¿Que sigue del Bautismo?

por Mark E. Petersen

En la ocasión en que se hallaba preso delante del rey Agripa, el apóstol Pablo razonaba vigorosamente en defensa de sí mismo y del evangelio de Cristo. Tan impresionado quedó el monarca, que exclamó: «Por poco me persuades a ser cristiano.»1
El apóstol refirió al rey su propia conversión a Cristo, describiendo su viaje a Damasco para perseguir a los santos. Fue entonces, según su declaración, que lo cercó un resplandor del cielo y oyó una voz que decía: «Saulo, Saulo, por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.”
«Yo entonces dije — continuó Pablo — ¿quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.»
Pablo entonces declaró al rey que Jesucristo, crucificado y resucitado, lo había llamado al ministerio y enviado a predicar a los gentiles, «para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios: para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”.2
Posteriormente, y en cumplimiento de este ministerio, S. Pablo fue a las naciones, y muchos creyeron en sus enseñanzas, se arrepintieron de sus pecados y se unieron a la Iglesia de Jesucristo mediante el bautismo del agua y del espíritu.
Cada uno de los que fue bautizado en esta manera salió «de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios». Cada uno de ellos recibió también el perdón de los pecados y la bendita herencia de que Pablo habló al rey Agripa.
La misma cosa sucede en la actualidad. Cuando se convierten las personas al verdadero evangelio de Jesucristo y son bautizadas por los siervos autorizados de Dios, también reciben la remisión de sus pecados, también se vuelven de las tinieblas a la luz y en igual manera reciben la misma herencia que se dio a los miembros de la Iglesia en la antigüedad. Todo esto viene a ellos porque la restauración del evangelio en estos tiempos modernos ha sido completa.
Pero después de entrar en la Iglesia, ¿qué es lo que deben hacer los miembros nuevos? ¿Cuáles son los siguientes pasos que han de tomar? ¿Han de participar activamente en la Iglesia, o ha de ser su adoración del Señor solamente pasiva?
La respuesta que el Salvador ha dado es que cada cual obre en el reino con todo su corazón, alma, mente y fuerza, a fin de llevar mucho fruto.
«Yo soy la vid—dijo el Salvador al explicar este principio—y vosotros los pámpanos; el que pennanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”3
Todos los que se convierten en miembros de su verdadera Iglesia, igualmente llegan a ser parte de esa vid, son verdaderos pámpanos, como lo dice el Señor. Todos deben «llevar mucho fruto” para poder ser aceptables a El.
En el Sermón del Monte Jesús declaró que «todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.”4
El profeta Nefi dio una explicación clara de lo que debe seguir del bautismo. Dijo así: «Y entonces os halláis en este recto y estrecho camino que conduce a la vida eterna; sí. habéis entrado por la puerta; habéis obrado de acuerdo con los mandamientos del Padre y del Hijo, y habéis recibido al Espíritu Santo, que da testimonio del Padre y del Hijo, para cumplir la promesa hecha por él, que recibiríais si entrabais en la senda.
«Y ahora, amados hermanos míos, después de haber entrado en esta recta y angosta senda, quisiera preguntar, ¿ya se ha hecho todo? He aquí, os digo: No; porque no habéis llegado hasta aquí sino por la palabra dé Cristo, con fe inquebrantable en él, confiando en los méritos de aquel que es poderoso para salvar.
«Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo una esperanza resplandeciente, y amor hacia Dios y hacia todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo y perseverando hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna ”5
Hablando a los nefitas, el propio Jesús expresó la importancia de perfeccionar nuestra vida, en estos términos: “Y nada impuro puede entrar en su reino; por tanto, nadie entra en su reposo sino aquel que ha lavado sus vestidos en mi sangre, mediante su fe, el arrepentimiento de todos sus pecados y su fidelidad hasta el fin.6
La obediencia a sus mandamientos es fundamental. si es que queremos ser aceptables al Señor. Su interpretación de nuestro amor hacia El se hace en términos de servicio y obediencia, pues claramente ha dicho: «Si me amáis, guardad mis mandamientos …. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama. … El que me ama, mi palabra guardará …. El que no me ama, no guarda mis palabras.”7
Dirigiéndose a sus santos en estos días, por conducto del profeta José Smith, el Señor ha añadido lo siguiente: «Oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, procurad servirle con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en el último día.”8 Nos embarcamos en su servicio cuando nos unimos a su Iglesia: pero este paso apenas constituye el principio de un viaje que debe durar toda la vida, y que se ha de llevar a cabo con el espíritu de devoción y obediencia A fin de poder guardar sus mandamientos se necesita combinar nuestra fe con nuestras obras, porque la fe sin obras es muerta.9
A esto se estaba refiriendo Pablo el apóstol cuando escribió a los Filipenses: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.”10 Pero, ¿en qué dirección hemos de obrar? ¿Hay un pian que podemos seguir? ¿Cómo podemos orientarnos en este asunto de servir al Señor? ¿En qué manera podemos producir «mucho fruto» como El ha mandado?
