la Iglesia.
Bien, por cosas que se han observado recientemente,hay razón para creer que estamos en un momento en que es necesario elevar una voz de amonestación como la de Pablo a los Corintios: «No os unáis en yugo desigual». (2 Cor. 6:14).
Durante los últimos años virtualmente toda la educación ha sido impartida en las estacas, distritos, ramas y barrios por personal profesional del Sistema Educacional de la Iglesia. Excepto por una breve instrucción contenida en un Boletín del Sacerdocio de hace algunos años y alguna otra carta ocasional, nada se ha dicho a los Presidentes de Estaca, Obispos o Presidentes de Rama —Autoridades locales del Sacerdocio— acerca de sus responsabilidades en los programas educacionales. No ha habido conferencias trimestrales dedicadas a la educación, no le hemos dado atención suficiente en nuestros seminarios con los Representantes Regionales, como Uds. lo saben. En muchos lugares pareciera que los oficiales del Sacerdocio se están quedando atrás; si así ocurre nos encontramos en situación semejante a la de los bueyes, con uno de ellos atrasándose un poco y demorando el avance, sin saber exactamente lo que debe hacer, y el gran esfuerzo se pierde en un giro o en un plantón, en vez del progreso hacia adelante que necesitamos ocurra.
La Primera Presidencia ha considerado prudente que a ambas organizaciones les sean dadas instrucciones claras, para ser comprendidas por los líderes del Sacerdocio y por el personal del Sistema Educacional.
Se determinó que en esta reunión se dará esa instrucción. Ustedes, Representantes Regionales, instruirán a los líderes locales del Sacerdocio sobre lo que ellos deben hacer para que la educación progrese. El Hno. Maxwell, el Hno. Christensen y sus colaboradores harán lo propio con su personal (como algo incidental, debo manifestarles que esta instrucción se consideró tan importante que esta hora que estaba asignada al Comité del Sacerdocio de Melquisedec, fue cedida para que la educación en la Iglesia pueda ser fortalecida).
Para que puedan tener claras sus responsabilidades, tanto de los maestros, supervisores y líderes locales del Sacerdocio, me gustaría explicarles la responsabilidad de cada uno.
Primero, el maestro. El maestro en el Sistema Educacional es un empleado de la Iglesia. A él se le emplea bajo contrato. Y aun cuando se le paga para enseñar el evangelio, no son clérigos profesionales por las siguientes importantes razones: (1) Al maestro se le contrata y puede ser relevado de la enseñanza sin afectar su membrecía en la Iglesia o la posición que sostiene. (2)
El maestro no tiene autoridad eclesiástica por motivo de su llamamiento. No tiene jurisdicción sobre aquellos a quienes enseña, excepto cuando los alumnos vienen a él en el desarrollo de su clase. Su llamamiento como maestro no le permite realizar ordenanzas, ni puede juzgar ni perdonar asuntos de dignidad moral en virtud de su llamamiento de maestro. (3) El está sujeto a su llamamiento de servir en la Iglesia, lo mismo que cualquier otro miembro de la Iglesia, El puede ser llamado y sostenido en alguna posición en la Iglesia lo mismo que si él estuviera en alguna otra ocupación. El maestro enseña el evangelio en cursos tales como El Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Historia de la Iglesia, el Libro de Mormón, las Doctrinas y Convenios y otros más.
Tenemos a los mejores maestros, el mejor equipo, los mejores materiales y las mejores instalaciones que jamás tuvimos en la historia de la Iglesia.
Es responsabilidad de los maestros del Sistema Educacional de la Iglesia enseñar, y enseñar excelente mente. Son seleccionados y entrenados cuidadosamente. Y cuando enseñan se encuentran bajo la supervisión constante del Departamente de Educación. Su habilidad para enseñar mejora cada vez por el programa de entrenamiento. Ellos tienen el mejor material de ense ñanza.
Hay varías cosas que han sido asignadas al Sistema Educacional de la Iglesia. Estas responsabilidades no pueden realizarlas los oficiales del Sacerdocio Si tenemos en mente esta división, podemos anular algunos de estos problemas.
El Comisionado de Educación y sus colaboradores son responsables de contratar, transferir o despedir a todo su personal. Se recomienda contratarlo sólo después de consultarlo con su obispo o autoridad local.
La supervisión y producción del material de enseñanza y entrenamiento es responsabilidad del Sistema Educacional de la Iglesia, Los maestros no pueden ser dejados solos, ni pueden ser sólo responsabilidad de sus supervisores. La instrucción debe venirles por ambos canales, si es que deseamos tener el éxito que requerimos. En caso contrario sufriremos un desvío y nuestro esfuerzo se perderá sin conseguir progreso.
En lo que se refiere a los oficiales del Sacerdocio, los Presidentes de Estaca, Presidente de Misión, Obispos y Presidentes de Rama, es su responsabilidad ver que se efectúe el enrolamiento de alumnos en los Seminarios e Institutos de Religión, y en otros colegios de la Iglesia.
Años atrás Willíam E. Berret fue asignado a enseñar en la cuenca de Uíntah, Liego allá en primavera y pasó todo el verano caminando de Neola a Altamonte, Bluebell, loka, Myton, y de regreso a Roosevelt. Visitó casi cada una de las granjas e inscribió a los alumnos en Seminarios. Ahora la responsabilidad del enrolamiento descansa sobre los oficiales del sacerdocio. Ellos también deben proveer las salas de clases necesarias y algunos fondos para los seminarios.
Los Presidentes de Estaca y Misión son responsa bles de ver que el personal del Sistema Educacional de la Iglesia que vive en su área mantenga un alto nivel de espiritualidad y dignidad personal, tanto como cualquier otro miembro, sólo que en más alto grado.
Es responsabilidad de los líderes locales de la Iglesia estar interesados en la dignidad de los alumnos que se gradúan en las escuelas o Seminarios de la Iglesia. Las normas de graduación académica serán establecidas por el Sistema Educacional de la Iglesia; los líderes locales del Sacerdocio deben establecer normas de conducta para las actividades de los estudiantes y de su dignidad personal para graduación. Y un Presidente de Estaca debe conducir la Ceremonia de Graduación. Debería existir este requisito para evitar que la graduación parezca sólo de carácter educacional. Un Presidente de Estaca debe presidir y oficiar en esa reunión.
Una declaración de cómo los oficiales locales deben cumplir con sus responsabilidades:
La educación está organizada a nivel de Estaca. Cuando la Mesa de Educación de la Estaca se descontinuó, algunos años atrás, se esperaba que parte de la reunión del Comité Ejecutivo del Sacerdocio debía ser manejada como una reunión de la Mesa de Educación.
Ustedes saben, por supuesto, que el Comité Ejecutivo de la Estaca consta de la Presidencia de la Estaca más su Sumo Consejo. De manera regular y establecido este grupo,deberá asignar parte de la reunión para tratar asuntos educacionales. De manera establecida y frecuentemente, el personal profesional de los Seminarios e Institutos de Religión deberían asistir a esta parte de la reunión. Conocemos de algunos casos en los que esto no ha ocurrido y la división ha transcurrido por situaciones muy peligrosas.
En esta reunión se pueden discutir asuntos relativos a los Seminarios e Institutos de Religión y Escuelas de la Iglesia, y si hubiese problemas, se pueden resolver en estas reuniones.
El Secretario Ejecutivo de la Estaca tiene como responsabilidad muy importante seguir el progreso de los programas educacionales, el enrolamiento de los alumnos, y otros asuntos para que la Presidencia de la Estaca pueda estar continuamente informada.
El enrolamiento se realiza a nivel del Barrio. Aquí el Secretario Ejecutivo del Barrio tiene como obligación el mantener informado al Obispado del desarrollo e inscripción en los programas de religión. Allí es donde se da la señal de enrolamiento de los jóvenes en los Seminarios e Institutos de Religión y en las Escuelas de la Iglesia. Y esto, por supuesto, abre las vías de la Orientación Familiar, quienes deberían ser asignados para verificar que cada joven sea enrolado. Una parte de cada reunión del Comité Ejecutivo del Barrio deberá ser dedicada a la educación.
Cuando un Seminario sirve a dos o más Estacas o Regiones, un Presidente de Estaca, nominado por el Comisionado de Educación y aprobado por el Consejo de los Doce, llamará a reuniones en las cuales se discutirá el presupuesto, normas de graduación, etc. Este Presidente de Estaca deberá consultar al respecto a su Representante Regional que le corresponde (Boletín del Sacerdocio 5:1:3).
El Representante Regional deberá ver que estas reuniones se realicen regularmente; esta es su responsabilidad. Si esto no esta ocurriendo donde Ud. está, entonces Ud. va a hacer que así ocurra, ver que los hermanos del Sacerdocio no estén retrasando esta obra y de que ellos estén cumpliendo con su responsabilidad hacia la educación.
Donde funcionen Seminarios a tiempo completo es recomendable que estas reuniones se realicen en un edificio de los Seminarios para que aquellos que están involucrados puedan ver las facilidades con que se cuenta. Ha habido casos en los cuales los Obispos y Presidentes de Estaca han tenido algún tipo de gobierno sobre los Seminarios e Institutos y, sin embargo, nunca han estado en estas oficinas. Esto no debe seguir ocurriendo. Ellos deben ver lo que está pasando y deben asistir a las clases que en esos edificios se dictan.
Es la responsabilidad del Presidente de Estaca y de Misión tener una visión de lo que puede expandirse el programa. Los Seminarios son el medio por el cual la educación religiosa será llevada a todos los miembros de la Iglesia en edad escolar.
Como lo mencionó el Hno. Maxwell, hay tres tipos de Seminarios. Tenemos el Seminario del «Released Time», que es el más cercano al ideal. Cerca a él tenemos el Seminario del «Early Morning». Y donde no podemos tener ninguno de estos dos tenemos el «Home Study» (Estudio Individual Supervisado). Este es el orden de preferencia y pienso que es muy importante conservar este orden de preferencia.
En alguna oportunidad ha ocurrido que los líderes se han enamorado del programa de «Home Study» y han abandonado ios otros programas, sólo para darse cuenta que este es el más difícil de manejar; es muy difícil lograr que un joven estudie por sí mismo.
Así, pues,el orden de preferencia para los Seminarios es «Released Time», «Early Morning» y «Home Study» (el Home Study fue adaptado para que todo joven en la Iglesia dondequiera que él se encontrara pudiese recibir el beneficio de una educación religiosa diaria).
La Primera Presidencia tiene ahora una política muy firme contra el establecimiento de cualquier nuevo colegio o institución de estudio superior. De la misma manera como existe una política contraria a abrir más escuelas o colegios secundarios excepto en aquellos pocos lugares en el mundo donde la educación pública simplemente no existe.
Cuando viajamos, y estoy seguro que cuando Uds. también viajan, el ruego constante es ¿por qué no podemos tener nuestra propia escuela? o ¿por qué no podemos tener un Instituto Superior? o ¿por qué no podemos tener el programa completo? Bueno, simplemente es porque no tenemos suficientes fondos. No podemos establecer instituciones de aprendizaje superior en todo el mundo. No tenemos fondos suficientes para establecer escuelas donde hay un poco de insatisfacción, o porque se enseñan filosofías políticas diferentes a las nuestras, o porque se enseña educación sexual, o cualquier otra cosa. Tampoco animamos a nuestros líderes del Sacerdocio local para que establezcan escuelas por sus propios medios. No permitan que ningún Presidente de Misión, por motivo de su enorme corazón, establezca una escuela sin haber recibido la aprobación adecuada. Estas cosas han ocurrido y se han desarrollado muchos problemas.
