Capítulo 8
El Santo Apostolado
NATURALEZA DEL LLAMAMIENTO APOSTÓLICO
¿QUÉ ES UN APÓSTOL? Apóstol, según el Diccionario de la Academia, es “cada uno de los doce principales discípulos de Jesucristo, a quienes envió a predicar el evangelio por todo el mundo”. También: “El que predicando la fe verdadera, convierte a los infieles de cualquier país… Por extensión, propagador de cualquier género de doctrina importante.” Frecuentemente oímos que se le dice apóstol de una empresa importante a un hombre, porque fue el primero en su campo particular.
El verdadero llamamiento de los apóstoles de Jesucristo consiste en poseer la plenitud del sacerdocio y proclamar el evangelio en todo el mundo. Poseen las llaves para abrir la puerta, mediante la proclamación del evangelio de Jesucristo, primero a los gentiles y después a los judíos. En esta dispensación tenemos invertido el mandamiento que fue dado a los Doce en días anteriores; a ellos se les mandó que fueran primeramente a los judíos y después a los gentiles. El Señor ha dicho que en estos últimos días los primeros serían postreros, y los postreros, primeros. Desde la restauración del evangelio se ha llevado a las naciones gentiles, y dentro de poco será llevado a los judíos. El cumplimiento de las profecías indica que los días o “tiempos de los gentiles” están a punto de cumplirse, y que los días de Judá ahora están próximos.
SE INDICAN DOS CLASES DE APÓSTOLES. En la Iglesia se acepta la palabra apóstol en el sentido en que se define en el diccionario. Se ha dado el nombre de apóstoles a hombres que han sido enviados con el mensaje del evangelio, aun cuando no han sido ordenados a ese oficio particular. A veces se hace referencia a los setentas de la Iglesia como los setenta apóstoles, porque son los misioneros de la Iglesia y son enviados con el mensaje de salvación y como testigos de Cristo a todo el mundo, aun cuando no poseen el oficio de apóstol en el sentido limitado.
En igual manera habló el Señor así de los hermanos que fueron ordenados sumos sacerdotes: “Id, pues, por todo el mundo; y a cualquier lugar donde no podáis ir, enviad, para que de vosotros salga el testimonio a todo el mundo y a toda criatura. Y como dije a mis apóstoles, así digo a vosotros, porque sois mis apóstoles, sí, sumos sacerdotes de Dios: Vosotros sois los que mi Padre me ha dado; sois mis amigos.”
Esta revelación se dio dos años y cuatro meses antes que fuesen ordenados los primeros hombres al llamamiento especial de apóstoles en la Iglesia, pero en vista de que fueron comisionados para salir a proclamar el evangelio, como testigos de Cristo, El los designó como sus apóstoles.
En un discurso del presidente Wilford Woodruff en 1856, él dijo, hablando a los hermanos que poseían el sacerdocio: “Levántense los doce apóstoles, y los setenta apóstoles, y los sumos sacerdotes apóstoles, y todos los demás apóstoles y marchen a la par de la obra de Dios el Señor, porque no tenemos tiempo para dormir. ¿Qué valor tiene la vida de un hombre, o qué valor tienen sus palabras y obras cuando sirve de estorbo a la salvación, exaltación y gloria de los hombres? De nada sirve.”
Es absurdo pensar que el presidente Wilford Woodruff creía y tenía como objetivo dar a entender que había apóstoles que eran de los Doce, y algunos de los setentas y algunos de los sumos sacerdotes. El solamente deseaba llamar la atención al hecho de que los hombres que poseían estos oficios en el sacerdocio, que eran llamados a llevar el evangelio al mundo como testigos de su restauración deberían estar alertas y conscientes de su responsabilidad.
ESTADO ESPECIAL DE LOS APÓSTOLES “ORDENADOS”. Queda bien establecido el hecho de que Cristo escogió a doce hombres y les confirió el apostolado, y estos doce hombres constituyeron el único Consejo de Apóstoles en la Iglesia en esa época, y actualmente no hay sino un Consejo de Apóstoles en la Iglesia. Estos doce hombres están investidos con el poder y la responsabilidad de obrar como los testigos especiales de Cristo. Tienen el derecho de recibir la inspiración y orientación necesaria del Espíritu Santo para prepararlos y capacitarlos para esta misión importante.
