Capítulo 18
Los Pioneros Mormones y la Colonización
LA FUNDACIÓN DE UTAH
LOS MIEMBROS CAUSARON QUE EL DESIERTO FLORECIERA COMO LA ROSA. Un viajero que pasaba por los fértiles valles de Utah en un lujoso coche cama, rumbo a California, optó por decir, al mirar los campos cultivados y huertos en flor: “Con razón Brigham Young escogió estos valles bien regados y hermosos como habitación permanente para su pueblo.”
Era la primavera del año; los campos estaban verdes con el grano de la cosecha veraniega; los árboles frutales por el camino estaban en flor y por todas partes, en una tierra de gran fertilidad, se veía el glorioso pronóstico de una abundante producción. Son frecuentes estos comentarios de aquellos que pasan rápidamente por nuestro estado y ven las condiciones que hoy existen. Es bien poco lo que saben de los primeros años de la historia de nuestro estado y de la lucha casi sobrehumana de los pioneros para lograr que se alegraran “el desierto y la soledad”, y que “el yermo” se gozara y floreciera “corno la rosa”.
Fue un aspecto completamente diferente el que presenció el pequeño pero resuelto grupo de pioneros al entrar en el valle del Gran Lago Salado el 24 de julio de 1847, y ocupar la gran región entre montañas como sus primeros habitantes permanentes. Descubrieron que la tierra estaba dura y reseca. Había muy poca vegetación aparte de la espesura de la hierba desértica y las salvias que cubrían el valle, y los pocos sauces y álamos que crecían a orillas de los arroyos que fluían de los cañones. La escena era sumamente desoladora e inhospitalaria.
LOS MIEMBROS POBLARON UN YERMO DESOLADO. Los pioneros intentaron arar, pero la tierra, invicta por tantas edades, se negó a ceder el paso a la hoja del arado. Desviaron las aguas de uno de los arroyos, y habiendo remojado la tierra en forma completa, pudieron ararla y prepararla para la limitada pero extremadamente valiosa cantidad de semillas que habían llevado consigo. Así se inició una batalla resuelta con los elementos en condiciones adversas, de lo cual iba a resultar la conquista del desierto y el principio de nuestro sistema moderno del acertado cultivo de la tierra por medio del riego artificial.
Debe tenerse presente que la extensa región de las Montañas Rocosas, así como gran parte de los llanos hacia el este, constituían un desierto que en ese tiempo nadie conocía sino los cazadores, y éstos poco sabían de las grandes posibilidades de la región entre las montañas. Los pocos inmigrantes que atravesaron el país, antes de ese tiempo, continuaron sin demora hacia la gran costa del Pacífico. A nadie se le ocurría ocupar la región desolada y aparentemente improductiva de las Montañas Rocosas. Bridger, el cazador y guía, estaba tan seguro de que el valle de Lago Salado no produciría, que declaró que con gusto daría mil dólares si supiera que en ese valle había madurado una mazorca de maíz. Otros que conocían la región tenían el mismo concepto.
FUE EL DESTINO DE LOS PIONEROS MORMONES VIAJAR AL ESTE. El que ligeramente lee la historia de los Santos de los Ultimos Días podrá pensar que la venida de ellos a estos valles, en la ocasión y manera en que lo hicieron, fue sencillamente cuestión de necesidad, sin objeto alguno en lo que concernía a los propósitos del Señor. El presidente George A. Smith, uno de estos pioneros, declaraba muy frecuentemente —hablando de los Santos de los Ultimos Días— “que vinimos aquí de nuestra propia y libre voluntad y elección, porque nos vimos obligados a hacerlo”.
Sin embargo, era el propósito del Señor que los Santos de los Ultimos Días poseyeran estos valles de las montañas. Fue menester la persecución y la oposición y odio extremados por parte de sus enemigos para realizar este fin, y causar la expulsión de los miembros de la Iglesia de sus hogares en Illinois.
Me parece a mí que si se hubiera dejado en paz a los Santos de los Ultimos Días, sin oposición, y el Señor les hubiera mandado que abandonaran sus casas y emprendieran el viaje a través de los desolados valles y llanos hasta estos valles, muchos de ellos se habrían negado a venir. Estaban contentos y cómodos, en lo que concernía a sus hogares. Eran felices; habían estado prosperando. Habían encontrado los primeros años de paz en la historia de la Iglesia mientras permanecieron en Nauvoo, aun cuando estos años fueron pocos.
LOS PROFETAS PREDIJERON EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MIEMBROS EN LAS MONTAÑAS ROCOSAS. Durante los últimos dos años y poco más que habitaron en Nauvoo, el odio de sus vecinos se intensificó. No obstante, habían fundado una ciudad, la principal del estado de Illinois, una ciudad de poder e influencia. Tenían casas cómodas; estaban construyendo un espléndido templo en el cual podrían adorar a Dios y, naturalmente, deseaban permanecer allí. Sin embargo, el Señor tenía otros planes; e igualmente sus enemigos.
Mas no fue este odio y persecución, ni la expulsión de los miembros de la ciudad de Nauvoo y del Estado de Illinois, lo que constituyó el factor principal en su traslado y el principio de su jornada a través de los ilimitados llanos y la búsqueda de nuevos hogares en los valles de las Montañas Rocosas. Aun cuando la persecución y el odio fueron las causas inmediatas de su expulsión, sin embargo, en los primeros días de la historia de la Iglesia, desde el año 1830 y nuevamente en el año 1831, el Señor había indicado por revelación que llegaría el tiempo en que se hallarían establecidos en las montañas.
Unos setecientos años antes del nacimiento de Cristo, Isaías había declarado esa profecía. Mi propio abuelo, en el año 1834, al ungir a un hermano del presidente Brigham Young, el élder Lorenzo D. Young, predijo sobre su cabeza que él vendría con el grupo de los miembros a estos valles de las montañas.
LOS MIEMBROS FIELES SIGUIERON A BRIGHAM YOUNG. Hubo algunos que temieron las congojas de un viaje a través de los llanos hasta una región prácticamente desconocida, de la cual dijo Washington Irving que jamás llegaría a ser habitación de la civilización.
Estos miembros temerosos, al huir de la ciudad afligida de Nauvoo, buscaron refugio entre los poblados de Illinois, Wisconsin y territorios circunvecinos, donde fueron recibidos con paz y sin peligro de ser molestados. La gran mayoría de los miembros de la Iglesia, sin embargo, tuvieron la fe suficiente para seguir al presidente Brigham Young y a los Doce, creyendo implícitamente que el Señor prepararía el camino y los conduciría en la jornada hacia el oeste. Fueron los miembros de conveniencia, dijo el general Thomas L. Kane, los que abandonaron la Iglesia en su hora de crisis y buscaron refugio entre las comunidades pacíficas donde los populachos antimormones no prevalecían. Los firmes y fieles miembros de la Iglesia no titubearon, sino que soportaron las congojas que ellos comprendían que tendrían por delante al abandonar todo cuanto tenían en Nauvoo.
LOS MIEMBROS VINIERON AL OESTE PARA SERVIR A DIOS. Vinimos a estos valles para un propósito. ¿Cuál era? El propósito principal era el de servir al Señor, guardar sus mandamientos, adorarlo en espíritu y en verdad, según los dictados de nuestra conciencia. Tal fue el propósito que el presidente Young enseñó al pueblo; los élderes lo enseñaron, y fueron llenos del espíritu de fe y condujeron al pueblo.
Mas al pasar el tiempo, se desarrollaron otros elementos; otros vinieron entre nosotros, vinieron otras influencias y veamos cuál es la condición hoy. Nos superan en número las personas que aman el dinero, que no son un pueblo temeroso de Dios; son personas que aman a este mundo, las cosas de este inundo, los placeres de este mundo, las riquezas de este mundo; y en su mente han determinado obtener estas cosas, y nosotros estamos siguiendo sus pasos en gran manera y causando desagrado a nuestro Padre Celestial.
EL RECOGIMIENTO DE LOS PIONEROS DE ISRAEL
ORÍGENES GEOGRÁFICOS DE LOS PIONEROS DE 1847. Fue el 24 de julio de 1847 cuando los pioneros entraron en el valle de Lago Salado. Habían hecho el viaje desde Winter Quarters, a orillas del río Misurí, hasta el valle en unos 102 días, en el curso del cual construyeron caminos, vadearon arroyos y se abrieron paso por entre los barrancos de las montañas, marcando el camino para las compañías que estaban preparándose para seguirlos.
La compañía original estaba compuesta de 143 hombres, tres mujeres y dos niños. De este número, hasta donde podemos determinar, veintiuno eran oriundos de Nueva York, catorce de Vermont, once de Ohio, diez de Massachusetts, cuatro de Pennsylvania, cuatro de Connecticut, tres de Carolina del Norte, dos de Illinois, dos de Virginia, dos de Maine, tres de Nuevo Hampshire, dos de Misisipí, dos de Nueva Jersey, tres de Tennessee y uno de los estados de Alabama, Indiana, Carolina del Sur, Kentucky y Rhode Island, respectivamente. Diecinueve estados de la unión norteamericana, una mayoría en esa época. Cinco eran nativos de Canadá, cuatro de Inglaterra y uno de Irlanda, Escocia, Dinamarca, Noruega y Alemania, respectivamente.
Es notable que sin premeditación se hayan congregado estos pioneros de casi todos los estados de la confederación y de los varios países de Europa, de donde ha provenido la mayor parte de nuestra inmigración estable. Es razonable creer que los demás, cuyo lugar de nacimiento no sabemos, venían de sitios esparcidos en una región igualmente extensa.
Cinco días después de la llegada de los pioneros, se unió a ellos un destacamento de unos ciento cincuenta hombres del Batallón Mormón que habían sido alistados para la guerra contra México, y también unos cincuenta inmigrantes de Misisipí.
Los primeros días en el valle los dedicaron a explorar, levantar planos y trazar una ciudad; a arar y plantar, con la esperanza, aunque ya iba muy avanzada la temporada, de levantar una cosecha antes que llegaran las heladas del otoño. Araron poco más de 33 hectáreas y sembraron maíz, patatas, judías y otros productos de la tierra.
SE ESTABLECE LA COLONIA EN EL VALLE DE LAGO SALADO. El lunes 2 de agosto se dio principio al plano de la ciudad de Salt Lake, y también el día 10 se inició la construcción del Fuerte Antiguo, o estacada, que se edificó en las cuatro hectáreas que hoy se conocen como el Pioneer Park, como protección contra los indios hostiles. También construyeron 27 cabañas de troncos de árboles y se ocuparon en varias otras actividades encaminadas al establecimiento de un hogar permanente para ellos mismos y para los que iban a venir después.
El miércoles 18 de agosto casi la mitad de los de la compañía pionera empezaron a volver sobre sus pasos rumbo a Winter Quarters, para ayudar a sus familias y a los inmigrantes desterrados que se dirigían al valle. El día 26 los siguió otro destacamento del pequeño grupo. Ese otoño llegaron al valle de Lago Salado entre 600 y 700 carros y unas 2000 personas, principalmente con yuntas de bueyes.
Mientras cruzaban los llanos, los inmigrantes organizaron compañías de diez, cincuenta y cien, con un capitán sobre cada una de ellas. Así viajaron en forma organizada y una disciplina correcta regía todos sus movimientos. Cada mañana, al sonar el clarín, se reunían para orar, y al atardecer hacían la misma cosa; y no obstante las congojas del viaje, fueron alentados en su esperanza de lograr un asilo de reposo en la nueva Sión, donde, por lo menos, se verían libres de la persecución.
Un total de 1891 personas y 623 carros salieron de Winter Quarters a orillas del río Misurí el 31 de mayo de 1848, y llegaron al valle el 20 de septiembre de ese año. Esos eran principalmente los Santos de los Ultimos Días desterrados de Nauvoo, con un pequeño número de personas de los países europeos. Para entonces había 450 edificios en el Fuerte, se habían construido tres aserraderos, un molino de harina estaba funcionando y se estaban iniciando varias industrias necesarias.
NACIONALIDADES DE LOS PRIMEROS CONVERSOS MORMONES. Durante los años de 1840 a 1850 hubo mayor empeño en la predicación del evangelio por todo el mundo; la obra misional se llevó a cabo vigorosamente en las Islas Británicas, Alemania, Escandinavia, Francia, Italia, Suiza, Australia y en muchas otras tierras, incluso las islas del mar, y se lograron muchos conversos.
En 1849 se organizó la Compañía de Fondos Perpetuos para Inmigración, cuyo objeto era hacer un esfuerzo sistemático para auxiliar a todos los que desearan ayuda para emigrar de los países en el extranjero con el fin de unirse al cuerpo de los miembros en Utah. Este movimiento no se instituyó para fines de especulación, sino como medio para ayudar a los pobres necesitados a mejorar su situación en la tierra prometida. Se esperaba que los que recibieran ayuda de este fondo repusieran la cantidad que pidieran prestada, a fin de que otros también pudieran recibir ayuda, y con esto efectuar el funcionamiento perpetuo del fondo.
Entre los años de 1847 a 1856, hubo 59 compañías de inmigrantes, comprendiendo en total 16,901 almas que partieron de las playas europeas rumbo a Utah. Previamente se habían inmigrado cinco mil personas más, o sea un total de 21,911 personas. Procedían principalmente de las Islas Británicas, Escandinavia, Alemania y Suiza, con un pequeño número de Francia, Italia y otras naciones.
OCUPACIONES DE LOS PRIMEROS CONVERSOS MORMONES. Estos venían de las fábricas y de las minas de Gran Bretaña, de las pesquerías y las lecherías de Escandinavia, de los talleres de Alemania, de los viñedos de Francia e Italia, de diversos empleos y ocupaciones en los cuales no les era posible ahorrar, del escaso jornal que recibían como sueldo en el viejo mundo, lo suficiente para comprar su pasaje a través del mar.
De los inmigrantes, entre los años 1850 y 1860, se ha calculado que el 28 por ciento de ellos eran jornaleros, el 14 por ciento mineros y más o menos el 27 por ciento mecánicos. También se puede hallar entre estas filas al comerciante, al médico, al profesor, al ingeniero y al artesano diestro, al financiero y al artista. Ocasionalmente había uno que poseía una abundancia de los bienes de este mundo, y suficientemente generoso para compartir con su vecino desafortunado, porque no se limitaban únicamente a los pobres y los necesitados, los indoctos o los ignorantes.
Habían sido reunidos de todas las naciones, pero no eran la escoria de la tierra ni los parias de la sociedad; constituían precisamente los huesos y las fibras de las naciones de donde procedían, la sangre vital, la musculatura, sin las cuales las naciones dejarían de existir sobre la tierra. Esta clase de personas, despreciadas y holladas desde los tiempos más remotos bajo los pies de los soberbios, los orgullosos, la nobleza titulada, pero de quienes, a pesar de todo, la población aristócrata dependía para su existencia misma, éstos son de hecho y derecho la sal de la tierra. Recordemos que las Escrituras dicen que fue a los pobres a quienes se predicó el evangelio, y fue el pueblo común el que lo escuchó con gozo.
LA AMPLIA EXTENSIÓN DE LOS PIONEROS QUE INMIGRARON. Estos pioneros inmigrantes, que establecieron el Estado de Utah, pertenecían a los de la gran clase industrial, honrados aunque generalmente pobres, que establecieron el fundamento de nuestra gloriosa nación. Entre ellos había varones de renombre que lucharon por la causa de la libertad y la defendieron. Porque en Utah un porcentaje muy elevado de los habitantes son descendientes de las primeras familias coloniales de la Nueva Inglaterra y de los estados que colindan con el Atlántico.
