Testimonio

Conferencia General Abril 1981logo pdf
Testimonio
por el élder Ángel Abrea
Nuevo miembro del Primer Quórum de Los Setenta

Ángel AbreaHace algunos días cuando el presidente Kimball me llamó por teléfono a la casa de la misión, en Rosario, Argentina, y me hizo este llamamiento, mi esposa y yo; nos sentimos muy emocionados y a la vez preocupados por la gran  magnitud de esta nueva responsabilidad. Un sentimiento de gratitud me invadió de inmediato.

Agradezco a aquellas dos hermanas misioneras que llamaron a mi puerta hace casi treinta y ocho años, trayéndose las buenas nuevas del evangelio. Doy gracias también a mi querida madre, con quien leí por primera vez el Libro de Mormón, por llevarme a la Primaria y a todas las reuniones de la Iglesia. Ella todavía es un buen ‘ ejemplo para mí por su actividad y fidelidad en la Iglesia. Estoy agradecido a mi padre, quien sé que ha aceptado el evangelio y el bautismo al otro lado del velo. Cuando se sentó a la orilla de mi cama un domingo por la mañana yo tenía apenas once años y me dijo: «Ángel, si vas a ser miembro de la Iglesia, tendrás que cumplir con todo lo que ésta requiera de ti. Has aceptado un compromiso, y debes cumplirlo».

Agradezco también a mi esposa por su ayuda y constante apoyo, por su gran fe y amor por el evangelio y por ser una inspiración constante en mi vida y a mis tres hijas, quienes, por su amor y dedicación a la Iglesia, son un motivo de orgullo y felicidad para mí.

Quiero agradecer también a mis líderes y maestros por haber hecho su parte, muchas veces bajo circunstancias poco favorables; a los cientos de misioneros que han ayudado al crecimiento de la Iglesia en los países de América del Sur, y en forma muy especial a los padres de esos misioneros por haber enviado a sus hijos a tierras desconocidas, tal vez con temor y preocupaciones, pero con la seguridad de que estaban haciendo en ese momento lo que el Señor requería de ellos.

Y finalmente, quiero agradecer a mi Padre Celestial por mi testimonio, por saber sin ninguna duda que El envió a su Unigénito para poder llevar a cabo la gran obra de redención; que Jesucristo ha resucitado y vive, que José Smith recibió una misión divina por medio de la cual hemos llegado a conocer la verdadera naturaleza de Jesucristo, nuestro Salvador. Quiero agradecerle además porque sé que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es verdadera, que es el reino de Dios sobre la tierra y está presidida por un Profeta moderno, el presidente Spencer W. Kimball, quien ha sido una influencia muy grande en mi vida desde que era yo muy joven.

Doy infinitas gracias a mi Padre Celestial por este testimonio que es mi roca y mi sostén, el cual recibí por medio del Espíritu Santo; y pongo todos mis talentos, mi tiempo, mis esfuerzos, y todo lo que poseo al servicio de la obra para lo que he sido llamado. Esa es una forma de expresar en parte mi agradecimiento. Gracias. Y lo digo en el nombre de Jesucristo. Amén.

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