En 1970, la Primera Presidencia editó dos cartas explicando que la política para usar los locales de los Institutos de Religión era la de llevar instrucción religiosa a nuestros miembros en edad de estudio. Algunos de ellos por supuesto estarán asistiendo a las Escuelas de la Iglesia, pero más y más, el más alto porcentaje de ellos recibirá el beneficio de los Institutos de Religión al continuar creciendo la Iglesia.
Sabemos que hay muchas áreas que podrían ser elegibles para seguir el programa de Seminarios e Institutos de Religión y que aún no gozan del beneficio de estos programas. Tal vez los oficiales locales del Sacerdocio no saben que estos programas pueden utilizarlos o no han tenido el valor suficiente para requerirlos en su área.
Uno de los más grandes presupuestos de la Iglesia es el presupuesto para educación. Mientras se espera que algunos fondos nos vengan de las fuentes locales, la mayor parte del gasto del programa viene de los Fondos Generales de la Iglesia.
Cuando un área es elegible para el programa y no lo tiene, o donde los programas están esperando y no asisten todos los estudiantes, los líderes locales están privando a sus miembros de estos valiosos programas.
Por ejemplo, ¿sabe que con los Seminarios se duplica el tiempo de enseñanza del evangelio a un joven miembro de la Iglesia? Si Ud. contabiliza el tiempo de instrucción que él recibe de todas las organizaciones de la Iglesia y las totaliza,se encontrará que el Seminario le brinda más y mejor instrucción. Porque hay continuidad de instrucción, formalidad de enseñanza, calidad de instrucción y materiales que hacen de este programa el de mayor éxito.
¿Sabe que la cantidad de matrimonios en el Templo, cuando el novio y la novia se han graduado en Seminarios e Institutos, es más del doble que el promedio de la Iglesia? Claro que pueden decir: esto se debe a que ios mejores muchachos son los que van a Seminarios. Pero no puede ser explicado por qué estos chicos buenos tienen mejor promedio en el templo que los chicos buenos que no reciben estos programas. Todo estudio que hemos hecho sobre la generación anterior certifica esta aseveración. Tenemos razones para creer que una influencia similar ocurre en la preparación para ser misioneros.
Ustedes, como Representantes Regionales no tendrían una buena visión si es que en su obra en las Estacas y Misiones de la Iglesia no estuviesen mirando hacia la siguiente generación y animando a los líderes del Sacerdocio local para que establezcan estos programas educacionales dondequiera que ellos puedan tenerlos. Estos líderes tendrán poca visión si ellos no están brindándoles permanentemente toda su consideración y atención personal.
No queremos que nuestros Presidentes de Estaca y Misión se duerman y dejen de requerir u organizar los programas donde sea posible adaptarlos, ni ¡os descuiden una vez establecidos. Debemos tener un continuo control sobre nuestra enorme organización educacional y sobre nuestros oficiales locales del Sacerdocio. No pueden despreocuparse de esta importante responsabilidad. Esperamos que Uds., Representantes Regionales, mantengan despiertos en este respecto a los Presidentes de Estaca y de Misión.
Nuestro programa educacional está ahora casi basado exclusivamente en los Seminarios e Institutos de Religión y en las Escuelas de la Iglesia extendidos en todo el mundo. No es posible para las Autoridades Generales y para los oficiales del Sistema Educacional de la Iglesia brindar una supervisión cuidadosa y adecuada. Alerten a los Presidentes de Misión y de Estaca acerca de sus responsabilidades para que mantengan muy cerca a nuestro personal de Seminarios e Institutos de Religión así como a los maestros de cualquier unidad educacional de la Iglesia.
Si ellos descuidan estas responsabilidades, y existe evidencia de que alguno de ellos las han estado descuidando, con esto están invitando a que ocurran feos episodios de transgresión o apostasía entre nuestros jóvenes. Estamos ansiosos de que la maldad no se desarrolle teniendo los programas educacionales de la Iglesia, y esta podría ser nuestra desgracia a menos que nuestros Presidentes de Estaca y Misión conozcan sus oportunidades y responsabilidades en la Educación de la Iglesia. Nosotros que somos los vigías de la torre nos preocupamos por esto. Les estamos pidiendo a ustedes, mensajeros de nuestra confianza, que toquen sus trompetas de alerta para que nuestros Seminarios e Institutos de Religión y Escuelas de la Iglesia en todo el mundo sean declarados del más alto rendimiento, pureza y dignidad de Doctrina.
Al finalizar mi presentación quisiera leerles a nivel de escritura dos objetivos de la educación de la Iglesia dados por el Presidente J. Reuben Clark hablando a nombre de la Primera Presidencia:
«En todo este asunto existen para la Iglesia y para cada uno de sus miembros dos asuntos vitales que no pueden ser descartados, olvidados o escondidos.
Primero: que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Unigénito del Padre en la carne, el Creador del mundo, la Oveja de Dios, el Sacrificio por los pecados del mundo, el Redentor de la transgresión de Adán; que él fue crucificado; que el espíritu dejó su cuerpo; que murió; que fue dejado en la tumba; que al tercer día su espíritu se reunió con su cuerpo, y volvió a ser un ser viviente, que se levantó de la tumba como un ser resucitado, un ser perfecto, los primeros frutos de la resurrección; que más tarde ascendió al Padre; y que el motivo de su muerte y mediante su resurrección todo hombre nacido en el mundo desde la creación será literalmente resucitado. Esta doctrina es tan vieja como el mundo. Job declaró: «Y después de deshecha esta mi carne he de ver a mi Dios al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán y no otro» (Job 19:26-27).
El cuerpo resucitado es un cuerpo de carne y huesos y espíritu, Job así lo establece entregándonos una verdad grande y eterna. Estos hechos positivos y todos los otros hechos necesariamente implicados ahí, deben ser honestamente aceptados, en fe total, por cada miembro de la Iglesia.
La segunda de estas dos cosas a las cuales debemos darle toda nuestra fe: es que el Padre y el Hijo realmente y en verdad y sin duda alguna aparecieron al Profeta José en una visión en la Arboleda Sagrada; que otras visiones celestiales les llegaron a José y otros; que el evangelio y el Santo Sacerdocio según el orden del Hijo de Dios fueron realmente restaurados sobre la tierra después que se perdieron por la apostasía de la Iglesia primitiva; que el Señor estableció otra vez su Iglesia, con José actuando como mediador; que el Libro de Mormón es lo que profesamos que es; que al Profeta le vinieron muchas más revelaciones para la guía, edificación, organización y fortalecimiento de la Iglesia y de sus miembros; que los sucesores del profeta, como él, son llamados de Dios, han recibido revelaciones de acuerdo a las necesidades que la Iglesia iba teniendo, y que continuarán recibiendo revelaciones conforme a la Iglesia y sus miembros al ir viviendo la verdad que ya tienen, la necesitan; que esta es en verdad la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos D ías; y que el fundamento de sus creencias son las leyes y principios mostrados en sus Artículos de Fe. Y también estos hechos y cada uno de ellos junto con todas las cosas necesariamente implicadas ahí o que fluyen de ella, deben permanecer inmutables sin modificaciones, sin dilución, excusa, disculpa o anulación; ellas no pueden ser quitadas ni ocultadas. Sin estas dos grandes creencias la Iglesia dejaría de ser la Iglesia”. (J. Reuben Clark).
Dios permita que nuestra fuerza educacional trabajando juntos y en yunta con nuestros líderes locales del Sacerdocio enseñaran estas cosas a nuestros jóvenes, lo ruego en el nombre de Jesucristo, Amén
























