El Espíritu Santo

3
Falsos Espíritus

He aquí, de cierto os digo, que hay muchos espíritus que son falsos
los cuales se han esparcido por la tierra, engañando al mundo. Y también Satanás ha intentado engañaros para poderos vencer.
― D. y C. 50:2-3


Así como las sombras son quebradas por el brillo de la luz, así las oscuras formas de los falsos espíritus son compañeras inseparables de todas las verdades celestiales. José Smith declaró que, en cualquier lugar que Dios haya establecido su reino sobre la tierra, el demonio también establecería su reino en oposición (Enseñanzas del Profeta José Smith) Una vez que el Reino de Dios está sobre la tierra, explicó J. Grant, podemos esperar una manifestación o demostración especial, de aquel evangelio, sacerdocio y reino, que se levanta en oposición a la luz del cielo (Journal of Discourses 2:11) Orson Pratt declaró que “nuestro mundo está infestado de aquellos espíritus de tinieblas que fueron, en el principio, expulsados de la presencia del Todopoderoso, como consecuencia de su rebeldía contra El; en cada época del mundo, estos espíritus malvados se han manifestado, especialmente cuando el sacerdocio se halla establecido sobre la tierra, y ha comenzado una dispensación; entonces todo el infierno parece surgir, y el poder de todos los ángeles caídos se hace manifiesto” (Journal of Discourses 13:62).

La Oposición de los Demonios

La referencia a la Arboleda Sagrada, inmediatamente trae a nuestras mentes aquel momento cuando el Padre y el Hijo se aparecieron al joven José Smith, y abrieron ésta, la más grande de todas las dispensaciones del evangelio. También recordamos que éste lugar sagrado fue el sitio donde el Príncipe de las Tinieblas abrió su contradispensación, procurando la destrucción de José. El profeta observaría posteriormente que “el adversario sabía que yo estaba destinado a perturbar y molestar su reino.”

Quizás era de esperar que el primer milagro en una Iglesia reorganizada hubiese sido la expulsión de un demonio. Esto sucedió en Collesville, Broome County, New York, cuando José Smith, actuando en el nombre de Cristo, expulsó un demonio de Newel Knight, quien había sido poseído, bajo las miradas aterrorizadas de parientes y vecinos (Historia de la Iglesia 1:82-83). El príncipe de las tinieblas tuvo más éxito sin embargo, confundiendo a los Santos con revelaciones de su autoría. Ejemplos memorables incluyen a Hiram Page y su “piedra visionaria”, por medio de la cual obtenía revelaciones concernientes a la edificación de Sión y a la organización de la Iglesia ―revelaciones diferentes a las recibidas por el Profeta (ver D. y C. 28)― y también una mujer de nombre Hubble, quien aseguraba ser profetiza y quien también reveló mandamientos y leyes para el supuesto beneficio de la Iglesia (D. y C.43).

Concomitantemente con estas revelaciones, la Iglesia atestiguó acerca de la forma inequívoca de discernir experiencias espirituales. El Profeta fue advertido acerca de que “hay muchos espíritus, los cuales son falsos espíritus, que han venido a la tierra, a engañar al mundo”. Se le advirtió que estos espíritus procurarían dominarlo para lograr la destrucción de la Iglesia. Sin embargo, el Señor afirmó que, la doctrina verdadera y todo testimonio genuino, deben estar basados en la revelación, o “no es de Dios”. Así José aprendió que no era suficiente tener Escrituras, porque los demonios también portan Biblias; debía tener las Escrituras y el Espíritu de Revelación, entendiendo que significa la compañía del Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo, aquello que fue dicho y hecho no podría ser aceptado. Esto colocaba al padre de todas las mentiras ante dos alternativas en su lucha contra la verdad revelada: oponerse implacablemente al principio de revelación y negar el poder de la Deidad, o hacer proliferar todas las formas de falsas revelaciones para mantener a los Santos permanentemente confundidos. La gran rebelión de los cielos eligió dividir sus fuerzas y atacar por ambos flancos. De esa manera, en tanto que la astucia sacerdotal estaba al frente de los ataques en contra de los principios de revelación, la Iglesia recién nacida fue engañada con falsos espíritus. Describiendo esta tormenta de fraudes, José Smith escribió:

