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Presidente del Quórum de los Doce
El VIERNES 20 DE MAYO DE 1988, Marión G. Romney, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, falleció en su hogar de Salt Lake City. Trece días más tarde, en la reunión semanal llevada a cabo en el templo el 2 de junio, Howard W. Hunter fue sostenido y apartado como Presidente de los Doce.
Pese a que había transcurrido sólo un año desde que fuera operado de la espalda, y aun cuando no recobraba plenamente el uso de sus piernas, el presidente Hunter estaba resuelto a que nada se interpondría en el cumplimiento de sus responsabilidades como presidente del quórum. Tras haber servido como presidente en funciones de dicho cuerpo por más de treinta meses, estaba plenamente compenetrado con tales deberes. Como encargado del Comité de Asignaciones, se aseguró de hacer su parte en las arduas tareas a las que se enfrentaba la Iglesia como consecuencia de su rápido crecimiento. También servía como encargado del Comité Ejecutivo de Correlación y era miembro de la Mesa Directiva de Educación, del Comité Asesor de Inversiones y de varios otros cuerpos auxiliares del gobierno de la Iglesia. Además de ello, era el presidente del directorio y del comité ejecutivo de la compañía de seguros Beneficial Life, así como integrante del directorio de otras nueve corporaciones.
“El servir en estas responsabilidades, siendo Presidente del Consejo de los Doce, cumpliendo asignaciones en conferencias de estaca y regionales, así como en reuniones de capacitación de área, me mantendrá plenamente ocupado”, escribió.
Por pocos días, después de haber sido llamado al Quórum de los Doce, casi veintinueve años antes, tal vez se haya preguntado cuánto tiempo transcurriría antes de estar completamente ocupado, pero no fue por mucho. Casi de inmediato recibió múltiples asignaciones y, al ir creciendo la Iglesia, también aumentó el volumen de trabajo de los líderes. A fines de 1959, el año en que fue llamado a servir como Autoridad General, el total de miembros de la Iglesia alcanzó la marca de 1.616.088, y a fines de 1988, ese número aumentó a 6.721.198, con congregaciones en 97 países y 25 territorios, colonias y posesiones. El total de estacas aumentó de 290 en 1959, a 1.707 en 1988, mientras que de las 50 misiones que había en 1959, el número llegó a 222 en 1988. La Iglesia tenía un total de 5.500 misioneros regulares en 1959, y para 1988 la cifra llegaba a los 36.132. Y en comparación con los 12 templos que había en operación en 1959, para 1988 la Iglesia contaba con un total de 42, más otros varios en proceso de planificación y de construcción.
En casi veintinueve años como Autoridad General, el presidente Hunter había visitado estacas y misiones en todo el mundo—muchas de ellas varias veces—habiendo organizado él mismo un gran número de las mismas. También había participado en casi todas las dedicaciones de treinta templos. Cuando fue llamado a servir como uno de los Doce, eran dos las Autoridades Generales que asistían a cada conferencia trimestral de estaca; para cuando asumió sus funciones como presidente del quórum, las estacas estaban llevando a cabo conferencias dos veces por año, y los miembros de los Doce generalmente asistían cuando se llamaba a un nuevo presidente de estaca. El número de Autoridades Generales aumentó de treinta y cuatro en 1959, a noventa y seis para el mes de abril de 1989, cuando se organizó el Segundo Quórum de los Setenta.
El período transcurrido desde que fue llamado como Autoridad General hasta su sostenimiento como presidente de los Doce, según le comentó a un reportero del semanario Church News, “fue sumamente gratificador. Han sido años de mucho trabajo, pero todos sabemos que es de esperar. No hay sacrificio alguno relacionado con esta obra”, dijo, añadiendo que “ésta avanza por todo el mundo . . . No creo que haya habido jamás en la historia de la Iglesia una época en que sus oficiales y líderes se hayan esforzado más que hoy día. El entusiasmo del liderazgo por cierto que ha sido una gran fuerza motivadora, pero hoy nos impulsa también el entusiasmo puesto de manifiesto por los mismos miembros de la Iglesia. Todos avanzamos juntos; y considero que es esa unidad la que ha traído aparejado tanto éxito”.1
El presidente Hunter, quien había pulido su capacidad administrativa como resultado de su actuación en importantes asignaciones en diversos departamentos y comités generales de la Iglesia, ahora presidía el quórum, cuyas responsabilidades fundamentales abarcan el establecimiento de normas y la supervisión del tremendo crecimiento del reino.
Pese a que aún padecía problemas de salud, el presidente Hunter no redujo demasiado su programa de viajes. Dos semanas antes de que se le apartara como presidente de los Doce, regresó de un viaje a Jerusalén, donde había firmado el arriendo del centro de estudios que la Iglesia estableció en dicha ciudad. Dos días más tarde fue internado en el hospital, en el cual permaneció seis días bajo alimentación intravenosa para equilibrar los fluidos del cuerpo.
En mayo de 1989, acompañado por su hijo Richard, volvió a Israel para la dedicación del Centro de Estudios de Jerusalén, cuya planificación y construcción él mismo había supervisado por tantos años. De ahí viajó a Jordania para visitar a los miembros de la pequeña rama de la Iglesia en ese país. Junto con quienes le acompañaban en el viaje, fue agasajado por Oli Ghandour, presidente del directorio de Real Aerolíneas y Hoteles Jordanos, y ex Primer Ministro del Líbano, así como por el General Hamaidy El-Fayez y su esposa, siendo aquel edecán del rey Hussein de Jordania. El grupo viajó después a Rotterdam para participar en una conferencia regional, haciendo una breve escala en Francfort, Alemania, para visitar el templo.
En julio, el presidente Hunter fue a Cancún, México, para una convención de la compañía de seguros Beneficial Life y, al día siguiente de su regreso, estuvo presente en la reunión de la familia de Anders Christensen, en Mount Pleasant, Utah.
A principios de septiembre, otra vez acompañado por su hijo Richard, viajó por dos semanas a Francia, Escocia e Inglaterra, para una serie de reuniones y sesiones de capacitación de líderes de misión, de región y de área. Se las ingeniaron para ir a visitar lugares culturales e históricos, entre ellos, el castillo de Hunterston en Escocia.
Pese a tener que trasladarse en una silla de ruedas, el presidente Hunter jamás perdió la afinidad y el entusiasmo por visitar diferentes lugares. En muchos de ellos ya había estado varias veces, tales como la parte antigua de la ciudad de Jerusalén y el mar de Galilea en Israel; la antigua ciudad romana de Jerash en Jordania; la famosa subasta de flores de Aalsmeer, en Holanda; las ruinas de Chichén-Itzá en México; la torre Eiffel y la catedral de Notre Dame en París; los cerros de Escocia, y las verdes campiñas de Inglaterra. Y en cada lugar que visitaba cumplía con asignaciones de la Iglesia, renovaba su asociación con los Santos, y cultivaba nuevas amistades.
“He decidido casarme”
TODOS LOS JUEVES, los Doce se reúnen en el templo a las ocho de la mañana para tratar asuntos concernientes a ese cuerpo del sacerdocio, y a las nueve y media se une a ellos la Primera Presidencia por el resto de la mañana. Cuando estaba por terminar la reunión de los Doce del jueves 10 de abril de 1990, después de haberse tratado todos los temas de la agenda, el presidente Hunter preguntó, “¿Alguien desea referirse a algo que no esté incluido en la agenda?” Habiendo sido puestos sobreaviso en privado que el presidente tenía algo que mencionar si había tiempo al final de la reunión, ninguno de los presentes dijo nada. “Pues bien”, continuó el presidente Hunter, “si nadie tiene nada más que decir, quería hacerles saber que esta tarde me voy a casar”.
Uno de los apóstoles que estaba en la reunión comentó, “El anuncio me dejó con la boca abierta, y todos nos preguntábamos si habíamos oído bien. Entonces el presidente Hunter, con su tradicional modestia, explicó, ‘Inis Stanton es una vieja amiga de California. He estado visitándola por algún tiempo y he decidido casarme’. Agregó que el presidente Hinckley iba a casarlos en el Templo de Salt Lake y que le había pedido al presidente Monson que fuera uno de los testigos y al obispo de Inis que fuera el otro. Y después nos dijo que nadie más estaba invitado.”
En su diario, el presidente Hunter escribió de la siguiente manera su versión de lo que había sucedido esa mañana: “Al terminar la reunión de los Doce en el templo, hice el anuncio de que tenía la intención de casarme esa tarde. Todos se mostraron sorprendidos, pero me manifestaron cuán complacidos estaban y me expresaron sus mejores deseos. Después llegó la Presidencia, tratamos los asuntos del día, y una vez terminada la reunión, disfrutamos de un agradable almuerzo juntos.”
Tres días antes, el élder James E. Faust, a quien se le había informado sobre la boda, había hecho los arreglos para que el oficial del condado fuera al despacho del presidente Hunter con el fin de entregarle la correspondiente licencia matrimonial, y así evitar la publicidad que se hubiera creado de haber ido él mismo a las oficinas del condado. El presidente Edgar M. Denny, del Templo de Salt Lake, también había ido al despacho del presidente Hunter para concertar el sellamiento y la ceremonia.
A las dos de la tarde de ese día jueves, Howard W. Hunter e Inis Bernice Egan Stanton se arrodillaron junto al altar de una de las salas de sellamiento del templo, y el presidente Hinckley efectuó la ceremonia, pronunciándolos marido y mujer.
Después del templo, los recién casados regresaron al hogar del presidente Hunter, donde habrían de vivir. El domingo anterior a la boda, su vecina Dorothy Nielsen lo había llevado en su auto a la iglesia y él le había confiado sus planes. “Me sorprendió tanto con la noticia que tuve que detener el auto contra la acera por un momento”, comentó Dorothy. El miércoles por la tarde, el día antes del casamiento, ella arregló para que algunas de las hermanas de la Sociedad de Socorro fueran a limpiarle la casa al presidente Hunter. Mientras la pareja se encontraba en el templo el jueves, Dorothy les preparó la mesa con refulgente porcelana china, cubiertos de plata esterlina, candelabros y un hermoso arreglo de flores frescas como centro, y les dejó la cena lista en la cocina.
La hermana Nielsen no fue la única que se sorprendió con la noticia. El futuro novio le dio a conocer su decisión a muy pocas personas. Sus hijos y nueras ya le habían dicho que podía contar con su apoyo si se volvía a casar. Hasta le habían sugerido algunas posibles “candidatas”. El presidente Hunter sonrió ante las sugerencias, pero no se mostró interesado en hacer demasiado al respecto.
Pocos días antes de la boda, durante una visita de Richard a Salt Lake City, su padre le preguntó, “¿Qué pensarían si yo volviera a casarme?”
“No sólo pensamos que sería apropiado, sino que es lo que debes hacer”, le aseguró Richard.
“He estado pensando al respecto”, continuó su padre.
“¿Estás considerando a alguien en particular?” El presidente Hunter le dijo que sí y le habló un poco sobre Inis. Richard le dijo que tenía interés en conocerla, así que su padre la invitó a ir a cenar con ellos esa misma noche.
Más tarde Richard le preguntó al presidente Hunter si había hablado con Inis de una posible fecha para casarse. “Sí”, le respondió su padre, “será este próximo jueves”. También le dijo que deseaban que la ceremonia fuera íntima y que no se le diera ninguna publicidad al hecho. Inis tenía dos hijas y un hijo de un matrimonio anterior, quienes también se habían sorprendido y no fueron invitados a la boda. Howard dijo que las únicas personas que les acompañarían serían alguien con el poder de sellar y dos testigos.
El domingo de Pascua, tres días después de la boda, la flamante pareja asistió a las reuniones del barrio del presidente Hunter, el que ahora sería también el barrio de Inis. “El obispo anunció nuestro casamiento”, escribió Howard, “así que después de la reunión fuimos rodeados por una nube de gente que vino a felicitarnos y a darnos sus mejores deseos. Inis fue bien recibida. . . . Este fue un día de Pascua muy agradable”.
A la semana siguiente, los miembros de la Primera Presidencia y del Consejo de los Doce, acompañados de sus respectivas esposas, agasajaron a la pareja con una cena en el hogar del élder y la hermana Packer. “La cena estuvo deliciosa”, dijo el presidente Hunter. “En el centro de la mesa había un enorme pastel de bodas que Inis cortó y sirvió. Fue una velada que jamás olvidaremos.”
A pesar de que la decisión de casarse había causado enorme sorpresa entre sus familiares y amigos, Howard e Inis eran conocidos de muchos años y se habían estado viendo discretamente por varios meses. La nueva Sra. Hunter había sido miembro del Barrio El Sereno, en California, en la época en que el presidente Hunter fue obispo. A principios de la década de 1970, ella empezó a trabajar como recepcionista en el Edificio de las Oficinas de la Iglesia, al poco tiempo de haber sido inaugurado, y en el transcurso de los años sus caminos se cruzaron en varias ocasiones.
