Doctrina y Convenios
Sección 29
La Sección 29 de Doctrina y Convenios se recibió en un momento clave en la historia temprana de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Esta revelación fue dada por medio de José Smith en septiembre de 1830, poco después de la organización formal de la Iglesia en abril del mismo año. El contexto histórico proporciona una comprensión más profunda de su contenido y propósito:
Contexto Histórico
En 1830, la Iglesia todavía era muy pequeña, con solo unos pocos cientos de miembros. Sin embargo, su crecimiento era rápido gracias a la obra misional. La revelación refleja las instrucciones específicas y los principios doctrinales que necesitaban los primeros conversos para fortalecer su fe y compromiso.
La revelación se dio pocos días antes de una conferencia de la Iglesia que tendría lugar el 26 de septiembre. Estas reuniones eran ocasiones importantes para instruir a los líderes y miembros y establecer una dirección para la Iglesia en crecimiento.
Los primeros miembros de la Iglesia vivían en un ambiente religioso caracterizado por un fuerte enfoque en los últimos días y la Segunda Venida de Cristo. La revelación aborda directamente estos temas, subrayando la urgencia de prepararse espiritualmente.
En este momento, José Smith y los otros élderes necesitaban guía y consuelo mientras enfrentaban desafíos externos, como oposición social, y desafíos internos, como la responsabilidad de liderar la Iglesia.
Un tema central de la revelación es el recogimiento de los escogidos. Este concepto tenía tanto un significado literal, al reunir a los miembros en lugares designados, como espiritual, al prepararlos para el reino de Dios.
En esta revelación, el Señor amplía conceptos clave, como la relación entre lo temporal y lo espiritual, el albedrío, el papel del diablo, la redención a través de la Expiación de Cristo y la resurrección. Estas enseñanzas sentaron las bases para una comprensión más completa del plan de salvación entre los primeros Santos.
José Smith y los primeros miembros enfrentaban una creciente oposición de otras denominaciones religiosas. La revelación enfatiza que los elegidos no deben endurecer sus corazones y deben permanecer fieles, a pesar de las dificultades externas.
La Sección 29 proporcionó dirección clara y esperanza para los primeros miembros de la Iglesia, asegurándoles que el Señor estaba al tanto de sus desafíos y que Él los guiaba activamente en la obra de establecer Su reino. Además, reforzó la responsabilidad de los líderes de preparar a los miembros para los eventos futuros y predicar el evangelio con urgencia.
Describe eventos específicos que ocurrirán antes de la venida de Cristo, incluyendo señales celestiales, plagas y desolaciones.
Aclara el propósito de la Caída, la redención por medio de la Expiación y el papel del albedrío.
Subraya la misión de los élderes de predicar el evangelio y reunir a los escogidos.
Asegura que los niños pequeños son redimidos mediante la gracia de Cristo, una doctrina que contrasta con las creencias comunes de otras denominaciones de la época.
En resumen, la Sección 29 es una revelación de preparación y consuelo, destinada a fortalecer y guiar a los primeros Santos en un momento crítico de la historia de la Iglesia.
― Doctrina y Convenios 29:1–2: Cristo como Redentor y el recogimiento de los escogidos.
Estos versículos presentan a Cristo como el Redentor y enfatizan su amor y misericordia. La metáfora de la gallina muestra la ternura y disposición de Cristo para proteger y cuidar a Su pueblo, pero también requiere que ellos escuchen Su voz y se humillen. Este recogimiento es tanto físico como espiritual, señalando el esfuerzo por reunir a los fieles en unidad bajo el Evangelio. Refleja el carácter inclusivo del llamado divino y la necesidad de la obediencia para recibir Sus bendiciones.
1. “Escuchad la voz de Jesucristo, vuestro Redentor, el Gran Yo Soy, cuyo brazo de misericordia ha expiado vuestros pecados;”
“Escuchad la voz de Jesucristo”. Cristo nos invita a reconocer Su voz como la fuente de verdad. Escuchar implica no solo oír, sino también actuar en consecuencia. Esta frase resalta la necesidad de la revelación continua, tanto personal como profética, para guiarnos.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “En el ruidoso mundo de hoy, es esencial que aprendamos a escuchar la voz del Señor por encima de todas las demás” (“Hear Him,” abril 2020).
Este llamado enfatiza la relación personal con Cristo a través de la oración, las Escrituras y los profetas. Al “escuchar Su voz”, los miembros desarrollan fe, obediencia y discernimiento espiritual.
“vuestro Redentor”. Cristo es identificado como el Redentor, aquel que pagó el precio por nuestros pecados. La redención implica rescatar, liberar y restaurar, lo cual se realiza a través de Su sacrificio expiatorio.
Boyd K. Packer explicó: “La redención no solo nos limpia de los pecados, sino que también nos da la fuerza para superarlos” (“The Mediator,” abril 1977).
Al reconocerlo como nuestro Redentor, nos alineamos con Su propósito y aceptamos Su sacrificio como esencial para nuestra salvación.
“el Gran Yo Soy”. Este título conecta a Cristo con Jehová, el Dios del Antiguo Testamento, reafirmando Su divinidad y Su identidad eterna. La frase proviene de Éxodo 3:14, donde Dios declara Su naturaleza eterna e inmutable.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Cuando Cristo declara ser ‘el Gran Yo Soy,’ afirma Su preeminencia divina y Su papel eterno en el plan de salvación” (“The Grandeur of God,” octubre 2003).
Este título invita a los fieles a reverenciarlo como el Dios eterno, reconociendo Su constancia y autoridad a través de todas las dispensaciones.
“cuyo brazo de misericordia ha expiado vuestros pecados”. La frase subraya la obra expiatoria de Cristo como un acto de misericordia infinita. A través de Su sacrificio, Él elimina las consecuencias del pecado para aquellos que se arrepienten.
En La Perla de Gran Precio, Moisés 6:62 enseña que la Expiación es “el medio por el cual la humanidad puede reconciliarse con Dios”.
La mención del “brazo de misericordia” ilustra la disposición de Cristo de extenderse hacia nosotros y salvarnos, siempre que lo busquemos con humildad.
2. “quien juntará a su pueblo como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, sí, a cuantos escuchen mi voz, se humillen ante mí y me invoquen con poderosa oración.”
“quien juntará a su pueblo como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas”. Esta metáfora refleja el amor, la protección y la paciencia de Cristo al reunir a Su pueblo. Es un símbolo de Su deseo de salvarnos y protegernos de los peligros espirituales.
El presidente Dieter F. Uchtdorf declaró: “El Salvador desea reunirnos, protegernos y consolarnos. Nos ofrece refugio bajo Sus alas de amor” (“La esperanza de los hijos de Dios,” octubre 2016).
Esta imagen también implica responsabilidad personal: los polluelos deben venir a Él. Rechazar Su invitación nos deja vulnerables a las adversidades del mundo.
“sí, a cuantos escuchen mi voz”. Cristo extiende esta promesa a todos, pero solo aquellos que escuchen y respondan serán reunidos. Escuchar implica reconocer Su autoridad y actuar con fe.
En Juan 10:27, Cristo dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.”
Este llamado destaca la universalidad de Su invitación y la necesidad de discernir entre las muchas voces del mundo y la voz del Salvador.
“se humillen ante mí”. La humildad es esencial para aceptar la dirección del Señor. Significa reconocer nuestra dependencia de Él y someternos a Su voluntad.
El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “La humildad es un reconocimiento sincero del poder de Dios” (“La soberbia es enemiga,” abril 1989).
La humildad permite que Su gracia y poder operen en nuestras vidas, preparándonos para recibir Su protección y bendiciones.
“y me invoquen con poderosa oración”. Invocar al Señor con poderosa oración implica fe, persistencia y sinceridad. La oración es el medio por el cual nos acercamos a Él y recibimos Su guía y fortaleza.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La oración nos conecta con el poder celestial, habilitándonos para superar los desafíos del mundo” (“The Power of Spiritual Momentum,” abril 2022).
La oración poderosa no solo es una herramienta para pedir ayuda, sino también un acto de adoración que fortalece nuestra relación con Cristo.
Estos versículos encapsulan el papel redentor de Jesucristo, Su amor protector y Su invitación a cada uno de nosotros para venir a Él. Nos llaman a escuchar Su voz, reconocer nuestra necesidad de Él, y buscar Su guía mediante la humildad y la oración ferviente. Cristo nos muestra Su disposición infinita para redimirnos y protegernos, pero también resalta nuestra responsabilidad de responder con fe y obediencia.
La voz de Cristo resuena en nuestras vidas, llamándonos al arrepentimiento, la redención y la paz bajo Su protección. Al actuar sobre estas enseñanzas, encontramos consuelo y guía en un mundo lleno de incertidumbre. Estos versículos nos recuerdan que, aunque Su amor es incondicional, nuestras elecciones determinan si experimentaremos las bendiciones de Su expiación y protección. La invitación está abierta a todos, pero requiere esfuerzo sincero y un corazón dispuesto a escuchar, humillarse y orar. ¿Cómo podemos cada día escuchar mejor Su voz y responder a Su llamado? Este es un desafío continuo y una promesa gloriosa.
― Doctrina y Convenios 29: 7–8: El recogimiento de los escogidos.
Estos versículos enseñan la responsabilidad de los miembros de la Iglesia de participar activamente en el recogimiento de Israel. Los “escogidos” no son un grupo predeterminado, sino aquellos que responden al llamado de Cristo y no endurecen su corazón. El recogimiento implica un lugar literal y un estado espiritual de preparación para enfrentar las tribulaciones que precederán a la Segunda Venida. Esto subraya la importancia de la obra misional y la santificación personal.
7. “Y sois llamados para efectuar el recogimiento de mis escogidos; porque estos escuchan mi voz y no endurecen su corazón.”
