Respuesta al Deber

por el Presidente David O. McKay

Hermanos y hermanas, hemos tenido una conferencia gloriosa. No sé cuándo he estado más emocionado con los mensajes que los que se han dado en esta conferencia, que comenzó el día seis y ha continuado el sábado y domingo.

Respuesta a los llamados al deber
Algo ha resaltado en mi mente como lo más significativo: la respuesta de los hermanos y hermanas a los llamados al deber, ya sea en la Iglesia localmente o en misiones que requieren su ausencia de la ciudad en la que viven. Me ha impresionado la disposición de hombres, mujeres y niños a responder a un llamado de la Iglesia, a realizar su deber en casa o en el extranjero.

Cuerpo de Paz
El gobierno tiene un gran plan para llamar a la juventud del país a prestar servicio, no para ellos mismos, sino como una misión para el país. No están teniendo tanto éxito como anticipaban en atraer a los jóvenes de los Estados Unidos a llenar esos llamados. Pero no se encuentra esa falta de disposición a responder al deber entre los miembros de la Iglesia de Jesucristo.

Llamados para servir en la Iglesia
He tenido la ocasión de emocionarme con la disposición de los miembros de la iglesia para responder al llamado de la obra misional, ya sea local o en el extranjero. Casi sin excepción, cada hombre, y particularmente cada mujer, dice estar listo para responder a cualquier llamado que la Iglesia haga. No conozco nada más impresionante en esta Iglesia que esta respuesta al llamado al servicio de estos miembros fieles. Cuando piensas en los miles de misioneros, la mayoría hombres, pero muchos mujeres, que están dando su tiempo y sus recursos en respuesta a los llamados de obispos, presidentes de estaca y otros líderes en el servicio de esta gran Iglesia, es maravilloso. Muchos han dicho: “Venderé mi casa, haré cualquier sacrificio para cumplir con el llamado al deber.”

Al estar aquí frente a ustedes, pienso y no puedo recordar una negativa a un llamado al deber. Tengo en mente algunos casos de aplazamiento por un año, seis meses y, a veces, más, pero no puedo recordar a una sola persona que haya dicho: “No puedo aceptar un llamado.” Algunos pueden decir: “Dame seis meses, un año, dos años, y cumpliré el llamado, el deber, que ahora me das.”

Sí, puedo pensar en uno, un joven, que dijo: “No, creo que no puedo cumplir ese llamado.” Ahora lo está pensando y preocupándose. Lo aceptará, estoy seguro; si se le da unos meses, tal vez seis, volverá y dirá: “Tomaré ese llamado y haré lo mejor que pueda.”

Ahora, cuando multiplicas los llamados solo en el área misional, es maravilloso que los miembros de la Iglesia sean tan receptivos a cualquier deber, cualquier responsabilidad que la Iglesia les pida. Es evidente para toda la Iglesia, esta disposición de los miembros a responder al llamado al deber; es una característica sobresaliente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Jóvenes, adultos, hombres y mujeres mayores, están listos para responder a un llamado de la Iglesia y hacer cualquier sacrificio necesario para dar prioridad al llamado de la Iglesia al predicar el evangelio, no solo un llamado misional que requiere un sacrificio, sino también el esfuerzo de dar de sus recursos, a veces llegando a millones de dólares, para hacer el llamado más exitoso en servicio a la Iglesia.

Lo que estoy diciendo es esto: que cada hombre y mujer con el Espíritu del Señor en su corazón se negará a sí mismo para hacer que el llamado a la obra del Señor tenga éxito. No me refiero solo a media docena de personas, sino a miles en esta Iglesia que responderán afirmativamente al llamado a un oficio en un barrio o estaca.

Hermanos, les digo con aprecio, Dios los bendiga por su pronta respuesta a los llamados que les llegan, ya sea en su barrio, estaca o área. Y el Señor es consciente de su disposición para responder con prontitud y hacer lo que puedan para extender la obra del Señor en casa y en el extranjero.

Algunos de ustedes pueden sentir que las Autoridades Generales no valoran sus esfuerzos, pero quiero que sepan que apreciamos más que nunca en la historia de esta Iglesia la disposición de hombres y mujeres a responder al servicio que la Iglesia necesita para avanzar en el establecimiento del evangelio.

¡Dios los bendiga! No se sientan desanimados. “…buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,” y todo lo demás será añadido (Mateo 6:33). Están demostrando su disposición a hacer lo mejor y darlo todo si es necesario.

Tengo en mente a hombres que dicen: “Bueno, si nos necesitan en esta área, si necesitan más ayuda, si necesitan dinero, solo háganoslo saber.” Es ese espíritu de disposición y la respuesta al llamado al deber lo que a veces nos abruma. Digo al final de esta gloriosa conferencia que nunca antes en la historia de la Iglesia se ha manifestado tal disposición para dar financiera o intelectualmente todo lo que el Señor quiera de ustedes, como se manifiesta hoy en toda la Iglesia.

Bendiciones por la disposición a servir
Que el Señor los bendiga por su disposición a negarse a sí mismos físicamente, intelectualmente y temporalmente por el bien de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Me gustaría decir esto en mejores términos, pero no puedo expresarlo como quisiera. No solo mis piernas están rebeldes, sino que mi lengua se enreda.

El Señor los bendiga en sus hogares, en sus asignaciones en la iglesia, ya sea en casa o en el extranjero. Que Dios los bendiga, jóvenes y jóvenes mujeres, en vivir la vida honorable que sus padres desean que vivan, y Dios los hará felices siendo fieles a los ideales de virtud y pureza y traerá felicidad a sus padres, felicidad a sus barrios y felicidad a los miembros del reino de Dios.

Les pido que apoyen y sostengan a sus autoridades en los barrios y las estacas. Sean fieles a los estándares de rectitud enseñados por sus padres y madres. Sean fieles a sí mismos al mantener los ideales de justicia, lo ruego en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.