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Doctrina y Convenios 30–36
7 – 13 abril: “Alzad vuestras voces […] para declarar mi evangelio”
Doctrina y Convenios 30–36
El Desarrollo de la Obra Misional y los Llamamientos
D&C 30: La Instrucción a los Hermanos Whitmer En el contexto de la restauración de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el Señor instruye a David Whitmer, un miembro clave de la familia Whitmer, que había sido llamado anteriormente a la obra de predicar el evangelio, pero que no había cumplido con el mandato debido a la debilidad de su fe y a su falta de obediencia. Esta revelación es dada en 1829, cuando David aún vivía en Fayette, Nueva York, en la casa de su padre, Peter Whitmer. En esta casa se estableció la iglesia, y varios de los primeros miembros, incluidos los Whitmer, tuvieron una gran influencia en la restauración del evangelio. Se les encomienda predicar a las naciones y mantener la fe.
D&C 31: El Llamamiento de Thomas B. Marsh Este capítulo, también revelado en 1830, está dirigido a Thomas B. Marsh, quien fue uno de los primeros convertidos y, más tarde, presidente del Quórum de los Doce Apóstoles. En este momento, Marsh estaba en el proceso de fortalecer su fe y preparación para el trabajo misionero. La revelación que recibió lo animó a dedicar su vida al servicio en la obra del Señor. Se le recuerda que la obra misional es esencial para la salvación de las almas y que, al mantener una fe firme y servir con humildad, sería grandemente bendecido.
D&C 32: La Expansión de la Obra Misionera A medida que la obra de la restauración crecía, se extiende también el mandato de predicar el evangelio. Orson Pratt y Samuel Smith son llamados a la obra misionera, específicamente para predicar a los nativos americanos. Este llamamiento, que forma parte del plan divino para llevar el evangelio a todas las naciones, incluyó una de las primeras misiones del evangelio en el contexto del norte de América. Este capítulo revela la expansión geográfica de la obra misional, que no solo se limitaba a los pueblos de la región de Nueva York, sino que se extendía hacia territorios más lejanos.
D&C 33: La Obra Misional y la Fe Este capítulo enfatiza la importancia de estar preparados para la obra misional. En un momento crítico de la historia de la iglesia, cuando la revelación de la Restauración estaba aún en sus primeras etapas, el Señor llama a sus siervos a estar listos para predicar. Se explica que la fe, el arrepentimiento y el bautismo son las bases de la obra misional, que el Señor había planeado para el último tiempo. La revelación también incluye promesas de que, si se predica con integridad y obediencia, los resultados serían fructíferos.
D&C 34: La Revelación a Orson Pratt El Señor llama a Orson Pratt en este capítulo, quien ya estaba involucrado en la labor misionera. En 1830, cuando esta revelación fue dada, Orson era un joven que estaba completamente entregado al evangelio. En sus primeros años de conversión, se dedicó al estudio de las escrituras y a la predicación. La revelación le da la promesa de que su trabajo será un «trabajo grande» y le encarga seguir predicando la palabra de Dios a todos los que se encuentre. Se destaca que su labor no solo beneficiará a los demás, sino que también será una oportunidad para él de crecer espiritualmente.
D&C 35: La Revelación sobre Sidney Rigdon Sidney Rigdon, en este contexto histórico, era uno de los primeros seguidores del evangelio y se unió a José Smith después de la traducción del Libro de Mormón. Era un líder influyente, y su unión con la iglesia fue clave para el desarrollo de la obra. En este capítulo, el Señor le da una revelación personal, confirmando su llamamiento como «profeta, vidente y revelador». Sidney se convierte en un fiel colaborador de José Smith en la restauración del evangelio, especialmente en la redacción de textos sagrados y en la organización de la iglesia.
D&C 36: La Revelación a Edward Partridge Edward Partridge, quien fue uno de los primeros conversos en Ohio, también recibe una revelación en este capítulo. Edward fue llamado a ser el primer obispo de la iglesia y tenía un papel crucial en la organización de la iglesia en el área de Kirtland. Este capítulo lo instruye en su papel en la obra de la salvación, tanto para su familia como para aquellos a quienes serviría como obispo. Edward es llamado a ser un ejemplo de fe, dedicación y humildad, y el Señor le promete que su obediencia y dedicación a la causa del evangelio traerán bendiciones abundantes tanto para él como para su familia.
Estos capítulos, que abarcan los años 1829 y 1830, marcan un período crucial en la expansión de la obra de la restauración del evangelio. La iglesia, aún en sus primeras etapas, comienza a extenderse más allá de Nueva York hacia otras regiones, especialmente Ohio, donde los primeros líderes y misioneros, como Sidney Rigdon, Orson Pratt y Edward Partridge, se destacaron. La revelación en estos capítulos no solo refleja los llamamientos personales de los primeros líderes de la iglesia, sino también el crecimiento de la obra misional que llevaría el evangelio a nuevas tierras y culturas.
Doctrina y Convenios 30–36
Soy llamado a ser testigo de Jesucristo.
En los capítulos Doctrina y Convenios 30–36, el Señor instruye a varios miembros de la Iglesia sobre cómo deben ser fieles testigos de Jesucristo. Estas revelaciones proporcionan principios que no solo son aplicables a aquellos que tienen un llamamiento formal como misioneros, sino también a todos los miembros de la Iglesia que desean compartir el evangelio con otros en su vida cotidiana. Aquí exploraremos los principios clave de estos capítulos que nos enseñan cómo podemos ser testigos de Jesucristo y compartir el Evangelio de manera eficaz.
1. El Llamamiento Universal a Ser Testigos de Jesucristo: Aunque muchos de los miembros mencionados en estos capítulos recibieron llamamientos específicos para la obra misional (como David Whitmer, Thomas B. Marsh, y Orson Pratt), la invitación a ser testigos de Jesucristo es aplicable a todos los miembros de la Iglesia. En Doctrina y Convenios 30:8, el Señor nos invita a testificar de Su verdad sin importar nuestra situación o posición en la Iglesia. Esta revelación hace un llamado universal a todos los fieles para ser testigos de Jesucristo “en todo tiempo, y en todas las cosas, y en todo lugar” (Mosíah 18:9).
En este sentido, el llamamiento a ser misionero no está limitado solo a los que han sido llamados formalmente, sino que todos somos parte de la misión del Señor. En D&C 33:8, el Señor habla sobre la importancia de declarar el evangelio, y lo hace enfatizando que nuestra responsabilidad es universal: compartir la luz de Cristo con el mundo.
2. Oportunidades para Compartir el Evangelio: El Señor también proporciona principios claves para aprovechar las oportunidades de compartir el evangelio en nuestra vida cotidiana. Algunas de estas oportunidades incluyen:
- Testificar con el ejemplo (D&C 31:3–5). El Señor promete a aquellos que sirven con pureza y dedicación que Su luz brillará en ellos y a través de ellos. Al vivir el evangelio con integridad, se nos da la oportunidad de ser ejemplos vivos de la verdad.
- Invitar a otros a unirse a la obra (D&C 31:5). El Señor habla sobre cómo podemos invitar a los demás a “venir y ver”, y a unirse al ministerio del evangelio. Esta invitación puede ser tan simple como compartir nuestras experiencias de fe y testimonio con amigos y familiares.
- Servir en el nombre de Cristo (D&C 32:5). La invitación a servir, especialmente en momentos de necesidad, abre puertas para compartir el evangelio de una manera práctica y amorosa. Al servir a otros, no solo ayudamos físicamente, sino que también brindamos una oportunidad para que los demás vean el amor de Cristo reflejado en nuestras acciones.
- Usar las Escrituras (D&C 33:10–11). Al compartir las Escrituras y testificar de su poder, podemos invitar a otros a estudiar el evangelio y fortalecer su fe en Jesucristo. Las Escrituras son herramientas poderosas que podemos usar para iluminar la vida de aquellos que aún no conocen el evangelio.
3. Promesas del Señor al Compartir el Evangelio: Al compartir el evangelio, el Señor promete una serie de bendiciones tanto para aquellos que reciben el mensaje como para quienes lo proclaman. Algunas de estas promesas incluyen:
- Guía del Espíritu Santo (D&C 31:3–5). El Señor promete que el Espíritu Santo nos guiará y nos ayudará en el proceso de compartir el evangelio. Esta guía nos dará las palabras correctas en los momentos necesarios y nos permitirá actuar con sabiduría.
- Recompensas espirituales (D&C 31:3). Aquellos que se dedican al servicio del Señor y a compartir el evangelio, como el caso de Thomas B. Marsh, serán bendecidos con paz, alegría y el conocimiento de que están participando en la obra de la salvación.
- Fortaleza y protección (D&C 32:1–5). El Señor promete que, si seguimos Sus mandamientos y nos mantenemos firmes en nuestra fe, recibiremos Su apoyo en todas las circunstancias. A través de nuestras dificultades, Él nos fortalecerá y protegerá.
- La oportunidad de ser testigos de Cristo (D&C 33:10). Compartir el evangelio no solo es una responsabilidad, sino también una bendición. Al hacerlo, nos convertimos en testigos de Cristo, y nuestra propia fe en Él se fortalece.
4. Principios para Compartir el Evangelio: Los principios clave para compartir el evangelio se pueden resumir en tres palabras sencillas: amar, compartir e invitar. Como enseñó el élder Gary E. Stevenson: “La proclamación del Evangelio se puede cumplir mediante unos principios sencillos y fáciles de entender que se nos han inculcado desde la infancia: amar, compartir e invitar”. Estos principios nos guían a través de la obra misional, y aplicarlos en nuestra vida diaria puede hacer una gran diferencia.
- Amar: El amor es el principio fundamental del evangelio. Cuando amamos a nuestros semejantes, buscamos su bienestar y deseamos compartir con ellos las bendiciones del evangelio.
- Compartir: No es suficiente solo con amar; también debemos compartir lo que sabemos. Compartir el evangelio puede ser tan sencillo como hablar de nuestras experiencias personales con el Salvador o compartir un versículo de las Escrituras.
- Invitar: Después de compartir, debemos invitar a otros a aprender más, a participar en las actividades de la Iglesia, o a tomar una decisión que los acerque más al Salvador. Como dijo el élder Stevenson, podemos invitar a las personas a “venir y ver”, “venir y servir” y “venir y pertenecer”.
Mientras reflexionamos sobre estos principios, es útil pensar en las personas que conocemos y cómo podemos compartir con ellos lo que nos encanta del evangelio de Jesucristo. Podemos preguntarnos: “¿Qué quiere el Señor que diga y sea para compartir su Evangelio?”
En cuanto a las oportunidades de compartir, podemos preguntarnos a nosotros mismos cómo podemos ser más intencionales en nuestras acciones diarias. ¿A quién podemos invitar a la Iglesia? ¿Cómo podemos ser mejores ejemplos del amor de Cristo en nuestras interacciones cotidianas? Estas preguntas pueden ayudarnos a sentir la urgencia de la obra y a encontrar formas sencillas y naturales de compartir el evangelio con los demás.
A lo largo de Doctrina y Convenios 30–36, el Señor nos llama a ser testigos de Él y a compartir Su evangelio de manera fiel y consistente. Al seguir los principios de amar, compartir e invitar, podemos cumplir con esta invitación y, como el élder Stevenson enseñó, llevar a cabo la proclamación del evangelio en nuestras vidas de manera sencilla pero poderosa. Al hacerlo, experimentaremos gozo al ser parte de la obra de la salvación y al ver a los demás acercarse más a Cristo.
Doctrina y Convenios 31:1–2, 5–6, 9, 13
El Señor me puede ayudar en la relación que tengo con los miembros de mi familia.
El Señor le da instrucciones y promesas a Thomas B. Marsh, quien es llamado a servir en la obra misional. Aunque el llamamiento de Marsh tiene un enfoque misional, también contiene principios que pueden aplicarse a las relaciones familiares de hoy en día, ya que el Señor le da guías y promesas que afectan tanto su vida personal como sus interacciones con los demás, especialmente con su familia.
1. Guía para Thomas B. Marsh sobre su Familia (D&C 31:1–2, 5–6, 9, 13): En los primeros versículos de Doctrina y Convenios 31, el Señor ofrece a Thomas B. Marsh una guía clara para su vida personal y su trabajo en la obra del evangelio. Esto no solo incluye su labor misional, sino también la influencia que tiene sobre su familia.
Versículos 1–2: El Señor comienza hablándole a Thomas B. Marsh con una promesa de bendición, diciendo que si se dedica a la obra del evangelio, será “guardado de todo mal” y protegido de las adversidades. Esto tiene implicaciones importantes para la vida familiar, ya que el Señor promete protección a aquellos que se entregan a Su servicio. En el contexto familiar, esta promesa puede ofrecer consuelo al saber que, al cumplir con los mandamientos de Dios y servirle con sinceridad, se pueden recibir bendiciones de protección para la familia. Para Thomas, al cumplir con el llamado a la obra misional, también se ofrece una cobertura espiritual que afecta a su hogar y a sus seres queridos.
Versículos 5–6: En estos versículos, el Señor le da instrucciones claras a Thomas B. Marsh de “ir y declarar el evangelio” y trabajar con diligencia. Este servicio no es solo para el beneficio de los demás, sino también para el crecimiento espiritual de Thomas y de su familia. El Señor promete que, a medida que Marsh se dedique al servicio y a predicar el evangelio, recibirá consuelo y paz. Esta promesa de paz y consuelo puede tener un impacto positivo en la vida familiar, ya que cuando un miembro de la familia sigue el llamado de Dios con un corazón puro, la paz que trae el Espíritu puede inundar el hogar.
Versículo 9: En este versículo, el Señor le recuerda a Thomas que Él ha “preparado el camino” para que su servicio sea fructífero. El Señor promete que, aunque enfrentará dificultades, Su gracia estará con él y le permitirá superar obstáculos. Esta es una promesa importante tanto para los miembros de la Iglesia como para aquellos que enfrentan retos dentro de su familia. Las relaciones familiares pueden ser desafiantes, pero al confiar en el Señor y en Su guía, los miembros de la familia pueden encontrar fortaleza y dirección en medio de las dificultades.
Versículo 13: Finalmente, en este versículo, el Señor le dice a Thomas que debe “perseverar en la fe”, recordándole que la obra que está realizando tiene un propósito eterno. Esta perseverancia en la fe también se aplica a las relaciones familiares. Las dificultades familiares pueden probar nuestra fe, pero el Señor promete que si perseveramos, veremos bendiciones tanto en nuestra vida personal como en nuestras relaciones con los demás.
2. Aplicación de los Principios a las Relaciones Familiares: Aunque la revelación en Doctrina y Convenios 31 está dirigida a Thomas B. Marsh en su rol misional, los principios que el Señor enseña son universales y aplicables a cualquier miembro de la Iglesia que busque mejorar sus relaciones familiares. Aquí hay algunas maneras en que las palabras del Señor pueden ayudarte en la relación con los miembros de tu familia:
Protección y Paz en el Hogar (D&C 31:1–2). Al seguir los mandamientos y servir al Señor con todo el corazón, puedes recibir la promesa de protección divina para tu familia. Esta promesa no solo se refiere a la protección física, sino también a la paz espiritual que viene al vivir de acuerdo con los principios del evangelio. Si tu familia enfrenta conflictos o desafíos, la paz que proviene de hacer lo correcto puede traer sanación y restauración a las relaciones familiares.
