Doctrina y Convenios
Sección 69
Contexto Histórico
La Sección 69 de Doctrina y Convenios surge en un contexto histórico de gran dinamismo dentro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en sus primeros años. Este período, a finales de 1831, está marcado por el esfuerzo de establecer la tierra de Sión (en Misuri) como un centro de recogimiento espiritual y físico para los santos, así como por la necesidad de consolidar las revelaciones recibidas por el profeta José Smith en un formato que pudiera ser ampliamente compartido.
En esta conferencia, los líderes de la Iglesia aprobaron la recopilación y publicación de las revelaciones recibidas hasta ese momento por José Smith. El proyecto buscaba proporcionar un acceso más organizado y uniforme a los mandamientos y enseñanzas reveladas, facilitando así la edificación espiritual de los miembros de la Iglesia.
Oliver Cowdery fue designado para transportar el manuscrito de estas revelaciones a Independence, Misuri, donde se llevaría a cabo su publicación. Este proyecto implicaba desafíos logísticos y riesgos significativos, ya que Oliver también debía llevar consigo dinero recolectado para la edificación de la Iglesia en Misuri.
Para mitigar los riesgos y garantizar la seguridad del manuscrito y del dinero, el Señor reveló en esta sección que John Whitmer acompañara a Oliver en su viaje. Whitmer era miembro de los primeros conversos de la Iglesia y uno de los Ocho Testigos del Libro de Mormón, además de servir como el historiador y registrador oficial de la Iglesia, un cargo que le había sido asignado previamente.
En este período, Misuri era vista como un lugar designado por el Señor para establecer la Sión moderna. Independence, en particular, sería el centro espiritual y administrativo de la Iglesia. La instrucción de enviar informes y registros a Sión refleja el deseo de centralizar la información y establecer una base organizativa sólida para el futuro de la Iglesia.
Además de acompañar a Oliver, John Whitmer recibió instrucciones específicas de recopilar materiales históricos relacionados con la Iglesia. Esto incluía registrar eventos significativos, recopilar información de los líderes y miembros, y organizar los datos para las generaciones futuras. Este mandato subraya la importancia que la Iglesia daba a preservar su historia desde sus primeros días.
En noviembre de 1831, mientras la Iglesia se encontraba en expansión y organización, el Señor dio una revelación a José Smith en Hiram, Ohio, para guiar a sus siervos en un proyecto crucial. Oliver Cowdery debía emprender un viaje hacia Independence, Misuri, llevando consigo un valioso manuscrito que contenía las revelaciones recibidas por el profeta y dinero recolectado para la edificación de la Iglesia en la tierra de Sión. Dada la importancia y el riesgo del encargo, el Señor dispuso que John Whitmer acompañara a Oliver.
John no solo serviría como compañero leal y fiel en este viaje, sino que también cumpliría un mandato histórico: recopilar y documentar información clave sobre los eventos y la administración de la Iglesia. Durante el trayecto, y viajando entre las congregaciones, John predicaría, tomaría notas y seleccionaría información que sería fundamental para preservar la historia de la Iglesia. Esto sería un legado para las generaciones futuras que heredarían la tierra de Sión.
Así, esta revelación no solo reforzó el compromiso de los santos con la centralización en Sión, sino que también marcó un paso importante en la preservación de su historia y doctrinas. En este momento crucial, los primeros líderes de la Iglesia no solo actuaron con fe y obediencia, sino que también sentaron las bases para un futuro organizado y bien documentado.
Los temas clave de esta sección enfatizan la importancia de la lealtad, el trabajo en equipo, la preservación de la historia y la visión eterna de la obra del Señor. Cada versículo refleja principios fundamentales aplicables no solo en la administración eclesiástica, sino también en nuestras vidas personales: trabajar con personas confiables, registrar nuestras experiencias significativas, y realizar nuestras labores con una perspectiva de impacto duradero.
1. Seguridad y lealtad en la obra del Señor
Versículo 1: “Escuchadme, dice el Señor vuestro Dios, por el bien de mi siervo Oliver Cowdery. No me parece prudente que se le confíen los mandamientos ni el dinero que llevará a la tierra de Sion, salvo que vaya con él uno que sea leal y fiel.”
Este versículo resalta la importancia de confiar tareas sagradas a personas que sean leales y fieles. El Señor establece un principio esencial para Su obra: la seguridad espiritual y temporal requiere la colaboración de personas comprometidas y confiables. Esto nos enseña la necesidad de rodearnos de compañeros que compartan valores y responsabilidades cuando llevamos a cabo labores importantes.
“Escuchadme, dice el Señor vuestro Dios…”
El llamado a “escuchar” enfatiza la importancia de prestar atención a las instrucciones divinas. El Señor recalca Su autoridad como el Dios de Su pueblo, quien tiene el derecho y el poder de dar instrucciones para Su obra.
En Doctrina y Convenios 1:1, el Señor llama a todos a “escuchar la voz de Jesucristo, el gran Dios de todo el mundo.” El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Aprender a escuchar al Señor es la habilidad más importante que puedes desarrollar.” (Conferencia General, abril de 2020).
El llamado a escuchar subraya nuestra responsabilidad de estar espiritualmente atentos a las revelaciones y mandamientos de Dios. Reconocer al Señor como nuestra fuente de guía asegura que actuemos según Su voluntad y no la nuestra.
“…por el bien de mi siervo Oliver Cowdery.”
El Señor demuestra Su cuidado personal al mencionar que esta instrucción es “por el bien” de Oliver. Esto refleja que Dios conoce las circunstancias y necesidades individuales de Sus siervos. Él guía Sus acciones para protegerlos y fortalecerlos en sus responsabilidades.
En Doctrina y Convenios 84:88, el Señor promete a Sus siervos: “Yo iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro corazón.” El élder D. Todd Christofferson explicó: “El Señor no solo nos guía, sino que también vela por nuestro bienestar cuando estamos dedicados a Su causa.” (Conferencia General, abril de 2015).
El interés del Señor por Oliver Cowdery nos enseña que Su obra no se realiza a expensas de Sus siervos, sino que Él cuida su bienestar físico, emocional y espiritual mientras cumplen Sus mandamientos.
“No me parece prudente que se le confíen los mandamientos ni el dinero…”
Aquí, el Señor muestra Su sabiduría al señalar que algunas responsabilidades requieren medidas adicionales de protección. La prudencia divina asegura que los mandamientos (revelaciones) y el dinero para la obra sean tratados con la debida seguridad y cuidado.
En Doctrina y Convenios 42:13, el Señor instruye: “Sed prudentes en todas vuestras cosas.” El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “El Señor espera que usemos la prudencia y la sabiduría al cumplir nuestras responsabilidades.” (Conferencia General, octubre de 1999).
La prudencia es una virtud fundamental en la administración de los recursos del Señor. Este principio nos enseña a actuar con cuidado y previsión, especialmente al manejar cosas sagradas o de gran valor.
“…que llevará a la tierra de Sion…”
La tierra de Sion simboliza un lugar sagrado de recogimiento y consagración. Las instrucciones del Señor relacionadas con Sion enfatizan la importancia de prepararse espiritual y físicamente para establecer un lugar dedicado a Su gloria.
Doctrina y Convenios 57:2: “Este es el lugar que he designado para el recogimiento de mi pueblo.” El élder D. Todd Christofferson enseñó: “La construcción de Sion comienza con el esfuerzo individual de consagrar nuestro corazón y nuestras acciones al Señor.” (Conferencia General, octubre de 2008).
El transporte de recursos a Sion no solo tiene un significado práctico, sino también espiritual. Representa el esfuerzo colectivo de los santos por construir un lugar santo donde puedan morar en paz bajo la dirección del Señor.
“…salvo que vaya con él uno que sea leal y fiel.”
La lealtad y fidelidad son requisitos fundamentales para quienes participan en la obra del Señor. Este requisito demuestra la necesidad de confiar en aquellos que demuestran integridad y dedicación, especialmente en tareas de alta responsabilidad.
Doctrina y Convenios 4:5: “Y la fe, la esperanza, la caridad y el amor, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios, califican al hombre para la obra.” El presidente Thomas S. Monson enseñó: “La lealtad a Dios y a Su obra es el cimiento sobre el cual construimos nuestra vida como discípulos.” (Conferencia General, abril de 2006).
Este principio nos recuerda que la fidelidad no es opcional en la obra del Señor. La confianza divina se concede a quienes viven de acuerdo con los principios del evangelio y demuestran un carácter íntegro.
Este versículo refleja la profunda sabiduría y cuidado del Señor en la administración de Su obra. Él no solo asigna tareas, sino que también establece medidas para proteger a Sus siervos, los recursos sagrados y el progreso de Su reino. Los principios de escuchar al Señor, prudencia, lealtad y fidelidad resaltan la importancia de actuar con sabiduría y dedicación en todos los aspectos de la obra del evangelio.
El ejemplo de Oliver Cowdery y el requisito de acompañamiento leal subrayan que la obra del Señor es colaborativa y se basa en la confianza mutua. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra disposición a ser instrumentos en las manos del Señor y a actuar con integridad en nuestras responsabilidades sagradas.
2. Llamamiento a servir y acompañar
Versículo 2: “Por tanto, yo, el Señor, dispongo que mi siervo John Whitmer acompañe a mi siervo Oliver Cowdery.”
Aquí se resalta la colaboración en la obra del Señor. Ningún siervo debe llevar las cargas solo; el apoyo mutuo es esencial. Al designar a John Whitmer para acompañar a Oliver Cowdery, el Señor demuestra Su interés en proteger y fortalecer a Sus siervos en sus deberes, al tiempo que asegura que el trabajo avance sin contratiempos.
“Por tanto, yo, el Señor, dispongo…”
Esta frase establece que el Señor tiene el derecho y la autoridad de organizar Su obra según Su sabiduría. Él dirige a Sus siervos en sus responsabilidades específicas, mostrando Su interés personal en los detalles de Su Reino. Este principio es consistente con las enseñanzas de la autoridad divina y el gobierno de Dios.
El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El Señor está al mando de Su Iglesia y dirige los detalles de su administración mediante revelación a Sus siervos ordenados.” (Conferencia General, octubre de 2021). Doctrina y Convenios 1:38: “Sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo.”
Esta frase nos enseña que las decisiones en la obra del Señor no son casuales ni improvisadas; son guiadas por revelación divina. Los planes del Señor están diseñados para cumplir propósitos mayores que a menudo van más allá de nuestra comprensión inmediata.
“…que mi siervo John Whitmer acompañe…”
El Señor llama a John Whitmer como compañero de Oliver Cowdery, subrayando la importancia de la colaboración en la obra del evangelio. Este principio doctrinal refuerza el patrón bíblico de enviar a los discípulos de dos en dos para enseñar y cumplir tareas.
En Lucas 10:1, el Salvador “envió de dos en dos delante de él a todas las ciudades y lugares.” El élder Jeffrey R. Holland explicó: “El Señor estableció un modelo desde el principio: Su obra es mejor realizada en compañía, porque ‘donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos’ (Mateo 18:20).” (Conferencia General, octubre de 2012).
El llamado de John Whitmer como compañero de Oliver Cowdery refleja el modelo divino de trabajar en unidad. Esto no solo asegura protección y apoyo, sino que fortalece la misión mediante el consejo mutuo y la fe compartida.
“…a mi siervo Oliver Cowdery.”
Oliver Cowdery era un líder clave en los primeros años de la Iglesia, conocido por su fidelidad y capacidad. Al mencionarlo como “mi siervo,” el Señor reafirma su papel divinamente asignado y su confiabilidad en llevar a cabo tareas delicadas.
José Smith describió a Oliver como “un hombre que, bajo la dirección del Señor, ha trabajado mucho en la edificación de esta iglesia.” (Historia de la Iglesia, Vol. 1). El élder David A. Bednar enseñó: “El Señor confía en Sus siervos según su fidelidad y disposición para cumplir con Sus mandamientos.”
El título de “mi siervo” subraya que aquellos llamados por el Señor no son simplemente administradores temporales, sino instrumentos en Sus manos. Este reconocimiento refuerza la responsabilidad de Oliver Cowdery como un portador confiable de las revelaciones y recursos de la Iglesia.
El Señor guía a Sus siervos en la organización de Su obra, asegurándose de que las responsabilidades sean cumplidas de manera eficaz. Enviar a dos siervos juntos no solo asegura la eficacia del trabajo, sino que también refleja el espíritu de unidad en la obra del Señor. Los llamamientos en la Iglesia son sagrados, y el Señor designa a individuos específicos según Su sabiduría y los talentos dados.
Estos principios no solo tienen aplicaciones históricas, sino también prácticas y espirituales en nuestras vidas hoy. La obra del Señor siempre se lleva a cabo de manera organizada, con el apoyo mutuo de sus siervos, y con confianza en aquellos que son llamados. Esto nos invita a reflexionar sobre cómo respondemos a nuestros propios llamamientos y cómo apoyamos a quienes sirven junto a nosotros.
3. Preservación de la historia de la Iglesia
Versículo 3: “Y también que él continúe escribiendo y recopilando una historia de todas las cosas importantes que él observe y sepa concernientes a mi iglesia.”
Este mandato subraya la importancia de documentar la historia de la Iglesia. Desde los primeros días, el Señor indicó que los eventos significativos y las experiencias espirituales deben ser registrados para edificación y enseñanza futura. Esto muestra que la historia no es solo un registro, sino una herramienta para fortalecer la fe y preservar el legado espiritual.
“Y también que él continúe escribiendo…”
El Señor manda a John Whitmer que continúe escribiendo, subrayando la importancia de registrar los acontecimientos importantes relacionados con la Iglesia. Esto refleja el valor divino de la escritura como un medio para preservar la verdad, enseñar, y testificar a generaciones futuras.
Doctrina y Convenios 47:3: “Y es mi voluntad que mi siervo John Whitmer continúe escribiendo y haciendo historia de todas las cosas importantes concernientes a mi iglesia.” El presidente Spencer W. Kimball enseñó: “Lo que no se documenta pronto se olvida, y ese registro puede ser de gran valor eterno.” (Ensign, octubre de 1979).
El mandato de escribir nos recuerda que los registros son una herramienta fundamental para preservar el conocimiento y la guía divina. Esto no solo beneficia a quienes están directamente involucrados en los eventos, sino también a futuras generaciones que buscarán aprender de estas experiencias.
“…y recopilando una historia…”
La recopilación de una historia implica buscar activamente información y testimonios que reflejen el desarrollo de la Iglesia. Esto requiere esfuerzo consciente y precisión, subrayando la importancia de ser minuciosos y diligentes en la preservación de los hechos.
El élder Richard G. Scott enseñó: “El registro de experiencias espirituales fortalece nuestra fe y la de quienes lean sobre ellas.” (Conferencia General, abril de 1999). En el Libro de Mormón, Enós 1:15 destaca la preservación de registros: “Estas cosas se guardarán y se preservarán para la instrucción de este pueblo.”
Recopilar la historia de la Iglesia implica más que registrar hechos; es un acto sagrado que preserva el testimonio del poder de Dios en la vida de Sus hijos. Es una invitación a documentar la obra divina en la tierra con exactitud y fe.
“…de todas las cosas importantes que él observe y sepa…”
El Señor especifica que el historiador debe registrar “todas las cosas importantes,” lo que indica que no todo evento es igual en relevancia espiritual. Este principio enseña la necesidad de discernimiento para identificar lo que es verdaderamente significativo para la edificación y guía de la Iglesia.
El élder Marlin K. Jensen, historiador y registrador de la Iglesia, explicó: “Nuestro objetivo al registrar la historia es destacar las manifestaciones del Espíritu y los milagros que construyen la fe y testifican del Señor.” (BYU Studies Quarterly, 2011). En Doctrina y Convenios 21:1, el Señor instruye que se lleve un registro de las revelaciones y las ordenaciones, mostrando la importancia de los eventos clave.
La frase enseña que la recopilación histórica requiere un enfoque inspirado para seleccionar y priorizar los eventos que reflejan el cumplimiento de los propósitos divinos en la vida de la Iglesia.
“…concernientes a mi iglesia.”
El Señor deja claro que la historia a registrar debe enfocarse en Su Iglesia, subrayando que los eventos espirituales y administrativos son centrales en este mandato. Esto refleja el enfoque en la obra divina y Su influencia en la vida de los miembros.
Doctrina y Convenios 1:30 afirma que esta es “la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra.” El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “La historia de esta Iglesia es la historia del cumplimiento de la obra del Señor en los últimos días.” (Conferencia General, abril de 1997).
Al centrar el registro en la Iglesia, el Señor asegura que los principios eternos y las obras sagradas sean documentados para ser una fuente de instrucción, testimonio y guía para las generaciones venideras.
Este versículo destaca el papel fundamental de los registros históricos en la obra del Señor. El mandato a John Whitmer no es meramente administrativo; es una tarea sagrada con propósitos espirituales y eternos. Los registros de la Iglesia son testimonios vivos de la intervención divina, el cumplimiento de las profecías y la fe de Sus santos.
Los principios doctrinales de precisión, discernimiento, y enfoque espiritual en la recopilación histórica no solo son relevantes para los historiadores oficiales, sino también para cada miembro. Registrar nuestras experiencias espirituales y observar las obras de Dios en nuestras vidas fortalece nuestra fe y proporciona un legado eterno para nuestra posteridad.
4. Centralización de los informes en Sión
Versículo 5: “Y también mis siervos que andan por la tierra deben enviar un informe de sus mayordomías a la tierra de Sion.”
El Señor instruye que los informes y registros sean enviados a Sión, señalando a Sión como el centro organizativo y espiritual de la Iglesia. Esto refleja el deseo de establecer orden y centralización en las operaciones eclesiásticas, un principio que sigue siendo relevante en la administración moderna de la Iglesia.
“Y también mis siervos que andan por la tierra…”
Esta frase se refiere a los siervos del Señor, aquellos que han sido llamados y apartados para cumplir con responsabilidades específicas en Su obra. Andar “por la tierra” implica que estos siervos están activos, trabajando en diversas partes del mundo, y son representantes del Señor en la administración de Su evangelio.
Doctrina y Convenios 4:2: “Por tanto, si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra.” El presidente Thomas S. Monson enseñó: “El servicio en el reino de Dios requiere que nos dediquemos plenamente a Su obra, independientemente de dónde nos encontremos.” (Conferencia General, octubre de 2008).
Esta frase enfatiza que el servicio en la obra del Señor es dinámico y requiere que Sus siervos estén siempre dedicados y activos en sus responsabilidades, llevando el evangelio a todas partes.
“…deben enviar un informe de sus mayordomías…”
El Señor requiere responsabilidad y rendición de cuentas por las mayordomías confiadas a Sus siervos. La mayordomía se refiere a la administración de los recursos, dones y responsabilidades que el Señor ha dado. La instrucción de enviar un informe implica que estos siervos deben reflexionar sobre sus esfuerzos y resultados, y presentarlos para evaluación.
Doctrina y Convenios 72:3: “Deberéis rendir cuentas de vuestra mayordomía, tanto en el tiempo como en la eternidad.” El presidente Russell M. Nelson dijo: “Todos somos mayordomos de lo que el Señor nos ha confiado, y un día rendiremos cuentas de cómo hemos utilizado esos recursos.” (Conferencia General, octubre de 2019).
Esta frase subraya un principio fundamental en la doctrina: los santos tienen la responsabilidad de administrar lo que el Señor les ha dado con sabiduría y diligencia. La rendición de cuentas asegura que cada siervo sea consciente de su papel sagrado y se esfuerce por cumplirlo de manera fiel.
“…a la tierra de Sion.”
La tierra de Sion es descrita como un lugar santo, el centro de la obra del Señor y el punto focal de Su plan en los últimos días. Enviar los informes a Sion refleja la centralización de los registros y la consolidación de la obra del Señor bajo Su dirección. También simboliza la unidad y la consagración en Su Reino.
Doctrina y Convenios 57:3: “Y he designado la tierra de Sion y la he consagrado para mi pueblo.” El presidente Brigham Young enseñó: “Sion se edifica cuando los corazones de los santos están consagrados al Señor y trabajan en unidad para Su gloria.” (Journal of Discourses, vol. 9).
La referencia a Sion no solo es geográfica, sino también espiritual. Representa un estado de pureza y consagración. Al rendir cuentas a Sion, los siervos muestran su dedicación a los propósitos mayores del Señor y su voluntad de ser parte de Su obra redentora.
Este versículo establece principios esenciales de la doctrina del evangelio, como la responsabilidad, la rendición de cuentas, y la consagración a Sion. Los siervos del Señor son llamados a actuar en Su nombre, administrar con sabiduría y ofrecer un informe sincero de sus esfuerzos. Este proceso asegura que la obra del Señor avance de manera ordenada y en armonía con Su voluntad.
La enseñanza de rendir cuentas tiene aplicaciones prácticas en nuestra vida diaria. Nos recuerda que cada recurso y responsabilidad que el Señor nos ha confiado —tiempo, talentos, posesiones, e incluso oportunidades de servicio— debe ser administrado con integridad. Al rendir cuentas de nuestras “mayordomías” al Señor, nos acercamos más a la visión de Sion: un pueblo puro, unido y completamente dedicado a Su obra.
5. Propósito eterno de la recopilación histórica
Versículo 8: “Predicando y explicando, escribiendo, copiando, seleccionando y obteniendo todas las cosas que sean para el bien de la iglesia, y para las generaciones futuras que crecerán en la tierra de Sion, para poseerla de generación en generación para siempre jamás.”
Este versículo destaca la visión eterna del Señor. Las instrucciones dadas a John Whitmer no solo beneficiaban a la Iglesia en ese momento, sino que también estaban destinadas a las generaciones futuras. Esto enseña que la obra del Señor tiene un alcance eterno, y cada esfuerzo realizado con fidelidad tiene implicaciones duraderas.
“Predicando y explicando…”
La predicación y explicación del evangelio son mandamientos fundamentales en la obra del Señor. Predicar implica compartir las buenas nuevas del evangelio con todos, mientras que explicar se refiere a desglosar las doctrinas para que sean comprendidas y aplicadas. Esto demuestra la importancia de enseñar el evangelio de manera clara y edificante.
Doctrina y Convenios 88:81: “Es menester que todo hombre que ha sido avisado, avise a su prójimo.” El presidente David O. McKay enseñó: “Cada miembro de la Iglesia es un misionero, y su principal deber es enseñar y compartir el evangelio.”
Este mandato muestra que la obra del Señor no se limita a la instrucción personal, sino que busca edificar a la Iglesia como un todo al ampliar la comprensión de Sus enseñanzas.
“…escribiendo, copiando, seleccionando y obteniendo…”
Estas acciones reflejan un esfuerzo diligente para preservar y diseminar el conocimiento del evangelio. Escribir y copiar garantizan que las enseñanzas y acontecimientos importantes sean accesibles. Seleccionar y obtener implica discernimiento inspirado para identificar lo que es relevante y edificante.
Doctrina y Convenios 47:1: “Se me ha mandado llevar un registro y escribir las cosas importantes.” El presidente Spencer W. Kimball enfatizó: “Lo que se registre tendrá un impacto duradero en la edificación del Reino de Dios.”
Esta frase destaca la necesidad de registrar y preservar el conocimiento espiritual con precisión y discernimiento, asegurando que las verdades del evangelio estén disponibles para las generaciones presentes y futuras.
“…todas las cosas que sean para el bien de la iglesia…”
El Señor subraya que los esfuerzos deben centrarse en lo que beneficia y edifica a Su Iglesia. Esto refleja el principio de consagración, donde los talentos y recursos se utilizan para fortalecer a los santos y avanzar la obra del Reino.
Doctrina y Convenios 82:18: “Y todos estos se proveen para edificación de mi iglesia.” El presidente Gordon B. Hinckley enseñó: “Todo lo que hacemos debe tener como objetivo fortalecer a los miembros de la Iglesia y avanzar la causa de Sión.”
Esta frase nos recuerda que nuestras acciones y esfuerzos deben estar alineados con el propósito divino de fortalecer la Iglesia y edificar el Reino de Dios en la tierra.
“…y para las generaciones futuras que crecerán en la tierra de Sion…”
El Señor dirige esta obra con una visión a largo plazo, pensando en las generaciones futuras que heredarán las bendiciones de Sion. Esto subraya el principio de responsabilidad generacional: lo que hacemos hoy tiene un impacto eterno en aquellos que vendrán después.
Salmos 102:18: “Se escribirá esto para la generación venidera.” El élder Neal A. Maxwell enseñó: “Nuestros esfuerzos no solo bendicen a nuestra generación, sino también a aquellos que seguirán nuestro ejemplo.”
Esta frase nos motiva a actuar con una perspectiva eterna, sabiendo que nuestras acciones y registros impactarán la vida de las generaciones futuras, ayudándoles a fortalecer su fe en Sion.
“…para poseerla de generación en generación para siempre jamás.”
La promesa de poseer la tierra de Sion “para siempre jamás” destaca la naturaleza eterna de las bendiciones del Señor. La tierra de Sion no es solo un lugar físico, sino un símbolo del recogimiento y la consagración de los santos en un estado de paz y pureza.
Doctrina y Convenios 45:66: “Será llamada Sion, una nueva Jerusalén.” El presidente Brigham Young enseñó: “Sion es tanto un lugar como un estado de corazón, donde los santos se reúnen para vivir en rectitud.”
Esta promesa refleja que la obra de Sion no es temporal, sino eterna. Nos invita a vivir de manera digna para heredar las bendiciones prometidas y transmitirlas como un legado perpetuo.
Este versículo encapsula la visión divina de la obra del Señor: predicar, preservar registros, y actuar para el beneficio eterno de la Iglesia y las generaciones futuras. Cada acción mencionada tiene un propósito específico que contribuye al fortalecimiento del Reino de Dios en la tierra y en los corazones de Sus hijos.
El enfoque en las generaciones futuras nos enseña que nuestros esfuerzos no son solo para el presente, sino que tienen un impacto eterno. Este versículo nos invita a trabajar con dedicación, diligencia y una perspectiva eterna, sabiendo que todo lo que hacemos en la obra del Señor tiene un propósito divino y eterno.
Nota: “Si tienes un versículo en particular sobre el que deseas profundizar, házmelo saber y con gusto te proporcionaré más información al respecto.” En Deja un comentario
























