Nuestro mensaje

C. G. Octubre 1975logo pdf
Nuestro mensaje
Por el presidente Ezra Taft Benson
Presidente del Consejo de los Doce

Ezra Taft BensonCon humildad y agradecimiento me paro hoy delante de vosotros y pido que la influencia del Espíritu Santo sea testigo de mi mensaje. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, después de restaurar su evangelio en nuestra época y establecer su Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, reveló lo siguiente mediante su profeta José Smith.

«Escuchad, oh pueblo de mi Iglesia, dice la voz de aquel que mora en las alturas, cuyos ojos ven a todos los hombres; sí, de cierto os digo: Escuchad, vosotros, pueblos lejanos; y vosotros, los que estáis sobre las islas del mar, escuchad juntamente.

Porque, de cierto, la voz del Señor se dirige a todo hombre y no hay quien escape…

Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días » (D. y C. 1: 1-2, 4).

Hoy hablaré sobre doctrina, a modo de advertencia y de testimonio y lo haré con la autoridad del Sagrado Apostolado, cuya responsabilidad es la de proclamar el mensaje del Señor en todo el mundo y a todos los pueblos. Cada uno de mis hermanos del Consejo de los Doce, tiene la misma responsabilidad que yo tengo de declarar estas cosas al mundo y —de presentarlas a todos los hombres.

Hacia fines de su ministerio mortal, el Señor mandó al profeta José Smith, lo siguiente: «Que hagas inmediatamente una proclamación solemne de mi evangelio… a todos los reyes del mundo, hasta sus cuatro cabos… y a todas las naciones extranjeras de la tierra» (D. y C. 1 24:2-3). 0 sea, que debía invitarlos a aceptar la luz de la verdad y usar sus medios para edificar el reino de Dios sobre la tierra.

Bajo esta misma divina dirección, en el sexto día de abril de 1845 y poco después que el profeta José Smith y su hermano Hyrum mezclaron su sangre con la de los otros mártires de la verdadera religión, el Consejo de los Doce hizo esta proclama:

«A todos los reyes del mundo; al presidente de los Estados Unidos de América, a los gobernadores de los varios estados; y a los gobernantes y pueblos de todas las naciones, sabed:

«Que el reino de Dios ha llegado tal como fue predicho por profetas antiguos y se ha rogado por él en todos los tiempos; el mismo reino que habrá de llenar toda la tierra, y que permanecerá por siempre.

«El gran Elohím… se ha dignado a hablar una vez más desde los cielos; y también a entrar en comunión con el hombre sobre la tierra, mediante visiones, y por la ministración de mensajeros celestiales.

«Por este medio ha sido restaurado a la tierra el gran y eterno Sumo Sacerdocio según el orden de su Hijo, aun el Apostolado.

«Este Sumo Sacerdocio o Apostolado, tiene las llaves del reino de Dios, el poder de atar en la tierra lo que habrá de ser atado en los cielos y de desatar en la tierra lo que será desatado en los cielos y en definitiva, hacer y administrar todas las cosas pertenecientes a las ordenanzas, la organización, el gobierno y la dirección del reino de Dios.

«Habiendo sido establecido en estos últimos días para la restauración de todas las cosas de que hablaron los profetas desde el comienzo del mundo; y a los efectos de preparar el camino para la venida del Hijo del Hombre.

«Y nosotros ahora testificamos que su venida está próxima, que es inminente y dentro de no muchos años las naciones y sus reyes le verán venir en las nubes de los cielos, con poder y con gran gloria.

«A los efectos de esperar este gran evento, debe haber una preparación.

«Por lo tanto os amonestamos con la autoridad que hemos recibido de lo alto y os mandamos a todos que os arrepintáis y humilléis como si fuerais niños pequeños, ante la majestad del Divino; y que os alleguéis a Jesucristo con corazón y espíritu contritos, y seáis bautizados en su nombre para la remisión de los pecados (o sea, que seáis sepultados en alguna similitud de su sepultura y salgáis de ella a una nueva vida, a similitud de su resurrección), y recibiréis el don del Espíritu Santo mediante la imposición de manos de los apóstoles y élderes de esta gran y última dispensación de misericordia para con el hombre.

«Este espíritu os testificará acerca de la verdad de nuestro testimonio; y alumbrará vuestra mente y permanecerá con vosotros como espíritu de profecía y revelación. Hará que recordéis y comprendáis cosas pasadas y os mostrará lo por venir. . .

