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Doctrina y Convenios 29
31 marzo – 6 abril: “Jesucristo juntará a su pueblo”
Contexto de Doctrina y Convenios 29
Corría el mes de septiembre de 1830. La Iglesia de Jesucristo, recién organizada unos meses antes el 6 de abril, estaba en pleno proceso de crecimiento y definición. La pequeña comunidad de creyentes, liderada por el profeta José Smith, estaba formada por conversos sinceros pero aún sin experiencia, muchos de los cuales llegaban con ideas y doctrinas traídas de otras denominaciones cristianas. El ambiente era vibrante, pero también caótico: se mezclaban las revelaciones recientes con expectativas milenarias sobre la Segunda Venida, generando tanto entusiasmo como confusión.
En medio de esta efervescencia, se acercaba una conferencia de la Iglesia, planeada para el 26 de septiembre. Algunos miembros, en especial Oliver Cowdery, Hiram Page y los Whitmer, estaban enseñando ideas erróneas sobre la Sión futura y la venida de Cristo, basándose en revelaciones personales que no provenían de Dios. José Smith ya había recibido instrucciones divinas para corregir estos errores (como se registra en DyC 28), pero la necesidad de una dirección más clara sobre temas fundamentales —la Segunda Venida, la caída de Adán, la redención y el recogimiento de los escogidos— se hacía urgente.
Fue en este contexto que el Señor, a través de José Smith, reveló lo que hoy conocemos como Doctrina y Convenios 29.
La revelación no fue dada en solitario. Varios líderes estaban presentes: Oliver Cowdery, David Whitmer, Peter Whitmer Jr., y John Whitmer, entre otros. Todos deseaban comprender mejor el plan de Dios para los últimos días. En respuesta a su ferviente búsqueda de verdad, el Señor les habló de manera directa, poderosa y profética.
Esta sección, dictada por el Espíritu, sirvió como una guía doctrinal para corregir errores y reafirmar principios eternos. Se enfatiza la necesidad del arrepentimiento, la realidad de la caída y redención, y se describe con claridad la reunión de los escogidos, los juicios venideros y la gloriosa venida de Cristo.
Doctrina y Convenios 29 sirvió como un ancla doctrinal en un momento donde los miembros estaban siendo arrastrados por falsas revelaciones y expectativas mal fundamentadas. En lugar de basarse en especulaciones o señales, el Señor dirigió a Su Iglesia hacia la fe, el arrepentimiento y la preparación constante.
Esta sección también marcó una transición importante: desde revelaciones centradas en la organización de la Iglesia hacia enseñanzas sobre el destino eterno de la humanidad y el cumplimiento del plan de salvación. A partir de este punto, el Señor comenzó a enseñar más sobre el recogimiento de Israel, el milenio y la autoridad divina.
Doctrina y Convenios 29
Un Viaje por el Plan de Dios: La Historia de Nuestra Eternidad
Antes de que llegáramos a esta tierra, ya éramos. Existíamos como hijos e hijas espirituales de nuestro amoroso Padre Celestial. En aquella vida preterrenal, fuimos testigos de un gran conflicto. Uno de los grandes entre nosotros, Lucifer, se rebeló y arrastró consigo a una tercera parte de las huestes celestiales. Él deseaba la gloria de Dios, deseaba quitar nuestro albedrío. Pero nosotros elegimos seguir a Jesucristo, quien se ofreció voluntariamente como Salvador. Esa elección marcó nuestro destino: elegir el plan del Padre, con libertad, fe y esperanza. (vv. 36–37)
Y así comenzó todo. Dios, por medio de Su Hijo Jesucristo, creó los cielos y la tierra. No fue una creación al azar, sino un acto deliberado y amoroso para darnos un hogar donde pudiéramos progresar. Cada cosa —la tierra, los cielos, los elementos— fue hecha con un propósito divino. El escenario de nuestro aprendizaje eterno fue cuidadosamente preparado. (vv. 31–33)
En ese escenario, los primeros actores fueron Adán y Eva. Fueron colocados en el jardín de Edén, con la posibilidad de elegir. Eligieron participar del fruto prohibido, y con esa elección vino el dolor, la mortalidad, y la separación de Dios. Pero también vino el conocimiento, la procreación y la oportunidad de progreso. La caída no fue un error, sino un paso necesario en el gran diseño. (vv. 40–41)
Y aquí estamos nosotros. En este mundo donde el bien y el mal nos rodean, donde el dolor y la tentación son parte de la experiencia. Pero también donde podemos elegir, actuar, crecer y prepararnos. En la vida terrenal se nos da tiempo para arrepentirnos, aprender y volvernos a Dios. No estamos solos, aunque a veces lo parezca. (vv. 39, 42–45)
La piedra angular de este plan es Jesucristo. Él vino, sufrió, murió y resucitó. Por medio de Su infinita expiación, somos redimidos de nuestros pecados si nos volvemos a Él. Gracias a Su sacrificio, no estamos atrapados en la caída. Él descendió por debajo de todos para levantarnos a todos. (vv. 1, 42–43, 46–50)
Y como Él resucitó, también nosotros lo haremos. Un día, los muertos se levantarán, y sus cuerpos y espíritus serán reunidos en una gloria que refleje sus decisiones. La resurrección es el triunfo sobre la muerte. Ninguno quedará olvidado, todos seremos restaurados. (vv. 13, 26)
Después vendrá el juicio. Todos compareceremos ante Cristo, el Juez justo y misericordioso. Cada alma será medida por sus obras, sus deseos, y su disposición a seguir al Salvador. Los justos serán acogidos, y los impíos serán apartados. No como castigo arbitrario, sino como consecuencia de sus elecciones. (vv. 12–13, 27–30)
Al leer Doctrina y Convenios 29, siento que el plan de salvación no es solo un esquema doctrinal, sino una historia sagrada en la que todos participamos. Me recuerda que no estoy aquí por casualidad. Elegí este camino desde antes de nacer, y hoy puedo seguir eligiendo. Aunque esta vida es difícil, tiene propósito. Las pruebas no son obstáculos vacíos, sino peldaños hacia la eternidad.
Saber que hay un Redentor que me ama profundamente cambia mi manera de vivir. Me da fuerza para arrepentirme, paciencia para soportar, y fe para seguir caminando. También me impulsa a vivir con esperanza, sabiendo que la muerte no es el final y que un día estaré ante Dios, no solo como un siervo, sino como un hijo que regresa a casa.
Doctrina y Convenios 29:1–28
Jesucristo me invita a ayudar a juntar a Su pueblo antes de Su segunda venida.
Imagina a Jesucristo hablando con voz tierna pero firme. Él comienza en el versículo 1 llamándonos “escogidos”, aquellos que “oímos Su voz”, los que “somos Sus discípulos”. Desde las primeras palabras, Cristo nos habla como el Buen Pastor que conoce a Sus ovejas y las llama por nombre. Él extiende una invitación amorosa: “volveos a mí con íntegro propósito de corazón, y estad unidos en oración y ayuno” (v.2). Este llamado no es pasivo; es urgente. El Maestro está reuniendo a Su pueblo. Quiere que participemos en Su obra redentora, que ayudemos a preparar el mundo para lo que viene.
Cristo nos revela en los siguientes versículos que la Segunda Venida será gloriosa, pero también aterradora para los impíos. Él vendrá en poder, con ángeles a Su alrededor (v.11), a ejecutar juicio sobre los inicuos. No obstante, para los justos, esta será una redención. Cristo desea proteger a Su pueblo de la tribulación, y por eso Él llama a reunirlos ahora, mientras hay tiempo.
A lo largo de los versículos 3 al 8, se nos recuerda que Jesucristo es el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Él tiene una visión eterna, ve el fin desde el principio. Por lo tanto, su llamado a reunir a los justos no es una estrategia improvisada, sino un plan divino, eterno. Nos habla con conocimiento perfecto, porque Él ya ha visto las tribulaciones venideras.
En este contexto, Jesucristo nos invita a ser Sus instrumentos, Sus siervos, para ayudarle a juntar a Sus ovejas antes del gran y terrible día del Señor. Esta no es solo una obra profética o apostólica: es un llamado a todos los discípulos. A ti. A mí.
En los versículos 7–8, el Señor dice que el recogimiento se hace por medio de Sus siervos y del poder del testimonio. No es solo predicar, sino testificar con el corazón y el Espíritu, de modo que quienes escuchen puedan “ser preparados para lo que ha de venir”. Aquí es donde nuestra labor se vuelve crucial: somos llamados a ayudar a otros a venir a Cristo, a que se unan al rebaño, antes que venga el juicio sobre la tierra.
