Doctrina de Salvación Tomo 3

Capítulo 17

El Éxodo de Israel Moderno


LAS PERSECUCIONES DE LOS SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS

PERSECUCIÓN SOPORTADA POR AMOR AL EVANGELIO. He visitado la mayor parte de las escenas de los primeros años de la historia de la Iglesia. He andado por gran parte del camino que los miembros recorrieron cuando vinieron a estos valles. He meditado mucho estas escenas, los viajes, las dificultades, las congojas, sufrimientos y persecuciones de esos primeros días; y al yerme en estos sitios consagrados y al viajar por parte del territorio que ellos atravesaron, mi corazón se ha sentido impresio­nado, pero he comprendido que no está a mi alcance el poder comprender y tal vez sentir todo lo que estas buenas y fieles almas soportaron, y todo por el amor del evangelio de Jesucristo.

PERSECUCIONES EN NUEVA YORK, OHIO, MISURI E ILLINOIS. La Iglesia se originó en Nueva York. La persecución descendió sobre los miembros desde el principio y fueron echados de sus casas. El Señor les dio el mandamiento de reunirse en Ohio y establecieron su sede en Kirtland, en dicho estado. Indudablemente ninguna intención tenían de salir cuando primero llegaron allí, pero el Señor les reveló que había otro lugar, el sitio que llamó Sión, en las fronteras de los lamanitas, así que su corazón se tomó a ese lugar. Sin embargo, jamás había sido su intención abandonar por completo SU sede en Kirtland, pero la persecución les sobrevino y se vieron obligados a salir.

Con alegría se reunieron principalmente en el Condado de Jackson, donde se les había hecho saber que sería edificada la gran ciudad, la Nueva Jerusalén o Sión, y se regocijaron a causa de ello, mas no tuvieron el privilegio de permanecer allí. Sus enemigos vinieron contra ellos con odio y rencor en sus corazones y los expulsaron.

Se trasladaron a otra parte del Estado de Misurí y de nuevo dispusieron y trataron de establecerse allí, pero la persecución los siguió y el odio de los oficiales en ese estado resultó en su expulsión y en un decreto del gobernador de ese estado, de que tendrían que salir o ser exterminados. Se volvieron hacia el Este, cruzaron el gran río y se establecieron en Nauvoo, en el Estado de Illinois. Por un tiempo prosperaron, pero no sin persecución, no sin rencores, y finalmente ese odio llegó hasta el colmo y el Profeta y su hermano, mi abuelo, padecieron el martirio.

DIFICULTADES DEL VIAJE HACIA EL OESTE. Sus enemigos pensaron que con eso se acabaría la Iglesia. Los periódicos así lo declararon. Sus enemigos se regocijaron, pero no vino el fin. La Iglesia siguió creciendo, y en igual manera siguió creciendo la animosidad y el odio d~ sus enemigos, y por último los miembros fueron echados de sus casas, despojados de prácticamente cuanto poseían, y así emprendieron su viaje hacia este territorio occidental, indigentes, en la pobreza, y el mundo dijo que habían salido a su destrucción y se regocijó.

Os digo, mis hermanos y hermanas, que nosotros no comprendemos todo lo que soportaron —sus dificultades, sus sufrimientos, las persecuciones, los asesinatos, las expulsiones que les sobrevinieron antes que emprendieran su viaje hacia el Oeste— y llegaron a este valle regocijándose. Fue el presidente George A. Smith el que hizo la declaración de que vinieron aquí de su propia y libre voluntad y elección, porque tuvieron que hacerlo; y es verdad.

Cruzaron los llanos, muchos de ellos empujando carros de manos en los que llevaban las escasas posesiones con que contaban. Recorrieron las penosas millas con pies adoloridos y ensangrentados, en medio de privaciones y sufrimientos que nosotros no podemos comprender, y llegaron a este valle del Lago Salado, y se sintieron agradecidos al Señor porque les había preservado la vida y los había traído a un lugar de paz donde podrían adorar; y todo esto porque amaban la verdad

¿SOMOS DIGNOS DE LO QUE NOS LEGARON LOS PIONEROS? He estado pensando, como he pensado muchas veces en lo pasado, en este gran legado que es nuestro, las grandes bendiciones que han venido a nosotros, establecidas sobre el fundamento de persecución, muerte, privaciones, hombres y mujeres que sacrificaron sus vidas a fin de que pudiéramos morar en esta tierra con paz y seguridad; ¿y cómo nos sentimos hoy al respecto? ¿Santificamos el día de reposo? ¿Oramos? ¿hay agradecimiento en nuestras almas por todo lo que hicieron por nosotros estas firmes personas que amaron la verdad y vinieron aquí a fin de que pudieran adorar a Dios de acuerdo con los dictados de su conciencia? ¿Cómo nos sentimos?

Cuando veo los informes de las condiciones en este estado y en los estados circunvecinos en donde moran los Santos de los Ultimos Días, la cantidad de licor que se consume, así como de tabaco, de té y de café y de otras cosas que perjudican la salud, y que contravienen los mandamientos del Señor, cuando veo a la gente profanar el día de reposo y cometer toda otra clase de pecados que son contrarios a lo que se les ha enseñado, me pregunto si el Señor está complacido con nosotros.

PRECONOCIMIENTO DEL ÉXODO

SIÓN FLORECERÁ SOBRE LOS COLLADOS. Ya desde diciembre de 1830 se presagia el éxodo en una revelación dada a la Iglesia, en la cual leemos: “Guardad todos los mandamientos y convenios que os ligan; y haré estremecer los cielos para vuestro beneficio, y Satanás temblará y Sión se regocijará sobre los collados y florecerá.

Además, en marzo de 1831, se escribió lo siguiente en una revelación: “Pero antes que venga el gran día del Señor, Jacob prosperará en el desierto, y los lamanitas florecerán como la rosa. Sión florecerá en los collados y se regocijará en las montañas, y será congregada en el lugar que he señalado.”

EL PROFETA PREDIJO LA VENIDA DE LOS MIEMBROS A LAS MONTAÑAS ROCOSAS. El significado de estas palabras no penetró la mente de los miembros de la Iglesia en esa época, pero en 1842, cuando Nauvoo tenía apenas tres años de haberse fundado, el profeta José Smith anotó en la historia, con fecha del 6 de agosto, lo siguiente: “Profeticé que los santos seguirían padeciendo mucha aflicción, y que serían expulsados hasta las Montañas Rocosas; que muchos apostatarían, otros morirían a manos de nuestros perseguidores, o por motivo de los rigores de la intemperie o las enfermedades; y que algunos de ellos vivirían para ir y ayudar a establecer colonias y edificar ciudades, y ver a los santos llegar a ser un pueblo fuerte en medio de las Montañas Rocosas.

No hay duda de que este éxodo no se apartaba de los pensamientos de José Smith, aun cuando los miembros de la Iglesia no pudieron comprender el significado de sus palabras en medio de su ambiente. Tal vez muchos de ellos pensaban igual que lo que expresó el senador George H. McDuffie de Carolina del Sur, el cual en 1843, al referirse a la ocupación de la cuesta occidental, dijo en la Cámara del Senado de los Estados Unidos:

“¿Quiénes son los que irán allá, siguiendo los pasos de las plazas militares, para entrar en posesión de la única parte del territorio que vale la pena ocupar, esa franja de terreno contigua a la orilla del mar, de menos de ciento sesenta kilómetros de anchura? Señores, ¿qué valor tiene esto para fines agrícolas? Para tal objeto no daría yo ni un polvo de rapé por todo el territorio. Ojalá no fuéramos los dueños.”

LOS PLANES DEL PROFETA PARA LA COLONIZACIÓN DEL OESTE. Unos pocos meses después, cuando estaba más furiosa la persecución contra los miembros, José Smith convocó una reunión para considerar la exploración del Oeste. En su historia anota lo siguiente con fecha del 20 de febrero de 1844:

“A las diez de la mañana fui a mi oficina, donde los Doce Apóstoles y algunos otros se reunieron con los hermanos Mitchell Curtis y Stephen Curtis, los cuales habían partido del bosque de pinos sobre el río Black, el primero de enero. Lyman Wight y el obispo Miller los enviaron para saber si Lyman debería predicar a los indios, ya que los menominces y los chippewas lo habían solicitado.

“Di instrucciones a los Doce Apóstoles de enviar una delegación a explorar algunos sitios en California y Oregon, y buscar un buen lugar donde podamos trasladarnos después que el templo quede terminado, y donde podamos levantar una ciudad en un día, y tener nuestro propio gobierno; irnos a las montañas, donde el diablo no nos puede echar fuera, y vivir en un clima saludable donde podamos vivir los años que queramos.”

Luego con fecha del miércoles 21 de febrero de 1844, el Profeta escribe: “El Consejo de los Doce se reunió en mi oficina. Incluyo la siguiente acta: ‘En una reunión de los Doce en la oficina del alcalde, en Nauvoo, el 21 de febrero de 1844, a las 19:00 horas, estando presentes Brigham Young, Parley P. Pratt, Orson Pratt, Wilford Woodruff, John Taylor, George A. Smith, Willard Richards y otros cuatro, convocados mediante aviso previo por instrucciones del presidente José Smith, el día 20 de los corrientes, para el propósito de escoger una compañía que explorara Oregon y California y seleccionara un sitio para una nueva ciudad de los santos. Jonathan Dunham, Phineas H. Young, David D. Yearsley y David Fullmer se ofrecieron para ir; y se pidió a Alphonso Young, James Emmett, George D. Watt, y Daniel Spencer que fueran. Se aprobó por voto que se notificara a las antedichas personas que se reunieran con el concilio la noche del próximo viernes en la sala de asambleas. —Willard Richards, secretario’.”

LAS INSTRUCCIONES DEL PROFETA AL GRUPO EXPLORADOR. El acta del viernes 23 de febrero dice: “Me reuní con los Doce en el salón de asambleas para tratar el asunto de la expedición exploradora a Oregon y California; Hyrum .y Sidney estuvieron presentes. Les dije que quería que se hiciera una exploración de toda esa región montañosa. Tal vez sería mejor ir directamente a Santa Fe. ‘Envíense veinticinco hombres; prediquen el evangelio dondequiera que fueren. Salga aquel hombre que pueda reunir quinientos dólares, un buen caballo y una mula, un fusil, una escopeta, silla de montar y freno, un par de revólveres, un cuchillo y un buen sable. Nómbrese un capitán y búsquense voluntarios. Quiero que todo el que vaya se porte como rey y sacerdote. Cuando llegue a las montañas quizá deseará hablar con su Dios, y al hallarse entre las naciones salvajes, deberá tener el poder para gobernar. Si no podemos conseguir voluntarios, esperemos hasta después de las elecciones.’ George D. Watt dijo: ‘Señores, yo iré.’ Samuel Bent, Joseph A. Kelting, David Fullmer, James Emmett, Daniel Spencer, Samuel Rolf, Daniel Avery y Samuel W. Richards se ofrecieron para ir’.”

Debe entenderse que California y Oregon comprendían en aquella época todas estas tierras en que ahora nos hallamos en la parte occidental de las Montañas Rocosas. No era la intención del Profeta que fueran a la costa y sus palabras lo indican claramente, sino que estos exploradores deberían explorar las Montañas Rocosas, y allí buscar un sitio para la edificación de una ciudad. En aquella época la ciudad de Santa Fe era el sitio lógico desde el cual se podía emprender esta exploración del Oeste.

JOSÉ SMITH PROFETIZA EL TRIUNFO DE LOS MIEMBROS. El sábado 24 de febrero, varios hermanos llegaron a la casa de José Smith y se ofrecieron para unirse a esta expedición y al día siguiente él predicó en la manzana del templo, donde profetizó que: “Dentro de cinco años nos hallaremos fuera del poder de nuestros antiguos enemigos, ya fuesen apóstatas o la gente del mundo, y dijo a los hermanos que lo anotaran, y así cuando se realizara, no habría necesidad de que dijeran que habían olvidado la declaración.”

Durante la siguiente semana, Ira S. Miles, Almon L. Fuller, Hosea Stout, Thomas S. Edwards, Moses Smith, Rufus Beach y otros se ofrecieron para salir en esa expedición. El lunes 4 de marzo de 1844 José Smith escribió una carta a James Arlington Bennett de Nueva York, en la cual decía: “Todo va bien en Nauvoo. Actualmente estamos equipando a tina noble compañía para que explore Oregon y California, y vamos progresando rápidamente con el gran templo, el cual esperamos techar esta temporada.”

EL PROFETA SOLICITA AL CONGRESO EL DERECHO DE COLONIZAR LA PARTE OCCIDENTAL DE ESTADOS UNIDOS. Una semana después, el 11 de marzo, el Profeta pasó el día en consejo con los Doce y otros, principalmente los voluntarios de esta compañía exploradora, donde se consideraron los asuntos relacionados con la expedición; el día 26 del mismo mes, José Smith dirigió un memorial al Congreso de los Estados Unidos, solicitando autoridad para organizar una compañía de cien mil hombres en los Estados Unidos, para que procedieran hacia el Oeste, en los alrededores de Oregon y California, con el propósito de abrir “las vastas regiones del inhabitado Occidente y Sur a nuestros ilustres y emprendedores labradores; para protegerlos en sus exploraciones; para asegurarlos en sus habitaciones, y con ello fortalecer el gobierno y ensanchar sus fronteras; para extender su influencia; para inspirar a las naciones con el espíritu de libertad e incorporarlas a su estandarte… para reemplazar la necesidad de mantener un ejército de pie en nuestras fronteras del poniente y del sur; para originar y mantener los principios de paz y suprimir populachos, insurrecciones y oposición en Oregon y en todas las tierras colindantes con los Estados Unidos que no se han incorporado con ningún gobierno reconocido; para explorar las regiones inexploradas de nuestro continente; para iniciar nuevos campos de empresas para nuestros ciudadanos y protegerlos en ellos… y alzar en alto el estandarte de paz universal.

Se nombró a Orson Hyde para que llevara el memorial a la ciudad de Washington. Este nombramiento se anotó en el acta del consejo municipal, con el sello de la corporación, firmado por José Smith, alcalde, y Willard Richards, registrador. El 25 de abril de 1844, Orson Hyde presentó un extenso informe de sus obras en Washington. Lo acompañó Orson Pratt, y entre los dos redactaron un proyecto de ley para presentarlo al Congreso, en el cual decían que su curso en general sería rumbo al oeste, a través del Estado de Iowa hasta el río Misurí, luego de allí por la “bifurcación norte del Río Platte hasta la desembocadura del río Sweetwater, a los 107 grados, 45 minutos de longitud oeste, y de allí río arriba hasta el paso del sur de las Montañas Rocosas, a unos 1700 kilómetros de Nauvoo; y de este paso del sur a los 42 grados, 28 minutos de altitud, rumbo al norte hasta los valles Umpaqua y Klamet en Oregon que colindan con California.”

EL PLAN DE JOSÉ PARA IR ADELANTE DEL GRUPO EXPLORADOR AL ESTE. Mientras esta expedición se estaba preparando para el viaje hacia el Oeste, surgieron las dificultades en Nauvoo que resultaron en la detención del Profeta y su hermano Hyrum, y su encarcelamiento en Carthage, Illinois, en junio. Antes de rendirse y sujetarse a las demandas de sus acusadores y los cabecillas de aquellos que más tarde formaron el populacho que le arrebató la vida, el Profeta cruzó el río Misisipí en Nauvoo con su hermano Hyrum, Porter Rockwell y Willard Richards, con la intención de ir adelante del grupo explorador al oeste. Se dio este paso, creyendo que era la sangre de José Smith la que el populacho buscaba, y que si él se ausentaba, se restablecería la paz.

Las actas de estas angustiosas escenas son las siguientes: “Sábado 22 de junio de 1844. —Como a las nueve de la noche (21:00 horas) Hyrum salió de la Mansión y le dio la mano a Reynolds Cahoon, diciendo al mismo tiempo: ‘Un grupo de hombres está procurando matar a mi hermano José, y el Señor le ha advertido que huya a las Montañas Rocosas para salvar su vida. Adiós, hermano Cahoon, nos volveremos a ver.’ Unos minutos después José salió de su familia llorando copiosamente. Se cubrió el rostro con un pañuelo y siguió al hermano Hyrum sin decir palabra.

“Entre las nueve y las diez de la noche, José, Hyrum y Willard, mientras esperaban el barco a la orilla del río, mandaron llamar a William W. Phelps, y le instruyeron que llevara a sus familias a Cincinnati a bordo del segundo vapor que llegara a Nauvoo; y que al llegar allí empezara a solicitar reparación de agravios al Presidente de los Estados Unidos y al Congreso, y viera si concedían a la Iglesia libertad y derechos iguales.

“Como a la medianoche, José, Hyrum y el doctor Richards, pasaron por Orrin P. Rockwell en su habitación y todos se dirigieron a la orilla del río hasta que encontraron el barco de Aarón Johnson, en el cual se subieron, y como a las dos de la mañana empezaron a cruzar el río Misisipí. Orrin P. Rockwell manejó los remos del pequeño barco, el cual tenía muchos agujeros, de modo que José, Hyrum y el doctor tuvieron que trabajar mucho, vaciando el agua con sus botas y zapatos para que no se hundiera.

EL MARTIRIO PUSO FIN A LOS PLANES PARA LA EXPLO­RACIÓN DEL ESTE. “Domingo 23. —Al apuntar el día llegamos a Iowa, del otro lado del río. Se envió a Orrin P. Rockwell de regreso a Nauvoo con instrucciones de volver a la noche siguiente con caballos para José y Hyrum, que los pasara al otro lado del río a escondidas en la noche y se preparara para emprender el viaje al gran valle en las Montañas Rocosas.

“A la una de la tarde (domingo 23), Orrin P. Rockwell regresó de Nauvoo con una solicitud de algunos de los ciudadanos, pidiéndole que regresara. Se dijo que éstos se quejaban de que estaba sucediendo igual que en la fábula, que al llegar los lobos, el pastor huyó del rebaño y abandonó a las ovejas para que fueran devoradas.”

