
La Gran Apostasía
por James E. Talmage
Capítulo 2
La Apostasía Predicha
- Al proceder con nuestra presente investigación aceptamos como hechos demostrados el establecimiento de la Iglesia de Cristo bajo la administración personal del Salvador y el crecimiento rápido de la Iglesia en la época temprana del ministerio apostólico.
- Una pregunta de suma importancia es: ¿Ha mantenido la Iglesia de Cristo, autorizadamente establecida de esta manera, una existencia organizada sobre la tierra desde la era apostólica hasta la actual? Otras preguntas se sugieren por la primera. ¿Si la Iglesia ha continuado como una organización terrenal, dónde se encuentra la prueba o evidencia de sucesión legítima en la autoridad sacerdotal? y ¿cuál entre la multitud de sectas e iglesias contendientes del día actual es la verdadera poseedora del Santo Sacerdocio comisionado originalmente a la Iglesia por el Cristo, su fundador?
- También, ¿se han manifestado los dones y gracias espirituales, por los cuales la Iglesia primitiva se caracterizaba y se distinguía, sobre la tierra a través los siglos que han pasado desde el meridiano de los tiempos?; y si así es, ¿En cuál de las numerosas iglesias de estos tiempos modernos encontramos tales señales siguiendo a los creyentes declarados? (Véase Marcos 16:17)
- Nosotros afirmamos que con el paso de la así llamada era apostólica la Iglesia gradualmente se dejó llevar a una condición de apostasía, por la cual, la sucesión en el sacerdocio fue quebrantada; y que la Iglesia, como una organización terrenal operando bajo dirección divina y teniendo autoridad para oficiar en las ordenanzas espirituales, dejó de existir.
- Si, por lo tanto, ha de encontrarse hoy en día sobre la tierra la Iglesia de Cristo debió haberse restablecido por autoridad divina; y el santo sacerdocio debió haberse restaurado al mundo el cual se perdió por la apostasía de la iglesia primitiva.[6]
- Nosotros afirmamos que la gran apostasía fue predicha por el Salvador mismo
Mientras vivía como Hombre en medio de los hombres, y por Sus profetas inspirados tanto antes como después de la época de Su probación terrenal, y además, afirmamos que una interpretación racional de la historia demuestra el hecho de esta grande apostasía general. - Antes de que tomemos en detalle las predicciones específicas mentadas, y la evidencia de su pavoroso cumplimiento podría dedicar provechosamente breve atención a ciertas consideraciones generales.
- Respecto a la presciencia de Dios, no se diga que la omnisciencia divina es de sí misma una causa determinante por la cual los acontecimientos son inevitablemente llevados a cabo. Un padre mortal quien conoce las debilidades y flaquezas de su hijo pueda predecir las calamidades y sufrimientos de su hijo caprichoso. Él pueda prever en el futuro de ese hijo una pérdida (voluntaria) de bendiciones que se podían haber ganado, un menoscabo de posición, autorrespeto, reputación y honor; aún las sombras de una celda de felones y la noche de la tumba de un borracho puedan aparecerse en las tristes visiones del ama de aquel padre aficionado; aún así, convencido por la experiencia de la imposibilidad de acarrear la reforma de aquel hijo, él prevée las horribles manifestaciones del futuro y sólo halla tristeza y angustia en su conocimiento. ¿Se puede decir que el preconocimiento del padre es una causa de la vida pecaminosa del hijo? El hijo, quizás ha alcanzado su madurez; él es el maestro de su destino; un agente libre a sí mismo. El padre es impotente de controlar por fuerza o de dirigir por mando arbitrario; y, aunque él haría gustosamente cualquier esfuerzo o sacrificio por lo que parece ser una pavorosa certeza. Pero seguramente aquel pariente pensativo, suplicante, y amoroso no contribuye a la obstinación por causa de su conocimiento. De otro modo la razón sería decir que un padre negligente, quien no se preocupa de estudiar la naturaleza y carácter de su hijo, quien cierra sus ojos a tendencias pecaminosas, y descansa en la indiferencia descuidada en cuanto al futuro probable, estará beneficiando a su hijo por su insensibilidad misma, por lo que su falta de precaución no puede operar como una causa contribuyente al abandono.
- Nuestro Padre Celestial tiene un pleno conocimiento de la naturaleza y disposiciones de cada uno de Sus hijos, un conocimiento obtenido por larga observación y experiencia en la eternidad pasada de nuestra juventud primitiva; un conocimiento que se compara con el de padres terrenales logrado por la experiencia mortal con sus hijos que es infinitamente pequeña. Por razón de ese eminente conocimiento, Dios lee el futuro de hijos e hijas, de hombres individualmente y de hombres colectivamente como comunidades y naciones; Él sabe lo que cada uno hará bajo determinadas condiciones, y ve el fin desde el principio. Su presciencia se basa en la inteligencia y la razón; El prevée el futuro como un estado que naturalmente y seguramente será; no como uno que tendrá que ser porque Él lo ha querido arbitrariamente así.
- Pero, se puede argüir que en la instancia dada arriba – la de un padre terrenal y el hijo caprichoso, – el padre no tenía el poder de cambiar el triste camino del pecado a lo cual su hijo estaba apresurando a ignominia y destrucción; a la vez que el Padre omnipotente puede salvar si Él quiere. En respuesta se debe decir esto: El Padre de las almas ha dotado a Sus hijos con la primogenitura del libre albedrío; El no les controla ni les controlará por la fuerza arbitra; Él no impele a ningún hombre hacia el pecado; El no compele a ninguno a la justicia. Al hombre se ha dado la libertad de actuar por sí mismo; y, asociado con esta independencia, es el hecho de la responsabilidad individual. En el juicio con el cual seremos juzgados, todas las circunstancias y condiciones de nuestra vida se considerarán. Las tendencias innatas debidas a la herencia, el efecto del medio ambiente, ora conducente al bien o al mal, las sanas enseñanzas de la juventud, o la ausencia de buena instrucción – éstos y todo otro elemento contribuyente se tiene que tomar en cuenta al rendir una decisión justa en cuanto a la culpabilidad o inocencia del alma. No obstante, la sabiduría divina hace claro cuál será el resultado con dadas condiciones operando sobre las naturalezas y disposiciones sabidas de los hombres; a la vez que todo individuo es libre escoger el bien o el mal entre los límites de las muchas condiciones existentes y operativas.[7]
- Otro asunto digno de reflexión en la conexión actual es éste: ¿Ha de ser considerado el hecho de la gran apostasía, el destronamiento y la destrucción virtuales de la Iglesia establecida por Jesucristo, – como un ejemplo de fracaso en los planes del Señor? ¿Es un caso de derrota en la cual Satanás fue vencedor sobre Cristo? Considerad lo siguiente. ¿Cuál mortal jamás ha medido el nivel por el cual la Omnisciencia mide éxito o fracaso? ¿Quién osa afirmar que lo que el hombre llama triunfo o lo que deplora como derrota así será juzgado cuando sea probado por los principios del Cálculo eterno?
- La historia del mundo abunda en ejemplos del triunfo temporal de la maldad, de la justicia aparentemente estando encallada, de planes divinos por la hora siendo frustrados, los propósitos de Dios estando afrontados y su consumación aplazado.