Dotada de gran educación y de una personalidad vivaz, Inis trajo renovada dicha y ánimo a la vida de su flamante esposo. Hicieron ciertos cambios en la casa con la compra de algunos nuevos muebles y accesorios que reflejaban el buen gusto y la personalidad de Inis. Algo que se destacaba era una enorme colección de muñecas que ella misma había hecho, con rostros expresivos y vestidos meticulosamente diseñados. Inis deleitó a las esposas de las demás Autoridades Generales cuando se refirió a sus muñecas en uno de sus almuerzos mensuales en la Lion House (Casa del León). Se había iniciado en el arte de hacer muñecas después de mudarse a Salt Lake City, y tras haberse hecho diestra en el diseño de los rostros y las formas clásicas, se le pidió que enseñara clases. Su trabajo era de tanta calidad que, de haberlo querido, podría haber ganado muy buen dinero vendiendo las muñecas, pero prefería guardarlas para ella o regalarlas a miembros de su familia y a amigos cercanos.
El llegar a ser la esposa de una Autoridad General, especialmente de alguien que había ocupado una posición tan visible por más de treinta años, requirió ciertos ajustes de parte de Inis. Cuando una Autoridad General asiste a una conferencia de área o regional, su esposa le acompaña y se le pide que hable. Dos semanas después de la boda, ella tuvo que acompañar a su marido a una conferencia regional en Norfolk, estado de Virginia, donde habló sobre el tema “Florece donde se te plante”—”la importancia de hacer lo que se nos pida que hagamos, dando lo mejor de nosotros mismos, a fin de contribuir a la edificación del reino y de preparar nuestro camino hacia la vida eterna”, dijo el presidente Howard. “Fue un buen discurso y muy bien dado. Me sentí orgulloso de ella.”
Pocas semanas después fueron a una convención de la compañía de seguros Beneficial Life en Vail, estado de Colorado, donde los invitados podían poner a prueba su destreza en una variedad de actividades al aire libre. “Inis salió campeona en una competencia con herraduras de caballo”, comentó orgulloso Howard.
Juntos en el placer de viajar
lNIS NUNCA HABÍA viajado mucho antes de casarse con Howard, así que las asignaciones de su esposo a lugares distantes del mundo fueron una bendición para ambos—para él, pues tendría una constante compañera de viajes después de muchos años de soledad, y para ella, porque tendría la oportunidad de ver el mundo junto a un guía amoroso quien disfrutaba intensamente de todos los sitios que veía y que estaba dispuesto a compartirlo con ella. A los dos les encantaba conocer a nuevas personas, a los Santos que les rodeaban con afecto después de conferencias y a quienes conocían de paso. Cinco semanas después de la boda, emprendieron una luna de miel atrasada—una excursión por el río Nilo, desde Luxor hasta Asuán, con un grupo de la Universidad Brigham Young que fue en viaje de estudios. A diario tenían la oportunidad de visitar antiguos lugares, tales como el Templo de Carnac, el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas, así como las estatuas y los templos de Ramsés II. Tras atracar en Asuán, viajaron en avión hasta El Cairo para visitar más lugares y después hasta Israel para efectuar una gira de nueve días y cumplir con asignaciones de la Iglesia. Los recién casados acapararon toda la atención en un concierto realizado una noche en el Centro de Estudios de Jerusalén. Un doble cuarteto masculino interpretó una canción romántica, la cual dedicaron a Howard e Inis.
Desde Israel, los Hunter viajaron a Londres. También allí visitaron lugares históricos en los que Howard había estado varias veces, aunque esta vez los veía a través de los ojos de Inis, para quien todo era nuevo y fascinante.
Tres semanas después de su regreso al hogar, Howard e Inis viajaron a Hawai, donde él recibió honores como el primer presidente del Centro Cultural Polinesio. “La mayoría de los invitados eran personas ‘entradas en años’ que contribuyeron a la planificación y a la construcción del centro, y entre quienes tomaron parte en el programa se encontraban los que habían actuado en los primeros shows hace unos cuantos años”, escribió. “Fue una velada encantadora y me alegró mucho ver a tantos viejos amigos.”
En noviembre de ese mismo año, el presidente Hunter celebró su cumpleaños fuera del país, al haber ido con Inis a una serie de conferencias regionales y de estaca en Nueva Zelanda, Australia y Fidji. El día de su cumpleaños, el 14 de noviembre, se les homenajeó con una cena en el Teatro de la Opera de Sydney, en un salón para banquetes desde el que se veía la ciudad y el puerto. “La cena fue formal y magníficamente servida”, comentó. “Como postre, los camareros trajeron un pastel de cumpleaños y nos lo sirvieron mientras todos los que estaban alrededor de la mesa me cantaron la canción tradicional. Hoy cumplí ochenta y tres años de edad.”
El matrimonio parecía sentarle bien, pues terminó el año con sólo una enfermedad de importancia, un ataque de pulmonía que lo tuvo en el hospital por seis días. El presidente Hunter continuó con sus sesiones de terapia con la determinación de cobrar aun más fuerza en las piernas. El 3 de agosto escribió en su diario personal: “En 1987, hace exactamente tres años, empecé a usar una silla de ruedas, y no fue sino hasta fines de 1988 que comencé a valerme sólo de un andador. Durante casi dos años seguí usando un andador, a pesar de que los médicos me dijeron que nunca podría volver a caminar. Voy a continuar con la terapia con la esperanza de que algún día vuelva a caminar sin ningún tipo de ayuda.”
En octubre, por primera vez desde el 2 de abril de 1987, pudo ponerse de pie, “con un poquito de ayuda”, en el círculo de oración de las Autoridades Generales. Fue un paso importantísimo en su camino hacia la recuperación.
El presidente Hunter e Inis continuaron su agitado ritmo en 1991. En el mes de enero, él tuvo el gusto de presentarla en una reunión sacramental especial del Barrio Pasadena Sur, ex Barrio El Sereno, que conmemoraba el cincuenta aniversario de su creación. En esa ocasión, Howard escribió: “El barrio tuvo catorce obispos desde que fue organizado en 1940, siendo yo el primero de ellos. Estuvieron presentes muchos de los miembros originales del barrio, como también un gran número de quienes se habían mudado y que volvieron para la reunión. Como primer obispo, fui el principal orador. Después de la reunión, los obispos (once de ellos estábamos presentes) formamos una línea de recepción en el salón de la Sociedad de Socorro y tuvimos la oportunidad de saludar a casi todos los que habían asistido a la reunión. Fue una ocasión inolvidable el volver a ver a tantos viejos amigos y recordar tantas cosas de épocas pasadas.”
