Doctrina y Convenios
Sección 33
El contexto histórico de la Sección 33 de Doctrina y Convenios se sitúa en los primeros años del establecimiento de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Fue revelada en octubre de 1830, aproximadamente seis meses después de la organización formal de la Iglesia, en Fayette, Nueva York.
En este momento, la Iglesia era pequeña y contaba con unos pocos conversos. Sin embargo, había un fuerte énfasis en llevar el mensaje del Evangelio restaurado a más personas, en cumplimiento con la obra de recogimiento mencionada en las escrituras. Ezra Thayre y Northrop Sweet eran nuevos conversos que se sintieron motivados por el deseo de compartir su fe. Esta revelación les fue dada para confirmar su llamado como obreros en la viña del Señor y para animarlos a participar en la obra misional. El lenguaje de que “el campo blanco está ya para la siega” refleja la urgencia que sentían los primeros santos en llevar el Evangelio al mundo. La “hora undécima” implica que el tiempo es corto antes de la Segunda Venida de Cristo. El texto hace referencia a una “generación corrupta y perversa” y critica las “supercherías sacerdotales”, una referencia a las prácticas religiosas de la época que, según los primeros líderes de la Iglesia, estaban alejadas de la verdad y los principios originales del Evangelio de Jesucristo. En esta etapa, el Libro de Mormón, que había sido publicado en marzo de 1830, se consideraba una herramienta clave para la conversión y el testimonio. Los misioneros lo utilizaban ampliamente en su enseñanza. La revelación subraya la necesidad de arrepentimiento, bautismo y preparación espiritual para la venida de Cristo, conocida como la Segunda Venida. Este tema era central en la enseñanza de la Iglesia en sus comienzos.
Ezra Thayre fue un converso activo que participó en la obra misional y en otros aspectos del liderazgo de la Iglesia en los primeros años. Northrop Sweet, aunque inicialmente entusiasta, más tarde abandonó la Iglesia y fundó su propio movimiento religioso, que no prosperó. Fayette fue el lugar donde se organizó formalmente la Iglesia el 6 de abril de 1830. También fue el sitio donde se recibieron varias revelaciones importantes. Este pequeño pueblo sirvió como un punto de reunión clave para los primeros santos. La revelación se dio en un período de fervor religioso conocido como el Segundo Gran Despertar en los Estados Unidos, caracterizado por la predicación evangélica y el crecimiento de movimientos religiosos. La restauración de la Iglesia se veía como una respuesta a las divisiones doctrinales y la “apostasía” percibida en la cristiandad.
Los primeros conversos tenían la tarea de llevar el mensaje con dedicación, como lo demuestra el llamado a ser como Nefi, un profeta comprometido con la obra del Señor. La exhortación a tener lámparas encendidas y aceite preparado hace eco de la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25), enfatizando la preparación espiritual constante. El Evangelio restaurado y el Libro de Mormón se presentan como herramientas para contrarrestar la corrupción religiosa de la época.
En resumen, la Sección 33 refleja los primeros esfuerzos de la Iglesia por establecerse y expandirse, haciendo un llamado a los miembros a participar activamente en la obra del Señor en preparación para eventos futuros profetizados, incluida la Segunda Venida.
― Doctrina y Convenios 33:2. “Porque de cierto, de cierto os digo, que sois llamados a alzar vuestras voces como con el son de trompeta, para declarar mi evangelio a una generación corrupta y perversa.”
Este versículo refleja la importancia de proclamar el Evangelio con valor y claridad, como el “son de trompeta”, que es fuerte y despierta a quienes lo escuchan. Al referirse a una “generación corrupta y perversa,” subraya la urgencia de llevar el mensaje de arrepentimiento y verdad a un mundo que se ha desviado de los principios de Dios. En el contexto actual, este llamado también aplica a los discípulos de Cristo, quienes están invitados a compartir el Evangelio de manera decidida, especialmente en un mundo donde prevalecen los desafíos morales y espirituales.
“Porque de cierto, de cierto os digo”
Esta frase introduce una declaración divina con autoridad y certeza. La repetición de “de cierto” enfatiza la veracidad y la urgencia del mensaje.