A esta acusación el Profeta respondió: “Si mi vida, no tiene ningún valor para mis amigos, ningún valor tiene para mí.” Sin duda esta acusación lo hirió aun más que las balas de los asesinos unos días después en Carthage, Illinois. El y su hermano Hyrum habían estado recogiendo provisiones, como pre­parativos para su viaje hacia el oeste, pero todo esto cambió al oír esta acusación. De modo que José Smith y su hermano, que tanto lo amaba, volvieron y fueron conducidos a su martirio. Esto, por supuesto, dio fin a la expedición propuesta de exploración, y unos meses después, cuando se obligó a los Santos de los Ultimos Días, a fuerza de cañones y mosquetes, a que abandonaran sus hogares y emprendieran su jornada hacia el oeste, desde luego que no contaban con la experiencia e información que se había esperado recibir del grupo explorador.

LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA EN WINTER QUARTERS

LA PERSECUCIÓN NO SE CALMÓ CON LA MUERTE DEL PROFETA. Cuando los enemigos de la Iglesia lograron su inicuo propósito con el martirio del profeta José Smith y su hermano Hyrum, estaban seguros que habían dado fin a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. Estaban seguros que no podría sobrevivir y que sus miembros serían esparcidos a los cuatro vientos. Se jactaron de su acto asesino, pero esta jactancia duró poco.

Para su asombro, los miembros de la Iglesia recobraron su ánimo y siguieron construyendo y atendiendo sus tareas diarias. Según el parecer del populacho esto no era bueno, así que continuaron las persecuciones con nueva determinación. Hubo convenciones de los populachos y se presentaron demandas de que los Santos de los Ultimos Días abandonaran el Estado de Illinois. Da pena decir que estos enemigos contaban con la simpatía y ayuda traicionera del gobernador Thomas Ford. Los miembros pidieron tiempo para poder vender sus propiedades y en su petición a sus enemigos dijeron:

“Que nosotros emplearemos todo recurso legal, junto con otros medios, para preservar la paz mientras permanezcamos; y exigiremos, definitivamente, que no seamos molestados más con casas incendiadas u otras depredaciones que consumen nuestros bienes y tiempo, e interrumpen nuestros preparativos.

“Que es incorrecta la idea que estamos proyectando salir en seis meses, porque apenas estaría comenzando la primavera y no habría ni agua ni pasto, que son tan necesarios para nuestra partida. Pero sí proponemos emplear nuestra influencia para que no haya más siembra o más siega en estas tierras, después que hayamos recogido nuestras cosechas presentes; y suplicamos que se nos dirija toda comunicación por escrito.”

PELIGROS DEL ÉXODO DE NAUVOO. Se concedió la solicitud del presidente Brigham Young y sus hermanos, pero dentro de una semana se violó, aumentó la furia del populacho y expidieron un ultimátum de que los miembros tendrían que salir inmediatamente. El miércoles 4 de febrero de 1846, el primer grupo de miembros salió de Nauvoo y cruzó el Misisipí rumbo al Oeste. Otros siguieron tan rápidamente como les fue posible. Fue un invierno extremadamente severo. Se hallaban sin suficiente alimento, ropa y forraje para sus animales. Sus carros entoldados no podían protegerlos debidamente de la nieve y la lluvia, y había muchos carros sin toldos. Se estableció un campamento provisional en Sugar Creek y en la primera noche que acamparon nacieron nueve niños.

El presidente Brigham Young pasó el 16 de febrero de 1846 organizando el campamento. El primero de marzo se levantó el campamento y se reanudó el viaje en un tiempo frío y tormentoso. Varios miembros del campamento murieron al quedar expuestos al frío. Se habían reunido unos 400 carros, pero sin suficientes animales de tiro, para transportar a estos infortunados exiliados. Para cuando llegó abril, el cuerpo principal de los miembros iba en camino. Cerca del río Chariton, los desterrados se organizaron en compañías con capitanes al mando de grupos de diez, de cincuenta y de cien. Los apóstoles fueron nombrados para que se hicieran cargo de las divisiones.

CAMPOS PROVISIONALES EN GARDEN GROVE Y EN MOUNT PISGAH. El 24 de abril de 1846 se escogió un sitio a orillas del río Grand en Iowa, y se le dio el nombre de Garden Grove. Aquí se llevó a efecto una reunión de consejo y se informó que había 359 obreros varones en el campamento. De éstos, se señaló a cien de ellos para que cortaran árboles e hicieran peinazos, diez para construir cercos, 48 para edificar casas, doce para cavar pozos y diez para construir puentes. El resto debería preparar la tierra para cultivarla. También se nombró una organización provisional para velar por las necesidades espirituales, así como temporales, de esta colonia.