En febrero, acompañado por el élder M. Russell Ballard y su esposa, viajaron en avión a Mérida, México, para visitar las antiguas excavaciones arqueológicas de Uxmal y Kabah. De allí fueron a Cancún y después regresaron a Mérida para ir en automóvil hasta la ciudad maya de Chichén-Itzá. En una conferencia regional en Mérida, más de mil líderes del sacerdocio asistieron a una sesión de liderazgo el día sábado, y más de cuatro mil miembros de las cuatro estacas de la región estuvieron presentes en la sesión de la conferencia del domingo de mañana. “Para terminar la reunión, todos se pusieron de pie y cantaron ‘Como Yo os he Amado’, mientras agitaban pañuelos blancos. Fue una escena de la cual nunca nos olvidaremos”, escribió el presidente Hunter.
La visita a Mérida fue una especie de regreso al hogar, pues no sólo que él había estado allí muchas veces como presidente de la Fundación Arqueológica Nuevo Mundo, sino que también había organizado la primera estaca en Mérida, en el año 1977. Ahora había cuatro estacas. Muchos Santos le rodearon antes y después de las reuniones, ansiosos de estrechar su mano y mostrarle sus hijos.
Un viaje mucho más largo fue el que realizó en mayo cuando, acompañado por Inis, asistió a conferencias en Santiago, Chile; Buenos Aires e Iguazú, Argentina; y Sao Paulo, Brasil. Cuando al mes siguiente viajaron a Alaska para una conferencia regional, disfrutaron mucho una excursión de cinco horas a bordo del Prince William Sound, la cual describió en su diario personal de la siguiente manera: “Vimos 26 glaciares, fiordos y cascadas, así como lobos marinos, marsopas, focas, nutrias marinas, innumerable cantidad de peces, aves y mamíferos, y muchas especies típicas de la vida silvestre de Alaska. Cerca del final de la excursión nos detuvimos próximo a acantilados donde vimos bandadas de gaviotas y otras aves de mar. En el trayecto se nos sirvió una cena deliciosa mientras mirábamos cómo los glaciares se deslizaban de las paredes heladas para zambullirse en el océano. Fue una excursión espectacular.”
Ni siquiera una emergencia médica se interpuso en el viaje que habría de emprender dos semanas después. El Alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek, había estado en Salt Lake City como parte de su primera visita a Utah, por lo que prominentes líderes religiosos, oficiales gubernamentales, hombres de negocio e industriales, habían sido invitados a una cena ofrecida en su honor. En el momento mismo en que el presidente Hunter se ponía de pie para hacer uso de la palabra, empezó a ahogarse. Se le llevó de inmediato al hospital, donde se descubrió que le había ido comida a los pulmones. Más adelante escribió: “Al tercer día de haber sido internado, llamé al médico y le dije que no deseaba permanecer ni un minuto más en el hospital, y me respondió que iría a hablar conmigo al respecto. Llamé a Inis para pedirle que me fuera a buscar. Ella y el médico llegaron casi al mismo tiempo, así que les dije que deseaba irme a mi casa y viajar a Hawai al día siguiente. El médico puso objeciones, pero cuando se dio cuenta de que le hablaba en serio, hizo los arreglos para que me dieran el alta.”
A la mañana siguiente, Inis y Howard viajaron en avión hasta Los Angeles, donde Richard y Nan se unieron a ellos para seguir hasta Honolulú. John y Louine habían ido antes y los estaban esperando cuando llegaron. Las tres parejas fueron al Centro Cultural Polinesio y visitaron otros lugares de interés antes de volar a Kauai donde se llevaría a cabo la convención anual de la compañía de seguros Beneficial Life.
En agosto, los Hunter viajaron a Guatemala y a Panamá para asistir a conferencias regionales. En Panamá, el presidente Hunter escribió: »Fuimos hasta la cima de la colina Ancón para efectuar un servicio dedicatorio. Era una mañana hermosa y clara, y reinaba un profundo silencio que sólo de vez en cuando era interrumpido por el trinar de un pájaro. Ofrecí la oración para dedicarle al Señor la tierra de la República de Panamá para la predicación del evangelio.” En Guatemala, además de participar en la conferencia regional, visitaron las ruinas mayas del Tikal y otros sitios.
Once días después de haber regresado a su hogar, emprendieron viaje a más reuniones y conferencias en Japón, Hong Kong y Corea del Sur, aprovechando a hacer un viaje a Guangzhou (Cantón), China.
Los últimos días de ese año tan agitado fueron sorprendentemente tranquilos. En su diario personal, el presidente Hunter describió algunos de ellos. “Fue un día calmo en la oficina. Esta tarde escuchamos música de cintas cásete y de discos compactos en el nuevo equipo que hemos incorporado a nuestro sistema estereofónico.” “Hoy no hay nada que escribir—no se hizo nada y no se logró nada.” “Estuve en la oficina durante el día y pasamos la noche en casa.” (Este fue un lunes, el día de la semana que no se espera que las Autoridades Generales vayan a la oficina.) Y por último, esto que escribió el día de Fin de Año: “Mi secretaria, Dorene, y yo trabajamos en la oficina esta mañana, pero como había poco que hacer, después del almuerzo cerramos todo y nos fuimos cada cual a su casa. Inis preparó una deliciosa cena y después de escuchar un poco de música nos fuimos a acostar temprano sin aguardar la llegada del nuevo año. De esta manera otro año más llega a su fin.”
“Hemos disfrutado nuestros viajes juntos”
EN LOS PRIMEROS veinte meses de casados, Howard e Inis tuvieron la oportunidad de viajar y de conocer a miembros de la Iglesia en África, Asia, Europa, América del Norte, América del Sur y varias islas del mar. En febrero de 1992 fueron con el élder y la hermana Packer a una conferencia regional en África, que se llevó a cabo en Johannesburgo. Llegaron unos días antes para poder visitar el famoso Parque Nacional Kruger, a unos 400 kilómetros de Johannesburgo, donde se preserva la vida silvestre. El grupo de nueve personas, entre las cuales había dos apóstoles acompañados por sus respectivas esposas, viajó al parque en dos vehículos—un auto y una van—y se quedaron en unos cobertizos africanos de techo de paja.