- Leemos del convenio del Señor con Israel. A Abraham, a Isaac, y a Jacob. Él declaró que sus descendientes serían un pueblo escogido por Su servicio especial de entre las naciones. Por ese linaje el Salvador del género humano había de nacer; en la posteridad de Abraham toda nación de la tierra había de ser bendecida. Bendiciones más allá de la concepción del corazón del hombre, mas allá de la comprensión de la mente del hombre, fueron prometidas en condición de obediencia leal a Él quien se declaraba (de ser) su Dios y su Rey. Por otra parte, el Señor predijo calamidad y sufrimiento, aflicción individual e ignominia nacional, si Israel se desviaba del servicio de Jehová y cediera a las incitaciones de sus vecinos paganos quienes no conocían a Dios. ¿Pensáis que el Señor era ignorante del curso que Su pueblo elegiría? ¿Dejó de prever que Israel seguiría el camino malvado, renunciando a las bendiciones y segando la cosecha de aflicción? Los planes de Jehová no fracasaron, aunque la realización de las bendiciones tan abundantemente prometidas se ha aplazado hace mucho. Igualmente potente con la predicción de la calamidad en el caso del pecado, fue la promesa de restauración eventual al favor. La dispersión de Israel ya cumplida, había de ser seguida por el recogimiento de Israel ahora en marcha. (Véase “Artículos de Fe” por el Autor pág 17, 18)
- ¿Qué hubiera sido del juicio del mundo tocante al éxito o fracaso de la misión del Cristo, si un voto se hubiese tomado al momento de la crucifixión? Aparentemente Sus enemigos habían triunfado; El que se declaraba el Mesías, el Hijo de Dios, la resurrección y la vida, sobre quien la muerte no podía prevalecer, había sufrido la suerte de los malhechores, y Su cuerpo estaba en el sepulcro. Pero el juicio de los siglos, lo cual es el juicio de las eternidades que han de venir, aclama aquel “fracaso” como el mayor triunfo de las edades, la victoria de victorias.
- Aún así con la Iglesia. Por una temporada los poderes de la maldad triunfaron, y el espíritu de la apostasía rigió. Pero más allá de la obscuridad de la noche espiritual, la gloriosa alba de la restauración fue vista en visión profética, y tanto la noche con sus horrores, y el día que amanecía en su esplendor, fueron previstos y predichos.
- En nuestro estudio de las predicciones de la apostasía como se incorporaban en las Escrituras y de la realización como se atestigua por la historia posterior, reconocemos dos fases o etapas distintas en el progresivo decaimiento; de la siguiente manera:
(1) Apostasía desde la Iglesia; y
(2) La apostasía de la Iglesia. - En la primera etapa tenemos que tratar el abandono, de la verdad y la separación desde la Iglesia por individuos, a veces unos pocos, otras veces muchos. Tales condiciones con dificultad se pueden considerar de otra manera que como natural e inevitable. La historia falla al presentar ejemplo cualquier grande empresa en que multitudes entran con entusiasmo, y muchos no disienten, a menos que tales casos de abandono individual sean tan numerosos para mostrar la aparición de alguna causa vital de desafiliación; no necesitaríamos la autoridad de la predicción divina y de la profecía inspirada para explicar la ocurrencia. Encontramos, sin embargo, que la apostasía desde la Iglesia primitiva era extensa y general, y que las causas que dirigían a tal condición eran da significado vital.
