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La Esposa de Potifar
José hizo un progreso notable mientras estaba al servicio de Potifar. Puede haber estado en la casa durante hasta once años. La escritura dice que el Señor lo prosperó abundantemente durante ese período, y Potifar ciertamente confiaba en él.
“Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo prosperaba en su mano.
Y halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía.
Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José; y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en la casa como en el campo.
Y dejó todo lo que tenía en mano de José; y con él no se preocupaba de cosa alguna, salvo del pan que comía. Y José era de hermoso semblante y bella presencia.”
Pero la esposa de Potifar se convirtió en un problema serio. Ella era una adúltera y una mentirosa. No está claro si se enamoró de José, pero sí buscó seducirlo. La escritura relata:
“Y aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José y dijo: Duerme conmigo.
Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene; No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?
Hablaba ella a José cada día, y él no escuchaba para acostarse al lado de ella, para estar con ella.
Y aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí.
Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.
Y cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos y había huido fuera, Llamó a los de casa y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciera burla de nosotros; vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces. Y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó su ropa junto a mí y huyó y salió fuera.
Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa. Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.
Y cuando su amo oyó las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor.
Y tomó su amo a José y lo puso en la cárcel, en el lugar donde estaban los presos del rey; y estuvo allí en la cárcel.”
El Señor a menudo convierte las circunstancias adversas en su favor. Ha sido así a lo largo de los siglos. Incluso la persecución ha estimulado su obra.
Al mirar este episodio en retrospectiva, se vuelve obvio que el Señor hizo del encarcelamiento de José un paso preliminar hacia su interpretación del sueño del faraón, que condujo al nombramiento del joven hebreo como gobernador de Egipto.
El encargado de la cárcel pronto llegó a conocer el valor de José y lo nombró supervisor en la cárcel.
“Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía.
No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.” (Génesis 39:3-23).
























