Doctrina y Convenios Sección 72

Doctrina y Convenios
Sección 72


Contexto Histórico

En diciembre de 1831, en el pequeño pueblo de Kirtland, Ohio, un grupo de élderes y miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se reunió con un propósito claro: recibir instrucción y guía del Señor. La Iglesia estaba creciendo rápidamente, y con ello, surgían nuevas necesidades organizativas. Edward Partridge, el primer obispo de la Iglesia, ya había sido enviado a Sion, en Misuri, para supervisar las responsabilidades allí. Sin embargo, Kirtland también necesitaba un obispo que guiara y administrara las necesidades de la creciente congregación en esa región.

Durante esta reunión, el profeta José Smith recibió una revelación del Señor que comenzó con un llamado solemne a los reunidos: “Escuchad y oíd la voz del Señor, oh vosotros que os habéis congregado.” El Señor explicó que era necesario nombrar un nuevo obispo para esta parte de Su viña. Fue entonces cuando reveló que Newel K. Whitney, un comerciante y fiel miembro de la Iglesia, era el hombre elegido para este sagrado llamamiento.

Con humildad, Newel K. Whitney aceptó la responsabilidad, siendo ordenado obispo ese mismo día. Tras su ordenación, el Señor continuó revelando los deberes de los obispos, ampliando su rol como administradores temporales y guías espirituales. Se les encargó administrar el almacén del Señor, recibir los informes de los élderes sobre sus mayordomías, y velar por los pobres y los necesitados. Estas instrucciones reflejaban el deseo del Señor de que Su obra se llevara a cabo con orden y cuidado.

Además, el Señor proporcionó instrucciones importantes sobre el recogimiento en Sion. Aquellos que deseaban establecerse en la tierra de Sion debían llevar un certificado de recomendación del obispo local o de tres élderes de la Iglesia, asegurando que quienes llegaran fueran dignos y responsables. Esto ayudó a proteger la integridad y el propósito de la comunidad en Sion.

Ese día en Kirtland marcó un momento crucial para la organización de la Iglesia. La revelación no solo trajo dirección y claridad a los roles administrativos, sino que también reafirmó el principio de la mayordomía: la idea de que todo lo que los santos poseían debía ser consagrado para el bienestar de la Iglesia y la edificación del Reino de Dios.

Newel K. Whitney asumió su nueva responsabilidad con dedicación, convirtiéndose en un ejemplo de servicio y fe. Este momento histórico subrayó cómo el Señor guía a Su pueblo a través de la revelación, asegurándose de que Su obra avance con orden y propósito. Para los santos en Kirtland, este fue un recordatorio de que el Señor está al mando de Su Iglesia, y que, al actuar con fe, pueden participar en Su obra sagrada.

La Sección 72 ofrece principios esenciales para la administración del Reino de Dios, destacando la mayordomía, el liderazgo del obispo, el cuidado de los necesitados, y la preparación para el recogimiento en Sion. Estos versículos subrayan que la obra del Señor requiere organización, diligencia y fidelidad.

Esta revelación nos invita a reflexionar sobre nuestra propia mayordomía: ¿Cómo administramos los recursos y responsabilidades que el Señor nos ha confiado? Además, nos recuerda que la organización temporal en la Iglesia tiene un propósito eterno: preparar a los santos para recibir las bendiciones del Señor tanto en esta vida como en la eternidad.


1. La necesidad de un obispo en Kirtland


Versículo 2: “Porque de cierto, así dice el Señor, me es oportuno que se os nombre un obispo a vosotros, o de entre vosotros, para la iglesia en esta parte de la viña del Señor.”
El Señor destaca la importancia de un obispo como líder clave en la administración de Su Iglesia. Este versículo subraya que los obispos son llamados para actuar como administradores tanto temporales como espirituales en las comunidades de la Iglesia. El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El obispo es el pastor que vela por cada oveja del rebaño, tanto temporal como espiritualmente.” (Conferencia General, octubre de 2005).