A poca distancia podían observar jirafas, hipopótamos, elefantes, leones, leopardos, rinocerontes y muchos otros animales salvajes. Se les había dicho que, dentro del parque, debían mantener las puertas y las ventanillas cerradas, pero siendo que se encontraban sobre un puente, alguien en la van bajó la ventanilla para tomar una fotografía de un leopardo que se encontraba a la orilla del río. “Un mandril, rápido como un rayo, entró de un salto por la ventana, levantó la tapa de la heladera y tomó unas bolsas de fruta y las papitas saladas”, escribió Howard. “Se sentó en el puente, peló los plátanos y se comió las frutas y las papitas. Luego decidimos seguir el viaje y ya no volvimos a bajar las ventanillas.”
Después de la conferencia del domingo, las Autoridades Generales y sus esposas viajaron a Francfort, donde los Packer tomaron un avión hacia El Cairo y los Hunter, junto con el élder Faust y su esposa, viajaron a Israel. En Jerusalén hicieron una visita de cortesía a Chaim Herzog, presidente del estado de Israel, con quien mantuvieron “una agradable conversación de más de media hora sobre el Centro de Estudios de Jerusalén, temas de actualidad mundial, las conferencias de paz y muchos otros asuntos”. Le hicieron entrega de la Enciclopedia del Mormonismo, la que había sido recientemente publicada en inglés, y en la cual parecía estar muy interesado, tras haber sido el encargado y editor de una obra similar, la Enciclopedia Judaica. Los dos apóstoles también visitaron la Fundación de los Pergaminos del Mar Muerto, en donde se les informó en cuanto al trabajo que la misma estaba haciendo en la traducción y la preservación de los pergaminos, los cuales se estaban preparando para su publicación.
Durante un almuerzo efectuado en el Centro de Estudios de Jerusalén, al que asistieron el alcalde Kollek y oficiales de la Asociación Sinfónica de Jerusalén y de la Fundación Jerusalén, se extendió una invitación para que el Coro del Tabernáculo actuara en Israel. El alcalde Kollek estuvo de acuerdo en preparar una invitación oficial, la cual el presidente Hunter y el élder Faust presentarían a la Primera Presidencia. (La invitación fue aceptada y el 26 de diciembre el coro viajó a Israel para su primera gira por la Tierra Santa, una región rica en historia del Antiguo y del Nuevo Testamento.2)
El 12 de abril de 1992, el día de su aniversario de bodas, el presidente Hunter escribió en su diario personal: “Hoy hace dos años que Inis y yo nos casamos y nos sellamos en el Templo de Salt Lake. Han sido dos años felices. Ella ha sido una dulce compañera y hemos disfrutado nuestra vida y nuestros viajes juntos, y nuestro hogar es un lugar de paz y armonía.” Un mes después viajaron a Los Angeles para una reunión del Barrio Garvanza, al cual Inis había asistido por muchos años en su juventud. Llegaron con cierta anticipación para que Inis pudiera mostrarle a Howard algunas de las casas donde había vivido, las escuelas a las que había asistido y otros lugares significativos de su infancia. “A la reunión asistieron unos 80 ex miembros del barrio”, escribió Howard. “Inis conocía casi a todos. Yo también conocía a muchos de mi época como obispo del Barrio El Sereno, el cual estaba cerca, y muchos miembros se habían mudado de un barrio para el otro. Fue un día del que disfruté mucho.”
En el mes de mayo los Hunter volvieron a viajar a Inglaterra para participar en una conferencia regional en Merthyr Tydfil, País de Gales. Luego, acompañados por el élder Jeffrey R. Holland, entonces presidente del área, fueron en automóvil a Escocia para visitar el castillo de Hunterston.
Los viajes de la pareja disminuyeron en junio cuando Inis tuvo que internarse para una operación de rodilla, separación que Howard sintió mucho durante los diez días que ella estuvo en el hospital. La primera noche, él escribió: “La casa parece vacía y fría sin Inis.” En otra ocasión, “Después de llegar a casa y de prepararme la cena, empecé a darme cuenta de cuán bien marcha todo cuando Inis se encarga de los quehaceres cotidianos, por lo cual no siempre se expresa la debida gratitud.” Seis días después de la operación, el presidente Hunter comentó: “Es una seria limitación el no poder conducir un automóvil. Quería ir al hospital a ver a Inis, pero no tenía manera de llegar allí. Hablaba con ella por teléfono varias veces al día, pero no era lo mismo que estar a su lado.” Se sintió mucho mejor cuando Inis regresó del hospital, en muletas, y su hija, Elayne Allebest llegó de California para ayudarla por algunos días.
A principios de septiembre, Inis se había recuperado lo suficiente como para acompañar a su esposo en un viaje a Rusia, Armenia, Ucrania y Austria. A las cuatro horas y media de haber aterrizado el avión en Moscú, el presidente Hunter se reunió con líderes del sacerdocio de las seis ramas de la Iglesia en esa ciudad y, después de dirigirles la palabra, respondió a sus preguntas durante una hora. Al día siguiente asistió una gran cantidad de miembros, investigadores y misioneros a la conferencia del distrito de Moscú. El presidente Gary Browning, de la Misión Moscú, describió la experiencia en una carta enviada a familiares y amigos en la Navidad de 1992:
En septiembre, el élder Howard W. Hunter y su esposa estuvieron de visita por Moscú y hablaron ante quinientas personas congregadas en un servicio dominical. La reunión fue muy buena y edificante desde el punto de vista de la espiritualidad. Pero lo que más recordaré sucedió después de terminada la reunión cuando cientos de personas en forma silenciosa hicieron una fila para estrechar la mano del presidente Hunter. Nadie tomó demasiado tiempo, pero todos le desearon buena salud y felicidad. Yo estaba a su lado, interpretando para él, y tuve la inolvidable experiencia de mirar en los ojos de nuestros miembros mientras le hablaban al élder Hunter. Desearía poder transmitir las expresiones de fe, pureza y calidez humana que emanaban de sus sonrisas y de sus rostros. Cuesta creer que hace pocos meses la mayoría de ellos apenas estaban aprendiendo en cuanto al evangelio y a la Iglesia, y que hasta hace pocos años, habrían tenido una gran dificultad en profesar tipo alguno de convicción religiosa. Ahora sus rostros irradiaban por este apóstol y profeta un agradecimiento y un amor que eran a la vez algo inspirador como confirmante.