Muy pronto después que el evangelio fue establecido en Kirtland, y durante la ausencia de las autoridades de la Iglesia, muchos falsos espíritus se presentaron, muchas extrañas visiones fueron vistas, y fueron sostenidas muchas opiniones salvajes y airadas; los hombres salían a las calles bajo la influencia de este espíritu, y algunos trepaban a los árboles gritando toda clase de extravagancias. Un hombre persiguió una pelota, que según él flotaba en el aire, hasta el borde de un precipicio, al cual saltó, cayendo en la copa de un árbol, lo cual salvó su vida; y muchas cosas ridículas acontecieron, provocadas para traer la desgracia sobre la Iglesia de Dios, hacer que el Espíritu de Dios fuera alejado, y para desarraigar y destruir aquellos gloriosos principios que habían sido desarrollados para la salvación de la familia humana. Cuando volvieron las autoridades, el Espíritu se manifestó; aquellos miembros que habían estado involucrados en tales episodios fueron juzgados y aquellos que no se arrepintieron y abandonaron tales prácticas fueron separados de la congregación. (Enseñanzas del Profeta José Smith)

Es importante la observación del Profeta en cuanto a que estos espíritus falsos eran una ofensa al verdadero Espíritu del Señor, causando su alejamiento, y que su propósito y finalidad eran destruir la confianza en el espíritu de revelación y, por ende, lograr la ruptura de la Iglesia. Describiendo los mismos acontecimientos, el Élder Parley P. Pratt dijo: “Mientras visitaba diferentes ramas, se manifestaron algunos eventos muy extraños, los que resultaban desagradables en lugar de edificantes. Algunas personas parecían sin sentido, hacían gestos indecorosos, y sus rostros estaban desfigurados. Otros caían en éxtasis, sufriendo contorsiones, calambres y ataques, etc. Otros parecían tener visiones y revelaciones, que no eran edificantes y que no congeniaban con la doctrina y el espíritu del Evangelio. En pocas palabras, un espíritu falso y desviado parecía estar arrastrándose por la Iglesia” (Autobiografía de Parley P. Pratt p.61). Estos acontecimientos nos recuerdan la experiencia del apóstol Pablo. Una joven, mujer poseída por un espíritu de adivinación lo siguió a él y a sus compañeros, testificando que ellos eran “siervos del Dios Altísimo” y que mostrarían a la gente “el camino de la salvación”.

Luego de un tiempo, Pablo llegó a comprobar que, no obstante el hecho de que el testimonio era verdadero, provenía de la fuente equivocada, por lo cual expulsó un demonio de ella (Hechos 16:16-18). ¿Por qué, nos preguntamos, un demonio testificaría de esa manera? Ciertamente, su proceder era sumamente astuto. Por medio de esa muchacha poseída por un demonio, ganaría la confianza de los miembros de la Iglesia, colocándola en una posición desde la que podría hacer mucho mal. Por ejemplo, debido a las lisonjeras expresiones de la joven, proceder que estaba estrictamente prohibido por la Ley de Moisés, las puertas de los judíos se cerrarían a los misioneros proselitistas y finalmente implantaría la idea entre los Gentiles, de que la Cristiandad no difería ni en principios ni en poder de su propio sistema de adoración.

Existen dos conductas que hacen a las personas particularmente susceptibles de ser víctimas de falsos espíritus: desobediencia intencionada y, contrariamente, excesivo celo en guardar los mandamientos. Extrañamente, lo segundo es tan peligroso como lo primero, si no lo es más aún. Consideremos cada uno por separado.

La transgresión abre las puertas a la Falsa Revelación

En una revelación llamando misioneros para trabajar con los Shakers, (United Society of Belivers in Christ Second Appearing) una secta entre cuyos miembros se daban experiencias sobrenaturales, el Señor dijo: “Ellos desean conocer la verdad sólo en parte, pero no totalmente, porque no son justos delante mío y deben arrepentirse” (D. y C. 49:2) Esta es una definición adecuada y breve de muchos que han sido presa de falsos espíritus y “los reciben como si fueran de Dios” (D. y C. 50:15). Por medio de la transgresión y la ignorancia, muchos han sido “seducidos por espíritus malignos, o doctrinas de demonios, o mandamientos de hombres” (D. y C. 46:7).

Las almas oprimidas por el pecado son fácilmente llevadas fuera de la verdad, escribió el Élder Bruce McConkie. “En su estado carnal encuentran más fácil creer en sus pecados que simplemente quitarlos de sus vidas confesándolos al Señor Jesucristo con sus propios labios, o por medio de algún acto de penitencia, antes qué emprender el duro y penoso camino en la búsqueda del arrepentimiento, mediante las lágrimas y la angustia” (Doctrinal New Testament Commentary, 3:111)

Pablo, por ejemplo, escribió acerca de aquellos que “se arrastran en las casas, tomando cautivas a mujeres necias oprimidas por el pecado, y sometidas por diversos vicios”, y agregó que tales estarían siempre aprendiendo, y nunca capacitadas para llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:6-7). Las verdades espirituales les son veladas, dado que han contaminado el tabernáculo de sus almas y el Espíritu no puede morar en ellas.

