Doctrina y Convenios
Sección 116
Contexto histórico y trasfondo
Resumen breve por Steven C. Harper
Poco después de que José se mudó a Far West, Misuri, en marzo de 1838, el Señor le mandó que “se designaran otros lugares para estacas en las regiones circunvecinas” (véase sección 115). Anticipando que grandes cantidades de santos se reunirían en el área desde Ohio, Canadá y otros lugares, José y otros líderes partieron a explorar el condado de Daviess “con el propósito de hacer ubicaciones y reclamar terrenos para la reunión de los santos, en beneficio de los pobres”. Cerca de la casa de Lyman Wight, José reveló la sección 116.
Orson Pratt insertó las palabras “Spring Hill es llamado por el Señor Adam-ondi-Ahmán” cuando incluyó esta declaración en la edición de 1876 de Doctrina y Convenios. La entrada original en el diario de José, hecha por su secretario George Robinson, dice: “Spring Hill, un nombre apropiado por los hermanos presentes, pero después nombrado por la boca del Señor y fue llamado Adam Ondi Awmen, porque —dijo Él— es el lugar donde Adán vendrá a visitar a su pueblo, o donde el Anciano de Días se sentará como lo habló el profeta Daniel”.
La sección 116 enlaza el pasado con el futuro, la historia sagrada con la profecía. Adam-ondi-Ahmán es un lugar al que Adán y Eva fueron después de ser expulsados del Jardín de Edén. Allí ofrecieron sacrificios y bendijeron a su posteridad. José supo por revelación en 1831 que Adán, antes de su muerte, reunió a su posteridad en un valle llamado Adam-ondi-Ahmán y los bendijo, y ellos lo bendijeron a él. El Señor se les apareció y prometió a Adán que presidiría sobre una multitud de naciones. Adán se levantó y, aunque anciano, profetizó lo que sucedería a su posteridad (DyC 78:15–16 y 107:53–56).
La sección 116 identifica el sitio específico de esa ocasión impresionante y declara que el lugar albergará una reunión futura. Adán, o el Anciano de Días, como lo llamó Daniel, volverá a reunir allí a su posteridad justa, posiblemente para la reunión de la santa cena y de mayordomía profetizada en la sección 27.
Aproximadamente mil quinientos santos de los últimos días se establecieron en Adam-ondi-Ahmán en 1838. Planearon un templo. Establecieron una estaca en obediencia a la sección 115. Obedecieron la ley de consagración en cumplimiento de la sección 119. Ese mismo año fueron expulsados de la tierra cuando el gobernador de Misuri, Lilburn Boggs, emitió una orden ejecutiva de “exterminio” que, en efecto, permitió a los habitantes de Misuri apropiarse de las tierras al impedir que los santos hicieran valer sus derechos de preferencia. Aun así, gracias a la sección 116, la Iglesia ha adquirido y preservado en silencio este sitio sagrado.
Contexto adicional por Casey Paul Griffiths
En la primavera de 1838, más y más santos de los últimos días siguieron llegando al condado de Caldwell, en el noroeste de Misuri, el nuevo lugar de congregación de la Iglesia. Durante este tiempo, los líderes de la Iglesia identificaron entre “cuarenta y cincuenta lugares” al norte de la sede de la Iglesia en Far West como posibles asentamientos. Un año antes, Lyman Wight había viajado unas veinticinco millas al norte de Far West, Misuri. Wight construyó una cabaña y estableció un ferry cerca del río Grand, en el condado de Daviess, en un lugar llamado Spring Hill. A mediados de mayo de 1838, José Smith viajó con un grupo de líderes de la Iglesia al asentamiento de Wight en Spring Hill, donde trazaron un plan para una ciudad.
Doctrina y Convenios 116 es un extracto del diario de José Smith, registrado el 19 de mayo de 1838. La entrada completa de ese día dice lo siguiente:
19 sábado: A la mañana siguiente levantamos nuestras tiendas y marchamos, cruzando el río Grand en la desembocadura de Honey Creek, en un lugar llamado Nelson’s Ferry. El río Grand es un arroyo grande, hermoso, profundo y rápido, y sin duda permitirá la navegación de barcos de vapor y otras embarcaciones, y en la desembocadura de Honey Creek hay un espléndido puerto para la seguridad de tales embarcaciones y también para el desembarque de carga. Luego seguimos el río, mayormente entre los bosques, durante diez millas, hasta llegar a la casa del coronel Lyman Wight, que vive al pie de Tower Hill, nombre puesto por el presidente Smith en razón de los restos de un antiguo altar y torre nefitas, donde acampamos para el día de reposo. En la tarde, los presidentes Smith, Rigdon y yo fuimos al ferry de Wight, a media milla de este lugar río arriba, con el propósito de seleccionar y reclamar un terreno para una ciudad cerca de dicho ferry, en el condado de Daviess, municipio 60, rangos 27 y 28, y secciones 25, 36, 31 y 30. Ese lugar fue llamado Spring Hill, nombre puesto por los hermanos presentes, pero después fue nombrado por la boca del Señor y fue llamado Adam Ondi Awmen [Adam-ondi-Ahmán], porque —dijo Él— es el lugar donde Adán vendrá a visitar a su pueblo, o donde el Anciano de Días se sentará, como lo habló el profeta Daniel.