El Servicio como Camino a la Unidad Familiar (D&C 31:5–6). El servicio es uno de los medios más poderosos para fortalecer las relaciones familiares. Al seguir el ejemplo del Salvador y servir con amor, especialmente dentro del hogar, puedes cultivar un ambiente de unidad y respeto. El servicio puede ayudar a suavizar corazones y sanar heridas dentro de la familia. Al igual que el Señor le dijo a Thomas B. Marsh que su servicio sería fuente de paz, tu dedicación al servicio en tu hogar también puede traer la paz de Cristo a tu familia.
Fortaleza para Enfrentar las Dificultades Familiares (D&C 31:9). Las relaciones familiares no están exentas de pruebas, pero el Señor promete que Su gracia estará con nosotros para ayudarnos a superar cualquier desafío. Si enfrentas dificultades dentro de tu familia, recuerda que el Señor ha preparado el camino para que puedas perseverar. Al confiar en Su dirección y apoyo, encontrarás la fortaleza necesaria para sobrellevar los desafíos que puedan surgir.
Perseverar en la Fe y la Paciencia (D&C 31:13). En ocasiones, las relaciones familiares requieren mucha paciencia y perseverancia. El Señor le dijo a Thomas que debía perseverar en la fe, lo cual es igualmente importante en las relaciones familiares. Mantener la fe en Cristo y en las promesas que Él hace nos ayuda a ser más pacientes, amorosos y comprensivos con los miembros de nuestra familia, incluso cuando las circunstancias no sean fáciles.
3. Reflexión Personal sobre las Promesas del Señor en las Relaciones Familiares: Las palabras del Señor a Thomas B. Marsh ofrecen consuelo y esperanza, y sus principios se aplican directamente a las relaciones familiares actuales. Si estás buscando mejorar tu relación con los miembros de tu familia, considera los siguientes puntos:
- Confía en las promesas del Señor de protección y paz mientras sirves y vives de acuerdo con Sus mandamientos.
- Sirve con humildad y amor dentro de tu hogar. El servicio no solo fortalece a aquellos a quienes sirves, sino que también abre las puertas al Espíritu Santo, trayendo paz y unidad.
- Enfrenta los desafíos familiares con fe y perseverancia, recordando que el Señor ha preparado el camino y está dispuesto a ayudarte a superar cualquier obstáculo.
- Persevera en la fe y sé un ejemplo de paciencia y amor para tu familia, sabiendo que las bendiciones que vienen del Señor fortalecerán tus relaciones con ellos.
La revelación en Doctrina y Convenios 31 no solo se aplica a los primeros misioneros como Thomas B. Marsh, sino que también ofrece enseñanzas valiosas para cualquiera que busque fortalecer sus relaciones familiares. Al seguir las instrucciones del Señor y aplicar los principios de servicio, fe, perseverancia y amor, podemos ver cómo nuestras relaciones familiares se ven transformadas y bendecidas. Al igual que el Señor le dio promesas a Thomas B. Marsh, Él nos ofrece las mismas bendiciones cuando nos esforzamos por vivir según Sus enseñanzas y servir con un corazón puro.
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Principio/Versículo |
Guía para Thomas B. Marsh |
Aplicación a las Relaciones Familiares |
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Protección y Paz en el Hogar (D&C 31:1-2) |
El Señor promete protegerlo y guardarlo de todo mal si se dedica a la obra del evangelio, lo que se extiende también a su familia. |
Al vivir el evangelio y servir a Dios, podemos recibir protección y paz espiritual en nuestro hogar, incluso durante tiempos difíciles. |
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El Servicio como Camino a la Unidad Familiar (D&C 31:5-6) |
El Señor instruye a Thomas a declarar el evangelio con diligencia, lo que traerá paz y consuelo a su vida, incluyendo a su familia. |
El servicio en el hogar fortalece las relaciones familiares, crea un ambiente de amor y respeto, y permite que el Espíritu Santo influencie nuestras interacciones. |
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Fortaleza para Enfrentar las Dificultades Familiares (D&C 31:9) |
El Señor le promete a Thomas que Su gracia lo fortalecerá y le ayudará a superar los obstáculos en su servicio y en su vida familiar. |
Confiando en la ayuda del Señor, podemos encontrar fortaleza y sabiduría para superar las dificultades familiares y seguir adelante con fe. |
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Perseverar en la Fe y la Paciencia (D&C 31:13) |
El Señor le dice a Thomas que debe perseverar en la fe, lo que también le da fuerzas para enfrentar desafíos dentro de su familia. |
La paciencia y perseverancia en las pruebas familiares se pueden lograr al mantener la fe en Cristo, lo que nos ayuda a ser más comprensivos y amorosos |
Doctrina y Convenios 32–33; 35
El Señor me prepara para la obra que Él desea que haga.
En los capítulos de Doctrina y Convenios 32–33; 35, vemos cómo el Señor llama y prepara a varias personas para desempeñar un papel crucial en la obra de la restauración del evangelio. Estos relatos nos muestran que, al igual que los primeros siervos del Señor, cada uno de nosotros tiene una preparación única para el servicio en la obra de Dios. A través de la vida y las experiencias de personas como Parley P. Pratt, Sidney Rigdon, y Ezra Thayer, podemos ver cómo el Señor los preparó para la misión que les encomendó y cómo, a través de relaciones y experiencias previas, Él nos prepara para servirle y bendecir a los demás.
