En pos de la excelencia

Conferencia General Abril 1985logo 4
En pos de la excelencia
Peter Vidmar

Peter Vidmar«Decidamos ahora la Case de persona que deseamos ser. y cuando surja una situación difícil, estaremos preparados para pasar la prueba.»

Recuerdo que hace exactamente seis meses estuve ante este púlpito en compañía de Dale Murphy, el gran jugador de béisbol, y fue un gran placer el poder conocerlos a todos ustedes, pero dimos un gran suspiro de alivio cuando bajamos del estrado, porque sabíamos que no tendríamos que hablar. Así que aquí estoy ahora.

Se me ha pedido que esta noche dirija mis palabras a los jóvenes. Ruego humildemente poder instilar en ellos el deseo de ir en pos de la excelencia y de dedicarse al servicio de nuestro Padre Celestial .

Me siento muy honrado y orgulloso de haber podido representar a mi país en las Olimpiadas de 1984 en Los Angeles El participar en esa gran competencia es un acontecimiento que siempre atesorare y recordare; sin embargo, mi participación en la gimnasia me ha enseñado ciertas cualidades que trascienden las barreras del atletismo en si, ya que las cualidades, características y claves del éxito en los deportes se aplican también a todos los demás aspectos de nuestra vida.

Todos los que, de una forma u otra pudimos ver los Juegos Olímpicos, vimos a los mejores atletas del mundo participando al máximo de sus habilidades. Muchos de ellos batieron récords olímpicos en puntuación, tiempo y distancia.

¿Pero cómo lo hicieron? ¿Que es lo que hace a un gran atleta? Recuerdo a un gran campeón olímpico que una vez habló sobre este tema y mencionó algunos factores muy importantes tales como un buen entrenador, un buen equipo, entrenar con buenos atletas y simplemente un talento puramente natural. Todos estos ingredientes pueden ayudar a formar a un gran atleta, y cada uno contribuirá en cierto respecto, pero hay una cualidad que sobrepasa a todas las demás, sin la cual un atleta no puede ser completo. Ese ingrediente es el deseo.

El atleta que posea el deseo mas intenso de triunfar tendrá mayores posibilidades de lograr su meta, y lo mismo se aplica al estudiante, al músico, o a cualquier otra cosa a la que aspiren los jóvenes. Recientemente se concluyó un estudio de cinco años de los mejores atletas, músicos y estudiantes de los Estados Unidos, y se llegó a la conclusión que «la razón de su éxito tan extraordinario era su deseo y determinación y no su gran talento natural» (Los Angeles Times, 17 de febrero de 1985).

En aquellos atletas que tienen determinación se puede observar la diferencia entre el saber y el hacer. Aquellos que realmente desean alcanzar sus metas harán todo lo requerido por lograrlas.

Nuestro gran profeta, Spencer W. Kimball, tiene en su oficina un pequeño lema que dice sencillamente: ¡Hazlo! En Mateo 21:2831 leemos:

«Pero ¿que os parece? Un hombre tenia dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.

«Respondiendo el, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.

«Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo el, dijo: Si, señor, voy. Y no fue.

«¿Cual de los dos hizo la voluntad de su padre?»

No sólo hablemos y soñemos de lo que queremos ser.; hagámoslo, no importa lo que cueste. Para poder alcanzar nuestras metas, quizás tengamos que trabajar mas duro que lo que jamas lo hayamos hecho.

Mi entrenador me enseñó una gran lección cuando yo comenzaba a prepararme como gimnasta. Estaba para asistir a mi primer campamento de entrenamiento del equipo nacional, y antes de partir, mi entrenador me dijo una sola cosa. No me dijo que aprendiera algunas maniobras nuevas ni tampoco que tratara de hacer mis rutinas mejor que los demás. Solamente me dijo que cuando regresara de ese campamento, quería que yo le pudiera decir, con toda honradez, que había trabajado mas duro que cualquiera de los integrantes del equipo nacional.

Así que recuerdo haber tomado la decisión de ser el ultimo en salir del gimnasio cada día; ¡y eso no quería decir que esperaba en la puerta de salida hasta que todos se fueran! También recuerdo que en la noche, cuando algunos de los integrantes del equipo a veces descansaban comiendo pizza y tomando cerveza, yo regresaba a mi habitación para hacer mas ejercicios.

Al regresar a casa dos semanas mas tarde, me sentí orgulloso de poderle decir a mi entrenador: «Si, trabaje mas duro que cualquiera». No tuve que trabajar el doble, solamente un poco mas, pero fue suficiente para ayudarme a mejorar machismo. A veces un poco mas es todo lo que se necesita.

Veamos cual fue el margen de la victoria en algunos de los eventos de las olimpiadas del verano pasado. En ciclismo femenino, después de la carrera de los 79.2 kilómetros, la diferencia entre la medallista de oro y la de plata fue solamente la vuelta de una rueda. En la carrera de natación a relevos, la diferencia entre el equipo que ganó el primer lugar y el que obtuvo el segundo fue solamente de cuatro centésimas de segundo. En muchas de las competencias de gimnasia, la diferencia entre el primero y el segundo lugar era tan insignificante como 25 milésimas de un punto.

Los campeones no ganaron por haber corrido el doble de rápido, ni saltado el doble de lejos, ni por haber alcanzado el doble de puntos que sus rivales; en muchos casos ganaron sólo por una fracción de segundo, una fracción de pulgada, o una fracción de punto. De igual manera, y lo mas importante, es que los campeones no ganaron por entrenar el doble que sus compañeros. Si otro gimnasta entrena seis horas al día yo no podría entrenar doce, pues sencillamente no seria prudente; pero si puedo entrenar seis horas y quince minutos al día. Ahí es donde el dar un poco mas y el ir recorriendo la segunda milla hace la diferencia.

En cualquier aspecto que deseemos mejorar, ya sea en nuestros deberes escolares, el atletismo, la música o el estudio de las Escrituras, solamente necesitamos dar un poco mas cada día. Quince minutos al día por un año suman mas de 91 horas. Estoy usando la cantidad de quince minutos solamente como un ejemplo de cómo se acumula el tiempo bien utilizado. Se que yo seria una mejor persona si aplicara este principio en otros aspectos importantes de mi vida. Sinceramente espero y ruego poder hacerlo.

Hay otro pequeño lema en la oficina del presidente Kimball que dice; «No desistas». Todos tendremos dificultades y obstáculos, pero nuestro Padre Celestial no nos dará ninguna dificultad que no podamos superar.

Muchos campeones olímpicos han tenido que vencer tribulaciones increíbles. El verano pasado tuvimos la oportunidad de ver a un compatriota ganar la primera medalla de oro para su país en la lucha grecorromana. Vimos a ese gigante llorar de felicidad al pararse en el estrado de la victoria. Dos años antes se había sometido a una intervención quirúrgica a causa de un cáncer poco común, pero nunca desistió en su empeño y ahora es un campeón olímpico.

Como hijos de nuestro Padre Celestial, podemos sufrir los tropiezos del pecado, pero nunca debemos desistir ni darnos por vencidos. Nuestro Padre Celestial ha proveído el camino para superar esos tropiezos espirituales mediante el gran don del arrepentimiento. El realmente nos ama y desea perdonarnos; todo lo que tenemos que hacer es pasar por el proceso del arrepentimiento y seremos victoriosos sobre nuestros errores.

Hoy he hablado sobre la importancia de ir en pos de la excelencia en todos los aspectos de nuestra vida, y no me encuentro aquí como un ejemplo sobresaliente de ello. He logrado algo maravilloso en el mundo de los deportes, y solo ruego poder mejorar en otros aspectos mas importantes de mi vida.