“Y sois llamados para efectuar el recogimiento de mis escogidos;” Este llamado destaca la responsabilidad sagrada de los Santos en la obra misional y la preparación para los últimos días. El recogimiento de los escogidos incluye tanto el reunirse físicamente en lugares designados como la preparación espiritual para recibir al Salvador.
El presidente Nelson dijo: “Cuando hablamos del recogimiento, simplemente estamos diciendo esto: todas las personas en la tierra que acepten el evangelio de Jesucristo son escogidas por Él para ser parte de Su pueblo del convenio” (“El recogimiento de Israel,” octubre 2006).
La obra del recogimiento es un testimonio de la misericordia de Dios al extender Su Evangelio a todas las naciones, llamando a todos a ser parte de Su reino y alistarse para la venida de Cristo.
“porque estos escuchan mi voz y no endurecen su corazón.” Los “escogidos” son aquellos que responden al llamado de Cristo con humildad y obediencia. Escuchar Su voz implica reconocer Su autoridad divina y actuar en fe. Endurecer el corazón significa rechazar Su guía y permanecer en desobediencia.
En Doctrina y Convenios 45:57, se enseña que los sabios escuchan Su voz “y no son engañados”.
Esto nos recuerda que ser “escogido” no es una condición predeterminada, sino el resultado de nuestras decisiones constantes de seguir a Cristo y permanecer sensibles a Su Espíritu.
8. “Por tanto, del Padre ha salido el decreto de que serán recogidos en un solo lugar sobre la faz de esta tierra, a fin de preparar su corazón, y que se preparen en todas las cosas para el día en que se derramen tribulaciones y desolación sobre los malvados.”
“Por tanto, del Padre ha salido el decreto de que serán recogidos en un solo lugar sobre la faz de esta tierra,” Este “decreto del Padre” subraya que el recogimiento de Israel es una obra divina, con un propósito y un destino específicos. El “lugar” puede ser interpretado tanto literal como espiritualmente, al referirse a Sión como un lugar físico y un estado de santidad.
En Doctrina y Convenios 115:6, el Señor llama a los Santos a reunirse “en Sión y en sus estacas para defensa y refugio contra la tempestad”.
La reunión en un “lugar” enfatiza la necesidad de unidad entre los fieles, así como la importancia de establecer lugares santos donde puedan encontrar protección espiritual y física.
“a fin de preparar su corazón,” Preparar el corazón es un acto de arrepentimiento, humildad y consagración. Esta preparación espiritual es esencial para recibir al Salvador en Su Segunda Venida y estar listos para los juicios divinos.
En Doctrina y Convenios 88:74, se insta a los Santos a “purificarse y preparar su corazón para recibir el Espíritu Santo”.
El recogimiento no es solo una acción externa, sino un proceso interno de transformación espiritual que permite a los Santos estar en armonía con la voluntad de Dios.
“y que se preparen en todas las cosas para el día en que se derramen tribulaciones y desolación sobre los malvados.” Las “tribulaciones y desolación” son juicios profetizados que purificarán la tierra antes de la venida de Cristo. Prepararse en “todas las cosas” significa tanto la preparación espiritual como la temporal, incluyendo guardar convenios, acumular provisiones y construir una comunidad fuerte y fiel.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “La mejor preparación para los tiempos difíciles es la obediencia fiel a los mandamientos de Dios” (“Si nos preparamos no temeremos,” octubre 2005).
Este versículo nos recuerda que la preparación no solo es para sobrevivir, sino para prosperar espiritualmente en medio de las pruebas, siendo testigos fieles de Cristo.
Estos versículos presentan un llamado claro y solemne para los Santos: ser participantes activos en el recogimiento de Israel y en la preparación espiritual y física para los últimos días. La obra del recogimiento es un acto colectivo de fe y obediencia, mientras que la preparación del corazón es profundamente personal, exigiendo dedicación y humildad. El contraste entre los escogidos y los que enfrentan las “tribulaciones y desolación” ilustra la importancia de vivir conforme al Evangelio.
El recogimiento y la preparación son temas centrales en el plan de salvación. Cristo nos invita a escuchar Su voz, evitar endurecer nuestro corazón y participar en la edificación de Su reino. Estos versículos nos desafían a reflexionar sobre nuestro propio estado espiritual: ¿Estamos respondiendo a Su llamado con fe y obediencia? ¿Estamos preparados, tanto espiritual como temporalmente, para los desafíos y las bendiciones que preceden Su regreso? Este llamado a la acción nos recuerda que ser discípulos fieles de Cristo no es solo una invitación, sino una responsabilidad sagrada con promesas eternas.
― Doctrina y Convenios 29:14–21: Señales de los últimos días
Estos versículos describen eventos catastróficos que precederán a la Segunda Venida. Las señales en los cielos y en la tierra son cumplimientos proféticos que enfatizan la urgencia del arrepentimiento. El llanto y los lamentos reflejan el impacto emocional y espiritual de los juicios divinos. Además, la referencia a la “grande y abominable iglesia” simboliza todo sistema o poder que se oponga a Dios, y su destrucción final subraya la justicia divina.