El 18 de mayo de 1846, Parley P. Pratt y su compañía se hallaban acampados a unos 43 kilómetros más hacia el oeste. Se decidió establecer allí otra colonia, y se le dio el nombre de Mount Pisgah. Igual que en Garden Grove, se hicieron arreglos para la conveniencia de aquellos que fueron designados para permanecer. Estos campos provisionales eran esenciales para el bienestar de los desterrados y se organizaron con el propósito de plantar grano y obtener provisiones para ayudar a los miembros en su viaje hacia el oeste.

LOS MIEMBROS SE ESTABLECEN EN WINTER QUARTERS. El 14 de junio, el presidente Brigham Young, Heber C. Kimball, Parley P. Pratt y otros que viajaban con las compañías que habían avanzado más, llegaron a orillas del río Misurí, no lejos de Council Bluffs. Al día siguiente se efectuó una reunión de consejo y se determinó que regresaran a los escarpes, donde podrían obtener agua de los manantiales y protegerse de los indios. Los hermanos descubrieron que los indios de la tribu Pottawattami eran muy amigables, y su cacique brindó algunos favores a los miembros. Los indios de la tribu Omaha, del otro lado del río. no se mostraron tan amigables.

El 29 de junio de 1846 se terminó la construcción de una balsa del lado oriental del río Misurí. La balsa se construyó bajo la supervisión de Frederick Kelser, que por muchos años fue obispo del Barrio 16 de Salt Lake City, e incidentemente, obispo de la familia del presidente Joseph F. Smith. Al día siguiente el presidente Young y otros cruzaron el río en busca de un sitio para establecer los campos de Israel. A principios de septiembre se escogió tal sitio y se le dio el nombre de Winter Quarters. Este sitio iba a ser el punto para equipar a aquellos que iban a continuar su viaje hasta el gran valle.

Se trazó una ciudad en forma regular de acuerdo con los planos que se trazaron para las colonias de los Santos de los Ultimos Días. Varios años después que la abandonaron los miembros, se le dio el nombre de Florence, y en la actualidad es un suburbio de la ciudad de Omaha. Winter Quarters, bajo la dirección de doce hombres nombrados para tal objeto, fue organizada en barrios, cada uno de ellos dirigido por un obispo. Los obispos nombrados en aquella temprana época fueron Levi W. Riter, Benjamín Brown, John Vance, Edward Hunter, David Fairbanks, Daniel Spencer, Joseph Matthews, Abraham Hoagland, David D. Yearsley y Joseph B. Noble.

OPOSICIÓN DE LOS INDIOS EN WINTER QUARTERS. En un período muy corto de tiempo, porque los habitantes trabajaron diligentemente, Winter Quarters ya parecía ciudad. Las casas se cons­truyeron principalmente de troncos de árboles que se traían del bosque que los rodeaba, pero algunos de los miembros hicieron sus casas en cuevas que cavaron. Surgieron algunas dificultades por motivo de que los indios les robaban ganado y caballos, pérdida que los miembros de esta colonia no podían soportar. El número de sus caballos, mulas y ganado era demasiado pequeño, y necesitaban urgentemente estos animales para la tierra y para el viaje proyectado hasta su tierra prometida en las Montañas Rocosas. La mayor parte de los miembros están familiarizados con el relato que cuenta el presidente Joseph F. Smith de su encuentro con los indios cuando era pastor a los ocho años de edad, y cómo por medio de su generosidad y la bendición del Señor él salvó el ganado, pero perdió su caballo y él mismo fue preservado milagrosamente de la muerte. Esto sucedió a corta distancia de Winter Quarters.

Los indios consideraban como intrusos a los miembros de la Iglesia que estaban viviendo en sus tierras; no hay duda que se sentían justificados en sus merodeos cometidos, en parte por lo menos, con el espíritu de represalia, porque los pobladores estaban matando y comiendo los animales de caza, y cortando los árboles para construir casas y corrales en aquellas tierras indias. El cacique Big Elk procuró restringir a su pueblo, pero se negaron a ser reprimidos. El presidente Brigham Young aconsejó a los miembros de la Iglesia a que trataran bondadosamente a los indios, pero se vio obligado a erigir una estacada alrededor de Winter Quarters como protección de los ataques de los indios.

SE EDIFICA UN CENTRO PARA CONCILIOS Y UN MOLINO HARINERO EN WINTER QUARTERS. Enterado de la necesidad de conservar ocupada a la gente, el presidente Young señaló deberes a todos, y con ello conservó ocupada la mente de los miembros, así que estuvieron más satisfechos que si hubieran estado ociosos. Desde luego, había que alimentar el ganado y los caballos, y cultivar los campos a fin de recoger una cosecha durante el otoño que rápidamente se aproximaba.