A partir del versículo 14, el Salvador describe los eventos del fin: señales en el cielo, el desorden de los elementos, la resurrección, el juicio. Todos estos eventos no son para infundir temor, sino para que comprendamos la urgencia de Su obra y la necesidad de estar del lado de Cristo.
Este pasaje nos muestra un Cristo amoroso, profético, justo y poderoso. Él no solo vendrá en gloria, sino que hoy está trabajando activamente en la reunión de Sus escogidos. Y lo más bello es que nos invita a participar en esa misión sagrada. Él nos llama a ser pastores con Él, a extender el amor, el testimonio y la invitación a arrepentirse.
Por tanto, como discípulos, nuestra misión es clara: ayudar a juntar a Su pueblo por medio de nuestras palabras, obras y ejemplo. Hacerlo no solo prepara al mundo para Su regreso, sino que fortalece nuestro vínculo personal con Él, el Buen Pastor que cuida, guía y salva.
(Doctrina y Convenios 29:2) ¿Qué te enseña esa comparación sobre Jesucristo?
Esta imagen de una gallina y sus polluelos nos revela la ternura, protección y amor maternal de Jesucristo. No es una figura guerrera ni autoritaria; es una madre que abre sus alas con urgencia y compasión para proteger a sus pequeños. Cristo no fuerza a nadie, simplemente abre Sus brazos y llama, esperando que vayamos a Él por voluntad propia. Esta comparación nos enseña que Jesús desea profundamente protegernos del peligro espiritual, y que su amor es cálido, cercano y sacrificador.
¿Qué pensamientos o impresiones te vienen al estudiar esta ilustración?
Pienso en lo vulnerable que es un polluelo sin su madre. Está expuesto al frío, a los depredadores, a perderse. Así también, nosotros estamos espiritualmente expuestos si no nos refugiamos en Jesucristo. Esta ilustración me impresiona porque me muestra a un Salvador que no solo nos guía, sino que nos cobija. Me hace sentir deseado, importante para Él.
¿Quiénes serán juntados?
Serán juntados todos aquellos que escuchen Su voz y acudan a Él con corazón dispuesto. Él dice que extiende Su brazo “todo el día”, pero no todos quieren venir (ver también Mateo 23:37). Los que sean juntados serán los mansos, humildes, obedientes, y aquellos que acepten Su evangelio. No hay exclusión de Su parte; más bien, es una elección que cada alma debe tomar.
¿Qué significa “recoger” almas para Cristo?
“Recoger” almas significa ayudar a otros a venir a Cristo. Implica invitar, amar, testificar, servir y enseñar. No se trata solo de bautismos, sino de acercar a las personas a Su luz. Es tender la mano como Él lo hace, ofrecer cobijo espiritual, acompañar a alguien en su proceso de fe. Es decir con acciones: “Ven, hay un lugar para ti bajo Sus alas”.
¿Por qué efectuamos el recogimiento para Él?
Porque esta es Su obra, no la nuestra. Él es quien redime, perdona, purifica, y reúne. Nosotros simplemente somos colaboradores humildes en Su viña. Lo hacemos por amor a Él y por amor a Sus hijos. Lo hacemos porque sabemos que en Cristo hay salvación, paz y propósito, y queremos que todos lo experimenten. También lo hacemos porque nos transforma a nosotros; servir en Su obra nos une más a Su corazón.
¿Por qué quiero que otras personas se reúnan con Jesucristo?
Porque sé cómo me ha cambiado la vida el estar cerca de Él. Porque he sentido Su consuelo cuando todo parecía oscuro, y Su dirección cuando estaba perdido. Porque quiero que otros sientan lo mismo: el amor incomparable de Cristo, el gozo de ser perdonado, la certeza de no estar solos. Nadie debería caminar solo cuando hay un Salvador que ofrece alas protectoras.
¿Qué me siento inspirado a hacer para ayudar?
Me siento inspirado a:
- Escuchar más al Espíritu para saber a quién acercarme.
- Vivir mi fe con mayor coherencia, para que otros vean a Cristo en mis actos.
- Invitar con amor, no con presión.
- Ser un refugio para los demás, tal como Cristo lo es para mí.
- Orar por las personas que aún no se han dejado juntar, y ser paciente con su proceso.
¿Qué me enseña el Señor acerca de Su obra de recogimiento?
- Es una obra urgente y amorosa.
El Señor no está esperando pasivamente; está activamente llamando, extendiendo Sus brazos “todo el día”. Su deseo de reunirnos no nace del deber, sino del amor más puro y desinteresado. Me enseña que Su recogimiento es un llamado urgente a refugiarnos bajo Su protección antes de los tiempos difíciles. - Él es el que reúne, pero nos invita a ayudar.
Aunque el recogimiento es Su obra, Él elige trabajar con nosotros. Me enseña que puedo ser Sus manos, Su voz, Su mensajero. No porque Él necesite ayuda, sino porque desea que participe, para que yo crezca espiritualmente al servir a los demás. - Recoger almas es traerlas a Cristo, no solo a un lugar.
A veces pensamos en el recogimiento como algo físico (como ir a Sión), pero es mucho más profundo. Es ayudar a las personas a arrepentirse, aceptar el evangelio, y encontrar paz en Él. Me enseña que recoger es guiar corazones hacia el Salvador. - El recogimiento es un acto de esperanza en medio del juicio.
En Doctrina y Convenios 29, el Señor habla de señales, juicios y tribulación. Pero en medio de todo eso, habla de reunir, de proteger, de preparar a Su pueblo. Me enseña que Su recogimiento es una manifestación de Su misericordia antes del juicio. - Las almas tienen que elegir venir.
El Señor no obliga. Así como la gallina extiende las alas, pero no arrastra a los polluelos, Cristo respeta nuestro albedrío. Me enseña a invitar con amor, sin forzar, y a confiar en que el Espíritu tocará corazones cuando estén listos.
El presidente Russell M. Nelson, enseña con poder que el recogimiento de Israel es esencial para prepararnos para la Segunda Venida de Jesucristo. “El recogimiento del Israel disperso” (Liahona, noviembre de 2006, pág. 81)
¿En qué sentido el recogimiento nos prepara para la Segunda Venida?
- Nos centra espiritualmente en Jesucristo.
Congregarnos como parte del Israel reunido significa venir a Cristo, aceptarlo como nuestro Salvador, seguir Sus mandamientos y hacer convenios con Él. Esto nos purifica, nos fortalece, y nos permite estar en sintonía con el Espíritu para reconocer Su venida. - Nos alinea con el plan divino.
El recogimiento no es solo una migración o una reunión física, sino una realineación espiritual con el reino de Dios. Al unirnos con los santos, entramos en Su orden, Su obra y Su pueblo. Esto nos ayuda a estar preparados en mente, corazón y obras. - Nos da acceso a las bendiciones del convenio.
El recogimiento implica hacer convenios sagrados —como el bautismo y los convenios del templo—, lo que nos da protección espiritual, dirección divina y poder celestial. Estar bajo convenio nos ayuda a “prepararnos en todas las cosas”, incluso para enfrentar las tribulaciones previas a la Segunda Venida. - Nos permite edificar Sión.
Parte del recogimiento es construir comunidades de santos donde reine la rectitud, el amor, la consagración y la unidad. Sión será el refugio ante la tempestad, y estar reunidos como pueblo del convenio nos hará estar listos para recibir al Rey de Sión. - Nos convierte en instrumentos en la obra del Señor.
Al ser recogidos, también somos enviados: somos llamados a invitar a otros a venir a Cristo. Al hacerlo, crecemos en fe, servicio y humildad. Esto nos transforma internamente, preparándonos para vivir con Cristo.
El recogimiento del Israel disperso no es un evento secundario en los últimos días, sino el gran propósito de esta dispensación, y una preparación directa para la venida gloriosa de Jesucristo. Al reunirnos espiritualmente con Él, con Su evangelio y con Su pueblo, nos preparamos “en todas las cosas”: en testimonio, en santidad, en obediencia y en unidad.
Como dijo el presidente Nelson en ese discurso: “Cuando comprendemos quiénes somos, por qué estamos aquí y hacia dónde vamos, entonces las cosas eternas adquieren prioridad sobre las temporales.”
Y esa comprensión, producto del recogimiento, nos alista para recibir al Rey cuando venga en gloria.
El Señor me está enseñando que Su obra de recogimiento es Su plan para salvarnos del caos espiritual, y que yo puedo ser parte de ese plan si estoy dispuesto a actuar con fe, amor y paciencia. Es un llamado a amar más, servir mejor, testificar con sinceridad y confiar en que cada alma tiene su tiempo y su valor eterno.
Testifico que Jesucristo ama profundamente a cada uno de nosotros, y que Su deseo de recogernos no es simbólico ni distante: es real, urgente y lleno de ternura. He sentido en mi vida lo que significa ser recogido por Él. En momentos de confusión, debilidad o temor, he sentido cómo me ha llamado con amor, como una gallina llama a sus polluelos bajo sus alas. No con gritos ni reproches, sino con una voz suave que invita: “Ven a mí”.
También he aprendido que Él no solo me llama para salvarme, sino para convertirme en parte de Su obra. Me ha permitido ver, en personas a mi alrededor, el milagro de corazones que se abren, de almas que regresan, de vidas que cambian cuando alguien las invita con amor a acercarse a Cristo. Y cada vez que he sido parte de ese proceso —por pequeño que sea— he sentido que mi propia fe se fortalece, que mi propia alma se recoge aún más hacia Él.
Sé que el recogimiento es real. No es solo una profecía para los últimos días: es una obra viva que ocurre hoy, cada vez que compartimos el evangelio, cuando ministramos con amor, o cuando simplemente damos testimonio de que Jesucristo vive. Él vendrá otra vez, y está preparando el camino. Y nosotros podemos ayudarle.
Testifico que bajo Sus alas hay paz, seguridad y redención, y que no hay mejor lugar donde estar. Por eso, con amor y gratitud, quiero seguir invitando a otros a venir a Él.
Doctrina y Convenios 29:31–35
“Para mí todas las cosas son espirituales”
1. La creación tiene un orden espiritual. El Señor declara que todo fue creado espiritualmente antes que temporalmente (v. 32). Esta enseñanza aclara que existe una realidad espiritual previa y superior a la material. La creación no fue casual ni improvisada; fue intencional, y su propósito es eterno.
Todo lo que vemos tiene un propósito espiritual eterno. Incluso nuestros cuerpos y esta tierra fueron preparados con miras a una gloria mayor.
2. Dios ve todo en un eterno presente. En el versículo 33, el Señor revela una característica de Su divinidad: para Él no hay tiempo como lo entendemos nosotros. Todo está presente ante Su vista.
Dios posee una perspectiva eterna. Esto fortalece nuestra confianza en Sus mandamientos y plan, porque Él ve el fin desde el principio.
3. Los mandamientos no son temporales o sociales. Los versículos 34 y 35 enseñan que los mandamientos no son simplemente normas sociales o culturales, sino leyes espirituales eternas. Incluso si algunas leyes parecen tratar asuntos físicos (como matar, robar o cometer adulterio), tienen implicaciones espirituales eternas.
Todos los mandamientos reflejan la naturaleza divina y tienen el propósito de elevarnos espiritualmente.
4. La desobediencia tiene consecuencias eternas. Quienes no se arrepienten de quebrantar los mandamientos espirituales serán «arrojados fuera», es decir, se separarán de la presencia de Dios.
El pecado no es solo una transgresión legal; es una ruptura espiritual que requiere arrepentimiento.
Al leer estos versículos, comprendo que no hay una verdadera separación entre lo “temporal” y lo “espiritual”. Por ejemplo:
- Cuando trabajo o estudio, puedo estar desarrollando atributos espirituales como la diligencia, la obediencia y el autodominio.
- Al cuidar mi cuerpo mediante la salud y el descanso, estoy obedeciendo un principio espiritual.
- Las decisiones diarias, por más simples que parezcan, pueden tener consecuencias eternas.
Esto me ayuda a ver la vida con ojos más eternos. No hay nada en mi día que esté fuera del alcance del plan de Dios si lo consagro a Él. Incluso mis errores, si me arrepiento sinceramente, pueden ser usados por el Señor para enseñarme, refinarme y santificarme.
También me invita a no subestimar ningún mandamiento. Lo que el mundo llama «pequeño» o «anticuado», Dios lo ve como parte de una estructura espiritual eterna. Su ley es coherente con Su carácter.
Doctrina y Convenios 29:31–35 me enseña que:
- Toda la creación tiene un propósito espiritual eterno.
- Dios ve todo con una perspectiva perfecta e infinita.
- Sus mandamientos son espirituales, no culturales ni temporales.
- Cada aspecto de mi vida puede convertirse en una oportunidad de crecimiento espiritual si lo vivo con fe y obediencia.
Esta doctrina me motiva a santificar cada parte de mi vida y a ver la obediencia como un camino hacia la transformación espiritual. Todo lo que Dios manda, aunque parezca pequeño o práctico, tiene como objetivo ayudarme a llegar a ser más como Él.
