El Cristo viviente

C. G. Abril 1977logo pdf
El Cristo viviente
élder Bernard P. Brockbank
del Primer Quórum de los Setenta

Bernard P. BrockbankHa sido un privilegio y una bendición pasar más de siete años de mi vida sirviendo al Señor en las Islas Británicas e Irlanda. Esos países de mis antepasados son hermosos, amamos a la gente y nos sentimos como en casa. Los Santos de los Últimos Días en estos países, en Rodesia y en África del Sur, aman, apoyan, y sostienen al presidente Kimball como el Profeta viviente del Señor; y también aman y sostienen a los Apóstoles del Señor.

La Iglesia del Señor es la única Iglesia que necesita un Profeta de Dios, la única que necesita un Quórum de Doce Apóstoles vivientes.

El mundo está viviendo tiempos peligrosos, inquietos, e inciertos; muchas de las iglesias cristianas están cerrando sus capillas porque la gente no les quiere apoyar. Mientras pasa eso, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días sigue creciendo y el número de los que participan en los programas de la Iglesia aumenta. Me gustaría mencionar brevemente algunas estadísticas respecto al crecimiento y progreso de la Iglesia del Señor en las Islas Británicas.

En 1960 había solamente una misión para 55 millones de personas en Inglaterra, Escocia, Gales, e Irlanda con aproximadamente 180 misioneros regulares. Actualmente hay 9 misiones en la misma área con más de 1.600 misioneros regulares.

A principios de 1960 no había allí estacas de la Iglesia; actualmente hay 27 estacas organizadas y otras cinco áreas listas para ser estacas; también hay 12 distritos que se están preparando para ser estacas. En 1960 once mil miembros; hoy día hay más de cien mil. En 1960 no había capillas adecuadas para poder albergar barrios; actualmente, hay 175 capillas ya construidas y 47 más en construcción o que se preparan para la construcción. Hay en las Islas Británicas 376 unidades de la Iglesia, incluyendo misiones, estacas, distritos, barrios, ramas y otras dependencias de la Iglesia.

En las Islas Británicas hay millones de hijos del Señor que están esperando que los Santos de los Últimos Días los encuentren y les enseñan el evangelio restaurado de Jesucristo, tal como se registró en las Sagradas Escrituras por el poder del Espíritu Santo. Apenas hemos comenzado lo que hay que hacer en estos lugares.

Muchas de las Iglesias cristianas en las Islas Británicas no consideran a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días como una Iglesia cristiana. El comentario siguiente se publicó en el diario London Times:

«¿Son cristianos los mormones? Ellos afirman ser discípulos de Cristo y por lo tanto, estar autorizados a tomar su lugar con otras denominaciones como iglesia cristiana. De hecho, hay bastantes evidencias como para considerarles como una religión nueva, en vez de otra variedad de cristianismo. El Cristo al que siguen es el Mesías del Nuevo Testamento y también el Cristo resucitado que visitó al Nuevo Mundo al terminar su ministerio en el mundo antiguo. El cristianismo tradicional, es decir la Iglesia Católica y las protestantes, rechaza la existencia de este Cristo que reapareció en la tierra después de su ascensión; así que el Cristo al cual siguen los mormones no es el mismo al que siguen los cristianos tradicionales.» (The London Times, junio 18 de 1976, pág. 2.)

Es verdad que muchas de las iglesias cristianas adoran a un Jesucristo diferente al que adora la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En los Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra, Artículo Uno, dice así: «No hay más que un Dios viviente; eterno sin cuerpo, partes o pasiones».

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días adora a un Dios y a un Jesucristo que tienen cuerpo, partes y pasiones. También creemos que la Trinidad se compone de tres personajes distintos: Dios, el Eterno Padre; Jesucristo, el Hijo de Dios, nuestro Salvador; y el Espíritu Santo. Estos dos conceptos de Dios y la Trinidad son completamente diferentes.

Cuando Jesucristo vivía en esta tierra, su divinidad y su identidad como el Mesías no fueron aceptadas por los saduceos, porque tenía un cuerpo de carne y huesos. El Señor les mandó que examinaran las Escrituras para encontrar las respuestas correctas respecto al Cristo Viviente:

«Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.» (Juan 5:39.)

El Jesucristo de las Escrituras tenía un cuerpo de carne, y huesos, y pasiones, antes y después de su resurrección.

Después de su resurrección, el Salvador visitó a sus apóstoles y les dijo: «Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.» (Lucas 24:40.)

Jesús advirtió a los hombres que se guardaran de Cristos falsos:

«Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán… Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.» (Mateo 24:4, 5, 24.)

El Señor mandó que los hombres adoraran al Dios viviente de las Escrituras y que no crearan ni adoraran dioses falsos:

«No tendrás dioses ajenos delante de mí.

No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

No te inclinarás a ellas, ni las honrarás…» (Éxodo 20:3-5.)

Cuando el Salvador vivía en la tierra, condenó la influyente religión de los fariseos que creía en los profetas y en las Escrituras, pero no aceptaba al Jesucristo viviente. La iglesia de los fariseos les prometía a sus discípulos salvación después de la muerte en el reino de los cielos; pero a causa de que no aceptaban al Cristo viviente, Jesús les denunció, diciendo:

«Mas, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.» (Mat. 23: 13.)

En una revelación moderna, el Señor amonestó a los hombres que no se dejaran engañar por religiones que fueran organizadas sin la autoridad divina por hombres, gobernantes o naciones, que prometieran a sus seguidores salvación en el reino de los cielos:

«Yo soy el Señor tu Dios; y te doy este mandamiento: Que ningún hombre ha de venir al Padre sino por mí, o por mi palabra, la cual es mi ley…

Y todas las cosas que están en el mundo, si fueren ordenadas de los hombres en virtud de tronos, principados, potestades o cosas de renombre, cualesquiera que fueren, y que no son .de mí, o por mi voz, serán derribadas, dice el Señor, y no permanecerán después que los hombres mueran, ni tampoco en la resurrección, ni después de ella, dice el Señor tu Dios.

Porque cuantas cosas permanecieren, son por mí; y lo que no sea por mí, será sacudido y destruido.» (D. y C. 132: 12- 14.)

Hay sólo un camino que el Señor ha provisto para el hombre a fin de que éste gane la salvación y la vida eterna en el reino de Dios, y éste es por medio de nuestro Salvador, Jesucristo, de conocer y vivir sus mandamientos. No se pueden obtener la salvación ni la vida eterna viviendo las doctrinas y mandamientos de los hombres, o adorando a falsos Cristos.

Jesucristo condenó la religión de los fariseos por su concepto falso de Dios, y sus doctrinas y tradiciones de hombres:

«Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.

Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.» (Mateo 15:8-9.)

La creencia de que Dios no tiene cuerpo, partes ni pasiones, no es una doctrina de Jesucristo ni de las Sagradas Escrituras, sino que es una doctrina de hombres; y es en vano adorar a un Dios semejante.

Desde el tiempo en que Dios creó al hombre a su propia imagen y semejanza, los hombres han creado dioses falsos, becerros de oro, ídolos esculpidos, cruces para adorar; y billones de personas, incluyendo algunos de los más escogidos, han sido engañados y desviados por ellos.

El propósito sagrado de la vida eterna, es conocer al único Dios verdadero y a Jesucristo. Jesús mismo dijo:

«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.» (Juan 17:3.)

El mensaje de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a los habitantes del mundo, es que Dios el Padre Eterno y Jesucristo, viven; que ellos son personajes con cuerpos inmortales de carne y huesos; que todos los seres humanos son hijos de Dios y creados a su imagen y semejanza; y que Jesucristo, por medio de su profeta José Smith, restauró su Iglesia con toda la doctrina, los mandamientos y ordenanzas, tal como está registrado en las Sagradas Escrituras.

Os doy testimonio de que Jesucristo vive, y que pronto volverá a la tierra en su majestad y gloria, en el nombre de Jesucristo. Amén.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario