Más firmes en la fe de Cristo

Más firmes en la fe de Cristo

Por el élder Mark D. Eddy
De los Setenta

¿Cómo desarrollamos suficiente fe en Jesucristo para todas las épocas de la vida?

Nefi

En el tercer capítulo de Helamán, leemos acerca de un período de “paz continua” (Helamán 3:23) y de “una prosperidad sumamente grande en la iglesia” (Helamán 3:24). Miles de personas fueron bautizadas y “las bendiciones que se derramaron sobre el pueblo” fueron tan numerosas “que aun los propios sumos sacerdotes y maestros se asombraron en extremo” (Helamán 3:25).

Tristemente, algunas “de [las personas] que profesaban pertenecer a [la iglesia de Dios]” (Helamán 3:33) se volvieron orgullosas y comenzaron a perseguir a sus hermanos miembros de la Iglesia (véase Helamán 3:34). “Y est[o] […] hizo que la parte más humilde del pueblo sufriera grandes persecuciones y pasara muchas aflicciones” (Helamán 3:34).

Me imagino que esto habrá sido particularmente doloroso para los miembros humildes de la Iglesia. Después de todo, solo unos años antes, el pueblo había luchado codo a codo para frustrar un ataque lamanita (véase Helamán 1). Sin embargo, esta vez las aflicciones venían desde adentro. Los perseguidores eran aquellos con quienes se habían reunido, orado, aprendido y adorado.

En medio de tal sufrimiento, ¿cómo respondió la “parte más humilde del pueblo”? ¿Qué los ayudó a soportar la ironía de ser perseguidos por aquellos que una vez habían profesado ser condiscípulos de Cristo?

Helamán 3:35 ofrece la respuesta: “Ayunaron y oraron frecuentemente, y se volvieron más y más fuertes en su humildad, y más y más firmes en la fe de Cristo, hasta henchir sus almas de gozo y de consolación; sí, hasta la purificación y santificación de sus corazones, santificación que viene de entregar el corazón a Dios” (cursiva agregada).

Consideremos cómo nosotros, al igual que los santos de la época de Helamán, podríamos llegar a ser “más y más firmes en la fe de Cristo” al afrontar juntos lo que el presidente Russell M. Nelson ha descrito como “una de las épocas más complicadas de la historia del mundo”, una época de “desafíos sin precedentes”.

Dos ejemplos de la fe de Nefi

Las Escrituras están llenas de experiencias de hombres y mujeres que llegaron a ser más y más firmes en la fe de Cristo al afrontar los desafíos de su época. Por ejemplo, reflexionen en la fiel respuesta de Nefi a dos experiencias espiritualmente difíciles que al principio eran casi idénticas y sin embargo su final fue asombrosamente diferente.

Cuando Nefi y sus hermanos regresaron de Jerusalén con Ismael y su familia, Lamán y Lemuel y varios otros se rebelaron (véase 1 Nefi 7:6–7). Nefi los llamó al arrepentimiento y les rogó que recordaran al Señor (véase 1 Nefi 7:8–15). Lamán y Lemuel se enojaron con Nefi, le ataron las manos y los pies con cuerdas y lo abandonaron para que muriera en el desierto (véase 1 Nefi 7:16).

Por muy desgarradoras que hayan sido las acciones de sus hermanos, y sin importar el temor que pudiera haber sentido, Nefi decidió permanecer firme en la fe de Cristo. Él “or[ó] al Señor, diciendo: ¡Oh Señor, según mi fe en ti, líbrame de las manos de mis hermanos; sí, dame fuerzas para romper estas ligaduras que me sujetan!” (1 Nefi 7:17).

¡La oración de Nefi fue contestada de inmediato y de manera milagrosa! “Fueron sueltas las ligaduras de [sus] manos y de [sus] pies, y poniéndo[se] delante de [sus] hermanos, les habl[ó]” (1 Nefi 7:18). El corazón de Nefi debe haberse henchido de gratitud al Señor por haberlo librado.

Sin embargo, esa no sería la última vez que Lamán y Lemuel atarían a su hermano con cuerdas. Y la siguiente vez, la liberación de Nefi diferiría significativamente de la primera vez y probaría, una vez más, la firmeza de la fe de Nefi en Cristo.

Muchos años después, mientras cruzaban el mar hacia la tierra prometida, Lamán y Lemuel y los hijos de Ismael comenzaron a actuar con “rudeza desmedida” y a olvidar el poder del Señor que había bendecido su viaje (véase 1 Nefi 18:9). Nefi los llamó nuevamente al arrepentimiento y Lamán y Lemuel nuevamente se enojaron con él (véase 1 Nefi 18:10). Tal como lo habían hecho antes, tomaron a Nefi y lo ataron con fuertes cuerdas (véase 1 Nefi 18:11–12).

¿Qué pensó Nefi cuando lo ataron con cuerdas por segunda vez? ¿Qué habrían pensado ustedes o yo si nos hubiéramos encontrado otra vez en ese aprieto? Tal vez hubiéramos pensado: “¡He pasado por esto antes! Sé lo que tengo que hacer. Si oro al Señor, Él me librará de inmediato y de manera milagrosa”. No sabemos lo que Nefi pensó, pero sabemos que, aunque esas dos experiencias fueron similares, los resultados inmediatos no lo fueron. Esta vez, Nefi no sería librado al instante de sus hermanos, sino que soportaría cuatro días de sufrimiento a manos de ellos (véase 1 Nefi 18:14–15).

Recordando su experiencia anterior, Nefi pudo haber orado con gran confianza para obtener una liberación inmediata. Cuando no hubo tal liberación, Nefi podría haberse desanimado y su fe podría haberse debilitado por la duda. A medida que las horas y los días parecían hacerse eternos y su dolor aumentaba, ese desánimo y esa duda cada vez mayores podrían haber socavado la fe de Nefi. Él podría haber murmurado: “¿Por qué no he sido librado?”. ¿No era su fe mayor ahora —más madura y plena— de lo que había sido la primera vez que fue atado? ¿No había crecido su fe por medio de poderosas experiencias con la Liahona, su arco roto y un barco construido bajo la dirección del Señor mismo?

En lugar de desanimarse o dudar, Nefi permaneció firme en su fe. Su fe no estaba centrada en el momento ni en el método de su liberación, ni dependía de un resultado previsto. Su fe no era condicional. La fe de Nefi estaba firmemente centrada en Jesucristo, pasara lo que pasara. Debido a esa fe, él pudo escribir: “No obstante, acudía a mi Dios y lo alababa todo el día; y no murmuré contra el Señor a causa de mis aflicciones” (1 Nefi 18:16).

Tengan en cuenta que la firmeza de la fe de Nefi en Cristo le permitió hallar consuelo en medio de sus aflicciones y ser lleno de amor por Dios a pesar de su dolor. Él fue la personificación de lo que su hermano Jacob más tarde enseñaría:

“Confiad en Dios con mentes firmes, y orad a él con suma fe, y él os consolará en vuestras aflicciones, y abogará por vuestra causa […].

“¡Levantad vuestra cabeza y recibid la placentera palabra de Dios, y deleitaos en su amor!; pues podéis hacerlo para siempre, si vuestras mentes son firmes” (Jacob 3:1–2 cursiva agregada).

Podemos continuar con fe

Tanto Nefi como los santos de la época de Helamán nos brindan la esperanza de que, con la ayuda del Señor, podemos llegar a ser más firmes en nuestra fe en Cristo. Al leer esto, tal vez se pregunten si esa esperanza se refiere a ustedes. Hallemos consuelo y valor en estas palabras de nuestro amado profeta, el presidente Nelson:

“El Señor no requiere que tengamos una fe perfecta para tener acceso a Su poder perfecto, pero nos pide que creamos […].

“El Salvador nunca está más cerca de ustedes que cuando están enfrentando o escalando un monte con fe”.

Al final, como enseñó el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “La mayoría de nosotros nos encontramos en este momento entre dos extremos: por un lado, en la participación, por razones sociales, en los rituales del Evangelio y, por otro lado, en un compromiso plenamente desarrollado semejante al de Cristo de hacer la voluntad de Dios. Entre ambos extremos, están las buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo que entran en nuestro corazón y toman posesión de nuestra alma. Tal vez no suceda en un instante, pero todos deberíamos estar avanzando hacia ese bendito estado”.

Así que, en medio de las pruebas y tribulaciones particulares de nuestros días, ruego que decidamos, de una vez por todas, escoger la fe en Jesucristo, una fe suficiente para todas las épocas de la vida. Que trabajemos, ayunemos y oremos para fortalecernos en la fe de Cristo y, con mentes firmes, recibir Su consuelo en nuestras aflicciones y deleitarnos en Su amor para siempre.

