Conferencia General Octubre 1973
Preparaos

por el élder Ezra Taft Benson
Del Consejo de los Doce
Hermanos y hermanas, presentes y ausentes, nosotros somos hermanos y hermanas, hijos del mismo Padre espiritual. Humilde y agradecido estoy ante ustedes, y me he arrodillado en ayuno y oración, con los miembros de mi familia para poder recibir las bendiciones del Espíritu.
Mi mensaje de hoy es acerca de una revelación del Señor a José Smith el profeta, en una conferencia de la Iglesia efectuada el 2 de enero de 1 831, y ésta fue: “ . . .mas si estáis preparados, no temeréis” (D. y C. 38:30).
En la sección 1 de Doctrinas y Convenios, leemos estas palabras: “Preparaos, preparaos para lo que viene. . .” (D. y C. 1 :1 2). Más adelante en esta misma revelación, están estas palabras de advertencia: ‘ . . .yo, el Señor, sabiendo de las calamidades que vendrían sobre los habitantes de la tierra. . .» (D. y C. 1 :17).
¿Cuáles son algunas de las calamidades para las que debemos estar preparados? En la sección 29 el Señor nos previene de que «se enviará una inmensa granizada para destruir las cosechas de la tierra» (D. y C. 29:1 6). En la sección 45 leemos de «una plaga arrolladora, porque una enfermedad desoladora cubrirá la tierra» (D. y C. 45:31). En la sección 63 el Señor declara que ha «decretado guerras sobre la faz de la tierra. . .» (D. y C. 63:33).
En Mateo capítulo 24 se habla de «pestes, y hambres y terremotos… (Mateo 24:7). El Señor declaró éstas y otras calamidades deben ocurrir. Estas profecías en particular, no parecen ser condicionales. El Señor con su precognición sabe que ocurrirán. Unas vendrán por medio de obras de los hombres, otras por la propia fuerza de la naturaleza, la cual es de Dios, pero que sobrevendrán es inminente. La profecía es la historia de las cosas que ocurrirán en el futuro, un descubrimiento divino.
Y a pesar de todo esto, el Señor Jesucristo ha dicho: «Mas si estáis preparados, no temeréis» (D. y C. 38:30).
¿Cuál es entonces la manera en que el Señor nos ayudará a prepararnos para estas calamidades? La respuesta se encuentra también en la sección 1 de las Doctrinas y Convenios donde El dice:
«Por tanto, yo, el Señor, sabiendo de las calamidades que vendrían sobre los habitantes de la tierra, llamé a mi siervo José Smith, hijo, le hablé desde los cielos y le di mandamientos;
«Y también les di mandamientos a otros. . .» (D. y C. 1:17-18). También ha dicho:
«Escudriñad estos mandamientos porque son verdaderos y fieles, y las profecías y promesas que contienen se cumplirán» (D. y C. 1:37).
Aquí está entonces la clave: buscad a los profetas para conocer la palabra de Dios, que nos muestra cómo prepararnos para las calamidades que sobrevendrán. Porque el Señor, en esa misma sección establece: «Lo que yo el Señor he hablado, he dicho, y no me excuso, y aunque pasaren los cielos y la tierra, mi palabra no pasará. Sino que toda será cumplida, sea por mi propia voz, o por la voz de mis siervos, es lo mismo» (D. y C. 1:38).
Una vez más el Señor advirtió a aquellos que rechazaran las palabras inspiradas de sus representantes, con estas palabras: «. . .y viene el día en que aquellos que no oyeren la voz del Señor, ni la voz de sus siervos, ni hicieron caso de las palabras de los profetas y apóstoles, serán desarraigados de entre el pueblo» (D. y C. 1:14).
El actual programa de bienestar de la Iglesia fue instituido por revelación de ‘ Dios a su portavoz, el profeta y presidente terrenal de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Fue inaugurado por la Primera Presidencia , en una gran conferencia efectuada en Octubre de 1 936. Es significativo que el hombre que fungió durante 25 años y como el primer director ejecutivo del Comité General de Bienestar de la Iglesia, el presidente Harold B. Lee, sea hoy el portavoz del Señor sobre la tierra, y que el presidente Marion G. Romney, quien estuvo tan cerca de él en ese entonces, esté ahora a su lado como consejero.