«Por medio de la luz de este Espíritu recibido mediante la ministración de las ordenanzas por el poder y autoridad del Sagrado Apostolado y Sacerdocio, podréis comprender y ser los hijos de la luz; y estar preparados para escapar de todas las cosas que sobrevendrán a la tierra y permanecer ante el Hijo del Hombre.

«Testificamos que la doctrina precedente es la doctrina o el evangelio de Jesucristo en su plenitud y que es el único evangelio verdadero, eterno e incambiable; y el único plan revelado en la tierra por el que el hombre puede ser salvo» (Messages of the First Presidency, Vol. 1, págs. 252-266).

Me parece apropiado decir que es nuestro deber reafirmar las grandes verdades pronunciadas en esta declaración y que debemos proclamarlas de nuevo al mundo.

A los gobernantes y pueblos de todo el mundo declaramos otra vez solemnemente que el Dios del cielo ha establecido su reino de los últimos días sobre la tierra en cumplimiento de las profecías; santos ángeles se comunicaron nuevamente con los hombres en la tierra; Dios volvió a revelarse desde los cielos y restauró su Santo Sacerdocio en la tierra, con poder para administrar todas las sagradas ordenanzas necesarias para la exaltación de sus hijos. Su Iglesia fue restablecida entre los hombres, con todos los dones espirituales de que disfrutaban en la antigüedad, todo esto como preparación para la segunda venida de Cristo. El grande y terrible día del Señor está cerca. En preparación para este gran acontecimiento y como medio de escapar a los inminentes juicios, fueron enviados mensajeros inspirados que siguen siendo enviados a las naciones de la tierra llevando este testimonio y advertencia.

Las naciones de la tierra continúan en sus pecaminosos e injustos caminos. La mayoría del ilimitado conocimiento con que fue bendecido el hombre, ha sido usado para destruir a la humanidad, en lugar de bendecir a los hijos de los hombres como fue la intención del Señor. Dos grandes guerras mundiales con infructuosos esfuerzos por una paz perdurable, son evidencia solemne de que la paz fue arrebatada de la tierra como consecuencia de la iniquidad de la gente. Las naciones no pueden permanecer en el pecado; sucumbirán, pero el reino de Dios perdurará para siempre.

Por lo tanto, como humildes siervos del Señor, llamamos a los líderes de las naciones a humillarse ante Dios, a buscar su inspiración y guía; llamamos a los gobernantes y pueblos a arrepentirse de sus malvados caminos. Volveos al Señor, buscad su perdón y unios con humildad a su reino. No hay otro modo. Si hacéis esto, vuestros pecados os serán perdonados, gozaremos de una paz permanente y formaréis parte del reino de Dios como preparación para la segunda venida de Cristo. Pero si rehusáis arrepentimos, aceptar el testimonio de los mensajeros inspirados y uniros al reino de Dios; entonces recaerán sobre vosotros los terribles juicios y calamidades prometidas para los inicuos.

En su misericordia, el Señor ha provisto una vía de escape. La voz de advertencia es para todos los pueblos por boca de sus siervos. Si esta voz no es escuchada, los ángeles de la destrucción avanzarán y la mano vengadora del Dios Todopoderoso se hará sentir sobre las naciones, tal como fue decretado hasta que se consuman todas como resultado final. Tendréis guerras, devastación e indescriptibles sufrimientos, a menos que os volváis al Señor en humilde arrepentimiento. La consecuencia cierta será una destrucción aún más terrible que la que tuvo lugar en la última gran guerra, a menos, que los gobernantes y pueblos por igual se arrepientan y cesen en sus maldades y vías ateas. Dios no será burlado. El no permitirá los pecados de inmoralidad sexual, criminales combinaciones secretas, asesinato de los que han nacido y desacato de todos sus sagrados mandamientos ni que los mensajes de sus siervos sigan siendo ignorados, sin castigar a los que cometan tales maldades. Las naciones del mundo no pueden permanecer en el pecado; la vía de escape es clara. Las inmutables leyes de Dios permanecen inconmovibles en los cielos; cuando los hombres y las naciones rehúsen ajustarse a ellas, se les aplicará la pena y serán desechados. El pecado requiere un castigo.

Cuando la voz de la advertencia se hace sentir va acompañada siempre por el testimonio. En la gran declaración emitida por los Apóstoles del Señor Jesucristo en 1845, se proclamó el siguiente testimonio y nosotros, los apóstoles de la actualidad, lo renovamos como nuestro.

«Decimos entonces en vida o muerte, sometidos o libres, que el Dios Todopoderoso ha hablado en este siglo. Y lo sabemos.

«El nos ha dado el Sagrado Sacerdocio y Apostolado, y las llaves del reino de Dios, para llevar a cabo la restauración de todas las cosas tal como lo prometieron los profetas de antaño. Y lo sabemos.

«El ha revelado el origen y los registros de quienes vivieron en el Continente Americano en la antigüedad y el destino de su descendencia. Y lo sabemos.

«El ha revelado la plenitud del evangelio con sus dones, bendiciones y ordenanzas. Y lo sabemos.

«El nos ha ordenado que demos testimonio de ello primero a los gentiles y después al remanente de Israel y a los judíos. Y lo sabemos.

«El también ha dicho que si ellos no se arrepienten y aceptan el conocimiento de la verdad, y si abundan los crímenes, las mentiras, el orgullo, la hechicería, la prostitución y las abominaciones secretas, pronto perecerán de la faz de la tierra y serán echados al infierno.

Y lo sabemos.
El ha dicho que cuando el evangelio en su plenitud sea predicado a todas las naciones como testimonio, El vendrá y con El todos los santos para reinar sobre la tierra por 1,000 años. Y lo sabemos.

«El ha dicho que no vendrá en su gloria y destruirá a los malvados hasta que se hayan hecho estas advertencias y los preparativos para recibirlo. Y lo sabemos.
«Los cielos y la tierra pasarán, pero ni una jota ni una tilde de su palabra revelada dejarán de cumplirse.
«Por lo tanto, nuevamente exhortamos a todo pueblo: arrepentíos y sed bautizados en el nombre de Jesucristo para la remisión de los pecados, y recibiréis el Espíritu Santo y conoceréis la verdad y seréis contados con la Casa de Israel» (Messages of the First Presidency, Vol. 1, págs. 252-266).

Ahora sólo me queda una cosa por hacer y es dejaros mi testimonio personal.
Yo sé que Dios vive, que El es un ser personal, el Padre de nuestros espíritus, que ama a sus hijos y oye y contesta sus oraciones. Sé que es su voluntad que sus hijos sean felices; su deseo es bendecirnos a todos. Sé que Jesucristo es el Hijo de Dios, que es nuestro Hermano Mayor, el Creador y Redentor del mundo. Sé que Dios estableció nuevamente su reino en la tierra como cumplimiento de las profecías y que este reino jamás perecerá, sino que llegará el tiempo en que tendrá dominio universal en la tierra y Jesucristo reinará para siempre como su rey.

Sé que Dios en su bondad, volvió a revelarse desde los cielos y que José Smith fue llamado por El para llevar a cabo el restablecimiento de su reino, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Doy testimonio que él cumplió con su obra, que estableció los fundamentos y entregó a la Iglesia las llaves y poderes para continuar la gran obra de los últimos días que él mismo comenzó bajo la dirección del Dios Todopoderoso.

Sé que José Smith aun cuando fue martirizado por la verdad, continúa viviendo y como cabeza de esta dispensación, la más grande de todas las dispensaciones, y así continuará por toda la eternidad. El es un Profeta de Dios, un Vidente y un», Revelador, del mismo modo que lo fueron y son sus sucesores. Sé que la inspiración del Señor dirige a la Iglesia en la actualidad, porque yo he sentido su poder. Sé que la Primera Presidencia y otras Autoridades Generales de la Iglesia tienen como objetivo y propósito la gloria de Dios y la exaltación de sus hijos; y finalmente, sé que ninguna persona que reciba esta obra podrá salvarse en el Reino Celestial ni escapar a la condenación del Juez de todos nosotros.

Con humildad y oración dejo este testimonio, sabiendo muy bien que llegará el momento en que tenga que enfrentarme con mi Hacedor, junto con todos los hombres. Más que ninguna otra cosa en el mundo, estoy agradecido por este testimonio de la divinidad de esta gran obra de los últimos días, y exhorto a todas las personas, en cualquier lugar que se encuentren, a guardar estas cosas. En el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

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1 Response to Nuestro mensaje

  1. Avatar de Desconocido Anónimo dice:

    Soy maestra de seminario y el leer este mensaje poderoso espiritualmente, dirigido a los gobernantes de todo el mundo a u menta mi testimonio en cuanto a José Smith como Profeta,de la restauración del Libro de Mormon

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