En virtud del sacerdocio y el don del Espíritu Santo, todos los hombres llegan a ser testigos de Cristo. De hecho, eso es precisamente lo que debería ser todo élder en la Iglesia, pero hay un llamamiento especial que es dado a los Doce testigos especiales que los distingue de los otros élderes de la Iglesia en la naturaleza de su llamamiento como testigos. Estos doce hombres poseen la plenitud de la autoridad, llaves y sacerdocio a fin de abrir el camino para la predicación del evangelio a toda nación, familia y lengua. Otros que van, salen bajo su dirección y están sujetos a ellos. Esta obra de evangelizar está en sus manos, y bajo la dirección de la Primera Presidencia son llamados para dirigir todos los asuntos de la Iglesia y la predicación del evangelio a toda criatura.
JOSÉ SMITH LLECÓ A SER APÓSTOL EN 1820. En la primavera de 1820, después de haberse dado a José Smith la visión del Padre y del Hijo, quedó como el único testigo entre los hombres que podía testificar con conocimiento de que Dios vive y de que Jesucristo es verdaderamente su Hijo. Con este conocimiento llegó a ser un testigo especial de Cristo, y a causa de ello apóstol, antes que fuese restaurado el sacerdocio. Con la venida de Juan el Bautista, y Pedro, Santiago y Juan, se restauró el sacerdocio; luego Oliverio Cowdery, así como José Smith, llegó a ser un testigo especial de Cristo, y por consiguiente, un apóstol.
Estos hombres no fueron ordenados al llamamiento especial u oficio de apóstoles. Cuando vino Juan el Bautista, sabemos lo que sucedió porque se nos han dado sus palabras exactas. Confirió el Sacerdocio Aarónico a José Smith y a Oliverio Cowdery. De una manera similar, Pedro, Santiago y Juan les confirieron el Sacerdocio de Melquisedec, y no un oficio. Oliverio Cowdery ha dicho que así fue. Habiendo recibido el sacerdocio, tenían el poder de ordenarse el uno al otro, después de la organización de la Iglesia, a los oficios en este sacerdocio, porque el Señor había dicho que todos los oficios son dependencias del sacerdocio, y de él proceden…
JOSÉ Y OLIVERIO FUERON ORDENADOS ÉLDERES, NO APÓSTOLES. En Doctrinas y Convenios, sección 27, versículos 12 y 13, el Señor dice que El envió a Pedro, a Santiago y a Juan para que ordenaran a José Smith y a Oliverio Cowdery, y que en virtud de esa ordenación se convirtieron en apóstoles y testigos especiales. Es verdad que así fue, pero corno se dijo previamente, estos hombres no fueron ordenados a determinado oficio del sacerdocio, sino que recibieron el sacerdocio mismo, del cual proceden los oficios. De modo que José Smith y Oliverio Cowdery, en virtud de habérseles conferido ese sacerdocio, eran apóstoles o testigos especiales de Jesucristo, y, de todos los hombres, eran los únicos que podían testificar por motivo de su conocimiento y contacto personal, como lo hicieron los Doce en el meridiano de los tiempos.”
El día de la organización de la Iglesia, José Smith ordenó a Oliverio Cowdery al oficio de élder, y Oliverio Cowdery ordenó a José Smith al mismo oficio, de acuerdo con las instrucciones que habían recibido de los mensajeros celestiales que primeramente habían venido a ellos… Cuando se organizó la Iglesia, José Smith y Oliverio Cowdery recibieron los primeros oficios que proceden del sacerdocio y se confieren para el gobierno necesario de la Iglesia. Estos oficios se confirieron por voto unánime del pequeño grupo de adoradores que organizaron la Iglesia.
NO HAY OFICIOS FUERA DE LA IGLESIA. En ciertas condiciones se puede poseer el sacerdocio independientemente de la Iglesia.
Tal fue el caso desde el 15 de mayo de 1829 hasta el 6 de abril de 1830. Así tuvo que ser porque la Iglesia no se podía organizar sin que la precediera la autoridad para efectuar la organización. Los oficios, que proceden del sacerdocio, porque son dependencias del mismo, también corresponden a la Iglesia y, por tanto, no se confieren independientemente de la Iglesia.
No puede haber Iglesia de Jesucristo sin el sacerdocio. Dondequiera que esté la Iglesia, debe haber autoridad divina para su gobierno. Esta misma autoridad divina también se debe ejercer, en todas sus ramificaciones, dentro de la Iglesia y en la obra de evangelización, porque la Iglesia tiene la misión de llevar el evangelio a toda nación, familia, lengua y pueblo, así como de velar por aquellos que hayan entrado en su redil. Es en virtud del sacerdocio enviado del cielo que se efectúan las ordenanzas de salvación en bien de los hombres. Sin él no podría haber ninguna ordenanza de bautismo ni la remisión de pecados; no podría haber otorgación del don del Espíritu Santo; nadie podría predicar propiamente el evangelio porque cualquier predicación, sin que la respaldara la autoridad, sería impotente e ineficaz.
DESARROLLO DE LOS OFICIOS EN LA IGLESIA. Después de la organización de la Iglesia empezó la evangelización y la Iglesia aumentó en número, a pesar de rencorosa oposición y persecución, porque todas las sectas y grupos se unieron en contra de ella. Al principio dos élderes podían cuidar del pequeño rebaño, mas el Señor reveló poco a poco, línea por línea la organización hasta que llegó a ser completa. Al principio hubo necesidad de los oficios del Sacerdocio Aarónico, y en breve se ordenaron diáconos, maestros y presbíteros. Al venir el crecimiento, hubo necesidad de otros élderes para presidir las primeras ramas que fueron organizadas.
Más tarde surgió la necesidad de obispos para hacerse cargo de los asuntos temporales. El obispo es el oficial presidente del Sacerdocio Aarónico, cuyo deber es esencialmente, mas no exclusivamente, velar por los asuntos temporales de la Iglesia. También se ordenaron sumos sacerdotes y más tarde patriarcas o evangelistas, setentas, la Primera Presidencia, o sea el quórum presidente de la Iglesia, y el Consejo de los Doce Apóstoles. De esta manera, en el curso de un tiempo muy breve, la misma organización que existió en la Iglesia primitiva quedó establecida en forma completa. Las ramas se desarrollaron en estacas de Sión. Se iniciaron misiones y se comenzó a predicar la palabra con éxito en varias partes del mundo.
LOS TRES TESTIGOS ESCOGEN EL PRIMER CONSEJO DE LOS DOCE. Después de iniciarse la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos, el Señor hizo saber que se iba a restaurar la organización de la Iglesia primitiva de Jesucristo. Ya desde 1829, antes que la Iglesia fuese organizada, se recibió una revelación en la que se llamaba a los testigos del Libro de Mormón para que escogieran a los Doce que constituirían el Consejo de los Apóstoles.
No fue sino hasta casi seis años después de esta revelación, que se escogió a los apóstoles. Después que el Campo de Sión hubo regresado de Misurí a Kirtland, el profeta José Smith hizo reunir a todos los hermanos que habían salido en ese viaje. De entre estos hombres que se habían mostrado dispuestos a arriesgar su vida en el servicio del Señor, los Tres Testigos, que fueron apartados para seleccionar a los Doce, escogieron a los Apóstoles. Esto se hizo el día 14 de febrero de 1835, y los hombres fueron seleccionados en el orden siguiente:
1. Lyman E. Johnson, 2. Brigham Young, 3. Heber C. Kimball, 4. Orson Hyde, 5. David W. Patten, 6. Luke S. Johnson, 7. William E. McLellin, 8. John E. Boynton, 9. Orson Pratt, 10. William Smith. 11. Thomas B. Marsh, 12. Parley P. Pratt.
ORDENACIÓN DE LOS PRIMEROS APÓSTOLES DE LOS ÚLTIMOS DIAS. Luego fueron llamados, ordenados e instruidos, Lyman E. Johnson, Brigham Young y Heber C. Kimball, en ese orden, tras lo cual se dio por terminada la reunión. Al día siguiente, el 15 de febrero, continuaron las ordenaciones. Orson Hyde, David W. Patten y Luke S. Johnson fueron llamados y ordenados. También fueron ordenados William E. McLellin, John E. Boynton y William Smith, tras lo cual se retiró la congregación. Algunos de los hermanos se hallaban ausentes en esa ocasión.
El 21 de febrero de 1835 fue ordenado Parley P. Pratt. Debido a que los élderes Thomas B. Marsh y Orson Pratt se hallaban en la misión, no fue sino hasta casi a fines de abril cuando fueron ordenados. El hermano Marsh volvió a Kirtland el 25 de abril y el hermano Orson Pratt al día siguiente.