1. El Llamamiento de Parley P. Pratt y Sidney Rigdon (D&C 32–35): El Señor llama a Parley P. Pratt y Sidney Rigdon a la obra misional, y es interesante ver cómo sus vidas se intersectan y se entrelazan para cumplir con la voluntad de Dios.
- Parley P. Pratt era un hombre preparado espiritualmente y, aunque no había sido miembro de la Iglesia antes, su encuentro con Sidney Rigdon fue fundamental en su preparación para la obra. Sidney, quien ya era un líder importante en la restauración del evangelio, ayudó a Parley a comprender la verdad del evangelio. Parley se convirtió rápidamente en uno de los misioneros más dedicados de la Iglesia, y el Señor lo llamó a una misión específica, que era parte de Su plan para expandir Su obra.
- Sidney Rigdon, por otro lado, tenía una profunda preparación religiosa antes de unirse a la Iglesia. Aunque no sabía que sería un líder clave en la restauración, el Señor lo había preparado a lo largo de su vida para ser un defensor del evangelio. Sidney y Parley compartieron un gran testimonio juntos, y su relación se convirtió en un vehículo poderoso para llevar el evangelio a los demás.
En D&C 35, el Señor habla sobre Sidney Rigdon, dándole un llamamiento específico para predicar y enseñar, destacando su capacidad para ser un portavoz fuerte del evangelio. La relación entre Parley P. Pratt y Sidney Rigdon es un ejemplo claro de cómo el Señor puede usar a las personas en nuestras vidas para ayudarnos a encontrar el camino y cumplir con la obra que Él desea que hagamos. Ellos se ayudaron mutuamente a crecer en la fe, lo cual les permitió bendecir a muchas otras personas.
2. Ezra Thayer y la Preparación para su Misión (D&C 33). La historia de Ezra Thayer también muestra cómo el Señor prepara a Sus siervos para la obra de una manera única. Antes de ser bautizado, Ezra tuvo una visión en la que vio un hombre que le mostró un rollo de papel y una trompeta. El hombre le dijo que tocara la trompeta, a lo que Ezra respondió que nunca había tocado una trompeta, pero el hombre le instó a intentarlo, y al hacerlo, emitió un sonido hermoso.
En D&C 33, cuando el Señor le da una revelación a Ezra Thayer y Northrop Sweet, Ezra interpretó la revelación como la misma trompeta y el rollo de papel de su visión. Esta experiencia muestra cómo el Señor prepara a las personas para Su obra antes de que ellos se den cuenta de la misión que tienen por delante. La visión de Ezra fue una prefiguración simbólica de la misión que le esperaba, y a través de esta experiencia, el Señor le estaba dando una preparación espiritual para la labor que le encomendaba.
El Señor le da a Ezra un llamamiento específico en D&C 33:1–13, instruyéndolo a predicar el evangelio con un corazón puro y un propósito firme. La revelación dada a Ezra resalta la importancia de la fe, el arrepentimiento, y el bautismo, principios fundamentales del evangelio que se deben compartir con todos. Este ejemplo muestra cómo el Señor puede preparar a Sus siervos a través de visiones y experiencias previas, incluso cuando no se dan cuenta de lo que está sucediendo.
3. La Mano del Señor en la Vida de los Primeros Miembros de la Iglesia. La evidencia de que la mano del Señor estaba en la vida de estos primeros miembros de la Iglesia es clara. Parley P. Pratt y Sidney Rigdon fueron guiados hacia el evangelio en momentos clave de sus vidas, y la relación que formaron entre ellos permitió que el Señor los usara como instrumentos poderosos para llevar Su mensaje al mundo.
Ezra Thayer experimentó una preparación espiritual personal antes de que él entendiera el papel que iba a desempeñar en la obra de la restauración, lo que muestra cómo el Señor nos prepara para lo que Él desea que hagamos, incluso cuando no comprendemos completamente Su plan.
El Señor no solo prepara a los individuos a través de sus experiencias personales, sino que también coloca a personas clave en nuestras vidas para ayudarnos a encontrar el camino hacia Cristo. Sidney Rigdon fue un instrumento clave en la conversión de Parley P. Pratt, y las visiones y revelaciones que Ezra Thayer experimentó lo guiaron hacia su misión.
4. El Señor Te Prepara para Bendecir a Otros. Así como el Señor preparó a Parley P. Pratt, Sidney Rigdon y Ezra Thayer, Él también te está preparando a ti para cumplir con Su obra. Él puede usar a las personas que te rodean para bendecir tu vida y ayudarte a encontrar tu propósito, tal como sucedió con los primeros miembros de la Iglesia. El Señor coloca personas en tu camino, ya sea para compartir un testimonio, ofrecer una bendición o servirte en momentos de necesidad. Al mismo tiempo, te está preparando a ti para bendecir a los demás a través de tu fidelidad, tu amor y tu invitación a venir a Cristo.