Comentando acerca de las exigencias de los miembros de la Iglesia de recibir grandes manifestaciones espirituales, Brigham Young dijo: “Digo a tales personas, id y obtened las revelaciones que podáis. Si el hermano José os visita cada noche, adelante, pedidle que os traiga a su hermano Hyrum, Smith padre, Don Carlos Smith, San Pablo, Pedro, Santiago y Juan, y a Jesucristo, si es que podéis persuadirlo a que lo haga. Pero, casi podría poner mi mano sobre la Biblia y jurar que el hombre o mujer que tiene tales revelaciones ha sido culpable de adulterio o robo, o rebeldía, o habría apostatado en sentimiento y regresado, y ahora profesaría tener tales revelaciones. El infierno está lleno de tales revelaciones. Y casi podría testificar que el hombre o mujer que las recibe es culpable de algún crimen infamante. Hubo hombres que vinieron a mí a contarme acerca de los grandes sueños y visiones que habían tenido, hombres y mujeres que anteriormente habían apostatado y negado a su Dios y a su religión; y yo lo supe. Muchos vinieron a contarme cuán maravillosas visiones habían tenido-que sus mentes se habían abierto a las verdades eternas-y que podían tener visiones de la eternidad”

Los Excesos Espirituales conducen a las Falsas Revelaciones

Cada virtud exagerada se transforma en un vicio. Esto es válido tanto para las cosas espirituales como para las temporales. Cristo mandó explícitamente no agregar ni quitar a la ley del evangelio. “Quienes declaran más o menos que esto”, advirtió, “y lo establecen como mi doctrina, los tales provienen del mal y no están edificados en mi roca; sino que están fundamentado en la arena y las puertas del infierno permanecen abiertas  para recibirlos, cuando vengan las inundaciones y los azoten los vientos” (3 Nefi 11:40) Así, aquellos que son más verdaderos que la verdad, que se vuelven celosos, sintiendo orgullo por la forma en que guardan los mandamientos, también son más susceptibles a las falsas revelaciones y a las falsas manifestaciones.

“No me gusta ver a los hombres y mujeres querer estar un poco adelante de cualquier otro -un poco adelante del Profeta de Dios”, decía el Patriarca John Young.

Generalmente, el Espíritu del Señor puede ser gozado por los Santos con libertad; y, si perseveran, podrán mantener conversaciones con los siervos de Dios que están detrás del velo. Pero ese tiempo no ha llegado aún. Algunos de los hermanos y hermanas cuentan que reciben visitas de José, Hyrum, el hermano Grant y otros. Tales personas deben vigilar sus naves; porque si no lo hacen, seguro como que han nacido, que se hundirán y perecerán. Cuando un hombre o una mujer viene y me cuenta que es visitado por los Profetas y los Apóstoles que han pasado el velo, y que tiene comunicaciones día y noche permanentemente, ―que ha tenido la oportunidad de conversar con los espíritus de los hombres que han llegado a la perfección― solo diré que el Demonio está en ellos, y no el Señor. Me pregunto si el Señor los ama más que a los profetas para enviarles sus invitados celestiales! (Journal of Discourses 5: 373)

Pablo habló de ‘celo sin conocimiento’, refiriéndose a aquellos Judíos que se ufanaban por cumplir con la ley, y sin embargo, rechazaban al Mesías. “Siendo ignorantes de la justicia de Dios”, dijo, “y tratando de establecer su propia justicia”, se equivocan al entender que “Cristo es el fin de la ley” (Romanos 10:1-4). En tanto que los fariseos se enorgullecían de la magnificencia en la observancia de la ley y el ritual, estaban ciegos a sus propósitos. De la misma manera, sus pares modernos pierden su equilibrio espiritual a medida que se ensoberbecen con su propia santidad. Estos están listos para ser blanco de astutos demonios que esperan para manifestarles todos los misterios de los cielos. “Haríamos bien en tener una aproximación al Evangelio que sea sana, completa y equilibrada”.