- En la segunda de las dos etapas que se especificaron, no confrontamos con condiciones de importancia mucho más allá de las que atienden a la sucesión individual de la Iglesia; porque aquí hallamos a la Iglesia hundiéndose al nivel degradado de una institución humana, con el plan de organización y el modo de operación ajenos a la constitución de la original, sin el sacerdocio o la autoridad para oficiar en las ordenanzas espirituales, y vacía de los dones, y gracia con los cuales el Salvador invistió a Su Iglesia al momento de su establecimiento. En breve, hallamos a la Iglesia misma, apóstata, jactándose del poder temporal, formulado sus propias leyes, enseñando sus propios dogmas, teniendo sólo la apariencia piedad, pero negando la eficacia de ella. (2 Timoteo 3: 5 [1-7])
PREDICCIONES ESPECIFICAS DE LA APOSTASÍA
- El Señor previó la grande y general desviación de los principios de la justicia, y desde el principio sabía que los hombres establecerían sus propias formas de adoración, equivocadamente reclamando la autoridad divina para las mismas. Por la boca de Sus profetas escogidos El ha predicho repetidamente el inevitable acontecimiento.[8]
- Entre las profecías que antedatan el nacimiento de Cristo, la siguiente puede anotarse. Isaías contempló en visión la condición de la tierra en la era de obscuridad espiritual, una época en al cual toda clase estaría envuelta en una condición de iniquidad, un tiempo cuando el mundo del género humano estaría en una condición abandonada y prácticamente desesperada. El se imaginó la tierra como una afligida y languidecido en desolación y asigna la razón por esta lamentable condición como la siguiente: “Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho (la ordenanza), quebrantaron el pacto sempiterno. (Isaías 24:5; lea vers. 1-6 inclusive)
- Se podría pensar que esta profecía se refiere a la violación de la ley de Moisés bajo la cual vivía el antiguo Israel. Acuérdese, sin embargo, que la ley Mosaica en ningún lugar se llama convenio sempiterno. El pacto (convenio) entre el Señor y Abraham antedataba la entrega de la ley por cuatrocientos treinta años, y como señala Pablo en su epístola a los Gálatas (Gálatas 3:17; lea el capítulo entero), a quienes él designa como insensatos por causa de su confusión de la ley de Moisés y el evangelio de Cristo, la ley no podía nulificar el convenio anterior, el cumplimiento del cual podía venir solamente por medio de Cristo. La “ley”, por la cual el apóstol inspirado quiere decir los estatutos mosaicos, era sólo una preparación para la “fe”, la cual se entiende claramente como el evangelio revelado por Cristo. “Pero antes que viniera la fe, “ dice Pablo, “estábamos confinados bajo ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros, sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según promesa.” (Gálatas 3:23-29)
- Es evidente por el tenor del capítulo entero, que mientras se predicaba el evangelio a Abraham, el convenio hecho con él concerniente a la venida del Mesías por su posteridad, el evangelio no quedaba con Israel, y esto por causa de la transgresión; (Gálatas 3:19) pero en lugar de ello la ley Mosaica se instituyó como una medida disciplinaria, de carácter temporal, destinada a ser reemplazada por el evangelio de Cristo, y seguramente no un convenio sempiterno. En cambio, la sangre de Cristo, por el derramamiento de la cual se llevó a cabo el sacrificio del pacto eterno, es distintivamente llamada “la sangre del convenio sempiterno.” (Hebreos 13:20 (versión del Rey Santiago)
- Es evidente que la profecía fatal de Isaías concerniente al quebrantamiento del convenio sempiterno, no podía hacer referencia a la desviación de los requerimientos mosaicos, pero tiene que referirse a la condición entonces futura de apostasía siguiendo el establecimiento del convenio sempiterno. Además, parte de la gran predicción, que se refiere a la quema (consumación) y las extensas calamidades, (Isaías 24:6) aún espera su cumplimiento completo.
- Otra predicción aplicable a la época cuando no se hallaría Iglesia de Cristo alguna, y cuando, en consecuencia habría lamentación y sufrimiento es la de Amós: “He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.” (Amós 8:11-12)
- Cristo instruyó a susseguidores en términos una vez directa y conclusiva, tocante a la apostasía entonces inminente en contestación a ciertas preguntas concernientes a las señales por las cuales Su segundo advenimiento sería anunciado, Él dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.” (Mateo 24:4-5) Entonces Él habló de guerras cercanas y alborotos políticos, y añadió “muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañaran a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará: Más el que persevere hasta fin, éste será salvo.” (Mateo 24:10–13)[9]
- Especificando, además, las condiciones incidentes a la creciente apostasía, Cristo declaró a Sus discípulos: “Entonces os entregarán a tribulación; y os matarán, y seréis aborrecidos de todos las gentes por causa de mi nombre. (Mateo 24: 9) Y también: “Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis, o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.” (Mateo 24:23–26)
- Después de la partida de Cristo de la tierra Sus apóstoles continuaron amonestando a la gente de la obscuridad venidera. En aquel discurso memorable a los élderes (ancianos) en Éfeso, cuando, al decirles, ellos le miraban la cara por ultima vez, Pablo recordó a sus oidores de las instrucciones que él previamente les había dado, y entonces les exhortó con esta solemne amonestación: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas para arrastrar tras sí a los discípulos.” (Hechos 20:29-30; lea vers. 17 al 31 inclusive)
- No sólo se congraciarían forasteros con los santos por propósitos de ganancia egoísta – lobos entrando, y no perdonando al rebaño, – pero cismas y divisiones eran inminentes; y estas disensiones vendrían por medio de algunos entonces presentes – hombres quienes aspirarían al liderazgo, y quienes establecerían sus propias doctrinas, así llevándose discípulos de la Iglesia y para sí mismos.