Con ese fin, testifico de la veracidad del testimonio especial del presidente Nelson: “Sean cuales sean las preguntas o los problemas que tengan, la respuesta siempre se halla en la vida y las enseñanzas de Jesucristo”.


Resumen

El élder Mark D. Eddy aborda la importancia de desarrollar una fe sólida en Jesucristo para enfrentar los desafíos de la vida. Utiliza ejemplos de las Escrituras, específicamente del Libro de Mormón, para ilustrar cómo la fe en Cristo puede fortalecerse a través de la oración, el ayuno y la humildad.

En Helamán 3, Eddy destaca un período de prosperidad y paz en la iglesia, seguido por persecuciones internas causadas por el orgullo de algunos miembros. La respuesta de los santos humildes fue orar y ayunar con frecuencia, lo que les permitió volverse más fuertes en su fe en Cristo y experimentar gozo y consuelo.

El discurso continúa con la historia de Nefi, quien enfrentó dos experiencias similares de persecución por parte de sus hermanos. En ambas ocasiones, Nefi mantuvo su fe en Cristo y buscó la ayuda del Señor. La primera vez, Nefi fue liberado milagrosamente de inmediato, pero la segunda vez soportó cuatro días de sufrimiento antes de ser liberado. A pesar de la diferencia en los resultados, Nefi permaneció firme en su fe y no murmuró contra Dios.

Eddy resalta que la fe de Nefi no estaba condicionada a un resultado específico, sino que estaba centrada en Jesucristo. Esta firmeza en la fe permitió a Nefi encontrar consuelo y amor por Dios incluso en medio de sus aflicciones. Eddy enfatiza que, al igual que Nefi y los santos de la época de Helamán, nosotros también podemos fortalecernos en nuestra fe en Cristo a pesar de los desafíos que enfrentemos.

El élder Eddy concluye con un llamado a escoger la fe en Jesucristo, trabajar, ayunar y orar para fortalecer nuestra fe y recibir consuelo en nuestras aflicciones. Cita al presidente Russell M. Nelson y al élder D. Todd Christofferson para subrayar que la fe en Jesucristo es la respuesta a todas nuestras preguntas y problemas, y que debemos avanzar hacia un compromiso pleno de hacer la voluntad de Dios.

El élder Mark D. Eddy, en su discurso, nos presenta una lección profunda sobre la resiliencia espiritual y la firmeza en la fe. A través de los ejemplos de los santos en Helamán y de Nefi, aprendemos que la fe en Cristo no depende de los resultados inmediatos o visibles de nuestras oraciones, sino de nuestra confianza constante en Su poder y amor.

Una de las enseñanzas más significativas es la importancia de mantener nuestra fe firme incluso cuando las respuestas a nuestras oraciones no son inmediatas. Nefi nos muestra que la verdadera fe no se debilita con la demora de la liberación, sino que se fortalece a través de la alabanza constante a Dios y la confianza en Su voluntad.

En nuestra vida cotidiana, enfrentamos desafíos y pruebas que pueden poner a prueba nuestra fe. Es fácil desanimarse cuando las soluciones no llegan rápidamente o cuando las dificultades persisten. Sin embargo, el ejemplo de Nefi y de los santos humildes de Helamán nos inspira a seguir adelante con fe, confiando en que Dios está con nosotros en cada paso del camino.

El llamado del élder Eddy a trabajar, ayunar y orar para fortalecernos en la fe es un recordatorio de que nuestra relación con Dios requiere esfuerzo y dedicación. No se trata solo de pedir ayuda en tiempos de necesidad, sino de cultivar una fe que sea constante y firme, independientemente de las circunstancias.

Este discurso me invita a reflexionar sobre mi propia fe y cómo respondo a los desafíos que enfrento. Me hace preguntarme si mi fe está condicionada a recibir respuestas rápidas o si confío plenamente en el tiempo y la manera en que Dios actúa en mi vida. También me recuerda la importancia de la oración y el ayuno como herramientas para fortalecer mi fe y acercarme más a Dios.

Al mirar hacia adelante, deseo aplicar las enseñanzas del élder Eddy al esforzarme por ser más constante en mis prácticas espirituales y por confiar en que, a pesar de los desafíos, la fe en Jesucristo me dará el consuelo y la fuerza que necesito. La promesa de que podemos deleitarnos en el amor de Dios para siempre es una fuente de esperanza y motivación para seguir adelante con una fe firme en Cristo.

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