De manera que el mormonismo incorporó de todas partes de la tierra a los millares de pobres, dependientes de otros, que habían abrazado la fe, y los hizo virtualmente independientes, colocándolos en granjas y de otras maneras proporcionándoles empleos remunerativos mediante los cuales se independizaron económicamente. En 1880, treinta años después de la organización del Territorio de Utah, la población había llegado a 143,963 habitantes. De este número, 43,944 de ellos eran de procedencia extranjera. Había 14,550 personas que se ocupaban en la agricultura, 4,149 que estaban empleadas en varios oficios y 10,2 12 que trabajaban en la minería, la mecánica y actividades manufactureras.
Según el informe estatal de 18%, el año en que Utah entró en la confederación, había 19,816 granjas, y de este número 17,584 se hallaban libres del gravamen de la hipoteca y otras deudas, y aun cuando las condiciones no han mejorado desde la llegada del automóvil y los métodos modernos de extravagancia, aun hoy, la gran mayoría de los Santos de los Ultimos Días moran en sus hogares con títulos de propiedad libres de gravámenes.
LA COLONIZACION MORMONA EN LOS PRIMEROS AÑOS
NATURALEZA ORDENADA DE LA COLONIZACIÓN MORMONA. Dentro de dos años de la fundación de Salt Lake City la inmigración había aumentado tanto, que no podía sostenerse a la población. Se enviaron muchos grupos, principalmente hacia el norte y el sur, para formar nuevas colonias, no únicamente en los alrededores de Salt Lake City, sino en las partes remotas del territorio que en esa época se extendía de este a oeste desde las fronteras de Nebraska y Kansas hasta California, y de norte a sur desde Oregon hasta Nuevo México. Se enviaban grupos de exploradores anticipadamente, y al ser seleccionado un sitio, los seguía tina compañía numerosa de voluntarios para efectuar la colonización permanente.
Se tuvo cuidado de que en estas compañías hubiera una representación adecuada de artesanos, a fin de satisfacer las necesidades de la nueva colonia; en cada compañía había hábiles carpinteros, albañiles, fabricantes de molinos, herreros, zapateros, etc., y a cada individuo se le señalaba determinada obra que debía efectuar. Todos cumplían con su parte de la obra de acuerdo con el plan dispuesto. A cada hombre se le proporcionaban todos los útiles necesarios, un rifle y otros artículos portátiles, tanto para su protección individual como para su trabajo; también se proporcionaban arados, semillas y el número requerido de animales para arar, construir canales y otros propósitos.
Esta obra se realizaba conforme al plan cooperativo y todos compartían equitativamente según sus necesidades respectivas. Eran felices a pesar del trabajo riguroso que era menester para conquistar los lugares desérticos y, como de ellos se ha escrito, “lograron más progreso y padecieron menos privaciones en tornar utilizables las tierras baldías del yermo, que los españoles en los fértiles campos de México y Centroamérica, o que los ingleses en la región más favorecida cerca del Atlántico”. Entiéndase, sin embargo, que esto no se llevó a efecto sin duros sufrimientos.
¿POR QUE PROSPERÓ LA COLONIZACIÓN MORMONA? La razón por la cual pudieron obtener resultados tan excelentes se debió a que tenían una organización perfecta y eran leales y obedientes a la autoridad que estaba sobre ellos, cosa que naturalmente dio por resultado una operación completa y la unidad de propósito. Por otra parte sus ideas y deseos eran uno; estaban unidos. No habían venido a esta tierra prometida en busca de la grandeza del mundo; no como los españoles en busca de oro, sino para construir y establecer hogares permanentes donde pudieran morar en paz y, sin ser molestados, adorar a Dios según los dictados de su conciencia.
A medida que llegaban los inmigrantes a Salt Lake City, ya fuera de los diversos estados o de otras naciones, se les enviaba a colonizar y a marcar el camino para que otros siguieran. Hombres procedentes de los telares de Inglaterra, de los talleres de Alemania y de varias otras ocupaciones dependientes en las ciudades y pueblos de Europa, se vieron bajo la necesidad de prácticamente cambiar la naturaleza de su vida. Eran enviados para hacer labrantíos los yermos y cultivar la tierra, y así eran transformados en agricultores, ganaderos y herreros prósperos e independientes, y llegaron a ser libres terratenientes en un país de libertad.
No importaba que estos colonizadores vinieran de los cuatro cabos de la tierra, hablando distintos idiomas y con oficios y ocupaciones tan distantes como los dos polos. Las nuevas condiciones, combinadas con los mismos conceptos religiosos, en breve los forjaban en una raza y un pueblo. Aprendían a pensar y a hablar igual; sus metas eran las mismas, sus deseos mutuos; el interés común hacía que cada cual comprendiera el punto de vista de los demás. Así pudieron vivir en armonía, cada cual interesado en el progreso y bienestar de toda la comunidad. Tales condiciones los hacía olvidar su nacionalidad, porque los cautivaba su ambiente, y verdaderamente se convertían en parte del mismo suelo sobre el cual moraban. Fueron y son leales a su país adoptivo. Casi ni se conocen en las colonias mormonas de las Montañas Rocosas personas que quieran seguir distinguiéndose del norteamericano nativo haciéndose llamar angloamericanos, francoamericanos, etc.
LA MEJOR SANGRE DE MUCHAS NACIONES SE HA CONGREGADO EN UTAH. Así como Inglaterra llegó a ser la gran potencia mundial que es, por medio de la conquista y la mezcla de los normandos, sajones y daneses con las tribus nativas de las Islas Británicas, en igual manera nuestro país ha participado de la mejor sangre vitalicia de muchas naciones que, al casarse unas con otras, lo ha hecho fuerte.
De igual manera en Utah la amalgama de las razas ha sido más completa aún que en la nación en general; porque Utah ha atraído a personas de casi toda nación bajo los ciclos, seleccionando o escogiendo de entre ellas lo mejor que tienen y, debido a las circunstancias particulares que prevalecen y la unidad de propósito, está formando de la mezcla de estas sangres una raza nueva, típicamente americana. Sus habitantes son fuertes, mental, espiritual y físicamente. Las luchas con los elementos y las batallas con sus muchas dificultades les han dado esta fuerza.
En cuanto al patriotismo, están a la par de cualquiera. Creen que esta es la tierra de Sión, una tierra preservada por el gran Yo Soy como morada para los de corazón puro. Es para ellos una tierra de refugio y de libertad para los oprimidos de las naciones que han venido a una “tierra escogida sobre todas las demás”, y a una nación establecida y preservada por la Divina Providencia. Han venido a esta tierra de todas partes del mundo con alegría y con “cantos de gozo sempiterno”, para obtener para ellos y para sus hijos una herencia que dure para siempre.
COOPERATIVAS PIONERAS E INDUSTRIAS LOCALES
LAS INDUSTRIAS LOCALES FLORECIERON ENTRE LOS PIONEROS. En los primeros días de la Iglesia en estos valles, el presidente Brigham Young y los otros hermanos hicieron mucho hincapié en la industria, cosa que fue necesario hacer porque nuestros antepasados llegaron aquí con las manos vacías. Tuvieron que trabajar; tuvieron que ser industriosos. Fue esencial que produjeran las cosas que necesitaban y, por tanto, constantemente se les aconsejaba, al respecto y para tal fin, que fuesen industriosos. Se les enseñó a que no fueran soberbios de corazón. Vinieron aquí donde podían adorar al Señor su Dios y guardar sus mandamientos. Se les dijo que fueran humildes así corno diligentes. Habrían de elaborar su propia ropa, y ésta debería ser sencilla. ¡Oh, cómo deseo que pudiéramos recordar eso! ¡Qué lástima que lo hemos olvidado!
Y el presidente Brigham Young, Heber C. Kimball y otros de los hermanos de aquella época instruyeron a la gente y la Convencieron a que establecieran industrias por toda esta región; a que criaran ovejas, a que recogieran la lana y con esa lana elaboraran su propia ropa; a que sembraran algodón, a fin de que también tuvieran algodón para hacer ropa; a sembrar lino para tener hilado; a que establecieran curtidurías para que pudieran curtir las pieles y proveerse de cuero y miles de otras cosas. En otro tiempo teníamos algunas de estas industrias aquí entre nosotros, y las tendríamos aún si hubiéramos estado dispuestos a seguir estos consejos que las autoridades de la Iglesia nos habían dado en aquellos primeros días, cosa que no hacernos.