Se construyó un molino de harina, tanto para dar empleo como para utilizarse en la preparación de harina y otros granos. El presidente Young dijo que silos miembros no continuaban usándolo, los indios podrían hacerlo. De acuerdo con las costumbres de los Santos de los Ultimos Días, el molino se construyó como si fuera a ser permanente, aunque era sabido que en corto tiempo Winter Quarters quedaría abandonada. Además de la construcción de casas y un molino de harina, se edificó un centro para sus concilios, el cual se acomodó a estas condiciones primitivas, donde pudieran efectuar sus reuniones de consejo, reuniones sacramentales y otras para el beneficio de los pobladores de Winter Quarters.

Actualmente creemos que tropezamos con dificultades para alojar dos y algunas veces tres barrios en un solo edificio, pero estos obispos en Winter Quarters no tenían edificios separados, ni siquiera casa donde se pudieran reunir dos barrios alternando sus horarios. Las reuniones que se llevaban a cabo se realizaban en este centro para concilios o al aire libre. El deber de los obispos era principalmente velar por los miembros que se hallaban bajo su jurisdicción, tanto temporal como espiritualmente, sin la conveniencia de lugares separados de adoración. había existido una situación de esta naturaleza en Nauvoo, donde se formaron muchos barrios sin que se proporcionaran casas de oración. No obstante esta inconveniencia, se efectuaban reuniones regularmente en las que los miembros participaban de la Santa Cena y eran instruidos.

BRIGHAM YOUNG RECIBIÓ UNA REVELACIÓN EN WINTER QUARTERS. Este centro para concilios se utilizó para todo fin general. En él se efectuaban bailes y otras clases de entretenimiento. Toda actividad de diversión se iniciaba y se terminaba con oración. Fue en Winter Quarters donde el presidente Brigham Young recibió, el 14 de enero de 1847, una revelación de ánimo y orientación para los miembros de la Iglesia, para gobernarlos en sus viajes y en sus campamentos, como preparación para su establecimiento en el valle del Lago Salado.

En esta palabra del Señor, se dieron instrucciones en cuanto a los viajes de los miembros, su comportamiento en el camino y en sus campamentos. Se les instruyó que fueran abnegados y serviciales para con otros menos afortunados, con las viudas y los huérfanos, y recibieron la promesa de bendiciones si permanecían fieles. Se mandó a la compañía original de pioneros que fueran a la vanguardia, con sus capitanes al frente de los grupos de cien, cincuenta y diez. Se instruyó y se impulsó a los miembros a que alabaran al Señor “con cantos, con música, con baile y con oración de alabanza y acción de gracias”; y que si estaban tristes que clamaran “al Señor tu Dios con súplicas”, a fin de que sus almas se regocijaran.

Algunas personas irreflexivas han condenado a los pioneros a causa de sus bailes y ratos de alegría mientras cruzaban los llanos, pero todo esto se hizo por mandamiento del Señor y con el espíritu de oración y de acción de gracias. Verdaderamente fue como con David en la antigüedad, cuando “danzaba delante de Jehová”, cosa que hizo con el espíritu de verdadera humildad. Qué bueno sería si todos nuestros bailes y diversiones para entretener en la actualidad se pudieran llevar a cabo con un espíritu semejante. Cuánto mejores serían los miembros, cuánto más felices que cuando muchas de estas cosas se realizan según el espíritu del mundo.

Les fue dicho a los miembros que no temieran a sus enemigos, pues se hallaban en manos del Señor. No debían abrigar sentimientos de venganza ni odio en contra de sus enemigos. Los miembros iban a ser probados en todas las cosas, y si podían soportar los castigos, serían dignos del reino de Dios. Se les hizo saber por qué el Profeta y el Patriarca tuvieron que padecer una muerte violenta y por qué su sangre fue derramada. El Señor dijo: “Muchos se han maravillado a causa de su muerte [de José Smith]; mas fue menester que él sellara su testimonio con su sangre, a fin de que él fuese honrado y los inicuos condenados.” La conclusión de este consejo fue: “Sed diligentes en guardar todos mis mandamientos, no sea que os sobrevengan juicios, y os falte vuestra fe, y vuestros enemigos triunfen de vosotros. De manera que es todo por ahora. Amén y amén.”

LA VIDA Y OBRAS DE LOS MIEMBROS EN WINTER QUARTERS. El alimento principal de la gente en Winter Quarters durante el invierno de 1846-47 fue maíz y carne de puerco. Estos artículos se podían obtener con más facilidad, y se traían a Winter Quarters de la parte superior de Misurí, a lo largo de las fronteras occidentales de dicho estado. Había en esa época muy pocos molinos de harina en esa parte de Misurí, donde se compraba el grano.

