Andar por la Fe
Ardeth Greene Kapp

Ardeth Greene Kapp
Le pediría a cada joven de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que le preguntara a toda persona a quien conozca si ha escuchado, y si no gritarlo claramente a todo lo que den sus pulmones «¡Nadie es un don nadie! Todos somos «alguien» en el reino de nuestro Padre Celestial!» Todas somos hijas de Dios.
Tal es lo que declara la hermana Ardeth Greene Kapp en esta alentadora colección de consejos y relatos, titulada: Andar por la fe. El estilo cálido y afable de la hermana Kapp resulta cautivador al ella analizar la importancia de la fe, la naturaleza divina, el conocimiento, las decisiones y la responsabilidad, las buenas obras y la integridad. Esta obra presenta mensajes de esperanza, de inspiración y de amor—mensajes que dan consuelo cuando la vida se vuelve dura, y dicha cuando parece estar bien encausada.
La hermana Kapp, quien nació y creció en Alberta, Canadá, recibió su bachillerato en educación de la Universidad de Utah y su «master en desarrollo de cursos de estudio de la Universidad Brigham Young. Fue maestra de escuela primaria, profesora de universidad y creadora e instructora de una serie de televisión.
La mayor parte del servicio que la hermana Kapp prestó en la Iglesia ha sido a la juventud. Por varios años sirvió en el Comité de Correlación Juvenil y desde 1972 hasta 1978 fue consejera en la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes. En abril de 1984 fue llamada para ser la presidenta general de esa organización, cargo del que fue relevada en abril de 1992 para servir junto a su esposo, Heber B. Kapp, a quien se le llamó para presidir la Misión Canadá Vancouver.
Contenido
Prefacio
1. — Fe
2. — Naturaleza divina
3. — Valor individual
4. — Conocimiento
5. — Elección y responsabilidad
6. — Buenas obras
7. — Integridad
Prefacio
Cuando llegamos a entender el propósito de esta vida terrenal, desarrollamos una determinación adicional, perseverancia, optimismo y una gran fe. Nuestro tiempo aquí es uno de tribulación y prueba con el fin de prepararnos para recibir todas las bendiciones que nuestro Padre Celestial tiene reservadas para nosotros.
Lejos de nuestro hogar celestial, ocasionalmente sentimos nostalgia por aquellas cosas que una vez conocimos, la familiaridad de nuestras experiencias preterrenales, así como nuestra asociación con nuestro Padre Celestial dentro de una relación familiar. Entonces éramos leales y fieles. Ahora ha sido colocado un velo entre nuestra vida preterrenal y nuestra vida mortal, el cual nos requiere andar por la fe. Sabemos que Satanás con sus influencias está aquí para tentarnos y persuadirnos a que lo sigamos tal como hizo cuando estábamos allá. Entonces pudimos resistir y permanecimos fieles a las enseñanzas de nuestro Padre y de Su Hijo Jesucristo y ahora estamos aquí para ser probados.
Aprendemos a andar por la fe al encontrarnos con nuestra meta de guardar los mandamientos todos los días. Cada ley de Dios que obedecemos nos ayuda a prepararnos para regresar a nuestro hogar, a nuestra exaltación. Nuestro Padre Celestial nos ha prometido que si tenemos fe en Él y guardamos Sus mandamientos, siempre podremos tener Su Espíritu con nosotros, y que algún día podremos regresar a Su presencia y morar con Él eternamente. «Dios ha reservado a ciertos espíritus para esta dispensación; éstos son aquellos que tienen la valentía y la determinación de enfrentarse al mundo y a todos los poderes del maligno, visibles e invisibles, para proclamar el Evangelio y preservar la verdad, así como establecer y edificar la Sión de nuestro Dios, sin miedo a las consecuencias» (George Q. Cannon, Gospel Truth 1:21-22).
Es más probable que podamos andar por la fe si tenemos la seguridad de saber quiénes somos realmente, cuál es nuestra misión y qué es lo que tenemos que lograr durante nuestros días de probación aquí en la tierra lejos de nuestro hogar celestial. Nuestra meta principal es mantenernos fieles a los sagrados convenios y ser dignos de la exaltación. En la canción «Yo tengo fe», escrita por Janice Kapp Peny, aprendemos sobre estas cosas:
Por mi obediencia a los sagrados convenios,
puedo obtener del sacerdocio bendiciones,
recibir la exaltación al fin de esta vida
Y ver mi testimonio así crecer.
Yo tengo fe, primero naden el cielo,
divino es mi legado y eterno.
Yo sé muy bien que soy valiosa, que tengo una misión
y creo necesario tener preparación.
Todos mis actos son mi responsabilidad,
tanto si me porto mal o actúo con bondad.
Al reino de Dios puedo ser de utilidad,
haciendo buenas obras de buena voluntad.
Yo tengo fe, mí cuna está en el cíelo,
divino es mi legado y eterno.
Cuando Dios me haya probado, lo volveré a ver.
Ahora sólo puedo tener fe.
Al aprender a andar por la fe, presenciamos milagros en nuestra vida diaria. «Porque si no hay fe entre los hijos de los hombres, Dios no puede hacer ningún milagro entre ellos . . .» (Éter 12:12).
Estoy agradecida por las miles de mujeres jóvenes que continuamente me fortalecen al andar por la fe a través de tiempos felices así como en algunos tiempos difíciles. Las historias en este libro son ejemplos de una juventud valiente que se ha enfrentado a pruebas y tribulaciones, alegrías y éxitos con gran fe. Ruego que estos ejemplos les ayuden a encontrar alegría cada día al andar por la fe, la fe en el Señor Jesucristo, con la seguridad de que «cuando Dios me haya probado, lo volveré a ver», pero «ahora sólo puedo tener fe».
→ 1 — FE
























