Cómo criar una Familia Celestial


Conclusión
Ninguna Silla Vacia


El presidente Ezra Taft Benson solía decir que su mayor propósito en la vida era criar una familia celestial, y quería asegurarse de que, cuando tanto él como su familia fallecie­ran, no hubiese «ninguna silla vacía» en su hogar celestial. Se refería a que no quería perder ni a uno de sus hijos, sino que haría todo lo posible para contribuir a su salvación, a fin de que tuvieran vida eterna. Para mí éste es un propósito digno de todo padre fiel: Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que no haya «ninguna silla vacía» en el cielo.

Cuando regresemos con nuestro Padre Celestial, a todos nos gustaría oír las siguientes palabras: «Bien hecho, buen siervo y fiel. Entra en tu descanso. Verdaderamente has sido fiel en todas las cosas y ahora serás coronado con gloria, inmortalidad y vida eterna. Has guardado los mandamien­tos, has pasado la prueba y finalmente has regresado a casa».

Pero, ¿no le gustaría también escuchar palabras seme­jantes a éstas?: «Todos tus hijos caminan en la verdad. Les has enseñado bien. Les has enseñado en cuanto a la fe en el Señor Jesucristo, el arrepentimiento, las ordenanzas y los convenios, la oración, el estudio de mis santas palabras y todos los demás principios y ordenanzas esenciales de mi Evangelio. Les has enseñado sobre la expiación de Jesucristo y sobre cómo obtener la gracia y el perdón del Señor.

«Consuélate y entiende que, gracias a tu amor, a tus fie­les enseñanzas y a tu paciencia con cada uno de ellos, nin­guno se perderá. En su debido tiempo, todos ellos estarán contigo en el hogar eterno al que diste comienzo, fortale­ciste y nutriste durante tu estancia en la tierra, y volverán para vivir aquí con nosotros por las eternidades. No habrá ni una silla vacía en tu familia. Te amamos por haber amado tanto a tus hijos y a mis hijos, quienes, junto con­tigo, serán coronados con gloria, inmortalidad y vida eterna».

¿Puede imaginarse la dicha y la satisfacción que sentirá cuando escuche estas palabras? Es un gozo casi imposible de describir.

En resumen, ¿cómo podemos criar una familia celestial? Debemos acudir a Dios y hacer que nuestros hijos también se vuelvan a El. Debemos ayudarles a que ablanden su cora­zón y enseñarles por el Espíritu del Señor a guardar todos Sus mandamientos. Debemos enseñarles, por medio del ejemplo, a seguir las impresiones del Espíritu hasta que vayan de regreso a su hogar celestial. Debemos enseñarles la doctrina del reino; pero, por encima de todo, debemos amarlos con todo nuestro corazón.

Los padres pueden llegar a desanimarse o a preguntarse si tanto esfuerzo merece la pena. Algunos padres se pregun­tan qué esperanza pueden tener para un hijo que no esté viviendo el Evangelio. Mas hay grandes bendiciones que se reciben por haber nacido bajo el convenio o cuando los hijos son sellados a sus padres, al igual que ocurre en los sella-mientos entre esposos. El élder Orson F. Whiteny dijo:

El profeta José Smith declaró —y nunca enseñó una doctrina más consoladora— que el sellamiento eterno de padres fieles, y las promesas divinas reci­bidas por su valiente servicio en la Causa de la Verdad, no sólo los salvarán a ellos, sino también a su posteridad. Aunque algunas de las ovejas se des­víen, el ojo del Pastor está sobre ellas y, tarde o temprano, sentirán cómo los lazos de la Divina Providencia se extienden hacia ellos para traerlos de regreso al rebaño. Ellos volverán, bien sea en esta vida o en la venidera.

Tendrán que pagar su deuda con la justicia; ten­drán que padecer por sus pecados y puede que ten­gan que recorrer un sendero escabroso,- mas si por lo menos todo ello los conduce, al igual que al hijo pródigo, de regreso al hogar y al corazón de padres amorosos y dispuestos a perdonar, esta dolorosa experiencia no habrá sido en vano. Oren por sus hijos imprudentes y desobedientes; manténganse cerca de ellos por medio de la fe. Tengan esperanza y confíen, hasta ver la salvación de Dios {Confeience Report, abril de 1929, pág. 110).

El presidente Brigham Young dijo lo siguiente por reve­lación, haciendo hincapié en el valor del matrimonio eterno, la dignidad y el poder unificador de las ordenanzas selladoras del templo:

Dejad que el padre y la madre, que sean miem­bros de esta Iglesia y reino, sigan un camino recto, y se esfuercen con todo su poder en nunca hacer el mal, sino hacer el bien toda su vida; si tienen uno o cien hijos, si se comportan con ellos como es debido, ligándolos al Señor por su fe y oraciones, no importa dónde vayan éstos,- están ligados a sus padres por un vínculo eterno, y ningún poder en la tierra o en el infierno podrá separarlos de sus padres en la eternidad; ellos volverán a la fuente de donde nacieron fen foseph Fielding Smith, Doctrina de salvación, 2:84).

Que el Señor nos bendiga para dar lo mejor de nosotros mismos al criar una familia celestial. Creo que en algunos aspectos desconocemos quién es la generación que estamos criando. Muchos de nuestros hijos puede que estén presen­tes cuando regrese el Señor. Ruego que este deseo de Alma y de Juan por sus hijos sea también nuestro deseo:

Hijo mío, confío en que tendré gran gozo en ti, por tu firmeza y tu fidelidad para con Dios… Te digo, hijo mío, que ya he tenido gran gozo en ti por razón de tu fidelidad (Alma 38:2-3).

No tengo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Juan 1:4).

Que el Señor nos bendiga para que guiemos a nuestros hijos de regreso a Él, para que los amemos, animemos, motivemos y apoyemos. Ruego que nos bendiga para que les dediquemos tiempo, les enseñemos y preparemos para esta vida y, más importante todavía, para la vida venidera.

Que el Señor nos bendiga con el gran don de percibir los pensamientos y las intenciones del corazón de nuestros hijos, y que de este modo seamos capaces de sentir lo que ellos están sintiendo. Que podamos ser bendecidos para per­cibir cualquier cosa que pueda estar afectando sus respecti­vas vidas y que, por medio del Espíritu del Señor, podamos colaborar en la exaltación de Sus hijos,- para que Su promesa se haga realidad en nuestro papel de padres: «Estaré a vues­tra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros».

Ruego que el Señor bendiga a los buenos padres de Sión, incluyendo a los padres que tan valientemente se están esforzando sin la ayuda de un cónyuge por criar una familia celestial. Deseo que esta bendición llegue hasta usted de modo que, cuando cruce el velo, no encuentre ninguna silla vacía en su círculo familiar. Que el Señor nos bendiga a todos en este propósito, es mi humilde oración en el nom­bre de Jesucristo, amén.