La casa del Señor es una casa de orden. Tiene un plan preciso para nosotros, y conforme a este plan es como debemos obrar. Tiene que ver con nuestras vidas individuales y personales, así como con nuestra actitud hacia nuestros semejantes. Nuestra aceptación, por parte del Señor, se basa en ambos principios.
Cuando S. Pablo escribió a los efesios, explicando el propósito de la organización de la Iglesia, dijo que era para «perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (refiriéndose a los que son miembros de su Iglesia organizada).
También explicó que esta organización de la Iglesia sería como protección a sus miembros. a fin de que no fuesen desviados por las falsas enseñanzas de hombres inicuos y sin inspiración.11
La perfección de los santos es uno de los grandes propósitos del evangelio. Moroni, el último profeta sobreviviente del Libro de Mormón, dirigió una súplica a sus lectores cuando estaba para terminar su narración: «Sí, venid a Cristo y perfeccionaos en El. y absteneos de toda impureza: y si os abstenéis de toda impiedad, v amáis a Dios con todo vuestro poder, alma y fuerza, entonces su gracia os bastará, y por su gracia podréis perfeccionaros en Cristo: y si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo, de ningún modo podréis negar el poder de Dios.”12
Fue lo que el Salvador mandó a sus oyentes cuando dijo: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.»13
De modo que la Iglesia viene a ser un elemento de gran importancia para nosotros. Es el medio por el cual uno desarrolla dentro de sí mismo rasgos de carácter semejantes a los de Cristo: se convierte en un «expediente” mediante el cual los santos pueden obrar juntos para su bien común, y provee protección contra las fuerzas mundanas que quieren destruir nuestra salvación.
En vista de que tenemos que «ocupamos en nuestra salvación», debe hacerse por medio de la Iglesia y en ella, ya que para ese propósito mismo se ha establecido.
Trabajar en la Iglesia significa participar en sus actividades, ocuparnos en el programa que provee y asociarnos con los demás miembros en la obra del Señor.
Por consiguiente, después del bautismo debemos resolvernos a ser activos en la Iglesia. Su programa se relaciona con cada uno de los aspectos justos de nuestra vida, entre ellos, nuestros propios hábitos personales. nuestros hogares y nuestro trato con otros, ya sea en asuntos comerciales, en los de la comunidad local o en los de la nación.
Enumeremos algunas de las partes más importantes de este programa.
I. — EN CUANTO A SU EFECTO INDIVIDUAL EN NOSOTROS
Primero, nuestra manera de pensar debe armonizar con el evangelio. El Señor detalló lo que El demanda de un recién convertido, en la sección 20 de Doctrinas y Convenios. Al leer lo que dice el versículo 37 de esa sección, nos enteramos de que el Señor exige la sinceridad. Dice en ese pasaje que el convertido debe humillarse ante Dios. Esa humildad del alma debe continuar siempre con él. En seguida, declara que ha de haber en nosotros un corazón quebrantado y un espíritu contrito, es decir, un corazón que esté dispuesto a arrepentirse y un espíritu que se someterá a la voluntad de Dios.
Comprendiendo que somos mortales y que estamos propensos a cometer errores, debemos esforzarnos constantemente por evitar el pecado y arrepentimos de cualquier equívoco que cometamos. Indudablemente a esto se refería el Señor cuando dijo: «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti. deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcilíate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.”14
La revelación también indica que al tomar sobre nosotros el nombre de Cristo, lo hacemos con la determinación de servirle hasta el fin de nuestras vidas, y que manifestaremos por medio de nuestras obras que hemos recibido su Espíritu.
De modo que si esto es un requerimiento antes del bautismo, desde luego se convierte en norma para nuestra conducta después de haberlo recibido.
Hay muchos mandamientos que se refieren a nuestra conducta personal y privada; y tan solamente disponemos de espacio suficiente para algunos. Mencionaremos, sin embargo, los siguientes:
Oración: Si se es un Santo de los Ultimos Días, uno debe orar. Las Autoridades Generales reiteran las enseñanzas de las Escrituras, de orar frecuentemente, en privado, a solas, y de tener nuestras oraciones diariamente con nuestras familias.
Ayuno: Se ha designado el primer domingo de cada mes como día de ayuno en la Iglesia. Se pide a cada miembro de la Iglesia, si goza de buena salud, que se abstenga de dos comidas ese día. Esto constituye el ayuno mensual de los Santos de los Ultimos Días. Generalmente consiste en privarse del desayuno y la comida al mediodía y tomar los alimentos a la hora acostumbrada de la cena. Aunque no hay tiempo fijo para la duración del ayuno, dura por lo regular de la tarde de un día hasta la tarde del otro, o sea durante veinticuatro horas. No se requiere que ayunen los niños o las personas mayores de edad cuya salud puede ser perjudicada.
Ofrendas del día del ayuno: En la Iglesia se acostumbra entregar al obispo, o al presidente de la rama, para el beneficio de los pobres, el valor de las comidas que no se tomaron durante el ayuno. Estos donativos se llaman ofrendas del día de ayuno.
Diezmos: Se espera que los miembros de la Iglesia paguen un diezmo completo. Se entrega la cantidad al obispo o al presidente de la rama, el cual está autorizado para dar consejo adicional sobre este asunto. Los diezmos se usan para construir templos, casas de oración, llevar a cabo la obra de las misiones y para otros gastos que provienen de las actividades de la Iglesia en todo el mundo.
Otros donativos: Los miembros de la Iglesia también hacen otros donativos. Entre ellos, contribuciones al Programa de Bienestar de la Iglesia, fondos para la conservación de nuestros edificios y terrenos, proyectos de los quórumes del sacerdocio y otras actividades. Aunque no se exige a la gente que haga estas contribuciones, pues todas son voluntarias, sí se espera que los fieles miembros apoyen y ayuden a la Iglesia con sus medios así como con sus talentos.
La Palabra de Sabiduría: El Señor declara que el arrepentimiento de todos nuestros pecados es necesario antes de recibir el bautismo.15 Esto se refiere directamente, entre otras, a las cosas que están prohibidas en la Palabra de Sabiduría, la cual se halla en la Sección 89 de Doctrinas y Convenios. En la Palabra de Sabiduría se nos aconseja evitar el uso del alcohol, el tabaco y las bebidas calientes. La interpretación que se da a las bebidas calientes es que se refieren al té y al café. Por tanto, son cuatro las cosas prohibidas en la Palabra de Sabiduría: Las bebidas alcohólicas (incluso la cerveza), el tabaco en cualquier forma, el té y el café. El Señor dijo que era «el orden y la voluntad de Dios en la salvación temporal de todos los santos en los últimos días”.16
Moralidad: En la Iglesia, sólo el asesinato es de mayor gravedad que el pecado sexual. Las personas que han cometido este pecado en épocas pasadas, y se han arrepentido por completo, pueden recibir el perdón. Pero el que vuelve a incurrir en esta maldad es excomulgado de la Iglesia. Arrepentimiento quiere decir que la persona culpable abandone completamente el pecado, haga reparación por el mal cometido, hasta el grado que sea posible, y viva sinceramente de acuerdo con las leyes de Dios el resto de su vida. El Señor manda que todo hombre sea fiel a su propia esposa, y que toda esposa sea fiel a su marido, y que han de allegarse el uno al otro y “a nadie más”. Se recomienda que se lean cuidadosamente, de la sección 42 de Doctrinas y Convenios, los versículos 22 a 26, así como el capítulo 39 de Alma en el Libro de Mormón. La ley moral está apoyada por los Diez Mandamientos17 y muchos otros pasajes de las Escrituras.
El día de reposo: No hay ley más fundamental en el evangelio que la observancia del día de reposo. El Señor lo decretó en los Diez Mandamientos y lo reiteró varias veces en épocas posteriores. Una de las afirmaciones más impresionantes, en lo que al día de reposo concierne, es la que se halla en Doctrinas y Convenios, sección 59, empezando por el versículo 9. El día del Señor debe dedicarse a fines sagrados. En ese día debemos evitar toda transacción comercial y toda clase de diversión, así como nuestro acostumbrado entretenimiento y ocupación. Se entiende que las vacas deben ser ordeñadas, que se debe dar de comer a los animales y que debe efectuarse cierto trabajo; pero el espíritu de todo esto se refleja en las palabras del Señor, declaradas en la revelación citada que recibió José Smith el profeta. Lo que es necesario hacer debe efectuarse con «sencillez de corazón”, como lo dijo el Señor.
Honradez: Uno de los Artículos de Fe de la Iglesia comienza con las palabras; «Creemos en ser honrados.”18 Esto se refiere a nuestras transacciones comerciales, nuestras relaciones con nuestros semejantes en los cines, tranvías, autobuses y ferrocarriles. Se refiere a la mentira, al falso testimonio, al pago de nuestras cuentas y a todos nuestros tratos. La Iglesia acepta lo que el Señor dijo referente al asunto de la honradez en los Diez Mandamientos y en la sección 42 de Doctrinas y Convenios. Recomendamos que estas Escrituras se lean cuidadosamente.
Blasfemia: «No tomarás el nombre de Je-hová tu Dios en vano”.19 Esta es una de las leyes fundamentales de la Iglesia. Profanar el nombre por el que pedimos nuestras bendiciones al orar, y mediante el cual efectuamos las ordenanzas del sacerdocio es una falta inimaginable. Cada vez que usamos vanamente el nombre del Creador insultamos al Todopoderoso. ¿Acaso no sería para nosotros un insulto el que alguien profanara nuestro buen nombre?
Pero hay otra cosa más que añadir aquí con respecto a la maledicencia. La blasfemia, en cualquier forma que se use en nuestra manera de expresamos, es cosa censurable. El cuento «picaresco”,. la frase mordaz, la respuesta iracunda—ninguna de estas cosas armonizan con el espíritu del evangelio, y los Santos de los Ultimos Días rigurosamente deben evitar estas cosas. Si entendemos que nada impuro puede entrar en la presencia de Dios, y que estamos tratando de hacemos dignos de estar con El, difícilmente podemos esperar recibir las bendiciones del Señor si manchamos nuestro carácter usando malas palabras.
La asistencia a las reuniones: La actividad e interés que el miembro tiene en la Iglesia se determina en gran manera por su asistencia a las reuniones de las varias organizaciones. La reunión sacramental es la más importante de las que se verifican en la Iglesia. Se efectúa cada domingo en todas las ramas de la Iglesia bajo la dirección del obispo o presidente de la rama, y todo fiel Santo de los Ultimos Días debe concurrir a este servicio cada semana. Todos los miembros de la familia han de asistir, aun los niños pequeños. Cada domingo se celebra en la mañana la Escuela Dominical para todos los miembros de la Iglesia. Allí es donde se enseña el evangelio a todos, adaptándose las clases a las edades de los discípulos. La instrucción religiosa durante la semana es importante en la Iglesia. Los niños pequeños pueden concurrir a la Asociación Primaria; para los jóvenes mayores de doce años de edad hay la Asociación de Mejoramiento Mutuo y las mujeres de la Iglesia son miembros de la Sociedad de Socorro. Todas estas organizaciones celebran reuniones semanales.
El sacerdocio: Se tiene por objeto que todo varón, miembro de la Iglesia, sea investido con el sacerdocio. Pero todos deben ser dignos de ser ordenados antes de poder recibir esta bendición. La organización del Sacerdocio de Aarón para los hombres mayores de veintiún años invita de una manera especial a sus reuniones a todos los recién convertidos. Al paso que asisten fielmente a estas reuniones y viven de acuerdo con el evangelio, estos hombres pueden ir recibiendo los grados del Sacerdocio de Aarón, trabajando para el día en que puedan ser dignos del Sacerdocio de Melquisedec. Para los jóvenes de los doce a los veinte años de edad, hay grupos separados o quórumes del Sacerdocio de Aarón. Los hijos jóvenes de familias recién convertidas pueden asistir a estas reuniones, y después de mostrar que son dignos de ello, también se les confiere el sacerdocio.
El Programa de Bienestar de la Iglesia: En la mayor parte de la Iglesia se llevan a cabo proyectos relacionados con el Plan de Bienestar, cuyo objeto es proveer artículos paia el sostenimiento de los pobres. Esto es aparte de la ayuda que se da por medio de las ofrendas del día de ayuno. Se invita a los miembros activos de la Iglesia a que contribuyan, con su trabajo, a estos proyectos en bien de sus hermanos y hermanas menos afortunados que ellos.
La obra en los templos: Todos los fieles miembros de la Iglesia anhelan la ocasión en que pueden entrar en el templo para recibir las ordenanzas que allí se dan, ordenanzas que son necesarias para la exaltación en el reino celestial. A los nuevos conversos les es requerido que se prueben por lo menos un año, como miembros, en las actividades de la Iglesia, antes de entrar en el templo. Para poder entrar allí se exige que la persona sea completamente digna, y todos los que tienen deseos de entrar son cuidadosamente entrevistados por su obispo o presidente de rama. Los hombres deben poseer el Sacerdocio de Melquisedec a fin de poder recibir las bendiciones del templo.
La obra genealógica: Todo miembro de la Iglesia tiene la responsabilidad de hacer un registro y un cuadro genealógico de su familia con los nombres de sus antepasados. La Iglesia tiene una extensa organización genealógica a la disposición de sus miembros para ayudarles en esta obra. Cuando quedan completos los registros, se pueden efectuar las ordenanzas vicarias en los templos a favor de las personas cuyos nombres se han anotado. Todo miembro digno de la Iglesia tiene el privilegio de ir al templo para cumplir con estas ordenanzas vicarias a favor de sus parientes fallecidos.
Otras actividades: El Señor ha dicho: «He aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas; porque el que es compelido en todo, es un siervo perezoso y no sabio; por tanto, no recibe galardón alguno.
«De cierto os digo, los hombres deben estar anhelosamente empeñados en una causa justa, y hacer muchas cosas de su propia voluntad, y efectuar mucha justicia; porque el poder está en ellos, y asi vienen a ser sus propios agentes. Y si los hombres hacen lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa.
«Mas el que no hace nada hasta que se le manda, y recibe Un mandamiento con corazón dudoso, y lo cumple desidiosamente, ya es condenado”.20
Tomando en consideración estas palabras, no procuraremos enumerar todos los mandamientos del Señor con respecto al individuo y su conducta, antes recomendamos un estudio cuidadoso del evangelio para que al ir conociendo la voluntad de Dios, podamos obedecerla.
Este estudio es de suma importancia. ¿Cómo podemos obedecer leyes que no conocemos? ¿Y cómo podemos conocerlas sin estudiar? Recomendamos que cada miembro nuevo de la Iglesia se proponga seriamente a estudiar la palabra revelada de Dios cual se halla en la Biblia, el Libro de Mormón, Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio. Hay algunos libros adicionales que autorizadamente presentan las doctrinas de la Iglesia con sus respectivos comentarios, los cuales también son de mucho valor.
La actitud de otros: Para el recién convertido, la actitud de otras personas hacia él se nota más después de unirse a la Iglesia. Algunos son perseguidos de una u otra manera por los que no son miembros. Los que antes eran amigos del nuevo miembro algunas veces llegan a despreciarlo, a hablar mal de él y aun a calumniarlo. Hay casos en que la persecución religiosa no se limita sólo a esto. Pero el Señor ofrece un galardón muy grande a los que están dispuestos a padecer la persecución con buen ánimo.
«Bienaventurados sois—dijo el Salvador— cuando por mi causa os vituperen y os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”21
Otra actitud en que se fija el recién bautizado es la de los miembros que no cumplen con sus obligaciones y se burlan de las cosas sagradas. Las cosas del mundo han cegado a estas personas; como la tierna planta en la parábola de Jesús, el sol las ha quemado porque no tenían raíz; o como el siervo inútil de la parábola de los talentos, que escondió lo que se le había confiado, tales personas jamás comprenden de una manera clara lo que Dios ha hecho por ellos, y pierden la perla de gran precio.
Así como hay que hacer caso omiso de aquellos ‘que activamente nos persiguen, en igual manera debemos pasar por alto los ejemplos que pueden desviamos y no fijamos en ellos.
II.— EL EVANGELIO EN EL HOGAR
El hogar constituye la unidad fundamental de la Iglesia; es parte de ella por cierto, ya que es allí donde se deben llevar a cabo muchos de los objetos principales de la Iglesia.
El matrimonio en el templo: El hogar se basa en el matrimonio, y la forma que el Señor ha dispuesto para esta ceremonia se efectúa en los templos por esta vida y por la eternidad. Todo matrimonio o pareja que se une a la Iglesia debe mirar hacia adelante, trabajando y preparándose para la ocasión en que puedan ir al templo para cumplir con esta ordenanza. También deben formular planes para que les sean ligados sus hijos por la eternidad. Una de las doctrinas básicas de la Iglesia es que las familias queden unidas en esta forma mediante el poder del sacerdocio.
La oración familiar: Uno de los elementos importantes de la vida familiar de los Santos de los Ultimos Días es la oración diaria de la familia, en la noche y en la mañana. Cuando se arrodillan todos juntos se enseña la fe y la oración a los niños, se une más la familia y se le abren las puertas al Espíritu del Señor, tan necesario para la armonía y amor del círculo familiar.
La enseñanza de los hijos: El Señor ha revelado que es el deber de todos los padres que son Santos de los Ultimos Días, enseñar el evangelio a sus hijos en el hogar, y añadió que de no hacerlo, el pecado recaerá sobre la cabeza de los padres.22
Es la voluntad del Señor que se instruya a los hijos de esta manera, a fin de prepararlos para el bautismo, si es que aún no se han bautizado. La edad a la cual han de ser bautizados los niños es la de ocho años, porque es entonces cuando empiezan a ser responsables de sus hechos ante los ojos de Dios. Es preciso enseñar y convertir a los niños para que obedezcan el evangelio.
La Palabra de Sabiduría: Debe inculcarse en los hogares de los Santos de los Ultimos Días la costumbre de vivir de conformidad con la Palabra de Sabiduría. Si los padres dan el ejemplo, lo más probable es que los niños lo sigan.
Los diezmos en el hogar: Todos los miembros de la familia deben pagar diezmos, si reciben dinero, sea cual fuere la cantidad. Debe aconsejarse aun a los niños pequeños a que paguen un diezmo completo de todo el dinero que reciban, bien sea que sus padres se lo den, o ellos lo ganen trabajando fuera del hogar. Los padres deben enseñar esta ley a sus hijos no sólo por precepto sino por el ejemplo.
La manera de hablar en el hogar: Los padres deben entender que los niños adoptan los hábitos e ideales de sus padres, ya sean éstos buenos o malos. No debe haber maledicencia en el hogar; no se debe hablar mal de nadie y deben evitarse las mentiras, críticas o calumnias Así debe hacerse con todos, incluso nuestros vecinos y las Autoridades de la Iglesia. No hay modo más rápido de enseñar a la familia a ser irrespetuosa hacia las Autoridades de la Iglesia, que oir a sus padres criticarlos.
El respeto del uno hacia el otro: Uno de los Diez Mandamientos insta el respeto entre los padres y los hijos. Para granjearse el respeto de sus hijos, los padres mismos deben hacerse respetar. Sin embargo, los padres también deben saber respetar a sus hijos y ser buenos y justos con ellos. Los hijos deben honrar a sus padres, serles obedientes y cooperar con ellos en el desarrollo de un ambiente cristiano dentro del hogar.
La bendición de los enfermos: «¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará.”23
Bendiciones patriarcales: Los patriarcas de la Iglesia dan bendiciones a los miembros dignos. Estas bendiciones revelan a quienes las reciben cuáles son sus posibilidades, si son obedientes’a la verdad. Los padres, así como los hijos, pueden recibir estas bendiciones. No obstante, los padres deben preparar cuidadosamente a sus hijos para que puedan conocer esta rica experiencia. Los patriarcas ofician solamente dentro de las Estacas de Sión. Sin embargo, aquellos que viven en las misiones, si es que son dignos, pueden recibir, del presidente de su rama y misión correspondientes, una recomendación que les permitirá recibir su bendición patriarcal en la primera oportunidad que tengan de visitar a algún patriarca dentro de una de las estacas establecidas de la Iglesia.
