Doctrina y Convenios Sección 49

Doctrina y Convenios
Sección 49


La Sección 49 de Doctrina y Convenios fue dada el 7 de mayo de 1831 en Kirtland, Ohio, durante los primeros años de organización de la Iglesia. Esta revelación aborda específicamente la interacción con un grupo religioso conocido como los “tembladores” o Sociedad Unida de Creyentes en la Segunda Aparición de Cristo. Para entender el contexto, es necesario explorar los antecedentes históricos y doctrinales que motivaron esta revelación.

Los tembladores eran una comunidad religiosa establecida en los Estados Unidos en el siglo XVIII, fundada por Ann Lee, una inmigrante inglesa que afirmaba ser la segunda aparición de Cristo. Sus doctrinas diferían significativamente de las enseñanzas del evangelio restaurado: Creían que Cristo ya había venido en la persona de Ann Lee, rechazando la futura Segunda Venida como se enseña en el Nuevo Testamento. Enseñaban que el matrimonio no era necesario y promovían una vida de celibato. Algunos miembros de los tembladores prohibían el consumo de carne, considerándolo contrario a los designios divinos. Rechazaban la necesidad del bautismo en agua como ordenanza esencial para la salvación.

Estas creencias eran consideradas desviaciones graves de las enseñanzas del evangelio restaurado.

Leman Copley, un exmiembro de los tembladores, se unió a la Iglesia pero conservaba algunos de sus puntos de vista doctrinales. Al aceptar el evangelio restaurado, buscó compartirlo con su antigua comunidad, lo que llevó a José Smith a preguntar al Señor cómo proceder en esta situación.

La revelación fue dada a Sidney Rigdon, Parley P. Pratt y Leman Copley, quienes recibieron el mandamiento de predicar el evangelio a los tembladores. En este contexto, el Señor corrige doctrinas erróneas y establece principios fundamentales: La Segunda Venida de Cristo aún está por venir y será un evento glorioso. El matrimonio es ordenado por Dios y tiene un propósito divino en la procreación y en el plan de salvación. Es permitido comer carne y utilizar los recursos de la tierra de manera responsable. Se debe rechazar el celibato forzado y otras prácticas contrarias a los mandamientos divinos.

Sidney Rigdon, Parley P. Pratt y Leman Copley llevaron esta revelación a la comunidad de los tembladores cerca de Cleveland, Ohio. Aunque leyeron la revelación en su totalidad, los tembladores rechazaron el mensaje y continuaron aferrándose a sus creencias. Este rechazo resalta el desafío de llevar el evangelio restaurado a grupos con creencias profundamente arraigadas.

Cristo vendrá nuevamente, pero el día y la hora permanecen desconocidos (versículo 7). Rechaza la idea de que Cristo ya haya venido en forma de Ann Lee o cualquier otra persona (versículo 22).

Todos los hombres deben arrepentirse, creer en Cristo, ser bautizados y recibir el Espíritu Santo para obtener la salvación (versículos 8-14).

El matrimonio es ordenado por Dios, y el celibato forzado no está alineado con Sus designios (versículos 15-16).

Es permitido comer carne y usar los recursos de la tierra, pero no se debe desperdiciar ni maltratar la creación de Dios (versículos 18-21).

Antes de la Segunda Venida, Sion será establecida y los lamanitas prosperarán como parte del cumplimiento de las promesas del convenio (versículos 22-25).

La Sección 49 aborda el desafío de corregir doctrinas falsas y de predicar el evangelio en un contexto donde las ideas erróneas estaban profundamente arraigadas. Refleja principios importantes: El Señor corrige directamente las creencias incorrectas, reafirmando los principios del evangelio. Aunque los tembladores rechazaron el mensaje, se respetó su libertad para aceptar o rechazar la verdad. La revelación vincula la corrección doctrinal con la preparación para la Segunda Venida y la edificación de Sion.

