Una Voz de Amonestación

Capítulo 4

DEL LIBRO DE MORMÓN


EL ORIGEN DE LOS INDIOS AMERICANOS, ETC.

¡Lejos de aquí, oh lúgubre visión!
La musa hallado ha más noble inspiración.
Su lira nuevas glorias cantará
Que el mundo con asombro mirará.
¡Ved! de los cielos baja en potestad
Un ángel, con la luz de la verdad;
De nuevo el evangelio va a impartir,
Su plenitud al hombre restituir.
La tierra obediente rinde ya.
La historia ocultada siglos ha.
El sabio, confundido, enmudeció.
El arrogante, de temor tembló.
En vano es combatida la verdad
Por religiosos llenos de maldad,
Sus artificios mil fracasarán;
Los hombres la verdad tendrán que oír,
De las tinieblas a la luz salir.

LOS SACERDOTES ASALARIADOS COMBATEN LA VERDAD.

Mientras la oscuridad cubría la tierra y densas nieblas a sus habitantes, todo hombre andaba por su propio camino buscando la manera de sacar provecho. El Señor había guardado el silencio por mucho tiempo, y el pueblo se hacía la ilusión de que la voz de la inspiración no volvería a resonar en los oídos de los mortales para perturbarlos o molestarlos en sus carreras de pecado. Unos pocos, sin embargo, esperaban el consuelo de Israel y clamaban a Dios que llegara el día anhelado en el que volaría un ángel por en medio del cielo, trayendo el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra.

¡De pronto se oye una voz en el desierto; llega una proclamación a los oídos de los mortales y se oye un testimonio entre ellos que penetra lo más recóndito de sus corazones! Inmediatamente, los paganos empiezan a encolerizarse, y el pueblo se imagina cosa vana; los ministros, con voz amonestadora, gritan: ¡Impostores, falsos profetas, cuidad de los engaños, etc.! Y los profesores de religión, el borracho, el blasfemo, el instruido y el ignorante no tardan en aprenderse el clamor, y en servirle de eco.

De manera que repercute desde un extremo del país hasta el otro por mucho tiempo, y si por fortuna alguno conserva la calma y pregunta francamente: “¿Qué pasa?”, la respuesta que recibe es la siguiente: “Nosotros mismos no sabemos muy bien de lo que se trata; pero baste decir que han aparecido unos individuos que, a semejanza de S. Pablo, testifican del ministerio de ángeles, o alguna revelación o inspiración, como si en esta época de alumbramiento fuese a volver a la tierra la religión de los días antiguos y la fe que en un tiempo tuvieron los santos; por tanto, no sólo corren peligro nuestros artificios, sino que probablemente se hablará contra nuestros sistemas modernos de religión, que se basan en la sabiduría y ciencia de hombres que carecen de inspiración directa, y de este modo llegará a ser despreciada su magnificencia, que todo el mundo actualmente adora.”

Y de nuevo todos gritan en alta voz, diciendo: “¡Grande es la sabiduría del hombre; grandes son los sistemas de la teología moderna; grande la prudencia de los sacerdotes sin inspiración que vienen entre nosotros con facilidad de palabra y con la ciencia de los hombres, resueltos a no saber otra cosa entre nosotros, sino sus propias opiniones y credos!

“Sus palabras y predicaciones son según las palabras halagadoras del conocimiento de los hombres, no con la demostración del Espíritu y del poder, porque eso ya dejó de ser, pues ha de fundarse nuestra fe no en el poder de Dios, sino en la sabiduría del hombre.”

CONFUSIÓN PALPABLE ENTRE LOS CRÍTICOS DEL LIBRO DE MORMÓN.

En medio del estruendo, clamor y prejuicio de un mundo contrario, es difícil lograr que la gente entienda los hechos relacionados con uno de los asuntos más importantes que jamás se han presentado para la consideración del género humano.

El Libro de Mormón quizá ha sido menos entendido y más malinterpretado por el mundo en general que cualquier otra publicación que ha salido a la luz.

Todos los países se han visto inundados, por decirlo así, de publicaciones contra dicho libro, muchas de ellas escritas por personas que jamás han visto el libro, o por aquellos que solamente han examinado una o dos páginas, o han ojeado el libro con prejuicio y la determinación de hallar faltas en él.

Algunos lo han pintado como un romance; otros, como una Biblia nueva que tiene por objeto reemplazar la Biblia o eliminarla por completo. Mientras que, por una parte, no ha faltado quien haya dicho que es un “disparate” que no vale la pena leer, otros lo han declarado la obra literaria más ingeniosa que jamás se ha escrito.

Ha sido criticado por ser tan semejante a la Biblia y por concordar tanto con ella; por otra parte, algunos lo condenan por no ser como la Biblia y por no estar de acuerdo con ella. Mientras que unos lo denuncian por ser notoriamente corrupto, inmoral y blasfemo en sus principios, otros lo han condenado por ser tan excesivamente puro y moral en sus principios, que sólo tiene por objeto engañar.

Un ministro, particularmente, en un folleto de sesenta páginas sobre este libro, lo condena por ser una “mezcla extraña de fe y obras, de la misericordia de Dios y la obediencia de sus criaturas”. Algunas personas literarias han dicho que es demasiado antiguo en cuanto a su estilo, idioma y temas, y así da testimonio interno de su propia antigüedad; y otros lo han censurado por tener todas las trazas de un producto moderno.

Mientras que unos han dicho que no contiene ninguna profecía clara sobre lo futuro, cuyo cumplimiento o falta de cumplimiento podría servir como norma para juzgar sus méritos proféticos, otros han citado extensamente de sus profecías más claras y precisas, relacionadas con circunstancias que están a punto de verificarse, y lo han condenado por motivo de su claridad.

En medio de estas declaraciones contrarias, se destaca nuestro deber de mostrar, hasta donde sea posible, lo que realmente es el Libro de Mormón.

¿QUÉ ES EL LIBRO DE MORMÓN?

Cuando el Señor confundió las lenguas en Babel, sacó de allí a una colonia y la condujo al continente occidental, que hoy se conoce como América. Esta colonia, después de haber cruzado el océano en ocho barcos, se estableció en el país, y con el transcurso del tiempo llegó a ser una nación muy grande que vivió en América por más o menos mil quinientos años. Fueron, por fin, destruidos a causa de sus iniquidades, aproximadamente seiscientos años antes de Cristo. Un profeta llamado Éter escribió su historia e hizo un relato de su destrucción.

Éter vivió hasta presenciar su completa destrucción, y escondió sus anales donde más tarde los halló una colonia de israelitas que vinieron de Jerusalén seiscientos años antes de Cristo y repoblaron las Américas. Esta última colonia se componía de descendientes de la tribu de José. Crecieron y se multiplicaron, y por último, de ellos se desprendieron dos grandes naciones. Una de ellas fue la de los nefitas, por ser Nefi su fundador; la otra se llamó lamanitas, porque el nombre de uno de sus jefes fue Lamán.

Los lamanitas llegaron a ser un pueblo errante, de cutis oscuro, de quienes son un resto los indios de las Américas. Los nefitas fueron una nación esclarecida y civilizada, que el Señor favoreció altamente. Tuvieron entre ellos visiones, el ministerio de ángeles y el don de la profecía de generación en generación, y por último fueron bendecidos con la aparición personal de Jesucristo después de su resurrección. De Él recibieron la doctrina del evangelio y el conocimiento de lo futuro a través de las generaciones subsiguientes. Pero después de recibir todas estas bendiciones y privilegios que les fueron conferidos, cayeron en una iniquidad terrible durante el tercer y cuarto siglo de la era cristiana, y por último fueron destruidos por los lamanitas. Esta destrucción ocurrió unos cuatrocientos años después de Cristo.

¿QUIÉN ERA MORMÓN?

Mormón vivió en esa época; era nefita y profeta de Dios. Mandado por el Señor, hizo un compendio de los anales sagrados que contenían la historia de sus antepasados, y las profecías y el evangelio que habían sido revelados entre ellos. A éstas añadió la historia de lo que ocurrió en sus días, además de la destrucción de su pueblo.

Antes de su muerte, la historia compendiada quedó en manos de su hijo Moroni, quien la continuó hasta el año 421 después de Cristo. Por esa época, depositó los anales cuidadosamente en la tierra, en un cerro que entonces se llamaba Cumora, el cual actualmente está situado en el Distrito de Ontario, municipio de Mánchester, Estado de Nueva York. Lo hizo así a fin de protegerlos de los lamanitas, que habían conquistado el país y procuraban destruir todos los anales que pertenecían a los nefitas. Esta historia quedó escondida o sellada desde el año 421 hasta el 22 de septiembre de 1823, fecha en que la descubrió José Smith, hijo, quien fue dirigido por un ángel del Señor al sitio donde se hallaba depositada.

¿FUERON ENTERRADAS LAS PLANCHAS DE MORMÓN?

La siguiente narración del descubrimiento y traducción de los anales de referencia ha salido de la pluma de Orson Pratt:

“A qué profundidad enterró Moroni estos anales, no estoy en posición de determinar; pero al tomarse en cuenta el hecho de que habían estado unos mil cuatrocientos años sepultados, y en una cuesta muy pendiente del cerro, no puede uno sino concluir que debe haber sido a una hondura apreciable, porque la tierra naturalmente se iría desgastando durante ese tiempo. Sin embargo, por hallarse cerca de la cima, quizá no llegaba a dos terceras partes de la tierra que se había deslavado. Otra circunstancia probable que también debe haber evitado que se desgastase la tierra fue que el cerro quedó cubierto de árboles después de la destrucción de los nefitas, y sus raíces deben haber detenido la tierra. Sin embargo, sobre este punto, cada cual puede sacar sus propias conclusiones y formarse sus propias especulaciones.

“Baste decir que se hizo una excavación de profundidad suficiente, en el fondo de la cual se colocó una piedra de tamaño adecuado, cuya superficie superior era lisa. En cada uno de sus extremos se puso una amplia cantidad de cemento, y en éste, por los cuatro lados de dicha losa, se colocaron verticalmente otras cuatro piedras, para que descansaran sobre la que servía de fondo. Con estas últimas cuatro se formó una caja, y donde los extremos de éstas daban una con otra, también las unieron firmemente con cemento, para que no pudiera penetrar la humedad. Cabe aquí notar que la superficie interior de estas cuatro piedras que servían de lados a la caja también era lisa.

“Esta caja era de tamaño suficiente para dar cabida a un peto, como el que los antiguos usaban para protegerse el pecho de las flechas y armas de sus enemigos. Del fondo de la caja, o del peto, se levantaban tres columnas pequeñas, compuestas de la misma clase de cemento que se había usado en los extremos; y sobre estas tres columnas descansaban los anales… Esta caja, que contenía la historia, tenía por tapa otra piedra, lisa por el lado de adentro y redonda por la parte exterior.

“Cuando por primera vez la vio José Smith, la mañana del 22 de septiembre de 1823, se podía distinguir parte de la piedra sobre la superficie del suelo, mientras que las orillas estaban cubiertas de tierra. Por esto se podrá ver que no importa a qué profundidad Moroni había enterrado esta caja al principio, ya había pasado el tiempo suficiente para desgastar la tierra a tal grado que fácilmente podría descubrirla cualquiera que fuese dirigido al lugar; y a la vez, no tanto así que llamara la atención a quien pasara por allí. Después de llegar al sitio donde se hallaba, con tan sólo remover la tierra que cubría las orillas, y tras un ligero esfuerzo para levantar la tapa, su contenido quedó manifestado a sus ojos.”

MORONI INSTRUYE A JOSÉ SMITH.

“Mientras veía y contemplaba aquel tesoro sagrado con asombro y espanto, he aquí, el ángel del Señor, que previamente lo había visitado, de nuevo le apareció. Su alma quedó iluminada como en la noche anterior. Fue lleno del Espíritu Santo, los cielos fueron abiertos y la gloria del Señor brilló alrededor y descansó sobre él.

“En medio de su contemplación y admiración, el ángel le dijo: ¡Mira! Y mientras hablaba el mensajero celestial, José Smith vio al Príncipe de las Tinieblas, rodeado de sus innumerables huestes. Todo aquello se desplegó a su visión, y el ángel le declaró: ‘Todo esto te es mostrado, lo bueno y lo malo, lo santo y lo impuro, la gloria de Dios y los poderes de las tinieblas, para que de aquí en adelante conozcas los dos poderes, y nunca te dejes vencer por aquel inicuo. He aquí, lo que impulsa y conduce a lo bueno, y a hacer lo bueno, es de Dios; y lo que no, es del inicuo. Es éste el que llena el corazón de los hombres de maldad para que anden entre tinieblas y blasfemen a Dios; y así sabrás de hoy en adelante que sus vías llevan a la destrucción, mas el camino de la santidad es paz y sosiego.

“ ‘Ahora ves por qué no pudiste obtener estos anales; que el mandamiento es estricto, y que si se han de obtener estas cosas sagradas, será por la oración y por obedecer fielmente al Señor. No se han depositado aquí con objeto de acumular ganancias y riquezas, y granjearse la gloria de este mundo. Fueron selladas por el Poder de la fe, y por motivo del conocimiento que encierran, no tienen valor alguno a los hijos de los hombres, sino para su instrucción.

“ ‘En ellas está contenida la plenitud del evangelio de Jesucristo, cual fue dado a los habitantes de esta tierra; y cuando fuere traído por el poder de Dios, será llevado a los gentiles, muchos de los cuales lo recibirán; y después la descendencia de Israel será traída al redil de su Redentor, también por obedecerlo. Los que guardaron los mandamientos del Señor en esta tierra así lo pidieron a Él, y por la oración les fue prometido que si acaso sus descendientes transgrediesen y cayesen, se guardaría una historia para que llegara a sus hijos en los últimos días.

EL DESTINO SAGRADO DEL LIBRO DE MORMÓN.

“ ‘Estas cosas son sagradas, y deben permanecer así, porque se debe cumplir la promesa del Señor concerniente a ellas. Ningún hombre puede obtenerlas, si su corazón es impuro, porque contienen lo que es sagrado. Con ellas el Señor efectuará una obra grande y prodigiosa; la prudencia de los sabios se disipará y el entendimiento del prudente quedará oculto. Por motivo de que se ha de manifestar el poder de Dios, aquellos que dicen conocer la verdad, mas andan entre engaños, temblarán de ira; mas el corazón de los fieles será consolado con señas y maravillas, con dones y sanidades, con las manifestaciones del poder de Dios y con el Espíritu Santo.

“ ‘Ahora se te ha manifestado el poder de Dios así como el de Satanás; ves que no hay cosa deseable en las obras de tinieblas; que no pueden traer la felicidad; que los que son vencidos por ellas son miserables. Por otra parte, los justos son bendecidos con un lugar en el reino de Dios, donde los rodea un gozo inefable. Allí descansan, fuera del poder del enemigo de la verdad, donde ninguna maldad puede perjudicarlos. Se ven coronados con la gloria de Dios, y continuamente participan de su bondad y disfrutan de su sonrisa.

“ ‘He aquí, no obstante que has visto esta grande manifestación de poder, mediante el cual siempre podrás discernir a aquel inicuo, te doy aún otra seña; y cuando se cumpla sabrás que el Señor es Dios, y que cumplirá sus promesas, y que el conocimiento que se encierra en estos anales irá a toda nación y tribu y lengua y pueblo bajo todos los cielos.

MORONI PREDICE LAS PERSECUCIONES DE LOS SANTOS.

“ ‘Esta es la señal: Cuando empiecen a conocerse estas cosas, es decir, cuando sea notorio que el Señor te ha mostrado estas cosas, las obras de iniquidad procurarán vencerte, circularán mentiras a fin de destruir tu reputación y también intentarán quitarte la vida. Mas recuerda que si eres fiel y que si en lo futuro sigues obedeciendo los mandamientos del Señor, serás protegido para que puedas sacar a luz estas cosas; porque en el debido tiempo Él de nuevo te dará mandamiento de venir por ellas.

“ ‘Luego que hayan sido interpretadas, el Señor dará el santo sacerdocio a algunos, para que empiecen a proclamar este evangelio y a bautizar en el agua; y más tarde tendrán el poder para conferir el Espíritu Santo por la imposición de manos. Entonces aumentará más y más la persecución, porque serán reveladas las iniquidades de los hombres, y los que no estén fundados sobre la Roca intentarán destruir la Iglesia. Sin embargo, cuanto más sea perseguida, mayor será su crecimiento, y se extenderá cada vez más, aumentando en conocimiento, hasta que sean santificados los que son de ella, y reciban una herencia donde la gloria de Dios los cubrirá. Cuando esto acontezca, y todas las cosas estén preparadas, serán reveladas las diez tribus de Israel en el país del norte, donde han estado por mucho tiempo; y cuando esto sea cumplido, se realizarán las palabras del profeta: Y vendrá el Redentor a Sión, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

“ ‘A pesar de que los obradores de maldad procurarán tu destrucción, el brazo del Señor será extendido y saldrás triunfante, si guardas todos sus mandamientos. Tu nombre será conocido entre las naciones, porque la obra que el Señor efectuará por tus manos causará que los justos se llenen de gozo y los malvados de ira; aquéllos recordarán tu nombre con honor, éstos con vituperio, pero a la vez con terror por causa de la obra grande y prodigiosa que vendrá tras la manifestación de la plenitud del evangelio.

“ ‘Ahora ve, recuerda lo que el Señor ha hecho por ti, y sé diligente en guardar sus mandamientos; y Él te librará de las tentaciones y de todos los lazos y artimañas del inicuo. No olvides orar, a fin de que tu entendimiento se fortalezca, para que cuando se te manifieste, tengas el poder para escapar de la maldad, y puedas obtener estas cosas preciosas.”

DESCRIPCIÓN DE LAS PLANCHAS DE ORO.

Declararemos aquí que los párrafos anteriores son extractos de una carta escrita por Oliver Cowdery, la cual se publicó en uno de los números del periódico de los Santos de los Últimos Días, Messenger and Advocate (Mensajero y Defensor).

Por boca del ángel se comunicaron muchas otras instrucciones a José Smith, que no escribimos en esta obra. Sin embargo, los puntos más importantes quedan comprendidos en la relación anterior. Durante los cuatro años siguientes, frecuentemente recibió instrucciones del mensajero celestial, y la mañana del 22 de septiembre de 1827, el ángel del Señor le entregó las planchas.

La historia se hallaba grabada en planchas que tenían la apariencia de oro. Cada plancha u hoja medía aproximadamente 7 pulgadas de ancho por 8 de largo, y menos gruesa que la hoja de lata. Por ambos lados estaban llenas de grabados, en caracteres egipcios, y dispuestas en un tomo, como las hojas de un libro. Se hallaban sujetas por medio de tres anillos que atravesaban el conjunto por uno de sus extremos. El volumen tenía aproximadamente 6 pulgadas de espesor, y parte de él estaba sellado. Los caracteres o letras que se hallaban sobre la parte que no estaba sellada eran pequeños y estaban hermosamente grabados. El libro entero indicaba de muchas maneras la antigüedad de su construcción, así como mucha habilidad en el arte de grabar.

Con los anales se descubrió un instrumento curioso, llamado por los antiguos el Urim y Tumim, el cual se componía de dos piedras transparentes, límpidas como el cristal, colocadas en los dos aros de un arco, que los videntes usaban en tiempos antiguos. Era un instrumento por medio del cual recibían revelaciones de cosas distantes, o de cosas pasadas o futuras.

EL POPULACHO INTENTA ROBAR LAS PLANCHAS.

Mientras tanto, habiéndose informado que José Smith había visto visiones celestiales y que había descubierto unos anales sagrados, los vecinos que vivían alrededor empezaron a ridiculizar aquellas cosas y a mofarse de ellas. Después de que recibió las cosas sagradas, y mientras se dirigía a casa a través de los campos, fue asaltado por dos rufianes que se habían escondido con objeto de robarle los anales. Uno de ellos le asestó un golpe con un garrote antes de que él pudiera darse cuenta de su presencia; pero siendo fuerte y grande de estatura, hizo un tremendo esfuerzo, se libró de ellos y corrió hacia su casa. Lo persiguieron hasta que llegó cerca de la residencia de su padre, y entonces, temiendo ser descubiertos, sus enemigos huyeron por otro camino.

No tardó la noticia de su descubrimiento en extenderse por toda aquella región. Informes falsos, representaciones erróneas y viles calumnias se diseminaron por toda dirección, como si fuera en las alas del viento. Frecuentemente se metían en la casa grupos de personas con malas intenciones. Varias veces dispararon contra él, y apenas escapó. Se empleó cuanta artimaña pudieron inventar para quitarle las planchas.

Hallándose continuamente en peligro de estas bandas de malhechores, por fin decidió partir de allí e irse a Pensilvania. Por consiguiente, recogió sus cosas, y escondiendo las planchas en un barril de frijoles o porotos, emprendió su viaje. No había caminado gran cosa cuando lo alcanzó un agente de policía con una orden de registro. Muy confiado en que indudablemente obtendría las planchas, se puso a buscar con toda diligencia, pero quedó muy chasqueado cuando no pudo encontrarlas.

Antes de poder llegar a su destino, de nuevo lo detuvo otro agente con el mismo objeto; y después de registrar minuciosamente el carro y su contenido, se fue tan chasqueado como el primero, por no poder descubrir lo que andaba buscando. Sin más molestias, continuó su camino hasta que llegó a la parte norte del estado de Pensilvania, cerca del río Susquehanna, donde vivía su suegro.

SE TRADUCEN LAS PLANCHAS POR EL PODER DE DIOS.

Habiendo hallado una casa, comenzó a traducir los anales, por el don y el poder de Dios, con la ayuda del Urim y Tumim. No teniendo mucha habilidad para escribir, se vio obligado a emplear un amanuense que escribiera la traducción según él la dictaba.

Mientras tanto, hizo una copia de algunos de los caracteres originales, junto con su traducción, la que llevó consigo a la ciudad de Nueva York un señor llamado Martín Harris. Allí la presentó a un caballero instruido llamado Anthon, que afirmaba conocer extensamente muchos idiomas, tanto antiguos como modernos. Examinó los caracteres, mas no pudo descifrarlos correctamente; pero dijo que si le llevaban los anales originales, él podría ayudar a traducirlos.

Volviendo a nuestra relación, José Smith continuó la obra de la traducción, según se lo permitían sus circunstancias económicas, hasta que terminó la parte de los anales que no estaba sellada. La parte traducida lleva por título “El Libro de Mormón.”

“Pues si no fuera por el elemento milagroso – dice el impugnador – el libro sería considerado como uno de los descubrimientos más grandes que el mundo ha conocido. Si uno hubiese estado arando, o cavando un pozo o un sótano, cuando accidentalmente descubrió unos anales en los que se relataba la historia antigua del continente americano y sus habitantes originales, junto con el origen de las tribus indias que hoy lo habitan; y esta historia nada hubiera tenido que ver con Dios, o ángeles, o inspiración, todos los sabios de América y Europa la habrían recibido como uno de los descubrimientos mayores y de más importancia de la época moderna, ya que revelaría el misterio que hasta entonces había desafiado a todos los investigadores del mundo erudito. Todo periódico se habría visto lleno de las alegres nuevas, mientras que su contenido hubiera arrojado al mundo un torrente de luz sobre temas que han estado ocultos en el laberinto de la incertidumbre y la duda. Mas ¿quién puede rebajarse y humillarse al grado de recibir, en esta época de alumbramiento que se destaca por su religión y erudición, cosa alguna que venga por conducto del ministerio de ángeles y por medio de la inspiración? Esto es demasiado; quitad tales cosas; se oponen a la sabiduría y popularidad de la época.”

A esto yo respondo que el Señor sabía todo esto antes de revelarlo. Era la cosa principal que tenía en su mente. Es precisamente su manera de obrar con los hijos de los hombres.

Él siempre sigue un camino distinto del que le señala la sabiduría del mundo, a fin de confundir al prudente y desvanecer el entendimiento del sabio. Escoge a hombres de condición humilde, a los sencillos e ignorantes y a los que son despreciados, para efectuar su obra y realizar sus propósitos, a fin de que así ninguna carne se vanaglorie en su presencia.

¡Oh sabios e instruidos, vosotros que despreciáis la sabiduría que viene de lo alto! ¿No sabéis que toda vuestra sabiduría es necedad para Dios? ¿No sabéis que tenéis que volveros como niños pequeños, y estar dispuestos a aprender sabiduría del último de sus siervos, o pereceréis en vuestra ignorancia?

PROMESAS EXTENDIDAS A EFRAÍN Y SU POSTERIDAD.

Mas, ¿qué evidencia recogemos de las Escrituras concerniente a la inauguración de esta gloriosa obra? Vamos a procurar demostrar: (1) que América es una tierra que ha sido prometida a la posteridad de José; (2) que el Señor les revelaría su verdad, así como a los judíos, y (3) que su historia iba a salir a la luz, y que testificaría junto con la historia de los judíos, al tiempo de la restauración de Israel en los últimos días.

Vamos primero al capítulo 48 de Génesis. En la bendición que Jacob pronunció sobre los hijos de José, se expresó de esta manera: “Multipliquen en gran manera en medio de la tierra.” Y en la misma bendición también dijo, refiriéndose a Efraín: “Su simiente será plenitud de gentes.” Si ponemos junto el sentido de estas palabras, resulta que Efraín iba a ser multitud de naciones en medio de la tierra.

En el capítulo 49 de Génesis, Jacob profetizó tocante a José mientras lo bendecía, y le prometió que sería “ramo fructífero junto a fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro. Y causáronle amargura, y asaeteáronle y aborreciéronle los arqueros: mas su arco quedó en fortaleza.” Más adelante añade: “Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores: hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre la mollera del Nazareo de sus hermanos.”

Preguntaré ahora: ¿Quiénes fueron los progenitores de Jacob, y qué fue la bendición que se les dio? Abraham e Isaac fueron los progenitores, y la tierra de Canaán fue la bendición que se les confirió o lo que Dios prometió que poseerían. Debemos recordar que Jacob confiere a José una tierra mucho más extensa que la de Canaán, mayor aún que la que sus padres le habían dejado, porque la bendición de José iba a extenderse hasta el término de los collados eternos. Coloquémonos en Egipto, donde en esa época se hallaba Jacob, y si medimos hasta el término de los collados eternos, vendremos a parar en la parte central de América.

También dicen los profetas, con relación a Efraín: “Él bramará como león… y los hijos de Efraín se moverán azorados del occidente.” Pongamos estos versículos juntos, y ¿qué tenemos? Primero: que Efraín iba a crecer hasta llegar a ser multitud de naciones en medio de la tierra; segundo: José iba a ser bendecido con una herencia muy extensa, que llegaría hasta América; y tercero: quedaría al oeste de Egipto o Jerusalén.

EL PALO DE EFRAÍN.

Si el mundo busca de un polo hasta el otro, no podrá hallar multitud de naciones en medio de la tierra que sean descendientes de Efraín, a menos que sea en América; porque el centro de las otras partes de la tierra está habitado por razas mixtas, que se han originado de muchas fuentes. Por otra parte, aquí se escogió un país, casi sin límites, apartado del resto del mundo y habitado por una raza de hombres, cuyo origen es palpablemente el mismo, aunque tan patentemente se hallan divididos en muchas naciones. Sabemos que las Escrituras no pueden ser traspasadas; por tanto, estos pasajes deben referirse a América, por la sencilla razón de que no pueden aplicarse a ningún otro sitio.

En segundo lugar, vamos a demostrar que Dios se reveló a la posteridad de José o Efraín que, como ya hemos aclarado, vivía en América. Para este fin, citamos las palabras de Oseas 8:12, donde refiriéndose a Efraín, dice por el espíritu profético: “Escribíle las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosas ajenas.” Esta es una prueba positiva que no necesita comentarse: las grandes verdades del cielo fueron reveladas a Efraín, y fueron consideradas cosas extrañas.

Tercero, ¿es cierto que habían de salir a la luz estos escritos poco antes del recogimiento de Israel? La respuesta es que sí, según el capítulo 37 de Ezequiel, donde Dios le manda: “Tómate ahora un palo, y escribe en él: A Judá, y a los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: A José, palo de Efraín, y a toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean en uno, y serán uno en tu mano.

“Y cuando te hablaren los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso? Diles: Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y pondré los con él, con el palo de Judá, y haré los uno, y serán uno en mi mano.

“Y los palos sobre que escribieres, estarán en tu mano delante de sus ojos; y les dirás: Así ha dicho el Señor Jehová: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las gentes a las cuales fueron, y los juntaré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel; y un rey será a todos ellos por rey: y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.”

LA VERDAD BROTARÁ DE LA TIERRA.

Nada puede estar más claro que la profecía anterior. Se presentan dos escritos: uno de Efraín, el otro de Judá. El Señor tomará el de Efraín y lo pondrá con el de Judá, y los dos serán uno en su testimonio, y de esta manera crecerán juntos con objeto de llevar a cabo el recogimiento de Israel.

El Salmo 85 habla claramente del asunto. Refiriéndose a la restauración de Israel a sus propias tierras, dice así: “La misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra; y la justicia mirará desde los cielos. Jehová dará también el bien; y nuestra tierra dará su fruto. La justicia irá delante de él; y sus pasos pondrá en camino.” Y el Salvador, al orar por sus discípulos, dijo: “Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.”

Según estos pasajes, aprendemos que su palabra ha de brotar de la tierra, mientras la justicia mirará de los cielos; y que entonces Israel será puesto en los pasos de su camino, y participará del fruto de su propia tierra. Jeremías, hablando del regreso final de Judá e Israel de su cautividad, dice en el versículo 6 del capítulo 33: “Les revelaré abundancia de paz y verdad.” E Isaías, hablando del convenio eterno que los había de guiar, profiere esta extraordinaria y notable profecía: “La simiente de ellos será conocida entre las gentes, y sus renuevos en medio de los pueblos.”

Ahora quisiera preguntar si hay persona alguna que pueda decir que los indios de América son de Israel, sino por revelación de Dios. Por tanto, era un misterio oculto que se precisaba revelar oportunamente para llevar a cabo su recogimiento.

VERDADES REVELADAS POR EL LIBRO DE MORMÓN.

