Gratitud

C. G. Abril 1977logo pdf
Gratitud
élder Richard G. Scott
del Primer Quórum de los Setenta

Elder Richard G. ScottEs comprensible que al reconocer el incomparable privilegio de tener que dar testimonio de Jesucristo y edificar su reino por el resto de mi vida, me invada un profundo sentimiento de imperfección personal. Amo y respeto profundamente a estos hermanos con quienes compartiré el resto de mi vida. También respeto lo sagrado de sus llamamientos.  Me siento como el brote de una bellota en medio de un bosque de robles nobles, fuertes y gigantescos. Las fuentes de gratitud y amor rebosan dentro de mí.

Gratitud por mis excepcionales y amados padres que dieron a sus cinco hijos la herencia inapreciable del buen ejemplo y por la fortaleza y el testimonio de mis cuatro hermanos.

Gratitud por mi amada compañera y esposa y nuestros hermosos hijos. Ella ha sido siempre un modelo de testimonio puro, amor y devoción, y mi torre de fortaleza.

Gratitud por los maravillosos jóvenes que conozco, especialmente aquellos que he encontrado en el servicio misional. Entre éstos he hallado algunos de mis amigos personales más queridos.

Y gratitud por estos hermanos y por nuestro amado Profeta, quien es el portavoz de Dios para todos sus hijos sobre la tierra. Amo profundamente al presidente Kimball.

A pesar de mis sentimientos de imperfección personal, estoy en paz, porque el Señor ha dicho:

«Y si los hombres vienen a mí, les mostraré su debilidad.  Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles les sean fuertes.» (Eter 12:27.)

Y dijo en otra ocasión:

«Si, he aquí, te lo manifestaré en tu mente y corazón por medio del Espíritu Santo que vendrá sobre ti y morará en tu corazón.» (D. y C. 8:2.)

Sé que la inspiración del Espíritu Santo es algo real.  En épocas de gran necesidad, después de haber meditado y orado para saber si la decisión que había pensado tomar era la correcta, esa inspiración me hizo sentir la seguridad de que había elegido bien.  Otras veces, sin haberío yo pedido, por medio del poder del Espíritu Santo recibí consejo, instrucción y convicción; luego, en otras ocasiones, inundaron mi mente y corazón advertencias de peligros inminentes que de otra manera me hubieran alcanzado.

Sí, sé que Spencer W. Kimball es un Profeta de Dios.  Sé que Jesucristo vive y nos ama; que Dios nuestro Padre Celestial contesta nuestras oraciones inequívocamente, cuando vivimos dignamente y nos hacemos merecedores de tales respuestas.

Públicamente comprometo mi vida, mis energías y todo lo que soy al servicio del Maestro y a la edificación de su reino, en el nombre de Jesucristo.  Amén.

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