Este evento también ilustra la paciencia y el esfuerzo necesarios para compartir el evangelio con aquellos de diferentes creencias, recordando que la verdad debe ser predicada con amor y respeto, incluso cuando no sea aceptada.

La Sección 49 aborda temas fundamentales como la Segunda Venida, el arrepentimiento, el matrimonio, el uso de los recursos y el cumplimiento de las promesas del convenio. Cada tema resalta la necesidad de vivir de acuerdo con los principios del evangelio, rechazando las falsas doctrinas y confiando plenamente en la guía del Señor.


1. La Segunda Venida de Cristo


Versículo:7 “Mas la hora y el día ningún hombre sabe, ni los ángeles del cielo, ni lo sabrán hasta que él venga.”
Este versículo enfatiza el principio de revelación divina limitada sobre eventos futuros. Ni los hombres ni los ángeles conocen el momento exacto de la Segunda Venida, lo que subraya la necesidad de estar espiritualmente preparados en todo momento. Esto corrige la creencia de los tembladores de que la Segunda Venida ya había ocurrido.

“Mas la hora y el día”
El Señor deja claro que el momento exacto de la Segunda Venida de Cristo es desconocido para los hombres. Este principio enseña que los tiempos y sazones están en manos de Dios, quien revela lo necesario según Su sabiduría.
El élder Dallin H. Oaks enseñó: “Aunque los detalles del tiempo de Su venida permanecen ocultos, el Señor nos ha dado señales para observar y prepararnos. Nuestra responsabilidad es estar listos sin importar cuándo llegue ese día.” (Conferencia General, abril de 2004).
El conocimiento limitado del momento exacto de la Segunda Venida no debe ser motivo de preocupación, sino un llamado a vivir en rectitud constante.

“Ningún hombre sabe”
Esta declaración elimina cualquier base para que alguien especule o proclame conocer la fecha de la Segunda Venida. Enseña la necesidad de humildad y confianza en el plan de Dios, recordándonos que el conocimiento absoluto pertenece solo a Él.
El presidente Harold B. Lee declaró: “El Señor no ha revelado el momento de Su venida porque desea que cada generación viva con esperanza y fe, como si ese día estuviera cerca.” (Conferencia General, abril de 1970).
Este principio también protege a los miembros de ser engañados por falsos profetas que afirman conocer el momento exacto de este evento.

“Ni los ángeles del cielo”
Incluso los ángeles, que son seres celestiales al servicio de Dios, no conocen el día o la hora de la Segunda Venida. Esto subraya la soberanía absoluta de Dios sobre el tiempo y la eternidad.
El élder Jeffrey R. Holland dijo: “Incluso aquellos en las cortes celestiales están sujetos a la autoridad divina y esperan pacientemente el cumplimiento de los tiempos establecidos por Dios.” (Conferencia General, octubre de 2013).
Esta frase nos enseña a confiar en el conocimiento perfecto de Dios, reconociendo que incluso los seres celestiales dependen de Su sabiduría y voluntad.

“Ni lo sabrán hasta que él venga”
El hecho de que el conocimiento sobre el momento de la Segunda Venida sea retenido hasta que ocurra, refleja el propósito de Dios de mantener a Sus hijos espiritualmente vigilantes. Esto está en línea con la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13), que nos invita a estar preparados en todo momento.
El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “El propósito de no conocer el momento exacto de la venida de Cristo es mantenernos espiritualmente despiertos, siempre buscando y trabajando por la edificación de Su reino.” (Conferencia General, abril de 1976).
Esta declaración es un recordatorio de que nuestra preparación espiritual no debe depender de señales específicas, sino de un compromiso constante con el evangelio.

Este versículo enseña principios importantes sobre la fe, la vigilancia espiritual y la soberanía divina: El Señor conoce el tiempo perfecto para cumplir Sus promesas y eventos proféticos. Nosotros debemos confiar en Su sabiduría. En lugar de especular sobre la fecha de la Segunda Venida, debemos centrarnos en vivir de acuerdo con los principios del evangelio todos los días. Reconocer nuestra incapacidad para conocer todos los detalles de los planes divinos nos invita a ser humildes y obedientes.
El propósito de este versículo no es solo informarnos, sino invitarnos a reflexionar sobre nuestra preparación espiritual. Nos recuerda que la verdadera preparación para la Segunda Venida de Cristo consiste en estar siempre listos, sirviendo con fe y viviendo el evangelio diariamente. Al hacerlo, podemos recibir la paz y la confianza que provienen de confiar en el Señor y en Sus tiempos perfectos.


2. Arrepentimiento y las Ordenanzas del Evangelio


Versículo:13 “Arrepentíos y sed bautizados en el nombre de Jesucristo, según el santo mandamiento, para la remisión de pecados.”
El Señor reafirma el papel esencial del arrepentimiento y el bautismo como ordenanzas salvadoras. Esto contradice la doctrina de los tembladores que minimizaba la necesidad del bautismo. Resalta que estas ordenanzas son fundamentales para la salvación de toda la humanidad.

“Arrepentíos”
El arrepentimiento es un principio fundamental del evangelio de Jesucristo. Es el proceso mediante el cual nos volvemos hacia Dios, abandonamos el pecado y hacemos un cambio de corazón que nos lleva a vivir conforme a Su voluntad.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “El arrepentimiento no es un evento; es un proceso. Es la clave para la felicidad y la paz de la mente. Cuando decidimos arrepentirnos, elegimos cambiar. Permitimos que el Salvador nos transforme en la mejor versión de nosotros mismos.” (Conferencia General, abril de 2019).
El arrepentimiento es un acto continuo que nos permite experimentar el poder del sacrificio expiatorio de Jesucristo en nuestras vidas. Es el primer paso para acercarnos a Él y recibir Su gracia.

“Y sed bautizados en el nombre de Jesucristo”
El bautismo es una ordenanza esencial del evangelio y es necesario para la salvación (Juan 3:5). Se realiza en el nombre de Jesucristo como testimonio de nuestra fe en Él y de nuestra disposición a seguir Sus mandamientos.
El élder David A. Bednar explicó: “El bautismo por inmersión es el comienzo del camino del convenio, una promesa de seguir al Salvador, guardar Sus mandamientos y recordar Su sacrificio por nosotros.” (Conferencia General, abril de 2006).
Ser bautizado en el nombre de Jesucristo simboliza nuestra entrada en Su redil y nuestra aceptación de Él como nuestro Salvador y Redentor. Es un acto de obediencia que marca el inicio de una vida dedicada a Dios.

“Según el santo mandamiento”
El bautismo no es solo una recomendación, sino un mandamiento de Dios para todos los que deseen recibir la salvación. Este mandamiento ha sido dado desde el principio, como lo demuestran las enseñanzas de los profetas desde Adán hasta el tiempo actual.
El presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “El bautismo es un mandamiento eterno que Dios ha instituido para la remisión de pecados y la entrada al reino de Dios. Es tan necesario hoy como lo fue en los días de Juan el Bautista.” (Doctrina de Salvación, tomo 2).
El bautismo como mandamiento divino resalta su importancia universal. No es opcional para la salvación, sino un requisito indispensable establecido por Dios.

“Para la remisión de pecados”
El propósito del bautismo es limpiar nuestros pecados y permitirnos comenzar de nuevo, limpios y libres del peso del pecado. Es el acto por el cual la expiación de Cristo se aplica a nuestra vida, por medio de nuestra fe y arrepentimiento.
El presidente Boyd K. Packer dijo: “El bautismo es el acto sagrado mediante el cual los pecados son lavados. Es una señal externa de la limpieza interna que ocurre a través de la expiación de Jesucristo.” (Conferencia General, octubre de 1997).
Este principio destaca el bautismo como una bendición divina que nos permite acceder al poder redentor del Salvador. Nos ayuda a dejar atrás el pasado y avanzar con una vida renovada.

La frase “Arrepentíos y sed bautizados en el nombre de Jesucristo, según el santo mandamiento, para la remisión de pecados” encapsula los principios esenciales del evangelio de Jesucristo: Nos permite alinearnos con la voluntad de Dios y prepararnos para recibir las bendiciones de Su expiación. Marca el inicio de nuestro camino del convenio y nuestro compromiso de seguir a Cristo. El bautismo es una instrucción directa de Dios que subraya su importancia eterna para la salvación. A través del bautismo, se aplica el poder de la expiación, limpiándonos y permitiéndonos comenzar una nueva vida en Cristo.
El arrepentimiento y el bautismo no son solo acciones aisladas, sino un proceso continuo de purificación y compromiso con el evangelio. Estos principios nos invitan a renovar nuestra relación con Dios y aceptar Su gracia para alcanzar la exaltación. Vivir estas enseñanzas nos permite disfrutar de una vida de paz, propósito y esperanza en el evangelio eterno.


3. El Matrimonio como Decreto Divino


Versículo:15 “Y además, de cierto os digo, que quien prohíbe casarse no es ordenado por Dios, porque el matrimonio lo decretó Dios para el hombre.”
El Señor establece el matrimonio como parte central de Su plan de salvación, corrigiendo la enseñanza de los tembladores sobre el celibato obligatorio. El matrimonio es una ordenanza divina destinada a fortalecer a las familias y cumplir los propósitos eternos de Dios.

“Y además, de cierto os digo”
Esta introducción enfatiza que lo que sigue es una declaración de verdad divina y absoluta. Las palabras “de cierto” subrayan la autoridad y la claridad del mandamiento que el Señor está revelando.
El presidente Boyd K. Packer enseñó: “Cuando el Señor habla con claridad, Su intención es que no haya dudas sobre la importancia de lo que está declarando.” (Conferencia General, abril de 1993).
El uso de esta frase introduce un principio doctrinal que el Señor quiere que se entienda sin ambigüedades, especialmente en contraste con las enseñanzas erróneas de algunos grupos religiosos.

“Que quien prohíbe casarse no es ordenado por Dios”
El matrimonio es una institución divina establecida desde el principio (Génesis 2:24). La prohibición del matrimonio contradice los mandamientos de Dios y no es de Su inspiración. Este principio corrige la creencia de los tembladores, quienes promovían el celibato como un ideal espiritual.
El presidente Spencer W. Kimball afirmó: “El matrimonio es una ordenanza divina, esencial para la exaltación en el reino celestial. Nadie puede prohibirlo sin ir en contra de los designios de Dios.” (Conferencia General, octubre de 1978).
Prohibir el matrimonio equivale a rechazar uno de los mandamientos más fundamentales que Dios ha dado a Sus hijos, afectando directamente Su plan eterno.

“Porque el matrimonio lo decretó Dios para el hombre”
El matrimonio es central en el plan de salvación, ordenado por Dios para la felicidad y la exaltación de Sus hijos. Es mediante el matrimonio que se cumple el mandamiento de multiplicarse y llenar la tierra (Génesis 1:28).
La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles declararon: “El matrimonio entre un hombre y una mujer es ordenado por Dios y es esencial para Su plan eterno.” (“La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, 1995).
El matrimonio es mucho más que una relación temporal; es una unión sagrada con propósitos eternos, incluyendo la creación de familias, la procreación y el fortalecimiento de los lazos espirituales.

Esta declaración corrige enseñanzas erróneas y establece el matrimonio como un principio eterno. No es simplemente una elección social o cultural, sino un mandamiento de Dios para Sus hijos. Permite la formación de familias, esenciales para el progreso eterno. La prohibición del matrimonio, como la promovida por ciertos grupos religiosos, no tiene respaldo en las enseñanzas de Dios.
El matrimonio ordenado por Dios es fundamental para la felicidad y la exaltación de Sus hijos. Esta enseñanza nos invita a valorar y proteger esta institución divina, entendiendo su papel en la eternidad. Al respetar el matrimonio, vivimos en armonía con los propósitos de Dios para Sus hijos y ayudamos a establecer Sión aquí en la tierra.


4. Uso Responsable de los Recursos de la Tierra


Versículo:18 “Y quien manda abstenerse de la carne, para que el hombre no la coma, no es ordenado por Dios.”
El Señor aclara que el consumo de carne, junto con otros recursos de la tierra, está permitido, siempre que se haga con moderación y gratitud. Este versículo corrige las restricciones dietéticas de algunos tembladores y resalta el principio de mayordomía responsable.

“Y quien manda abstenerse de la carne”
Este segmento se refiere a la enseñanza de algunos grupos religiosos que promueven la abstinencia completa de carne como una práctica espiritual obligatoria. Sin embargo, la doctrina del evangelio de Jesucristo establece que el consumo moderado de carne es permitido y está dentro de los propósitos de la creación de Dios.
En la Palabra de Sabiduría, el Señor declara: “Sí, las carnes de bestias y aves del aire, yo, el Señor, las he ordenado para uso del hombre con acción de gracias; sin embargo, deben usarse con moderación.” (Doctrina y Convenios 89:12).
Este principio subraya que el uso de los recursos de la tierra, incluida la carne, está permitido por Dios y debe hacerse con gratitud y responsabilidad. La abstinencia forzada contradice la enseñanza divina de equilibrio y moderación.

“Para que el hombre no la coma”
El mandato de abstenerse completamente de la carne implica una negación de los propósitos divinos al proveer animales para el beneficio del hombre. La doctrina enseña que la carne se da para alimento y vestimenta, siempre que se use con gratitud y necesidad (D. y C. 49:19).
El presidente Ezra Taft Benson declaró: “Dios ha dado a Sus hijos recursos para el sustento y el bienestar. El principio clave es la gratitud y el uso responsable de Sus dones.” (Conferencia General, abril de 1974).
El consumo de carne no solo es permitido, sino que es un recordatorio de la mayordomía del hombre sobre los recursos de la tierra. El uso indebido o la prohibición completa sin causa justa niega esta enseñanza.

“No es ordenado por Dios”
El Señor aclara que cualquier enseñanza que prohíba lo que Él ha decretado como permitido no proviene de Él. Esto refuerza el principio de que las doctrinas verdaderas deben alinearse con los mandamientos revelados y no con tradiciones o imposiciones humanas.
El élder Bruce R. McConkie explicó: “La verdad se encuentra en las revelaciones del Señor. Cualquier enseñanza que no concuerde con Su palabra revelada no es de Dios.” (Doctrinal New Testament Commentary, vol. 3).
Este principio recalca que las doctrinas y mandamientos deben ser respaldados por revelación divina. Las prohibiciones humanas que contradicen lo establecido por Dios no tienen autoridad espiritual.

Este versículo establece principios clave relacionados con el uso de los recursos provistos por Dios: El consumo de carne está permitido por el Señor cuando se hace con moderación y gratitud. Esto refleja el equilibrio entre la necesidad y el respeto por la creación de Dios. Las enseñanzas que prohíben el uso de la carne, o cualquier otro recurso permitido por Dios, no tienen fundamento doctrinal. Aunque la carne está permitida, el Señor espera que usemos todos los recursos con sabiduría, sin desperdicio ni exceso.
El propósito de este versículo no es solo refutar falsas doctrinas, sino también enseñar un principio de equilibrio y gratitud por los dones de Dios. Al reconocer Su provisión, usamos Sus recursos con responsabilidad, recordando siempre que somos mayordomos de Su creación. Este equilibrio entre uso y respeto refleja nuestro compromiso de vivir conforme a los mandamientos del Señor y Su sabiduría eterna.


5. Sion y las Promesas del Convenio


Versículo:24 “Antes que venga el gran día del Señor, Jacob prosperará en el desierto, y los lamanitas florecerán como la rosa.”
Este versículo refleja el cumplimiento de las promesas del convenio hechas a los descendientes de Lehi y al pueblo de Israel. Antes de la Segunda Venida, los lamanitas y Sion experimentarán un período de prosperidad y redención, simbolizando la preparación espiritual del pueblo del Señor.

“Antes que venga el gran día del Señor”
El “gran día del Señor” se refiere a la Segunda Venida de Jesucristo, un evento prometido en las Escrituras que será precedido por señales y acontecimientos específicos. Este fragmento enfatiza que el Señor prepara Su pueblo y Su obra antes de este día.
El presidente Dallin H. Oaks enseñó: “El día del Señor no debe llenarnos de temor, sino de esperanza. Debemos vivir de manera que estemos listos en todo momento, confiando en que Sus promesas se cumplirán.” (Conferencia General, octubre de 2004).
Este período previo al día del Señor es un tiempo de preparación tanto para el individuo como para las comunidades. Las bendiciones y las promesas relacionadas con el convenio se cumplirán antes de este evento culminante.

“Jacob prosperará en el desierto”
“Jacob” es una referencia al pueblo del convenio, los descendientes de Israel. Prosperar en el desierto simboliza el cumplimiento de las promesas hechas a los fieles del convenio, incluso en circunstancias adversas o lugares inhóspitos.
El presidente Russell M. Nelson dijo: “El Señor siempre cumple Sus promesas a Israel, Su pueblo del convenio. Él les dará prosperidad espiritual y temporal a medida que sean fieles a Sus mandamientos.” (Conferencia General, abril de 2021).
La prosperidad en el desierto puede interpretarse tanto literal como espiritualmente. Representa cómo el Señor bendice y guía a Su pueblo en tiempos de desafíos y prueba, haciendo florecer la fidelidad y la abundancia en lugares inesperados.

“Y los lamanitas florecerán como la rosa”
Este fragmento se refiere a las promesas hechas a los descendientes de Lehi (los lamanitas), quienes recibirán las bendiciones del evangelio en los últimos días. Florecer “como la rosa” simboliza el renacimiento espiritual, el crecimiento y la prosperidad.
El élder Spencer W. Kimball enseñó: “Los lamanitas del continente americano, quienes son parte del pueblo del convenio, jugarán un papel importante en el establecimiento de Sión. Veremos un renacimiento espiritual y temporal entre ellos.” (Faith Precedes the Miracle, 1972).
Esta promesa subraya el cumplimiento de los convenios hechos con los antepasados de los lamanitas. A medida que acepten el evangelio y vivan sus principios, experimentarán bendiciones que reflejarán su florecimiento espiritual y temporal.

Este versículo combina elementos proféticos y doctrinales relacionados con los convenios de Dios y Su plan para Su pueblo en los últimos días: Antes del regreso de Cristo, se verán las bendiciones de los convenios cumplidas en los descendientes de Israel y los lamanitas. Dios es fiel a las promesas que hizo a Abraham, Isaac y Jacob, así como a los descendientes de Lehi. Tanto Jacob como los lamanitas experimentarán un renacimiento que reflejará su fidelidad y su lugar en el plan de Dios.
Este versículo nos recuerda que Dios es un Dios de promesas y cumplimiento. Los pactos hechos con Sus hijos se cumplirán, y Su pueblo será prosperado y fortalecido antes de la Segunda Venida. Esto nos invita a participar en la obra del Señor con fe, esperanza y confianza en que Su plan para Sus hijos será llevado a cabo en plenitud.


6. Confianza en el Liderazgo Divino


Versículo:27 “He aquí, iré delante de vosotros y seré vuestra retaguardia; y estaré en medio de vosotros y no seréis confundidos.”
El Señor asegura a Sus siervos que Él los guiará y protegerá mientras llevan a cabo Su obra. Este versículo refuerza la importancia de confiar en el liderazgo divino y de seguir adelante con fe, incluso en medio de desafíos y oposición.

“He aquí, iré delante de vosotros”
El Señor promete ir delante de Su pueblo, guiándolos en sus esfuerzos y caminos. Este principio refuerza la idea de que Dios prepara el camino para Sus hijos cuando confían en Él y obedecen Sus mandamientos.
El presidente Thomas S. Monson dijo: “Cuando nos enfrentamos a desafíos o incertidumbres, podemos confiar en que el Señor nos precede, preparándonos el camino y fortaleciendo nuestra fe.” (Conferencia General, octubre de 2008).
Esta promesa nos asegura que no caminamos solos. El Señor, como nuestro Guía, nos dirige hacia los objetivos divinos y nos protege de los peligros espirituales y temporales.

“Y seré vuestra retaguardia”
El Señor no solo va delante de Su pueblo, sino que también les protege desde atrás. Esto simboliza Su función como protector y defensor, asegurando que no seamos vulnerables a ataques inesperados, tanto físicos como espirituales.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Dios, en Su infinita sabiduría, asegura que estemos rodeados de Su amor y protección. Él nos cuida tanto en lo que está delante como en lo que dejamos atrás.” (Conferencia General, abril de 2018).
El papel del Señor como retaguardia nos recuerda Su omnipresencia y omnipotencia. Él nos protege en todas direcciones, asegurando que no nos desviemos ni retrocedamos en nuestro progreso espiritual.

“Y estaré en medio de vosotros”
La promesa de que el Señor estará “en medio” de Su pueblo enfatiza Su cercanía y Su constante presencia en nuestras vidas. Él no es un observador distante, sino un Dios activo que está presente en cada aspecto de nuestras experiencias.
El presidente Henry B. Eyring declaró: “El Salvador prometió que estaría en medio de aquellos que se reúnen en Su nombre, y Su Espíritu nos fortalece cuando enfrentamos desafíos juntos.” (Conferencia General, abril de 2017).
El Señor no solo guía y protege, sino que también está presente en medio de Su pueblo, fortaleciendo su fe y asegurando que no se sientan solos.

“Y no seréis confundidos”
La confusión es el resultado de la falta de dirección o claridad, algo que el Señor elimina al ofrecer Su guía y presencia constante. Esta promesa asegura que aquellos que confían en el Señor no serán llevados por doctrinas falsas ni caerán en el caos espiritual.
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “La luz del evangelio disipa la oscuridad y la confusión. Donde hay fe en el Señor Jesucristo, hay claridad y dirección.” (Conferencia General, octubre de 2015).
La promesa de no ser confundidos es un recordatorio de que la fe en Jesucristo y la obediencia a Su palabra nos ofrecen paz y seguridad, incluso en tiempos de incertidumbre.

Este versículo encapsula la relación protectora y orientadora del Señor con Su pueblo: El Señor va delante de nosotros, marcando el camino y preparándonos para los desafíos. Él es nuestra retaguardia, asegurando que estemos protegidos de cualquier amenaza. Su promesa de estar “en medio” de nosotros nos asegura Su cercanía y amor incondicional. Con Su guía y presencia, evitamos la confusión y encontramos claridad en Su evangelio.
Este versículo nos invita a confiar plenamente en el Señor, sabiendo que Él nos guía, protege y está siempre con nosotros. En un mundo lleno de incertidumbres y desafíos, esta promesa nos asegura que nunca estamos solos y que, al seguir a Cristo, podemos avanzar con fe y seguridad hacia nuestro destino eterno.


Nota: “Si tienes un versículo en particular sobre el que deseas profundizar, házmelo saber y con gusto te proporcionaré más información al respecto.”  En Deja un comentario


Deja un comentario