Una Voz de Amonestación

Capítulo 2

DEL CUMPLIMIENTO
DE PROFECÍAS FUTURAS AÚN.

¿QUÉ ES LA PROFECÍA SINO LA HISTORIA INVERTIDA?


MILAGROS, SEÑALES Y PRODIGIOS QUE AÚN SE VERIFICARÁN.

Habiendo descubierto y comprobado abundantemente que las profecías, hasta este punto, se han cumplido literalmente, es decir, al pie de la letra, esperamos que no se pierda de vista esa misma regla al considerar las profecías todavía futuras. Estando a punto de pasar por el umbral de lo futuro, en el que las maravillas del tiempo aún por nacer están por aparecer ante nuestra vista y presentar a nuestros asombrados ojos los cuadros más poderosos y majestuosos, las revoluciones más sorprendentes, las destrucciones más extraordinarias, así como las más milagrosas manifestaciones del poder y majestad de Jehová, en la gran restauración de su pueblo del convenio que por tanto tiempo ha estado disperso, vuelvo a decir: ya que estos cuadros están a punto de presentarse a nuestros ojos, postrémonos ante el Padre, en el nombre de Jesús, y pidamos con fe que el Espíritu ensanche nuestros corazones e ilumine nuestros entendimientos para poder entender y creer todas las cosas que se han escrito, por milagrosas que sean.

Sin embargo, si no estáis preparados para resistir persecuciones, si no queréis que se hable mal de vuestro nombre, si no podéis aguantar que se os trate de bribones, impostores, dementes o como si estuviérais poseídos del demonio; o si estáis constreñidos por los credos de los hombres a creer sólo esto y nada más, será mejor que paréis aquí. Porque si vais a aceptar todas las cosas contenidas en la Biblia, y que aún están por venir, os veréis obligados a aceptar milagros, señales, prodigios, revelaciones y el poder de Dios, que sobrepasen todo lo que las generaciones pasadas han presenciado. Sí, tendréis que creer que las aguas se dividirán y que Israel pasará a pie enjuto al dirigirse a su propio país, como sucedió en los días de Moisés; porque ningún hombre jamás creyó en la Biblia sin creer y esperar estos gloriosos acontecimientos en los últimos días.

Me atreveré también a decir que un creyente en la Biblia es algo que muy pocos hombres han visto en esta generación, pese a toda la religión de que se jactan; porque hay una diferencia tremenda entre el hecho de creer que el libro es verdadero cuando se halla cerrado, y el de creer las cosas que contiene. Actualmente, en el mundo cristiano se considera que es una vergüenza muy grande no aceptar la Biblia cuando está cerrada; pero el que quiera hacer el experimento descubrirá que es mayor vergüenza creer que se cumplirán las cosas que en ella están escritas.

Por cierto, una de las causas principales de la persecución que sufrimos es porque creemos firmemente en las cosas que se hallan escritas en la Biblia, y esmeradamente las enseñamos. Mas cuando el pueblo llegue a entender las profecías, y éstas sigan adelante hasta su cumplimiento, todo artificio religioso que hay en la cristiandad será esparcido a los cuatro vientos, causando que sobre sus ruinas se levante el reino de Cristo, mientras que el conocimiento de la verdad cubrirá la tierra como las aguas cubren el mar.

LA CONGREGACIÓN LITERAL DE ISRAEL.

Habiendo expresado lo anterior por vía de precaución, si alguno de vosotros tiene la intrepidez, y sin importarle las consecuencias, se atreve a examinar conmigo lo futuro, empezaremos por Isaías: “Acontecerá en aquel tiempo, que Jehová tornará a poner otra vez su mano para poseer las reliquias de su pueblo que fueron dejadas de Asiria, y de Egipto, y de Partia, y de Etiopía, y de Persia, y de Caldea, y de Amath, y de las islas de la mar.

“Y levantará pendón a las gentes, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro cantones de la tierra…
“Y secará Jehová la lengua de la mar de Egipto; y levantará su mano con fortaleza de su espíritu sobre el río, y herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con zapatos.
“Y habrá camino para las reliquias de su pueblo, las que quedaron de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.”

Vemos aquí que se ha de izar un pendón a las naciones; no sólo para los esparcidos de Judá, sino para los desterrados de Israel. Se dice “esparcidos” a los judíos, porque se hallan dispersados entre todas las naciones; pero a las diez tribus se les aplica la palabra “desterrados”, porque efectivamente han sido desterrados, expulsados a un país donde viven solos, sin que de ellos tengan conocimiento las otras naciones. Recordemos que las diez tribus no han vivido en la tierra de Canaán desde que fueron llevadas cautivas por Salmanasar, rey de Asiria.

También nos es declarado en el versículo 15 el maravilloso poder de Dios que se manifestará en la destrucción de una parte pequeña del mar Rojo, llamada “la lengua de la mar de Egipto”; y asimismo la división de los siete brazos de algún río, a fin de que los hombres puedan pasarlo a pie enjuto. Entonces, para que nadie diga que no debe entenderse literalmente, el siguiente versículo añade: “Habrá camino para las reliquias de su pueblo, las que quedaron de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.”

EL MILAGRO DEL RECOGIMIENTO DE ISRAEL.

Ahora sólo falta preguntar si en los días de Moisés el mar Rojo fue dividido literalmente, o si fue únicamente en sentido figurado. Porque así como aconteció entonces, ha de volver a suceder. Sin embargo, los teólogos modernos nos dicen que los días de los milagros han pasado para siempre; y todos aquellos que en nuestros días creen en milagros, son considerados como impostores, o por lo menos, como pobres fanáticos ignorantes; y se advierte al público que se cuide de ellos, porque son falsos maestros que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.

Los profetas han hablado sobre el tema de esta restauración tan plena y frecuentemente, que no podremos sino llamar la atención a los casos más sobresalientes, los cuales indicarán las circunstancias e incidentes particulares que las acompañarán, y la manera en que se han de cumplir.

“Empero he aquí vienen días, dice Jehová, que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto; sino: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del aquilón, y de todas las tierras a donde los había arrojado: y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres.

“He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Jehová, y los pescarán; y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán de todo monte, y de todo collado, y de las cavernas de los peñascos.”

Hay que tener presente que siempre que Israel deseaba declarar la grandeza de su Dios, empleaba la expresión: “Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.” Esta frase evoca de inmediato todo el poder y los milagros que acompañaron ese memorable acontecimiento, y junto con ello todo lo que fue grande y majestuoso, y que tenía por objeto inculcar el temor en la mente, bajo un vivo sentimiento de la potencia del Dios de Israel.

Pero cuál es nuestro asombro al enterarnos de que todavía ha de acontecer algo que hará olvidar por el momento todos los grandes acontecimientos de aquel día; y los hijos de Israel sabrán que su Dios vive al fijar sus mentes en sucesos que se habrán verificado más recientemente, acontecimientos más gloriosos y maravillosos aún que su salida de Egipto. En ese día exclamarán: “Vive el Señor que poco ha hizo volver a los hijos de Israel del norte, y de todas las tierras donde los había arrojado, y los ha establecido en la tierra de Canaán, que dio a nuestros padres.” En esta expresión quedará comprendida toda demostración de majestuosidad y sublimidad, de asombro y admiración, mientras consideran las revelaciones, manifestaciones, milagros y misericordias dadas a conocer en la realización de este importante acontecimiento, a los ojos de todas las naciones.

En vista de ello, Jeremías declara en el último versículo de este capítulo: “Por tanto, he aquí, les enseñaré esta vez, enseñaré mi mano y mi fortaleza, y sabrán que mi nombre es Jehová.”

CÓMO JUNTARÁ A ISRAEL EL SEÑOR.

Sin embargo, este glorioso acontecimiento no se va a efectuar únicamente por izar un pendón, por enarbolar un estandarte para indicarnos que el tiempo se ha cumplido, sino que van a salir pescadores y cazadores para pescarlos y cazarlos de todo monte, de todo collado y de las cavernas de los peñascos.

Cabe aquí hacer la observación de que no han de ser los hombres los que mandarán misioneros sin inspiración a que vayan y enseñen a Israel centenares de distintas doctrinas y opiniones de los hombres, y les digan que suponen que más o menos ha llegado el tiempo en que habrán de ser recogidos. ¡No! Antes, el Dios del cielo va a llamar a hombres por revelación efectiva, directamente del cielo, y les declarará quién es Israel, quiénes son los indios de América, si acaso fueren de Israel, y también dónde están las diez tribus y el resto esparcido de ese pueblo por tanto tiempo perdido. Es Él quien les dará su encargo y misión, y los investirá con poder de lo alto para llevar a cabo esa obra, no obstante los elementos contrarios y toda la oposición de la tierra y el infierno combinados.

Quizá se preguntará: ¿Por qué ha de comisionar a hombres el Señor por revelación efectiva? Mi respuesta es que Él nunca ha empleado otra manera de hacerlo en todas las edades. “Nadie —dice el Apóstol— toma para sí la honra, sino el que es llamado de Dios, como Aarón.” Y todos admitimos que Aarón fue llamado por revelación.

Por otra parte, el gran Jehová nunca ha reconocido, ni jamás reconocerá el sacerdocio o ministerio del hombre que no fuere llamado por revelación, e inspirado como en los días antiguos.

Mas el lector responde: “¡Oh! Usted me confunde, porque ninguno de toda la multitud de teólogos modernos profesa que ha habido revelaciones aparte de las que se hallan en la Biblia; ni que existan inspiración o dones sobrenaturales del espíritu. ¿Los rechazará usted a todos, diciendo que no tienen la autoridad?” Yo contesto: “No; la Biblia es la que lo afirma, y yo no hago más que humildemente acceder a esa decisión tal como se halla aquí en las Escrituras, en lugar de seguir a los maestros que el pueblo se ha amontonado.” (La palabra amontonar no significa pocos, sino muchos).

ISRAEL SERÁ RECOGIDO POR REVELACIÓN.

Sin embargo, a fin de mostrar más claramente que Dios dará revelaciones para realizar su gloriosa obra, nos referiremos al capítulo 20 de Ezequiel, versículos 33 al 38. Dice así:

“Vivo yo, dice el Señor Jehová, que con mano fuerte, y brazo extendido, y enojo derramado, tengo de reinar sobre vosotros: y os sacaré de entre los pueblos, y os juntaré de las tierras en que estáis esparcidos, con mano fuerte, y brazo extendido, y enojo derramado: y os he de traer al desierto de pueblos, y allí litigaré con vosotros cara a cara. Como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así litigaré con vosotros, dice el Señor Jehová. Y os haré pasar bajo de vara y os traeré en vínculo de concierto; y apartaré de entre vosotros los rebeldes, y los que se rebelaron contra mí: de la tierra de sus destierros los sacaré, y a la tierra de Israel no vendrán; y sabréis que yo soy Jehová.”

Observaréis que se extiende esta promesa con doble firmeza. En primer lugar, con el juramento “vivo yo”; en segundo, la afirmación de que “con mano fuerte, etc.” Y al final de ese mismo capítulo, para que el pueblo no lo malentendiera, el profeta exclama: “¡Ah, Señor Jehová! ellos dicen de mí: ¿No profiere éste parábolas?” Leemos aquí que los hijos de Israel serán traídos de entre todas las naciones “con mano fuerte, y brazo extendido, y enojo derramado” (¡oh naciones, que resistís estas cosas, tened cuidado; acordaos de Faraón y aprended sabiduría!); vemos que serán traídos al desierto de pueblos, donde el Señor ha de litigar con ellos cara a cara, como lo hizo con sus padres en el desierto de Egipto.

Esta litigación que ha de hacerse “cara a cara”, jamás podrá llevarse a cabo sin revelación y una manifestación personal tan patente como en los días antiguos. Ahora me permito preguntar: ¿Fueron todas las manifestaciones a Israel en el desierto meramente fábulas que no se han de entender literalmente? Si es así, lo mismo sucederá con ésta, porque una será precisamente como la otra. Mas no se trata de una parábola, sino de una realidad gloriosa. Los hará pasar bajo de vara, y los traerá en vínculo de concierto.

SE HARÁ NUEVO CONVENIO CON ISRAEL.

Esto nos trae a la memoria el nuevo convenio, tan frecuentemente prometido en las Escrituras, que se ha de concertar con la casa de Israel y con la casa de Judá, al llegar el tiempo de recogerlos de su larga dispersión.

Algunos podrán suponer que el nuevo convenio de recoger a Israel se cumplió en los días de Cristo y sus apóstoles. Mas el apóstol Pablo nos dice que en sus días era un acontecimiento futuro aún. Por tanto, en el capítulo 11 de Romanos nos dice que “el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo; como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad; y éste es mi pacto con ellos, cuando quitare sus pecados.”
Esto nos hace ver que el apóstol fijó ese convenio en lo futuro, en la época de la restauración de Israel, los últimos días, cuando los tiempos de los gentiles habrían de ser cumplidos. Era entonces que habría de venir el Libertador de Israel, y no antes, ya que lo habían rechazado la primera vez que vino a ellos.

Jesucristo mismo dijo a los judíos: “He aquí, vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.”
Entonces, y sólo hasta entonces, se ha de renovar el convenio con Israel.

Cuando los apóstoles preguntaron, diciendo: “Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo?” Él les contestó que no era de ellos saber los tiempos o las sazones que el Padre había puesto en su sola potestad. Mas ellos, después de ser investidos con poder de lo alto, darían testimonio de Él, etc. Como si les hubiese dicho: Esa obra no os corresponde realizar, sino que se hará en el debido tiempo del Señor por conducto de aquel a quien Él le plazca autorizar; mas vosotros haced la obra que os he encargado.

También Isaías, hablando de este convenio, dice que por ese medio la posteridad de ellos sería conocida entre los gentiles, “y sus renuevos en medio de los pueblos”; y haría que cuantos los mirasen los conocieran que eran “simiente bendita de Jehová”.

EL NUEVO CONVENIO HA DE SER POR REVELACIÓN.

Bien se sabe que solamente por medio de la revelación se puede determinar el asunto de si los aborígenes de América son de la posteridad de Jacob o no. Además, no se sabe con certeza dónde están las diez tribus o quiénes son; pero el nuevo convenio revelará estas cosas cuando se manifieste, y resolverá el asunto claramente. Entonces conoceremos su estirpe entre los gentiles y su descendencia entre los pueblos.
Cuán diferente, sin embargo, fue el efecto del convenio hecho hace mil novecientos años, es decir, en lo que concierne al efecto que surtió en Israel. Rechazó a los israelitas por su incredulidad, y ha causado que todos aquellos que los han visto o han sabido de ellos, desde esa época hasta la fecha, los conozcan como la descendencia que el Señor ha maldecido. Cuando sea renovado el convenio en los últimos días, el Señor los traerá “en vínculo de concierto”, manifestándose a ellos en persona.

Permítaseme preguntar: ¿De qué manera concierta Dios convenio con el pueblo en cualquier época? La respuesta es: Comunicando su voluntad a ellos por revelación efectiva; pues de no haberla, sería imposible hacer convenio entre dos partes. A fin de ilustrar esto, presentaremos un ejemplo. Ya sabemos cómo hacemos convenios unos con otros. Un joven, por ejemplo, desea hacer convenio de matrimonio con una señorita; pero si se le priva de toda oportunidad de anunciarle su parecer, si se impide toda comunicación directa entre ellos, jamás se efectuará el convenio. Así es con Dios Todopoderoso. Jamás estableció pacto con sus hijos sin revelaciones; y nunca podrá hacerlo. En una palabra, cuando hacía convenio con el pueblo, y se trataba de una nación entera, incluía en ese convenio el sacerdocio, oficios y autoridades, junto con las ordenanzas y bendiciones que corresponden a su convenio; y así lo hará en esta edad del mundo. Cuando sea establecido el nuevo convenio, se organizará el reino de Dios con todos sus oficios, ordenanzas, dones y bendiciones, como en los días antiguos; pero de esto hablaremos más cuando hagamos referencia al Reino de Dios.

FUE VIOLADO EL CONVENIO DE LOS DÍAS DE CRISTO.

“¿Y qué necesidad tenemos de renovar un convenio que jamás se ha traspasado?” pregunta el investigador. “Si el Señor estableció un pacto en los días de los apóstoles, llamado el Nuevo Pacto, ¿por qué se precisa renovar ese convenio, cuando está en pleno vigor, hasta que es violado por una de las dos partes?”

Esta es una interrogación importante, y en su resolución está envuelto el destino de toda la cristiandad. Conviene, pues, que tengamos cuidado de que la decisión sea perfectamente clara, y la evidencia fácil de entender. Nadie intentará negar que se estableció un pacto entre Dios y el pueblo en los días de Cristo y sus apóstoles; y si ese convenio nunca ha sido traspasado, debe estar en vigor hoy día y, por consiguiente, no hay necesidad de uno nuevo. Por tanto, nos resta demostrar que ese convenio ha sido quebrantado, y tan completamente, que no está en vigor ni entre los judíos ni los gentiles, y que ha perdido sus oficios, autoridades, poderes y bendiciones, al grado de que en ningún lugar se hallan entre los hombres. Para poder lograr esto, tendremos que investigar cuáles fueron sus oficios, autoridades, poderes y bendiciones, y entonces ver si todavía se conocen entre los hombres.

CONDICIONES DEL CONVENIO DEL EVANGELIO.

Leemos que sus oficios comprendían apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y doctores, todos inspirados y puestos en la Iglesia por el Señor mismo para la perfección de los santos, para la obra del ministerio, etc.; y debían continuar en la Iglesia, dondequiera que estuviese, hasta que todos llegaran a la unidad de la fe, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo.
En segundo lugar, los dones del Espíritu, que algunos llaman sobrenaturales, fueron poderes y bendiciones que formaron parte de ese convenio, dondequiera que existió, ora entre los judíos, ora entre los gentiles, mientras dicho convenio estuvo en vigor.

Quiero ahora preguntar a todo el mundo cristiano, o a cualquiera de sus sectas o partidos, si acaso tienen apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y doctores, inspirados de lo alto, y junto con éstos todos los dones y bendiciones del Espíritu Santo que pertenecían al convenio del evangelio. Si no los tienen, es porque se han perdido los oficios y poderes de ese convenio; y deben haberse perdido por motivo de la violación de dicho convenio, porque así fue como los judíos perdieron estos privilegios cuando fueron dados a los gentiles. También el apóstol Pablo amonestó a los gentiles, en el capítulo 11 de su Epístola a los Romanos, que si no perseveraban en la bondad de Dios, tendrían que caer, precisamente como había sucedido con los judíos que habían tropezado y caído antes de ellos.

Pero a fin de establecer, mediante pruebas adicionales, que el judío y el gentil, así como todo pueblo, han traspasado el evangelio a tal grado que ha quedado sin efecto, nos referiremos a las palabras que hallamos en los escritos del profeta Isaías:

“He aquí que Jehová vacía la tierra, y la desnuda, y trastorna su haz, y hace esparcir sus moradores. Y será como el pueblo, tal el sacerdote; como el siervo, tal su señor; como la criada, tal su señora; tal el que compra, como el que vende; tal el que da prestado, como el que toma prestado; tal el que da a logro, como el que lo recibe. Del todo será vaciada la tierra, y enteramente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra. Destruyóse, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se inficionó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y se disminuyeron los hombres.”

LA VIOLACIÓN DEL CONVENIO SEMPITERNO.

En estos versículos hallamos que la misma calamidad se cierne sobre el sacerdote y el pueblo, el rico y el pobre, el siervo y el señor, al grado de que todos serán consumidos, con excepción de unos pocos, y la causa es que la tierra se inficionó bajo sus moradores, “porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sempiterno”.

Esto no puede referirse a ninguna otra cosa sino al convenio, ordenanzas y leyes del evangelio que se estableció entre el pueblo en los días de los apóstoles, porque al tratarse de la violación de convenios anteriores, los habitantes de la tierra jamás han sido destruidos por fuego, es decir, todos, con excepción de unos pocos. Más esta destrucción se ha de llevar a cabo por fuego, tan literal como lo fue el diluvio en los días de Noé; y ha de consumir al sacerdote así como al pueblo, por haber traspasado el convenio del evangelio, con sus leyes y ordenanzas. Si esto no es así, debemos buscar una edición nueva de la Biblia que no contenga el capítulo 24 de Isaías.

EZEQUIEL PROFETIZA DEL RECOGIMIENTO DE ISRAEL.

Habiendo resuelto este asunto, se espera que comprendamos la necesidad de un convenio nuevo a fin de salvar a los pocos que no van a ser consumidos. De manera que dejaremos este asunto por lo pronto para volver al tema del recogimiento de Israel.
Se recomienda la lectura de los capítulos 36, 37, 38 y 39 de Ezequiel. En el 36 se descubrirá la promesa de que Israel ha de volver de todas las naciones a las que ha sido esparcido, y que será traído de nuevo al país que Dios concedió a sus padres. Jerusalén será habitada por multitud de hombres, y todas las ciudades desoladas de Judea han de ser reedificadas, cercadas y pobladas. La tierra será cercada, cultivada y sembrada, y entonces se dirá: “Esta tierra asolada fue como huerto de Edén.” “Y las gentes … sabrán que yo edifiqué las derribadas, y planté las asoladas; yo Jehová he hablado y harélo… así las ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy Jehová.”

En el capítulo 37 hallamos que, después de la visión sobre la resurrección de los muertos, el profeta habla de las dos naciones que llegarán a ser una sobre los montes de Israel; y agrega que un rey será a todos ellos por rey, y que nunca más serán divididos en dos pueblos cuando esto acontezca. Además, el tabernáculo del Señor estará con ellos, y su santuario se hallará en medio de ellos de allí en adelante. Él será su Dios para siempre, y ellos serán su pueblo. “Y sabrán las gentes que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario entre ellos para siempre.” Y es un hecho bien sabido que Judá y las diez tribus jamás han sido una nación sobre los montes de Israel, desde el día en que por primera vez se separaron en dos reinos.

SE VE LA MANO DEL SEÑOR EN EL RECOGIMIENTO.

Sin embargo, cuando esto acontezca, aún los paganos se darán cuenta de ello y se han de convertir al Dios verdadero, como sucedió con Ciro. Pues, si es como dicen, que los misioneros van a convertir al mundo antes que el Señor lleve a cabo esta grande obra, entonces le evitarán la molestia de hacerlo según su propia manera, y no habrá necesidad de cumplir las profecías; y será frustrada la palabra del Señor y todo el mundo se tornará a la incredulidad. Bien ha dicho el Señor: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos.”

Los capítulos 38 y 39 nos pintan un cuadro de muchas naciones unidas bajo un gran caudillo que el Señor se digna llamar Gog. Montadas a caballo y dispuestas con toda clase de armadura, suben contra los montes de Israel, “como nublado para cubrir la tierra,” con objeto de tomar presa, quitar plata y oro, ganados y posesiones en abundancia.

Es un acontecimiento que se ha de verificar después del regreso de los judíos y la reconstrucción de Jerusalén, mientras las aldeas y el país de Judea se hallen sin muros, y sin cerrojos o puertas. Mas estando a punto de devorar a los judíos y asolar el país, he aquí, se encenderá la ira del Señor y causará gran temblor sobre la tierra de Israel. Entonces los peces del mar, las aves del aire, y todo lo que se arrastra sobre la tierra, y todos los hombres temblarán delante de Él; y todo muro se desplomará, y la espada de cada cual será contra su prójimo en este ejército; y el Señor hará llover sobre él y sobre sus compañías y los muchos pueblos que estén con él, aguaceros inundadores, granizo, fuego y azufre. Y así Él se hará grande y se santificará a los ojos de muchas naciones, y sabrán que es el Señor. Así caerán sobre la faz del campo y sobre los montes de Israel Gog y todo su ejército, caballos y jinetes; y saldrán los judíos y juntarán las armas de guerra, sus escudos, paveses, arcos y flechas, y harán lumbre con ellas por siete años, de modo que no tendrán que cortar leña en los bosques porque con las armas harán lumbre; y despojarán a los que los despojaron, y saquearán a los que los saquearon, y recogerán oro, plata y bienes en gran abundancia.

EL SEÑOR SERÁ CONOCIDO EL DÍA DEL RECOGIMIENTO.

En ese día las aves del aire y las bestias del campo festejarán, pues han de comer hasta hartarse, y beber sangre hasta emborracharse. Comerán carne de capitanes y reyes, de valientes y todo hombre de guerra. Los judíos, sin embargo, tendrán por delante un deber muy importante que cumplir, a saber, enterrar los cuerpos de sus enemigos. Escogerán un sitio al oriente del mar llamado el valle de los que pasan, y allí sepultarán a Gog y toda su multitud; y será llamado el Valle de Hamon-gog. Y así purificarán la tierra.

“Y pondré mi gloria entre las gentes, y todas las gentes verán mi juicio que habré hecho, y mi mano que sobre ellos puse. Y de aquel día en adelante sabrá la casa de Israel que yo soy Jehová su Dios. Y sabrán las gentes que la casa de Israel fue llevada cautiva por su pecado; por cuanto se rebelaron contra mí, y yo escondí de ellos mi rostro, y los entregué en mano de sus enemigos, y cayeron todos a cuchillo. Conforme a su inmundicia y conforme a sus rebeliones hice con ellos: y de ellos escondí mi rostro. Por tanto, así ha dicho el Señor Jehová: Ahora volveré la cautividad de Jacob, y tendré misericordia de toda la casa de Israel, y celaré por mi santo nombre.

“Y ellos sentirán su vergüenza, y toda su rebelión con que prevaricaron contra mí, cuando habitaren en su tierra seguramente, y no habrá quien los espante; cuando los volveré de los pueblos, y los juntaré de las tierras de sus enemigos, y fuere santificado en ellos a los ojos de muchas gentes. Y sabrán que yo soy Jehová su Dios cuando después de haberlos hecho pasar a las gentes, los juntaré sobre su tierra, sin dejar más allá ninguno de ellos. Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor Jehová.”

¿POR QUÉ NO SE ENTIENDEN LAS PROFECÍAS?.

En los pasajes anteriores nos es revelado que las naciones paganas sabrán que la casa de Israel fue llevada cautiva por motivo de sus iniquidades, y que la mano de Dios ha de recogerlos nuevamente después de haber sido avergonzados por todas sus maldades. La casa de Israel sabrá que fue el Señor su Dios quien causó que fuesen llevados cautivos entre las naciones, y que Él fue quien los recogió y defendió; y nunca más esconderá de ellos su faz, sino que derramará su Espíritu sobre ellos.

¡Oh generación ciega, de dura cerviz y corazón incircunciso! ¿Por qué, si la Biblia circula entre todas las naciones, tienen éstas que ser tan ciegas que cumplirán esta profecía, y no lo sabrán hasta que descienda la destrucción sobre sus cabezas? ¿Cuál es la causa de toda esta ceguedad? La culpa es de los maestros falsos que les dicen que se precisa espiritualizar la Biblia. Otros declaran que estas profecías no se han de entender sino hasta cuando se cumplan. Si así ha de ser, entonces jamás podremos escapar los juicios que en ellas se decretan, sino que debemos continuar como hijos de las tinieblas hasta que dichos juicios nos sobrevengan inesperadamente, y nos destruyan de sobre la faz de la tierra.

¿Dónde, pues, estará el consuelo de volver la mirada hacia atrás para verlas cumplidas? Mas bendito sea Dios, que por boca de Daniel nos ha dicho que pasarán muchos y la ciencia se ha de multiplicar, y que los entendidos han de comprender, mas ninguno de los impíos entenderá. Y ahora desearía preguntar: ¿Quiénes son más inicuos que los guías de ciegos, guías deliberadamente cerrados de ojos que nos declaran que no podemos entender las Escrituras?

“EL DÍA DEL SEÑOR VIENE”.

En el capítulo 14 de Zacarías, este profeta nos revela mucho concerniente a la gran batalla y destrucción de las naciones que han de luchar contra Jerusalén, y nos ha expresado en palabras bien claras que el Señor vendrá en el momento preciso de la ruina de sus ejércitos, justamente cuando estén para vencer a toda Jerusalén, y tengan ya la mitad de la ciudad en sus manos y estén saqueando sus casas y forzando a sus mujeres.

Entonces, he aquí, el Mesías, tan largamente esperado, aparecerá repentinamente y se pondrá de pie sobre el monte de los Olivos, al oriente de Jerusalén, para pelear con aquellas naciones y librar a los judíos. Zacarías declara que el monte se partirá en dos, de oriente a poniente, y que la mitad del monte se apartará al norte y la otra mitad al sur. De este modo se formará un valle muy grande al cual huirán los judíos para librarse de sus enemigos, como huyeron del terremoto en la época de Uzzías, rey de Judá, mientras desciende el Señor y todos sus santos con Él.

Entonces verán los judíos a ese Mesías que por tan largos siglos habían esperado, y lo verán venir con gran poder para rescatarlos, precisamente como habían esperado verlo. Destruirá a sus enemigos y los librará de su angustia, justamente en el momento de su mayor confusión, y cuando estén a punto de ser devorados por sus enemigos. ¡Pero cuál será su asombro cuando lleguen a los pies de su Libertador para reconocerlo como su Mesías! Descubrirán las heridas que en un tiempo recibió en sus manos, pies y costado; y al interrogar la causa de ellas, conocerán a Jesús de Nazaret, el Rey de los Judíos, el Varón por tan largo tiempo despreciado.
Bien dijo el profeta que habrá gran llanto, y que cada linaje lamentará por sí y sus mujeres por sí. Pero, alabado sea Dios, cesarán sus lamentos porque Él perdonará sus pecados y los limpiará de sus impurezas. Jerusalén será una ciudad santa desde allí en adelante, y toda la tierra se tornará como valle desde Gabaa hasta Rimmón, y la ciudad será enaltecida y habitada en su antiguo sitio. “Y morarán en ella, y nunca más será anatema… Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.”

DESTRUCCIONES AL TIEMPO DE LA SEGUNDA VENIDA.

Juan el Revelador nos da muchos otros detalles relacionados con este mismo acontecimiento en el capítulo 11 de su Apocalipsis. Nos informa que después de ser reconstruida la ciudad y el templo por los judíos, vendrán los gentiles y hollarán la ciudad cuarenta y dos meses, y que durante ese tiempo habrá dos profetas que no cesarán de predicar y obrar milagros.

Parece que los ejércitos de los gentiles serán impedidos de vencer y destruir la ciudad por completo mientras estén ministrando estos dos profetas. Pero después de una lucha de tres años y medio, al fin lograrán destruir a estos dos profetas, y se apoderarán de gran parte de la ciudad; se enviarán regalos los unos a los otros por la muerte de los dos profetas y, mientras tanto, no permitirán que sean sepultados los cadáveres, sino que los dejarán tirados en las calles de Jerusalén tres días y medio para que vean sus cuerpos muertos las multitudes de los gentiles, compuestas de muchas familias, lenguas y naciones, que andarán por la ciudad saqueando a los judíos.

Después de tres días y medio, el espíritu de vida, venido de Dios, repentinamente entrará en ellos. Se levantarán, se pondrán de pie y un gran temor se apoderará de todos cuantos los vieren. Y entonces oirán una voz del cielo que les dirá: “Subid acá.” Y subirán al cielo en una nube, viéndolos sus enemigos.

Luego de la descripción de estas cosas, sigue el terremoto al que se refiere Ezequiel, y la división del monte de los Olivos profetizado por Zacarías. Dice S. Juan: “Y en aquella hora fue hecho gran temblor de tierra, y la décima parte de la ciudad cayó, y fueron muertos en el temblor de tierra un número de siete mil hombres.” Entonces viene la escena en que se oye el son de voces que proclaman: “Los reinos del mundo han venido a ser los reinos de nuestro Señor, y de su Cristo: y reinará para siempre jamás.”

Habiendo hecho un resumen de la descripción de estos grandes acontecimientos anunciados por los profetas, quisiera tan solamente decir que no es difícil entender que estas cosas tendrán un cumplimiento perfectamente claro y literal.

ACONTECIMIENTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS.

Baste decir que los judíos volverán a su patria y reedificarán Jerusalén. Las naciones se congregarán para combatirlos; sus ejércitos circundarán la ciudad y más o menos la tendrán bajo su dominio durante tres años y medio. Dos profetas judíos, por medio de sus grandes milagros, impedirán que los judíos sean vencidos por completo. Por fin serán muertos los dos profetas, y la ciudad quedará casi totalmente a merced de sus enemigos durante tres días y medio, al final de los cuales los dos profetas se levantarán de los muertos y ascenderán al cielo.

Vendrá el Mesías, hará temblar la tierra, destruirá los ejércitos de los gentiles, librará a los judíos, purificará Jerusalén, quitará toda injusticia de la tierra, levantará a sus santos de entre los muertos y los traerá con Él para iniciar su reinado de mil años. Durante ese tiempo se derramará su Espíritu sobre toda carne: los hombres y las bestias, las aves y las serpientes se tornarán completamente inofensivas, y la paz, el conocimiento y la gloria de Dios cubrirán la tierra como las aguas cubren el mar; y el reino y la grandeza del reino bajo todos los cielos serán dados a los santos del Altísimo.

Satanás estará atado durante estos mil años, y no tendrá poder para tentar a los hijos de los hombres. Y la tierra misma se verá libre del anatema que vino sobre ella por motivo de la caída. Los lugares ásperos se volverán llanos, y los estériles desiertos se tornarán fructíferos; las montañas serán arrasadas y los valles exaltados; no habrá más espinas ni abrojos, sino que la tierra dará de su abundancia a los santos de Dios.
Terminados los mil años, Satanás será suelto y saldrá para engañar a las naciones que se hallan sobre los cuatro ángulos de la tierra, a fin de congregarlos para la batalla y traerlos contra el campo de los santos. Entonces se verificará la grande y última lucha entre Dios y Satanás, en la que se disputarán el dominio de la tierra; y Satanás y sus huestes serán vencidos.

Después de estas grandes cosas vendrán el fin de la tierra, la resurrección de los inicuos y el juicio final. Y habrá nueva tierra y nuevos cielos, porque los primeros habrán pasado ya, es decir, serán cambiados de un estado temporal a eterno, y serán preparados para ser morada digna de seres inmortales.

LOS MANSOS HEREDARÁN LA TIERRA.

Entonces vendrá de Dios la Jerusalén, y bajará del cielo después de ser renovada, junto con la tierra y los cielos. Pues Él dijo que haría nuevas todas las cosas. Esta ciudad nueva, establecida sobre la tierra nueva, en medio de la cual estarán Dios y el Cordero, parece que va a ser la morada eterna del hombre. De modo que después de todo nuestro anhelo de hallar un sitio más allá de los límites del tiempo y del espacio, como dijo el poeta, al fin se nos hará volver en nosotros mismos, y entonces entenderemos que el hombre está destinado a heredar para siempre este mismo planeta sobre el que fue creado en el principio, y el cual será redimido, santificado, renovado, purificado y preparado como herencia perpetua para los herederos de la inmortalidad y la vida eterna. Su capital será la ciudad santa, y en medio de ella el trono de Dios, la cabecera del gobierno. Del trono de Jehová saldrán arroyos de aguas de vida, resplandecientes como el cristal, para regarla, y la una y la otra parte del río estarán adornadas con árboles de belleza imperecedera.

“Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad.”

Quizá ahora empezamos a comprender el significado de las palabras del Salvador: “Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.” Y también el cántico que Juan oyó en el cielo, que terminó diciendo: “Y reinaremos sobre la tierra.”

Vamos a suponer que sois arrebatados al cielo para estar allí con los redimidos de toda nación, tribu, lengua y pueblo. Al unir vuestras voces a las de ellos en sus himnos, os llenáis de asombro: todo el cielo se llena de gozo mientras tañen la lira inmortal con la feliz expectación de reinar algún día en la tierra: el planeta que hoy se halla bajo el dominio de Satanás, habitación de miseria y desdicha, del cual vuestro espíritu gozosamente ha salido y se ha despedido, según suponéis, para siempre. En vuestro asombro quizá preguntaréis: “¿Por qué es que jamás oímos este cantar entre las iglesias que estaban sobre la tierra?” Y la respuesta será que fue porque vivisteis en la tierra en una época en que la gente no entendía las Escrituras.

ESTA TIERRA SERÁ NUESTRO CIELO.

Abraham os dirá que deberíais de haber leído la promesa que recibió de Dios, en Génesis 17:8, en la que no sólo se le prometió que su posteridad heredaría la tierra de Canaán perpetuamente, sino que él también.
También deberíais haber leído el testimonio de Esteban, en los Hechos 7:5, donde os habríais enterado de que Abraham no había heredado las cosas que le fueron prometidas, mas todavía esperaba ser resucitado de los muertos y conducido a la tierra de Canaán con objeto de heredarlas.

Sí — dirá Ezequiel — si hubieseis leído el capítulo 37 de mis profecías, habríais hallado una promesa definitiva de que Dios iba a abrir las sepulturas de todos los de la casa de Israel, y juntar sus huesos secos, y restaurarlos, cada cual a su propio lugar; y aun los cubrirá de carne, nervios y piel, y pondrá su Espíritu en ellos para que vivan; y entonces, en lugar de ser arrebatados hasta el cielo, serán conducidos a la tierra de Canaán, la cual el Señor les dio, y la heredarán.

En vuestro asombro quizá os volveréis a Job, y éste, maravillado de que hubiese personas que ignorasen tan palpable asunto, declarará: ¿No leísteis jamás en el capítulo 19 de mi libro, versículos 23 al 27, donde expresé el deseo de que se pudiesen escribir en un libro mis palabras concernientes a que mi Redentor se levantará sobre el polvo, y que yo lo he de ver en mi carne, por mí y no otro, aunque mi cuerpo sea deshecho?
Aun David, el dulce cantor de Israel, os llamaría la atención a su Salmo 37, en el que repetidas veces declara que los mansos heredarán la tierra para siempre, después que los impíos sean talados. Y finalmente, para dejar definitivamente resuelto el asunto, llegaría a vuestros oídos la voz del Salvador, que en su Sermón del Monte declaró enfáticamente: “Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.”

A estas observaciones tal vez contestaréis: “Ciertamente he leído estos pasajes, pero siempre se me enseñó a creer que no daban a entender eso, y por tanto, no los pude comprender sino hasta ahora. Permítaseme ir y comunicar al pueblo las maravillas que se han desplegado ante mi vista, tan solamente por haber oído un breve cántico. Es verdad que mientras estuve en la tierra oí mucho acerca de las glorias celestes, pero jamás se me ocurrió pensar que se regocijarían esperando volver a la tierra.”

A lo que el Salvador dirá: “A Moisés y a los profetas tienen… Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos.”

LA INAUGURACIÓN DEL MILENIO.

Volvamos ahora al asunto de la venida del Mesías, y el principio de ese día glorioso llamado el Milenio o descanso de mil años. Del campo de la profecía, por el cual acabamos de pasar, recogeremos: (1) que ese día glorioso se iniciará mediante la venida personal de Cristo y la resurrección de todos los santos; (2) que todos los malvados serán extirpados de la tierra por los poderosos juicios de Dios, y por fuego, al tiempo de su venida, de modo que la tierra será purgada de sus perversos habitantes por fuego, como en otro tiempo lo fue por agua. Esta quema comprenderá a los sacerdotes así como al pueblo, y solamente unos pocos no serán consumidos.

Esta consumación se aplica con más particularidad a la iglesia caída, que a los paganos y judíos que hoy trata de convertir. ¡Ay de vosotros, gentiles, que os hacéis llamar el pueblo del Señor, mas habéis anulado la ley de Dios con vuestras tradiciones! ¡En vano llamáis, Señor, Señor, y no hacéis las cosas que Jesús manda; en vano lo adoráis, enseñando como doctrinas los mandamientos de los hombres! He aquí, la espada de la venganza se cierne sobre vuestra cabeza, y a menos que os arrepintáis, caerá sobre vosotros; y en aquel día será más tolerable el castigo a los judíos y paganos, que a vosotros.

He aquí, os engreís creyendo que el día glorioso de que hablaron los profetas se inaugurará a causa de vuestras invenciones modernas, y por medio de proyectos realizados a fuerza de dinero, e ideados con objeto de convertir a los judíos y paganos a los varios principios sectarios que hoy existen entre vosotros; y habiendo hecho esto, esperáis ver un milenio según el deseo de vuestros corazones. Mas ni los judíos ni los paganos serán convertidos, como nación, a ningún otro plan sino el que se encuentra en la Biblia para la restauración de Israel; y vosotros estáis obrando de acuerdo con un convenio violado y rápidamente os estáis madurando para el fuego.

No porque os declaro la verdad me tengáis por enemigo, porque Dios es mi testigo de que amo vuestras almas lo suficiente para ocultar de vosotros verdad alguna, por dura que parezca ser. Las heridas de un amigo son mejores que los besos de un enemigo.

LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS.

En lo que concierne a las señales de los tiempos, frecuentemente surge la pregunta: “¿Cuándo será esto? ¿y qué señal habrá, cuando estas cosas hayan de comenzar a ser hechas?” Muchas veces se me ha preguntado si estas cosas están próximas. Voy, pues, a declararos todo, para que podáis saber por vosotros mismos cuándo estarán cerca, sí, a la puerta; y así no tendréis que depender del conocimiento de otros.

He aquí, veis el manzano y los demás árboles, y cuando empiezan a cubrirse de hojas sabéis de vosotros mismos que el verano está próximo. Así también, cuando viereis grandes terremotos, hambre, pestilencia y plagas de todas clases; el mar que se precipita más allá de sus límites, y todas las cosas en conmoción; las naciones afligidas con perplejidades; el corazón de los hombres desfalleciendo de temor y de ver las cosas que están aconteciendo sobre la tierra; cuando veáis señales arriba en el cielo y en la tierra abajo, sangre, humo y vapor de oscuridad, el sol que se torna en tinieblas, la luna en sangre y las estrellas que son arrojadas de sus órbitas; cuando veáis que los judíos vuelven a Jerusalén y que los ejércitos de las naciones se juntan contra ellos para combatirlos, podréis saber vosotros, con un conocimiento perfecto, que la venida de Cristo está cerca, sí, a las puertas. “De cierto os digo, que no pasará esta generación, que todas estas cosas no acontezcan.”

El cielo y la tierra pasarán, pero ni una palabra de todo lo que el Señor ha hablado por boca de todos sus santos profetas y apóstoles quedará sin cumplirse. El que quiera fijarse en las palabras de los profetas y en los dichos de Jesucristo sobre este asunto, quedará convencido de que todas las señales a que he hecho referencia claramente han sido designadas como las señales de su venida.

CONDENACIÓN POR RECHAZAR ESTAS VERDADES.

Sin embargo, a pesar de hallarse escritas todas estas cosas, su venida cogerá al mundo de sorpresa, como sucedió con el diluvio en los días de Noé. La razón será que no querrán entender a los profetas. No sufrirán la sana doctrina; sus oídos se apartarán de la verdad y se volverán a las fábulas, por causa de los falsos maestros y los preceptos de los hombres. Peor todavía, cuando Dios les envíe hombres con el nuevo y sempiterno convenio, revestidos de valor para testificar de la verdad, los tratarán como las iglesias caídas han tratado a los siervos de Dios antes de ellos. Cada iglesia se aferrará a su propio criterio, y unidamente dirán: “No hay necesidad de estas cosas nuevas, el modo viejo es el mejor.”

Gracias a Dios que hay individuos en todas las sectas que humildemente están buscando la verdad, que reconocerán la voz de la verdad, y que serán recogidos y establecidos en el nuevo y sempiterno convenio; y serán adoptados en la familia de Israel, y recogidos con ellos, y participarán del mismo convenio de la promesa.

Sí, como dice Jeremías en el capítulo 16 de sus profecías: “A ti vendrán gentes desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.”

Pero así como los judíos pasaron por alto el primer advenimiento de Cristo, no entendiendo las profecías y fijando todas sus esperanzas en su gloriosa venida en los últimos días, para restaurar el reino a Israel y vengarlos de sus enemigos, y por este error fueron quebrantados y esparcidos, en igual manera los gentiles dejarán pasar inadvertidas las profecías relativas a su segunda venida, confundiéndolas con el juicio final que no se ha de verificar sino hasta más de mil años después. Y este error fatal, en lugar de ser la causa de que los gentiles sean quebrantados y esparcidos, lo será de que sean reducidos a polvo.

PREPARAOS PARA COMPARECER ANTE VUESTRO DIOS.

¡Oh, mis hermanos según la carne, mi alma llora por vosotros! Si mi voz fuera como el son de la trompeta, proclamaría: ¡Despertad, despertad, y levantaos de vuestro sueño, porque se ha cumplido el tiempo, vuestra destrucción está a las puertas! “Porque consumación y acabamiento sobre toda la tierra he oído del Señor Jehová de los ejércitos.” ¡Preparaos para comparecer delante de vuestro Dios! Por otra parte: ¡Despierta, oh Casa de Israel, y levanta la cabeza, porque tu redención está cerca! ¡Sí, ve, sal de aquí, recógete de tu larga dispersión, reedifica tus ciudades; sí, sal de entre las naciones, de un cabo de los cielos hasta el otro; mas no sea tu huida con precipitación, porque el Señor irá delante de ti, y el Dios de Israel será tu galardón!

Por último, quisiera decir a todos, al judío así como al gentil: Arrepentíos, arrepentíos, porque el gran día del Señor está próximo; “porque si yo, que soy hombre, alzo mi voz y os llamo al arrepentimiento, y me odiáis, ¿qué diréis cuando venga el día en que los truenos emitirán sus voces desde los extremos de la tierra, hablando a los oídos de todos los vivientes, diciendo: Arrepentíos y preparaos para el gran día del Señor? ¿Y cuando los relámpagos resplandecerán desde el este hasta el oeste, y lanzarán sus voces a todos los vivientes, haciendo zumbar los oídos de todos los que escuchen, diciendo estas palabras: Arrepentíos, porque el gran día del Señor ha venido? Y además, el Señor emitirá su voz desde los cielos, diciendo: ¡Escuchad, oh naciones de la tierra, y oíd las palabras de ese Dios que os hizo!

“¡Oh, vosotras, naciones de la tierra, cuántas veces os hubiera juntado como la gallina junta a sus pollos debajo de sus alas, mas no quisisteis! ¡Cuántas veces os he llamado por la boca de mis siervos, y por la ministración de ángeles, y por mi propia voz, y por la de los truenos, y la de los relámpagos, y de las tempestades; por la voz de terremotos y grandes granizadas, y la de hambres y pestilencias de todas clases; por el gran sonido de trompeta, y por la voz del juicio, y la de misericordia, todo el día; y por la voz de gloria, y honra, y las riquezas de la eternidad, y os hubiera salvado con una salvación eterna, mas no quisisteis! He aquí, el día ha llegado en que la copa de la ira de mi indignación está llena.”

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