Qué Hacer Cuando “No Sé” es la Única Respuesta
Brent D. Fillmore and Joan W. Fillmore
Palabras clave: Libro de Mormón, adversidad, fe en Jesucristo, paciencia
Unos siete meses después de comenzar nuestro servicio como líderes de misión, asistimos a una conferencia de distrito en una de las islas de nuestra misión. Volamos el viernes y teníamos la intención de pasar algo de tiempo con los misioneros después de que terminara la conferencia. A eso de las diez y media del lunes por la mañana, uno de nuestros asistentes llamó desde el continente. Estaba muy afectado. Nos dijo que, mientras cuatro élderes jugaban fútbol en la capilla, de repente y sin razón aparente, uno de ellos se desplomó. Obtenemos algunos detalles más y le pedimos que llamara a una ambulancia, que fuera de inmediato y que nos mantuviera informados. Sintiendo impotencia por estar tan lejos, llamamos a un matrimonio de misioneros mayores y les pedimos que fueran rápidamente a ver si podían ayudar. Veinte minutos después, nuestro asistente llamó de nuevo y, entre lágrimas, dijo: “Presidente, el élder ——— ha muerto. ¿Cómo pudo pasar esto?”. Quedamos atónitos. Nos miramos y simplemente lloramos. Este era un joven al que habíamos llegado a amar y respetar. Era un líder entre los misioneros y tenía un futuro muy prometedor. Las palabras de nuestro asistente eran ciertas: “¿Cómo pudo pasar esto?”. No sabíamos qué hacer.
Nos pusimos en contacto con nuestros líderes y seguimos adelante notificando al presidente de estaca del élder. Estábamos en la videollamada cuando él notificó a los padres del élder. Estaban conmocionados e inconsolables. Otros cuatro misioneros de la misión habían sido buenos amigos del élder fallecido antes de la misión. Cuando cada uno se enteró, quedaron devastados. A medida que se difundía la noticia de su fallecimiento, el dolor recorrió nuestra misión, especialmente entre los misioneros y miembros que conocían bien al élder. Todo tipo de preguntas surgieron en nuestra mente y en la mente de los misioneros. ¿Cómo podía suceder algo así a un misionero tan excelente? ¿Por qué ocurrió esto? ¿Podría esto sucederme a mí?
No sabíamos las respuestas a estas preguntas. Ante estas incógnitas, comenzamos a orar y a buscar entendimiento sobre cómo podíamos ayudar a la familia de este misionero, a su compañero y excompañeros, a sus amigos cercanos y al resto de nuestros misioneros.
En los meses previos a esa tragedia, habíamos estado notando una idea repetida en el Libro de Mormón que ahora parecía especialmente pertinente. Los escritores del Libro de Mormón a menudo usaban frases como “no sé” o “no sabemos” cuando algo les era desconocido. Pero con frecuencia, tras estas frases venía un curso de acción. Varios escritores incluían lo que hicieron ante una difícil incógnita. Mientras buscábamos consuelo y procurábamos consolar a nuestros misioneros, este patrón que se encuentra a lo largo del Libro de Mormón nos ayudó a saber cómo avanzar en nuestra propia incógnita difícil. Comenzamos a buscar referencias de este tipo.
Este artículo organiza tales referencias en uno de tres temas diferentes que describen qué hacer cuando algo es desconocido:
Tema 1: Inquirir, estudiar, trabajar y ser paciente.
Tema 2: Recordar y declarar lo que sí sabes.
Tema 3: Confiar en el Señor y seguir adelante.
Para cada tema, hemos colocado nuestra redacción de cada incógnita y las referencias de las que proviene en una tabla. Para cada incógnita, proveemos una breve reseña del contexto junto con el curso de acción incluido por el escritor del Libro de Mormón. En cada caso, ponemos en negrita las palabras relacionadas con la incógnita y en cursiva las palabras de las que surgen los temas.