Después de haber sido seleccionados y ordenados todos los miembros de los Doce, se les organizó de acuerdo con su edad en el consejo. Thomas B. Marsh, el de edad más avanzada, fue designado como el de mayor antigüedad, y el primero en ser ordenado, Lyman E. Johnson, el menor.
LA MANERA DE LLENAR VACANTES EN EL CONSEJO DE LOS DOCE. No hay ninguna regla en lo que concierne a la selección de apóstoles. Por ejemplo: Los primeros Doce seleccionados en esta dispensación fueron escogidos por los Tres Testigos. Otros, tanto en la época del Profeta, como hasta ahora, han sido escogidos por revelación directa por conducto del Presidente de la Iglesia. Otros han sido escogidos como lo fue Matías en la época de los antiguos apóstoles. En otras ocasiones, los miembros de la Presidencia y de los Doce presentan nombres, los cuales la Primera Presidencia considera y escoge de entre ellos a uno, como en el caso de Matías.
EL PODER APOSTÓLICO EN DÍAS ANTERIORES
LOS ANTIGUOS PROFETAS Y EL PODER APOSTÓLICO. En ocasiones ha surgido esta pregunta: ¿Poseen los apóstoles mayor autoridad y llaves que las que fueron dadas a los antiguos profetas? La respuesta a esta pregunta es no. A muchos de los profetas de la antigüedad se les confirió la plenitud del poder del sacerdocio. Adán fue escogido para poseer, bajo Jesucristo, las llaves de salvación sobre esta tierra. .
Luego sabernos que Enoc, Melquisedec, Abraham, Moisés y Elías el Profeta tuvieron la plenitud del sacerdocio y oficiaron en sus ordenanzas. Elías fue el último de estos profetas de Israel antiguo que poseyeron la plenitud del sacerdocio, es decir, el último de los profetas investidos con la plenitud del poder para sellar. Los profetas que vinieron después de él no poseyeron esta plenitud. El hecho de que Elías fue el último, da a entender que hubo profetas antes de él que también poseyeron las llaves del sacerdocio, y esto lo hemos llegado a saber por medio de las revelaciones dadas a José Smith el Profeta.
LA HISTORIA DE LOS ANTIGUOS APÓSTOLES. La historia de los apóstoles llamados en los días de Cristo se conoce apenas muy vagamente. La tradición que no es muy exacta, nos ha dicho algunas cosas acerca de ellos, y cómo murió cada cual. Sabemos que Judas Iscariote perdió su lugar por motivo de su pérfida traición contra el Maestro, y Matías fue llamado para reemplazarlo. Sabemos que Jacobo, hijo de Zebedeo, fue muerto a espada, no mucho después de la resurrección de nuestro Señor. A Juan se le concedió el privilegio de permanecer sobre la tierra con un cuerpo transformado hasta que Cristo vuelva a venir. Pedro fue crucificado, y a petición suya, según la tradición, con la cabeza para abajo, por motivo de su humillación al negar al Señor. Pablo fue muerto en Roma.
Sabemos que en el principio era costumbre llenar las vacantes que hubiera en este consejo presidente, porque el quórum de los Doce debía permanecer en la Iglesia durante toda su existencia. Sabemos que al pasar el tiempo vino una “apostasía”, y la Iglesia fue llevada de la tierra y el sacerdocio volvió a Dios por un tiempo.
PEDRO, SANTIAGO Y JUAN OBRARON COMO PRESIDENCIA. En los días del ministerio de Cristo, El llamó a los primeros apóstoles, los primeros, que nosotros sepamos, en ser ordenados a ese oficio. Les confirió todo el poder y autoridad del sacerdocio, y también llamó a tres de estos Doce para que poseyeran las llaves de la presidencia. Pedro, Santiago y Juan obraron como la Primera Presidencia de la Iglesia en su época.
No hay evidencia alguna en ninguna escritura o profecía que declare que estos tres hombres obraron independiente o separadamente del Consejo de los Doce Apóstoles. Toda la información que tenemos indica que obraron en ese nombramiento mientras servían al mismo tiempo como tres de los miembros del Consejo de los Doce.