El extracto del diario, que incluye Doctrina y Convenios 116, fue publicado como parte de la History of the Church en varios volúmenes. Actuando bajo la dirección de Brigham Young, Orson Pratt extrajo la parte revelatoria del diario y la incluyó en la edición de 1876 de Doctrina y Convenios.
Véase “Historical Introduction,” Journal, March–September 1838, págs. 43–44, JSP.
Versículos 1
Adán-ondi-Ahmán, lugar sagrado del futuro
El Señor revela a José Smith que un valle cercano a Spring Hill, en Misuri, es llamado en lengua de Adán: Adán-ondi-Ahmán. Allí, en el futuro, Adán, el “Anciano de Días”, se reunirá con su pueblo para entregar sus llaves y autoridad, preparando la venida de Cristo en gloria.
1. El lugar: Adán-ondi-Ahmán
El Señor revela que el valle cerca de Spring Hill, Misuri, recibe este nombre sagrado. En el idioma adámico significa “el lugar donde Adán vendrá”. Esto no es solo una referencia geográfica, sino un testimonio de que los designios de Dios se cumplen en lugares concretos de la tierra, apartados desde la antigüedad para acontecimientos eternos.
2. Adán como el “Anciano de Días”
La revelación conecta con la profecía de Daniel (Daniel 7:9–14), donde se menciona al “Anciano de Días” que entregará el reino al Hijo del Hombre. La doctrina restaurada enseña que este “Anciano de Días” es Adán, el primer hombre, que presidirá una reunión solemne para entregar las llaves del gobierno de la tierra al Salvador.
3. Reunión de llaves y autoridad
Este lugar será escenario de una gran conferencia futura en la que se reunirán todos los justos, profetas y líderes dispensacionales. Allí, Adán entregará las llaves del sacerdocio y de la administración terrenal a Jesucristo, quien asumirá plenamente Su reinado milenario.
4. Preparación para la Segunda Venida
La doctrina de Adán-ondi-Ahmán enfatiza que la historia humana culmina en un orden divino: todo lo que comenzó con Adán, se restaurará y consumará en Cristo. La autoridad no se dispersa ni se pierde; está asegurada en un plan perfecto que apunta al retorno glorioso del Salvador.
Casey Paul Griffiths (Erudito SUD)
El nombre de Adam-ondi-Ahmán fue revelado varios años antes a José Smith durante una bendición patriarcal dada a su padre el 18 de diciembre de 1833. Esa bendición fue añadida posteriormente a Doctrina y Convenios como parte de la sección 107 (DyC 107:53–57). La revelación en la sección 116, que designa a Spring Hill como Adam-ondi-Ahmán, hace referencia a una visitación de Adán que aún no ha ocurrido, pero que probablemente sucederá en el mismo lugar donde antiguamente Adán reunió “al resto de su posteridad que eran justos, en el valle de Adam-ondi-Ahmán, y allí les dio su última bendición” (véase el comentario de DyC 107:53–57).
La profecía del profeta Daniel a la que el Señor se refiere en la sección 116 se encuentra en Daniel 7:9–14, donde Daniel declaró:
“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días; su vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. . . . Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:9, 13–14).
En muchas ocasiones, el Profeta José Smith identificó de manera clara al “Anciano de Días” como Adán. En un discurso de 1839 registrado por Willard Richards, el Profeta declaró:
“[Cuando Daniel 7] habla del Anciano de Días, se refiere al hombre más antiguo, nuestro Padre Adán, Miguel; él llamará a sus hijos y celebrará un concilio con ellos para prepararlos para la venida del Hijo del Hombre. Él (Adán) es el Padre de la familia humana y preside sobre los espíritus de todos los hombres, y todos los que han tenido las llaves deberán presentarse ante él en este gran concilio. Esto puede suceder antes de que algunos de nosotros dejemos esta etapa de acción. El Hijo del Hombre se presentará ante él y se le dará gloria y dominio. Adán entrega su mayordomía a Cristo, aquella que le fue entregada como poseedor de las llaves del universo, pero retiene su posición como cabeza de la familia humana”.
En un discurso de 1877, Orson Pratt aclaró aún más a los santos el significado del nombre “Adam-ondi-Ahmán”. Explicó:
“Entonces entendemos que fue el lugar donde Adán habitó. Tal vez tengan curiosidad de saber qué significa ‘Ondi-Ahmán’. Significa el lugar donde Adán habitó. ‘Ahmán’ significa Dios. El término completo significa Valle de Dios, donde Adán habitó. Es el idioma original hablado por Adán, tal como fue revelado al Profeta José”.
Comentario final
Doctrina y Convenios 116, aunque breve, es un versículo cargado de significado profético. Nos recuerda que la obra de Dios está cuidadosamente organizada desde el principio hasta el fin. Así como Adán representó a toda la humanidad en el inicio de la historia, será también él quien, en el lugar señalado, represente a toda la familia humana en el preludio de la Segunda Venida.
El conocimiento de Adán-ondi-Ahmán nos inspira a prepararnos, no con temor, sino con esperanza. Nos invita a vivir de tal manera que podamos ser dignos participantes de ese gran día en que se reconocerá a Jesucristo como el Rey de reyes y Señor de señores. La revelación nos asegura que el plan de salvación es coherente, continuo y eterno, y que cada uno de nosotros tiene un lugar en esa historia sagrada.
Doctrina y Convenios 116:1
Spring Hill es nombrado por el Señor Adam-ondi-Ahman, porque —dijo Él— es el lugar donde Adán vendrá a visitar a su pueblo, o donde el Anciano de Días se sentará, como lo dijo Daniel el profeta.
Al final de su vida, Adán reunió a toda su recta posteridad en “el valle de Adam-ondi-Ahman y allí les otorgó su última bendición” (DyC 107:53). Adam-ondi-Ahman es el Valle de Dios, un lugar —conocido en la década de 1830 como Spring Hill, Misuri— donde Adán vendrá a visitar a sus descendientes antes de que Cristo aparezca en gloria al mundo.
El profeta José dijo que Adán “es el padre de la familia humana, y preside sobre los espíritus de todos los hombres, y todos los que han tenido las llaves deben presentarse ante él en este gran concilio” (Enseñanzas del Profeta José Smith, 157).
En esta conferencia, Adán —a quien José Smith identificó como el Anciano de Días— y otros rendirán cuentas de sus mayordomías. El Padre Adán, a su vez, entregará su mayordomía a Cristo.
Esta magnífica congregación de fieles Santos en Adam-ondi-Ahman ayudará a preparar el camino para el regreso glorioso de nuestro Señor.
El breve pero majestuoso pasaje de Doctrina y Convenios 116:1 abre una ventana a uno de los eventos más sublimes del futuro milenario: el gran concilio de Adam-ondi-Ahman, donde Adán, el “Anciano de Días”, se reunirá nuevamente con su posteridad fiel para entregar las llaves del gobierno de la tierra a Jesucristo.
El Señor mismo reveló el nombre sagrado del lugar, declarando: “Spring Hill es nombrado por el Señor Adam-ondi-Ahman.” Con esta revelación, un valle común en Misuri se convirtió en un punto eterno en el mapa de la historia divina: el Valle de Dios, donde el principio y el fin de la historia humana se unen. Fue allí donde Adán, después de haber sido expulsado del Edén, reunió a su familia para bendecirlos y profetizar sobre las generaciones futuras (DyC 107:53–56). Y será allí donde, en los últimos días, se celebrará un concilio celestial que antecederá la Segunda Venida del Salvador.
El profeta José Smith explicó que Adán preside sobre los espíritus de todos los hombres, y que todos los que poseen las llaves del sacerdocio —desde Noé hasta los profetas de las dispensaciones más recientes— deberán presentarse ante él para rendir cuentas. Este acto simboliza una transferencia solemne de autoridad: el primer hombre, que recibió las llaves directamente de Dios, las devolverá al Hijo del Hombre, Cristo, quien reinará como Rey de reyes y Señor de señores sobre la tierra renovada.
Doctrinalmente, este suceso enseña la unidad perfecta del plan de salvación. Desde Adán hasta la última dispensación, todos los profetas y poseedores de llaves están conectados por una misma autoridad divina, que proviene de Cristo y a Él regresa. El concilio de Adam-ondi-Ahman no es simplemente una ceremonia; es la culminación de la mayordomía humana ante el Redentor, una manifestación de que la historia de la tierra no es un conjunto de eras desconectadas, sino una sola obra de Dios que culmina en la redención de toda la creación.
Narrativamente, uno puede imaginar aquel valle lleno de luz y gloria: los patriarcas de todas las edades reunidos, las dispensaciones representadas, los himnos de los redimidos resonando en el aire. Adán, el primer padre, presidiendo con amor; y al final, Cristo, el Hijo perfecto, recibiendo el reino para gobernar con justicia.
El nombre Adam-ondi-Ahman —“el valle donde Dios se reunió con Adán”— encierra así un mensaje de esperanza y restauración. Lo que comenzó con la caída del hombre terminará con su exaltación. El mismo lugar donde la humanidad fue dispersada será también el lugar donde será reunida bajo Cristo, el nuevo Adán.
De esta forma, Doctrina y Convenios 116 nos recuerda que toda la historia humana apunta hacia un glorioso encuentro: Adán con sus hijos, Cristo con Sus discípulos, la tierra con su Creador. Allí se cumplirá el propósito final del Evangelio: que Dios y Su pueblo moren nuevamente juntos en luz y paz eternas.
























