Lo que el Señor espera de nosotros

C. G. abril 1977logo pdf
Lo que el Señor espera de nosotros
por el presidente Spencer W. Kimball

Spencer W. KimballMis amados hermanos y hermanas, este es un día feliz para hablaros con respecto a la obra del Señor, su progreso y desarrollo.

En los primeros meses de este año, hicimos un largo y glorioso viaje, visitamos recorriendo aproximadamente 36.000 kilómetros, y hablamos a nuestro amado pueblo de América. En nuestras muchas reuniones visitamos y dejamos nuestro testimonio aproximadamente a 150.000 miembros durante las conferencias de área. Les encontramos progresando, desarrollándose y felices, y estamos seguros de que nuestro Padre Celestial está complacido de ver lo que nosotros vimos en esa gente, en sus actividades, su actitud, su fe y su testimonio.

Al comienzo del año, cuando las condiciones de sequía parecían inminentes en el Oeste de los Estados Unidos, las temperaturas eran extremas en el Este y las condiciones climáticas inciertas en todo el mundo, pedimos a los miembros de la Iglesia que se unieran en ayuno y oración para rogar al Señor que cesaran las dificultades donde estas condiciones tenían lugar. Tal vez fuéramos indignos de recibir tan grande bendición; no deseábamos pedir desmedidamente al Señor, sino sólo llamarle la atención a nuestros problemas y dedicar nuestras energías a poner nuestra vida espiritual en orden. Un profeta dijo:

«Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres, tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvia sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.» (1 Reyes 8:35-36.)

Muchas veces el Señor usa el tiempo como modo de disciplinar a su pueblo por la violación de sus leyes. El dijo a los hijos de Israel:

«Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto.

Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra.

Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país.» (Lev. 26: 3-6.)

Con la gran preocupación del mal tiempo aquí y en otros lugares, pedimos a nuestro pueblo que se uniera en solemne y conjunta oración para rogar por estas necesidades. Nuestras oraciones fueron contestadas por lo que nuestra gratitud no tiene límites. Mas la necesidad continúa y esperamos que el Señor se digne contestar nuestras continuas oraciones al respecto. De todas las partes del mundo hemos recibido cartas que expresan la determinación de cumplir con la solicitud efectuada y de Brisbane, Australia recibimos lo siguiente:

«Recibimos su cable invitando a los santos de Brisbane para unirnos a usted el mundo en un día de oración y ayuno. Compartimos su amor y preocupación por todos los hijos de nuestro Padre Celestial. . .

Tal vez haya llegado el día de enfrentarnos a nosotros mismos y ver si somos dignos de pedir, o si hemos estado violando los mandamientos de modo tal que seamos indignos de recibir las bendiciones.»

El Señor dio mandamientos estrictos:

«Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová.» (Lev. 19:30.)

En muchas oportunidades mencionamos esto pidiéndole a nuestra gente que no profane el día de reposo. Aun así, cuando vemos que la gente sigue haciendo compras en el día de reposo y los lugares de diversiones están totalmente llenos, nos asaltan las dudas. En numerosas oportunidades hemos citado la escritura:

«Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.» (Ex. 20:8-11.)

Pero innumerables personas en la tierra dedican el día de reposo al trabajo, a las playas, a la diversión y a sus compras semanales. El Señor nos hace promesas definitivas:

.. yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto.» (Lev. 26:4).

Dios cumple con lo que promete; aun así muchos de nosotros continuamos violando el día de reposo. Pero podemos confiar en las promesas del Señor:

…y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.

…Yo Jehová vuestro Dios… rompí las coyundas de vuestro yugo.» (Lev. 20: 12- 13.)

Mas luego nos advierte:

«Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos,  y si desdeñareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis mandamientos, e invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros, enemigos la comerán.

Pondré mi rostro contra vosotros y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga.

Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.

Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto.» (Lev. 26:14-17, 19-20.)

Y aún va más allá, diciendo:

«bestias fieras que… destruyan vuestro ganado, y os reduzcan en número, y vuestros caminos sean desiertos.» (Lev. 26:22.)

¿Os podéis imaginar cómo pueden quedar desolados los caminos al limitarse el uso de combustibles y electricidad? ¿Cuándo la gente tenga que caminar para trasladarse de un lugar a otro? ¿Habéis pensado, mis buenos amigos, que el problema de la paz se encuentra en manos del Señor? El dice: «Traeré sobre vosotros espada vengadora…» (Lev. 26:25). ¿Creéis que eso es difícil? ¿Leéis los diarios? ¿Conocéis los odios existentes en el mundo? ¿Qué clase de garantías tenéis para lograr una paz permanente?

.. y seréis entregados en mano del enemigo.»

¿No hay acaso enemigos que podrían afligirnos?

«Haré desiertas vuestras ciudades, y asolaré vuestros santuarios…

Entonces la tierra gozará sus días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de reposo.

Todo el tiempo que esté asolada, descansará por lo que no reposó en los días de reposo cuando habitabais en ella.» (Lev. 26:31, 34-35.)

Estas son situaciones muy difíciles, pero posibles. El Señor concluye diciendo:

«Estos son los estatutos, ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el Monte de Sinaí por mano de Moisés.» (Lev. 26:46.)

Esto es aplicable a nosotros. ¿No sería conveniente que nos preocupáramos seriamente sobre estos problemas? ¿No es éste el tiempo en que debemos volver a la importancia de nuestro hogar, nuestra familia e hijos? ¿No deberíamos acaso recordar que debemos cumplir con nuestro diezmo y ofrendas? ¿No debemos desistir de los abortos, los divorcios, las violaciones del día de reposo, de nuestro empecinamiento en hacer del día del Señor un día feriado? ¿No es acaso el momento de arrepentirnos de nuestros pecados, inmoralidades y doctrinas satánicas? ¿No deberíamos santificar nuestro matrimonio, vivir con gozo y felicidad, criar nuestra familia en la rectitud? Indudablemente, muchos sabemos lo que debemos hacer pero no lo hacemos.

¿No deberíamos acaso comenzar una nueva vida, como claramente dijo el apóstol Pablo?

«Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;  cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia…»(Colos. 3: 5-6.)

¿No es acaso el tiempo de terminar con la corrupción de la pornografía? ¿No es tiempo de que luchemos firmemente contra las prácticas profanas, la prostitución, y todos los problemas similares?

Deberíamos eliminar entonces «las obras de la carne que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes», recordando que «los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios», (Gál. 5: 19-21). El Señor pregunta:

«¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?» (Luc. 6:46.)

«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos». (Mat. 7:21. Cursiva agregada).

La obra en el templo está progresando y estamos orgullosos del servicio rendido en los templos. Pero, ¿no se nos requiere un servicio total? Ir al templo no es suficiente; tenemos que tener los nombres de muchas personas para hacer la obra por ellas.

Tenemos en la actualidad dieciséis templos, y cuatro más en proyecto. ¿Habéis pensado en todo el trabajo que se puede hacer en los templos? Y no es necesario vivir cerca de un templo para llevar a cabo esta obra. Gran cantidad de datos genealógicos y registros familiares se pueden preparar y tener a disposición para cuando llegue el momento de hacer la obra en los templos. Quizás esto sea lo más importante. Exhortamos entonces a los de nuestro pueblo a que escriban sus registros personales y biografías, así como su genealogía, y estén preparados para cuando llegue el momento en que los templos estén disponibles y puedan ser usados por todos los miembros de la Iglesia.

Aunque éste es un programa patrocinado por los miembros de esta Iglesia, en la actualidad hay numerosos amigos católicos, protestantes, judíos y de otras ideologías que visitan nuestras oficinas genealógicas, trabajando en la preparación de sus líneas familiares.

Fuimos informados de que se autorizó la microfilmación en Rhodesia; también se están filmando registros en África del Sur y en muchas otras naciones en todo el mundo.

Cada vez hay más gente que se preocupa por todo lo relacionado con el programa genealógico. Numerosas bibliotecas genealógicas de la Iglesia en todo el mundo satisfacen las necesidades de grandes cantidades de usuarios, a medida que el corazón de los hijos se vuelve a los padres tal como lo sugiere el profeta Malaquías en la Biblia. Los sistemas de información pública cada vez se interesan más en la genealogía; la industria cinematográfica también. Millones de personas se han conmovido con este movimiento, lo cual nos da la base teológica para nuestra reafirmación de la importancia de la familia. Este es un firme, positivo e importante elemento de nuestra enseñanza religiosa.

«He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.» (Mal. 3: 1.)

«He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición». (Mal. 4:5-6.)

Con un siglo de intenso trabajo en registros genealógicos, hemos logrado una gran acumulación de registros civiles de nacimientos, y muertes; en la actualidad hay millones de personas en la eternidad; muchas de ellas vivieron en tiempos en que no se guardaban registros, la obra no podía llevarse a cabo, no había templos ni existían profetas en la tierra.

«Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho.

Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.» (Ex. 24:3, 7.)

Quisiera hablar nuevamente del programa de las huertas. De todo el mundo nos llegan cartas de miembros que participan en proyectos de producción. Hay quienes dicen que esta es una forma de lograr que las relaciones de amistad y buena vecindad perduren. Un maestro orientador afirma que de las cinco familias que visita todas tienen huertas, se sienten muy orgullosas de ellas y siempre están ansiosas de que llegue el tiempo de plantar nuevamente.

Hermanos y hermanas, esta es la obra del Señor. Tenemos que atender muchos asuntos que no parecen muy espirituales; pero todas las cosas son espirituales ante el Señor. El espera que escuchemos, obedezcamos y que vivamos los mandamientos. Os ruego a todos que viváis los mandamientos del Señor, y os dejo mi testimonio de la divinidad de esta obra en el nombre de Jesucristo. Amén.

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