El Élder Bruce McConkie observó: “Cuando nos fanatizamos en un sentido es muy probable que nos fanaticemos en otro. Todas las doctrinas y prácticas de la Iglesia se enseñan públicamente. No hay doctrinas secretas, ni prácticas privadas, ni pautas de conducta aprobadas por unos pocos. Las bendiciones del Evangelio son para todos los hombres. No seamos engañados en la creencia de que las Autoridades Generales creen en alguna doctrina secreta, (o tiene pautas privadas de conducta. Todo lo que es enseñado y practicado en la Iglesia está abierto a la pública inspección, o al menos, en lo que concierne a las ordenanzas del templo, a la inspección y conocimiento de todos los que estén calificados por su cumplimiento personal, para entrar en la casa del Señor (The Honest Truth Seekers, pp.4-5)

William E. Berrett observó sabiamente que “aquellos que oran para que el Espíritu les brinde inmediatamente la guía en cada pequeña cuestión se están entregando abiertamente a los falsos espíritus, que parecen estar listos para contestar nuestras plegarias, y confundirnos… Las personas más confundidas que he encontrado en la Iglesia son aquellas que buscan revelación personal en cada cosa. Desean tener la anuencia personal del Espíritu, de la mañana a la noche, en todo lo que hacen. Digo que esta es la gente más confundida que conozco porque parece que la respuesta algunas veces llega de la fuente equivocada”.

Ilustrando este principio, el hermano Barrett contó la historia de una pareja de misioneros en los bosques de Arkansas:

Vieron algunos cerdos salvajes muy grandes pero extremadamente delgados, que no cesaban de moverse ni por un momento. Iban apurados hasta el límite del corral y elevaban sus hocicos al aire como tratando de escuchar y luego corrían hasta el otro extremo y volvían a husmear el aire. A un costado del corral se levantaba una cabaña y al frente se hallaba un anciano tallando una vara. La curiosidad de los misioneros fue tan grande como para acercarse al viejo y hablarle.

Ellos dijeron: “Lindo campo tiene Ud. aquí.”

― “Es para quien le guste”

― “Ha vivido aquí toda la vida?”

― “No aún…”

― “Oiga, puede decirnos qué pasa con aquellos cerdos de allí? Corren de aquí para allá, y parece como si estuvieran escuchando algo…”

― “Bueno… les diré como sucedió”, dijo en una voz ronca y apenas audible. “Esos son mis cerdos. Los estaba engordando para el mercado para lo cual les daba de comer maíz. Ellos venían por el maíz cuando me oían llamarlos. Entonces, me pesqué este resfrío y no pude gritarles más; así que fui adentro y golpeé la olla, y ahora estoy en un verdadero problema. Los pájaros carpinteros los están llevando a la muerte”.

He visto a los pájaros carpinteros llevar personas a la muerte, mientras ellos piensan que se trata de revelaciones; escuchando constantemente esas advertencias del Espíritu, sin poder diferenciar qué viene de Dios y qué de la fuente equivocada, y sumiéndolos en la confusión” (Enseñando por el Espíritu, pp.102-103)

El verdadero propósito de la mortalidad se vería frustrado, si fuera posible recibir revelación en todas las cosas. Por cierto, las escrituras nos previenen de la excesiva dependencia de los poderes celestiales para asegurarnos la salvación. “No es conveniente que yo mande en todas las cosas” declaró el Señor, “porque el que es compelido en todas las cosas es un siervo negligente y no sabio; por lo tanto, no recibe galardón alguno”. Seguramente, es un siervo ignorante quien, habiendo sido instruido en los principios correctos, no puede utilizarlos para gobernarse a sí mismo. El poder está en nosotros, afirma la revelación, por lo que somos nuestros propios agentes. “Y en tanto los hombres hagan lo bueno de ninguna manera perderán su recompensa”. Por vía de amonestación, el Todopoderoso estableció que: “Más el que no hace nada hasta que se le manda, y recibe un mandamiento con corazón dudoso, y lo cumple desidiosamente, ya es condenado” (D. y C. 58:26-29)

“Un hombre puede recibir el Espíritu Santo (refiriéndose a una persona justa) y éste puede descender sobre él y no permanecer con él” (D. y C. 13:2023). En concordancia con esta declaración, el Élder Boyd Packer dijo: “He aprendido que esa experiencia espiritual, tan fuerte e impresionante, no llega a nosotros con frecuencia. Más bien”, observó, “no es sabio demandar revelaciones con tal insistencia, como si fuesen respuestas o bendiciones para complacernos”. No podemos forzar las cosas espirituales. Palabras tales como compelir, obligar, constreñir, presionar o demandar, no describen nuestros privilegios con el Espíritu. No podemos forzar al Espíritu a responder en mayor grado del que podemos forzar a una semilla a germinar, o a un huevo a romper su cascarón antes de tiempo. Podemos crear el clima para un crecimiento rápido; podemos alimentar y proteger; pero no podemos forzar ni compelir; debemos esperar su tiempo” (That AIl May Be Efified, pp.337-338)