En la conferencia general de la Iglesia en abril de 1937, el presidente J. Reuben Clark, de la Primera Presidencia, preguntó: «¿Qué podemos hacer, como pueblo o como individuos, por nosotros mismos, para prepararnos a encarar este próximo desastre, el cual Dios en su sabiduría, no puede alejar de nosotros?» El presidente Clark estableció entonces estos inspirados principios básicos del Programa de Bienestar de la Iglesia:
«Primero, y por encima y más allá de todo lo demás, vivamos justamente. . .
«Evitemos las deudas de la misma forma que evitaríamos una plaga; si estamos en deuda ahora, salgamos de ella; si no es posible hoy, entonces mañana:”
«Vivamos, rigurosa y estrictamente dentro de los límites de nuestro ingreso y ahorremos un poco.
«Dejad que cada cabeza de familia procure tener a la mano suficiente alimento y ropa, y si fuere posible también combustible para cuando menos un año. Vosotros, los de escasos recursos, invertid vuestro dinero en alimentos y ropa usada, no en acciones ni en bonos; vosotros los de mayores recursos, quizá penséis que sabéis cómo cuidaros pero quisiera daros una sugerencia, y ésta es que no especuléis. Dejad a cada cabeza de familia empeñarse en tener su casa propia, libre de hipotecas. Dejad que el que tenga un pequeño jardín lo cultive y que cada hombre que sea dueño de un rancho lo aproveche» (Conference Report, abril de 1937, pág. 26).
Para los justos, el evangelio provee una advertencia de una inminente calamidad, un programa para las crisis, un refugio para cada desastre.
El Señor ha dicho que «viene el día ardiente como un horno. . .» (Malaquías 4:1), pero El nos asegura que «el que es diezmado, no será quemado. . .» (D. y C. 64:23).
El Señor nos ha advertido de las hambres, pero los justos habrán escuchado a los profetas y almacenado cuando menos lo necesario, para sobrevivir un año.
El Señor ha soltado a los ángeles para cosechar abajo en la tierra (Véase Discourses of Wilford Woodruff pág. 251), pero aquellos que obedecen la Palabra de Sabiduría y todos los otros mandamientos, tienen la promesa de que «el ángel destructor pasará de ellos como de los hijos de Israel, y no los matará. . .” (D. y C. 89:21).
El Señor desea que sus santos sean libres e independientes en los días críticos que vienen. Pero ningún hombre es verdaderamente libre si está en esclavitud financiera. «Piénselo bien antes de contraer una deuda», dijo Benjamín Franklin, puede entregar a otro su propia libertad.» Eliseo dijo: ‘ . . .paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid. . .» (2 Reyes 4:7). Y en Doctrinas y Convenios el Señor dice:
“. . .en cuanto a vuestras deudas, he aquí, quiero que las paguéis todas» (D. y C. 104:781.
Por más de cien años nos han amonestado que almacenemos grano. «Recordad el consejo que os es dado», dijo Orson Hyde, «¡almacenad todo vuestro grano y cuidad de él!. . . Y os digo que es casi tan necesario tener pan para sostener el cuerpo como tener alimento para el espíritu; porque el uno es tan necesario como el otro para que podamos llevar a cabo la obra de Dios sobre la tierra» (Journal of Discourses, vol. 5, pág. 17). Y también dijo: «Hay mayor salvación y seguridad en el trigo, que en todos los planes políticos del mundo…» (ID, vol. 2, pág. 207).
Respecto a la clase de alimentos que deben almacenarse, la Iglesia ha dejado tal decisión, en gran parte, a los miembros. Algunas excelentes sugerencias están disponibles en el Comité de Bienestar de la Iglesia. «Todo grano es bueno para alimentar al hombre. . .» (D. y C. 89:16), estableció el Señor, pero particularmente apartó el trigo. Los granos secos, enteros y duros, cuando se almacenan apropiadamente, pueden durar indefinidamente, y su valor nutritivo puede aumentar, si se desea, por medio de la germinación.
Sería muy bueno que cada familia tuviera almacenado grano cuando menos para un año. Y quisiera recordaros que generalmente se necesita mucha más tierra para alimentar ganado, de lo que se necesita para sembrar grano. Tengamos pues cuidado, en no dar preferencia al ganado y otros animales en nuestros programas de bienestar.
Desde el punto de vista de la producción de alimentos, almacenamiento, manejo y consejo del Señor, el trigo debe tener prioridad. El agua por supuesto, es esencial. Otros alimentos básicos son la miel o azúcar, legumbres, productos de leche o derivados, y sal o su equivalente. La revelación de almacenar alimentos puede ser tan esencial para vuestra salvación temporal hoy, como fue para el pueblo abordar el arca en los días de Noé.
El presidente Harold B. Lee ha aconsejado que «quizá si no pensamos en lo que usualmente comemos, y pensamos más en lo que puede mantenernos vivos, en caso de no tener otra cosa que comer, esto último será más fácil de tener almacenado por un año, y será sólo lo suficiente para mantenernos vivos en caso de no tener ninguna otra cosa que comer. No engordaremos pero sobreviviremos, y si pensamos en esta clase de almacenamiento, en lugar de pensar en almacenar por un año todas las cosas que estamos acostumbrados a comer, lo cual en la mayoría de los casos es materialmente imposible para muchas familias, pienso que nos acercaremos más a lo que el presidente Clark nos aconsejó desde 1937» (Welfare conference address, Octubre 10. de 1966).
Recibimos bendiciones por estar en contacto directo con la tierra, y producir nuestros propios alimentos. Aunque sea solamente el jardín de nuestro patio y uno o dos árboles frutales. La riqueza material del hombre brota básicamente de la tierra y otros recursos naturales. Combinada con la energía humana y multiplicada por las herramientas, esta riqueza esta asegurada y engrandecida por medio de la libertad y la justicia. Serán afortunadas aquellas familias de los últimos días, que tengan una cantidad adecuada de alimentos nutritivos para satisfacer sus necesidades.
Respecto a la energía humana, debemos estar agradecidos por la Palabra de Sabiduría, la cual nos dice que es posible correr «sin cansarse, y no [desfallecer] al andar» (D. y C. 89:20). El Señor nos ha aconsejado: ‘ . . .acostaos temprano, para que no os fatiguéis; levantaos temprano, para que vuestros cuerpos y vuestras mentes sean vigorizados» (D. y C. 88:124). También aconsejó: «No corras más aprisa, ni hagas más de lo que tus fuerzas. . . te permitan. . .» (D. y C. 10:4).
Alimentos sanos, descanso apropiado, ejercicio adecuado y una conciencia tranquila pueden prepararnos para enfrentar las pruebas que se avecinan.
Respecto a la ropa, debemos anticipar futuras necesidades, tales como ropa extra para el trabajo, ropa que nos proporcione calor durante el invierno, cuando haya escasez de combustible. También deben ser almacenados cuero y tela, particularmente para familias con hijos pequeños, que crecerán y quizá ya no puedan usar sus ropas actuales.
«El día vendrá», dijo el presidente Wilford Woodruff», en que, como se nos ha dicho, nos veremos en la necesidad de hacer nuestros propios zapatos, ropa y cultivar nuestros propios alimentos. . . ‘ (Discourses of Wilford Woodruff, pág. 166).
En un mensaje a los santos, en julio de 1970 el presidente Joseph Fielding Smith estableció que los pioneros «fueron enseñados por sus dirigentes a producir hasta donde fuera posible, todo lo que ellos consumieran.
“. . .Esto aún es un excelente consejo» (Improvement Era, vol. 73 [1970], pág. 3).
Madera, carbón, gas, aceite, petróleo y aun velas, están entre las cosas que deben almacenarse, al igual que combustible para dar calor, para cocinar o para proporcionar luz o fuerza. Algunas cosas podrán usarse para todos estos propósitos y ciertas de ellas deberán guardarse con precauciones. También conviene tener a la mano algunas medicinas básicas que duren por lo menos un año.
Los hombres deben buscar empleos honorables y desempeñar honestamente su trabajo, para proveerse a sí mismos. Los hombres que puedan desarrollar labores manuales útiles, estarán en creciente demanda. Los hombres que puedan desempeñar tareas pequeñas, los rancheros, albañiles, sastres, jardineros y mecánicos serán una gran bendición para sus familias, sus vecinos y para sí mismos.
A los santos se les ha aconsejado no pedir prestado y mantener una reserva. La historia ha demostrado que en los días difíciles, son las reservas con valor intrínseco las que tienen mayor valor, en lugar de tener en reserva valores que puedan ser destruidos por la inflación.
Estaría bien que recordásemos que los continuos déficits en el gobierno causan la inflación; la inflación se usa como un pretexto para un inútil control de precios y esto nos lleva a la escasez, y ésta inevitablemente es un pretexto para implantar el racionamiento.
¿Cuándo iremos a aprender estos básicos principios económicos? Sin embargo, «. . .cuando realmente estamos en malos tiempos», dice el presidente Clark,» donde el alimento, la ropa y el alojamiento es escaso o no lo hay, el dinero no sirve de nada pues no hay nada que comprar y no podemos comernos el dinero, ni podemos juntarlo en cantidades suficientes como para quemarlo y producir calor, ni tampoco podemos vestirnos con él» (Church News 21 de noviembre de 1 953, pág. 4).
La fuerza del programa de Bienestar de la Iglesia viene de cada familia, cuando sigue las inspiradas instrucciones de los líderes de la Iglesia, para sostenerse a sí mismos a través de una preparación adecuada. Dios espera que sus santos se preparen a sí mismos para que «la Iglesia [como el Señor ha dicho] se sostenga independiente de todas las otras criaturas bajo el mundo celestial» (D. y C. 78:14).
«Cómo, sobre la faz de la tierra, podría un hombre gozar de su religión», dijo el élder George A. Smith hace muchos años, «si cuando el Señor le dijo cómo prepararse para los días de hambre, en lugar de obedecerlo, malgastó todo lo que habría podido sostenerlo a él y su familia» (JD, vol. 12, pág. 142).
Y el presidente Brigham Young dijo: «¿Si estáis sin pan, de qué sabiduría presumís y de qué utilidad son vuestros talentos, si no procuráis por vosotros mismos y economizáis para los días de escasez, aquella substancia destinada para sostener vuestras vidas?
«Si no podéis proveer para vuestra vida, ¿cómo esperáis tener la sabiduría necesaria para poder ganar la vida eterna?» ( JD, vol. 8, pág. 68).
¿Cuándo sobrevendrán estas calamidades? No conocemos el tiempo exacto, pero parece que está en un futuro no muy distante. Aquellos que están preparados, tienen ahora las bendiciones que les acarrea la obediencia y están listos. Noé construyó el arca antes de que viniera el diluvio, y él y su familia sobrevivieron; pero aquellos que esperaron actuar hasta que comenzó el diluvio, fue demasiado tarde.
Que una aparente prosperidad o la así llamada paz no nos disuada de prepararnos.
Yo he visto los estragos de la inflación. Nunca podré olvidar a Alemania en los años veintes. En diciembre de 1923, en Colonia, Alemania, pagué seis billones de marcos por un desayuno; eso equivalía a quince centavos de dólar. Hoy, en donde existe mayor preocupación por la inflación es en América y otros países.
Hermanos y hermanas, yo sé que este Programa de Bienestar es inspirado por Dios. Presencié los estragos del hambre y la miseria cuando, bajo la dirección del Presidente de la Iglesia, estuve un año en la Europa destrozada por la guerra al terminar la II Guerra Mundial; sin mi familia, distribuyendo alimentos, ropa y camas a los miembros de la Iglesia necesitados. Vi los ojos hundidos de los Santos, casi en el último grado de inanición; vi a fieles madres cargando a sus hijos de tres o cuatro años que no podían caminar debido a la desnutrición. Vi a una mujer hambrienta, cambiar alimentos por un carrete de hilo. Vi a hombres adultos llorar cuando pasaron sus manos por el trigo o el frijol que les fue enviado de Sión-América.
Damos gracias a Dios por un profeta; por este inspirado programa y por los Santos que así han manejado su mayordomía, porque ellos han proveído para sí mismos, y aun han compartido con otros. ¡Qué maravilloso será llegar a ser salvadores en el Monte de Sión!
«El tiempo es propicio», dijo el presidente Lee, «para la demostración del poder y la eficacia del plan del Señor, que El ha designado como una luz al mundo y un estandarte para su pueblo y para que lo busquen los gentiles» (Deseret News, Church Section, 20 de diciembre de 1941, pág. 7; véase también D. y C. 45:9). Que siempre recordemos la promesa del Señor: ‘ . . .mas si estáis preparados, no temeréis» D. y C. 38:30).
Vivamos el evangelio completamente y reconoceremos lo infalible que es (a palabra inspirada de Dios, ya sea por “. . .su propia voz. . .» o «la voz de sus siervos; es lo mismo. . .” (D. y C. 1 :38). Los días que siguen son de aflicción y desafío. Que estemos preparados temporal y espiritualmente, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amén.
