La Noche de Hogar: Una de las costumbres más amenas de la Iglesia es conocida como la Noche de Hogar para la Familia. Se insta a los padres a tener una «Noche de Hogar” cada semana, en la cual puedan participar todos los miembros de la familia. Los padres y sus niños aprenden el evangelio de acuerdo con el programa preparado por la Iglesia, en el cual se incluyen diversiones alegres, serias y musicales, y aun se pueden incluir algunos juegos de destreza, prendas, etc. El objeto es que todos los miembros de la familia tengan la oportunidad de participar en una actividad sana de instrucción y recreo. Se puede preparar algún refresco si se desea. En estas ocasiones los padres deben presentar las enseñanzas del evangelio, y la reunión debe principiar y terminar con una oración.
Obrando unidamente: Uno de los elementos esenciales del éxito de cualquier familia consiste en que los miembros aprendan a llevar a cabo las cosas en unión, con un espíritu de amor y cooperación. Las familias que trabajan, juegan y adoran juntas son las que logran el mayor éxito en la vida.
III.— ACTIVIDAD EN LA RAMA
En la sección que se refiere a nuestras responsabilidades individuales, ya se ha hecho hincapié en la importancia de participar en las actividades del barrio y de la rama. Debe advertirse que en las estacas, el barrio es una unidad central religiosa para todos los miembros que viven dentro de determinado sitio o sector geográfico. La rama ocupa una posición correspondiente en las misiones. Es esta unidad o centro lo que provee para el grupo la actividad tan necesaria en el programa de la Iglesia.
En el barrio o rama es donde preside la autoridad local del sacerdocio. Esta autoridad dirige todos los asuntos del barrio o rama a fin de que el programa de la Iglesia se desarrolle debidamente y todos los miembros tengan iguales oportunidades de participar en las actividades. Allí el obispo o el presidente de la rama expide recomendaciones para bautismos, para avanzar en el sacerdocio o para ir al templo. Allí recibimos nuestra instrucción en el evangelio, junto con la que se relaciona con nuestros llamamientos especiales. Es la cabecera del gobierno local dentro de la Iglesia.
Reuniones: Ya se han mencionado las reuniones ordinarias de la rama o del barrio, y todos los miembros deben participar en ellas. También hay reuniones de la estaca y del distrito en ías que deben estar interesados los nuevos convertidos. Estas conferencias del distrito o de la estaca, que se verifican cada tres meses, son reuniones de suma importancia y frecuentemente predican en ellas las Autoridades Generales de la Iglesia. Toda la familia debe concurrir. Se debe procurar llegar a tiempo a estas reuniones y evitar la falta de puntualidad en la asistencia.
Reverencia: Nuestras casas de oración son la casa del Señor, y su Espíritu se encuentra allí Debemos manifestar la reverencia debida hacia ellas y enseñar a nuestros hijos a hacer lo mismo.
El respeto a la autoridad: Las autoridades de la Iglesia, locales y generales, son siervos del Señor y merecen nuestro respeto. Debemos apoyarlos y sostenerlos mediante nuestra participación en las actividades acostumbradas de la Iglesia, así como refrenándonos de hablar mal de ellos. El Señor honra a sus siervos. Esto se manifiesta en todas las Escrituras, las cuales nos enseñanan que aquellos que reciben a los siervos del Señor, serán ellos mismos recibidos por el Señor, pero los que desprecien a sus siervos, ellos mismos serán rechazados por El.24
IV.— LOS SANTOS DE LOS ULTIMOS DIAS EN LA COMUNIDAD
Cuando el Señor nos dio el primero y grande mandamiento de amar a Dios con todo nuestro corazón, también dijo:
«Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”25
En el Sermón del Monte nos dio este importante precepto: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.”26
Si leemos las Escrituras, nos impresionará el hecho de que la forma en que tratemos a nuestros semejantes determinará en gran manera la clase de salvación que recibiremos del Señor.