Existen grandes peligros asociados con aquellos que profesan una constante exhibición del espíritu de revelación. Con frecuencia, los que pretenden estar por encima de la necesidad de escuchar el consejo y la dirección de sus líderes en el sacerdocio, se sienten también al margen de toda corrección. Es natural que aquellos que pretenden tener conversaciones regulares con los ángeles y diversos seres exaltados, se sientan algo ofendidos ante el consejo de obispos y presidentes de estaca. Con sólo un poco de pulimento, tal actitud deviene en una mentalidad cultista, que los hace sentir por encima de las leyes de la Iglesia y del Estado. Tales personas no conocen disciplina, excepto que les haya sido revelada personalmente, para poder imponerla a otros. Sus revelaciones se transforman en una cobertura para sus pecados cometidos, y una justificación para los pecados por cometer.

Hasta donde puede engañarnos Satanás

La pregunta es frecuente. ¿Hasta dónde puede engañarnos Satanás? Generalmente, la respuesta es: Hasta donde nosotros se lo permitamos. Le abrimos las puertas por medio de nuestra desobediencia, o mediante el rechazo intencionado de las verdades celestiales. Cualquier pauta de conducta que es ofensiva para el Espíritu del Señor, es atractiva para el adversario. Ofender a uno es invitar al otro. Pablo ilustró este principio cuando dijo que Dios enviaría un “gran fraude” a aquellos que sintiesen “placer en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:11-12).

Jacob aplicó este principio a los de exagerado celo religioso. Para éstos Dios quitó la sencillez del evangelio y la sustituyó por cosas que no podían entender. “Porque ellos lo desean”, dijo Jacob, “Dios lo ha hecho; para que tambaleen” (Jacob 4:14). “No podemos descuidarnos para ser capaces de resistir los embates de Satanás”, escribió el Profeta José Smith. “El aparecerá ante nosotros en la persona de un amigo o un pariente en el cual confiamos. Tiene el poder de poner pensamientos en nuestra mente y dejar deslizar insinuaciones, para alentarnos a satisfacer nuestros apetitos o deseos, y en muchas otras formas, debido a nuestra debilidad” (Answer to Gospel Questios 3:18). Satanás puede aparecerse como un ángel de luz. Por revelación, hemos recibido las llaves para determinar si un mensajero es verdadero o falso (D. y C. 129). La tierra está llena de falsos Cristos y falsos profetas; falsos planes de salvación; falsas doctrinas, y falsas nociones acerca de lo que es, o ha escrito un profeta, de tal manera, que “si es posible, engañarán a los elegidos… de acuerdo al convenio”. Y asimismo, el Señor ha prometido que “aquellos que atesoren mi palabra, no serán engañados” (J.S. Mateo 1:22-37). Aquellos cuyos lomos están “ceñidos con la verdad”, que visten “el escudo de la justicia”, y cuyos pies están calzados “con la preparación del evangelio”, serán preservados (D. y C. 27:16).

Conclusión

Desde los días de Adán, la tierra no ha conocido una era en la cual hubiese mayor manifestación de verdades celestiales eternas que en ésta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Nuestra dispensación se inició con la aparición del Padre y del Hijo, y fue seguida por la aparición de profetas que estuvieron a la cabecera de cada dispensación pasada; cada uno de ellos “declarando su dispensación, sus derechos, sus llaves, sus honores, su majestad y gloria, y el poder de su sacerdocio” (D. y C. 128:21). Cada don espiritual y cada poder conocido por los antiguos, fue o será restaurado para nosotros.

La compañía del Espíritu Santo, garantizada a cada Santo fiel miembro de la Iglesia, no es precisamente el menor de estos dones. Esperamos ansiosamente que tal manifestación de luz no sea el anuncio o la respuesta del príncipe de las tinieblas; siempre ha sucedido que una dispensación trae una contradispensación. Aquellos demonios que no están dedicados a negar los principios de revelación, están dedicados a tergiversarlos. Las personas más susceptibles a los espíritus demoníacos son los desobedientes y los excesivamente celosos, aquellos que han dejado de lado su armadura, y tratan de llevar un escudo y una espada demasiado pesados para ellos. Por lo tanto, el reino restaurado será constantemente asediado, como siempre lo fue, por aquellos que dicen ver ángeles, cuando eso no es verdad.

“Nada”, dijo José Smith, “causa tanto daño a los hijos de los hombres como estar bajo la influencia de un falso espíritu, mientras están convencidos que tienen el Espíritu de Dios” (Enseñanzas del Profeta José Smith). Nuestra protección, simplemente descansa sobre el conocimiento y la práctica vital del evangelio.

→4. Instintos Espirituales

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