Lo que si se es la importancia de establecer metas sumamente elevadas, porque si lo hacemos, las metas intermedias serán mas fáciles de lograr. Al fijar mis miras en las olimpiadas, descubrí que era mas fácil llegar a ser campeón estatal o universitario, porque sabia que siempre tenia que mejorar.

No nos conformemos con la mediocridad; tratemos siempre de hacer lo mejor. Decidamos ahora la clase de persona que deseamos ser. y cuando surja una situación difícil, estaremos preparados para pasar la prueba.

Me siento muy bendecido porque a temprana edad se me enseñó la importancia de guardar la Palabra de Sabiduría y me propuse a guardar ese mandamiento. Recuerdo una ocasión en que participe en una prestigiosa competencia en Alemania y gane el evento de salto de garrocha. Al estar parado sobre el estrado de la victoria, recibí una medalla de oro, flores y regalos, y me sentía sumamente complacido.

Antes de bajarme del estrado, note que se acercaba otra persona que cargaba una copa de plata y pense:

«¡Que bien! ¡Otro premio!» Pero al acercarse mas aquella persona, note que la copa estaba llena de vino.

Volviéndome hacia mi amigo y competidor alemán, le pregunte para que era, y me explicó que era tradición de que el campeón tomara de la copa y la pasara al siguiente atleta.

Le informe que no tomaba, a lo que respondió: «Entonces toma sólo un sorbo y pásalo a la siguiente persona».

Entonces le explique que era en contra de mi religión y que ni siquiera podía tomar un sorbo. Mi amigo procedió a explicarles a los oficiales alemanes que yo no tomaba, pero por alguna razón insistieron en que agarrara la copa.

De modo que la agarre y la alce para que todos pudieran verla, y después, sin tomar un sorbo, la entregue al siguiente atleta. Reconozco que al escuchar la risa de la multitud me sentí un poco apenado, pero me sentía orgulloso de que había sido fácil decir que no. Creo que si tomamos las decisiones correctas antes de enfrentarnos con la tentación, será mucho mas fácil resistirla.

Para concluir, me gustaría recalcar que debemos mantener una perspectiva correcta al establecer nuestras metas. Nunca dejemos a un lado el evangelio al ir en pos de nuestras ambiciones temporales. No vinimos a este mundo para ser campeones olímpicos, o prominentes doctores, abogados, u hombres de negocios, ni para ser ricos y famosos. Vinimos para probar que somos dignos de regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial. Vinimos para establecer y lograr la meta mas alta.

Se lo duro que trabaje para competir en las olimpiadas. En ocasiones entrenaba seis horas al día. seis días a la semana y me parecía que tenia que poner toda mi energía y mis recursos físicos. Pienso que estoy comenzando a comprender cuan seria debe ser mi dedicación a la obra del Señor si he de recibir el máximo don de Dios. De hecho, tendré que dedicar todos mis talentos, energía y recursos -mi corazón y almas mente y fuerza-para merecer y recibir la vida eterna.

¡Imagínense la emoción de ser un campeón olímpico y el sentimiento de recibir la medalla de oro al estar parado en ese estrado de la victoria! Es un sentimiento indescriptible. Pero comprendamos también otra cosa. Todos podemos tener una experiencia infinitamente mas emocionante que esa: Si somos dignos, regresaremos a la presencia de nuestro Padre Celestial.

Tengo un testimonio del evangelio de Jesucristo. Se que Cristo vive y que Spencer W. Kimball es un profeta viviente de Dios. Hay tantas cosas por las que estoy agradecido. Mi matrimonio en el templo con mi bella esposa es mas valioso para mi que todo el oro del mundo.

Se que aun tengo mucho que hacer, pero ruego que siempre pueda mejorar y que algún día se me halle digno de todas las bendiciones que nuestro Padre Celestial tiene reservadas para aquellos que realmente le sirven. En el nombre de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Amén.

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