14. “Mas he aquí, os digo que antes que llegue este gran día, el sol se obscurecerá y la luna se tornará en sangre; las estrellas caerán del cielo y habrá señales mayores arriba en el cielo y abajo en la tierra;”
“Mas he aquí, os digo que antes que llegue este gran día”. El “gran día” se refiere a la Segunda Venida de Jesucristo. Este evento será glorioso para los fieles pero aterrador para los inicuos. Las escrituras enseñan que la preparación es esencial para recibir al Salvador.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “La Segunda Venida del Señor está más cerca que nunca. ¿Están preparados para encontrarse con Dios?” (“Prepárense para el Segundo Advenimiento,” abril 2019).
Este énfasis en “antes” implica que habrá signos claros y eventos que nos advertirán para prepararnos tanto espiritual como temporalmente.
“el sol se obscurecerá y la luna se tornará en sangre; las estrellas caerán del cielo”. Estas señales celestiales son cumplimientos proféticos que preceden al regreso del Salvador. Representan tanto fenómenos físicos como cambios simbólicos que sacudirán a la humanidad.
Joel 2:31 enseña: “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y terrible de Jehová.”
Estas señales son advertencias de que el tiempo para arrepentirse se acorta. Simbolizan la intervención divina en la historia humana y nos llaman a estar atentos y listos.
“y habrá señales mayores arriba en el cielo y abajo en la tierra;” Las señales no estarán limitadas a los cielos, sino que también se manifestarán en la tierra. Esto subraya que los cambios serán visibles y evidentes para todos.
El élder D. Todd Christofferson enseñó: “Los signos y señales no son para asustar, sino para fortalecer la fe y motivar el arrepentimiento” (“Cuando venga la hora,” octubre 2014).
Las señales celestiales y terrestres confirman que Dios está en control y cumple Sus promesas. Son recordatorios visibles de la proximidad de Su venida.
16. “Y habrá lloro y lamentos entre las huestes de los hombres;”
“Y habrá lloro y lamentos”. El “lloro y lamentos” representan la reacción de los inicuos al enfrentar los juicios divinos. Es una manifestación de dolor, arrepentimiento tardío y miedo por no haber seguido al Señor.
En Doctrina y Convenios 88:94 se menciona: “Entonces dirán las naciones: ¡Hemos pecado contra Jehová!”
Este lamento no solo es físico, sino también espiritual, al reconocer la separación de la presencia de Dios.
“entre las huestes de los hombres”. Las “huestes de los hombres” se refieren a la humanidad en general, quienes serán testigos de los juicios de Dios. Los que no se hayan preparado experimentarán el impacto emocional y espiritual de estos eventos.
El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “El arrepentimiento constante es la mejor forma de evitar el llanto de remordimiento en el gran día del Señor” (“The Dawning of a Brighter Day,” abril 2004).
Este versículo subraya la importancia de estar espiritualmente preparados para evitar el dolor y la desesperación asociados con los juicios divinos.
21. “Y la grande y abominable iglesia, que es la ramera de toda la tierra, será derribada por fuego devorador, de acuerdo con lo declarado por boca de Ezequiel el profeta.”
“Y la grande y abominable iglesia, que es la ramera de toda la tierra”. Esta frase se refiere a cualquier sistema, organización o ideología que se oponga a Dios y lleve a las personas a la idolatría y al pecado. Representa la influencia del mal que corrompe a las naciones.
En 1 Nefi 13:6, se describe a esta iglesia como “grande y abominable,” que busca pervertir los caminos de Dios.
Este símbolo nos recuerda que debemos discernir entre lo que es de Dios y lo que es del mundo, alejándonos de la corrupción espiritual.
“será derribada por fuego devorador”. El fuego es un símbolo de purificación y juicio. La destrucción de la iglesia abominable señala el triunfo de la justicia divina sobre el pecado y la iniquidad.
En Ezequiel 28:18, se profetiza que Dios traerá fuego para consumir la maldad.
Esto demuestra que ninguna institución o poder maligno puede resistir el juicio de Dios. Es una advertencia y una promesa de redención para los fieles.
“de acuerdo con lo declarado por boca de Ezequiel el profeta”. Este vínculo con las escrituras hebreas refuerza la coherencia del mensaje de Dios a través de las dispensaciones. Los juicios de Dios son justos, previstos y en cumplimiento de Su palabra.
Ezequiel 16:35–41 habla del juicio sobre la “ramera,” que simboliza la maldad persistente.
Esto destaca la importancia de estudiar las escrituras antiguas para comprender mejor el cumplimiento de las profecías en nuestra época.
Estos versículos nos advierten sobre los juicios divinos que precederán la Segunda Venida y la destrucción del mal en el mundo. Las señales en los cielos y en la tierra, el llanto de los inicuos y el juicio sobre la gran y abominable iglesia confirman que Dios es justo y cumple Sus promesas. La preparación espiritual es esencial para enfrentar estos eventos con fe y esperanza.
El Salvador nos invita a preparar nuestro corazón y nuestra vida para Su regreso. Las señales de los tiempos son tanto advertencias como recordatorios de Su amor y justicia. ¿Estamos listos para reconocer estas señales y responder con arrepentimiento y fe? Estos versículos nos llaman a fortalecer nuestra relación con Cristo, alejarnos de la influencia del mundo y participar en Su obra, asegurando así nuestra paz y seguridad en medio de los juicios venideros.
― Doctrina y Convenios 29:29–35: Todas las cosas son espirituales
34. “Por tanto, de cierto os digo que para mí todas las cosas son espirituales; y en ninguna ocasión os he dado una ley que fuese temporal, ni a ningún hombre, ni a los hijos de los hombres, ni a Adán, vuestro padre, a quien yo creé.”
Dios aclara que Sus leyes son espirituales, incluso si tienen aplicaciones temporales. Este principio recalca que todas las cosas en el plan de Dios tienen un propósito eterno y espiritual. Es una invitación a los fieles a ver más allá de las circunstancias temporales y comprender la naturaleza espiritual de los mandamientos y las bendiciones. Esto también resalta la interconexión entre lo temporal y lo eterno en el Evangelio.
“Por tanto, de cierto os digo que para mí todas las cosas son espirituales;” Dios afirma que, desde Su perspectiva, no hay separación entre lo espiritual y lo temporal. Todo lo que Él hace tiene un propósito eterno, incluso las experiencias terrenales. Las leyes y mandamientos que da están diseñados para el progreso espiritual del hombre.
El élder Dallin H. Oaks enseñó: “Lo que a menudo consideramos ‘temporal’ también tiene un propósito eterno, porque todo lo que el Señor hace contribuye a la exaltación de Sus hijos” (“La Vida Terrenal: Una Escuela de Aprendizaje Eterna,” abril 2018).
Este principio nos invita a ver nuestras experiencias diarias y desafíos temporales como oportunidades para el crecimiento espiritual. Al adoptar esta perspectiva, aprendemos a reconocer la mano de Dios en todos los aspectos de nuestra vida.
“y en ninguna ocasión os he dado una ley que fuese temporal,” Los mandamientos de Dios no son leyes arbitrarias para la vida mortal; cada uno tiene un significado espiritual y eterno. Aunque algunos mandamientos parecen centrados en lo temporal (por ejemplo, el cuidado del cuerpo), todos apuntan a nuestro bienestar eterno.
El presidente Boyd K. Packer explicó: “Los mandamientos no son restricciones, sino instrucciones para vivir en armonía con las leyes eternas que rigen el universo” (“Obediencia al Evangelio,” abril 1988).
Este enfoque redefine cómo los Santos ven la obediencia: no como un requisito meramente mortal, sino como una herramienta para alcanzar la exaltación. Incluso las acciones pequeñas tienen un impacto espiritual significativo.
“ni a ningún hombre, ni a los hijos de los hombres, ni a Adán, vuestro padre, a quien yo creé.” Desde el principio, Dios dio mandamientos a Adán y a toda la humanidad con un propósito eterno. Incluso los primeros mandamientos, como “multiplicaos y llenad la tierra” y “no comáis del fruto prohibido,” estaban diseñados para enseñar principios espirituales y guiar a la humanidad en el plan de salvación.
En Moisés 5:5, se relata que Adán ofreció sacrificios como mandamiento del Señor, “y obedeció.” Esto demuestra que incluso las instrucciones aparentemente simples tienen significado eterno.
Este versículo conecta los mandamientos dados a Adán con los que recibimos hoy, mostrando la continuidad del plan divino. Las leyes no cambian en su propósito eterno: guiar a los hijos de Dios hacia Su presencia.
Este versículo subraya una verdad central: la vida mortal y sus leyes no están separadas de lo eterno. Todo lo que Dios nos da está destinado a prepararnos para la vida eterna. Los mandamientos no son meros rituales o prácticas terrenales; son guías espirituales que elevan nuestra alma y nos acercan a Dios. Esta perspectiva nos ayuda a priorizar lo espiritual sobre lo mundano y a obedecer con una comprensión más profunda.
Dios nos invita a considerar todas las cosas como espirituales, transformando nuestra percepción de la vida diaria. Al reconocer que las experiencias, pruebas y mandamientos tienen un propósito eterno, podemos encontrar gozo y significado en cada aspecto de nuestra existencia. Este versículo nos llama a cambiar nuestra perspectiva, preguntándonos: ¿Cómo puedo vivir cada día con una mayor conciencia espiritual? Al hacerlo, podemos alinearnos más plenamente con el plan de salvación y encontrar paz en el propósito divino de nuestras vidas.
― Doctrina y Convenios 29:39: La función del diablo en el plan de salvación. “Y es menester que el diablo tiente a los hijos de los hombres, de otra manera estos no podrían ser sus propios agentes; porque si nunca tuviesen lo amargo, no podrían conocer lo dulce.”
Este versículo explica el papel esencial del adversario en el plan de salvación. La tentación es necesaria para que los hombres ejerzan su albedrío y crezcan espiritualmente al escoger el bien. La oposición da sentido a las experiencias humanas, ya que sin ella no habría contraste ni progreso. Es un recordatorio de que las pruebas y desafíos tienen un propósito divino.
“Y es menester que el diablo tiente a los hijos de los hombres,” La tentación del diablo no es un accidente en el plan de salvación; es parte esencial de este. La oposición permite a los hijos de Dios ejercer su albedrío y elegir entre el bien y el mal.
El élder Dallin H. Oaks explicó: “La oposición en todas las cosas es un principio eterno. Solo mediante esta oposición podemos aprender y progresar” (“El Plan de Salvación,” octubre 1993).
Aunque el diablo busca destruir el plan de Dios, su influencia tiene el efecto opuesto cuando usamos nuestro albedrío para resistirlo. Su tentación, aunque difícil, fortalece nuestro carácter al elegir lo correcto.
“de otra manera estos no podrían ser sus propios agentes;” El albedrío es un don divino fundamental para el progreso eterno. Sin oposición, no habría verdadera libertad de elección, y sin elección, no podríamos desarrollarnos espiritualmente.
En 2 Nefi 2:16 se enseña que “es preciso que haya una oposición en todas las cosas” para que los hombres puedan actuar y no ser actuados.
La agencia personal nos convierte en participantes activos en el plan de salvación. Cada elección que hacemos refuerza nuestra identidad divina y nos acerca más a Dios o nos aleja de Él.
“porque si nunca tuviesen lo amargo, no podrían conocer lo dulce.” El contraste entre lo amargo y lo dulce es una metáfora poderosa para explicar la importancia de las pruebas y los desafíos en nuestra vida. Sin experimentar la dificultad, no podríamos apreciar ni comprender plenamente las bendiciones y el gozo.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “Es en las experiencias desafiantes que aprendemos lo que realmente significa tener fe y confianza en el Señor” (“Jóvenes adultos, sus desafíos y sus bendiciones,” mayo 2022).
2 Nefi 2:11: “Es preciso que haya una oposición en todas las cosas”.
Las pruebas no son castigos, sino oportunidades para aprender y crecer. Al experimentar “lo amargo,” desarrollamos empatía, gratitud y una comprensión más profunda de la misericordia de Dios.
Este versículo resalta tres principios fundamentales del plan de salvación: la oposición, el albedrío y el aprendizaje mediante la experiencia. La tentación del diablo y la existencia de lo amargo no son obstáculos para el progreso eterno, sino condiciones necesarias para que podamos elegir el bien y experimentar gozo verdadero. Esta doctrina muestra la sabiduría de Dios al permitir que el sufrimiento y las pruebas nos preparen para una felicidad duradera.
La vida terrenal es un campo de aprendizaje donde enfrentamos tanto amarguras como dulzuras. La oposición nos permite crecer y convertirnos en personas más refinadas y compasivas. Este versículo nos invita a reflexionar sobre nuestra perspectiva de las pruebas: ¿las vemos como maldiciones o como oportunidades de progreso? Al reconocer la función divina de la oposición, podemos enfrentar las tentaciones y desafíos con gratitud y confianza en que, al final, nos ayudarán a alcanzar la plenitud de gozo prometida por Dios.
― Doctrina y Convenios 29:46–47: Los niños pequeños y la Expiación
Estos versículos enseñan la doctrina única de la Iglesia sobre la inocencia de los niños pequeños. La redención de los niños a través de la Expiación subraya la gracia de Cristo y Su amor perfecto. Además, el hecho de que Satanás no tenga poder sobre ellos hasta que lleguen a una edad de responsabilidad muestra la justicia y misericordia de Dios en Su trato con los niños.
46. “Pero he aquí, os digo que los niños pequeños son redimidos desde la fundación del mundo, mediante mi Unigénito;”
“Pero he aquí, os digo que los niños pequeños son redimidos”. Este principio enseña que los niños pequeños son inocentes ante Dios y están protegidos por la gracia del Salvador. La redención es automática para ellos debido a su incapacidad de pecar o comprender plenamente la ley.
El presidente Joseph F. Smith enseñó: “Los niños pequeños son redimidos por la sangre de Cristo. No hay necesidad de bautizar a los niños, ya que no tienen pecado” (“Doctrina del Evangelio,” p. 177).
Este versículo es una declaración de la misericordia y justicia de Dios. Los niños pequeños, al no ser responsables de sus acciones, son redimidos completamente por medio de la Expiación de Jesucristo.
“desde la fundación del mundo, mediante mi Unigénito;” La redención de los niños no es un acto fortuito, sino una parte integral del plan de salvación desde antes de la creación. Esto reafirma que la Expiación de Cristo es universal y abarca a toda la humanidad, incluidos aquellos que no son responsables de sus actos.
En Moisés 6:54 se enseña que los niños son inocentes porque “Satanás no tiene poder para tentarlos”.
La planificación divina garantiza que incluso los más pequeños sean resguardados y bendecidos por la gracia de Cristo, mostrando Su amor perfecto y eterno.
47. “Por tanto, no pueden pecar, porque no le es dado poder a Satanás para tentar a los niños pequeños, sino hasta cuando empiezan a ser responsables ante mí;”
“Por tanto, no pueden pecar,” La doctrina de la inocencia de los niños establece que ellos no son culpables de pecado. Esto contrasta con la doctrina del “pecado original” de otras tradiciones cristianas, que sostiene que los niños nacen en pecado.
En Moroni 8:12, Mormón enseña: “Los niños pequeños son vivos en Cristo desde la fundación del mundo.”
Esta enseñanza proporciona consuelo a los padres y testifica del carácter justo de Dios, quien no condena a los inocentes.
“porque no le es dado poder a Satanás para tentar a los niños pequeños,” Los niños pequeños están protegidos de la influencia de Satanás porque aún no han alcanzado la edad de responsabilidad. Este principio muestra el amor y cuidado de Dios por Sus hijos más vulnerables.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “El albedrío y la responsabilidad moral comienzan cuando el niño tiene la capacidad de discernir entre el bien y el mal” (“The Plan of Salvation,” octubre 2007).
Este versículo refleja el equilibrio perfecto entre la misericordia y la justicia de Dios. Los niños son preservados hasta que puedan tomar decisiones conscientes y responsables.
“sino hasta cuando empiezan a ser responsables ante mí;” La “edad de responsabilidad” se asocia con el momento en que un individuo tiene suficiente madurez para comprender el bien y el mal. En Doctrina y Convenios 68:27, el Señor establece que esta edad es a los ocho años, cuando se invita a los niños a bautizarse.
El élder D. Todd Christofferson explicó: “Dios nos da tiempo para crecer y entender Su ley antes de hacernos responsables de nuestras acciones” (“El don del arrepentimiento,” abril 2011).
Este principio demuestra que Dios es paciente y justo al dar a Sus hijos tiempo para aprender y crecer antes de hacerlos responsables de sus elecciones.
Estos versículos destacan la doctrina única de la inocencia de los niños pequeños, mostrando la misericordia, justicia y previsión de Dios. A través de la Expiación de Cristo, los niños están protegidos y redimidos automáticamente hasta que puedan ejercer plenamente su albedrío. Esto no solo subraya el amor incondicional de Dios, sino que también nos enseña a confiar en Su plan perfecto para todos Sus hijos.
Estos principios ofrecen consuelo y esperanza a las familias que han perdido a un niño pequeño, asegurando que ellos están vivos en Cristo. También nos recuerdan la importancia de cuidar y enseñar a los niños, preparándolos para su responsabilidad futura. Al reflexionar sobre estas enseñanzas, podemos considerar cómo apoyamos a los niños en su desarrollo espiritual y cómo confiamos en la misericordia y justicia de Dios. La inocencia de los niños es un reflejo del amor puro de Cristo y Su infinito sacrificio por toda la humanidad.
Organización por temas
Sección 29: La Segunda Venida, el Juicio y la Redención a través de Cristo
1. Cristo Recoge a Sus Escogidos
Versículos: 1–8
“Juntará a su pueblo como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas.”
El Señor Jesucristo reafirma que Su obra es reunir a Sus escogidos, aquellos que escuchan Su voz y se humillan ante Él. Promete protección, perdón y dirección a quienes se preparen para el gran día de tribulación y juicio.
• Versículo 1: Cristo es el Redentor y Su sacrificio expía los pecados de los fieles.
• Versículo 2: El recogimiento es una manifestación de Su misericordia.
• Versículos 3–4: Sus seguidores han sido elegidos para predicar Su evangelio.
• Versículos 5–8: El recogimiento precede al día de tribulación y desolación sobre los malvados.
El recogimiento espiritual y físico de los santos es una preparación para la Segunda Venida de Cristo. No se trata solo de un movimiento físico, sino de una preparación espiritual para poder estar en Su presencia.
• Presidente Russell M. Nelson: “El recogimiento de Israel es la obra más importante que se lleva a cabo hoy en día” (Conferencia General, octubre 2020).
• Élder David A. Bednar: “El Señor siempre ha recogido a Su pueblo antes de grandes eventos espirituales en la historia” (Conferencia General, abril 2019).
2. La Segunda Venida y el Milenio
Versículos: 9–11
“Me revelaré desde los cielos, con todas sus huestes, y moraré en rectitud con los hombres sobre la tierra mil años.”
Cristo describe cómo Su venida marcará el inicio del Milenio, cuando los justos serán preservados y los malvados serán destruidos.