Cuatro días más tarde, los Hunter llegaron a Kiev, la capital de Ucrania, donde el presidente Hunter y el élder Robert K. Dellenbach, miembro de la Presidencia del Área de Europa, hablaron en una charla fogonera en el Palacio de Octubre. “La Iglesia cuenta con 400 miembros en Kiev”, escribió el presidente Hunter, “y hubo una concurrencia de 1200 personas a la charla fogonera.” Se sintió conmovido por la receptividad de Ios-Santos y los investigadores al mensaje del evangelio—a las buenas nuevas de paz. De allí el grupo viajó a Austria.
Temprano en la mañana del sábado 12 de septiembre de 1992, un grupo de líderes de misión, estaca y barrio fueron hasta la cima de una colina desde la cual se ve Viena, sus bosques y el río Danubio. En ese lugar el presidente Hunter dedicó Austria para la predicación del evangelio. Esa tarde fue a la conferencia regional de Munich, la cual empezó con una reunión de liderazgo del sacerdocio en Linz, una ciudad austríaca a mitad de camino entre Viena y Munich. Al día siguiente, unas cuatro mil personas procedentes de Austria y de Alemania Oriental colmaron un estadio cerrado para la sesión general. Después de terminada la reunión, el presidente Hunter estrechó la mano de varios cientos de personas.
Un mes después, los Hunter estaban de vuelta en Europa, esta vez para asistir a la conferencia regional de Londres y a las sesiones de la rededicación del templo de esa ciudad. El presidente Hunter dirigió la palabra en cuatro de las sesiones, mientras que Inis fue invitada para hablar en una de ellas.
Su última asignación en 1992 fuera de los Estados Unidos le llevó a Tahití y otros lugares en el Pacífico Sur. Regresaron apenas a tiempo para la celebración del día de Acción de Gracias (a fines de noviembre), y unos días más tarde el presiente Hunter fue internado en el hospital debido a hemorragias internas. Allí permaneció por dos semanas y su recuperación fue lenta.
“La vida ofrece un buen número de desafíos”
EL AÑO 1993 trajo más altibajos. A los ochenta y cinco, pasada por muchos años la edad de jubilarse para la mayoría de las personas, el presidente Hunter—al igual que sus hermanos de la Primera Presidencia y de los Doce—continuaba dando lo mejor de sí para contribuir al rápido crecimiento de la Iglesia. Cada recuperación parecía llevar más tiempo, pero se rehusaba a descansar por más de lo que fuera absolutamente necesario, lo cual se hizo por cierto evidente en las consecuencias de un extraño incidente ocurrido a principios de ese año.
El 7 de febrero los Hunter fueron a la Universidad Brigham Young, donde estaba programado que el presidente Hunter hablara en una charla fogonera para miembros de diecinueve estacas. Cerca de veinte mil jóvenes mayores colmaron el Centro Marriott y miles más se congregaron en edificios de la Iglesia en otras partes de América del Norte para ver la transmisión especial de la charla fogonera vía satélite.
Después de la oración y de las presentaciones, el presidente Hunter se acercó al micrófono y empezó a hablar. De pronto se oyó una voz que gritó, “¡Deténgase ahora mismo!” Un hombre con un maletín en una mano y un objeto negro en la otra se lanzó de entre el auditorio hacia el estrado y, declarando que tenía una bomba y un detonador, ordenó a todos, menos al presidente Hunter, que abandonaran el estrado.
La mayoría de los oficiales e invitados hicieron rápidamente lo que el sujeto les exigía, y el presidente Hunter permaneció acompañado de dos guardias personales de seguridad quienes se negaron a dejarle solo. Agitando lo que decía que era un detonador, y que muchos de los espectadores temían que fuera un revólver, el individuo le entregó al presidente Hunter una declaración escrita, demandando que la leyera. Con calma pero con firmeza, el presidente Hunter se negó a hacerlo.
En los recintos donde muchos se habían reunido para presenciar la charla fogonera vía satélite, la transmisión de pronto se interrumpió, pudiéndose ver sólo el anuncio de “dificultades técnicas” en la pantalla. En el Centro Marriott, los concurrentes quedaron momentáneamente como petrificados en sus asientos. De pronto algunos se echaron a llorar; otros empezaron a desplazarse hacia las salidas, mientras que unos pocos, obviamente enojados, se aproximaron al estrado, donde trataron de hacer que el hombre se rindiera. La calma volvió a reinar cuando un grupo de estudiantes, a quienes se unió la totalidad del auditorio, empezaron a cantar “Te Damos, Señor, Nuestras Gracias” y después “Soy un Hijo de Dios”.
En el estrado, un caballero mayor trató de distraer al agresor, pero fue empujado contra una hilera de sillas. Entonces, uno de los estudiantes que estaba cerca del frente, roció la cara del intruso con mace (producto químico comúnmente usado en los Estados Unidos como método de defensa contra agresiones físicas), y los oficiales de seguridad lo empujaron fuera del estrado, donde con la ayuda de unos cuantos estudiantes lograron reducirlo.
En medio de la confusión, el sobrino nieto del presidente Hunter, Corey Child, corrió desde su asiento en la quinta fila hasta el lado opuesto del estrado, abrazó a su tío por atrás y, susurrándole palabras de ánimo, ayudó a los oficiales de seguridad a bajarlo del estrado. Corey, quien en la agitación sufrió fractura de costillas y distensión de músculos de hombro y rodilla, empezó a mirar a su alrededor para ver qué le había sucedido a la joven con quien había ido a la charla fogonera. Impulsada por su instinto de enfermera, ella lo había seguido hasta el estrado. Corey se sorprendió al verla arrodillada junto al presidente Hunter.
La totalidad del incidente duró unos diez minutos, pero para muchos, pareció ser considerablemente más prolongado. Finalmente, tras descansar por unos momentos, el presidente Hunter volvió a ponerse de pie detrás del micrófono y empezó a leer el discurso que tenía preparado. “La vida ofrece un buen número de desafíos”, leyó, y mirando al auditorio, añadió, “tal como lo acabamos de ver”. Y continuó hablando con calma y elocuentemente, como si nada hubiera sucedido.3
Esa semana el presidente Hunter cumplió con su acostumbrado programa de reuniones y tareas en su oficina, y seis días después de la perturbada charla fogonera, él y su esposa partieron en una asignación que les llevaría por Australia, Sin-gapur y Japón. Tras unas pocas semanas en su hogar, en el mes de marzo fueron a Brasil, y en abril viajaron a San Diego para la dedicación del templo.