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Incógnita |
Referencia |
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Cómo hacer lo que el Señor manda |
1 Nefi 17:8–10, 16; 18:1–3 |
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Cómo ayudar a quienes no se arrepienten |
Mosíah 26 |
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Adónde ir |
Alma 16:4–8 y 43:23–24 |
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Cómo “saber con certeza” |
Alma 32–33 |
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La causa del descuido y el “estado descuidado” de otros |
Alma 60:6, 18 |
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Cómo obtener medios para cumplir los mandamientos de Dios |
Éter 2:16–25; 6:5–11 |
Tema 1: Inquirir, estudiar, trabajar y ser paciente
INCÓGNITA: Cómo hacer lo que el Señor manda (1 Nefi 17:8–10, 16; 18:1–3)
El Señor le dijo a Nefi: “Construirás un barco según la manera que yo te mostraré”. La respuesta de Nefi fue: “Señor, ¿adónde iré para encontrar mena que fundir, a fin de hacer herramientas para construir el barco?”. El Señor respondió a la pregunta de Nefi y le mostró cómo proceder para encontrar la mena necesaria. Luego Nefi se puso a trabajar e hizo “herramientas del mineral que yo fundí del peñasco” (véase 1 Nefi 17:8–10, 16).
Nefi narra que, con el tiempo, debido a su continua indagación y trabajo acompañados de oración, “el Señor me mostró de cuando en cuando de qué manera debía trabajar la madera de la nave. . . . Y construí [la nave] conforme a la manera que el Señor me había mostrado; . . . Y yo, Nefi, subía muchas veces al monte, y muchas veces oraba al Señor; por tanto, el Señor me mostró grandes cosas” (véase 1 Nefi 18:1–3).
INCÓGNITA: Cómo ayudar a quienes no se arrepienten (Mosíah 26)
En Mosíah 26, Mormón escribió sobre una incógnita de Alma el Viejo. Él no sabía cómo proceder con “muchos de la generación naciente”, quienes “no creían . . . acerca de la resurrección de los muertos, ni creían acerca de la venida de Cristo”. Debido a su falta de creencia, “no podían entender la palabra de Dios; y sus corazones se endurecieron”. “No querían ser bautizados; ni querían unirse a la iglesia”, y vivían “en su estado carnal y pecaminoso” y “no querían invocar al Señor su Dios” (véase Mosíah 26:1–4).
Sin saber cómo proceder, “Alma se angustió en su espíritu . . . y fue y consultó al Señor acerca de lo que debía hacer en este asunto, porque temía hacer algo incorrecto ante los ojos de Dios. . . . [Por tanto,] . . . derramó toda su alma a Dios” (véase Mosíah 26:10, 13–14; énfasis añadido). El Señor le enseñó qué hacer con su incógnita, y “cuando Alma hubo oído estas palabras, las escribió para tenerlas, y para juzgar al pueblo de aquella iglesia conforme a los mandamientos de Dios” (v. 33).
La incógnita de Alma alimentó un temor de “hacer lo incorrecto”. Así que, en su desconocimiento, consultó con el rey Mosíah, recibió la asignación de juzgar al pueblo (v. 12), y luego fue bendecido con respuestas y entendimiento (v. 15). Alma buscó, recibió, registró e implementó las respuestas obtenidas.
INCÓGNITA: Adónde ir (Alma 16:4–8 y 43:23–24)
Mormón registró dos sucesos similares en los que dos hombres distintos necesitaban saber adónde ir.
Deseando saber cómo “recobrar a los que habían sido llevados cautivos” (Alma 16:4), el capitán jefe Zoram consultó “a [Alma] para saber hacia dónde quería el Señor que fueran al desierto en busca de sus hermanos que habían sido llevados cautivos por los lamanitas” (v. 5). Alma consultó al Señor, luego le dijo a Zoram adónde ir y declaró: “El Señor pondrá en tus manos a tus hermanos” (v. 6). “Y recobraron a sus hermanos que habían sido llevados cautivos por los lamanitas, y no se había perdido ni un alma de ellos” (v. 8).
De manera similar, en Alma 43, “Moroni, sabiendo también acerca de las profecías de Alma, le envió algunos hombres, deseándole que consultara al Señor hacia dónde deberían ir los ejércitos de los nefitas para defenderse” (v. 23). Alma “informó a los mensajeros de Moroni” (v. 24) adónde ir. La obra de Moroni, después de haber consultado a Alma, condujo a los ejércitos nefitas a una victoria (véanse los vv. 25–54 y el capítulo 44).
Los capitanes Zoram y Moroni consultaron a Alma, estudiaron cómo aplicar lo que Alma les reveló y se pusieron a trabajar para recuperar cautivos y obtener la victoria sobre sus enemigos.
INCÓGNITA: Cómo “saber con certeza” (Alma 32–33)
Entre los principios que enseñó a los pobres entre los zoramitas, Alma enseñó que la humildad escogida y no forzada, el arrepentimiento y el esfuerzo continuo con el tiempo podían producir mayor conocimiento, pero “no podéis saber de su certeza al principio” (Alma 32:26). Enseñó que ese conocimiento podía crecer como una semilla hasta convertirse en un árbol (véase Alma 33:23). Alma prometió que las semillas nutridas llegarían a ser árboles en ellos, “brotando en vosotros para vida eterna” (v. 23).
Con el tiempo, llegarían a saber al inquirir, estudiar, trabajar y ser pacientes. En su falta de conocimiento, estas personas humildes y creyentes plantaron semillas en su corazón al creer y actuar conforme a esas creencias. Fueron expulsados y finalmente se unieron al pueblo de Ammón, quienes los recibieron, nutrieron, vistieron, les dieron tierras y les ministraron según sus necesidades (véase Alma 35:6–9). “Alma y sus hermanos les ministraron” (v. 7), enseñándoles a buscar, estudiar y ser pacientes. “Entonces, hermanos míos, segaréis los frutos de vuestra fe, y de vuestra diligencia y paciencia y longanimidad, aguardando a que el árbol dé fruto para vosotros” (Alma 32:43).
INCÓGNITA: La causa del descuido y el “estado descuidado” de otros (Alma 60:6, 18)
Mucho era desconocido para el capitán Moroni mientras escribía una consulta a Pahorán. Moroni expuso valientemente su perspectiva y el sufrimiento del pueblo. Escribió: “deseamos saber la causa de esta tan grande negligencia; sí, deseamos saber la causa de vuestro estado descuidado” (Alma 60:6). Amenazadoramente, acusó a Pahorán: “Porque no sabemos si vosotros mismos buscáis autoridad. No sabemos si también sois traidores a vuestro país” (v. 18). Ejercitando gran dominio propio, Pahorán explicó mansamente sus circunstancias, elogió a Moroni y pidió su ayuda. Después de conocer las respuestas a sus incógnitas, Moroni actuó rápida y decisivamente y trabajó junto a Pahorán para establecer la libertad.
INCÓGNITA: Cómo obtener medios para cumplir los mandamientos de Dios (Éter 2:16–25; 6:5–11)
Moroni escribió acerca de cómo el Señor ayudó a Jared, a su hermano y a sus amigos y familias a obtener medios y cumplir sus mandamientos. Después de cuatro años en la costa, el Señor los reprendió, y ellos se arrepintieron y fueron perdonados. Instruidos por el Señor para construir barcas, se pusieron a trabajar “conforme a las instrucciones del Señor” (Éter 2:16). Al terminar esta obra, se hicieron evidentes varias incógnitas: falta de luz, hacia dónde dirigir(se) y falta de aire (véase v. 19). Ante estas incógnitas, él consultó al Señor sobre qué hacer y luego, obedientemente, se puso a trabajar.
El Señor resolvió la incógnita de la falta de aire dando instrucciones específicas que fueron implementadas. Resolvió la incógnita de hacia dónde dirigir prometiendo: “Yo os haré subir otra vez de las profundidades del mar; porque los vientos han salido de mi boca, y también las lluvias y las inundaciones he enviado” (2:24). Luego, el Señor dejó la incógnita de la falta de luz para la consideración del hermano de Jared: “¿Qué queréis que yo haga para que tengáis luz?” (v. 25).
Con gran fe, él “fundió del peñasco dieciséis piedras pequeñas” (3:1) y pidió al Señor que “toques estas piedras . . . y las prepares para que den luz en las tinieblas . . . a fin de que tengamos luz mientras crucemos el mar” (v. 4). La incógnita de la falta de luz se resolvió mediante la consulta, el trabajo y la paciencia del hermano de Jared. Las piedras preparadas proveyeron luz al pueblo en las barcas mientras eran impulsados a través del mar hasta llegar a la tierra prometida.
En resumen, estas enseñanzas demuestran la necesidad de “inquirir, estudiar, trabajar y ser pacientes”. La falta de conocimiento o de entendimiento no tiene por qué paralizarnos, sino que puede ser satisfecha con el tiempo mediante la consulta, el estudio cuidadoso, el trabajo y la meditación paciente (véase 1 Nefi 10:17, 19). Cuando no sabemos, nuestra perseverancia puede mantenernos comprometidos en un aprendizaje continuo y ayudarnos a abrigar la esperanza de recibir respuestas mientras trabajamos por adquirir el conocimiento que nos falta.
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Incógnita |
Referencia |
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El “cuándo” de un futuro acontecimiento importante |
Alma 7:7–8 |
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El malentendido doctrinal de un hijo descarriado |
Alma 40:1–11 |
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Los detalles específicos de un acontecimiento |
Alma 45:18–19 |
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La respuesta a una pregunta doctrinal |
3 Nefi 28:15–18, 37 |
Tema 2: Recordar y declarar lo que sí sabes
Como introducción a este tema de “recordar y declarar lo que sí sabes”, el élder Dallin H. Oaks enseñó a los estudiantes de BYU–Idaho qué hacer cuando uno no sabe algo:
Algunas personas escriben a las Autoridades Generales preguntando cuándo volveremos a Misuri o cómo debemos planear edificar la Nueva Jerusalén. Otros quieren saber detalles sobre el reino celestial, tales como la situación de una persona que vive una buena vida pero nunca llega a casarse.
No sé las respuestas a ninguna de esas preguntas. Lo que sí sé es que las personas que se preocupan por esas cosas probablemente descuidan el procurar un entendimiento más firme y una mejor práctica de los principios básicos del Evangelio que se les han dado con palabras sencillas en las Escrituras y por los siervos del Señor.
Luego compartió una lección que aprendió del presidente Gordon B. Hinckley. “Cuando se enfrenten a una pregunta difícil y no sepan la respuesta, sean positivos y digan lo que sí saben. . . . Cuando les hagan una pregunta difícil, como una cuestión desconcertante sobre la historia de la Iglesia, sean sinceros y, si es necesario, digan que no saben. Pero luego asegúrense de decir lo que sí saben: ‘Yo sé que José Smith fue un profeta de Dios’”.
A partir de esta y enseñanzas similares, los profetas modernos nos han modelado este patrón del Libro de Mormón: cuando no sabemos, podemos reconocer la incógnita, pero no debemos dejarlo allí. Respondamos con lo que sí sabemos.
INCÓGNITA: El “cuándo” de un futuro acontecimiento importante (Alma 7:7–8)
El gozo y la gratitud de Alma eran grandes al llegar a Gedeón y comenzar a enseñar acerca de la venida de Jesucristo. Sin embargo, él no sabía cuándo ocurriría. “En cuanto a esto, no sé; mas esto sí sé” (Alma 7:7–8). Aunque no sabía el “cuándo” de la venida de Cristo, Alma enseñó lo que sí sabía: que “el Señor Dios tiene poder para hacer todas las cosas que están de acuerdo con su palabra” (v. 8). Luego prosiguió enseñando a la gente de Gedeón lo que sabía acerca de Jesucristo.
INCÓGNITA: El malentendido doctrinal de un hijo descarriado (Alma 40:1–22)
Al percibir la preocupación de Coriantón acerca de la resurrección de los muertos, Alma reconoció que no lo sabía todo: “hay muchos misterios que son guardados, y nadie los conoce sino Dios mismo” (Alma 40:3). No obstante, Alma “inquirió diligentemente” (vv. 3, 9) para poder saber “tocante a la resurrección” (v. 3). Luego le dijo a Coriantón lo que sí sabía: “Hay un tiempo señalado en que todos saldrán” pero admitió que “nadie sabe” exactamente cuándo (v. 4).
Alma le dijo a Coriantón que no saber el “cuándo” de la resurrección “no importa; porque Dios sabe todas estas cosas; y a mí me basta saber que así es . . . todos se levantarán de entre los muertos” (v. 5). Luego ayudó a Coriantón a aprender sobre el conocer, específicamente que él (Alma) había “inquirido diligentemente del Señor para saber; y esto es lo que sé . . . que Dios conoce todos los tiempos que han sido señalados”, y que esto le había “sido manifestado por un ángel” (vv. 9–11).
Aunque todavía había cosas que él no sabía, Alma enseñó a Coriantón mediante el ejemplo que, cuando algo era desconocido, debía inquirir diligentemente y luego apoyarse en lo que sí sabía: que Dios sí conocía el “cuándo” y que eso era suficiente. Entonces Alma pudo ayudar a su hijo a aprender más de lo que se sabía: mucho acerca de la justicia, la misericordia y la Expiación de Jesucristo.
INCÓGNITA: Los detalles específicos de un acontecimiento (Alma 45:18–19)
Mormón escribió que diez años después de su experiencia en Gedeón, Alma “partió de la tierra” y nunca más se supo de él. Mormón no conocía los detalles: “En cuanto a su muerte o sepultura, nada sabemos” (Alma 45:18). Pero luego declaró lo que sí sabía: “He aquí, esto sabemos, que era un hombre justo”. Mormón supuso entonces que Alma había sido llevado como Moisés y que por eso “nada sabemos en cuanto a su muerte y sepultura” (v. 19). Aun sin saber algo, Mormón declaró lo que sí sabía.
INCÓGNITA: La respuesta a una pregunta doctrinal (3 Nefi 28:15–18)
Mormón enfatizó este tema nuevamente al escribir sobre los ministerios de los tres discípulos nefitas de Jesús y el cambio que ocurrió en sus cuerpos. Surgió una pregunta: “si eran mortales o inmortales desde el día de su transfiguración”. La respuesta de Mormón fue: “no lo sé” (3 Nefi 28:17). Pero, otra vez, no lo dejó allí. Él enseñó: “Mas esto sé, según el registro que ha sido dado, que salieron” (v. 18). Luego describió lo que sí sabía de los resultados de sus esfuerzos: ellos “predicaron el evangelio de Cristo a todo el pueblo sobre la faz de la tierra; y se convirtieron al Señor y se unieron a la iglesia de Cristo” (v. 23).
Mormón admitió no saber, pero luego testificó de lo que sí sabía. Luego continuó exponiendo la verdad basándose en lo que sabía “según el registro” (v. 18). Más adelante en el capítulo, Mormón escribió acerca de su consulta continua: “como no sabía si habían sido purificados de su estado mortal para un estado inmortal desde que escribí, he inquirido del Señor, y él me lo ha manifestado” (vv. 36–37).
Aunque no sabía la respuesta a esta pregunta doctrinal, basándose en los registros que tenía en su poder, Mormón se centró en enseñar lo que sí sabía.
Sheri Dew dio un resumen adecuado de este tema. Escribió acerca de una conversación que tuvo con el presidente Russell M. Nelson en el templo. “Le hice al presidente Nelson una de las preguntas que había estado meditando. Él respondió con rapidez y sin disculparse: ‘No sé la respuesta a eso. Lo que sí sé es que lo que el Señor tiene reservado para quienes hacen y guardan estos convenios con Él va mucho más allá de lo que ahora podemos comprender’”.
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Incógnita |
Referencia |
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Qué más hacer para cumplir una asignación |
1 Nefi 4:5–7 |
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Por qué el Señor manda ciertas cosas |
1 Nefi 9:5–6; 19:2; Palabras de Mormón 1:6–9; Alma 37:2, 12, 14, 18 |
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El significado de nuevos conceptos doctrinales |
1 Nefi 11:16–17; 13:21–23, 34–42 |
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El “cuándo” de un acontecimiento importante |
Alma 13:25–26 |
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Las estrategias de los enemigos |
Alma 56:30–46; 58:9, 34–37 |
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Cuánto tiempo albergar esperanza por el arrepentimiento de alguien |
3 Nefi 18:32 |
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El futuro |
Mormón 8:3–5 |
Tema 3: Confiar en el Señor y seguir adelante
INCÓGNITA: Qué más hacer para cumplir una asignación (1 Nefi 4:5–7)
Tras dos intentos frustrados de obtener las planchas de bronce, Nefi volvió a intentarlo. “Yo, Nefi, me escabullí hacia la ciudad y me dirigí a la casa de Labán. Y fui guiado por el Espíritu, sin saber de antemano las cosas que debía hacer” (1 Nefi 4:6). Aun dándose cuenta de que no sabía qué hacer, Nefi avanzó: “no obstante, seguí adelante” (v. 7), y al seguir adelante aun con esa incógnita, “obtuve los anales que el Señor nos había mandado” (1 Nefi 5:21).
INCÓGNITA: Por qué el Señor manda ciertas cosas (1 Nefi 9:5–6; 19:2; Palabras de Mormón 1:6–9; Alma 37:2, 12, 14, 18)
A lo largo de sus escritos, Nefi se esmeró en incluir razonamientos sobre los distintos juegos de planchas. Al escribir acerca de las planchas menores, explicó: “Por tanto, el Señor me ha mandado que haga estas planchas para un sabio propósito suyo, el cual propósito yo no sé. Mas el Señor sabe todas las cosas desde el principio; por tanto, él prepara una vía para realizar todas sus obras entre los hijos de los hombres; porque he aquí, tiene todo poder para el cumplimiento de todas sus palabras” (1 Nefi 9:5–6). Además: “Hice planchas de metal para grabar sobre ellas el relato de mi pueblo. . . . Y yo no sabía en la ocasión en que las hice que se me mandaría por el Señor que hiciera estas [planchas menores] . . . ni que las cosas que se escribieran se habrían de guardar para la instrucción de mi pueblo . . . y también para otros sabios propósitos, los cuales son conocidos por el Señor” (véase 1 Nefi 19:1–3).
Más adelante, leemos que Alma confía el cuidado de las planchas a su hijo Helamán usando un lenguaje similar.
“Y también te mando que lleves un registro de este pueblo, tal como yo lo he hecho, sobre las planchas de Nefi . . . porque se guardan con un sabio propósito . . . Ahora bien, podéis suponer que esto es una locura de mi parte . . . el Señor Dios obra por medio de instrumentos para llevar a cabo sus grandes y eternos propósitos . . . [estos anales] se conservan con un sabio propósito, el cual propósito es conocido por Dios; Dios te ha confiado estos [anales] . . . los cuales él guardará y preservará con un sabio propósito suyo. . . . Porque prometió . . . que preservaría estas cosas con un sabio propósito en él” (Alma 37:2–18).
Cientos de años después, Mormón vio el beneficio de los esfuerzos previos de Nefi y Alma quienes, aun sin saber, se habían apoyado en el sabio propósito del Señor. Él “puse las planchas menores con el resto de mi registro, porque son de gran valor para mí; y sé que lo serán también para mis hermanos. Y hago esto por un sabio propósito; porque así me susurra, conforme a las operaciones del Espíritu del Señor que está en mí. Y ahora, no sé todas las cosas; mas el Señor sabe todas las cosas que han de venir; por tanto, él obra en mí para que yo haga conforme a su voluntad. . . . Y ahora yo, Mormón, prosigo para terminar mi registro” (Palabras de Mormón 1:6–9).
Cuando el propósito del Señor con las planchas les era desconocido, Nefi, Alma y Mormón siguieron adelante creando, escribiendo y preservando sus registros, confiando en que Dios tenía un sabio propósito.
INCÓGNITA: El significado de nuevos conceptos doctrinales (1 Nefi 11:16–17; 13:21–23, 34–42)
Nefi procuró entender la visión que su padre había recibido. Como parte de la respuesta a su meditación y oración, el Espíritu le preguntó: “¿Sabes tú la condescendencia de Dios?”. La respuesta de Nefi fue: “Sé que ama a sus hijos; no obstante, no sé el significado de todas las cosas” (1 Nefi 11:16–17).
De manera similar, más adelante en su visión, Nefi vio un libro y un ángel le hizo otra pregunta: “¿Sabes tú el significado del libro? Y le dije: No lo sé” (1 Nefi 13:21–22). El ángel entonces le explicó acerca de la Biblia y otros registros adicionales. La función de esos registros sería “dar a conocer a todas las familias, lenguas y pueblos que el Cordero de Dios es el Hijo del Eterno Padre y el Salvador del mundo; y que todos los hombres deben venir a él, o no podrán ser salvos. . . . Y las palabras del Cordero se darán a conocer en los anales de tu posteridad, como también en los anales de los doce apóstoles del Cordero; por tanto, ambas cosas serán reunidas en una; porque hay un Dios y un Pastor sobre toda la tierra” (vv. 40–41).
La falta de entendimiento de Nefi en ese momento, respecto a conceptos que le eran nuevos, se resolvió al confiar en la sabiduría del Señor y en su amor por sus hijos.
INCÓGNITA: El “cuándo” de un acontecimiento futuro importante (Alma 13:25–26)
Durante su visita a Amoníah, y después de sus enseñanzas doctrinales, Alma dijo: “Y ahora, solo esperamos oír las alegres nuevas que serán declaradas a nosotros por la boca de ángeles, tocante a su venida; porque se acerca el tiempo, no sabemos cuán pronto. ¡Ojalá que en los días de mi vida me fuera concedido ver sus días! Mas sea antes o después, en ello me regocijaré” (Alma 13:25). Él sabía que “se dará a conocer a los justos y a los santos . . . en el tiempo de su venida” (v. 26). La confianza de Alma en el Señor le permitió regocijarse y continuar en la fe, aunque no sabía cuándo vendría Cristo.
INCÓGNITA: Las estrategias de los enemigos (Alma 56:30–46)
Helamán escribió a Moroni acerca de la estratagema de Antipas, quien había ordenado a Helamán y a su “pequeño ejército” que sacaran al ejército lamanita principal de su fortaleza. Con el ejército lamanita persiguiendo al de Helamán, Antipas los atacaría por la retaguardia con su ejército. Helamán sabía que su propio ejército no era “suficientemente fuerte” como para resistir solo el ataque lamanita. Cuando el ejército lamanita se detuvo repentinamente, Helamán no sabía si habían sido alcanzados por Antipas desde atrás o si lo estaban atrayendo a una batalla que sin duda perdería. “Y ahora, si los hubo alcanzado Antipas, no lo sabíamos; pero dije a mis hombres: He aquí, no sabemos sino que se han detenido con el fin de que vayamos contra ellos, para atraparnos en su lazo” (Alma 56:43).
Helamán relató a Moroni una conversación con sus jóvenes soldados. “Por tanto, ¿qué decís, hijos míos, iréis contra ellos a la batalla? . . . Y me dijeron: Padre, he aquí, nuestro Dios está con nosotros, y no permitirá que caigamos; por tanto, vayamos adelante . . . vayamos” (Alma 56:44–47). Aun sin conocer las tácticas ni el paradero de su enemigo, Helamán y sus jóvenes siguieron adelante con confianza, “[sabiendo] que nuestro Dios está con nosotros, y no permitirá que caigamos . . . vayamos” (v. 46).
Más adelante en la misma epístola, Helamán escribió: “Confiamos en nuestro Dios”, aunque “no sabemos la causa por la cual el gobierno no nos concede más fuerza . . . no sabemos si vosotros sois desdichados. . . . Mas he aquí, no importa—confiamos en que Dios nos librará” (Alma 58:33–37).
La multitud de incógnitas de Helamán no disminuyó su confianza en el Señor, lo que llevó a su eventual liberación de sus enemigos.
INCÓGNITA: Cuánto tiempo albergar esperanza por el arrepentimiento de alguien (3 Nefi 18:30–32)
Después de instituir la Santa Cena entre los nefitas, Jesús habló de qué hacer si alguien era indigno. Aconsejó que el pueblo “no lo echéis de entre vosotros, sino ministradle y rogad al Padre por él” (3 Nefi 18:30). Dijo: “Yo conozco a mis ovejas, y están contadas” (v. 31). Enseñó el “por qué” de continuar ministrando: “Porque no sabéis sino que volverán y se arrepentirán, y vendrán a mí con íntegro propósito de corazón, y yo los sanaré; y seréis vosotros el medio de traerles la salvación” (v. 32).
Aun sin saber el resultado final del uso del albedrío de una persona, Jesús enseñó que debemos seguir ministrando, pues hay esperanza a largo plazo para quienes potencialmente puedan arrepentirse.
INCÓGNITA: El futuro (Mormón 8:3–5)
Después de la “tremenda batalla de Cumora”, Moroni escribió: “si me matarán, no lo sé” (Mormón 8:3). Recalcó que estaba aislado y sin amigos, sin familia ni “adónde ir . . . [y] cuánto tiempo permitirá el Señor que yo viva, no lo sé” (v. 5). Aunque terriblemente solo y en circunstancias tan difíciles, y aun sin saber su futuro, siguió adelante, expresó su confianza en Dios y terminó su obra.
Para resumir este tema, estos pasajes del Libro de Mormón enseñan que cuando algo es desconocido, es necesario “confiar en el Señor y seguir adelante”. Aprendemos que, aunque nosotros no sepamos algo, el Señor sí lo sabe y puede obrar con nosotros conforme a su voluntad. Cuando no entendemos o no sabemos algo, podemos confiar y apoyarnos en el hecho de que Dios ama a sus hijos (a nosotros y a los demás). Esto puede pacificarnos y darnos paciencia mientras seguimos aprendiendo y a medida que se profundiza nuestro entendimiento. Cuando no sabemos el significado de algo, podemos saber que Dios prepara registros para facilitar nuestro aprendizaje y nuestro conocimiento de Él. Él “se manifestará a todas las naciones” (1 Nefi 13:42) y, aun cuando nosotros no sepamos, sí sabemos que Dios tiene poder para hacer todas las cosas conforme a su palabra. Confiar en que Él sabe puede darnos el valor para seguir adelante.
Conclusión
Comenzamos este artículo con la historia de la muerte de nuestro misionero. Es un ejemplo de la dificultad que enfrentamos cuando no tenemos respuestas—cuando no sabemos por qué suceden las cosas o cómo proceder cuando ocurren (esto se aplica a muchos tipos de incógnitas, incluida la muerte prematura, así como desafíos históricos, sociales, doctrinales y familiares). Para nosotros fue una bendición poder aprender del Libro de Mormón antes y después de la muerte inesperada de nuestro misionero. Utilizamos muchos de estos pasajes en las diversas “conferencias de zona–funeral” en toda nuestra misión y en muchas entrevistas personales y enseñanzas posteriores. Nuestros misioneros hallaron estas enseñanzas útiles y llenas de esperanza mientras juntos enfrentábamos las incógnitas asociadas.
En su discurso de 2022 a los nuevos líderes de misión, el élder Dieter F. Uchtdorf habló acerca de las preguntas y del proceso de obtener respuestas a esas preguntas.
Todos queremos respuestas. Ustedes las quieren. Yo las quiero. Sus misioneros también las quieren. Sus amigos y los miembros de la Iglesia desean respuestas igualmente. Y es frustrante cuando esas respuestas parecen no estar disponibles de inmediato o no resultan satisfactorias. Es en la lucha donde salimos de la oscuridad a la luz—donde recibimos inspiración y revelación divinas. Nuestro crecimiento y aumento a menudo vienen a causa de la lucha. El trayecto es parte de la meta. . . . No tener todas las respuestas en todo momento puede ser un estímulo saludable para la creatividad, la innovación, la inspiración y la revelación. . . . Doy gracias a Dios de que no tengamos todas las respuestas. Me regocijo de que Dios nos haya confiado a nosotros, sus siervos, la oportunidad de buscar respuestas y de ofrecer nuestro sudor, trabajo y talentos para edificar y avanzar el Reino de Dios en cualquier región y cultura en esta obra.
La ambigüedad, la consternación y la perplejidad siempre han sido una parte prominente de la mortalidad. El no saber provee un terreno fértil donde pueden plantarse y crecer semillas de fe. Nos proporciona un medio para desarrollar fe en Jesucristo. Tales incógnitas forman parte del diseño divino del Padre Celestial para que sus hijos aprendan a andar por la fe. El presidente Howard W. Hunter enseñó que los jóvenes “pueden salir del [proceso de resolver dudas] con una fe más firme, más fuerte y más amplia a causa de la lucha. Han pasado de una fe simple y confiada, a través de la duda y el conflicto, a una fe sólida y sustancial”. El plan de Dios para nuestras vidas incluye incógnitas por esa razón—el desarrollo de esa clase de fe.
El presidente Harold B. Lee enseñó acerca de la naturaleza compleja de nuestra vida y de nuestra oportunidad y necesidad de desarrollar fe. “La función de la religión no es responder a todas las preguntas acerca del gobierno moral de Dios en el universo, sino dar a la persona valor, por medio de la fe, para seguir adelante frente a preguntas a las que nunca encuentra respuesta en su condición actual. Era el sabio consejo de un pensador que dijo: ‘Si llega el momento en que ya no puedas aferrarte a tu fe, aférrate de todos modos. No se puede entrar en las incertidumbres y peligros del mañana sin fe’”.
Entonces, ¿qué podemos hacer cuando la única respuesta que podemos dar es “no sé”? Podemos inquirir, estudiar, trabajar y ser pacientes. Podemos recordar y declarar lo que sí sabemos. Podemos confiar en el Señor y seguir adelante. Tomados en conjunto, estos tres temas del Libro de Mormón proveen excelentes ejemplos para ayudarnos, a nosotros y a aquellos a quienes servimos, a seguir adelante, buscando seguridad en la ambigüedad, calma en la consternación y paz en la perplejidad de nuestra vida.
