• Versículo 9: El mundo madurará en maldad y los impíos serán consumidos.
• Versículos 10–11: Cristo vendrá con gran gloria y gobernará por mil años.
El Milenio será una era de paz, justicia y rectitud en la que Cristo reinará personalmente sobre la tierra. Solo los justos podrán permanecer.
• Presidente Joseph Fielding Smith: “El Milenio será un tiempo de paz y felicidad, donde Cristo gobernará” (Doctrina de Salvación, tomo 1).
• Élder Jeffrey R. Holland: “El día de la venida del Señor será terrible para los malvados, pero glorioso para los justos” (Conferencia General, abril 2011).
3. El Juicio de los Doce Apóstoles
Versículos: 12–13
“Mis apóstoles estarán a mi diestra… para juzgar a toda la casa de Israel.”
Los Doce Apóstoles de Jerusalén tendrán una función especial en el juicio final de la casa de Israel.
• Versículo 12: Se les dará gloria y autoridad en el juicio.
• Versículo 13: La resurrección de los justos ocurrirá en este gran día.
El juicio será realizado por Cristo junto con Sus siervos autorizados, lo que demuestra la estructura organizada del gobierno celestial.
• Presidente Dallin H. Oaks: “El juicio final será justo, ya que estará en manos de Cristo y Sus siervos escogidos” (Conferencia General, abril 2000).
4. Señales y Plagas Antes de la Segunda Venida
Versículos: 14–21
“El sol se obscurecerá y la luna se tornará en sangre.”
El Señor describe las señales y tribulaciones que precederán Su venida.
• Versículo 14: Habrá signos en los cielos.
• Versículo 16: Una tormenta de granizo destruirá las cosechas.
• Versículos 18–21: Plagas devastarán a los inicuos.
Estos eventos demostrarán la autoridad de Dios y la necesidad del arrepentimiento.
• Presidente Henry B. Eyring: “El Señor ha dado señales para que Sus discípulos se preparen” (Conferencia General, abril 2017).
5. La Última Resurrección y el Juicio Final
Versículos: 22–28
“Los justos serán reunidos a mi derecha para vida eterna.”
El Señor detalla el juicio final y la separación entre justos e inicuos.
• Versículo 22: Después del Milenio, la tierra será transformada.
• Versículos 27–28: Los inicuos serán separados y condenados.
El juicio final es el momento en que cada persona recibirá su destino eterno según sus obras y fe en Cristo.
• Élder Quentin L. Cook: “El juicio de Dios será justo, y Su gracia nos permitirá estar con Él si seguimos Su evangelio” (Conferencia General, octubre 2018).
6. Todas las Cosas son Espirituales para el Señor
Versículos: 29–35
“Para mí todas las cosas son espirituales.”
El Señor aclara que Sus mandamientos no son meramente temporales, sino que tienen propósito eterno.
Esta enseñanza nos ayuda a ver que todo en la vida tiene un propósito espiritual, incluso las pruebas.
• Presidente Boyd K. Packer: “Lo que hacemos en la tierra tiene consecuencias espirituales eternas” (Conferencia General, octubre 1995).
7. La Expulsión de Satanás y Su Papel en la Tentación
Versículos: 36–39
“Se rebeló contra mí, diciendo: Dame tu honra.”
El Señor explica que Satanás fue expulsado del cielo y su propósito es tentar a la humanidad.
El albedrío requiere la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, por lo que Satanás desempeña un papel en la prueba mortal.
• Élder M. Russell Ballard: “El adversario siempre busca destruir la obra de Dios, pero el Señor nos da el poder para vencerlo” (Conferencia General, octubre 2017).
8. La Caída de Adán y la Redención a Través de Cristo
Versículos: 40–45
“Yo, Dios el Señor, hice que fuese echado del Jardín de Edén.”
La caída de Adán trajo la mortalidad y la necesidad de la Expiación de Cristo.
Sin la Caída, no habría pruebas, crecimiento ni redención.
• Presidente Russell M. Nelson: “La Caída de Adán fue parte del plan divino y necesaria para nuestro progreso eterno” (Conferencia General, abril 2019).
9. La Redención de los Niños Pequeños
Versículos: 46–50
“Los niños pequeños son redimidos desde la fundación del mundo.”
Dios enseña que los niños son inocentes y están redimidos por la Expiación de Cristo.
Los niños pequeños no necesitan bautismo porque no son responsables ante Dios hasta que llegan a la edad de responsabilidad.
• Presidente Joseph Smith: “Es un principio revelado que los niños pequeños son salvos en el reino de Dios” (Enseñanzas del Profeta José Smith, p. 197).
Conclusión General
La Sección 29 proporciona una visión poderosa de los eventos de los últimos días, el juicio final y la redención a través de Cristo. Nos enseña que debemos prepararnos espiritualmente, confiar en la justicia de Dios y recordar que Su amor y misericordia son eternos.
