Algunos de los hermanos hallaron trabajo durante estos meses difíciles y por esos medios pudieron comprar sus escasas provisiones a fin de prepararse para el viaje hasta las Montañas Rocosas. El trigo, hervido entero, y el maíz, en las cantidades en que podía obtenerse, se molían en los pocos molinos de mano que había en los campamentos a fin de producir harina. En el otoño de 1846, en la parte norte de Misurí, se vendían 35 litros cúbicos de trigo por 19 hasta 25 centavos de dólar; pero subieron estos precios hasta casi el doble al continuar los miembros haciendo sus compras. Aunque estos precios eran bajos, sin embargo, afectaron en gran manera los recursos de los pobres exiliados, porque sus medios eran sumamente escasos. Además de alimentar al pueblo, había que dar de comer al ganado y a los caballos, y esto requería grano. Sin la abundante misericordia y ayuda del Señor, estos miembros empobrecidos habrían perecido.

A pesar de todas sus aflicciones y la pobreza de los miembros, usualmente se sentían felices, porque el Espíritu del Señor los guiaba y tenían directores de voluntad indomable y admirable ingeniosidad, a quienes el Señor ayudaba. Hubo algunos entre ellos que no tuvieron la fe suficiente para continuar el viaje y se apartaron por el camino, entre ellos, el obispo George Miller y Alpheus Cutier.

Después de establecerse el campamento en Winter Quarters, el primero de noviembre de 1846, el comandante H. M. Harvey, superintendente de asuntos indígenas, visitó al presidente Young en Winter Quarters y le declaró que era su deseo que el campamento se saliera del territorio de los indios, que los miembros del campamento estaban quemando la leña de los indios y que él había recibido cartas de Washington del Departamento de Asuntos Indígenas, dando instrucciones de que a ningún poblador blanco se le permitiría estar en las tierras de los indios Omaha sin autorización del gobierno. El presidente Young le informó al comandante Harvey que el gobierno había llamado al servicio del ejército de los Estados Unidos, a los hombres más eficaces de entre los campos de los pioneros, y que esto había debilitado e impuesto cargas adicionales a los que permanecieron. Esto había ocasionado alguna dilación. Más tarde se supo que estas órdenes drásticas no habían venido de Washington.

LOS MIEMBROS FUNDAN A KANESVILLE. Winter Quarters no quedó completamente abandonada sino hasta 1848, y continuó siendo el lugar para equipar a las compañías que iban a viajar a través de los llanos y montañas hasta el valle de Salt Lake. Muchos de los miembros de la Iglesia se habían establecido en Council Bluffs, y los que no estaban preparados para cruzar los llanos se trasladaron al lado oriental del río Misurí. A este nuevo sitio se dio el nombre de Kanesville, en honor del general Thomas L. Kane, que había protegido a los Santos de los Ultimos Días en varias ocasiones. Kanesville llegó a ser un pueblo próspero antes que los miembros de la Iglesia recibieran instrucciones de abandonarlo. Durante su época de mayor prosperidad hubo más miembros de la Iglesia allí que en todo el valle de Salt Lake. Se publicó un periódico llamado el Frontier Guardian (Guardián de la Frontera) bajo la dirección del hermano Orson Hyde del Consejo de los Doce como su editor. Fue a Kanesville donde Oliverio Cowdery llegó en octubre de 1848 para solicitar que se le admitiera nuevamente en la Iglesia, solicitud que le fue concedida.

EL LLAMADO DEL BATALLÓN MORMÓN. Doce días después de la llegada del presidente Brigham Young a orillas del río Misurí, el capitán James Allen del ejército de los Estados Unidos llegó a Mount Pisgah con instrucciones del gobierno de reclutar cuatro o cinco compañías de voluntarios para el servicio en la guerra contra México. Se le aconsejó que fuera a Council Bluffs para hablar con el presidente Brigham Young, llegó allí el día 30 de junio y al día siguiente se reunió con el presidente Young y los hermanos.

El presidente Young le informó que se proporcionarían los voluntarios. El hermano Heber C. Kimball propuso, y lo secundó Willard Richards, que se reuniera un batallón de 500 hombres, proposición que se aceptó unánimemente en una reunión de los hermanos a quienes se convocó que se reunieran para esta ocasión. Esto requirió que el presidente Young volviera a Mount Pisgah y que se enviaran cartas a Garden Grove y a Nauvoo para notificar a los miembros de la Iglesia en estos sitios acerca de lo que se había determinado. El llamado de este Batallón Mormón y su admirable marcha y logros son cosas bien conocidas entre los Santos de los Ultimos Días, pero jamás se han rendido al verdadero espíritu y significado de su marcha el debido honor y lugar que debió haber recibido en toda la nación.