LA INDUSTRIA ES EL BALUARTE DE UNA ECONOMIA ESTABLE. Los primeros colonos aprendieron de sus directores a producir, hasta donde les fuera posible, cuanto consumían, a ser frugales y a no desperdiciar su sustancia. El establecimiento de industrias locales fue el tema de muchos sermones y, siguiendo el consejo del presidente Brigham Young de extraer de los elementos nativos las cosas necesarias de la vida, no de permitir que el lujo del buen gusto los condujera a prácticas costosas, y “hacer que las industrias locales produjeran todo artículo que se consumiera en casa”, de conformidad con esto se dedicaron al establecimiento de muchas industrias útiles y necesarias. Se establecieron fábricas de lana, curtidurías, industrias metalúrgicas, aserraderos, molinos de harina, alfarerías y otras industrias. La gente aprendió a fabricar los artículos que usaban y a producir los víveres que consumía. Su ropa, aun cuando sencilla, era durable aparte de ser la obra de sus propias manos, y no se avergonzaban de ella.
Nos es dicho que la “necesidad es la madre de la invención”. El hecho de que los habitantes de Utah, en aquellas primeras épocas, se encontraban a más de 1600 kilómetros de distancia de las fronteras de la civilización les impuso la necesidad de producir la mayor parte de lo que consumían. Lástima que en este particular, en los años posteriores, tras la venida del ferrocarril continental, esta condición sufrió un cambio, mas no para el beneficio de la gente. No que el ferrocarril no haya sido tina gran concesión, pero era mucho más fácil comprar artículos del este que elaborarlos y, por consiguiente, en lugar de producir lo que consumían y elaborar su propia ropa, empezaron a recibir mercancía de afuera, en muchos casos inferior.
EMPRESAS COOPERATIVAS MORMONAS. Desde la época de la fundación de Utah hasta el tiempo presente, la cooperación ha sido un rasgo bien fuerte de toda comunidad mormona, y aun cuando se ha deteriorado esta condición por causa de una comunicación más estrecha con el mundo de afuera y el influjo de personas, de conceptos divergentes, sin embargo, continúa en un grado considerable. En los días de los pioneros se edificaban casas, se cavaban zanjas, se sembraban campos, se construían presas y se llevaban a efecto varios otros intereses de la comunidad de acuerdo con el plan cooperativo, sin la ayuda de dinero. No había dinero disponible, y tal era el interés del individuo en el bienestar de todos, que donaba su tiempo gratuitamente para la labor que fuera necesaria, porque comprendía que por fuerza recogería su porción de los beneficios de su trabajo.
En la actualidad sucede principalmente que el hombre que da su tiempo, aun cuando sea para alguna obra de la cual él recibirá su parte del beneficio, siente que se le debe dar alguna remuneración monetaria por el tiempo que pase en ello. Por tanto debido a la situación laboral y al contacto más estrecho con el mundo de afuera, con sus costumbres, teorías e instituciones establecidas, este excelente y vecinal sistema cooperativo ha cambiado en su mayor parte.
Estas condiciones modernas tienden a destruir la unidad de espíritu y el interés común del individuo en el bienestar de la comunidad, y de reducir el espíritu liberal, en el cual cada miembro manifestaba su amor por sus semejantes. ha aumentado el engrandecimiento personal, y el interés en la comunidad y el amor por el prójimo han disminuido correspondientemente.
Sin embargo, en las condiciones que hoy prevalecen, es difícil ver cómo pueden ser diferentes las cosas en nuestras ciudades principales donde la gente tiene toda clase de conceptos religiosos y pocos intereses en común. La cooperación no puede existir donde no hay unión; donde la gente no es una en pensamiento, una en propósito y deseo, y donde cada cual se niega a obrar abnegadamente por el interés común de todos, o donde predomina el amor por el dinero y el lucro del mundo. Sin embargo, en las colonias lejanas de los Santos de los Ultimos Días, y aun con organizaciones exclusivas en Salt Lake City, la cooperación aún existe.
EL PATRIOTISMO Y LEALTAD DE LOS MIEMBROS
EL BATALLÓN MORMÓN Y EL PATRIOTISMO DE LOS MIEMBROS. No hay pueblo más patriótico en los Estados Unidos que los Santos de los Ultimos Días, porque han sido pesados en la balanza y no han sido hallado faltos. Una de las primeras cosas que hicieron los pioneros, al entrar en el valle del Gran Lago Salado, fue desplegar el pabellón nacional en el Pico del Pendón y tomar posesión de la tierra en nombre de los Estados Unidos, que en ese tiempo se hallaba en guerra con México. Aun mientras los miembros expulsados, que habían sido echados de sus casas por medio de la fuerza, sin una sola palabra o acto protector del gobierno en bien de ellos, viajaban hacia el oeste, en la más profunda pobreza, levantaron un batallón para que prestara servicio en la guerra contra México. Estas tropas con toda lealtad y buena disposición voluntariamente se alistaron y cumplieron con sus obras fielmente y bien.
Fue Thomas U. Benton, principalmente, y otros que se asociaban con él —Thomas H. Benton era del Estado de Misurí y un enemigo sumamente rencoroso de los Santos de los Ultimos Días— los que persuadieron al presidente de los Estados Unidos a que pusiera a prueba al pueblo mormón que se hallaba en el desierto, pidiéndoles un batallón de quinientos hombres. Estoy seguro que el señor Benton estaba convencido en su propia mente de que en aquellas condiciones el presidente Brigham Young se negaría, y que con esa negación se colocaría aparentemente en la posición de ser enemigo de los Estados Unidos, y así se podría sujetar a los Santos de los Ultimos Días a persecución adicional, de lo cual resultaría su destrucción.
Sin embargo, se reclutó el batallón; y no hubo oposición. El presidente Young declaró que si no podíareunir el número suficiente de hombres, armaría a las mujeres, pero que el gobierno contaría con subatallón. De manera que se proporcionó el escuadrón y emprendió su marcha hacia las costas del Pacífico.
SUJETAOS ALOS PODERES EXISTENTES. Cualquier miembro de esta Iglesia que no sostiene las leyes establecidas del país no sólo es desleal como ciudadano del gobierno, sino es desleal a su Iglesia y desleal a Dios. Debemos entender esto, y sobre todas las cosas debemos ser obedientes a la ley y vivir rectamente unos con otros, con nuestros vecinos y adorar al Dios viviente con el espíritu de verdad y de rectitud y, al mismo tiempo, tener corazones que sean leales a las naciones que gobiernan y que gobernarán hasta que venga aquel cuyo derecho es reinar.
ANTIMORMONES EN UTAH EN LOS PRIMEROS DÍAS. Hubo en Utah tina clase de individuos que pasaban la mayor parte de su tiempo haciendo circular informes inicuos y maliciosos en cuanto a los miembros, amenazando sus vidas, cometiendo crímenes y tratando de imputarlos a los miembros.
Los oficiales de la ley eran generalmente oficiales del gobierno, nombrados por el presidente de los Estados Unidos, y lamento tener que decir que algunos de estos fueron de los principales vilipendiadores del pueblo. Se inventaron las más condenables y crueles falsedades y se esparcían entre los habitantes de los Estados Unidos para incitarlos a la ira contra los despreciables mormones.
Casi todo crimen que se cometía dentro de 1600 kilómetros de Salt Lake City se imputaba a los directores del pueblo mormón, y esto llegó a ser el origen de una multitud de publicaciones antimormonas que aun llenan el mundo. Por motivo de estas falsas y alucinadoras fábulas, el gobierno de los Estados Unidos envió un ejército en 1857 para reprimir en Utah una rebelión que jamás existió, y obligó a los miembros a defenderse. Cuando el gobierno se dio cuenta de su desatino, se sintió humillado.
