“Porque de cierto, así dice el Señor…”
El uso de “de cierto” y “así dice el Señor” subraya la autoridad divina detrás de esta declaración. Es una confirmación de que las instrucciones provienen directamente del Señor, y no de una decisión humana. Esto establece la importancia de la revelación continua como una característica esencial en la guía de la Iglesia.
Doctrina y Convenios 1:38: “Sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo.” El presidente Russell M. Nelson declaró: “El Señor dirige Su Iglesia mediante revelación a Sus profetas. Su guía es segura.” (Conferencia General, octubre de 2018).
Esta introducción garantiza que la instrucción es sagrada y debe ser recibida con fe y confianza en que refleja la voluntad de Dios.

“Me es oportuno…”
La frase “me es oportuno” revela que el Señor actúa de acuerdo con Su tiempo perfecto. Él conoce las necesidades de Su Iglesia y responde en el momento preciso, asegurando que Su obra avance de manera ordenada y efectiva.
Eclesiastés 3:1: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó: “El tiempo del Señor es perfecto, aunque a menudo difiera de nuestro propio entendimiento.” (Conferencia General, abril de 2016).
Esta frase nos invita a confiar en la omnisciencia del Señor, sabiendo que Él proveerá dirección en el momento y lugar adecuados.

“Que se os nombre un obispo a vosotros, o de entre vosotros…”
El nombramiento de un obispo enfatiza la organización divina de la Iglesia. El Señor llama a personas específicas de entre los miembros para cumplir roles esenciales. Los obispos son líderes con responsabilidades tanto espirituales como temporales, representando a Cristo en sus labores.
Doctrina y Convenios 107:68: “El obispo es presidente de este sacerdocio, y tiene el poder de administrar todas las cosas temporales.” El presidente Thomas S. Monson dijo: “Un obispo tiene la responsabilidad de ser un pastor amoroso y atento del rebaño que se le ha confiado.” (Conferencia General, abril de 2005).
El nombramiento de un obispo refuerza la importancia del liderazgo local en la Iglesia y cómo cada llamado se recibe mediante revelación divina.

“Para la iglesia en esta parte de la viña del Señor.”
El Señor especifica que este obispo servirá en una región específica, lo que refleja la necesidad de liderazgo local para atender las necesidades de los miembros en diferentes áreas. La referencia a “la viña del Señor” simboliza Su obra en todo el mundo, indicando que cada región es parte de Su plan eterno.
Jacob 5:61: “Por tanto, salid y trabajad con toda vuestra fuerza en la viña.” El élder David A. Bednar enseñó: “Cada área de la viña del Señor requiere líderes que actúen bajo inspiración para cumplir con las necesidades de los santos en esa región.” (Conferencia General, abril de 2006).
Este enfoque local muestra que el Señor organiza Su Iglesia de manera que cada miembro reciba guía y apoyo según sus circunstancias y necesidades específicas.

Este versículo revela principios clave de la organización de la Iglesia, como la revelación continua, el llamamiento inspirado y la atención local a las necesidades de los miembros. El Señor dirige Su Iglesia con precisión y orden, asegurando que cada parte de Su viña reciba el cuidado necesario para prosperar espiritualmente.

El nombramiento de un obispo es un recordatorio de que el liderazgo en la Iglesia no es una responsabilidad mundana, sino un llamamiento sagrado confiado a aquellos que han sido preparados por el Señor. Este versículo nos invita a confiar en el proceso divino por el cual los líderes son llamados y a apoyarlos en sus esfuerzos por cumplir con las responsabilidades que el Señor les ha dado.


2. La mayordomía y la rendición de cuentas


Versículo 3: “Y de cierto, en esto habéis obrado sabiamente, porque el Señor requiere de la mano de todo mayordomo, que dé cuenta de su mayordomía, tanto en el tiempo como en la eternidad.”
El Señor enseña que todos los que reciben responsabilidades o bendiciones son mayordomos, y que eventualmente deberán rendir cuentas. Este principio es clave para la doctrina de la consagración y la obediencia en la Iglesia. Doctrina y Convenios 104:11: “Es necesario que los mayordomos den cuenta de su mayordomía.”

“Y de cierto, en esto habéis obrado sabiamente…”
El Señor elogia la sabiduría de los santos al reconocer y actuar conforme a Su voluntad al llamar a un obispo. Esto subraya que actuar con sabiduría en el evangelio significa alinear nuestras decisiones con los principios divinos y con la guía del Señor.
Proverbios 9:10: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría.” El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La verdadera sabiduría proviene de seguir al Salvador y buscar Su voluntad.” (Conferencia General, octubre de 2020).
El Señor nos invita a buscar Su guía en nuestras decisiones, pues actuar conforme a Su voluntad es la definición de obrar sabiamente.

“…porque el Señor requiere de la mano de todo mayordomo…”
Aquí el Señor introduce el principio de mayordomía, enseñando que todo lo que poseemos —ya sean bienes, talentos, tiempo o llamamientos— no nos pertenece por completo, sino que es un encargo sagrado del Señor. Él nos considera administradores de estas bendiciones y espera que las usemos para cumplir con Su obra.
Doctrina y Convenios 104:11-13: “Es necesario que los mayordomos den cuenta de su mayordomía.” El presidente Spencer W. Kimball declaró: “La mayordomía implica responsabilidad y dedicación, pues rendiremos cuentas de cómo hemos usado lo que el Señor nos ha confiado.” (Ensign, mayo de 1977).
El Señor nos recuerda que somos responsables de cuidar y administrar correctamente todo lo que se nos ha dado, ya que somos solo custodios temporales de Sus bendiciones.

“…que dé cuenta de su mayordomía…”
El acto de rendir cuentas enfatiza la importancia de la responsabilidad personal en el evangelio. Esto no es una carga, sino una oportunidad de reflexionar sobre cómo hemos manejado nuestras bendiciones y responsabilidades, y de mostrar nuestra fidelidad al Señor.
Romanos 14:12: “De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. El presidente Dallin H. Oaks dijo: “Rendir cuentas nos ayuda a crecer, a aprender de nuestras experiencias y a cumplir con nuestras responsabilidades de manera más significativa.” (Conferencia General, abril de 2018).
El principio de rendir cuentas nos ayuda a vivir con propósito y dedicación, sabiendo que nuestras acciones tienen consecuencias eternas.

“…tanto en el tiempo como en la eternidad.”
El Señor deja claro que la mayordomía no se limita a esta vida, sino que tiene implicaciones eternas. Esto subraya la conexión entre nuestras decisiones temporales y nuestro destino eterno, enseñando que todo lo que hacemos en esta vida influye en nuestra recompensa en el mundo venidero.
Mateo 25:21: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré.” El élder Neal A. Maxwell enseñó: “La eternidad comienza ahora. Cada decisión que tomamos en esta vida tiene ramificaciones eternas.” (Conferencia General, octubre de 1985).
Este principio nos recuerda que nuestras decisiones diarias son significativas, pues son preparatorias para la vida eterna.

Este versículo enseña verdades profundas sobre la mayordomía y la responsabilidad personal. Nos invita a reconocer que todo lo que poseemos y hacemos proviene del Señor y tiene un propósito divino. Ser mayordomos significa actuar con gratitud, sabiduría y dedicación al usar nuestras bendiciones para edificar el Reino de Dios y bendecir a los demás.

Rendir cuentas al Señor, tanto en esta vida como en la eternidad, no debe ser motivo de temor, sino una oportunidad para demostrar nuestra fidelidad y compromiso. Este versículo nos inspira a vivir con propósito, dedicándonos a administrar sabiamente nuestras responsabilidades y bendiciones, sabiendo que nuestra recompensa eterna será proporcional a nuestra fidelidad y esfuerzo.


3. La recompensa de la fidelidad


Versículo 4: “Porque el que es fiel y sabio en esta vida es considerado digno de heredar las mansiones preparadas para él por mi Padre.”
Este versículo subraya el principio de que la fidelidad en esta vida trae recompensas eternas. Los esfuerzos que hacemos como mayordomos fieles son reconocidos y recompensados por el Señor con bendiciones eternas. Mateo 25:21: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”

“Porque el que es fiel y sabio en esta vida…”
La fidelidad y la sabiduría son presentadas como requisitos esenciales para recibir las bendiciones eternas. La fidelidad implica obediencia constante a los mandamientos y compromiso con el Señor, mientras que la sabiduría denota discernimiento espiritual y la capacidad de actuar en alineación con los principios del evangelio.
Doctrina y Convenios 130:18-19: “Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección.” El presidente Russell M. Nelson enseñó: “La fidelidad al evangelio es la clave para el progreso eterno y para recibir el poder divino en nuestra vida.” (Conferencia General, octubre de 2019).
Esta frase nos recuerda que vivir con fidelidad y actuar con sabiduría no solo trae bendiciones en esta vida, sino que también prepara nuestro camino hacia la vida eterna.

“…es considerado digno…”
La dignidad se presenta aquí como el resultado de la fidelidad y la sabiduría. El Señor considera a Sus hijos dignos cuando cumplen con Sus mandamientos y viven de acuerdo con Su plan de salvación. Esta dignidad es esencial para heredar las bendiciones eternas.
Doctrina y Convenios 76:69: “Estos son los que son justos; son hechos perfectos por medio de Jesucristo.” El presidente Dallin H. Oaks declaró: “La dignidad no significa perfección, sino disposición y esfuerzo constantes por obedecer al Señor.” (Conferencia General, abril de 2016).
La dignidad ante el Señor no es un estado alcanzado una vez para siempre, sino una condición que requiere esfuerzo continuo y humildad.

“…de heredar las mansiones preparadas para él por mi Padre.”
El Señor promete a los fieles y sabios la herencia de “mansiones preparadas”, refiriéndose a los reinos de gloria en el más allá. Esta declaración refleja el plan eterno de Dios, que incluye recompensas específicas para Sus hijos según su fidelidad y obediencia en esta vida.
Juan 14:2: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.” El élder David A. Bednar dijo: “El Señor ha preparado un lugar de gloria eterna para aquellos que perseveren en fe y rectitud.” (Conferencia General, abril de 2015).
La frase “mansiones preparadas” enfatiza que Dios tiene un plan personal y eterno para cada uno de Sus hijos, ofreciéndoles una herencia gloriosa basada en su obediencia y devoción.

Este versículo encapsula un principio central del evangelio: nuestra vida terrenal es una preparación para la vida eterna. La fidelidad y la sabiduría son los requisitos divinos para heredar las mansiones de gloria que el Padre Celestial ha preparado para Sus hijos. Estos principios no solo nos permiten recibir bendiciones temporales, sino que nos califican para las promesas eternas.

La promesa de las “mansiones preparadas” nos invita a vivir con una perspectiva eterna. Al esforzarnos por ser fieles y actuar con sabiduría, nos alineamos con el plan de Dios, asegurándonos una herencia celestial. Este versículo nos inspira a perseverar en la fe, sabiendo que el Señor cumple Sus promesas y que nuestra dedicación en esta vida tiene un propósito y una recompensa eterna.


4. Deberes del obispo: velar por los pobres y administrar el almacén


Versículo 10: “Administrar el almacén del Señor; recibir los fondos de la iglesia en esta parte de la viña.”
El obispo tiene la responsabilidad sagrada de administrar los bienes consagrados para el bienestar de los pobres y necesitados, mostrando la importancia de la organización temporal en el Reino de Dios. El presidente Thomas S. Monson dijo: “El corazón del evangelio es el amor y el servicio a los necesitados.” (Conferencia General, octubre de 2009).

“Administrar el almacén del Señor…”
El “almacén del Señor” se refiere a los recursos consagrados de la Iglesia destinados a ayudar a los pobres, satisfacer las necesidades de los miembros y avanzar en la obra del evangelio. Administrar este almacén es una responsabilidad sagrada, confiada a los obispos, quienes deben actuar con justicia, sabiduría y guía del Espíritu Santo para usar estos recursos de acuerdo con la voluntad del Señor.
Doctrina y Convenios 42:34-35: “Y las propiedades de mi iglesia se consagrarán al obispo… y él las administrará según la ley.” El presidente Thomas S. Monson enseñó: “El propósito del almacén del Señor es aliviar el sufrimiento y proporcionar ayuda en tiempos de necesidad.” (Conferencia General, abril de 2009).
Administrar el almacén no es solo una responsabilidad logística, sino un acto de servicio divino. Representa la compasión y el cuidado del Señor hacia Sus hijos, canalizados a través de Sus siervos.

“…recibir los fondos de la iglesia…”
El obispo es responsable de recibir y supervisar los fondos consagrados por los miembros, incluyendo los diezmos y otras ofrendas. Estos fondos son sagrados y deben utilizarse exclusivamente para los propósitos establecidos por el Señor, como edificar el Reino, sostener a los necesitados y avanzar la obra misional.
Malaquías 3:10: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa.” El presidente Gordon B. Hinckley declaró: “El manejo de los fondos de la Iglesia se realiza con un profundo sentido de responsabilidad y reverencia hacia los propósitos divinos para los cuales se consagran.” (Conferencia General, octubre de 1996).
Recibir los fondos de la Iglesia requiere integridad absoluta y un compromiso firme de utilizarlos según los principios de la ley de consagración y la guía del Señor.

“…en esta parte de la viña.”
El Señor especifica que esta responsabilidad se limita a “esta parte de la viña”, refiriéndose al área local asignada al obispo. Esto resalta el principio de organización dentro de la Iglesia, donde cada líder tiene jurisdicción específica y trabaja en armonía con otros líderes en diferentes áreas para cumplir con la obra del Señor.
Jacob 5:61: “Por tanto, salid y trabajad con toda vuestra fuerza en la viña.” El élder David A. Bednar enseñó: “Cada parte de la viña del Señor tiene necesidades específicas que deben ser atendidas con inspiración y sabiduría.” (Conferencia General, abril de 2006).
La referencia a la “viña” subraya que cada área de la Iglesia es parte de una obra global, pero las responsabilidades locales son clave para atender las necesidades específicas de los miembros.

Este versículo refleja principios fundamentales de la administración en la Iglesia, especialmente en lo que respecta al manejo de los recursos consagrados. El almacén del Señor y los fondos de la Iglesia son sagrados, y su administración debe realizarse con reverencia, sabiduría y transparencia. Los obispos actúan como siervos y representantes del Señor al manejar estos recursos, asegurando que se utilicen para bendecir la vida de los necesitados y avanzar en la obra del evangelio.

La frase “en esta parte de la viña” nos recuerda que la obra del Señor es global, pero se realiza a nivel local, donde los líderes pueden atender las necesidades específicas de los santos. Este versículo nos invita a reflexionar sobre la importancia de la integridad, la compasión y la responsabilidad en el manejo de las bendiciones del Señor. Además, subraya la confianza que Él deposita en Sus siervos para actuar en Su nombre y cuidar de Sus hijos.


5. La certificación de dignidad para el recogimiento en Sion


Versículo 25: “Lleven consigo, para el obispo, un certificado de tres de los élderes de la iglesia o un certificado del obispo.”
El Señor establece un procedimiento para garantizar la dignidad y preparación de quienes deseen reunirse en Sion. Este sistema protege la integridad de la comunidad y asegura que quienes se unan estén comprometidos con los principios del evangelio. Doctrina y Convenios 58:21: “Nadie subirá a esta tierra sino el que guarde la ley del Señor.”

“Lleven consigo, para el obispo…”
El Señor establece un principio de orden y supervisión en Su Iglesia. “Llevar consigo” implica una preparación anticipada y la necesidad de un reconocimiento formal para ser aceptado en la comunidad de Sion. Este requisito refuerza la idea de que toda acción en el Reino de Dios debe realizarse con planificación, transparencia y bajo la autoridad debida.
Doctrina y Convenios 88:119: “Organizaos; preparad todas las cosas necesarias.” El élder Dallin H. Oaks enseñó: “El Señor obra mediante el orden. Cada aspecto de Su Iglesia refleja Su deseo de establecer un patrón claro y un propósito definido.” (Conferencia General, octubre de 2017).
La instrucción de presentar un certificado asegura que quienes se trasladan a Sion estén alineados con los principios y normas del evangelio, ayudando a preservar la unidad y la pureza de la comunidad.

“…un certificado de tres de los élderes de la iglesia…”
El requisito de un certificado firmado por tres élderes subraya la importancia del testimonio múltiple y confiable en los asuntos de la Iglesia. Este principio está en armonía con la enseñanza bíblica de que “por boca de dos o tres testigos se establecerá toda palabra” (2 Corintios 13:1). Esto asegura que quienes lleguen a Sion sean recomendados por líderes locales que hayan testificado de su dignidad.
Doctrina y Convenios 6:28: “En la boca de dos o tres testigos se establecerá toda palabra.” El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “El testimonio conjunto añade credibilidad y refuerza la confianza en los principios del evangelio.” (Conferencia General, abril de 2014).
La participación de tres élderes como testigos garantiza que quienes sean recomendados para Sion hayan demostrado su fidelidad y disposición para cumplir con los mandamientos.

“…o un certificado del obispo.”
El certificado del obispo representa la autoridad directa del sacerdocio y confirma la dignidad de la persona para ser aceptada en la comunidad de Sion. Este proceso refleja el principio de rendir cuentas a los líderes del sacerdocio y actuar bajo su guía.
Doctrina y Convenios 107:68-69: “El obispo tiene el poder de administrar todas las cosas temporales… y juzgar la dignidad de los miembros.” El presidente Henry B. Eyring enseñó: “El obispo es el pastor designado para guiar y proteger al rebaño, asegurándose de que cada miembro esté espiritualmente preparado.” (Conferencia General, abril de 2015).
El certificado del obispo es una expresión tangible de la confianza del Señor en Su representante para evaluar la preparación espiritual y temporal de los miembros.

Este versículo resalta los principios de orden, transparencia y dignidad en el Reino de Dios. El requisito de un certificado de recomendación asegura que quienes buscan unirse a Sion estén espiritualmente preparados y hayan demostrado fidelidad a los principios del evangelio. Este procedimiento protege la santidad y la unidad de la comunidad en Sion.

Además, el proceso de obtener un certificado de los élderes o del obispo refuerza la importancia de rendir cuentas y de trabajar en armonía con los líderes del sacerdocio. Este principio sigue siendo relevante hoy en día, ya que el Señor espera que todos Sus hijos actúen con orden y preparación al participar en Su obra. Al hacerlo, demostramos nuestro compromiso con Él y con los convenios que hemos hecho.


6. Norma para la Iglesia en todo lugar


Versículo 23: “Y ahora bien, he aquí, esto servirá de norma a todas las esparcidas ramas de mi iglesia, en cualquier parte en que estén establecidas.”
El Señor declara que las instrucciones dadas son aplicables a toda la Iglesia, estableciendo principios universales para la administración y el liderazgo. Esto refuerza la idea de que Su Iglesia opera bajo un orden divino y constante. Doctrina y Convenios 1:30: “La única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra.”

“Y ahora bien, he aquí…”
El uso de “he aquí” llama la atención sobre la importancia de lo que el Señor está a punto de declarar. Es una introducción solemne que indica que lo que sigue tiene una aplicación significativa y duradera en la organización de Su Iglesia.
Doctrina y Convenios 1:37: “Escudriñad estos mandamientos, porque son verdaderos y fieles.” El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Cuando el Señor usa términos como ‘he aquí’, Él subraya la solemnidad y la relevancia eterna de Sus palabras.” (Conferencia General, abril de 2013).
La frase subraya que el mensaje no es solo para el contexto inmediato, sino que tiene una importancia más amplia para la Iglesia en general.

“…esto servirá de norma…”
El Señor establece una “norma”, un patrón que debe ser seguido en toda la Iglesia. Esto refleja el principio de orden divino, donde las instrucciones y procedimientos son estandarizados para asegurar la uniformidad y equidad en la administración de Su Reino.
Doctrina y Convenios 52:14: “Y otra vez, os daré un modelo en todas las cosas.” El presidente Russell M. Nelson dijo: “El Señor organiza Su Iglesia según patrones divinos para asegurar que Su obra se realice de manera uniforme y ordenada.” (Conferencia General, octubre de 2019).
Establecer normas unificadas asegura que todos los miembros y líderes actúen de acuerdo con los principios del evangelio, independientemente de su ubicación geográfica.

“…a todas las esparcidas ramas de mi iglesia…”
La referencia a las “esparcidas ramas” refleja la expansión de la Iglesia y su naturaleza global. El Señor está consciente de las necesidades y desafíos específicos de cada grupo, pero Su obra sigue unificada bajo los mismos principios y normas.
Doctrina y Convenios 1:30: “La única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra.” El élder Dieter F. Uchtdorf enseñó: “Aunque la Iglesia se extienda a todo el mundo, sus principios y enseñanzas permanecen constantes y universales.” (Conferencia General, octubre de 2015).
El Señor reconoce que Su Iglesia se encuentra en todo el mundo y da instrucciones para que todas las ramas actúen de manera uniforme, asegurando unidad en doctrina y práctica.

“…en cualquier parte en que estén establecidas.”
El Señor asegura que estas normas no son solo para un lugar o tiempo específico, sino para toda Su Iglesia, independientemente de dónde estén los miembros. Esto refuerza el principio de que Su Iglesia opera bajo un sistema unificado, basado en revelaciones y orden divino.
Efesios 4:5: “Un Señor, una fe, un bautismo.” El presidente Howard W. Hunter declaró: “La Iglesia del Señor es una en todo el mundo. Su doctrina, organización y propósito son constantes y eternos.” (Conferencia General, abril de 1994).
Esta frase garantiza que las instrucciones del Señor no sean interpretadas como específicas de un lugar, sino como principios universales que rigen a todos los miembros en cualquier lugar.

Este versículo resalta la unidad y la universalidad de la Iglesia de Jesucristo. Aunque los santos estén dispersos por todo el mundo, la Iglesia opera bajo principios y normas consistentes que aseguran que la doctrina y la administración sean uniformes y alineadas con la voluntad del Señor.

El establecimiento de normas divinas refleja el amor del Señor por Su pueblo, asegurando que todos tengan acceso a Su guía y protección, sin importar dónde se encuentren. Este versículo también subraya que el evangelio es eterno y aplicable en cualquier lugar o época, invitándonos a actuar en armonía con los principios divinos en todas nuestras responsabilidades dentro del Reino de Dios.


Nota: “Si tienes un versículo en particular sobre el que deseas profundizar, házmelo saber y con gusto te proporcionaré más información al respecto.”  En Deja un comentario


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