En Doctrina y Convenios 1:37, se nos enseña que debemos prestar atención a las palabras del Señor porque “todas las palabras serán cumplidas.” Este prefacio subraya la naturaleza inmutable y segura de las promesas y mandatos de Dios.
“Que sois llamados a alzar vuestras voces”
Aquí se establece que el llamamiento a declarar el Evangelio no es casual ni voluntario; es un llamado divino dirigido a individuos específicos. La frase implica responsabilidad y acción.
En Doctrina y Convenios 18:28, se llama a los obreros del Evangelio a invitar a todos al arrepentimiento. El profeta Thomas S. Monson enseñó: “A menudo, nuestro llamado no llega en forma de una voz audible, sino como un susurro del Espíritu que nos guía a levantar nuestras voces.”
“Como con el son de trompeta”
La trompeta, en las Escrituras, simboliza un llamado claro y urgente a la acción. Es usada para advertir o reunir (véase Joel 2:1 y 1 Corintios 14:8).
El presidente Ezra Taft Benson declaró: “El Evangelio debe ser proclamado como una voz de advertencia. No podemos ser tímidos ni vacilantes; el mundo necesita escuchar con claridad.” Esto resalta que la proclamación del Evangelio debe ser directa y decidida, sin ambigüedades.
“Para declarar mi evangelio”
El “evangelio” aquí se refiere a las buenas nuevas de Jesucristo: la expiación, el arrepentimiento, el bautismo, la recepción del Espíritu Santo y la perseverancia hasta el fin (véase 3 Nefi 27:13–21).
El élder Jeffrey R. Holland explicó: “Declarar el Evangelio significa no solo predicar las doctrinas, sino también testificar del poder transformador de Jesucristo.” Esto implica que los misioneros no solo enseñan, sino que también invitan al cambio personal.
“A una generación corrupta y perversa”
Esta descripción refleja el estado del mundo en los días de José Smith y también es aplicable a la sociedad moderna, donde prevalecen el pecado y la confusión moral (véase Mateo 17:17).
El presidente Gordon B. Hinckley señaló: “Vivimos en tiempos de gran desafío, pero también de grandes oportunidades. El Evangelio es la respuesta a las necesidades del mundo actual.” Esto subraya que, a pesar de la corrupción, el Evangelio ofrece esperanza y redención.
Este versículo enfatiza la urgencia y la responsabilidad de proclamar el Evangelio en un mundo necesitado de redención. La comparación con el “son de trompeta” nos recuerda que este llamado no puede ser ignorado ni transmitido con timidez. El mensaje del Evangelio es la solución a la corrupción y perversidad de la sociedad, y aquellos que son llamados tienen el deber de compartirlo con poder y claridad.
Este pasaje invita a cada creyente a evaluar su compromiso con la obra misional. La frase “alzar vuestras voces como con el son de trompeta” no solo aplica a los misioneros llamados formalmente, sino a todos los discípulos de Cristo, quienes pueden testificar con su vida y sus palabras. En un mundo lleno de confusión, debemos ser portadores de luz, declarando con valor que el Evangelio de Jesucristo es la única fuente de paz verdadera. Como dijo el élder Dieter F. Uchtdorf: “El mundo necesita testigos fieles, aquellos que vivan el Evangelio y lo proclamen con fe y alegría.”
Esta sección nos recuerda que el llamado a declarar el Evangelio es tanto una bendición como una responsabilidad sagrada, y que, al hacerlo, podemos ser instrumentos en las manos de Dios para traer esperanza y salvación a los demás.
― Doctrina y Convenios 33:3. “Porque he aquí, el campo blanco está ya para la siega; y es la hora undécima, y la última vez que llamaré obreros a mi viña.”
Este versículo destaca el simbolismo del campo listo para la cosecha, que representa a las personas que están preparadas para aceptar el Evangelio. La “hora undécima” indica que estamos en un tiempo crítico, cercano al cumplimiento de las profecías sobre la Segunda Venida de Cristo. Este llamado a los “obreros” para trabajar en la viña del Señor es un recordatorio para todos los creyentes de su responsabilidad de participar en la obra misional, ya que el tiempo es limitado.