Cuando el Salvador presentó su lección sobre el perdón, relacionada con la oración que nos dio como ejemplo, claramente indicó que recibiremos el perdón de nuestros pecados, en proporción a nuestra disposición de perdonar a otros que nos ofenden.27
En el día del juicio El recompensará a cada uno según sus obras, y “medir a cada cual con la medida con que midió a su prójimo.’’28
Todo el Sermón del Monte contiene el espíritu de esta enseñanza. La mayor parte de la gente pasa por alto la importancia del segundo grande mandamiento y la regla de oro.
Tenemos el deber de vivir en nuestras comunidades de tal manera que nuestras vidas sean ejemplos de los ideales de Jesús, y semejantes a un faro sobre el monte, invitando a todos los hombres a venir a Cristo.
V. — LOS SANTOS DE LOS ULTIMOS DIAS COMO CIUDADANOS
“Creemos en estar sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley.”29
¿Se hace preciso añadir más a las palabras anteriores, tomadas de nuestros Artículos de Fe?
En los primeros días de nuestra historia como Iglesia, el Señor dijo: “Ninguno quebrante las leyes del país, porque quien guarda las leyes de Dios no tiene necesidad de infringir las leyes del país.”30
El Señor también ha dicho por revelación que no es justo que un hombre sea esclavo de otro, y que la ley le provee al hombre su libertad personal, a fin de que pueda ser juzgado según sus propias obras.31
De modo que es fácil entender por qué nos dijo el Señor que si guardamos su ley, no tenemos necesidad de desobedecer las leyes del país.
En una palabra, el que es buen Santo de los Ultimos Días debe ser buen ciudadano: debe observar las leyes, participar en las elecciones y de otras maneras contribuir a la preservación de la justicia, la paz y el orden de su país.
CONCLUSION
El evangelio es el plan de salvación. Es un sistema de vida. No es algo que ha de ocupar nuestra atención el domingo y echarse en el olvido el resto de la semana. Es una norma que nos puede ayudar a ser semejantes a Cristo.
Debemos esforzarnos por seguirlo con buen ánimo y disposición. Ha de ser la primera consideración en nuestras vidas, recordando siempre el divino mandamiento del Señor:
“Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
No nos cansemos de hacer el bien. No vayamos a suponer que la tarea es demasiado difícil. No hay excelencia sin trabajo, y no hay salvación sin obediencia.
El Señor es bueno y está dispuesto a ayudar. Si tan sólo creemos en El y aceptamos su palabra, descubriremos la verdad de lo que dijo en otra ocasión:
«Llevad my yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”33
1 Hechos 26:28.
2 Hechos 26:14. 15, 18.
3 Juan 15:5.
4 Mnteo 7:19.
5 2 Nefi 31:18-20.
6 3 Nefi 27:19.
7 Juan 14:15. 21. 23-24.
8 Doctrinas y Convenios 4:2
9 Santiago 2:14-26.
10 Filipenses 2:12.
11 Efesios 4 11-14
12 Moroni 10 32.
13 Mateo 5:48.
14 Mateo 5:23-24.
15 Doctrinas y Convenios 20:37.
16 Doctrinas y Convenios 89:2.
17 Exodo 20.
18 Artículo de Fe Núra. 13.
19 Exodo 20:7.
20 Doctrinas y Convenios 58:26-29.
21 Mateo 5:11 y 12.
22 Doctrinas y Convenios 68:25-28.
23 Santlago 5:14, 15.
24 Mateo 10:40; Lucas 10:16; Juan 13:20; Doctrinas y Convenios 84:16: 112:20.
25 Mateo 22:36-40.
26 Mateo 7:12.
27 Mateo 6:14-15.
28 Doctrinas y Convenios 1:10.
29 Artículo de Fe núm. 12.
30 Doctrinas y Convenios 58:21.
31 Doctrinas y Convenios 98:4, 5; 101:77-80; 1 Nefi 13:10-20: 3 Nefi 21:4.
32 Mateo 6:33.
33 Mateo 11:29-30.

























Magnìfico discurso. Guìa excelente. Gracias. Saludos desde Panamà. Mi sueño y proyecto es ir a Utha al Templo con mi familia.
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