¿En qué sentido todos los mandamientos son espirituales? Aunque algunos mandamientos parezcan simplemente normas de comportamiento o salud, cada uno tiene una dimensión espiritual que moldea nuestro carácter, fortalece nuestra fe y nos prepara para la vida eterna.
Aquí tienes una lista con ejemplos de mandamientos y sus verdades espirituales:
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Mandamiento |
Verdad espiritual relacionada |
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Guardar el día de reposo |
Nos ayuda a recordar a Dios, renovar convenios y fortalecer nuestra espiritualidad. |
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Pagar el diezmo |
Nos enseña fe, obediencia y desprendimiento de lo material. |
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Ley de castidad |
Nos prepara para hacer y guardar convenios eternos; protege el poder procreador. |
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Palabra de Sabiduría |
Cuidar el cuerpo como un templo; revela respeto por la voluntad de Dios. |
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Orar diariamente |
Cultiva nuestra relación con el Padre Celestial; aumenta nuestra sensibilidad espiritual. |
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Estudiar las Escrituras |
Nos nutre espiritualmente y nos guía por el camino correcto. |
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Servicio al prójimo |
Refleja el amor de Cristo; fortalece el carácter cristiano y la compasión. |
Como enseña Para la Fortaleza de la Juventud, cada mandamiento es una expresión del amor de Dios y tiene como propósito ayudarnos a progresar espiritualmente.
¿Cómo influye esta verdad en cómo ves los mandamientos?
Al saber que todas las cosas son espirituales para Dios, puedo:
- Valorar más profundamente cada mandamiento, incluso los que parecen pequeños o prácticos.
- Entender que obedecer es una forma de crecimiento espiritual, no sólo de cumplimiento externo.
- Buscar el “por qué” espiritual detrás de cada norma.
- Sentir que la vida diaria es parte de mi discipulado, no sólo los momentos explícitamente religiosos.
- Ver el propósito eterno en cosas como el trabajo, el estudio, las relaciones y los desafíos.
Tal como dice 2 Nefi 9:39, “el hombre natural es enemigo de Dios… y el cuerpo es un instrumento del espíritu”.
Esto me recuerda que cada decisión temporal puede tener implicaciones espirituales. El modo en que cuido mi cuerpo, uso mi tiempo o trato a los demás puede fortalecer o debilitar mi alma.
Saber que “todas las cosas son espirituales” me invita a vivir con una visión eterna. Me ayuda a ver cada mandamiento, cada decisión y cada experiencia como parte de un plan divino para hacerme más como Cristo. No hay aspectos “seculares” en la vida cuando caminamos con Dios: todo es parte de nuestro crecimiento espiritual.
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Versículo |
Enseñanza Doctrinal |
Explicación Espiritual |
Aplicación Personal |
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31 |
Dios creó todas las cosas por Su Espíritu |
Toda la creación, incluso lo temporal, tiene un origen y propósito espiritual |
Mi cuerpo, mi entorno y mi vida tienen un valor eterno |
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32 |
Las cosas fueron creadas espiritualmente primero |
Lo espiritual precede y da sentido a lo temporal |
La vida terrenal es una continuación del plan eterno |
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33 |
Dios ve todo como presente |
Él tiene una perspectiva perfecta del tiempo |
Puedo confiar en Sus mandamientos aunque no vea todo el panorama |
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34 |
Los mandamientos son claros y directos |
No matar, no robar, no cometer adulterio, etc., son leyes eternas |
Obedecer me protege espiritualmente y me acerca a Dios |
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35 |
Todos los mandamientos son espirituales |
Nada en el evangelio es simplemente “temporal” o “práctico”; todo tiene sentido eterno |
Cada decisión cotidiana puede tener un impacto espiritual profundo |
Doctrina y Convenios 29:36–50
Jesucristo nos redimió de la Caída.
¿Por qué necesitamos la redención por medio de Jesucristo?
- En los versículos 36–40, se nos muestra que Satanás se rebeló y fue echado del cielo. Él tentó a Adán y Eva, y como resultado de la Caída, entró el pecado y la muerte al mundo (v. 40).
- En los versículos 41–42, el Señor explica que por causa de la transgresión de Adán, todos morirán físicamente, pero también todos serán redimidos de esa muerte por medio de Jesucristo.
- El versículo 43 declara que Cristo fue preparado desde antes de la fundación del mundo para redimirnos de la caída, y que la resurrección es un don gratuito para todos.