Al igual que Sidney Rigdon y Parley P. Pratt, tu relación con los demás puede ser fundamental para ayudar a otros a conocer el evangelio. Al igual que Ezra Thayer, puedes recibir experiencias espirituales que te preparen para cumplir con una misión específica, aunque al principio no comprendas completamente lo que se te ha encomendado.
La historia de Doctrina y Convenios 32–33; 35 es un ejemplo claro de cómo el Señor prepara a Sus siervos para la obra que Él desea que hagan. Al igual que Él preparó a Parley P. Pratt, Sidney Rigdon y Ezra Thayer, también te está preparando a ti para bendecir a otros mediante tu fidelidad, amor y testimonio. El Señor coloca personas en tu vida para ayudarte a venir a Cristo, y Él también te usa para ayudar a los demás. Al estudiar cómo Él preparó a los primeros miembros de la Iglesia, podemos reconocer cómo Él también nos está preparando a nosotros para cumplir con Su voluntad.
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Concepto/Capítulo |
Descripción |
Aplicación Personal |
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El Llamamiento de Parley P. Pratt y Sidney Rigdon (D&C 32–35) |
El Señor preparó a Parley P. Pratt y Sidney Rigdon para ser misioneros clave. La relación entre ellos fue fundamental para el evangelio y permitió que el Señor los usara como instrumentos para compartir Su mensaje. |
La relación entre personas en tu vida puede ser fundamental para ayudarte a encontrar el evangelio y cumplir tu misión. Dios usa las conexiones para Su obra. |
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Ezra Thayer y la Preparación para su Misión (D&C 33) |
Ezra Thayer, antes de su bautismo, tuvo una visión que le preparó espiritualmente para la misión que le sería encomendada. El Señor utilizó esa visión para guiarlo cuando recibió la revelación para predicar el evangelio. |
El Señor puede prepararte de maneras que quizás no entiendas al principio. Las experiencias espirituales que tienes pueden ser claves para tu misión en la vida. |
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La Mano del Señor en la Vida de los Primeros Miembros |
El Señor estuvo presente en la vida de los primeros miembros de la Iglesia, guiándolos a través de personas claves y experiencias espirituales. Sidney Rigdon y Parley P. Pratt, por ejemplo, se ayudaron mutuamente a avanzar en la fe. |
El Señor no solo guía a los individuos, sino que pone a personas clave en tu camino para ayudarte a crecer en la fe y cumplir Su propósito. |
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El Señor Te Prepara para Bendecir a Otros |
El Señor también te está preparando para la obra. A través de las personas que te rodean, las experiencias espirituales y el servicio, Él te prepara para bendecir a otros con tu testimonio y fidelidad. |
Dios te está preparando a ti, al igual que preparó a los primeros miembros de la Iglesia, para cumplir con Su obra y bendecir a otros a través de tu testimonio y servicio. |
Doctrina y Convenios 33:12–18
Si edifico mi vida sobre el Evangelio del Salvador, no caeré.
En Doctrina y Convenios 33:12–18, el Señor instruye a los misioneros y a todos los miembros de la Iglesia sobre cómo pueden ser firmes en la fe y evitar caer en las dificultades. Estos versículos contienen principios clave que nos ayudan a edificar nuestras vidas sobre el Evangelio de Jesucristo y a mantenernos fieles a Él.
1. El Fundamento del Evangelio (D&C 33:12–13)
“Pero he aquí, os doy este mandamiento, que os arrepintáis, y vengáis a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito.”
“He aquí, yo soy la luz del mundo. Venid a mí, y seguidme. He aquí, el que cree en mí será salvo.”
Estos versículos nos enseñan el fundamento esencial para permanecer firmes: el arrepentimiento y la fe en Jesucristo. El Señor nos invita a venir a Él con humildad, con un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Este principio es crucial para edificar nuestra vida sobre el Evangelio: el arrepentimiento constante y la fe en Cristo son los cimientos que nos mantienen firmes.
Al reconocer nuestras debilidades y errores y al arrepentirnos, podemos regresar al Señor con humildad. El arrepentimiento no solo limpia nuestras faltas, sino que también nos acerca más a Él, lo cual fortalece nuestra fe y nos ayuda a perseverar.
2. El Llamado a Ser Testigos del Evangelio (D&C 33:14–15)
“Y de esta manera los que creen en mí, y se bautizan, recibirán el Espíritu Santo. Y de esta manera no caerán.”
“Mas he aquí, os doy el mandamiento de que os levantéis y predicéis el evangelio, y lo hagáis en todos los lugares, como se os ha mandado.”
En estos versículos, el Señor habla de dos cosas importantes para mantenernos firmes en nuestra fe:
- El bautismo y el don del Espíritu Santo: A través del bautismo y el Espíritu Santo, recibimos la capacidad de permanecer firmes. El Espíritu Santo es nuestra guía constante que nos ayuda a mantenernos en el camino recto.
- El mandato de predicar el Evangelio: Al compartir el Evangelio con los demás, nuestra fe y nuestra fidelidad al Salvador se fortalecen. Ser un testigo activo del Evangelio no solo ayuda a los demás, sino que también refuerza nuestra propia fe y dedicación.
Al recibir el don del Espíritu Santo y al estar comprometidos en la obra misional o en la proclamación del Evangelio en nuestras vidas diarias, el Señor nos promete que no caeremos. El Espíritu Santo nos guía, nos fortalece y nos ayuda a mantenernos fieles.
