Conferencia General, abril de 1957

El día de reposo: un día de descanso

Presidente Joseph Fielding Smith
Del Consejo de los Doce Apóstoles


En sus comentarios esta mañana, el presidente Clark declaró que hay quienes quieren destruir la Constitución de los Estados Unidos, y hay quienes quieren destruir el Decálogo, o los Diez Mandamientos. Me gustaría hablar sobre los Diez Mandamientos, si el tiempo lo permitiera, pero como no será así, me centraré en uno de ellos: el de santificar el día de reposo.

Estos mandamientos no han sido derogados ni anulados, y están vigentes hoy tanto como lo estaban cuando fueron proclamados con estruendo desde el monte Sinaí, aunque no se observen. El día de reposo se ha convertido en un día de placer, de diversión, en todo menos un día de adoración, de un extremo al otro del país; y lamento decir que demasiados—con que fuera uno solo ya sería demasiado—miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se han unido a esa corriente, y para algunos miembros de la Iglesia el día de reposo se considera un día de jolgorio, de placer, en vez de uno en el que podamos servir al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, mente y fuerza.

El Señor no puede perdonarnos cuando sabemos lo que es correcto y violamos sus mandamientos. Él nos ha dado una ley, un mandamiento, diciendo que debemos aceptar las palabras del Señor tal como Él nos las ha revelado. No tenemos derecho a transgredir esta ley ni ninguna de las otras leyes que son tan fundamentales para nuestra exaltación, y ¿cómo pueden los miembros de la Iglesia esperar recibir salvación y exaltación en el reino celestial de Dios, y al mismo tiempo mostrar desprecio por sus sagrados mandamientos?

Ahora, me apresuraré tanto como pueda, pero quiero leerles una condena que el Señor pronunció sobre Israel porque rehusaron guardar este mandamiento:

“Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto.
Y les di mis estatutos, y les mostré mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpla vivirá.
Además les di mis días de reposo, para que fueran una señal entre yo y ellos, para que supieran que yo soy el Señor que los santifico.
Pero la casa de Israel se rebeló contra mí en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y menospreciaron mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpla vivirá; y profanaron en gran manera mis días de reposo. Entonces dije que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos.
Pero actué por amor de mi nombre, para que no se profanara a la vista de las naciones en medio de las cuales los había sacado.
También juré en el desierto que no los introduciría en la tierra que les había dado, tierra que fluye leche y miel, que es la más hermosa de todas las tierras,
Porque menospreciaron mis decretos, y no anduvieron en mis estatutos, sino que profanaron mis días de reposo, porque su corazón se fue tras sus ídolos.
Con todo, mis ojos los perdonaron para no destruirlos, ni los exterminé en el desierto.
Y dije a sus hijos en el desierto: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.
Yo soy el Señor vuestro Dios; andad en mis estatutos, y guardad mis decretos, y ponedlos por obra.
Y santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy el Señor vuestro Dios.” (Ezequiel 20:10–20)

Esas son las palabras del Señor a Ezequiel. A pesar de todas sus apostasías, su maldad y su violación de los mandamientos, el Señor aún suplicaba por ellos; y en los días de Ezequiel, después de que la mayoría de las tribus de Israel habían sido llevadas cautivas por causa de su rebelión, el Señor imploró a los que aún quedaban que guardaran sus días de reposo, que anduvieran en sus estatutos —y aun entonces se negaron. Sin embargo, Él dijo que si hacían estas cosas, era un convenio con Él, y que al guardar ese convenio Él los bendeciría.

Ahora bien, esta es la ley para la Iglesia hoy, tal como lo fue para el antiguo Israel, y algunas personas entre nosotros se sienten bastante inquietas porque piensan que guardar el día de reposo limita sus actividades. Así que ahora quiero leerles el mandamiento que el Señor ha dado a Israel moderno, y que debemos aprender a guardar.

“Por tanto, les doy un mandamiento que dice así: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu poder, mente y fuerza; y en el nombre de Jesucristo le servirás.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hurtarás; ni cometerás adulterio, ni matarás, ni harás cosa semejante.
Darás gracias al Señor tu Dios en todas las cosas.
Ofrecerás sacrificios al Señor tu Dios en rectitud, sí, el sacrificio de un corazón quebrantado y un espíritu contrito.
Y a fin de que más completamente te conserves sin mancha del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo;
Porque en verdad este es un día que te he señalado para descansar de tus labores y rendir devoción al Altísimo;
No obstante, tus votos serán ofrecidos en rectitud todos los días y en todo tiempo;
Pero recuerda que en este, el día del Señor, ofrecerás tus ofrendas y tus sacramentos al Altísimo, confesando tus pecados a tus hermanos y ante el Señor.
Y en este día no harás ninguna otra cosa, sino que se preparará tu alimento con sencillez de corazón para que tu ayuno sea perfecto, o sea, para que tu gozo sea completo.
En verdad, esto es ayuno y oración, o sea, regocijo y oración.
Y en cuanto hagáis estas cosas con acción de gracias, con corazones alegres y semblantes radiantes, no con mucha risa, porque esto es pecado, sino con corazón gozoso y semblante alegre—
En verdad os digo, que en cuanto hagáis esto, la plenitud de la tierra será vuestra: las bestias del campo y las aves del cielo, y lo que se arrastra sobre los árboles y camina sobre la tierra;
Sí, y la hierba, y las cosas buenas que proceden de la tierra, ya sea para alimento o para vestido, o para casas, o graneros, o huertos, o jardines, o viñedos;
Sí, todas las cosas que vienen de la tierra, en su tiempo, se han hecho para el beneficio y el uso del hombre, para agradar la vista y alegrar el corazón;
Sí, para alimento y vestido, para gusto y olfato, para fortalecer el cuerpo y vivificar el alma.
Y agrada a Dios haber dado todas estas cosas al hombre; porque para este fin fueron hechas, para ser usadas con juicio, no con exceso ni por extorsión.
Y en nada ofende el hombre a Dios, ni contra nadie se enciende su ira, sino contra aquellos que no reconocen su mano en todas las cosas, y no obedecen sus mandamientos.” (Doctrina y Convenios 59:5–21)

Ahora, mis buenos hermanos y hermanas, cuando regresen a casa después de esta conferencia, no pueden irse diciendo: “Los hermanos nos han elogiado por nuestras buenas obras; nos han felicitado por haber entrado en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.” No podemos decir eso si recordamos nuestras deficiencias con respecto al cumplimiento de algunos de estos mandamientos que el Señor nos ha dado y que pertenecen a su reino celestial.

Debemos dejar de violar el día de reposo. Debemos dejar de violar otros mandamientos, si es que los estamos violando, y les prometo que si ustedes guardan el día de reposo—ustedes que están abriendo sus negocios en el día de reposo—si los cierran y se ocupan de los deberes que el Señor les ha dado, y guardan sus mandamientos, prosperarán y Él los bendecirá más abundantemente, porque así lo ha prometido, más de lo que serían bendecidos si muestran desprecio por los mandamientos que Él nos ha dado.

Que el Señor los bendiga a todos y cada uno, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

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