Una Voz de Amonestación

Capítulo 7

Un contraste entre la doctrina de Cristo y las falsas doctrinas de los hombres


Cualquiera que se rebela, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios: el que persevera en la doctrina de Cristo, el tal tiene al Padre y al Hijo.                                                                             

La doctrina de Cristo  

Y estas señales seguirán a los que creyeren:

Las doctrinas de los hombres

Y estas señales no seguirán a los que creyeren, porque se han abrogado y ya no se necesitan.

En mi nombre echarán fuera demonios:

En su nombre no echarán fuera demonios.

Hablarán nuevas lenguas;

El don de lenguas ya no hace falta.

Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Si alzaren serpientes los morderán; y si bebieren cosa mortífera les matará. No pondrán las manos sobre los enfermos, y si lo hicieren, no sanarán, porque tales cosas han sido quitadas.

El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre.

El que cree en Cristo no obrará ninguno de los milagros o grandezas que Él hizo, porque tales cosas han cesado.

Porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.

No ha de haber más revelación, porque todas las cosas necesarias ya han sido reveladas.

Y enviará sus ángeles, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos etc.

No ha de haber más ministración de ángeles, porque estas cosas han terminado.

Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra.

Los ángeles no aparecen en esta edad ilustrada, porque ya no se precisan.

Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad: …y os hará saber las cosas que han de venir.

No se requiere la inspiración en esta edad de conocimiento y cultura. Tampoco os mostrará las cosas que están por venir, porque si lo hacéis, seréis profetas, y no ha de haber profetas en estos días.

Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho.

No es así en esta época, y no hemos de esperar sanar a los enfermos y hacer milagros; por consiguiente, no debemos esperar recibir lo que pedimos.

Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa.

Todos somos buenos cristianos, y todos creemos en Él por las palabras de los apóstoles, aunque nos hallemos divididos en varios centenares de sectas.

Un Señor, una fe, un bautismo.

Muchos Señores, muchas fe, y tres o cuatro modos de bautizar.

Porque por un Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo.

Y por muchos espíritus somos divididos en diferentes cuerpos.

Y él mismo dio unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas: y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores; para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo.

Y no ha de haber más apóstoles ni más profetas; antes la obra del ministerio, la perfección de los santos y la edificación de los diferentes cuerpos de Cristo, se puede hacer muy bien sin estos dones de Dios, si tan solamente nos es dado el dinero suficiente para educar y emplear la sabiduría de los hombres.

Estos dones y oficiales habían de continuar hasta que todos llegásemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, aun varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo.

Los apóstoles, milagros y dones habían de continuar durante la primera edad del cristianismo; pero entonces habían de cesar, por no necesitarse más, después de haber cumplido su propósito.

Estos dones y oficios fueron dados para que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error.

Ahora se precisan folletos, credos, sermones y comentarios de hombres sin inspiración, juntamente con sacerdotes asalariados para evitar que los hombres sean llevados en derredor por todo viento de doctrina. etc.

Ni nadie toma para sí la honra, sino él que es llamado de Dios, como Aarón.

Porque ningún hombre puede tomar para sí mismo la honra, sino el que haya sido educado para este propósito, y comisionado por los hombres.

¿Cómo predicarán si no fueren enviados (por Dios)?

Mas ¿cómo predicarán, si no fueren bien educados para tal fin, y enviados (por su mesa directiva)?

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados.

Si alguno está enfermo entre vosotros, no hay que enviar por los ancianos de la iglesia, y si es que éstos vinieren, no les permitáis que pongan las manos sobre el enfermo, ni que sea ungido con aceite en el nombre del Señor, porque todo esto es un engaño de los mormones; más bien, envíese por un buen médico, y posiblemente el enfermo sanará.

Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos: para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Arrepentíos, y venid al asiento de la penitencia, cada uno de vosotros, y clamad: «Señor, Señor»; y tal vez obtendréis el perdón de vuestros pecados, y si queréis ser bautizados, bien, y si no, no; mas si lo hacéis, no recibiréis el Espíritu Santo, como se hacia antiguamente, porque tales cosas han sido suprimidas.

Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones.

Y en estos últimos días el Señor no derramará su Espíritu para que vuestros hijos e hijas profeticen, ni que vuestros viejos sueñen sueños, o vuestros jóvenes vean visiones; porque todo esto ya no es necesario. Es una ilusión, y sólo los ignorantes creen estas cosas.

Procurad los dones espirituales, mas sobre todo que profeticéis.

No procuréis ninguno de los dones sobrenaturales, y especialmente guardaos de profetizar, porque tales cosas han terminado.

Procurad profetizar; y no impidáis el hablar lenguas.

No profeticéis, y no es sino un engaño el hablar en lenguas.

Mas en vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres.

No importa qué clase de doctrina o sistema religioso acepte un hombre; basta con que sea sincero y adore a Jesucristo.

Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las hayas revelado a los niños. Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.

Damos gracias a Dios, porque no ha revelado nada a persona alguna, sabia o sencilla, por muchos siglos; -y porque nuestros sabios e ilustres hombres han podido conocer a Dios sin ninguna revelación, y porque nunca más seremos favorecidos con otras revelaciones.

Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.

Todos conocemos a Dios en esta edad de erudición, y esto no obstante el hecho de que ni el Padre ni el Hijo han revelado cosa alguna a nosotros, porque no creemos que la revelación sea necesaria ahora.

Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os es dada en Cristo Jesús; que en todas las cosas sois enriquecidos en él, en toda lengua y en toda ciencia; así como el testimonio de Cristo ( el espíritu de la profecía) ha sido confirmado en vosotros: de tal manera que nada os falte en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Por parte de la iglesia damos gracias al Señor en estos días por no habérsele dado ningunos dones sobrenaturales, y porque Cristo no la ha enriquecido con el don de hablar ni el don de conocimiento: ni tampoco se le ha confirmado el testimonio de Jesús (el espíritu de la profecía). Se ha quedado atrás, en cuanto a todos los dones, y ni espera ni está aguardando la venida del Señor: porque ya una vez vino, y no volverá a venir, sino hasta el grande y postrer día, o sea el fin de la tierra.

Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado.

Y no podemos saber por nosotros mismos, por ninguna manifestación positiva en estos días, antes tenemos que confiar en la sabiduría y el conocimiento de los hombres.

Porque lo loco de Dios es más sabio que los hombres; y lo flaco de Dios es más fuerte que los hombres. Porque mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacerlo que es: para que ninguna carne se jacte en su presencia.

La sabiduría y el conocimiento de los hombres son mejores que la inspiración del Altísimo, porque ésta ya no es necesaria; pues podéis ver vuestra vocación, hermanos, cómo son llamados los sabios y los ilustrados, los nobles y los grandes en estos días; porque los hemos escogido para confundir a los sencillos, e indoctos e ignorantes; sí, para confundir a las cosas bajas del mundo que son odiadas, para que la carne pueda gloriarse en la presencia del Señor.

Así que, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con altivez de palabra, o de sabiduría, a anunciaros el testimonio de Cristo. Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve yo con vosotros con flaqueza, y con mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, mas con demostración del Espíritu y de poder; para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios.

Y nosotros, hermanos, cuando venimos a vosotros, llegamos con excelencia de palabras, con la sabiduría y el conocimiento de los hombres; y nuestras palabras y nuestras predicaciones fueron con palabras lisonjeras de la sabiduría de los hombres, y no con la demostración del Espíritu, porque eso ya no existe; y esto a fin de que vuestra fe no se funde en el poder de Dios, sino en la sabiduría del hombre.

Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria: la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria.

Mas nosotros predicamos la sabiduría del hombre con misterios, sí, la sabiduría oculta que nadie conoció, sino los doctos, porque si otros la hubiesen conocido, no habrían tenido necesidad de emplearnos para declarársela.

Empero Dios nos lo reveló a nosotros por el Espíritu: porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Pero Dios no nos ha revelado nada por su Espíritu; porque la sabiduría y el entendimiento del hombre escudriñan todas las cosas, sí, todas las cosas profundas que tenemos necesidad de saber.

Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas de hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

Porque ¿quién conoce las cosas del hombre, sino por el espíritu del hombre que está en él? De la misma manera ninguno conoce las cosas de Dios por el Espíritu de Dios en estos días, porque se ha abrogado, y ya no revela nada.

Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado.

Mas nosotros no hemos recibido el Espíritu de Dios, sino el espíritu del mundo, para que así no pudiésemos saber con certeza, aunque podremos conjeturar o dar nuestra opinión respecto de las cosas de Dios.

Lo cual también hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría, mas con doctrina del Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Cosas que también hablamos, no con las palabras que el Espíritu Santo enseña, porque la inspiración del Espíritu Santo ha cesado.

Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente.

Mas el hombre ilustrado puede recibir y comprender las cosas de Dios, por su propia sabiduría, sin la inspiración del Espíritu: porque ¿quién es tan insensato para creer en visiones y revelaciones en esta edad religiosa?

Nadie se engañe a sí mismo: si alguno entre vosotros parece ser sabio en este siglo, hágase simple, para ser sabio.

Nadie se engañe a sí mismo. Si algún hombre entre vosotros parece ser sabio en las cosas de Dios, procure la sabiduría de los hombres, para que sea sabio en verdad.

Porque la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios; pues escrito esta: El que prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. Así que ninguno se gloríe en los hombres.

Porque la sabiduría de Dios es insensatez para el mundo, porque está escrito: Eduquemos a nuestros jóvenes para el ministerio; y también: Nadie predique, si no ha sido educado para tal propósito. Sobre todo, no recibáis a ninguno que declare tener inspiración.

Y acerca de los dones espirituales, no quiero, hermanos, que ignoréis.

En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quisiéramos que quedaseis completamente ignorantes, porque ninguna falta hacen en esta generación.

Empero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho.

Empero la manifestación del Espíritu a nadie es dada para provecho.

Porque a la verdad, a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;

Porque a uno es dada, por la enseñanza de los hombres, palabra de sabiduría, y a otro, palabra de conocimiento, según la enseñanza humana.

A otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu;

Y a otro fe, por el mismo espíritu: mas a nadie es dado el don de sanidades por el mismo espíritu.

A otro, operaciones de milagros; y a otro, profecía; y a otro, discreción de espíritus; y a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

Ni a persona alguna es dada la operación de milagros; a nadie el don de profetizar; a ninguno el don del discernimiento de espíritus; ni hay quien tenga el don de lenguas, ni el don de interpretar lenguas.

Porque de la manera que el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo, así también Cristo.

Porque así como el cuerpo se compone de muchas sectas y partidos, opuestos los unos a los otros, y sin tener ninguno de los dones; pero todas estas sectas, siendo muchas, son un cuerpo, así también el Anticristo.

Porque por un Espíritu somos bautizados en un cuerpo, ora Judíos o Griegos, ora siervos o libres; y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.

Porque por muchos espíritus somos todos bautizados en muchos cuerpos, ya seamos católicos, protestantes, presbiterianos o metodistas; mas todos hemos bebido del mismo espíritu, a saber, del espíritu del mundo.

Pues ni tampoco el cuerpo es un miembro, sino muchos.

Porque el cuerpo no es una secta, sino muchas.

Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como quiso.

Mas ahora el dios (de este mundo) ha colocado sectas y agrupaciones en el cuerpo (del Anticristo) según su voluntad.

Que si todos fueran un miembro, ¿dónde estuviera el cuerpo?

Pues si todos fuesen una secta ¿dónde estaría el cuerpo?

Mas ahora muchos miembros son a la verdad, empero un cuerpo.

Mas ahora muchas sectas son, mas solamente un cuerpo (a saber, Babilonia).

Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte.

Vosotros, pues, sois el cuerpo del Anticristo, y miembros en particular.

Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores: luego facultades; luego dones de sanidades, ayudas, gobernaciones, géneros de lenguas.

Y los hombres han puesto a unos en la iglesia, primeramente un sacerdote asalariado, luego un consejo superior, lo tercero, folletos, entonces comentarios, credos y diversidad de opiniones: y de ahí las sociedades y maravillosos auxilios.

Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

Ay de vosotros cuando os maldijeren y os persiguieren y dijeren de vosotros todo mal falsamente, por causa de Cristo. Lamentad y entristeceos en gran manera al llegar esa hora, porque poco será vuestro galardón entre los hombres, porque así persiguieron a los Santos de los Últimos Días.

Al que te pidiere, dale; y al que quisiere tomar de ti prestado, no se lo rehuses.

Al que pidiere dadle, si está en posición de corresponderos con un presente de igual valor; y el que quisiere tomar de vosotros prestado, no se lo neguéis, si puede devolverlo a vosotros con usura.

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

No penséis en poder ser perfectos, porque es cosa imposible vivir sin pecar.

Mirad que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos: de otra manera no tendréis merced de vuestro Padre que está en los cielos.

Procurad hacer vuestras limosnas ante los hombres, para que así os vean; de otra manera no recibís ningún galardón o alabanza de los hijos de los hombres.

Cuando pues haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser estimados de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su recompensa.

Así pues, cuando hacéis limosna, publicadlo en el «Heraldo Misionero» o algún otro periódico, para que obtengáis la alabanza del mundo. En verdad, en verdad, os digo que tendréis vuestro galardón.

Y cuando oras, no seas como los hipócritas: porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres.

Y cuando oráis, sed como los hipócritas de la antigüedad. Id ante el público y clamad con vuestra fuerza, sin esperar ser oídos ni contestados, porque tal cosa sería un milagro, y los milagros han cesado.

Y cuando ayunáis, no seáis como los hipócritas, austeros: porque ellos demudan sus rostros para parecer a los hombres que ayunan: de cierto os digo, que ya tienen su pago.

Y cuando ayunáis, sed como hipócritas, con semblante triste, para manifestar a los hombres que ayunáis, a fin de que recibáis vuestro galardón.

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.

Amontonaos abundantes tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; pues no importa cuán ricos seáis en este mundo, basta con que sólo penséis en el cielo; porque sucede que ahora podéis servir a Dios y a las riquezas también.

Así que, todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley, y los profetas.

Así que, todas las cosas que los hombres hiciesen con vosotros, hacedlo vosotros con ellos también, porque así es la ley y la costumbre.

Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a perdición, y muchos son los que entran por ella.

Entrad por la puerta ancha, por donde pasa la multitud, porque no es posible que todos nuestros grandes e ilustres hombres estén en error, y que nadie tenga razón sino unos cuantos individuos desconocidos.

Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Porque el camino angosto no es tan estrecho, pero son muy pocos los que caminan por él.

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, mas de dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Cógense uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

Guardaos de los profetas que vienen a vosotros con la palabra de Dios. Desde luego podéis saber que son falsos, sin oírlos, ni examinar sus frutos. La opinión popular se opone a ellos; y si fueran hombres de Dios, el pueblo estaría de su parte y hablaría bien de ellos.

Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Si tan solamente podemos estar seguros de que simpatizamos con la religión, y oramos frecuentemente, seremos salvos, sea que cumplamos con la voluntad de Dios o no; porque no importa qué sistema abracemos, sea verdad o error, basta y sobra con que seamos sinceros.

Y fue que, como Jesús acabó estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina; porque enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Y aconteció que cuando los hombres acabaron de decir todas estas cosas, el pueblo quedó complacido con sus doctrinas, porque enseñaban no como hombres que tenían autoridad, sino como los escribas.

 

 

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