3. El Pacto de Obediencia (D&C 33:16–17)
“Y he aquí, lo que os digo a vosotros, lo digo a todos, que se arrepientan y vengan a mí.”
“Y no os detengáis, sino que continuad en el camino que os he mostrado, y edificaréis mi iglesia.”
El Señor hace un llamado universal a todos para arrepentirse y seguirle. Además, enfatiza la necesidad de no detenerse en nuestra jornada de fe. Debemos continuar firmemente en el camino del Evangelio, sin mirar atrás ni desviarnos.
Para permanecer fieles al Salvador, debemos comprometernos a seguir el camino del Evangelio de manera constante y perseverante. La obediencia continua es crucial para que no caigamos en tentaciones o dudas. Debemos edificar nuestras vidas y nuestras acciones sobre los principios del Evangelio, siempre hacia adelante.
4. El Compromiso de No Caer (D&C 33:18)
“Y he aquí, yo estoy con vosotros, y si sois fieles, no caeréis.”
Este versículo es una promesa poderosa del Señor: si somos fieles, no caeremos. El Señor nos promete que Él estará con nosotros, y que Su presencia nos dará la fortaleza para superar las pruebas y desafíos.
La fidelidad es el clave para mantenernos firmes en nuestra fe. Al ser fieles a nuestras convicciones y mantenernos firmemente anclados en el Evangelio, el Señor nos promete que no caeremos. La fidelidad nos mantiene en el camino y nos da la confianza de que el Señor estará a nuestro lado.
Los versículos de Doctrina y Convenios 33:12–18 nos enseñan que edificar nuestra vida sobre el Evangelio de Jesucristo requiere tres principios fundamentales:
- Arrepentimiento y Fe en Cristo: La clave para permanecer firmes es reconocer nuestra necesidad del Salvador, arrepentirnos y depender de Su gracia.
- Recibir el Espíritu Santo: El Espíritu Santo es nuestra guía constante. Al vivir dignamente y mantenernos en el camino del Evangelio, el Espíritu Santo nos fortalecerá y nos ayudará a evitar caer.
- Obediencia y Perseverancia: El Señor nos llama a seguirle sin detenernos. La obediencia constante a Sus mandamientos y la perseverancia en la fe son esenciales para permanecer firmes.
Al edificar nuestra vida sobre estos principios, podemos estar seguros de que el Señor nos ayudará a mantenernos firmes, y Él estará con nosotros en todo momento, dándonos la fuerza para no caer. Su promesa de estar con nosotros es un recordatorio constante de que, con Su ayuda, podemos superar cualquier desafío y permanecer fieles.
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Principio Clave |
Descripción |
Aplicación Personal |
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Arrepentimiento y Fe en Cristo (D&C 33:12–13) |
El Señor nos llama al arrepentimiento y a venir a Él con un corazón humilde. Al arrepentirnos y tener fe en Jesucristo, edificamos nuestra vida sobre Su Evangelio. |
El arrepentimiento constante y la fe en Cristo son fundamentales para construir una vida sólida y firme sobre Su Evangelio. |
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Recibir el Espíritu Santo (D&C 33:14–15) |
A través del bautismo y el Espíritu Santo, recibimos la guía que necesitamos para no caer. El Espíritu Santo nos fortalece y nos mantiene firmes en el camino. |
El Espíritu Santo nos guía y fortalece. Al vivir de manera digna, podemos sentir Su presencia y ser fortalecidos en nuestra jornada. |
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Obediencia y Perseverancia (D&C 33:16–17) |
El Señor nos llama a no detenernos, a continuar en el camino del Evangelio y edificar nuestras vidas sobre los principios del Evangelio |
La obediencia continua a los mandamientos del Señor y la perseverancia nos permiten seguir adelante sin desviarnos del camino. |
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Fidelidad Prometida (D&C 33:18) |
El Señor promete estar con nosotros. Si somos fieles, no caeremos. La fidelidad nos mantiene firmes y seguros en nuestra fe. |
Al ser fieles, recibimos la promesa de que no caeremos. La fidelidad nos mantiene firmes y nos ayuda a superar cualquier desafío. |
Enseñanzas Principales sobre Doctrina y Convenios 30–36:
- El Llamamiento Universal a Ser Testigos de Jesucristo
La obra misional no está limitada solo a aquellos que reciben un llamamiento formal como misioneros. Todos los miembros de la Iglesia tienen la responsabilidad de ser testigos de Jesucristo y compartir Su evangelio. Cada uno de nosotros, en nuestro contexto diario, puede ser un instrumento en las manos del Señor para llevar Su luz a los demás. Esto nos recuerda que no necesitamos esperar grandes oportunidades para compartir nuestro testimonio; a menudo, las oportunidades más impactantes están en nuestras interacciones cotidianas. - La Importancia del Servicio y la Obediencia
A lo largo de estos capítulos, vemos cómo el servicio al Señor y la obediencia a Sus mandamientos son fundamentales para ser efectivos en la obra misional. El Señor no solo promete bendiciones para aquellos que obedecen, sino que también nos fortalece en el proceso. Al servir con humildad y dedicación, podemos ser ejemplos vivos del evangelio y atraer a otros a Cristo. Además, la obediencia a Sus principios y mandamientos nos garantiza Su guía y protección, tanto en nuestra vida espiritual como en nuestras relaciones familiares y personales. - La Promesa del Espíritu Santo
Al compartir el evangelio y vivir de acuerdo con Sus principios, el Señor promete que el Espíritu Santo nos guiará. Esto no solo fortalece nuestra fe, sino que también nos ayuda a superar las dificultades y a tomar decisiones sabias. El Espíritu Santo es un regalo invaluable que nos ayuda a permanecer firmes, nos conforta en tiempos de tribulación y nos da la capacidad de ser fieles a nuestro llamamiento. - La Preparación Personal para la Obra del Señor
Cada uno de nosotros es preparado de manera única para cumplir con la obra de Dios. Ya sea a través de nuestras experiencias, nuestras relaciones o las revelaciones que recibimos, el Señor nos prepara para bendecir a los demás. A través de ejemplos como Parley P. Pratt, Sidney Rigdon y Ezra Thayer, aprendemos que el Señor guía a Sus siervos con amor y paciencia, ayudándoles a cumplir con los planes divinos. De igual manera, el Señor nos está preparando a nosotros, en nuestras propias vidas, para servirle y ayudar a los demás.