A principios de mayo, el presidente Hunter fue internado nuevamente en el hospital para una operación de vesícula. Debido a cicatrices superficiales y en el tejido como resultado de operaciones anteriores, los médicos no pudieron emplear procedimientos quirúrgicos más modernos, por lo que tuvieron que operarlo a la antigua, haciendo una incisión grande en el abdomen. El presidente Hunter por lo general experimentaba reacciones adversas a los medicamentos, y en esta ocasión no fue diferente. Después de la operación, la cual se esperaba que fuera de rutina, entró en un sueño profundo del cual no se le podía despertar. Esta vez los médicos pensaron que no pasaría la noche.
Transcurridos veinte días desde la operación, el presidente Hunter seguía sin reaccionar. Dorene Beagles, su fiel secretaria, le visitó temprano una mañana y, a pesar de que tenía los ojos abiertos, no daba señas de reconocerla, ni de saber que había alguien en la habitación. A la mañana siguiente, cuando pasó a verle nuevamente, se sorprendió al verle sentado en la cama, alerta y listo para que se le informara en detalle sobre lo que había sucedido y lo que estaba pendiente en la oficina. Robert, el nieto mayor del presidente Hunter, tuvo una experiencia similar. Había ido a verle regularmente en el hospital sin percibir en él la más mínima reacción, pero esa mañana su abuelo le recibió con un animado “¡Buen día, Robert!” Cuatro días después, el presidente Hunter fue dado de alta.
Ante la proximidad de las vacaciones de verano, se recuperó en su hogar, pero asistía a determinados eventos, como la dedicación del Edificio Conmemorativo José Smith, el ex Hotel Utah, el cual había sido remodelado y transformado en un edificio de oficinas de la Iglesia y en centro de la comunidad. A principios de septiembre tuvo que regresar al hospital para ser sometido a unos exámenes, y nueve días más tarde viajó a Los Angeles para la celebración del cuarenta aniversario del Coro Mormón del Sur de California, el cuál él mismo había contribuido a organizar en 1953 con motivo de la dedicación del Templo de Los Angeles, cuando servía como presidente del consejo regional de presidentes de estaca.
El último fin de semana de septiembre, el presidente Hunter participó en una conferencia regional en Hattisburg, Misisipí, donde habló improvisadamente y con gran convicción durante treinta minutos en la sesión de liderazgo del sábado y nuevamente en la sesión general del domingo de mañana. Pero a la semana siguiente estaba nuevamente enfermo y no pudo estar presente en las sesiones de la conferencia general de octubre.
Y así continuaba su vida, con altibajos, aunque por lo general se rehusaba a dejarse abatir por las circunstancias. Cada vez le llevaba más tiempo recuperarse, pero no bien ganaba un poco de fuerzas, volvía a la oficina, al principio por unas pocas horas, hasta que, gradualmente, llegaba a trabajar jornadas enteras. Cuando se le había dado su asignación como nuevo apóstol, se había comprometido a dar todo de sí a la Iglesia, y estaba resuelto a cumplir con su compromiso. Sus momentos más felices los vivía cuando estaba en la obra del Señor.
Honores y reconocimientos
A LO LARGO DE LOS AÑOS, muchos fueron los honores que se brindaron al presidente Hunter, un hombre de innumerables logros que se entregó a su trabajo en forma silenciosa, eficiente y con intensa dedicación y deseo de hacer lo que el Señor le pidiera que hiciera. Jamás quiso estar debajo de las candilejas ni ser el centro de atención, sino que siempre prefirió dar reconocimiento a los demás. Pero sus esfuerzos y su ejemplo nunca pasaron desapercibidos, y así fueron llegando los tributos.
Entre los numerosos premios y reconocimientos que recibió al cabo de los años se encuentran los siguientes:
- Miembro honorario de la organización de servicio Blue Key en la Universidad Brigham Young, en abril de 1966. John y Richard Hunter habían sido activos en esa organización mientras estudiaban en dicha universidad.4
- Miembro honorario de la organización de Hombres Jóvenes de la Universidad Brigham Young, en abril de 1968.5
- Premio al Ciudadano Distinguido, otorgado por líderes de negocios, de la industria y eclesiásticos del sur de California, “por haber alcanzado gran distinción como abogado, empleado civil y líder eclesiástico”. Este premio le fue presentado “conjuntamente con una actuación de la Orquesta Sinfónica de Utah en el Hollywood Bowl, el 22 de junio de 1968”, según lo que escribió en su diario.
- Título honorario de doctor en leyes de la Universidad Brigham Young, el 13 de agosto de 1976, “por la excelencia de su ejemplo y por su distinguido servicio a la profesión, a su comunidad, a su Iglesia y hacia la educación superior.”
- El nombre de Howard Hunter dado por estudiantes de abogacía miembros de la Iglesia a su organización estudiantil en la Universidad Southwestern de Los Angeles, en febrero de 1977.
- Otro Premio al Ciudadano Distinguido, presentado en una cena llevada a cabo en Los Angeles, en abril de 1977, en reconocimiento al “élder Howard W. Hunter, oriundo de California y adoptado por el Estado de Utah, por haberse distinguido como abogado, empleado civil y líder eclesiástico”.
- El reconocimiento al Scout Águila distinguido, presentado por el Consejo del Gran Lago Salado de la Asociación Nacional de Boy Scouts de los Estados Unidos en noviembre de 1978. Este reconocimiento fue de particular beneplácito para el élder Hunter, quien había recibido su premio como scout Águila cincuenta y cinco años antes. “Se le otorga sólo a hombres que han alcanzado el rango de Águila y que por más de veinticinco años han vivido conforme a la promesa y a la ley scout, sirviendo a Dios, a la patria y al prójimo”, escribió en su diario personal. Se había otorgado un reconocimiento de ese tipo sólo a otra persona en el estado de Utah. Once años antes el élder Hunter había sido homenajeado en una cena y corte de honor para scouts de la Estaca Boise. Uno de sus ex maestros scout, el Auditor del Estado de Idaho Joe R. Williams, le hizo entrega de su Manual Scout personal, el cual había estado durante cuarenta y cinco años en una biblioteca de barrio de Boise.
- Un doctorado honorario en humanidades otorgado por la Universidad Brigham Young—Hawai, el 22 de junio de 1985.
- La cátedra Howard W. Hunter, establecida en 1989 en la Facultad de Leyes J. Reuben Clark de la Universidad Brigham Young. Se mostró particularmente complacido al año siguiente cuando asistió a una reunión de la Watson Land Company en Los Angeles, en la que se leyó lo siguiente de las minutas de la reunión anterior, a la cual no había podido asistir: “El presidente Huston informó que se había recibido un pedido de donación por una suma no determinada, para una dote que será usada con fines de crear una cátedra en leyes bajo el nombre de Howard W. Hunter, en la Facultad J. Reuben Clark de la Universidad Brigham Young. En vista de la constante contribución del Sr. Hunter al éxito de la Watson Land Company, a lo largo de más de cincuenta años como director6, la administración recomendó una donación de 000 dólares, la cual será igualada por otras entidades.” La propuesta fue unánimemente aprobada y adoptada.
- Reconocimiento del Tribunal Federal de Apelaciones del Noveno Circuito de Los Angeles “por cincuenta años de dedicación y servicio a la administración de la justicia como miembro de la barra de este tribunal, este día 26 de noviembre de 1990”.
- El Premio a una Vida Ejemplar, otorgado por la Asociación de Estudiantes de la Universidad Brigham Young.
“Tu fuerza será volcada en Sión”
En UNA REVELACIÓN recibida por medio del profeta José Smith el 25 de enero de 1832, el Señor declaró: “Escuchad, oh vosotros que habéis presentado vuestros nombres para salir a proclamar mi evangelio y podar mi viña. He aquí, os digo que es mi voluntad que salgáis y no demoréis, que no estéis ociosos, sino que obréis con vuestra fuerza, alzando vuestra voz como con el son de trompeta, proclamando la verdad de acuerdo con las revelaciones y los mandamientos que os he dado. Así que, si sois fieles, seréis premiados con muchas gavillas y coronados con honor, gloria, inmortalidad y vida eterna.” (D. y C. 75:2-5.)
En ningún momento de su vida el presidente Hunter aspiró a los honores de los hombres; más bien los recibió porque ha tenido su mira puesta en la gloria de Dios y porque aplicó las enseñanzas del Señor al tratar con su prójimo. Ha proclamado el evangelio en la mayoría de las naciones del mundo, pero lo que es, tal vez, más importante, él ha vivido el evangelio en forma silenciosa pero al mismo tiempo inequívoca, dando a los Santos un ejemplo constante.
En la bendición patriarcal que recibió en 1930, se le dijo: “Tu fuerza será volcada en Sión, y serás sostén de sus instituciones y llegarás a ser una seguridad para la gran iglesia que servirá de refugio para el pueblo de Dios”. Al igual que Nefi en la antigüedad, él puede testificar de las bendiciones que provienen de decir, “Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que cumplan lo que les ha mandado”. (1 Nefi 3:7.) Se trata de una enseñanza que él ha puesto en práctica.
La vida no ha sido fácil para Howard W. Hunter; ha padecido muchas enfermedades y se ha enfrentado a un sinnúmero de desafíos, particularmente en los años más recientes de su ministerio. Tales problemas harían claudicar a muchas personas, pero su espíritu indomable y su determinación de hacer cualquier cosa que el Señor le mandare, le han dado las fuerzas y las bendiciones para continuar sirviendo a la Iglesia y a sus semejantes.
En la conferencia general del 3 de abril de 1994, él instó a los Santos, diciendo: “Sigamos al Hijo de Dios en todas las formas y en todos los aspectos de la vida. Hagamos de El nuestro ejemplo y nuestro guía. En todo momento debemos preguntarnos, ‘¿Qué haría Jesús en mi lugar?’, teniendo después el valor necesario para actuar conforme a la respuesta. Debemos seguir a Cristo, en el sentido más amplio de esa palabra. Debemos trabajar en Su obra como El lo hizo en la de Su Padre.” Esta declaración bien puede ilustrar a las claras la manera como Howard W. Hunter mismo ha tratado de vivir su vida. Y la Iglesia es mejor por causa de ello, y por cierto que también lo es el mundo.
→ Enseñanzas y mensajes de Howard W. Hunter
- Van Orden, “Exciting Time in Church History”, 6.
- El Coro del Tabernáculo estuvo en Israel desde el 27 de diciembre de 1992 hasta el 6 de enero de 1993. Una descripción detallada de su gira y conciertos aparece en el artículo intitulado “One Voice”, por LaRene Gaunt, Ensign, abril de 1993, págs. 34—49. El presidente Hunter había hecho planes para estar en Israel para esa gira histórica, pero tuvo que cancelar el viaje debido a problemas de salud.
- Cody Judy, un individuo de veintisiete años de Bakersfield, California, fue detenido en la cárcel del Condado de Utah al habérsele acusado formalmente de agresión física, de alteración del orden público y detención ilegal. Además, se le identificó como a la persona que una semana antes había dejado armas de fuego y municiones en la Manzana del Templo (en ese incidente no se le formularon cargos). Cuando le preguntaron la razón por la que había amenazado al presidente Hunter, afirmó haber recibido visiones en las que Dios le decía que él sería el siguiente profeta de la Iglesia. Fue enviado al Hospital del Estado de Utah para una evaluación psiquiátrica, y el 23 de marzo se escapó de dicha institución saltando desde una ventana del tercer piso. Tres días después se entregó en una estación de televisión de Salt Lake City. El 2 de junio de 1993, se declaró culpable en el Tribunal del Cuarto Distrito, en Provo, de un cargo de robo a mano armada, delito de primer grado; un cargo de agresión física; delito de tercer grado; y un cargo de fuga, fechoría clase B, y fue sentenciado a prisión. Véase “Suspect Linked to Guns Left at Square”, Deseret-News, 8 de febrero de 1993, A-l; “Suspect in Fireside Bomb Threat Says He Is Fulfilling Prophecies”, Deseret News, 9 de febrero de 1993, B-l; “Judy Pleads Guilt to ‘Bomb’ Threat”, Deseret News, 3 de junio de 1993, B-2; “California Man Threatens President Hunter, Fireside Audience with Fake Bomb”, Brigham Young Magazine, febrero de 1993, pág. 15—16.
- “Y. Honors Élder Hunter”, Church News, 16 de abril de 1966.
- “Students Honor Élder Hunter”, Church News, 27 de abril de 1968.
- En realidad, el presidente Hunter fue elegido al directorio el 19 de julio de 1944, cuarenta y seis años —no cincuenta— antes de que la compañía hiciera su contribución en su nombre a la facultad de leyes de la Universidad Brigham Young.
