“Porque he aquí, el campo blanco está ya para la siega”
El “campo blanco” simboliza al mundo, y la “siega” se refiere al recogimiento de almas mediante la obra misional. La imagen sugiere que muchas personas están listas para aceptar el Evangelio, pero necesitan que alguien los invite.
Jesús utilizó este mismo simbolismo en Juan 4:35: “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.” El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Hay corazones abiertos al Evangelio en todos los lugares del mundo. Debemos estar preparados para responder al llamado del Maestro.”
“Y es la hora undécima”
La “hora undécima” alude a la parábola de los obreros en la viña (Mateo 20:1–16), que enseña sobre la gracia de Dios y la importancia de actuar sin importar el momento en que se reciba el llamado. También implica que el tiempo es corto antes de la Segunda Venida de Cristo.
El élder Jeffrey R. Holland dijo: “Vivimos en los últimos días, y el Señor nos necesita a todos en su obra, independientemente del momento en que hayamos recibido nuestro llamado.” Esto resalta que la obra del Señor está acelerándose y que todos somos invitados a participar.
“Y la última vez que llamaré obreros a mi viña”
Este pasaje señala la urgencia de responder al llamado, ya que representa los últimos días antes del cumplimiento de los tiempos de los gentiles y el regreso de Cristo. “La última vez” implica que la dispensación actual es la última antes de que el Salvador reine personalmente en la tierra.
El presidente Russell M. Nelson declaró: “El recogimiento de Israel es lo más importante que está ocurriendo en la tierra hoy en día. Todo lo que ha sucedido en esta dispensación ha sido para preparar a un pueblo para recibir al Salvador.” Este recogimiento espiritual y físico es el propósito principal de los obreros en la viña.
Este versículo destaca tres aspectos importantes del plan de Dios para la humanidad: la preparación del campo, la urgencia de la obra misional, y la naturaleza única de nuestra dispensación. El simbolismo del campo blanco listo para la siega nos recuerda que hay almas preparadas para aceptar el Evangelio si estamos dispuestos a compartirlo. La referencia a la “hora undécima” y a la “última vez” enfatiza la necesidad de actuar con rapidez y dedicación, pues estamos en la etapa final del plan de salvación antes de la Segunda Venida de Cristo.
Este pasaje invita a reflexionar sobre nuestro papel personal en la obra del Señor. ¿Estamos respondiendo al llamado a trabajar en Su viña? El tiempo es corto y los campos están listos. El Señor no solo necesita obreros diligentes, sino también discípulos que comprendan la magnitud de su obra. Como el élder Dieter F. Uchtdorf expresó: “El Señor nos invita a cada uno de nosotros a participar en su obra redentora. No importa cuán pequeños o insignificantes nos sintamos; Él puede hacer grandes cosas con nuestras manos humildes.”
Al meditar en este versículo, debemos preguntarnos: ¿Estamos dedicando nuestras habilidades y tiempo a invitar a otros a venir a Cristo? Aceptar este llamado no solo beneficia a quienes encuentran el Evangelio, sino que fortalece nuestra propia fe y nos prepara para recibir al Salvador en Su regreso.
― Doctrina y Convenios 33:5–6. “Y de cierto, de cierto os digo, que he establecido esta iglesia y la he llamado del desierto.
Y así reuniré a mis escogidos de los cuatro extremos de la tierra, sí, a cuantos crean en mí y escuchen mi voz.”
La expresión “he llamado del desierto” simboliza el renacimiento de la Iglesia en un tiempo de apostasía generalizada. Este pasaje subraya el recogimiento de los escogidos, una doctrina central en el plan de salvación. Implica que la Iglesia es el instrumento por el cual Dios reúne a sus hijos en preparación para la Segunda Venida. En un sentido espiritual, el “desierto” puede referirse también a las almas que han estado en un estado de sequía espiritual y que ahora tienen la oportunidad de ser nutridas por el Evangelio.
“Y de cierto, de cierto os digo”
Esta introducción reitera la veracidad y solemnidad de la declaración divina. La repetición de “de cierto” enfatiza que la enseñanza proviene de una fuente inmutable y confiable: Dios.
Este tipo de afirmación es común en las Escrituras para subrayar la importancia del mensaje. En Doctrina y Convenios 1:38, el Señor declara: “Mis palabras… no pasarán.” Este patrón refuerza que lo que sigue es una verdad eterna y relevante para todos los tiempos.
“Que he establecido esta iglesia”
La frase establece que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es el reino de Dios sobre la tierra, restaurado mediante revelación divina. Esto implica que no es una creación humana, sino una institución dirigida por Cristo mismo.
En Doctrina y Convenios 115:4, el Señor nombra específicamente a Su Iglesia, reafirmando su origen divino. El presidente Russell M. Nelson dijo: “El Salvador dirige Su Iglesia y continúa revelando Su voluntad a través de profetas vivientes.” Esto destaca que la Iglesia es el vehículo mediante el cual Dios organiza Su obra en la tierra.
“Y la he llamado del desierto”
El “desierto” simboliza un estado de apostasía o separación de la verdad. Al llamar a la Iglesia “del desierto,” el Señor indica que ha restaurado la plenitud del Evangelio después de un largo periodo de oscuridad espiritual.
Esta imagen recuerda la profecía de Isaías 35:1: “El desierto y la soledad se alegrarán; y el yermo se gozará y florecerá como la rosa.” José Smith enseñó que la Restauración es el cumplimiento de estas profecías, trayendo luz y verdad al mundo.
“Y así reuniré a mis escogidos de los cuatro extremos de la tierra”
El recogimiento de los escogidos es uno de los propósitos principales de la Iglesia restaurada. Este recogimiento incluye tanto el recogimiento espiritual mediante la aceptación del Evangelio, como el recogimiento físico del pueblo de Israel en preparación para la Segunda Venida.
El presidente Nelson enseñó: “El recogimiento de Israel es la causa más importante de nuestro tiempo. Todo lo que hemos hecho en esta dispensación tiene el propósito de cumplir con esta tarea sagrada.” Esto subraya que el recogimiento es un evento global y continuo.
“Sí, a cuantos crean en mí y escuchen mi voz”
La promesa se extiende a todos los que elijan tener fe en Cristo y seguir Su llamado. La frase implica acción: no basta con creer; es necesario escuchar y obedecer.
En Juan 10:27, el Salvador dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.” Este principio se aplica a los escogidos: aquellos que reconocen la voz del Señor en Su palabra y en las enseñanzas de Sus siervos autorizados.
Este versículo encapsula varios principios fundamentales de la Restauración: el establecimiento divino de la Iglesia, el cumplimiento de las profecías sobre el recogimiento de Israel, y la invitación universal del Evangelio. Resalta que la Iglesia no es solo una organización terrenal, sino un instrumento sagrado mediante el cual Dios lleva a cabo Su obra redentora. Además, la invitación a creer y escuchar Su voz subraya la responsabilidad personal de cada individuo en este proceso.
Este pasaje invita a reflexionar sobre nuestro papel en el recogimiento de Israel. ¿Estamos ayudando a la Iglesia en su misión de reunir a los escogidos? El simbolismo del “desierto” nos recuerda el estado de oscuridad espiritual antes de la Restauración y nos insta a valorar la plenitud del Evangelio que ahora tenemos. Como miembros, tenemos el privilegio y la responsabilidad de escuchar la voz del Señor y actuar con fe para ayudar a otros a encontrar su camino hacia Cristo.
El élder Dieter F. Uchtdorf dijo: “El Señor confía en nosotros para ser Sus manos en esta obra gloriosa.” Esta reflexión nos anima a vivir de manera que podamos ser instrumentos en Sus manos, participando en el recogimiento y extendiendo Su amor y mensaje a los cuatro extremos de la tierra.
― Doctrina y Convenios 33:10. “Sí, abrid vuestra boca y será llena, y decid: Arrepentíos, arrepentíos y preparad la vía del Señor, y enderezad sus sendas; porque el reino de los cielos está cerca.”
Este versículo llama a los siervos del Señor a proclamar el arrepentimiento, una doctrina esencial para la salvación. La frase “el reino de los cielos está cerca” resalta la inminencia del regreso de Cristo y la urgencia de estar preparados espiritualmente. En el contexto misional, este versículo es un recordatorio de que el mensaje principal del Evangelio incluye la invitación al arrepentimiento, el bautismo y la santificación mediante el Espíritu Santo.
“Sí, abrid vuestra boca y será llena”
Esta frase enfatiza que el Señor provee la capacidad y las palabras necesarias para quienes aceptan el llamado a proclamar Su Evangelio. Implica confianza en el poder del Espíritu Santo para guiar en el momento oportuno.
En Doctrina y Convenios 84:85, se reitera este principio: “No os preocupéis de antemano de lo que habréis de decir; mas ceñid vuestros lomos y llamad de puerta en puerta, y será dado en la hora misma lo que habréis de decir.” El presidente Russell M. Nelson explicó que “el Señor magnifica nuestras capacidades cuando nos sometemos a Su voluntad.” Esto demuestra que la obediencia y fe permiten a los discípulos recibir guía divina.
“Y decid: Arrepentíos, arrepentíos”
El arrepentimiento es el mensaje central del Evangelio. Repetirlo enfatiza su importancia y la necesidad de que todos cambien su corazón y vuelvan al Señor.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “El arrepentimiento es el proceso mediante el cual se elimina la culpa del pecado. Es la puerta a la paz y a una vida más pura y feliz.” Esto refuerza que el arrepentimiento no es solo una exigencia, sino una invitación amorosa para acceder al poder redentor de Cristo.
“Y preparad la vía del Señor”
Esta frase es una llamada a la acción, instando a las personas a estar espiritualmente listas para recibir al Salvador, tanto en su vida personal como en el contexto de la Segunda Venida.
En Isaías 40:3 y en Lucas 3:4, se utiliza un lenguaje similar, relacionado con Juan el Bautista, quien preparó a la gente para el ministerio terrenal de Cristo. El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Preparar el camino del Señor significa despejar nuestra vida de cualquier cosa que pueda obstaculizar nuestra relación con Él.”
“Y enderezad sus sendas”
Este mandato invita a corregir el curso de nuestra vida y eliminar lo que nos aleje del Evangelio, alineándonos con las enseñanzas de Jesucristo.
El presidente Spencer W. Kimball enseñó que enderezar nuestras sendas implica “abandonar nuestras debilidades, fortalecer nuestra fe y actuar con obediencia constante.” Esto incluye seguir las ordenanzas y los convenios establecidos por el Señor.
“Porque el reino de los cielos está cerca”
Este es un recordatorio de la proximidad del cumplimiento de las promesas del Señor. En un sentido inmediato, se refiere al establecimiento del Evangelio en la tierra; en un sentido eterno, apunta a la Segunda Venida.
El presidente Nelson ha enfatizado repetidamente que vivimos en los últimos días: “El recogimiento de Israel y la preparación para la Segunda Venida son prioridades esenciales de nuestra dispensación.” Este enfoque nos invita a actuar con urgencia y diligencia en nuestra preparación espiritual.
Este versículo encapsula la esencia de la obra misional y la vida cristiana: confianza en el Señor, arrepentimiento sincero, y preparación para Su regreso. Subraya que proclamar el Evangelio no es un acto reservado únicamente a los misioneros, sino una responsabilidad de todos los discípulos de Cristo. Además, enfatiza la necesidad de actuar con fe, dejar atrás el pecado y vivir en constante preparación espiritual.
Este pasaje nos invita a evaluar si estamos cumpliendo con nuestro deber de preparar la vía del Señor en nuestra propia vida y ayudar a otros a hacer lo mismo. ¿Estamos abriendo nuestra boca para proclamar Su Evangelio? ¿Estamos permitiendo que el Espíritu nos guíe en nuestra invitación a otros para que se arrepientan y encuentren paz en Cristo?
El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó: “La obra del Señor avanza con poder cuando actuamos con fe, confiando en que Él llenará nuestras bocas y guiará nuestras acciones.” Este versículo nos motiva a ser activos en la obra del Señor, sabiendo que, aunque el tiempo es limitado, el Evangelio tiene el poder de transformar vidas y preparar a todos los que deseen recibir al Salvador cuando regrese.
― Doctrina y Convenios 33:13–14. “Y sobre esta roca edificaré mi iglesia; sí, sobre esta roca estáis edificados, y si perseveráis, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros.
Y recordaréis los reglamentos y los convenios de la iglesia para observarlos.”
La “roca” se refiere al Evangelio de Jesucristo y la revelación divina, que constituyen el fundamento de la Iglesia. Este simbolismo conecta con las enseñanzas de Cristo en Mateo 16:18. La promesa de que “las puertas del infierno no prevalecerán” da confianza y esperanza a los miembros al enfrentar las pruebas y los desafíos del adversario. La observancia de los convenios y reglamentos se enfatiza como un elemento clave de la perseverancia espiritual. Mantener estos compromisos garantiza la fortaleza contra las tentaciones y dificultades.
“Y sobre esta roca edificaré mi iglesia”
La “roca” se interpreta como la revelación divina y el Evangelio de Jesucristo. La Iglesia está fundada sobre estas verdades eternas, asegurando su solidez y guía directa del Señor.
En Mateo 16:18, Jesús utiliza una expresión similar al referirse a la revelación dada a Pedro. El presidente Harold B. Lee explicó: “La roca sobre la cual está edificada la Iglesia es la revelación directa de Dios al hombre.” Esto significa que la Iglesia no depende de fundamentos humanos, sino de la guía constante del Salvador.
“Sí, sobre esta roca estáis edificados”
Este pasaje reafirma que los miembros de la Iglesia también están anclados en la revelación y el Evangelio de Jesucristo, lo que les proporciona estabilidad espiritual.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Una vida edificada sobre la roca de Jesucristo y Su Evangelio es una vida que resistirá las tormentas de la adversidad.” Esto subraya que la revelación es tanto un fundamento colectivo para la Iglesia como individual para cada discípulo.
“Y si perseveráis, las puertas del infierno no prevalecerán contra vosotros”
La promesa está condicionada a la perseverancia. Implica que la fidelidad continua en el Evangelio asegura protección contra las fuerzas del mal, tanto a nivel personal como colectivo.
El élder Jeffrey R. Holland expresó: “Nuestra fe debe ser firme y nuestra perseverancia constante. Así, podremos resistir cualquier prueba que el adversario nos presente.” La perseverancia en la fe, la oración y los convenios fortalece a los miembros de la Iglesia para superar las pruebas y tentaciones.
“Y recordaréis los reglamentos y los convenios de la iglesia para observarlos”
Esta frase enfatiza la importancia de recordar y cumplir los convenios hechos con Dios. Los reglamentos se refieren a las normas y principios que guían la vida de los santos.
El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “Los convenios son compromisos sagrados que guían nuestra vida y nos conectan con el poder de Dios.” Observar estos convenios asegura la fidelidad al Evangelio y refuerza la relación personal con el Señor.
Este pasaje enseña que la Iglesia y sus miembros se sustentan sobre el Evangelio y la revelación continua, proporcionándoles fortaleza contra las adversidades. La promesa de que “las puertas del infierno no prevalecerán” es un recordatorio de que la fidelidad a Cristo y la perseverancia en los convenios garantizan protección espiritual. Asimismo, resalta la importancia de recordar y observar los principios divinos como una manera de fortalecer nuestra fe y preparación espiritual.
Este versículo nos invita a reflexionar sobre el fundamento de nuestra vida espiritual. ¿Estamos edificando sobre la roca de Jesucristo y Su Evangelio? ¿Estamos perseverando en el cumplimiento de nuestros convenios y recordando las normas que guían nuestra relación con Dios?
El élder Dieter F. Uchtdorf dijo: “Cuando edificamos nuestra vida sobre Jesucristo y Su Evangelio, creamos una base que ningún viento, tormenta ni prueba puede destruir.” Este versículo nos motiva a vivir de manera que nuestra fe sea inquebrantable, confiando en que el Señor estará con nosotros mientras perseveramos en la obra y los convenios de Su Iglesia. Además, nos recuerda que nuestra obediencia no solo nos fortalece a nosotros, sino que también edifica y protege a la Iglesia del Salvador.
― Doctrina y Convenios 33:17. “Por lo tanto, sed fieles, orando siempre, llevando arregladas y encendidas vuestras lámparas, y una provisión de aceite, a fin de que estéis listos a la venida del Esposo.”
