Capítulo 16
La aritmética del gozo y del triunfo ― Eligiendo Una Carrera
Lehi, el gran patriarca del linaje del Libro de Mormón, al dar su última bendición y consejo a su hijo Jacob, hizo esta significativa declaración:
“…los hombres existen para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25).
Esta es una de las declaraciones más breves y definidas con respecto al propósito de la vida que se haya dado jamás. Casi todas las personas —tanto santos como pecadores— responderán favorablemente a esto como un motivo deseable para vivir.
Cada uno, a su manera, busca la alegría y la felicidad. Un hombre puede pensar que está cumpliendo este propósito de la vida cuando se embriaga o asiste a una fiesta desenfrenada. Cree que lo está pasando muy bien. Otro mide el triunfo en la vida por el número de reuniones religiosas a las que asiste, por la cantidad de oraciones que ofrece o por las donaciones que entrega a la caridad. Aún otro piensa que su mayor gozo en la vida se alcanzará al obtener grandes riquezas. O tal vez un maestro encuentra el sentido del triunfo en modelar las mentes jóvenes.
Así, los jóvenes —tanto hombres como mujeres— salen de sus lugares de preparación, más o menos protegidos, para tomar parte activa en un mundo que se mueve rápidamente. Se enfrentan con innumerables necesidades, y sin duda, con muchos consejos sobre cuál camino seguir para encontrar la alegría.
Recordemos que la alegría es el objetivo, y que cualquier otra actividad inmediata debe orientarse hacia ese fin último. Esto puede parecer paradójico, pero la vida está tan organizada que, para alcanzar ese objetivo de la manera más completa posible, debemos olvidarnos de él una vez que estemos bien orientados.
La alegría es una cantidad real. Uno sabe cuándo la tiene en abundancia y cuándo carece de ella. Por lo tanto, puede considerarse como una cantidad medible. Uno puede tener más, o puede tener menos.
Tratando de enfatizar mi convicción de que la alegría es una cantidad que puede medirse, he ido más allá, hasta llegar a definir la unidad de la alegría. Por ejemplo, aunque los valores numéricos no puedan ser precisos, uno puede hablar de una unidad de alegría como aquella que experimenta una persona al estrechar la mano de un amigo a quien ve, tal vez, una vez por semana.
Con este concepto en mente, entonces, uno puede hablar de cien unidades de alegría, mil unidades de alegría, y así sucesivamente.
Por ejemplo, puedo hablar del gozo que experimento cuando se me permite reunirme con viejos amigos en distintas partes del país, y medirlo como un ciento de unidades de gozo. Sin embargo, debo pagar por esta alegría con cierto grado de dolor o tristeza. Por ejemplo, este gozo puede implicar que deba dejar a mi familia por un tiempo. También puede requerir un gasto de dinero que, de otro modo, podría haberse usado para obtener alegría de otra forma.
Por lo tanto, debemos restar de esas cien unidades de alegría unas veinte o treinta, para obtener la alegría neta. Aunque parezca absurdo ilustrar esta idea de este modo, estoy convencido de que ayuda a recalcar el problema que cada uno enfrenta diariamente en su vida.
Antes de participar en cualquier actividad, uno debería considerar el costo en unidades de gozo negativo y compararlo con las unidades de gozo positivo que espera experimentar. Por eso, no es irreal hablar del costo de una alegría aparente, especialmente de aquellas que se desvanecen y terminan conduciendo a una vida de miseria e infelicidad.
Desde este punto de vista, podemos imaginar que cada persona tiene una cuenta de felicidad. En un lado de esta cuenta, escrito en tinta negra, se registran las unidades de gozo positivo experimentadas en la vida. En el otro lado, en tinta roja, se registran las unidades de gozo negativo. La cantidad de unidades positivas (negras) que exceden las negativas (rojas) constituye la medida de cuánto se ha acercado una persona a la vida rica y plena que ha buscado.
Matemáticamente, esta medida de una vida rica y completa se expresaría como una suma: la alegría neta experimentada por una persona durante toda su vida. Permítanme repetir: todos nosotros llevamos una cuenta de gozo en la que diariamente se registran tanto experiencias positivas como negativas.
