Acercarnos más a Dios mediante el aprendizaje continuo

Liahona Abril 2023

Acercarnos más a Dios
mediante el aprendizaje continuo

Por Joel B. Randall
Revistas de la Iglesia

La educación es una meta eterna porque llegar a ser semejantes a Dios es una búsqueda eterna.

La educación es una meta eterna


Graduarme de la universidad fue un desafío para mí. No por todo lo que tuve que sacrificar para permanecer en la universidad, sino por la parte de mí que tuve que dejar al graduarme. Cada fascinante disertación que hacía avanzar la semana o el completar con éxito proyectos de investigación de un mes de duración hicieron que, al final, cada segundo de mi educación académica valiera la pena. Sin embargo, he aprendido que mi educación (y la tuya) no tiene por qué terminar con la graduación.

Si ya obtuvimos un título hace décadas o tenemos un trabajo en el que destacamos, podemos y debemos seguir aprendiendo, porque la educación implica más de lo que pensamos. Cuando el presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, estudiaba física y matemáticas en la universidad, se sentía abrumado. Su desánimo lo condujo a dejar de estudiar y a pensar en abandonar la universidad.

Pero relató que, una noche, “la ayuda vino en forma de voz, una voz real en mi mente. No era mi voz; era una voz suave y amorosa, pero firme. Las palabras expresadas fueron estas: ‘Cuando te des cuenta de quién eres realmente, lamentarás no haberte esforzado más’”1.

Esta reflexión llevó al presidente Eyring a terminar la universidad, obtener un posgrado y luego convertirse en maestro. Tal vez estemos satisfechos con el lugar en el que estamos en nuestra educación o carrera, pero Dios puede ver un potencial en nosotros que no siempre podemos reconocer. No perdemos nada y ganamos todo si nos dedicamos al aprendizaje continuo.

Nuestra responsabilidad de aprender

El aprendizaje continuo no es solo algo a lo que podríamos dedicarnos. El presidente Russell M. Nelson dijo lo siguiente: “Por el carácter sagrado que tiene para nosotros el intelecto humano, consideramos que el obtener una educación es una responsabilidad religiosa”2.

¿Por qué el obtener más educación podría ser una responsabilidad religiosa? Doctrina y Convenios 88:79–80 nos enseña a ser instruidos sobre muchos temas “a fin de […] est[ar] preparados en todas las cosas, cuando de nuevo [n]os envíe a magnificar el llamamiento al cual [n]os h[a] nombrado y la misión con la que [n]os h[a] comisionado”. Podemos y debemos utilizar nuestro conocimiento para bendecir a los demás y ayudar a edificar el reino de Dios.

Además, Dios nos ama tanto que desea vernos progresar. Como hijos procreados como espíritus de nuestro Padre Celestial, tenemos una capacidad única que ninguna otra criatura en la tierra posee: la de llegar a ser como Él. De las Escrituras aprendemos que Dios “es perfecto en conocimiento” (Job 37:16), por lo que nuestro objetivo de llegar a ser perfectos debe incluir el esforzarnos por obtener un conocimiento más perfecto.

El librito Para la Fortaleza de la Juventud dice lo siguiente: “Tienes motivos tanto temporales como espirituales para buscar el aprendizaje y amarlo. La formación académica no se trata solo de ganar dinero, es parte de tu meta eterna para llegar a ser más semejante al Padre Celestial”3. La educación es una meta eterna porque llegar a ser semejantes a Dios es una búsqueda eterna.


BYU–Pathway Worldwide e EnglishConnect

El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días “se esfuerza por hacer que la educación sea accesible y asequible para todos sus miembros, sin importar sus antecedentes o circunstancias”4. Para cumplir con esta misión, la Iglesia ha invertido en cuatro universidades a las cuales patrocina y en BYU–Pathway Worldwide.

BYU–Pathway Worldwide, que ofrece educación en línea asequible, es “un sistema de rápido crecimiento que imparte educación en línea y asiste a más de 60 000 alumnos al año en 188 países”5. Sus alumnos pueden obtener títulos universitarios en línea a un costo significativamente menor que en otras universidades.

Otro esfuerzo educativo que la Iglesia respalda es EnglishConnect. Los tres cursos de este programa enseñan a los alumnos a escribir, hablar y comprender el idioma inglés. Aunque BYU–Pathway Worldwide requiere que los alumnos aprueben un examen de dominio del inglés, EnglishConnect puede ayudar a aquellos que no hablan inglés a alcanzar los requisitos.

Para aprender más acerca de BYU–Pathway Worldwide e EnglishConnect, consulta el artículo “La educación: Un esfuerzo espiritual” que se encuentra en el ejemplar de este mes de la revista Liahona.


El principio del aprendizaje continuo no es una oportunidad limitada solo a aquellos que pueden obtener una educación universitaria. El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “… Si no disponen de educación formal, no permitan que eso les impida adquirir todo el conocimiento posible. Bajo tales circunstancias, los mejores libros, en cierto sentido, pueden convertirse en su ‘universidad’, un salón de clases siempre abierto que admite a todos los que se presenten”6.

Doctrina y Convenios 88:118 enseña lo siguiente: “[B]uscad palabras de sabiduría de los mejores libros; buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe”. Los “mejores libros” incluyen las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de los profetas vivientes. Y para aprender otras habilidades y adquirir conocimiento, a menudo también necesitamos perspectivas de otras fuentes, tales como libros de expertos de confianza, herramientas de aprendizaje de institutos públicos de enseñanza superior, sitios educativos en línea, publicaciones de noticias, festivales culturales locales, etc. Por supuesto, no todos los recursos contienen la verdad, así que el estudio diario de la palabra de Dios puede ayudarnos a discernir la verdad en otros temas. Y podemos buscar el Espíritu y usar la sabiduría para determinar de qué fuentes aprender y qué partes de ellas son verdaderas.

Vuélvete curioso sobre el mundo y haz preguntas. Busca las complejidades y bellezas de la vida cotidiana. El presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, y su esposa Kristen dijeron: “…[U]na instrucción de toda la vida […] abarca ejecuciones artísticas; también implica experiencias con gente y con lugares: conversaciones con amigos, visitas a museos, conciertos y oportunidades de prestar servicio. Debemos expandir nuestro horizonte y disfrutar de la jornada”7.

En todo nuestro aprendizaje y formación académica, debemos buscar la dirección del Padre Celestial, ya que Su guía hará que nuestros esfuerzos educativos sean más provechosos. El presidente Eyring declaró: “… [N]o hay nada que sea verdad que no puedas aprender, porque Él conoce toda la verdad”8. Ten fe en que Dios (1) lo sabe todo y (2) desea compartir ese conocimiento con nosotros.

Como enseñó el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, nuestro Padre Celestial “aguarda ansiosamente el tener la oportunidad de contestar sus oraciones y de hacer realidad sus sueños”9, y esto incluye nuestros sueños educativos. Confía en que Dios puede ayudarnos a tener éxito y que Él nos guiará a las personas y los recursos que deseamos y necesitamos en el momento adecuado a medida que buscamos revelación y actuamos de acuerdo con ella.

No hay edad en la que dejemos de aprender. Siempre hay algo más que Dios desea enseñarnos. Podemos ser lo suficientemente humildes como para darnos cuenta de que hay más cosas que no sabemos y podemos estar agradecidos por la oportunidad de ser Sus alumnos.

Nuestra responsabilidad de servir a los demás con nuestro conocimiento

Una manera de demostrarle a Dios nuestra gratitud por la capacidad de aprender es valernos del conocimiento que hemos obtenido para bendecir a los demás. Siempre hay alguien que puede beneficiarse de nuestro conocimiento y experiencia, ya sea una audiencia mundial a través de las redes sociales, una familia vecina con dificultades o un familiar en casa.

“Dios quiere que eduquemos nuestra mente, mejoremos nuestras destrezas y perfeccionemos nuestras habilidades para que seamos una influencia más positiva en el mundo; que proveamos lo necesario para nosotros mismos, nuestra familia y los necesitados; y que edifiquemos el Reino de Dios”10. Permite que Dios obre bendiciones por medio de todo lo que has aprendido y lo que continúas aprendiendo.

El Salvador relató una parábola acerca de un amo que dio talentos a tres de sus siervos antes de irse lejos. Tanto el siervo que tenía cinco talentos como el que tenía dos los duplicaron antes de que el amo regresara. Sin embargo, el tercer siervo “fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor” (Mateo 25:18).

Cuando el amo regresó, alabó a los dos siervos fieles mientras que reprendió al siervo negligente: “Porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (Mateo 25:29).

No importa cuánto conocimiento hayamos obtenido a lo largo de nuestra vida, siempre tenemos el propósito más elevado de bendecir a los demás con ese conocimiento. El presidente Nelson enseñó lo siguiente: “… La educación es la diferencia que existe entre desear poder ayudar a otras personas y el ser capaces de ayudarlas”11. Al utilizar lo que hemos aprendido para fortalecer a nuestros hermanos y hermanas y mantenernos abiertos a aprender más, nuestro propio conocimiento se ampliará y nuestra experiencia aumentará. Sin embargo, ocultar nuestro conocimiento y guardarlo para nosotros mismos no nos ayudará a llegar a ser más semejantes al Padre Celestial y Jesucristo.