Este versículo utiliza la parábola de las diez vírgenes como un modelo para la preparación espiritual. Tener las lámparas encendidas y una provisión de aceite simboliza la fe activa y las buenas obras. El “Esposo” es una referencia a Cristo, y este pasaje invita a los creyentes a vivir en un estado constante de preparación para su regreso. La exhortación a orar siempre recalca la importancia de la comunicación continua con Dios como fuente de fortaleza y guía en la vida diaria.
“Por lo tanto, sed fieles”
La fidelidad implica una dedicación constante a los principios del Evangelio y un compromiso con los convenios realizados con el Señor. Es un llamado a la perseverancia y a la devoción diaria.
El presidente Henry B. Eyring enseñó: “La fidelidad consiste en actuar en fe, incluso cuando enfrentamos incertidumbre o pruebas.” Esto subraya que la fidelidad no es solo creer, sino actuar consistentemente con los principios de Cristo.
“Orando siempre”
La oración constante es un principio clave del Evangelio. Representa nuestra conexión continua con el Padre Celestial, demostrando nuestra dependencia de Su guía y fortaleza.
En Doctrina y Convenios 10:5, el Señor enseña: “Ora siempre, para que salgas vencedor; sí, para que venzas a Satanás.” La oración no solo nos protege, sino que también nos permite recibir revelación y consuelo en nuestra vida diaria.
“Llevando arregladas y encendidas vuestras lámparas”
Esta frase hace eco de la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1–13). Tener lámparas encendidas simboliza estar espiritualmente preparados, mientras que arreglarlas indica un esfuerzo constante por mantener nuestra luz brillante.
El presidente Thomas S. Monson enseñó: “Nuestra lámpara de fe debe mantenerse llena y encendida, pues no sabemos cuándo llegará el Esposo.” Este consejo subraya la importancia de una preparación espiritual constante, en lugar de depender de esfuerzos de última hora.
“Y una provisión de aceite”
El aceite simboliza las buenas obras, la fe, el arrepentimiento y la obediencia acumulados a lo largo del tiempo. No puede ser compartido, ya que representa el esfuerzo personal por seguir a Cristo.
El élder David A. Bednar explicó: “El aceite de la parábola no puede comprarse ni tomarse prestado. Debemos obtenerlo gota a gota a través de actos rectos y decisiones inspiradas.” Esto destaca que la preparación espiritual es un esfuerzo personal e intransferible.
“A fin de que estéis listos a la venida del Esposo”
El Esposo representa a Jesucristo, y este pasaje se refiere a la preparación para la Segunda Venida. Estar “listos” significa haber cumplido con los convenios, perseverado en el Evangelio y cultivado una relación cercana con el Señor.
El presidente Russell M. Nelson ha enfatizado repetidamente: “La preparación para la Segunda Venida del Salvador debe ser nuestra prioridad más alta.” Esto incluye tanto la preparación personal como contribuir al recogimiento de Israel.
Este versículo es una invitación directa a la preparación espiritual constante. Nos enseña que la fidelidad, la oración y las buenas obras son esenciales para estar listos para recibir al Salvador en Su Segunda Venida. Destaca la importancia de ser proactivos y diligentes en nuestra relación con el Señor, pues la preparación no puede improvisarse en el último momento.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra preparación personal. ¿Estamos llenando nuestras lámparas de aceite a través de actos diarios de fe y obediencia? ¿Estamos cultivando una relación continua con el Señor mediante la oración y la fidelidad a nuestros convenios?
El élder D. Todd Christofferson dijo: “El día del regreso del Salvador será glorioso para aquellos que estén preparados. Para otros, será un día de remordimiento.” Este versículo nos motiva a ser vigilantes y constantes, recordándonos que nuestro esfuerzo diario en el Evangelio no solo nos prepara para ese día glorioso, sino que también trae paz y propósito a nuestras vidas hoy.
Nota: “Si tienes un versículo en particular sobre el que deseas profundizar, házmelo saber y con gusto te proporcionaré más información al respecto.” En Deja un comentario
