- El mismo apóstol amonesta a Timoteo de la apostasía venidera, y se refiere a algunas de las enseñanzas erróneas que impresionarían a la gente desatinada, enseñanzas que él llama “doctrinas de demonios.” Él advierte a Timoteo a recordar a los hermanos de estas cosas, como conviene a un buen ministro de Cristo, “nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina.” Notad la predicción inspirada: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.” (1 Timoteo 4:1–3) [10]
- En una segunda epístola a su amado Timoteo, mientras obraba bajo la premonición de que su martirio estaba próximo, Pablo urge de celo y energía en la predicación del evangelio; porque las sombras de la apostasía se estaban juntando alrededor de la Iglesia. Su admonición es patética en seriedad: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído, y se volverán a las fábulas.” (2 Timoteo 4:1-4)
- Al hablar a los santos Tesalónicos, Pablo les amonesta contra el error fuertemente advocado por algunos que el día del advenimiento de Cristo estaba entonces próximo. Parece que se practicaba la decepción, y que aún la falsificación se sospechaba, pues el apóstol instruye a las personas a que no sean engañados “ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra. La admonición es potente: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cuál se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios, como Dios, haciéndose pasar por Dios.” (2 Tesalonicenses 2:1-4) Veremos cuán dolorosamente literal ha sido el cumplimiento de esta profecía en las pretensiones blasfemosas de la iglesia apóstata, siglos después.
- El apóstol Pedro profetizó en lenguaje tan claro que ninguno pudiera dejar de comprender, concerniente a las herejías que se predicarían como doctrina en la época de la apostasía; y él recuerda a la gente de que hubo maestros falsos en tiempos pasados, igual como los habría en tiempos entonces futuros: “Pero, hubo también falsos profetas entre el pueblo, como había entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aún negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado; y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda; y su perdición no se duerme.” (2 Pedro 2:1-3; lea el capítulo entero, notando la descripción de las condiciones existentes en el mundo de hoy)
- Judas, el hermano de Jacobo, en su epístola general a los santos, les recuerda de amonestaciones anteriores: “Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. (Judas 1:17, 18)
- Juan, a quien se le llama el Revelador, vio en visión el estado del mundo en los días entonces futuros. Describiendo el espíritu de maldad como una bestia horrorosa, y a su autor Satanás, como el dragón, él dice: “Y adoraron a la bestia, diciendo: ¿quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua, y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga.” (Apocalipsis 13:4, 6)
- ¡Notad otra profecía basada en la visión de Juan el Revelador! Nuevamente refiriéndose a las condiciones de los últimos días él declara: “Vi volar por en media del cielo a otro ángel, que tenia el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. (Apocalipsis 14:6, 7)
- A la vez que es verdad que la escritura recién citada no predice la apostasía específicamente, el rompimiento de la Iglesia se trata como un acontecimiento realmente ya consumado. El Revelador miró más allá del período de la fractura y vio el día más brillante de la restauración del evangelio – un restablecimiento de la Iglesia por el ministerio de un ángel. Es ilógico asumir que el evangelio iba a ser traído a la tierra por un mensajero celestial si ese evangelio estaba todavía existente sobre la tierra. Igualmente irrazonable es decir que una restauración o restablecimiento de la Iglesia de Cristo sería necesario o posible si hubiera continuado la Iglesia con la sucesión legítima del sacerdocio y poder. Si el evangelio tenía que ser traído nuevamente de los cielos, el evangelio debió haber sido llevado de la tierra. Así la profecía de una restauración es prueba de una apostasía general y completa.
LA APOSTASIA EN El HEMISFERIO OCCIDENTAL PREDICHA
- En el capítulo precedente se mostró que la Iglesia de Cristo fue restablecida por el Señor resucitado entre los Nefitas del mundo occidental. Se previó que a los poderes de la maldad se les permitiría prevalecer tanto en el occidente como en el oriente. Considerad las palabras fatales del profeta Alma dirigidas a su hijo Helamán: “He aquí, según el espíritu de revelación que hay en mí, yo percibo que este mismo pueblo, los nefitas, degenerará en la incredulidad dentro de cuatrocientos años a partir de la época en que Jesucristo se manifieste a ellos. Sí, y entonces verán guerras y pestilencias, sí, hambres y el derramamiento de sangre hasta que el pueblo de Nefi sea exterminado. Sí, y esto porque degenerarán en la incredulidad, y se tornarán a las obras de tinieblas y lascivia y toda clase de iniquidad; sí, te digo que porque pecarán contra tan grande luz y conocimiento, sí, te digo que desde ese día, no acabará de pasar toda la cuarta generación antes que venga esta gran iniquidad.” (Alma 45:10-12)
- Una profecía anterior, concerniente a la degradación del resto sobreviviente de los descendientes de Lehi, se profirió por Nefi, como resultado de una revelación comunicada a él por visitación angélica. Él describe su visión del futuro de esta manera: “Vi que la posteridad de mis hermanos combatía contra la mía, según la palabra del ángel, y a causa del orgullo y las tentaciones del diablo, vi que la posteridad de mis hermanos venció a los de mi descendencia. Y aconteció que miré, y vi que los de la posteridad de mis hermanos habían vencido a la mía; y se repartieron en multitudes sobre la superficie de la tierra. Y los vi reunirse en multitudes; y vi entre ellos guerras y rumores de guerras; y en guerras y rumores de guerras, vi pasar muchas generaciones. Y el ángel me dijo: he aquí que éstos degenerarán en la incredulidad. Y aconteció que vi, que después que hubieron degenerado en la incredulidad, se convirtieron en una gente oscura, repugnante y sucia, llena de ocio y de todo género de abominaciones.” (1Nefi 12:19-23. Para otras predicciones del Libro de Mormón de la declinación espiritual sobre el continente occidental, véase 2 Nefi 27:1, lea también 2 Nefi 26:19-20 y el capítulo 29)
- Las escrituras citadas son suficientes para mostrar que una apostasía desde la iglesia fue prevista; que la corrupción de la Iglesia misma del mismo modo se previó; y que en ambos hemisferios una apostasía general fue predicha.
NOTAS
[6] LA IGLESIA, PRIMITIVA Y RESTAURADA. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se declara por su nombre una distinción de la Iglesia Primitiva establecida por Cristo y Sus primeros apóstoles. La designación esencial de la Iglesia restaurada es la Iglesia de Jesucristo; su nombre autorizado es LA IGLESIA DE JESUCRISTO DE LOS SANTOS DE LOS ULTIMOS DIAS, la frase final siendo agregada para distinguir la Iglesia establecida en la dispensación actual de la Iglesia organizada por el Salvador durante el período de Su ministerio terrenal. La distinción se muestra en uno de nuestros Artículos de Fe: “Nosotros (la Iglesia de hoy) creemos en la misma organización que existió en la Iglesia Primitiva.”