De manera que hasta aquí hemos sacado de las Escrituras evidencia a favor de que una obra como el Libro de Mormón iba a aparecer en estos días; y esto sin considerar el capítulo 29 de Isaías. Pero alguien dirá: “¿Qué valor tiene el Libro de Mormón, aunque sea verdadero?” A lo que yo respondo: Primero, revela una historia de mucha importancia que hasta entonces era desconocida para el mundo. Segundo, revela el origen del indio americano, que hasta ahora ha sido un misterio. Tercero, contiene profecías que aún están por cumplirse, las cuales se relacionan estrechamente con la generación actual. Cuarto, es sumamente claro en cuanto a los puntos de doctrina, y tanto así, que todos pueden entender y ver con sus mismos ojos, si se esfuerzan por leerlo.

También se podrá preguntar: “Pero ¿qué pruebas existen con referencia a testigos que puedan dar testimonio de que fue traducido por inspiración?” Como respuesta, me permito referiros al testimonio de los testigos que se halla en las primeras páginas del Libro de Mormón. Allí encontraréis un testimonio tan positivo como cualquier otro que se ha hallado en las demás escrituras, concerniente a cualquier verdad que Dios haya revelado. En el testimonio de referencia, los testigos no sólo testifican que vieron y palparon las planchas, sino que un ángel de Dios bajó de los cielos y puso las planchas delante de ellos, mientras que la gloria de Dios brilló alrededor y su voz habló desde los cielos y les declaró que aquellas cosas eran verdaderas y que habían sido traducidas por el don y el poder de Dios. Entonces les mandó que dieran testimonio de ello a todo pueblo.

¡Bendito sea el Dios de nuestros padres! Ha visitado a su pueblo, y el día que nace en lo alto clarea sobre nuestro errante mundo una vez más; pues no bien había sido traducido el libro y los hombres empezaban a dar testimonio de él, cuando de nuevo bajó de los cielos el ángel del Señor, y comisionó a los hombres para que predicaran el evangelio a toda criatura, y bautizaran en el agua para la remisión de los pecados.

En cuanto la gente empezó a creer en su testimonio y a recibir el bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre ellos mediante la imposición de las manos en el nombre de Jesús. Los cielos fueron abiertos, y mientras unos recibieron el ministerio de ángeles, otros empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.

SEÑALES QUE SIGUEN A LOS QUE CREEN EN EL LIBRO DE MORMÓN.

Desde ese día, muchos de ellos fueron sanados por la imposición de manos en el nombre de Jesús; y de esta manera, la palabra de Dios creció poderosamente y prevaleció. Y así se han levantado miles para testificar que saben por sí mismos la verdad de estas cosas, y que no dependen del testimonio de ningún hombre, porque estas señales seguirán a los que creyeren. Pues cuando un hombre cree la verdad, mediante el testimonio de los testigos de Dios, entonces estas señales siguen, no sólo a ellos, sino también a él. Si tiene el ministerio de ángeles, si ha sido sanado o él mismo sana a otros por la imposición de manos en el nombre de Jesús, si habla en otras lenguas o profetiza, entonces lo sabe por sí mismo; y así se cumple la Escritura que dice: “El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo.”

De modo que la fe viene por el oír, y el conocimiento por el obedecer; mas el oír viene por la predicación y la predicación viene por el enviar, como está escrito: “¿Cómo predicarán si no fueren enviados?”

Sin embargo, hay muchos que dicen: “Mostradnos una señal, y entonces creeremos.” Hay que recordar que la fe no viene por las señales, sino las señales por la fe. No se dieron los dones para hacer creer a los hombres, sino, como dicen las Escrituras: “Los dones son para la edificación de la Iglesia.” Si fuese de otro modo, ¿por qué no se escribió: “La fe viene por los milagros” en lugar de “La fe viene por el oír”?

Siempre lo doy por sentado que el hombre o la mujer que exige una señal a fin de creer, pertenece a una generación mala y adulterina, por no decir peor; porque cualquiera que desea seguir a Jesús, con su corazón puro, deseando y orando con fe que pueda saber la verdad de estas cosas, el Señor se lo revelará; y sabrá y dará testimonio, porque por el Espíritu de Dios distinguirán entre la verdad y el error, pues está escrito: “Mis ovejas oyen mi voz.” Y el que no venga a Jesús por medio de la fe nunca conocerá la verdad hasta que, ya demasiado tarde, descubra que la cosecha se ha recogido, el verano ha terminado y su alma está aún por salvar.

ARREPENTÍOS Y CREED AL EVANGELIO.

De modo que la religión de Jesús, al contrario de los demás sistemas religiosos, sostiene su propio peso, trae la certidumbre y el conocimiento, y no deja lugar a la imposición. Y ahora declaro a toda la gente: Venid al Padre en el nombre del Hijo; no dudéis, sino creed como en los días antiguos y pedid con fe las cosas que necesitéis. No pidáis para satisfacer vuestras propias concupiscencias, antes con una firmeza que no pueda ser quebrada, rogad que no cedáis a ninguna tentación, sino que podáis guardar sus mandamientos tan pronto como Él los manifieste a vosotros. Si hacéis esto, Él os revelará que nos ha enviado con un nuevo y sempiterno convenio, y que nos ha dado el mandamiento de predicar, bautizar y edificar su Iglesia como en los días antiguos, entonces venid y obedeced la verdad. Mas si no sabéis, o no estáis satisfechos de que Él nos ha enviado, entonces no aceptéis la doctrina que predicamos.

De modo que por vosotros mismos caeréis o permaneceréis; y algún día sabréis, sí, el gran día en que toda rodilla se ha de doblar, entonces sabréis que Dios nos ha enviado con la verdad para podar su viña por la última vez, sí, con vigorosa poda.

LAS TRADICIONES HABLAN DEL LIBRO DE MORMÓN.

Enseguida presentaremos mucha evidencia circunstancial de las antigüedades americanas, de las tradiciones de los nativos, etc.

En primer lugar, citaremos de la obra del Sr. Elías Boudinot: “Se dice entre sus hombres principales y más estimados, y lo han recibido de sus antepasados, que el Libro que tienen los blancos, ellos una vez lo tuvieron, y que mientras estuvo entre ellos prosperaron muchísimo, etc. También dicen que sus padres disfrutaron de un Espíritu Divino extraordinario, por medio del cual predecían acontecimientos futuros y dirigían el curso común de la naturaleza. Transmitieron este poder a su descendencia con la condición de que obedecieran las leyes sagradas, y por ese medio descendieron copiosas bendiciones sobre su querido pueblo; pero ese poder tiene mucho tiempo de haber cesado por completo.”

El coronel James Smith, mientras estuvo preso entre los indios, anotó en su diario: “Tienen una tradición, de que en el principio de este continente frecuentemente los visitaban los ángeles o habitantes celestiales, como les dicen, y hablaban con sus antepasados indicándoles cómo habían de orar.”

El Sr. Boudinot, en su notable obra, se refiere a su idioma: “En lo que concierne a raíces, modismos y construcción particular, su lenguaje parece tener todo el genio del hebreo; y cosa muy notable y digna de seria reflexión es el hecho de que tiene la mayoría de las peculiaridades de ese idioma, particularmente aquellas en que difiere de casi todas las otras lenguas.”

Un indio anciano de la tribu Stockbridge relata una tradición que se refiere a un “Libro Sagrado” que sus padres en un tiempo poseyeron. Este libro se transmitía de una generación a otra, y por fin había sido ocultado en la tierra; y desde esa época habían quedado bajo los pies de sus enemigos. Pero les iban a ser restauradas aquellas cosas, y entonces triunfarían sobre todos sus enemigos, y reconquistarían sus derechos y privilegios.

El Sr. Boudinot, después de relatar muchas tradiciones semejantes a la anterior, dice por fin: “¿Podrá alguien leer esta corta narración de las tradiciones indígenas, tomadas de las tribus de varias naciones: desde el occidente hasta el oriente, y desde el sur hasta el norte, enteramente separadas las unas de las otras, escritas por diferentes autores de la mejor reputación, así en cuanto a conocimiento como integridad, que tuvieron las mejores fuentes de información, en distintas y lejanas épocas, sin posibilidad de comunicarse unos con otros, y entonces suponer que todo se debe a la casualidad, o que es accidental, intencional, nacido del amor por lo maravilloso, o un intento premeditado para engañar, y así destruir su bien establecida reputación?

“¿Podrá alguien hacer una cuidadosa y detenida comparación de estas tradiciones y naciones, y la posición y circunstancias de las por tanto tiempo perdidas Diez Tribus de Israel, y no hallar varias deducciones presuntivas a favor del hecho de que estas tribus errantes descienden de las Diez Tribus de Israel?”

ESCRITOS HEBREOS HALLADOS EN AMÉRICA.

El Sr. D. José Merrick, persona muy respetada de Pittsfield, Estado de Massachusetts, relató lo siguiente: Que en 1815 estaba allanando un terreno que se hallaba debajo y a un lado de una leñera vieja sobre su propiedad situada en Indian Hill (Colina del Indio). Estuvo arando y sacando tierra hasta llegar a cierta profundidad. Después de terminar el trabajo, mientras andaba por allí, descubrió lo que parecía ser una correa negra cerca del lugar donde había cavado más profundamente. Medía seis pulgadas de largo, por una y media de ancho, y era más o menos de la grosura de los tirantes de una guarnición. En ambos extremos tenía una argolla de alguna sustancia dura, probablemente para poderse llevar. Lo recogió y lo llevó a su casa, donde lo echó en una caja vieja que usaba para la herramienta. Más tarde lo encontró tirado en la puerta, y de nuevo lo llevó a la caja.

“Pasó algún tiempo, y entonces se le ocurrió examinarlo; pero al querer cortarlo, halló que tenía la dureza de un hueso. Sin embargo, logró abrirlo, y vio que se componía de dos pedazos gruesos de cuero sin curtir. Estaban cosidos, y después de volverlos impermeables con los tendones de algún animal, entonces los pegaron. Dentro de ellos se hallaban doblados cuatro pedazos de pergamino. Eran de un color amarillo oscuro, y se hallaba sobre ellos cierta escritura. Los vecinos que llegaron para ver aquel extraño descubrimiento destrozaron uno de los pedazos de pergamino al estilo de los hunos y los vándalos. El Sr. Merrick salvó los otros tres y los envió a Cambridge, donde al examinarlos, se descubrió que habían sido escritos con pluma, en hebreo claro y sencillo.

“Los tres fragmentos restantes del pergamino contenían citas del Antiguo Testamento: Deuteronomio 6:4 al 9, también el capítulo 11, versículos 13 al 21, y Éxodo 13:11 al 16, a los que pueden referirse los lectores si acaso desean enterarse del contenido de este interesante descubrimiento.”

SE DESCUBREN LAS RUINAS DE CIUDADES ANTIGUAS.

“Sobre las riberas del White River (Río Blanco) en el Territorio de Arkansas, se han hallado ruinas de edificios construidos indudablemente por una población civilizada. Estas ruinas son sumamente extraordinarias por motivo de su tamaño y el material empleado en su construcción. Una de estas obras es un muro de tierra que circunda una extensión de 256 hectáreas, en el centro de la cual se ven los cimientos de un amplio edificio o templo circular.

“Otro descubrimiento, más extraño y extenso aún, es el fundamento de una gran ciudad, cuyas avenidas y calles que se atraviesan en ángulos rectos, fácilmente se distinguen en el espeso bosque. Además de éstas, se pueden ver los cimientos de casas hechas de ladrillo cocido, semejantes a los ladrillos de la actualidad. Estas cubren una superficie de más de un kilómetro y medio.”

Los párrafos anteriores aparecen en la obra American Antiquities (Antigüedades Americanas) de Josiah Priest, pág. 245; y del mismo libro tomamos el siguiente extracto de la pág. 246:

Ruinas de la Ciudad de Otolum, descubiertas en Norteamérica.

En una carta del Sr. C. S. Rafinesque, a quien ya hemos citado, escrita a un corresponsal en Europa, hallamos lo siguiente: ‘Hace algunos años la Sociedad Geográfica de París ofreció una suma regular, que se destinó para hacer un viaje a Guatemala y practicar una nueva exploración de las antigüedades de Yucatán y Chiapas, particularmente las que se hallan a veinticuatro kilómetros de Palenque.

“ ‘Les he restaurado su verdadero nombre de Otolum – explica este autor – que es el nombre que aún lleva un río que corre por entre las ruinas. El capitán del Río las exploró en 1787, y la narración se publicó en inglés en 1882. Esta obra describe en parte las ruinas de una ciudad de piedra, cuya extensión tiene no menos de ciento veinte kilómetros de circunferencia, pues mide cincuenta kilómetros de largo, por treinta y dos de ancho, y está llena de palacios, monumentos, estatuas e inscripciones. Es uno de los centros más antiguos de la civilización americana, y puede compararse a la ciudad de Tebas del Egipto antiguo.’

RUINAS FABULOSAS EN CENTROAMÉRICA.

“En el núm. 34 del Family Magazine de 1833, apareció en la página 266 el siguiente artículo: ‘A últimas fechas se ha excitado la atención del público con respecto a las ruinas de una ciudad antigua descubierta en Guatemala. Parece que en la actualidad se están explorando dichas ruinas, y se espera que se saque a luz mucha materia curiosa e importante, desde el punto de vista literario así como histórico. Consideramos que ahora es el tiempo más oportuno, ya que la atención del público se ocupa en el asunto, para comunicar a nuestros lectores este hallazgo, que quizá será el primero de futuros descubrimientos durante las exploraciones que actualmente se llevan a cabo.’

“El capitán del Río, que en parte exploró las ruinas en 1787, como ya se ha dicho, da los siguientes detalles: ‘De Palenque, el último poblado al norte de la provincia de la Ciudad Real de Chiapas, yendo hacia el suroeste y ascendiendo una meseta que divide el reino de Guatemala del de Yucatán, se halla el pequeño río Mico como a una distancia de diez kilómetros. Sus aguas fluyen hacia el occidente y desembocan en el ancho río Tulijá que corre en dirección de la provincia de Tabasco. Después de atravesar el Mico, el viajero empieza a subir, y como a media legua cruza un pequeño arroyo llamado Otolum. Desde ese punto se descubren montones de ruinas de piedra que obstruyen en gran manera el camino por una distancia de media legua, hasta llegar al alto donde están situadas unas casas de piedra, que en un lugar son catorce en número, algunas muy acabadas y otras cuyos departamentos todavía se distinguen claramente.

“ ‘Se hallan en un área rectangular, trescientos metros de ancho por cuatrocientos cincuenta de largo, comprendida dentro de un círculo de mil quinientos metros. Este terreno es un valle que se halla al pie de la montaña más alta de la cordillera. En el centro del valle está situada la mayor de las estructuras que se han descubierto entre estas ruinas. Se halla sobre un montículo o pirámide de casi veinte metros de elevación, que la reviste con una majestad sublime y hermosa, como si fuese un templo suspendido en el aire. Está rodeada de otros edificios, a saber, cinco al norte, cuatro al sur, uno al suroeste y tres al este, catorce en número.’

LAS RUINAS MUESTRAN LA EXISTENCIA DE PUEBLOS ANTIGUOS.

“ ‘En todas direcciones se ven los fragmentos de otros edificios caídos, a lo largo de la montaña que se extiende hacia el oriente así como el poniente de estos edificios, como si se tratara del gran templo de adoración o el palacio gubernamental, habitado por sus reyes y oficiales del estado, y alrededor del cual habían construido su ciudad. En este lugar se descubrió un acueducto subterráneo hecho de piedra, de gran solidez y durabilidad, que en su curso pasa por debajo del edificio principal.’

“Debe entenderse que esta ciudad de Otolum, cuyas ruinas son tan inmensas, se halla en la América del Norte, no del Sur. Queda en la misma latitud que la isla de Jamaica, sobre la parte más elevada de la región comprendida entre el extremo norte del mar Caribe y el océano Pacífico, donde el continente se va haciendo más angosto hacia el istmo de Darién, y dista unos mil doscientos ochenta kilómetros al sur de Nueva Orleans.

“El descubrimiento de estas ruinas, así como de muchas otras igualmente admirables, en el mismo país, apenas comienza a despertar la atención de las escuelas de Europa, las cuales hasta hoy han negado que América tenga antigüedades de que jactarse. Pero estas inmensas ruinas ahora se están explorando bajo la dirección de científicos, e indudablemente se publicará en el debido tiempo una relación detallada. Se nos informa que ya existen dos tomos en manuscrito, los cuales indudablemente serán recibidos con entusiasmo por la gente de América.”

AMPLIA EVIDENCIA DE ANTIGUOS PUEBLOS AMERICANOS.

Un caballero que vivía cerca del pueblo de Cincinnati en 1826, en la parte alta, tuvo ocasión de cavar un pozo. Persistió en excavar hasta una profundidad de veinticuatro metros sin encontrar agua, pero sin darse por vencido continuó su proyecto, hasta que sus obreros hallaron obstruidos sus esfuerzos por una substancia que no podían traspasar, aunque era evidente que no se trataba de una piedra. Limpiaron la superficie y los lados de la tierra que tenía pegada, y descubrieron el tronco de un árbol, noventa centímetros de diámetro por sesenta de altura, que había sido talado con una hacha. Aún se podían ver los golpes del hacha. Casi tenía el mismo color y las características del carbón, pero carecía de la fragilidad y combustibilidad de esta substancia. Después de cavar otros tres metros, brotó el agua, y hoy el pozo tiene bastante agua y goza de gran estimación.

En Morse’s Universal Geography (Geografía Universal de Morse), tomo I, pág. 142, se corrobora el descubrimiento del tronco: “Mientras se cavaba un pozo en Cincinnati, se descubrió el tronco de un árbol en buen estado, a veinticuatro metros de la superficie; y mientras se cavaba otro pozo en el mismo lugar, se halló otro tronco a veintiséis metros debajo de la superficie, en el cual se podían distinguir muy bien los golpes del hacha; y encima parecía tener los restos de algún hierro que había sido destruido por la herrumbre.”
Podríamos llenar un tomo con relatos de estas antigüedades americanas, para mostrar que este país ha sido habitado por un pueblo que tenía conocimiento de las artes y ciencias; que construía ciudades, cultivaba la tierra y poseía un idioma escrito.

Sin embargo, las cosas que hemos presentado aquí bastan para nuestro objeto. Si se han descubierto enterrados en América algunos caracteres hebreos escritos sobre pergamino, con la misma facilidad se puede admitir que se ha hallado en América un tomo entero, escondido en la tierra, escrito sobre planchas en caracteres egipcios.

Los sorprendentes descubrimientos de troncos de árboles a veinticinco metros debajo de la superficie de la tierra en Cincinnati, y otros hallazgos semejantes en muchas otras partes de Norte y Sur América, como ciudades sepultadas y otras antigüedades, tienden todos a comprobar que ha habido una tremenda convulsión y revolución no sólo de naciones, sino de la naturaleza; y en ningún otro lugar se explica tan razonablemente esta convulsión, como en la siguiente extraordinaria y maravillosa narración de lo que aconteció en este país durante la crucifixión del Mesías, la cual narración hemos tomado del Libro de Mormón:

CONVULSIONES DE LA NATURALEZA AL TIEMPO DE LA CRUCIFIXIÓN.

“Y sucedió que en el año treinta y cuatro, el cuarto día del primer mes, se levantó una tormenta como jamás se había conocido en todo el país. Y hubo también una grande y horrenda tempestad; y terribles truenos que sacudían toda la tierra como si estuviera a punto de dividirse en dos. Y hubo relámpagos extremadamente resplandecientes, como nunca se habían visto en todo el país. Y se incendió la ciudad de Zarahemla. Y se hundió la ciudad de Moroni en las profundidades del mar, y sus habitantes se ahogaron.

“Y la tierra cubrió la ciudad de Moroníah, de modo que en lugar de la ciudad, apareció una enorme montaña. Y hubo una destrucción grande y terrible en el país del sur. Pero he aquí, la destrucción fue mucho más grande y terrible en el país del norte: pues he aquí, toda la faz de la tierra quedó cambiada por la tempestad, los torbellinos, los truenos, los relámpagos y los violentos temblores de toda la tierra; y se rompieron las calzadas, y se desnivelaron los caminos y muchos terrenos llanos se hicieron escabrosos. Y se hundieron muchas grandes y notables ciudades, y muchas se incendiaron, y en muchas los terremotos derrumbaron los edificios, y sus habitantes murieron, y los lugares quedaron desolados.

“Y hubo algunas ciudades que permanecieron; pero sufrieron terribles daños, y muchos de sus habitantes murieron. Y hubo algunos que fueron arrebatados por el torbellino; y nadie sabe adónde fueron a parar; sólo se sabe que desaparecieron. Y así quedó desfigurada toda la superficie del país por motivo de las tempestades, los truenos, los relámpagos y los temblores de tierra. Y he aquí, se hendieron las rocas; fueron despedazadas sobre la superficie de toda la tierra, de tal modo que quedaron hechas pedazos, y partidas y hendidas por toda la faz del país.

¡OH, SI NOS HUBIÉSEMOS ARREPENTIDO!

“Y acaeció que cuando cesaron los truenos, y los relámpagos, y la tormenta, y la tempestad, y los terremotos – porque he aquí, duraron como unas tres horas; y algunos dijeron que fue más; no obstante, todas estas grandes y terribles cosas acontecieron como en unas tres horas – he aquí, entonces hubo tinieblas sobre la superficie del país. Y sucedió que hubo una densa oscuridad sobre toda la superficie del país, de tal manera que los habitantes que no habían caído podían palpar el vapor de tinieblas; y no hubo luz a causa de la densa oscuridad, ni velas, ni antorchas; ni podía encenderse el fuego con su leña menuda y bien seca, de modo que no hubo luz.

“Y no se veía ninguna luz, ni fuego, ni vislumbre, ni el sol, ni la luna, ni las estrellas, por ser tan densos los vapores de oscuridad que cubrían la faz de la tierra. Y sucedió que por el espacio de tres días no se vio ninguna luz; y hubo grandes lamentaciones, gritos y llantos sin cesar entre todo el pueblo; sí, grandes fueron los gemidos del pueblo por motivo de las tinieblas y la gran destrucción que les había sobrevenido. Y en un lugar se les oía lamentar en estos términos: ¡Oh, si nos hubiésemos arrepentido antes de este grande y terrible día; entonces se habrían salvado nuestros hermanos, y no hubieran sido quemados en aquella gran ciudad de Zarahemla!

Y en otro lugar se les oía quejar y lamentar, diciendo: ¡Ojalá nos hubiésemos arrepentido antes de este grande y terrible día! ¡Oh, si no hubiésemos apedreado, quitado la vida y desechado a los profetas; entonces nuestras madres, nuestras bellas hijas y nuestros niños habrían sido preservados, y no enterrados en aquella gran ciudad de Moroníah! Y así, grandes y terribles eran los gemidos del pueblo.

DESTRUCCIÓN DE MUCHAS CIUDADES NEFITAS.

“Y sucedió que se oyó una voz entre todos los habitantes de la tierra, por toda la superficie de este país, que dijo: ¡Ay, ay, ay de este pueblo! ¡Ay de los habitantes de toda la tierra, a menos que se arrepientan; porque el diablo se ríe, y sus ángeles se regocijan por la muerte de los bellos hijos e hijas de mi pueblo; y es por motivo de sus iniquidades y de sus abominaciones que han caído! He aquí, he quemado la gran ciudad de Zarahemla con sus habitantes. He aquí, he hecho que la gran ciudad de Moroni se hunda en las profundidades del mar, y he ahogado a sus habitantes.

“Y he aquí, he cubierto de tierra la gran ciudad de Moroníah, con sus habitantes, para ocultar sus iniquidades y sus abominaciones de mi presencia, para que la sangre de los profetas y de los santos no ascienda más hasta mí en contra de ellos. Y he aquí, hice que se hundiera la ciudad de Gilgal, y que sus habitantes fueran sepultados en las profundidades de la tierra; sí, y la ciudad de Oníah con sus habitantes, y la de Mocum con sus habitantes, y la de Jerusalén con sus habitantes; y he hecho que las aguas ocupen sus lugares, para ocultar sus maldades y abominaciones de mi presencia, a fin de que la sangre de los santos y de los profetas no llegue más hasta mí en contra de ellos.

“Y he aquí, la ciudad de Gadiandi, y la de Gadiomna, y la de Jacob, y la de Gimgimnó, todas éstas las he hecho sepultar, y he levantado lomas y valles en su lugar; y he enterrado a sus habitantes en las entrañas de la tierra para ocultar sus maldades y abominaciones de mi presencia, para que la sangre de los profetas y de los santos no ascienda más hasta mí en contra de ellos. Y la gran ciudad de Jacobugat, donde habitaba el pueblo del rey Jacob, he aquí, la he hecho quemar con fuego por causa de sus pecados y maldades, que sobrepasaban todas las iniquidades de toda la tierra, por motivo de sus secretos asesinatos y combinaciones; porque fueron ellos los que destruyeron la paz de mi pueblo y el gobierno del país; por tanto, los he hecho quemar, para que desaparezcan de mi presencia, para que la sangre de los profetas y de los santos no ascienda más hasta mí en contra de ellos.

“Y he aquí, he hecho quemar con fuego la ciudad de Lamán, y la de Josh, y la de Gad, y la de Kishkumen, junto con sus habitantes, por sus maldades en desechar a los profetas y apedrear a los que mandé entre ellos para declararles sus iniquidades y sus abominaciones. Y por haberlos desechado a todos, de modo que no hubo justos entre ellos, envié fuego y los destruí, para esconder sus maldades y sus abominaciones de mi presencia, a fin de que la sangre de los profetas y los santos que les he enviado no clamara más desde la tierra en contra de ellos. Y he herido este país y sus habitantes con muchas grandes destrucciones, a causa de sus maldades y abominaciones.

SON EXHORTADOS LOS NEFITAS A VENIR A CRISTO.

“¡Oh vosotros, todos los que habéis sido conservados porque fuisteis más justos que ellos! ¿No os volveréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados, y os convertiréis para que yo os sane? Sí, en verdad os digo que si venís a mí, tendréis vida eterna. He aquí, mi brazo de misericordia se extiende hacia vosotros; y a quien viniere, recibiré; y benditos son los que vienen a mí. He aquí, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo crié los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellos hay. Fui con el Padre desde el principio. Yo soy en el Padre, y el Padre en mí; y en mí ha glorificado el Padre su nombre.

“Vine a los míos, y los míos no me recibieron. Y las Escrituras relativas a mi venida se han cumplido. Y a cuantos me han recibido, les he concedido llegar a ser hijos de Dios; y así haré con todos los que crean en mi nombre, porque he aquí, la redención viene por mí, y en mí se ha cumplido la ley de Moisés. Yo soy la luz y la vida del mundo. Soy Alfa y Omega, el principio y el fin. Y vosotros ya no me ofreceréis más derrame de sangre; sí, vuestros sacrificios y vuestros holocaustos cesarán, porque no aceptaré ninguno de vuestros sacrificios u holocaustos.

“Y me ofreceréis como sacrificio un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Y al que viniere a mí con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, yo bautizaré con fuego y con el Espíritu Santo, así como los lamanitas fueron bautizados con fuego y con el Espíritu Santo al tiempo de su conversión, por motivo de su fe en mí, y no lo supieron. He aquí, he venido al mundo para traerle la redención, para salvarlo del pecado. Por tanto, al que se arrepintiere y viniere a mí como un niño, lo recibiré, porque de los tales es el reino de Dios. He aquí, por éstos he dado mi vida, y la he vuelto a tomar; así pues, arrepentíos y venid a mí, vosotros, los extremos de la tierra, y salvaos.

“¡CUÁNTAS VECES OS HUBIERA JUNTADO!”

“Y aconteció que de nuevo llegó una voz al pueblo, y todos oyeron y testificaron que decía:
“¡Oh pueblo de estas grandes ciudades que han caído, que sois descendientes de Jacob, sí, que pertenecéis a la casa de Israel, cuántas veces os he juntado como la gallina junta sus pollos bajo las alas, y os he nutrido! Y además, ¡cuántas veces os hubiera juntado como la gallina junta sus pollos bajo las alas, oh pueblo de la casa de Israel que habéis caído; sí, oh pueblo de la casa de Israel que habitáis en Jerusalén, así como vosotros que habéis caído; sí, cuántas veces os hubiera juntado como la gallina junta sus pollos, y no quisisteis!

“¡Oh vosotros de la casa de Israel, a quienes he perdonado, cuántas veces os juntaré como la gallina junta sus pollos bajo las alas, si os arrepentís y venís a mí con firme propósito de corazón! Pero si no, oh casa de Israel, tus habitaciones quedarán desoladas hasta la época en que se cumpla el convenio hecho con tus padres.

“Y sucedió que después que la gente hubo oído esto, empezaron a llorar y a gemir otra vez por la pérdida de sus parientes y amigos. Y acaeció que así pasaron los tres días. Y amaneció, y se disipó la oscuridad de sobre la faz del país, y cesó la tierra de temblar, y pararon las rocas de hendirse, y terminaron los espantosos gemidos y se acabaron todos los sonidos tumultuosos. Y se integró la tierra otra vez, y se afirmó; y cesaron los lamentos, el llanto y los gemidos de los que quedaron vivos; y tornóse su lloro en gozo, y sus lamentaciones en alabanzas y en acción de gracias al Señor Jesucristo, su Redentor. Y hasta aquí se cumplieron las Escrituras que los profetas habían declarado.”

Aquí, pues, tenemos la historia que muestra clara y definitivamente cómo y cuándo fueron sepultadas estas antigüedades americanas; cómo quedaron enterrados los troncos de árboles a veinte o veinticinco metros debajo de la superficie de la tierra; cómo se hundieron y fueron destruidas las ciudades; cómo se derrumbaron las montañas y fueron levantados los valles; cómo se hendieron las peñas y cómo fue alterada y desfigurada toda la faz de la tierra. Terminamos este tema diciendo a todo pueblo: Si deseáis información sobre las antigüedades de América; o información histórica, profética o doctrinal de la mayor importancia, leed cuidadosamente el Libro de Mormón.

Deja un comentario