Ven, sígueme — Para el hogar y la Iglesia: Doctrina y Convenios 2025

20 – 26 enero “El corazón de los hijos se volverá hacia sus padres”

Ven, sígueme — Para el hogar y la Iglesia: Doctrina y Convenios 2025

20 – 26 enero: “El corazón de los hijos se volverá hacia sus padres”

Preguntas y Respuestas


José Smith—Historia 1:27–33

En estos versículos, José Smith relata cómo, después de su primera visión, continuó viviendo su vida como un joven común, pero con un deseo sincero de seguir a Dios. Sin embargo, al ser humano y joven, enfrentó tentaciones y cometió errores, lo cual lo hizo sentir indigno. A pesar de esto, José no perdió su fe ni su deseo de acercarse al Señor.

Una noche, mientras oraba fervientemente para saber qué hacer y cómo ser perdonado, un ángel llamado Moroni se le apareció en su habitación. Moroni era un mensajero enviado por Dios, y su presencia llenó de luz la habitación. Le dijo a José que Dios lo había escogido para una obra importante y le habló de unas planchas de oro enterradas en una colina cercana. Esas planchas contenían un registro sagrado de los antiguos habitantes de América y el Evangelio eterno. También le explicó que todavía no estaba listo para recibirlas y que tendría que esperar y prepararse antes de cumplir con esta misión.

Moroni le visitó tres veces esa noche, repitiendo el mismo mensaje y agregando más detalles. Después de estas visitas, José comenzó a comprender que Dios tenía un propósito especial para él, aunque él todavía se sentía inadecuado. Este fue el inicio de su preparación para convertirse en el profeta de la Restauración.

La experiencia de José Smith en estos versículos me recuerda que Dios nos llama a Su obra no porque seamos perfectos, sino porque ve nuestro potencial. José era un joven común que cometía errores como cualquiera de nosotros, pero tenía un corazón dispuesto a aprender y a cambiar. Su ejemplo me inspira a confiar en que, aunque no siempre me sienta digno o preparado, Dios puede usarme para hacer cosas importantes si confío en Él y me esfuerzo por mejorar.

El relato de Moroni visitando a José también me enseña que Dios siempre responde a nuestras oraciones, aunque a veces lo haga de maneras inesperadas. José recibió más de lo que esperaba: una confirmación del amor de Dios, una misión divina y la instrucción de que debía prepararse. Esto me motiva a orar con fe, sabiendo que Dios me escuchará y me guiará según Su plan.

Finalmente, la paciencia que José tuvo que demostrar al escuchar que no estaba listo me hace reflexionar sobre mi propia vida. A veces quiero que las bendiciones lleguen de inmediato, pero esta historia me recuerda que Dios tiene un tiempo perfecto para todo. Mientras espero, puedo trabajar en mi fe, mi preparación y mi relación con Él. Al igual que José, puedo confiar en que, aunque el camino no sea fácil, Dios está conmigo y Su plan para mí es maravilloso.


José Smith—Historia 1:34–47
Al restaurar Su Evangelio, el Salvador cumplió profecías antiguas.


Cuando el ángel Moroni se apareció a José Smith en 1823, le comunicó que el joven había sido escogido para una obra trascendental: la restauración del Evangelio de Jesucristo. Durante esas visitas, Moroni citó varias profecías del Antiguo y Nuevo Testamento que conectaban directamente con la misión de José y con el plan eterno de Dios para Sus hijos. Estas escrituras no solo validaban el llamado de José, sino que también revelaban la magnitud y el propósito de la restauración.

Moroni mencionó Isaías 11, un pasaje que describe un “retoño” que saldrá del tronco de Isaí, simbolizando la restauración de la verdad y el liderazgo justo en los últimos días. Isaías también profetizó sobre la reunión del Israel disperso, un evento central en la obra del Evangelio restaurado. Estas palabras ayudaron a José a entender que la obra que estaba por emprender era parte de un plan divino mucho más amplio que trascendía generaciones.

El ángel también citó Hechos 3:22–23, recordando la profecía de Moisés sobre un profeta que sería levantado como él y a quien todos deberían escuchar. Aunque esta profecía se cumplió inicialmente en Jesucristo, Moroni la aplicó al contexto de la restauración, mostrando que el Señor seguiría enviando siervos para guiar a Su pueblo.

Otra profecía que mencionó fue Joel 2:28–32, un poderoso testimonio del derramamiento del Espíritu de Dios en los últimos días. Joel habló de sueños, visiones y profecías como manifestaciones del poder de Dios sobre toda carne. También advirtió de juicios venideros, pero con la promesa de que aquellos que invocaran el nombre del Señor serían salvados. Estas palabras no solo confirmaban la relevancia de la restauración, sino que también daban esperanza y dirección para aquellos que participaran en ella.

Para José Smith, escuchar estas profecías fue una confirmación divina. Le mostraron que su misión no era un evento aislado, sino el cumplimiento de promesas antiguas hechas por Dios a los profetas. Le dieron confianza en que su labor, aunque difícil, era parte esencial del plan de salvación.

Para nosotros, estas profecías también tienen un profundo significado. Nos recuerdan que Dios siempre cumple Sus promesas y que vivimos en los tiempos que los profetas de antaño vieron y describieron. Nos invitan a participar activamente en la obra de Dios, a buscar revelación personal y a prepararnos para los eventos que aún están por cumplirse. Además, al comprender cómo estas palabras se relacionan con la restauración, nuestra fe se fortalece, y nuestra conexión con el plan divino se profundiza.


¿Por qué es importante que tú las conozcas?


Conocer las profecías que Moroni compartió con José Smith es mucho más que un ejercicio de estudio; es una invitación personal a conectarnos con el plan eterno de Dios y a comprender el lugar que ocupamos en Su obra. Estas profecías, mencionadas en momentos cruciales de la restauración del Evangelio, nos ayudan a ver que no somos espectadores pasivos en la historia sagrada, sino participantes activos en el cumplimiento de las promesas de Dios.

Imagina a José Smith, un joven humilde, escuchando las palabras de Isaías, Moisés y Joel, mientras el ángel Moroni le revelaba que estaba llamado a ser un instrumento en las manos de Dios para cumplir profecías antiguas. Para José, estas palabras debieron ser una mezcla de asombro y responsabilidad. Al conocer esas profecías, comprendió que su misión estaba profundamente enraizada en el plan de Dios para la humanidad, conectada con generaciones pasadas y con la promesa de un futuro glorioso.

De manera similar, cuando tú y yo conocemos estas profecías, también se nos ofrece una perspectiva más amplia de nuestra vida. Saber que Isaías habló de la restauración de Israel nos recuerda que vivimos en una época especial, donde la obra de reunir a los hijos de Dios sigue adelante. Entender que Joel profetizó sobre un derramamiento del Espíritu nos invita a buscar y reconocer la guía divina en nuestra propia vida, a ser receptivos a los susurros del Espíritu y a participar en la obra de Dios con nuestros talentos y dones únicos.

Además, estas profecías nos dan esperanza. Nos aseguran que Dios tiene un plan, incluso en medio de los desafíos y las incertidumbres del mundo. Saber que vivimos en tiempos profetizados nos llena de propósito, porque entendemos que nuestras acciones, por pequeñas que parezcan, contribuyen a algo mucho mayor: la edificación del reino de Dios en la tierra.

En última instancia, conocer estas profecías nos inspira a actuar. Nos impulsa a prepararnos espiritualmente, a fortalecer nuestra fe y a compartir el Evangelio con los demás. Nos recuerda que, como José Smith, también tenemos un papel que desempeñar en la historia divina. Al comprender estas promesas antiguas, encontramos fortaleza, dirección y un profundo sentido de pertenencia en el plan eterno de nuestro Padre Celestial.


José Smith—Historia 1:48–60

Dios me preparará para trabajar en Su reino.
¿Cómo crees que esos acontecimientos lo prepararon para la obra a la que Dios lo había llamado?


Los acontecimientos narrados en José Smith—Historia 1:48–60 fueron fundamentales para preparar a José Smith para la obra monumental que Dios le había encomendado. A través de estas experiencias, José no solo desarrolló atributos esenciales, sino que también adquirió la madurez espiritual y emocional necesaria para llevar adelante la restauración del Evangelio.

  1. Desarrollo de paciencia y humildad. Al no poder llevarse las planchas de oro en su primer intento, José aprendió que las bendiciones de Dios no se reciben sin preparación espiritual. Esta experiencia lo ayudó a desarrollar paciencia, entendiendo que el tiempo del Señor es perfecto y que la obediencia y la humildad son requisitos esenciales para cumplir Su voluntad.
  2. Lecciones sobre la preparación espiritual. Las visitas anuales de Moroni al cerro Cumorah le proporcionaron instrucción continua y oportunidades de aprendizaje. Estas reuniones no solo fortalecieron su conocimiento, sino que también le recordaron que la obra de Dios requiere preparación constante y fe en Su guía.
  3. Fortalecimiento ante la oposición. Al compartir su experiencia, José enfrentó burlas e incredulidad, lo que lo ayudó a desarrollar fortaleza interior. Aprendió a confiar en Dios incluso cuando el mundo lo ridiculizaba, una cualidad que sería crucial para los desafíos futuros como líder de la restauración.
  4. Claridad en la importancia de su misión. Al comprender que no estaba listo inicialmente para recibir las planchas, José comenzó a valorar la magnitud de su responsabilidad. Este período de espera y preparación lo ayudó a tomar conciencia de la seriedad y el propósito divino de su llamado.
  5. Dependencia en el Señor. A lo largo de estos años, José aprendió a confiar plenamente en la guía divina, incluso cuando no entendía completamente el porqué de los eventos. Esta dependencia en el Señor lo equipó para enfrentar los desafíos de traducir el Libro de Mormón y liderar la restauración del Evangelio.

Estas experiencias actuaron como un molde espiritual, formando en José los atributos de fe, paciencia, perseverancia y humildad que necesitaría como profeta. Lo prepararon no solo para las responsabilidades inmediatas, como traducir las planchas, sino también para liderar la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en medio de persecuciones y desafíos constantes.

Esta preparación nos recuerda que, al igual que José Smith, nuestras propias pruebas y aprendizajes pueden ser herramientas en las manos de Dios para capacitarnos para el servicio en Su obra. Si confiamos en Su tiempo y propósito, podemos estar seguros de que nuestras experiencias nos están preparando para algo mayor.

Una reflexión personal

La historia de José Smith en José Smith—Historia 1:48–60 invita a una reflexión profunda sobre cómo Dios nos prepara, a menudo de maneras inesperadas, para cumplir con los propósitos que tiene para nuestra vida. Al leer sobre las pruebas y el proceso de aprendizaje que José vivió, pienso en cuántas veces en mi propia vida he enfrentado desafíos que en su momento parecían obstáculos, pero que con el tiempo se revelaron como oportunidades de crecimiento y preparación.

José tuvo que aprender paciencia, humildad y fortaleza en medio de la oposición. Esto me lleva a preguntarme: ¿cómo reacciono cuando las cosas no suceden en el momento o la forma en que yo espero? A veces, mi impulso natural es querer resolver todo de inmediato, pero la experiencia de José me enseña que el tiempo de Dios es perfecto y que hay lecciones que solo se pueden aprender con paciencia y perseverancia.

También me hace reflexionar sobre cómo Dios utiliza nuestras circunstancias para moldear nuestro carácter. Las visitas anuales de Moroni y las instrucciones que recibió José me recuerdan que la preparación espiritual no es un evento único, sino un proceso continuo. ¿Estoy dedicando tiempo a escuchar la voz de Dios, a buscar Su guía en las Escrituras y a prepararme espiritualmente para lo que Él espera de mí?

Finalmente, pienso en la oposición que José enfrentó. A menudo, hacer lo correcto o defender lo que creemos trae desafíos, críticas o incomprensión. En esos momentos, la historia de José me inspira a ser valiente y a confiar en que, si Dios está conmigo, puedo superar cualquier dificultad. No siempre es fácil, pero su ejemplo demuestra que la fe firme y la dependencia en el Señor nos capacitan para soportar las pruebas con fortaleza y propósito.

En mi vida actual, me doy cuenta de que hay experiencias que pueden estar preparándome para un servicio futuro, incluso si no las entiendo completamente ahora. Quizás sean los desafíos en mi trabajo, las responsabilidades en mi hogar o las oportunidades de servir a los demás. La clave está en aceptar estas experiencias con fe, buscando aprender de ellas y confiar en que Dios tiene un plan mayor.

La vida de José Smith me recuerda que Dios no espera que estemos listos de inmediato, pero sí que confiemos en Su guía y estemos dispuestos a aprender. Esta reflexión me anima a seguir adelante con esperanza y paciencia, sabiendo que cada paso en mi camino es parte de una preparación divina para cumplir con Su voluntad.


(Vea) Un analísis de Doctrina y Convenios 2

El Señor envió a Elías el Profeta para hacer volver mi corazón hacia mis antepasados.
¿Qué te enseñan las palabras como “plantar”, “corazón” y “volver” de esta sección en cuanto a la misión de Elías el Profeta y las bendiciones de las llaves del sacerdocio que él restauró?


En Doctrina y Convenios 2, se menciona la promesa de que Elías el Profeta vendría antes del gran y terrible día del Señor para «plantar en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres». Este versículo está lleno de simbolismo y significado que nos ayuda a comprender la misión de Elías y las bendiciones que vienen con las llaves del sacerdocio que él restauró.

Plantar: Este verbo evoca la idea de sembrar algo que crecerá con el tiempo. En el contexto de esta revelación, simboliza el establecimiento de una conexión espiritual duradera entre los hijos y sus padres, es decir, los vivos y los muertos. La obra de salvación y exaltación incluye esta conexión eterna a través de la obra en los templos, donde se realizan ordenanzas vicarias para los antepasados. «Plantar» sugiere que estas promesas no solo se cumplen una vez, sino que crecen y se fortalecen a lo largo de las generaciones.

Corazón: El «corazón» representa el centro de nuestros deseos, emociones y voluntad. La misión de Elías tiene el propósito de tocar nuestras emociones más profundas, llevándonos a amar y preocuparnos por nuestros antepasados y nuestra familia. Este cambio en el corazón nos invita a participar en la obra de redención con sinceridad y dedicación, movidos por amor y gratitud hacia nuestras raíces.

Volver: Esta palabra señala un cambio de dirección, una restauración o reconciliación. Volver el corazón de los hijos hacia los padres implica reconocer la importancia de nuestras generaciones pasadas y buscar su salvación. También implica un compromiso personal de volvernos hacia Dios y Su plan eterno, que incluye la obra de unir a las familias en esta vida y en la eternidad.

La misión de Elías y las bendiciones de las llaves del sacerdocio:

La misión de Elías, al traer las llaves del sellamiento, es central en el plan de salvación. Estas llaves permiten que las ordenanzas realizadas en la tierra sean vinculadas en los cielos, haciendo posible que las familias sean selladas por la eternidad. Las bendiciones de estas llaves incluyen:

  • Unión eterna de las familias: A través de las ordenanzas del templo, las generaciones son unidas, cumpliendo la promesa de que el corazón de los hijos se vuelva hacia los padres y viceversa.
  • Participación en la obra redentora: Nos invita a involucrarnos activamente en la obra de historia familiar y en la realización de ordenanzas por nuestros antepasados.
  • Preparación para la Segunda Venida: La misión de Elías es una señal del cumplimiento de las profecías y del acercamiento del gran y terrible día del Señor.

Estas palabras me enseñan que la obra de Elías no es solo un evento histórico, sino un llamado personal a cada uno de nosotros para participar en la obra de salvación. «Plantar» en mi corazón el amor por mis antepasados y un deseo sincero de redención es una invitación a buscar mi historia familiar, asistir al templo y servir con dedicación. A medida que mi corazón se vuelve hacia mis padres y hacia Dios, experimento una conexión más profunda con Su plan eterno y con las bendiciones de la exaltación.

Una reflexión personal

Al reflexionar sobre Doctrina y Convenios 2 y la misión de Elías el Profeta, siento que este mensaje no solo es un recordatorio de las promesas eternas de Dios, sino también un llamado personal a participar activamente en Su obra de salvación. La idea de «plantar en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres» me lleva a pensar en cómo mi propia vida está conectada con las generaciones pasadas y futuras, y cómo Dios utiliza esta obra para unirnos en Su plan eterno.

Cuando pienso en la palabra “plantar”, me imagino las semillas que Dios ha puesto en mi vida a través de mi familia. Mis ancestros me han dejado un legado de fe, sacrificio y amor, y al participar en la obra de historia familiar y las ordenanzas del templo, siento que estoy cultivando esas semillas. No se trata solo de aprender nombres y fechas, sino de sentir una conexión viva con quienes vinieron antes que yo, honrando sus sacrificios y asegurando que su legado perdure.

La palabra “corazón” resuena profundamente en mí. He sentido cómo mi corazón se ha ablandado y llenado de gratitud mientras busco y aprendo sobre mis antepasados. En esos momentos, siento que mi amor por ellos crece y que estoy cumpliendo con el propósito que Dios tiene para mí. Este cambio en el corazón no solo afecta mi relación con mis ancestros, sino que también me lleva a amar más profundamente a mi familia aquí y ahora, esforzándome por fortalecer esos lazos en esta vida.

Finalmente, la idea de “volver” me invita a reflexionar sobre mi propio camino. Hay momentos en los que me distraigo con las preocupaciones del mundo o pierdo de vista lo que realmente importa. Pero al volver mi corazón hacia mis padres y antepasados, siento que también me estoy volviendo hacia Dios. Este proceso me ayuda a centrarme en Su plan y a recordar que mi propósito es eterno, mucho más grande que los desafíos diarios.

En mi vida, he tenido la bendición de participar en la obra del templo, y cada vez que lo hago, siento un espíritu de amor y paz que me llena de esperanza. Este trabajo no solo conecta a las generaciones, sino que me ayuda a comprender mejor mi papel en el plan de Dios. Saber que estoy contribuyendo, aunque sea de manera pequeña, a algo tan grande y eterno, me da un sentido de propósito que trasciende lo terrenal.

Mi reflexión es que la misión de Elías no es solo un cumplimiento profético, sino una invitación personal de Dios para cada uno de nosotros. Es un llamado a amar más profundamente, a servir más desinteresadamente y a participar en la obra de redención. Y mientras lo hacemos, no solo ayudamos a nuestros antepasados y familias futuras, sino que también encontramos nuestra propia conexión con Dios y Su amor eterno.


Una versión para niños
José Smith—Historia 1:28–29


En José Smith—Historia 1:28–29, aprendemos que José Smith, antes de ser llamado como profeta, era un joven común que, como todos nosotros, enfrentaba desafíos y aprendía lecciones importantes. Esta parte de su historia nos muestra cómo el Señor lo preparó para algo especial.

José Smith era un joven como tú, con un corazón sincero que quería hacer lo correcto, pero a veces cometía errores. Aunque trataba de ser bueno, aprendió que todos necesitamos la ayuda de Jesucristo para mejorar y seguir adelante. José sabía que no era perfecto, pero no se dio por vencido, y siguió orando y buscando la guía de Dios.

Un día, cuando tenía diecisiete años, mientras oraba por perdón y dirección, un mensajero celestial llamado Moroni vino a visitarlo. Este ángel fue enviado por Dios para darle un mensaje especial. Moroni le dijo a José que Dios tenía un gran trabajo para él y que le enseñaría todo lo que necesitaba saber. Este momento marcó el comienzo de una misión muy importante en la vida de José.

Todos podemos mejorar: Como José, a veces cometemos errores, pero lo importante es pedir perdón a Dios y seguir esforzándonos por ser mejores.

Dios tiene un plan para ti: Al igual que con José, Dios tiene cosas especiales que quiere que hagas en tu vida. A medida que oras y escuchas al Espíritu, Él te ayudará a descubrirlas.

La ayuda de Dios siempre está disponible: Aunque José no era perfecto, Dios lo guió y lo ayudó a convertirse en el profeta que necesitaba. Lo mismo ocurre contigo: Dios está dispuesto a ayudarte siempre que lo busques con sinceridad.

Si alguna vez te sientes pequeño o no lo suficientemente bueno, recuerda que Dios puede usar a cualquiera, incluso a los niños, para hacer cosas maravillosas. Todo comienza con un corazón sincero y el deseo de seguirlo.

¿Alguna vez has cometido un error y te has sentido mal por ello? Quizás dijiste algo que no era verdad, desobedeciste a tus padres o te peleaste con un amigo. Eso también le pasó a José Smith cuando era un joven como tú. Aunque él quería ser bueno, a veces cometía errores, y eso lo hacía sentir triste.

Pero José aprendió algo muy especial: cuando cometemos errores, podemos orar a Dios y pedirle ayuda para ser mejores. Él siempre nos escucha porque nos ama mucho, incluso cuando no somos perfectos. José oró, pidió perdón y decidió tratar de mejorar cada día. Dios lo ayudó a sentir paz en su corazón y a aprender de sus errores.

Esto nos enseña que no importa lo que hayamos hecho, Dios siempre está dispuesto a ayudarnos. Podemos hablar con Él en oración, decirle que lo sentimos y pedirle que nos guíe. Y lo más hermoso es que cuando hacemos esto, Dios nos da la oportunidad de empezar de nuevo, con un corazón limpio y feliz.

Así que la próxima vez que te equivoques, recuerda: Dios te ama, siempre está a tu lado y quiere ayudarte a ser mejor. Tú también puedes orar, como lo hizo José Smith, y sentir Su amor en tu corazón. ¡Cada día es una nueva oportunidad para crecer y hacer las cosas mejor!


Enseñanza de José Smith—Historia 1:27–54
Historia en palabras sencillas:


Cuando José Smith era un joven, Dios tenía una misión especial para él, pero José tenía que aprender muchas cosas primero. Un día, después de orar a Dios, un ángel llamado Moroni se le apareció en su habitación. Moroni brillaba como el sol y tenía un mensaje importante para José.

El ángel le dijo a José que Dios lo había elegido para algo muy especial: ayudar a restaurar Su Evangelio en la tierra. Moroni le habló sobre unas planchas de oro escondidas en una colina cercana. En esas planchas estaba escrito un libro antiguo, que se convertiría en el Libro de Mormón, un testimonio de Jesucristo.

José quería ir de inmediato a buscar las planchas, pero Moroni le explicó que no estaba listo. Tenía que prepararse primero, aprender paciencia y obediencia, y acercarse más a Dios. Durante los siguientes cuatro años, cada año, en la misma fecha, Moroni se apareció a José y le enseñó más cosas sobre su misión.

Finalmente, cuando José estaba listo, fue al cerro Cumorah y pudo recibir las planchas. Aunque muchas personas trataron de quitárselas, José las protegió y, con la ayuda de Dios, tradujo las palabras del libro para que todos pudieran leerlo y aprender más sobre Jesucristo.

Así como Dios tenía un plan especial para José Smith, Él también tiene algo especial para ti. Tú puedes hablar con Él en oración para saber cómo puedes ayudar a los demás.

José tuvo que esperar cuatro años antes de recibir las planchas. Aprendió que las cosas importantes requieren tiempo y esfuerzo. Tú también puedes aprender a ser paciente mientras Dios te prepara para las cosas que tiene planeadas para ti.

Gracias a José Smith y a su esfuerzo, ahora tenemos el Libro de Mormón, que nos enseña más sobre Jesús y cómo podemos seguir Su ejemplo.

¿Sabías que José Smith era un joven como tú cuando Dios le dio una misión especial? Él tenía preguntas en su corazón y quería saber más sobre Dios, así que decidió orar y pedir ayuda. Dios escuchó su oración y envió a un ángel llamado Moroni para hablar con él y enseñarle cosas muy importantes.

A veces, como José, tú también puedes tener preguntas o sentir que no estás listo para algo grande. Pero lo que aprendemos de esta historia es que Dios siempre está dispuesto a ayudarnos, guiarnos y darnos el tiempo que necesitamos para prepararnos. José tuvo que esperar y aprender durante varios años antes de recibir las planchas de oro, pero nunca se dio por vencido.

Esto nos enseña que, aunque no todo sucede de inmediato, podemos confiar en que Dios tiene un plan especial para cada uno de nosotros. Si oramos y seguimos Sus enseñanzas, Él nos ayudará a crecer, a aprender y a ser más fuertes.

Así que recuerda: Dios te ama, siempre está escuchándote y tiene algo maravilloso preparado para ti. Solo necesitas tener fe, ser paciente y seguir adelante. Como José Smith, tú también puedes hacer cosas importantes con la ayuda de Dios. ¡Eres parte de Su gran plan!