Antes de discutir algunas situaciones en la vida que proporcionan una gran cantidad de alegría en comparación con su costo en dolor, pena o arrepentimiento, deseo hablar sobre otra cuenta que se mantiene diariamente para cada persona: su cuenta de triunfo.
Para poder comprender esta cuenta, hagamos una pausa para definir qué entendemos por triunfo.
Si la alegría es el propósito de la vida, entonces el triunfo verdadero consiste en ser la causa de la mayor alegría posible para la mayor cantidad de personas.
En términos matemáticos, uno podría definir el triunfo personal de esta forma:
El éxito de cada persona es la suma total de la felicidad y la alegría que ha causado.
Al calcular esta suma, el número total de vidas humanas que han sido —y serán— influenciadas hacia una mayor alegría a causa de su obra material, educativa, social o espiritual debe incluirse en la evaluación, junto con la magnitud de dicha influencia en cada vida —incluyendo la suya propia.
Para dejar en claro lo que se quiere decir, consideremos la cuenta de triunfo del presidente de una universidad. Su cuenta de triunfo estará compuesta, en parte, por su cuenta de gozo, incluyendo todos aquellos elementos que estén directamente relacionados con él. Sin embargo, esta será solo una pequeña fracción de todas las entradas en su cuenta de triunfo.
Vendrán muchas otras entradas de las cuentas de todas las personas que hayan sido influenciadas por él. Por ejemplo, cada una de las cuentas de gozo de sus alumnos contribuirá a la cuenta de triunfo del presidente. Algunas de esas contribuciones serán registradas en el lado rojo, y otras en el lado negro. Si ha causado pena o tristeza a algunos, eso generará asientos negativos (rojos); si ha causado alegría o felicidad, esos se anotarán como positivos (negros).
Incluso después de su muerte, se seguirán haciendo asientos en ambos lados de su Libro Mayor del triunfo. Su nivel de triunfo en cualquier momento puede determinarse por el exceso de unidades de alegría positiva sobre las negativas en su cuenta de triunfo.
De esto se deduce que todas nuestras cuentas están conectadas, ya que algunos asientos que aparecen en nuestra cuenta de gozo también se reflejan en la cuenta de triunfo de otros. En otras palabras, cada acto o pensamiento de una persona afecta al mundo entero, aunque afecta en mayor medida a quienes la rodean directamente, y en menor grado a aquellos más alejados.
Y es el tipo de reacción generada en el corazón y la mente de los demás, como resultado de nuestras acciones, lo que determina nuestro verdadero triunfo en la vida.
Pensemos ahora en un esquema general —como un crucigrama— de las actividades de la vida que inevitablemente producen asientos en nuestra cuenta de triunfo. En otras palabras: ¿cuáles son las cosas que podemos hacer para producir alegría en el mundo?
Me parece que estas actividades pueden agruparse en tres grandes categorías:
- Aquellas relacionadas con el contacto directo con otras personas.
- Aquellas relacionadas con la formulación de principios generales de la vida.
- Aquellas relacionadas con la creación de cosas materiales para el beneficio de la humanidad.
Dentro de la primera categoría, encontramos las reacciones emocionales de otras personas, causadas por nuestros actos y actividades hacia ellas. Las acciones correctas y las actividades justas han sido discutidas como virtudes cristianas en lecciones anteriores. Su imitación y práctica constituyen el verdadero corazón de una vida cristiana, y son constantemente enfatizadas en las enseñanzas de los Santos de los Últimos Días. Al seguir estas virtudes, se generan un gran número de unidades de alegría todos los días de nuestras vidas.
También están las reacciones intelectuales provocadas por el contacto directo entre el profesor y el estudiante, el escritor y sus lectores, o el orador y su audiencia. Gran parte del tiempo de un estudiante universitario está ocupado por este tipo de interacciones. En un ambiente propicio de enseñanza universitaria, estas experiencias intelectuales tienden a generar una gran ganancia neta en el lado positivo de la cuenta de gozo, aunque algunos de nosotros, en ciertos momentos, hayamos pensado que muchas de ellas más bien pertenecen al lado negativo.
