Los presidentes de la Iglesia

Conferencia General Octubre 1986logo 4
Los presidentes de la Iglesia
élder Joseph Anderson
Miembro emérito del Primer Quórum de los Setenta

Joseph Anderson«Estos hermanos han sido y son verdaderos profetas del Dios viviente. «

Considero un gran honor el que se me haya pedido expresar mi testimonio en cuanto a la relación que he sostenido con los líderes de la Iglesia durante los pasados casi sesenta y cinco años.

La mayor parte de mi vida la he dedicado a tratar a los profetas del Dios viviente. En febrero de 1922 se me llamó como secretario del Presidente de la Iglesia, que entonces era Heber J. Grant, y ocupe ese cargo hasta el día en que el falleció en 1945.

Durante la administración de sus sucesores, George Albert Smith, David 0. McKay, Joseph Fielding Smith y Harold B. Lee, continué como secretario de la Primera Presidencia; y he servido como Autoridad General desde 1970, trabajando con los presidentes Joseph Fielding Smith, Harold B. Lee, Spencer W. Kimball y hoy con Ezra Taft Benson. En el transcurso de los años, la Iglesia ha sostenido a estos hombres como profetas, videntes y reveladores. Siempre que ha existido el evangelio sobre la tierra, ha habido profetas de Dios, hombres que han poseído el sacerdocio divino, por medio de quienes el Señor ha dado a conocer su voluntad.

¡Qué bendición mas gloriosa ha sido la de servir al lado de los profetas y sus compañeros! Os testifico que las Autoridades Generales de hoy día son verdaderamente hombres de Dios. Cuando nos reunimos como quórum o en otras ocasiones con estos hermanos, el Espíritu del Señor esta presente, particularmente cuando nos reunimos en el templo.

¿Y en cuanto al profeta José Smith? ¿Creéis que el fue en verdad un profeta? Quiero testificar que posiblemente el haya sido el profeta mas grande que haya existido, salvo, por supuesto, el Salvador del mundo. El dio a la humanidad un conocimiento del Dios verdadero y viviente. Por medio de José, el Señor introdujo esta. La mas grandiosa de todas las dispensaciones, la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Juan el Bautista restauró las llaves del Sacerdocio Aarónico, y Pedro, Santiago y Juan restauraron las llaves del Sacerdocio de Melquisedec. José vio al Padre y al Hijo, y en la dedicación del Templo de Kirtland, Moisés, Elías y Elías el profeta se le aparecieron y le restauraron las llaves de otras dispensaciones anteriores. Esta es la ultima dispensación; es una época de preparación para la venida del Señor Jesucristo en gloria, su segunda venida. A José Smith le fueron dadas las llaves para transmitir el mensaje de vida y salvación a los vivos y a los muertos.

A continuación leeré un extracto de la carta que José Smith escribió en 1842 al Sr. John Wentworth, de Chicago:

»Ninguna mano impía puede detener el progreso de la obra; las persecuciones se encarnizaran, el populacho podrá conspirar, los ejércitos podrán juntarse, y la calumnia podrá difamar; mas la verdad de Dios seguirá adelante valerosa, noble e independientemente, hasta que haya penetrado en todo continente, visitado toda región, abarcado todo país y resonado en todo oído, hasta que se cumplan los propósitos de Dios, y el gran Jehová diga que la obra esta concluida.» (Mi reino se extenderá-Lecturas sobre la historia de la Iglesia, (PCSS56G9SP], La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1984, pág. 153.)

Todos los sucesores del profeta José Smith han recibido esas mismas llaves que he mencionado. Cada uno de los hermanos que sirven como Autoridades Generales ha sido llamado de Dios, por profecía y la imposición de manos, por aquellos que tienen la autoridad para predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas. Estos hombres han sido apartados de los del resto del mundo. Por ordenación, han recibido autoridad para hacer aquello que ningún otro hombre sobre la tierra puede hacer.

El presidente Lee dijo en una ocasión que, tal como las aguas mas puras emanan de los manantiales de las montañas, la palabra de Dios de mas exquisita pureza, la que esta menos expuesta a la contaminación, es la que procede de los labios de los profetas vivientes, a quienes se ha llamado para guiar a Israel en nuestros días.

(Qué gran profeta es el que tenemos hoy d(a, el presidente Ezra Taft Benson, quien, junto con sus consejeros, el Consejo de los Doce, otras Autoridades Generales y otros líderes inspirados, dirige la obra de Dios bajo la inspiración y revelación del Señor Jesucristo, quien es nuestro Salvador y Redentor.

He sido muy afortunado y bendecido al haberme relacionado y llegado a conocer, hasta cierto punto, a todos los Presidentes de la Iglesia.

Cuando trabajaba al lado del presidente Grant, viajamos juntos muchas veces; en algunas ocasiones fuimos por tren a Nueva York y a otros lugares, lo que requería que permaneciéramos juntos en el mismo camarote por varios días a la vez.

Al presidente Grant se le llamo como apóstol en los días de John Taylor, quien estuvo con el profeta José en la Cárcel de Carthage al tiempo de su martirio. El presidente Grant había conocido a Brigham Young, Parley P. Pratt, Orson Pratt, Wilford Woodruff, Lorenzo Snow y a otros que habían servido como apóstoles durante el período de José Smith. En varias ocasiones, el hermano Grant me hablo de los testimonios y experiencias de aquellos grandes hombres con respecto al profeta José, y también de las manifestaciones personales de que habían gozado.

Otro de los privilegios de que disfrute fue el de tener en mi custodia los registros de las reuniones de consejo realizadas por las Autoridades Generales en el templo, y mas tarde, durante los muchos años que serví como secretario, lleve los registros de sus reuniones. En efecto, he conocido a todos estos hermanos en el verdadero sentido de la palabra.

Cuando el Salvador oro a su Padre Celestial poco antes de su crucifixión. dijo: »Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo. a quien has enviado» (Juan 17:3).

Estos hermanos a quienes me he referido conocen a Dios y a Jesucristo, a quien El envío.

Yo se que Dios vive, que Jesús es el Cristo, que estos hermanos a quienes mencione han sido y son verdaderos profetas del Dios viviente y que han servido y sirven hoy bajo la dirección del Señor, quien es la verdadera cabeza de la Iglesia. Os lo digo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario