El Otorgador de Paz

18

CADENAS


No me esperabas nuevamente?” el abuelo preguntó cuando miró la expresión de sorpresa de Rick.

“Pues, no en mi cocina”.

El abuelo sonrió. Traía consigo un libro viejo y grande, el cual le dio a Rick, abierto a una hoja en particular.

“Hay algo que quiero que leas”, dijo él.

Rick se levantó y se sentó con él en la mesa. Después de una inspección más cercana, “viejo” no describía adecuadamente el libro. Estaba en perfecta condición, como si fuera nuevo, y al mismo tiempo parecía eterno.

“Adelante, míralo”, imploró el abuelo Carson.

Las páginas parecían estar hechas de una clase de papel que Rick nunca había visto antes, si es que estaban hechas de papel. Las páginas eran suaves al tacto, y tan livianas que parecían flotar. En este respecto, eran como plumas. Pero al mismo tiempo tan limpias, sólidas, y pesadas que Rick tenía la impresión que ningún viento de este mundo, no importa que tan fuerte fuera, pudiera hacer crujir ninguna hoja.

Al mirar Rick la página, dos cosas le parecían muy curiosas. Primero, aunque la página parecía ser más delgada que cualquier otra en un libro regular, al leerlo parecía ser de infinita profundidad, las palabras parecían flotar en la superficie de un cosmos entero. Segundo, una línea hacia arriba y a la izquierda se iluminaba y parecía flotar de la hoja. ¿O estaban las palabras flotando alejándose de él, a las profundidades de la hoja? Rick no estaba seguro, pero la oración captó su mirada y atención y al empezar a leer, sintió ser llevado hacia ellas—ya sea al pasaje, o a lo que estaba debajo, o ambos.

Decía: “¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra!”

Las palabras estaban físicamente jalonándolo, como si estuvieran atarándolo, como una cabina de un tren que cumple fielmente con su deber de seguir la línea enfrente de ella. Se apresuró para encontrar la página (o la página rápidamente sumergió el cuarto; no estaba seguro de cual), y en el momento se sintió como si él se hubiera unido al pasaje, y con él se había hundido a las profundidades más allá de las palabras. Las palabras ahora se le presentaban, y la lectura ya no era necesaria, o por lo menos leer como él estaba acostumbrado. Podía sentir, oír, y casi tentar las palabras. Estaban llenas de vida y estaban por dondequiera alrededor de él, y dirigían su mente a algo más allá—algo que estaba lentamente enfocándose.

Las palabras continuaban—

Y vio a Satanás; y éste tenía en su mano una cadena larga que cubrió de oscuridad toda la faz de la tierra.

Rick podía ver una sombra debajo de él, una oscuridad que le dio escalofrío hasta sus huesos y un ser que Rick podía describir como el coraje personificado, sus ojos negros funestos, su cara con una sonrisa diabólica. En sus manos llevaba una cadena, cada eslabón más grande, oscuro, y más nocivo que el anterior. Pero más a la distancia, mas allá que los ojos de Rick normalmente pudieran ver, Rick podía ver que las partes distantes de la cadena no era una cadena, sino un cordón de seda, fino, suave y atractivo.

los lleva del cuello con cordel de lino, hasta que los ata para siempre jamás con fuertes cuerdas.

he aquí, os digo todos que esto fue una trampa del adversario, la cual ha tenido para entrampar a este pueblo, a fin de sujetaros a él para ligarnos con sus cadenas y encadenarnos a la destrucción sempiterna, según el poder de su cautiverio. Entonces el diablo los lleva cautivos y los guía según su voluntad hasta la destrucción.

Rick repentinamente se sumergió en la oscuridad debajo de él. Se encontraba en la tierra entre la multitud en una neblina de oscuridad. Algunos reían, otros lloraban, y otros caminaban en severo silencio. Todos, sin embargo, se movían, aun aquellos que creían que no. La neblina se movía, y todo dentro de ella, se movían con ella. Todo era muy curioso, como si la gente estuvieran incrustados en la neblina—fueran parte de la neblina—y se movían en unísono con ella.

“¿Por qué no luchan contra ella?” Rick se preguntaba. ¿Por qué simplemente la siguen?

Si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡cuan grandes no serán esas tinieblas! Se escucharon las palabras. Esto es lo que significan las cadenas del infierno.

Porque he aquí, en aquel día él enfurecerá los corazones de los hijos de los hombres y los agitará a la ira contra lo que es bueno. Y a otros los pacificará y los adormecerá con seguridad carnal. Y así el diablo engaña sus almas, y los conduce astutamente al infierno.

Rick miró intensamente a la multitud. Le llamó la atención que de aquí a allá el suave ondeo del cordel de lino que había visto unos momentos antes, cayendo sobre las personas ante él como la línea de un maestro pescador de peces. Las personas nunca se encogieron bajo el toque del cordel. Parecían no darse cuenta de su presencia.

Rick se enfocó más y se dio cuenta, para su asombro, que la neblina de oscuridad estaba hecha enteramente de este cordel que se remolineaba entre los hijos de los hombres. Arriba de su cabeza, el ondeo de la neblina gris se oscurecía a un ritmo constante hasta formarse en un embudo de oscuridad metálica en los cielos, terminando finalmente en el agarre de esta mano inmensa que había visto antes.

Y [Satanás] miró hacia arriba, y se rió, y sus ángeles se alegraron.

“¡No!” Pdck gritó a la multitud, al empezar a correr hacia ellos. “¡Despierten!”

Al mismo momento, las palabras del libro también gritaron a la multitud,

¡Oh que despertaseis; que despertaseis de este profundo sueño, sí, del sueño del infierno, y os sacudieseis de las espantosas cadenas que os tienen atados, cadenas que sujetan a los hijos de los hombres a tal grado que son llevados cautivos al eterno abismo de miseria y angustia!

Porque el reino del diablo ha de estremecerse, y los que a él pertenezcan deben ser provocados a arrepentirse, o el diablo les prenderá con sus sempiternas cadenasde las cuales no hay rescatey perecerán.

“¿Sabes el significado de lo que estás viendo?”

Rick se sobresaltó al escuchar la voz, que pertenecía al abuelo, que estaba parado a un lado de él.

“Van hacia su muerte espiritual, abuelo”, exclamó Rick, haciendo una señal hacia la multitud, “¡y ni siquiera lo saben! No escuchan. No oyen”.

“Tienes razón, Ricky”.

“¿Pero por qué?”

“Dime tú a mí, Ricky. ¿Por qué no escuchas tú? ¿Por qué no oyes tú?”

“¿Qué quieres decir?”

El abuelo giró su brazo como despidiendo a la multitud enfrente de él, y repentinamente estaban de nuevo en la cocina de Rick. Él y Carol estaban en medio de la discusión que habían tenido esa mañana. Rick hizo una mueca al mirar como actuó y escuchar lo que había dicho. Era peor tener que ser testigo de esto junto al abuelo. Después que Carol subió la escalera, el abuelo volteó a verlo, su mirada solemne, no con desilusión, pero le parecía a Rick que con amor.

“Sabes mejor que esto, Ricky, y de toda manera lo hiciste, de hecho, en ese tiempo, te sentías bastante obligado a decir lo que dijiste, ¿verdad? a pesar de lo que has visto y escuchado”.

Era verdad. Desde el momento que Rick subió las escaleras para ver a Carol, al momento que ella subió las escaleras enojada, Rick se sintió fuera de control, casi como si le faltara la capacidad de escoger otra cosa, de escoger la civilidad, calma y compasión.

“Hay una razón por la que te sentiste de esa manera, y una razón por lo que crees que es imposible de seguir las notas que escribiste en ese papal en tu bolsillo del pantalón”.

Rick estaba muy interesado en lo que iba a decir el abuelo ahora, e inconscientemente se inclinó hacia delante con anticipación.

“Si hubiera mirado más atentamente, Ricky, te hubieras visto entre la multitud que acabas de ver, tal como te viste entre los hombres de David en el desierto de Paran”.

Rick estaba sorprendido.

“Has visto tu propia situación, Ricky. Los hilos de lino te han estado acariciando por años, te han estado envolviendo alrededor de tus pensamientos, tus sentimientos, tus memorias, tus deseos. Habiéndolas saboreado—al ser hasta alabado por ellos—al hacer esto, has ofrecido a otro las riendas de tu corazón”.

Un escalofrío le recorrió por la espalda que le acordó de la risa aguda que escuchó cuando Satanás y sus huéspedes se regocijaban por la situación del hombre.

“¿Cómo me puedo escapar de eso?” Rick preguntó seriamente, casi susurrando.

“Al seguir tu propio consejo—al despertar. Al sacudir las terribles cadenas que te atan”.

“¿Pero cómo puedo hacer eso?”

El abuelo le dio una larga mirada. “Quizá debamos trabajar juntos para entender que son las cadenas y como son forjadas”.

“Enséñame, abuelo. Quiero saber”.

La resistencia y las defensas de Rick se habían esfumado.

Ahora, él nada más quería entender.