Hay muchas maneras en las que podemos obtener una educación continua. Podemos estudiar más acerca de los acontecimientos actuales en nuestra comunidad o país para tomar medidas positivas según sea necesario. Si alguien a quien ministramos está teniendo dificultades con una enfermedad de la que sabemos poco, podemos investigarla para brindar mejor apoyo y empatía. Podemos utilizar nuestro conocimiento del Evangelio y nuestro testimonio de Cristo para alegrar el día de un amigo mediante un mensaje de texto. Si los miembros más jóvenes de la familia tienen dificultades con una asignatura de la escuela, podemos reservar tiempo de nuestra agenda para enseñarles.


El programa Niños y Jóvenes

El aprendizaje continuo es parte del programa Niños y Jóvenes de la Iglesia que comenzó en 2019. Este programa tiene el objetivo de guiar a los niños para que lleguen a ser más semejantes a su Salvador en lo espiritual, social, físico e intelectual. A medida que invitamos a los niños y jóvenes a centrarse en el progreso en estos cuatro aspectos mediante el establecimiento de metas y la elaboración de planes para alcanzarlas, nosotros podemos hacer lo mismo. Los recursos son igualmente beneficiosos para los adultos.

Los niños realmente desean aumentar su conocimiento y sus habilidades, y son sumamente receptivos a cambiar en sus primeras etapas. Podemos aprender de su ejemplo mientras continuamos implementando actitudes similares en nuestra vida. Para obtener recursos que podemos utilizar en nuestros deseos de progresar, visita NiñosyJóvenes.LaIglesiadeJesucristo.org.


Además de esforzarnos por aprender a lo largo de nuestra vida, también podemos apoyar a los demás para que hagan lo mismo. Ayudar a los demás en su trayecto de aprendizaje continuo no necesariamente significa convertirnos en maestro de escuela. Simplemente podría significar inspirar a los demás a seguir aprendiendo por medio de nuestro entusiasmo por aprender. Podría significar aprender una nueva habilidad con un miembro de la familia porque es algo en lo que está interesado, incluso si no buscaríamos naturalmente aprender sobre ese tema por nuestra cuenta.

Podría significar buscar una necesidad a nuestro alrededor y aprender con los demás cómo ayudar a resolverla. Significa aprender como lo hizo el Salvador y procurar continuar en ese aprendizaje a lo largo de nuestra vida porque “[l]o que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz” (Doctrina y Convenios 50:24).

El presidente Nelson nos extendió la invitación siguiente: “… [C]ontinúen su educación […] decidan lo que decidan en cuanto a cuál será la mejor forma de servir a su familia y a la sociedad”12. No hay dos experiencias terrenales ni trayectos educativos iguales, pero a medida que sigamos aprendiendo y progresando a lo largo de nuestra vida, podremos generar un impacto único, que solo nosotros podremos causar.


  1. Henry B. Eyring, “Learning Who You Really Are” (devocional en Ensign College, 6 de noviembre de 2018), ensign.edu/devotionals.
  2. Russell M. Nelson, “¿Dónde se halla la sabiduría?”, Liahona, enero de 1993, pág. 6.
  3. Para la Fortaleza de la Juventud: Una guía para tomar decisiones, librito, 2022, pág. 31.
  4. David A. Bednar, “An Apostle Describes a Latter-day Work” (discurso pronunciado en el National Press Club en Washington D. C., 26 de mayo de 2022), newsroom.ChurchofJesusChrist.org.
  5. David A. Bednar, “An Apostle Describes”, newsroom.ChurchofJesusChrist.org.
  6. Dieter F. Uchtdorf, “Dos principios para cualquier economía”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 58.
  7. Dallin H. Oaks y Kristen M. Oaks, “La educación y los Santos de los Últimos Días”, Liahona, abril de 2009, pág. 31.
  8. Henry B. Eyring, “Do What They Think You Can’t Do”, New Era, octubre de 1989, pág. 6.
  9. Jeffrey R. Holland, “Esta, la más grandiosa de todas las dispensaciones”, Liahona, julio de 2007, pág. 20.
  10. Temas del Evangelio, “Educación”, topics.ChurchofJesusChrist.org.
  11. Russell M. Nelson, “¿Qué es lo que escogerán?”, Liahona, enero de 2015, pág. 20.
  12. Russell M. Nelson, “¿Dónde se halla la sabiduría?”, pág. 6.
Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario