Coferencia General Abril 1979
Los verdaderos principios del amor
por el élder Theodore M. Burton
del Primer Quórum de los Setenta
Hermanos, hermanas y amigos míos; cuando la Primera Presidencia me invitó a hablar en esta conferencia, me pregunté: ¿Qué mensaje necesitan más oír los miembros de Europa? Estos mensajes de la conferencia serán transmitidos, y ésta será entonces la oportunidad de dirigirme a ellos. Me pareció, al mismo tiempo, que las necesidades básicas de ellos probablemente serían las mismas que las de todos los pueblos del mundo.
La necesidad básica de los pueblos europeos, es la enseñanza de los verdaderos principios del amor; estoy hablando de aquel amor que significa falta total de egoísmo personal. El amor verdadero es precisamente lo contrario a la filosofía basada en el egoísmo, que actualmente parece haberse extendido por el mundo; los intereses egoístas no solamente afectan las relaciones sociales, sino también las relaciones familiares. El amor verdadero se basa en el desinterés personal. Aparentemente, parecería que nuestro mundo moderno no comprende eso. El hombre de hoy día ha perdido su capacidad de amar. Jesús nos advirtió que una de las características principales de los últimos días sena que el amor entre la gente poco a poco dejaría de existir:
«Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.» (Mateo 24:12.)
Según mi tesis, la maldad de la cual El hablaba se basa en el egoísmo personal, y es por esta razón, que el amor entre la gente está desapareciendo.
Jesús advirtió que en los últimos días abundaría tanto la iniquidad «que engañarán, si fuera posible aun a los mismos escogidos, que son los escogidos conforme al convenio» (José Smith 1:22).
Tal como yo lo entiendo, esto significa que tarde o temprano aun los más fieles de los santos del Señor pueden verse contaminados y amenazados por las filosofías modernas. Por esa razón creo que, a no ser que ese período fuese acortado, ninguno de nosotros se vería libre mucho tiempo de ser afectado por tales tendencias.
Probablemente el egoísmo personal sea la causa de la mayor parte de la infelicidad que existe entre los pueblos del mundo, y se manifiesta aún en nuestro trabajo diario. Por ejemplo, cuando se nos ofrece un empleo, rara vez preguntamos qué oportunidades tendremos de servir a otros; en cambio, la primera pregunta que hacemos es para saber cuánto vamos a ganar. Pensamos que el sueldo que nos ofrecen es muy bajo, o que tener que mudarnos o trasladarnos a otra ciudad no nos conviene. No queremos hacer viajes ni tampoco limitarnos a un escritorio; o simplemente, no queremos trabajar tantas horas al día. Aun antes de comenzar con el nuevo trabajo, preguntamos acerca de los beneficios jubilatorios que recibiremos. No nos interesan las oportunidades de desafío, sino sólo la seguridad.
Me permito primero dirigirme a la juventud con respecto al egoísmo personal en sus relaciones sociales. En realidad, ¿con qué, fin se interesa un joven por una señorita, y viceversa? ¿Acaso no es para averiguar qué clase de compañero sería el otro, o para conocer el carácter, los intereses, los talentos y las habilidades de la otra persona? ¿O es que acaso el joven busca solamente la oportunidad de satisfacer sus pasiones? Cada uno de vosotros, deberá contestar esa pregunta por sí mismo. Sin embargo, lo más seguro seña obedecer las palabras del Salvador:
«Y de nuevo os digo, estime cada hombre a su hermano como a sí mismo.» (D. y C. 38:25.)
La necesidad de brindar un amor desinteresado durante el noviazgo, debe transformarse en una necesidad imperativa después del matrimonio. Las personas a quienes sólo interesa el romance vano, inmediatamente se dan cuenta de que no pueden soportar las realidades del matrimonio. Sin embargo, revistas y libros recalcan el romance impuro y los placeres materiales, los cuales son también casi el único recurso de que se vale la propaganda comercial; esto se demuestra constantemente en el cine y la televisión, y es el único atractivo que tiene la literatura pornográfica. Expuestas a todas estas influencias, las personas llegan a adultas esperando únicamente la satisfacción personal en el matrimonio. El hecho de que ocurren actualmente tantos divorcios en el mundo, se debe principalmente al egoísmo personal.
Este deseo de satisfacción personal produce una falta de armonía en el matrimonio. No puede haber comunicación en una pareja cuyos integrantes sólo piensan en sí mismos, y es esta misma falta de comunicación la que impide que el amor verdadero pueda desarrollarse. La falta de comunicación y el posponer la procreación, se basan en el egoísmo Personal, como también así la gran iniquidad del aborto. Nos desagrada leer en Levítico sobre aquellos que adoraban ídolos y sacrificaban a sus hijos arrojándolos a la boca ardiente del dios de hierro, Moloc. ¿Será el egoísmo personal, cuyo resultado es el aborto, menos repulsivo a Dios? ¿Será por eso que la gente moderna sacrifica sus hijos por medio del aborto a su ídolo de materialismo egoísta?
En Europa, las familias se limitan hasta el grado de que los vecinos y amigos los desprecian si tienen más de dos hijos. Algunas naciones europeas empezaron a disminuir el número de habitantes, al generalizarse el control de la natalidad y el aborto. Muchas esposas trabajan a fin de que la pareja tenga su propia casa, un automóvil, un televisor en colores, o vacaciones costosas; para tales matrimonios, los hijos son un obstáculo que no desean, un gasto que no necesitan.
¿Para qué casarse, cuando no se quieren ni se esperan hijos? ¿Para qué tomarse la molestia del casamiento, cuando las parejas piensan cambiar de compañero al cansarse el uno del otro? ¿Para qué se necesita la virtud, cuando la única meta es la satisfacción personal? Si hubo alguna vez necesidad de restaurar la verdad en un mundo donde al hombre sólo le interesa su propio placer, esa necesidad la tiene nuestro mundo de hoy.
Cuando veo a mucha gente no solamente en Europa, sino en todas partes, reñir y provocar dificultades unos con otros, comprendo por qué Jesús recalcó siempre la importancia del amor. El Evangelio de Jesucristo es un Evangelio de amor. No es fácil vivir una vida de amor, sobre todo cuando se vive en un mundo donde es frecuente la contienda entre vecinos y familiares. Las personas han sido ofendidas tantas veces en el pasado por sus semejantes, que se han puesto en guardia los unos contra los otros, y han erigido un círculo defensivo en derredor de sí, difícil de penetrar. Sin embargo necesitan que se les enseñe a amar.
La disensión familiar conduce a los malos tratos del cónyuge y los hijos, y viene también como consecuencia del egoísmo personal; se ha extendido de tal modo en el mundo que hasta la hallamos penetrando en la Iglesia. Por lo tanto, conforme ésta crece rápidamente, debemos enseñar el amor cada vez con más eficacia. Es por eso que nuestras autoridades amonestan a los maestros orientadores a cuidar a las familias que tienen a su cargo y… velar siempre por los de la Iglesia, y estar con ellos, y fortalecerles;
Y ver que no haya iniquidad en la Iglesia, ni dureza entre uno y otro, ni mentiras, ni calumnias, ni mal decir.» (D. y C. 20:53-54.)
En su amor puro y desinteresado, Jesús dio su vida por nosotros. Si El hubiese sido tan egoísta como mucha gente de hoy, no hubiera habido expiación, y habríamos quedado aislados de la presencia de Dios para siempre y permanecido en una condición carnal, sensual y diabólica. Pero Jesús no era egoísta; El preparó un plan por el cual toda persona puede hallar gran gozo personal en la vida; sin embargo, ese gozo sólo se logra mediante el amor desinteresado y la obediencia al plan divino.
Ahora comprendo por qué Jesús siempre aconsejó en contra de las disputas y las contiendas. Las contiendas son obra del diablo y no de Dios.
Es preciso que los profetas de nuestros días estén en comunicación con Dios. Observo que ellos se esfuerzan por guiar a los hijos de Dios hacia la verdad y la justicia, y aunque su mensaje no sea popular es necesario, por ser éste el único camino que conduce a la felicidad. Os ruego a todos, seáis o no miembros de la Iglesia: enteraos de que vivimos en los últimos días, en una época en la cual el amor se está enfriando. (Mat. 24:12.)
Los que no quieran prestar atención a estas advertencias, están preparándose para la destrucción. Jesucristo no tardará en venir en su poder y su gloria, y a su venida únicamente sobrevivirán aquellos que hayan aprendido a amar a Dios y a sus semejantes con todo su corazón, fuerza y mente.
Testifico que Dios vive, que Jesús es el Cristo y ha resucitado, y que Dios nos habla hoy día por intermedio de sus profetas divinamente llamados, los cuales saben la verdad de estas cosas. ¡Escuchadlos, por favor! En el nombre de Jesucristo. Amén.
