Necesitamos la redención porque la caída nos trajo muerte y pecado, pero Cristo nos libera de ambos, ofreciendo la inmortalidad y la posibilidad de la vida eterna si nos arrepentimos.
Palabras y frases que traen gozo (versículos 39–43):
Al leer esos versículos, algunas frases que traen consuelo y gozo son:
- «es necesario que el diablo tiente a los hijos de los hombres» (v. 39) → Nos recuerda que las pruebas tienen un propósito divino.
- «yo, el Señor Dios, ordené que el hombre hiciera lo que yo le mandara» (v. 35) → Indica que tenemos la capacidad de elegir y obedecer.
- «la redención… fue preparada desde la fundación del mundo» (v. 42) → Dios ya tenía un plan para salvarnos.
- «la resurrección de los muertos viene por razón de la caída» (v. 43) → Cristo convierte algo negativo (la Caída) en una bendición (resurrección).
Estas frases nos muestran que Dios es un Dios de amor, previsión y esperanza. Incluso las pruebas que enfrentamos están bajo Su control y propósito eterno.
¿Qué impresiona de Moisés 5:10–12?
Estos versículos muestran la reacción positiva y agradecida de Adán y Eva ante la Caída. Ellos dijeron:
- Adán: “Bendito sea el nombre de Dios… porque a causa de mi transgresión mis ojos están abiertos, y en esta vida tendré gozo, y otra vez en la carne veré a Dios.”
- Eva: “De no haber sido por nuestra transgresión nunca habríamos tenido posteridad… y no habríamos conocido jamás el bien y el mal…”
Lo que impresiona:
- Su perspectiva es de gratitud, no de culpa.
- Reconocen que la Caída fue necesaria para recibir conocimiento, experimentar gozo, tener familia y llegar a conocer a Dios.
- Muestran una fe profunda en el plan de redención.
Doctrina y Convenios 29:36–50 y Moisés 5:10–12 enseñan que la Caída no fue un accidente, sino parte esencial del plan de salvación. Cristo es el centro de ese plan: redime al hombre del pecado y de la muerte, y convierte la caída en una oportunidad para progresar, aprender y volver a la presencia de Dios con mayor gloria.
La Caída, la Redención y el Gozo en Cristo
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Tema |
Doctrina y Convenios 29:36–50 |
Moisés 5:10–12 |
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Causa de la Caída |
Satanás tentó a Adán y Eva (v. 36–40) |
Adán y Eva reconocen su transgresión |
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Consecuencias de la Caída |
Entrada del pecado y la muerte al mundo (v. 40–41) |
Se abrieron sus ojos, adquirieron conocimiento |
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Plan divino |
La redención fue preparada desde antes del mundo (v. 42–43) |
Testifican que todo forma parte del plan de Dios |
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Redención por Cristo |
Jesucristo redime de la muerte y del pecado si hay arrepentimiento (v. 44–50) |
Reciben el evangelio por medio del Espíritu Santo |
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Frases de gozo |
“Resurrección de los muertos”, “redención”, “preparada desde la fundación” |
“Tendré gozo”, “veré a Dios”, “no habríamos tenido posteridad” |
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Perspectiva de la Caída |
Necesaria para el albedrío y el progreso humano (v. 39) |
Positiva: fue esencial para tener hijos y conocer el bien y el mal |
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Impresión general |
Dios preparó todo con sabiduría y misericordia |
Adán y Eva muestran gratitud por el conocimiento y el plan de redención |
Este cuadro puede ayudarte a explicar claramente por qué necesitamos la redención por medio de Jesucristo y cómo la Caída forma parte del amoroso plan del Padre Celestial para nuestra exaltación.
Doctrina y Convenios 29 nos lleva a contemplar con reverencia el profundo amor y la previsión del Señor en la ejecución de Su plan de salvación. En tiempos de confusión, esta revelación trajo orden. En medio de especulaciones, trajo verdad eterna. Nos enseña que el recogimiento de los escogidos no es solo una estrategia de los últimos días, sino una manifestación constante de la misericordia divina, en la que todos somos invitados a participar.
A través de esta sección, comprendemos que todo —la creación, los mandamientos, la caída, la redención y la Segunda Venida— está conectado por una línea divina de propósito y amor. Nada es casual; todo responde a un plan eterno que tiene como fin nuestro retorno glorioso a la presencia de Dios. Esta revelación nos invita a vivir con visión eterna, a actuar con urgencia espiritual y a colaborar con Cristo en la recolección de almas.
El Señor no está lejano ni pasivo. Él actúa, llama, protege, y nos pide que hagamos lo mismo. En un mundo que a menudo ofrece ruido, confusión y falsedad, esta sección nos recuerda que hay un Pastor verdadero, que conoce nuestras voces y nos guía con firmeza hacia la seguridad de Su rebaño.
Testifico con todo mi corazón que Jesucristo vive y que Su obra de recogimiento está en marcha hoy. He sentido, como muchos de ustedes quizás también, lo que significa ser recogido por Él: cuando el alma se siente perdida, confundida o herida, Su voz aún susurra con ternura: “Ven a mí”. Lo he sentido en mis propias noches oscuras, cuando Su luz ha sido mi consuelo y dirección.
También he sido testigo del poder de Su obra en otras personas: cuando una invitación sincera, un acto de servicio o un testimonio compartido con amor ha sido el canal para que otro corazón vuelva a Él. No hay milagro más grande que ver a una alma reencontrarse con su Redentor.
Sé que cada mandamiento que Dios nos da, aunque parezca pequeño, es una invitación a elevarnos, a acercarnos más a Su carácter divino. Y sé que la redención que Él ofrece no solo nos salva del pecado y de la muerte, sino que nos transforma, nos santifica, nos da gozo verdadero.
Que podamos vivir con esta visión eterna: ver cada día, cada decisión, cada interacción como una oportunidad para recoger, para amar, para ser instrumentos vivos en las manos del Salvador. Él vendrá otra vez. Que al hallarnos, nos encuentre trabajando con fe, reunidos bajo Sus alas, y listos para recibirle con gozo.
Cuadro Explicativo de Doctrina y Convenios 29
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Tema Doctrinal |
Enseñanza Clave |
Referencias (DyC 29) |
Aplicación Personal |
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Jesucristo como Pastor y Redentor |
Cristo llama a Sus discípulos con amor y poder; Él reúne a Sus escogidos |
vv. 1–2, 7–8 |
Escuchar Su voz, responder con fe, y participar en Su obra de recogimiento |
|
La Segunda Venida |
Será gloriosa para los justos y temible para los inicuos; Cristo vendrá a juzgar |
vv. 11–13 |
Prepararme espiritualmente a través del arrepentimiento y la obediencia |
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El recogimiento de Israel |
El Señor llama a reunir a Su pueblo antes del juicio |
vv. 7–8, 14 |
Ser instrumento en Su obra: invitar, testificar, ministrar |
|
La Creación espiritual primero |
Todo fue creado espiritualmente antes de lo temporal |
vv. 31–33 |
Ver la vida diaria como parte de un propósito eterno |
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Dios ve el fin desde el principio |
No hay tiempo para Él; Sus mandamientos son eternos |
v. 33 |
Confiar en Su plan y obedecer aunque no entienda todo ahora |
|
Los mandamientos son espirituales |
Aunque parezcan prácticos, tienen implicaciones eternas |
vv. 34–35 |
Vivir cada mandamiento como un paso hacia la santificación |
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La Caída de Adán y Eva |
Fue necesaria para el progreso humano y parte del plan divino |
vv. 36–40 |
Valorar el albedrío, aceptar las pruebas como parte del crecimiento |
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La redención por Jesucristo |
Cristo fue preparado desde antes del mundo para vencer la muerte y el pecado |
vv. 42–44 |
Confiar en Su expiación, arrepentirme sinceramente y vivir con esperanza |
|
La resurrección y el juicio final |
Todos serán resucitados y juzgados según sus obras y deseos |
vv. 26–30, 43–50 |
Vivir con propósito eterno y prepararme para comparecer ante Dios |
|
Imagen de la gallina y sus polluelos |
Cristo desea protegernos con ternura, pero respeta nuestro albedrío |
v. 2 (ver también Mateo 23:37) |
Refugiarme en Él con humildad y ayudar a otros a encontrar ese refugio |
Doctrina y Convenios Sección 29
Un Análisis
Prepararse para los Días Venideros D. y C. 29
Discusiones sobre Doctrina y Convenios
El Gran Diseño de la Redención para los Vivos y los Muertos
Jennifer C. Lane
La Segunda Venida de Cristo – Preguntas y Respuestas
Robert L. Millet
Un Flujo Continuo: Revelaciones en Torno a la “Nueva Traducción”
Kerry Muhlestein

