Sin duda, algunos llegarán a ser profesores o conferencistas. Si estos están bien preparados y tienen la actitud adecuada —como se ha señalado anteriormente—, tendrán una maravillosa oportunidad de construir una gran cuenta de triunfo mediante sus contactos con numerosos estudiantes. Cada estudiante que haya sido enseñado debidamente continuará haciendo aportes a la cuenta de triunfo del profesor, no solo durante el tiempo que sea estudiante, sino a lo largo de toda su vida.
Por otro lado, si un profesor no es competente o tiene una actitud equivocada hacia sus alumnos, puede acumular un gran balance negativo en su cuenta de triunfo. Es mucho mejor no enseñar que ser una fuente continua de dolor o frustración para los demás. He conocido a profesores jóvenes que comenzaron sus carreras llenos de entusiasmo e idealismo, y que, después de algunos años, se convirtieron en personas cansadas, e incluso amargadas o enfermas, volviéndose “mal genio” y “ásperos”. Si un profesor se encuentra en estas circunstancias, debe superar esas tendencias o dejar la docencia, antes de que dañe irreparablemente su cuenta de triunfo.
Luego encontramos los beneficios materiales que una persona distribuye a otras. En esta categoría se incluyen los alimentos, la ropa y el techo. Gran parte de las actividades de la vida deben estar dirigidas a obtener estas necesidades, porque la falta de ellas genera gran tristeza y dolor (la miseria puede surgir precisamente por su ausencia).
El hombre sabio elige aquellas actividades de la vida que le permiten no solo generar unidades de gozo con todos aquellos con quienes se relaciona, sino también obtener los medios suficientes para proveer todas las necesidades básicas de su vida y de la vida de su familia.
El hombre necio obtiene el dinero para cubrir las necesidades de la vida, pero lo hace a costa de pena, dolor y sufrimiento. Ya sea que sus actividades estén dentro o fuera de la ley, eso no hace diferencia en este sentido. Tal hombre, con frecuencia, paga un ciento de unidades de dolor y tristeza por cada unidad de alegría que él o su familia recibe. David Starr Jordan lo expresó de manera concisa: “El triunfo consiste en hacer lo que uno desea y recibir buen pago por ello.” Y lo que deseamos siempre debe estar guiado por el más alto idealismo.
También están las reacciones espirituales y las elevaciones del alma, causadas por nuestros actos y actitudes hacia los demás. Puede parecer anticuado decirlo, pero no sería científico ignorar estos factores. Por ello, debo admitir francamente que cientos —incluso miles— de unidades de gozo han sido colocadas en el lado positivo de mi cuenta de alegría gracias a la oración, la bendición y el testimonio de mis hermanos en la Iglesia.
Entre las actividades correspondientes a la segunda gran categoría, es decir, aquellas que conciernen a la formulación de grandes principios y planes para la vida, solo unos pocos logran triunfar realizando contribuciones significativas. Sin embargo, para quienes lo consiguen, la recompensa en unidades de triunfo es tan inmensa que justifica por completo una vida de esfuerzo.
Por ejemplo, algunos contribuyen en el campo de los principios de gobierno. Nunca ha habido una oportunidad mayor que la actual para hombres y mujeres que tengan la capacidad de pensar clara y sanamente, y al mismo tiempo actuar con elevado idealismo. Se necesitan con urgencia tales personas para formular principios y planes de gobierno —incluso a nivel mundial— que puedan sacarnos de la incertidumbre y el desasosiego que actualmente existen.
Muy relacionado con la formulación de nuevos principios de gobierno está el desarrollo de nuevos procedimientos económicos, que sean más útiles que los que hoy se conocen. No quiero decir con esto que los principios económicos y gubernamentales enseñados en el pasado estén equivocados, pero los procedimientos que se aplican bajo esos principios deben ser modificados, ampliados y ajustados para satisfacer las necesidades de nuestra sociedad moderna.
En el ámbito del hogar, hay también una gran necesidad de formular y aplicar principios definidos que guíen la vida familiar y que ofrezcan los medios y métodos para inculcarlos en la mente de los futuros formadores de hogares.
Finalmente, tenemos el vasto campo de la religión, la filosofía y la ética, que siguen señalando caminos a las grandes mentes y almas de nuestro tiempo. Aunque los hombres han luchado desde siempre con problemas espirituales e intelectuales, aún queda mucho por hacer.
Uno difícilmente puede darse cuenta del total de unidades de gozo generadas por la filosofía y las brillantes palabras de hombres como Ralph Waldo Emerson, Elbert Hubbard, George H. Brimhall y otros. Cada día, su obra produce grandes dividendos, los cuales deben aplicarse al lado positivo de sus cuentas de triunfo, y continuará siendo así durante futuras generaciones.
Así pues, aunque solo unos pocos —personas con habilidades excepcionales— puedan triunfar en la formulación de principios generales de la vida, para quien lo logra, las recompensas son inmensas.
Luego tenemos la tercera gran clasificación de actividades: aquellas relacionadas con la creación y distribución de cosas materiales. Probablemente, la mayor parte de nuestras actividades diarias pertenece a esta categoría.
Los negocios, incluyendo el gobierno (que no es más que una forma de administración pública), constituyen el campo más amplio en esta clase. Todos conocemos las muchas subdivisiones de los negocios: la agricultura, la manufactura, el comercio, el transporte, la comunicación y la banca. Hay grandes oportunidades de servicio genuino en cada uno de estos campos. Basta con enumerarlos para comprender su impacto.
Tenemos, por ejemplo, el interesantísimo campo de la investigación e invención científica. En este campo se realizan avances significativos cada día, y nunca ha habido mayor oportunidad para quienes poseen verdadera habilidad. Sin embargo, debo advertir a mis lectores que la competencia en este ámbito se ha vuelto mucho más exigente que en épocas anteriores.
A partir de los principios fundamentales desarrollados por Faraday y Maxwell en el campo de la electricidad, y por Carnot en la transferencia del vapor, ha surgido la actual era mecánica. Solo basta recordar el gran gozo y felicidad que las invenciones de Thomas A. Edison y Alexander Graham Bell han llevado a millones de hogares, para ilustrar las recompensas que resultan del trabajo creativo y útil.
En el amplio campo de la medicina, con todas sus ramificaciones, algunos de ustedes contribuirán a aliviar el sufrimiento y el dolor, y con ello traerán grandes beneficios a la humanidad.
En el ámbito del arte, también existen grandes posibilidades de proporcionar alegría a un vasto número de personas. Con frecuencia visito Washington, y siempre que me es posible, paso tiempo en el Memorial de Lincoln, que considero uno de los tesoros artísticos de América. Parece como si uno pudiera respirar el espíritu del gran hombre al que conmemora.
Situándose frente a los portales, se pueden leer estas palabras:
“En este templo, como en el corazón de las personas por quienes él salvó la Unión, la memoria de Abraham Lincoln estará guardada para siempre.”
No pretendo describir este hermoso lugar en detalle, pero el punto que deseo recalcar es que cada día, miles de personas como yo reciben gozo e inspiración de este maravilloso memorial, y seguirán recibiéndolos por mucho tiempo más.
El hombre que creó este monumento sin duda ha acumulado una gran cuenta de triunfo, por el impacto emocional, espiritual y patriótico que su obra continúa produciendo.
Podría dar ilustraciones similares en los campos de la música y la literatura, pero estaría repitiendo cosas que la mayoría de nosotros ya conocemos.
Permítanme cerrar esta enumeración mencionando el campo de las diversiones, recreaciones y juegos. El gozo y la felicidad que resultan de cultivar adecuadamente este ámbito son tan evidentes que no necesito extenderme en su análisis.
Esta lista de actividades incluye únicamente actividades positivas, aquellas que traen gozo y satisfacción a la vida. Sin embargo, hay ciertas prohibiciones, tanto de la Iglesia como de la sociedad, en cuanto a nuestras acciones. Hay cosas que debemos cuidar no hacer. Puede que en algún momento nos hayamos rebelado, si no en acción, al menos en pensamiento, contra estas restricciones. Es posible que un espíritu de libertad, muy común hoy en día, nos haya incitado a seguir nuestros deseos naturales sin importar a dónde nos lleven.
Pero si violamos las restricciones enseñadas por nuestra religión y nos involucramos en actividades prohibidas, pronto llegaremos a entender que son muy costosas. El precio de la tristeza, el dolor y el arrepentimiento —es decir, el precio en unidades negativas— sería mucho mayor que cualquier gozo positivo que pudieran ofrecer.
Puede haber algunas prohibiciones presentes en nuestra cultura o entorno para las cuales este principio no aplique de forma inmediata. Si ese fuera el caso, sería solo cuestión de tiempo para que esas restricciones sean eliminadas. Mientras tanto, es mucho más seguro obedecerlas. Si actuamos con prudencia, nuestras actividades no estarán tan limitadas como para impedirnos una vida rica y plena, pero sí evitaremos peligros reales que quizás hoy no percibimos, pero que podrían dañar gravemente nuestra cuenta de triunfo.
Por lo tanto, al escoger cualquier actividad, sea grande o pequeña, debemos considerar el costo en dolor, tristeza y arrepentimiento, en comparación con el gozo recibido. Debemos buscar aquellas acciones que contribuyan significativamente al lado positivo de nuestra cuenta de triunfo, y que, al mismo tiempo, no generen —o lo hagan en cantidades mínimas— efectos negativos en nuestra cuenta personal de gozo.
Eligiendo Una Carrera
La acertada selección de una carrera es un aspecto muy importante en la Vida Buena, pues el trabajo de cada uno tendría mucho que ver con las unidades de alegría que él reciba y las unidades de triunfo que otros reciban a través de su trabajo. Hemos visto en el capítulo anterior que el mayor triunfo viene de desarrollar los talentos que Dios ha dado y usarlos para el beneficio de la raza humana. Esto debe estar constantemente en mente cuando uno esté eligiendo una carrera. Este constituye un serio problema para cada hombre o mujer jóvenes cuando tienen que decidir qué carrera elegir.
En el Occupational Outlook Handbook, Boletín N.º 998 del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, se enumeran 433 ocupaciones específicas. “¿Cuál de éstas” —se pregunta la persona joven— “será la mía cuando salga del colegio?” Bajo cada ocupación hay una descripción del tipo de trabajo desempeñado, cuánto más o menos puede ganar, y la oferta y demanda de cada tipo de empleo. Estas están divididas en los siguientes grupos generales:
- Ocupaciones Profesionales, por ejemplo: profesores, ingenieros, abogados, doctores, arquitectos, contadores, etc.
- Clericales, de Ventas y de Servicios, por ejemplo: secretarios, peluqueros, policías, bomberos, asistentes de hospital, vendedores, etc.
- Técnicas e Industriales, por ejemplo: albañiles, gasfíteres, carpinteros, electricistas, etc.
- Industrias Mayores y sus Ocupaciones, por ejemplo: automóviles, teléfono y telégrafo, fabricantes de máquinas eléctricas y de hierro, etc.
- Ocupaciones Agrícolas, por ejemplo: cultivo de grano, maíz y otros productos.
Sólo leer estas 433 ocupaciones dejaría perpleja a cualquier persona joven.
La Guía Vocacional, o mejor dicho, el Consejo Vocacional, es una profesión que se ha desarrollado recientemente para ayudar a la gente joven a elegir su vocación. Se han escrito bibliotecas completas al respecto y, por esto, sólo esperamos anotar en estas lecciones algunos principios que sirvan de guía.
El primer paso es descubrir, lo más que podamos —preferiblemente a una edad temprana— los talentos que poseemos; es decir, nuestras aptitudes. Aunque la mayoría de las niñas se casarán y se convertirán en madres y dueñas de casa, no están exentas de la responsabilidad de descubrir y desarrollar sus talentos. Estos talentos puede que no se usen para ganarse la vida, pero, sin embargo, deben ser usados para el beneficio de la raza humana. Por estas razones, una gran mayoría de las jovencitas elige carreras como profesoras, enfermeras, visitadoras sociales, etc., porque estas tienen una aplicación en el hogar.
Se ha hecho un considerable progreso en idear exámenes que descubran talentos y aptitudes que aún no hayan aparecido. Desgraciadamente, también han surgido falsos científicos y consejeros que guían, algunos de ellos conocidos bajo estos nombres:
- Fisonomistas, que dicen poder conocer los talentos por la cara y la figura;
- Frenólogos, que afirman descubrir los talentos por las protuberancias de la cabeza;
- Astrólogos, que aseguran conocer los talentos por las estrellas bajo las cuales ha nacido el individuo;
- Quirománticos, que interpretan las líneas de las manos;
- Grafólogos, que creen poder conocer los talentos y el carácter por la escritura de la persona;
- Adivinos, que aseguran poder revelar los talentos mirando en una bola de cristal o volteando los naipes en presencia de la persona.
La gente está pagando grandes sumas de dinero por escuchar a este grupo de consejeros ansiosos —ansiosos, claro está, de recibir la tarifa. Basta decir que los Santos de los Últimos Días no usan estos guías para conocer sus aptitudes personales.
Hay ciertos exámenes que sí ayudan a descubrir dónde se encuentran las mejores aptitudes de cada uno. Los padres observadores pueden descubrirlas en sus hijos sin recurrir a estos exámenes, pero no es prudente guiarse enteramente por este juicio. No es nuestro propósito discutir estos exámenes en detalle, pero los padres deberían saber que estos pueden aplicarse, y muchos ya se realizan en el trabajo escolar de sus hijos.
El cociente intelectual de cada uno de sus hijos es un ejemplo: si es muy bajo o muy alto en cierto niño, el examen debe ser revisado cuidadosamente, pues en ambos casos podría representar un problema para los padres. Sin embargo, aun si es muy bajo, siempre habrá alguna área donde la aptitud sea más alta, y esta debe ser descubierta si es posible. Los exámenes facilitarán este descubrimiento. Hay consejeros en muchas instituciones educacionales que ayudarán con este problema.
El otro paso es encontrar el área de mayor interés. Generalmente, esta área se encuentra donde está el mayor talento. Sin embargo, esto no siempre coincide, ya que una persona puede tener inadvertidamente un talento y, como no lo sabe, no lo ejercita nunca. Por consiguiente, el interés no ha florecido.
Un consejero profesional puede descubrir los intereses de un individuo sosteniendo una entrevista con él, haciendo cierta serie de preguntas y anotando las respuestas. Padres inteligentes pueden avanzar mucho hacia este entendimiento mediante un procedimiento similar, aunque sin duda se les escaparán algunas áreas importantes debido a prejuicios, referencias o cualquier otra razón. Uno debe formarse una línea de trabajo en la que se interese y para la cual tenga suficiente habilidad como para terminar el trabajo satisfactoriamente.
Después que la aptitud y el interés han sido determinados, se presentarán muchas opciones de trabajo. El tercer paso es hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué efecto tendrá este trabajo en mis ideales y en el bienestar de mi familia? ¿Qué beneficio traerá a la sociedad? Estas preguntas nos ayudarán a eliminar algunas de las posibles ocupaciones.
El cuarto paso es considerar la compensación económica que se recibirá por realizar el trabajo —los honorarios, sueldo o renta. ¿Es suficiente para mantener satisfactoriamente a una familia? Las sumas recibidas en varias ocupaciones pueden encontrarse en las tablas del Occupational Outlook Handbook, que hemos mencionado anteriormente.
Finalmente, ¿cuál es la oferta y la demanda de la ocupación que se está considerando? Por ejemplo, en las profesiones, la demanda actual de profesores excede con mucho a la oferta. Lo mismo sucede con científicos, ingenieros, dentistas, doctores, visitadores sociales y trabajadores federales para el servicio civil.
Citando nuevamente a David Starr Jordan: “El triunfo consiste en hacer lo que uno desea y recibir buen pago por ello”. Si uno sigue el consejo mencionado arriba, busca todo el asesoramiento posible de consejeros profesionales, observa las sugerencias de los líderes de nuestra Iglesia y ora sinceramente pidiendo guía divina, encontrará el trabajo de su vida y triunfará en él.
Creo firmemente que cada persona nacida en este mundo tiene una misión en la vida, y él o ella pueden encontrarla y cumplirla si lo intentan sinceramente. Esta misión puede ser de una naturaleza muy humilde o puede representar un papel muy destacado, pero encontrarla es lo que se debe hacer, porque eso es lo que Dios ha querido, y esa misión es la que traerá gran felicidad. Y recuerden: cualquier trabajo es un trabajo noble si contribuye a la sociedad en que vivimos.
