En esta última dispensación hemos recibido la información adicional, y tal vez el orden adicional del sacerdocio, y en la actualidad tenernos en la Iglesia de Jesucristo el quórum de la Primera Presidencia, aparte del Consejo de los Doce. Bajo la dirección de la Primera Presidencia, los apóstoles obran en todos los asuntos en el sacerdocio y en la Iglesia. En la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos, cuando se han revelado y restaurado todas las llaves y autoridades de las dispensaciones desde el principio del tiempo, cabe notar que el orden del sacerdocio en todas sus ramificaciones, poderes y oficios se habría de dar a la Iglesia en la manera íntegra y completa en que hoy la encontramos.
ADICIONES AL CONSEJO DE LOS DOCE EN LA ANTIGÜEDAD. No tenemos ninguna información que declare que en los días de los apóstoles de la antigüedad alguien haya sido ordenado sin ser miembro del Consejo de los Doce. El Salvador eligió a Doce Apóstoles, y este quórum había de continuar, según las revelaciones, pero en ningún lugar ha dicho el Señor que deberían ser llamados otros además de los Doce y una Presidencia de tres.
Pablo fue un apóstol ordenado e indudablemente él tomó el lugar de uno de los otros hermanos en ese Consejo.
TESTIMONIO APOSTÓLICO DE CRISTO. Existe la duda de que todos los apóstoles en la dispensación anterior hayan sido testigos “personales” de la resurrección de Jesucristo, si con esto se quiere dar a entender que El se les apareció después de su resurrección. En cuanto a los once apóstoles originales, ciertamente esto es verdad. Pablo lo vio en visión, pero tenemos evidencia que el Consejo de los Apóstoles se mantuvo por algún tiempo después de la muerte de los primeros Doce. Si éstos recibieron en alguna ocasión una visita del Salvador, la historia no lo dice.
Todo miembro del Consejo de los Doce debe tener, y estoy seguro de que ha tenido el conocimiento de la resurrección de Jesucristo. Esto no tiene que venir por medio de una visita directa del Salvador, pero sí viene por el testimonio del Espíritu Santo. Permítaseme llamar vuestra atención a la declaración del Salvador que se halla en Mateo 12:13, 32. El testimonio del Espíritu Santo es el testimonio más potente que se puede dar. Es mejor que una visita personal. Es por tal razón que el Salvador dijo que todo género de pecado y blasfemia contra el Espíritu Santo, no puede ser perdonado.
EL OTORGAMIENTO DE LAS LLAVES DEL REINO
JOSÉ SMITH CONFIRIÓ TODAS LAS LLAVES A CADA UNO DE LOS DOCE. Poco antes de su martirio, el Profeta confirió sobre los Doce Apóstoles, quienes constituyeron el segundo quórum en la Iglesia, todas las llaves y todas las ordenanzas y sacerdocio que les era necesario poseer a fin de continuar esta grande y gloriosa obra de la salvación universal.
Las siguientes citas de la publicación Times and Seasons nos informa que los Doce recibieron estas llaves y poderes. Orson Hyde, uno de los miembros de ese quórum, dijo:
“Antes de partir para el este, el 4 de abril (1844) próximo pasado, nos reunimos en concilio con el hermano José, casi todos los días durante varias semanas. En uno de estos concilios, el hermano José dijo: ‘Hay algo que va a suceder, no sé qué será, pero el Señor me insta a que me apure y os dé vuestra investidura antes que se termine el Templo.’ Nos condujo por cada ordenanza del santo sacerdocio, y cuando hubo terminado con toda la ordenanza, se regocijó en gran manera, y dijo: ‘Ahora, si me matan, vosotros tenéis todas las llaves, y todas las ordenanzas, y podéis con ferinas a otros, y las huestes de Satanás no podrán derribar el reino con la rapidez con que vosotros podréis edificarlo; y ahora —dijo él— sobre vuestros hombros descansará la responsabilidad de dirigir a este pueblo’.”
Corrobora este testimonio el del élder Wilford Woodruff, que dice: “Ellos [los Doce] recibieron sus investiduras, y de hecho recibieron las llaves del reino de Dios, y los oráculos de Dios, las llaves de revelación y el modelo de cosas celestiales; y dirigiéndose así a los Doce, [José] exclamó: ‘Sobre vuestros hombros descansa el reino, y debéis afirmar los hombros y llevarlo a cuestas, porque yo he tenido que hacerlo hasta ahora’.”
La hermana Bathsheba W. Smith, esposa de George A. Smith, uno de los Doce, a quienes se dieron estas llaves, estuvo presente en las reuniones de consejo, a las que ya se ha hecho referencia, y en una atestación fechada el 19 de noviembre de 1903, ella dice:
“En el año 1844, poco antes de la muerte del profeta José Smith, tuve el privilegio de asistir a una reunión regular de círculo de oración en la sala superior situada sobre la tienda del Profeta. Se hallaban presentes en esta reunión la mayor parte de los Doce Apóstoles, sus esposas y un número de otros hermanos prominentes y sus esposas. En esa ocasión el Profeta se puso de pie y habló extensamente, y en el curso de sus palabras le oí decir que había conferido sobre la cabeza de los Doce Apóstoles, todas las llaves y poderes pertenecientes al sacerdocio, y que sobre la cabeza de los Doce Apóstoles pesaba la carga del reino, y que ellos tendrían que llevarla.”
LA ELECCIÓN DE UN PRESIDENTE PARA LA IGLESIA. El Profeta, con el presentimiento de su muerte, confirió a los Doce todas las llaves y autoridades que él poseía. No confirió las llaves a uno solo de los miembros, sino a todos, de manera que cada cual recibió las llaves y autoridades. Desde ese día también se ha dado a todos los miembros del Consejo de los Doce todas estas llaves y poderes. Mas ninguno de ellos puede ejercer estos poderes sino hasta que, si es que surge la ocasión, sea llamado para ser oficial presidente de la Iglesia. De manera que, los Doce, al apartar al Presidente, no le dan ningún sacerdocio adicional, sino que confirman sobre él, lo que ya ha recibido; lo apartan para el oficio, ya que tiene el derecho de hacerlo.
Al morir el Presidente, el Consejo de los Doce llega a ser el quórum presidente de la Iglesia hasta que, mediante su acción, vuelven a organizar la Primera Presidencia. Es un orden consecuente. Si solamente un hombre poseyera este poder de atar y desatar, el Señor tendría necesidad de restaurarla cada vez que fuera llamado un nuevo Presidente de la Iglesia.
No hay ningún misterio en lo que concierne a la selección del sucesor del Presidente de la Iglesia. El Señor dispuso esto hace mucho tiempo, y el apóstol de mayor antigüedad, automáticamente llega a ser el oficial presidente de la Iglesia, y en tal calidad lo sostiene el Consejo de los Doce, el cual llega a ser el cuerpo presidente de la Iglesia cuando no hay una Primera Presidencia. El presidente no es elegido, pero tiene que ser sostenido tanto por sus hermanos del’ Consejo corno por los miembros de la Iglesia.
ES PROPIO REORGANIZAR INMEDIATAMENTE LA PRESIDENCIA. Con respecto al largo plazo que hubo entre la muerte del profeta José Smith y la organización de la Primera Presidencia en los días del presidente Brigham Young, quisiera decir que todo paso era algo nuevo. Tal condición jamás había surgido antes, y los hermanos procedieron lentamente. El presidente John Taylor siguió el mismo curso, y también el presidente Wilford Woodruff; pero algún tiempo antes del fallecimiento del presidente Woodruff, él dio instrucciones de que no debería haber ninguna dilación en la reorganización de la Presidencia, y que tal era la voluntad del Señor. Desde ese tiempo la Primera Presidencia se ha integrado en cuanto ha sido conveniente, cosa que es el orden debido de la Iglesia.
POSICIÓN DE LOS DOCE COMO REVELADORES PARA LA IGLESIA. Los Doce Apóstoles han sido sostenidos corno profetas, videntes y reveladores desde la ocasión en que fue dedicado el Templo de Kirtland. Solo hay un hombre a la vez que posee las llaves de revelación para la Iglesia. Los Doce Apóstoles pueden recibir revelación para orientarlos en sus obras y para ayudarlos a poner en orden el sacerdocio y las organizaciones de la Iglesia. Cuando son enviados a una estaca con esta autoridad, tienen toda facultad para recibir revelación, para efectuar cambios y para dirigir los asuntos de acuerdo con la voluntad del Señor. Mas no reciben revelación para dirigir a toda la Iglesia, sino únicamente cuando uno de ellos pueda asumir la presidencia. En otras palabras, el derecho de recibir orientación y revelación para toda la Iglesia está investido en cada uno de los Doce, derecho que podría ejercer si llegara a la presidencia. Mas este poder permanece inerte mientras viva el Presidente de la Iglesia.
LOS APÓSTOLES SIEMPRE SON SUMOS SACERDOTES. Todos los apóstoles son sumos sacerdotes y así son ordenados. Pertenecen a un quórum de sumos sacerdotes separado y distinto del quórum de sumos sacerdotes en una estaca. La Primera Presidencia es una presidencia de sumos sacerdotes, como se declara en la revelación, y en vista de que todo apóstol tiene el sacerdocio y llaves que lo habilitan para funcionar como Presidente de la Iglesia, necesariamente debe ser sumo sacerdote.
NO ES NECESARIO QUE LOS CONSEJEROS EN LA PRESIDENCIA SEAN APÓSTOLES. Los consejeros en la Primera Presidencia pueden ser ordenados apóstoles o no. Hemos tenido algunos que no lo fueron, entre ellos John R. Winder, Charles W. Nibley, William Law, Frederick G. Williams y Sidney Rigdon.
APÓSTOLES ENTRE LOS NEFITAS Y LAS TRIBUS PERDIDAS
LLAMAMIENTO Y MISIÓN DE LOS DOCE NEFITAS. Los doce hombres que nuestro Salvador escogió entre los nefitas se llaman discípulos en el Libro de Mormón. Nefi escribió lo siguiente acerca de su visión que le fue dada casi 600 años antes del nacimiento del Señor:
“Y el ángel me habló, diciendo: He aquí los doce discípulos del Cordero que han sido escogidos para ministrar a los de tu descendencia. Y me dijo: ¿Te acuerdas de los doce apóstoles del Cordero? He aquí, ellos son los que juzgarán a las doce tribus de Israel; por tanto; los doce ministros de tu posteridad serán juzgados por ellos, pues vosotros sois de la casa de Israel. Y estos doce ministros que tú ves, juzgarán a tu posteridad. Y he aquí, son justos para siempre; porque a causa de su fe en el Cordero de Dios, sus vestidos son emblanquecidos en su sangre.”
En cumplimiento de esta profecía, cuando el Salvador vino a los nefitas, El escogió a doce hombres y les dio la autoridad para ministrar en su nombre entre los nefitas sobre este continente americano en todas las ordenanzas esenciales para su salvación. Estos doce salieron y sanaron a los enfermos, efectuaron muchos milagros y administraron las ordenanzas, como se les había mandado hacer. La plenitud del evangelio, con el poder y la autoridad del Sacerdocio de Melquisedec, fue dado a los nefitas tal como se dio a la Iglesia en el Hemisferio Oriental. Además, el Señor informó a los nefitas que la ley que se había dado a Moisés, incluso la ofrenda de sacrificios por el derramamiento de sangre, había cesado en El.
Aunque en cada caso se habla de los doce nefitas como discípulos, esto no quita el hecho de que habían sido investidos con la autoridad divina para ser testigos especiales de Cristo entre su propio pueblo. Por tanto, fueron virtualmente apóstoles a los de la raza nefita, aun cuando su jurisdicción, cual le fue revelado a Nefi, por fin estaría sujeta a la autoridad y jurisdicción de Pedro y los Doce que fueron escogidos en Palestina.
Según la definición que prevalece en el mundo, un apóstol es un testigo de Cristo, o uno que evangeliza a cierta nación o pueblo, “un propagador de cualquier género de doctrina importante”. De modo que, en este respecto, los doce nefitas fueron apóstoles, como testigos especiales, tal como lo fueron José Smith y Oliverio Cowdery en la Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos.
MINISTROS ENTRE LAS TRIBUS PERDIDAS. Cuando el Salvador instruyó a los nefitas, les dijo que tenía “otras ovejas” que no eran ni de los nefitas ni de la tierra de Jerusalén, y que éstos también habrían de oír su voz y que El ejercería su ministerio entre ellos. Nos es razonable concluir que de entre estos otros, que quedaron ocultos del resto del mundo, El igualmente escogió discípulos, tal vez a doce de ellos, para efectuar funciones semejantes y ministrar a su pueblo con la misma plenitud de autoridad divina.
