Estos capítulos de Doctrina y Convenios no solo narran la expansión de la obra misional en los primeros días de la Iglesia, sino que también nos ofrecen principios que son profundamente aplicables en nuestra vida diaria. El llamado a ser testigos de Jesucristo es universal, y cada uno de nosotros puede ser parte de la misión del Señor, independientemente de nuestra edad, posición o circunstancias. A través de la fe, el arrepentimiento, la obediencia, el servicio y el Espíritu Santo, podemos construir nuestras vidas sobre un fundamento firme.
Al reflexionar sobre estos principios, es esencial recordar que no estamos solos en este viaje. Al igual que los primeros miembros de la Iglesia recibieron promesas de guía y bendiciones, nosotros también podemos confiar en la promesa de que el Señor estará con nosotros. Él nos prepara, nos fortalece y nos guía para que podamos cumplir con Su voluntad. Las oportunidades para compartir el evangelio están a nuestro alrededor, y nuestra disposición para servir y ser testigos de Cristo puede marcar una diferencia significativa en las vidas de aquellos con los que nos relacionamos.
Al aplicar estos principios, podemos experimentar una mayor paz en nuestras vidas, fortalecer nuestras relaciones familiares y ser parte activa en la obra de la salvación. Compartir el evangelio, vivir con fe y obediencia, y servir con amor nos permite ser testigos de la luz de Cristo en el mundo, y como resultado, experimentar el gozo profundo de ser instrumentos en Sus manos.
Testifico que el evangelio de Jesucristo es verdadero y que la obra misional es una de las más grandes bendiciones que podemos experimentar en nuestras vidas. A través de Doctrina y Convenios 30–36, se nos enseñan principios eternos que no solo aplican para los primeros misioneros de la Iglesia, sino para cada uno de nosotros en nuestra vida diaria. El llamamiento a ser testigos de Jesucristo es universal, y cada miembro tiene un papel que desempeñar en compartir Su luz con los demás. Me he dado cuenta de que, aunque muchas veces pensamos que no estamos preparados o que no tenemos un llamamiento formal, Dios nos ha dado a todos la capacidad de ser misioneros, ya sea compartiendo nuestro testimonio o sirviendo a los demás en el nombre de Cristo.
También puedo testificar que la obediencia a los mandamientos y el servicio al Señor no solo bendicen a quienes nos rodean, sino que también nos fortalecen a nosotros. Cada vez que decidimos vivir conforme a los principios del evangelio, el Espíritu Santo nos guía, nos consuela y nos ayuda a superar nuestras dificultades. A lo largo de mi vida, he visto cómo Dios prepara a Sus siervos, incluso cuando no entendemos completamente Su plan. He sido testigo de cómo las pequeñas acciones de servicio, las palabras de fe y las invitaciones sinceras pueden abrir corazones y cambiar vidas.
Soy testigo de que el arrepentimiento y la fe en Jesucristo son los cimientos que nos permiten permanecer firmes y crecer espiritualmente. A medida que buscamos la guía del Espíritu y nos mantenemos firmes en la obediencia, podemos enfrentar los desafíos con la confianza de que el Señor está con nosotros, guiándonos y fortaleciendo nuestras familias y nuestras vidas.
Mi testimonio es que, al aplicar los principios de amor, servicio y obediencia que se enseñan en estos capítulos, podemos ser instrumentos en las manos de Dios para hacer Su obra y llevar Su luz a todos los que nos rodean. Sé que el Señor nos prepara y nos capacita para cumplir con nuestra misión, y cuando lo hacemos con humildad y fe, experimentamos las bendiciones eternas que Él promete a todos los que le sirven con un corazón sincero. En el nombre de Jesucristo, amén.
Un análisis de Doctrina y Convenios: 30 — 31 — 32 — 33 — 34 — 35 — 36
Discusiones sobre Doctrina y Convenios
Llamados a Predicar el Evangelio: D. y C. 30-35

