[7] El LIBRE ALBEDRIO DEL HOMBRE. Las enseñanzas de la Iglesia restaurada con respecto a la libertad individual de acción son compendiadas de la siguiente manera: La Iglesia enseña como doctrina estrictamente ceñida a las Escrituras, que entre los derechos inalienables que su Padre divino le ha conferido, el hombre ha heredado la libertad de escoger el bien o el mal en la vida; de obedecer o desobedecer los mandamientos del Señor, según su elección. Mayor protección que el celoso cuidado de Dios mismo no puede este derecho tener, porque en todas sus relaciones con el hombre él ha dejado a la criatura mortal en libertad de elegir y obrar, sin más compulsión o restricción que las influencias de consejos y orientación paternales.` Muy cierto, ha dado mandamientos y ha fijado estatutos, prometiendo bendiciones por la obediencia, y castigos por las infracciones; mas en la elección de estas cosas, los hombres gozan de entera libertad. En este sentido el hombre es tan libre como los ángeles, salvo hasta donde él se ha encadenado con las ligas del pecado, y ha renunciado a su fuerza de voluntad y potencia del alma. Tan ampliamente está facultado para violar las leyes de salubridad, los requisitos de la naturaleza y los mandamientos de Dios, en asuntos temporales y espirituales, como para obedecerlos todos. Así como en uno de los casos se trae sobre sí las sanciones correspondientes de la ley violada, en el otro hereda las bendiciones particulares y la libertad adicional que siguen o acompañan a una vida que se somete a la ley. La obediencia a la ley es la manera de vivir del hombre libre; el transgresor teme la ley, porque trae sobre sí la privación y la restricción, no por causa de la ley, la cual lo habría protegido en su libertad, sino por su antagonismo hacia la ley. El predominante atributo de justicia, reconocido como parte de la naturaleza divina, rechaza la idea de que se prometa al hombre un galardón por hechos buenos y se le amenace con un castigo por hechos malos, si no posee el poder para obrar independientemente. Tan ajeno al plan de Dios es forzar a los hombres a obrar conforme a la rectitud, como permitir él que los poderes del maligno obliguen a sus hijos a pecar. En los días del Edén, ante el primer hombre fueron colocados el mandamiento y la ley, ‘ junto con una explicación del castigo que acompañaría la violación de esa ley. No habría sido justo darle una ley si no hubiese tenido la libertad para obrar por sí mismo. “No obstante, podrás escoger según tu voluntad, porque te es concedido; pero recuerda que yo lo prohíbo.` Así le dijo Jehová Dios a Adán. En cuanto a sus relaciones con el primer patriarca de la raza humana, Dios ha declarado en estos días: “He aquí, yo le concedí que fuese su propio agente.” (Artículos de Fe, por el autor, Cap. 3, Art. 2, Págs. 57, 58).
[8] El TESTIMONIO DE PROFECIA A LA APOSTASIA.”¿Qué es la profecía sino la historia al revés? Nada. La profecía es un registro de cosas antes de que acontezcan. La historia es un registro de ellas después de que hayan ocurrido; y de las dos la profecía se ha de confiar más por su exactitud que la historia: por la razón de que tiene más como origen la inspiración infalible del Dios Todopoderoso; mientras la historia – excepto en casos de historiadores inspirados, – es coloreada por el favor o prejuicio del escritor, depende para su exactitud del punto de vista desde la cual él observa los acontecimientos; y es probable de ser desfigurada en un millón de maneras por las influencias que le rodean – consideraciones de parte, interés o prejuicio nacional; influencia supuesta sobre las condiciones actuales y prospectos futuros – todas estas causas pueden interferir con la historia; pero la profecía es libre de tales influencias. Los Historiadores se constituyen por sí mismos, o son colocados por los hombres; pero los profetas son elegidos de Dios. Seleccionados por la sabiduría divina, e iluminados mediante aquel espíritu que muestra las cosas que han de venir, profetas les han revelado tanto del futuro que Dios haría saber a los hombres, y los escritores inspirados lo registran para la iluminación o amonestación del género humano, sin la coloración o tergiversación tan propensa a echar a perder la obra del historiador. Así Moisés registró lo que la historia de Israel sería en condición de su obediencia a Dios; y lo que pasaría si fueran desobedientes. Israel era desobediente, y los historiadores han agotado su arte en intentos de contar de su obediencia y sufrimiento; pero ni en vivacidad ni en exactitud comparan las historias con la profecía, así con la profecía de Daniel al respecto del surgimiento y sucesión de las grandes potestades que dominarían la tierra, y el triunfo final del Reino de Dios. Así con casi todas las profecías.” (B.H. WOBERTS, “A New Witness For God, “ páginas 113, 114)
[9] LA PREDICCION DE CRISTO DE LA APOSTASIA. La potente profecía, redactada en términos de descripción vívida, proferida por nuestro Señor en respuesta a preguntas de Sus discípulos, ha sido sujeta de diversa opinión y comentario variado, particularmente para estimar la época a la cual la predicción se refiere. Como está registrado en el vigésimo – cuarto capítulo de Mateo, una señal significativa del desarrollo de eventos precedentes a la segunda venida de Cristo se expresó como lo siguiente: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”(Vers, 14) Se reclama por muchos que el “fin” referido en el pasaje citado no es necesariamente la clausura de la dispensación final, no lo que comúnmente se dice como el fin del mundo, sino la clausura de la dispensación del evangelio, entonces actual; y en sostén de esta interpretación se urge que siguiendo la pronunciación citada Cristo procedió a predecir las calamidades entonces esperando a Jerusalén. Que durante la época dominada por el ministerio terrenal de los apóstoles, el evangelio fue predicado en toda nación civilizada del hemisferio oriental, es evidente igualmente de las Escritura y de los escritos no – canónicos de reputación concerniente a ese período. Pablo habla del evangelio como habiendo sido llevado en su día a todo el mundo, y como habiendo sido predicado a toda criatura(creación) debajo del cielo (Véase Col. l: 6, 23; Compárese Rom.10: 18; Véase también NOTA 3 al fin del capítulo I de esta obra).
En la versión de José Smith del vigésimo capítulo de Mateo el párrafo concerniente a la predicación del evangelio en todo el mundo como una de las señales especificadas por Jesucristo, es transpuesta como para aplicarse más directamente a la última, o moderna, dispensación.(Véase P. de G.P., Escritos de José Smith) La escritura bajo consideración tiene aplicación directa a las condiciones características de los tiempos actuales – el período ahora actual e inmediatamente precedente al segundo advenimiento del Cristo. Esta verdad, sin embargo, no necesariamente nulifica su aplicación al periodo anterior también. La historia se repite en muchas ocasiones en esta “la dispensación del cumplimiento de los tiempos;” en verdad, el nombre mismo es expresivo de un sumario o recogimiento de cosas pasadas, y esta incluye la repetición de condiciones anteriores, y el restablecimiento de leyes. La predicción de evangelización del mundo entero no es el único caso de una profecía general teniendo más que uno sólo horizonte limitado de cumplimiento. En la época apostólica el evangelio se llevó a toda nación conocida por los ministros del Señor; una obra similar está en marcha hoy en día; en una escala grandemente excedida a la del pasado, porque el mundo, como se mide por ocupación humana, es vastamente mayor que la de la antigüedad.
[10] ESCRITURAS CONCERNIENTES A LA APOSTASIA. Que la aplicación de las escrituras citadas en el texto como prueba de la predicha apostasía no es peculiar a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se muestra por el hecho de que estas predicciones son interpretadas similarmente por los teólogos de otras iglesias. Así, pues, en su “Bible Commentary”(Comentario de la Biblia) el Dr. Adam Clarke anota la admonición de Pablo a Timoteo abajo. Primero, notad el pasaje: “Pero el espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán (Se apartarán) de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos, “ etc. el Doctor Clarke dice: “EN LOS POSTREROS TIEMPOS: Esto no necesariamente implica las últimas épocas del mundo; pero cualesquiera tiempos subsecuentes a los que la Iglesia entonces vivía.”
























