Conferencia General Abril 1986
Para la “Juventud Bendita”
presidente Ezra Taft Benson
«¡Qué privilegio! – ¡Qué privilegio más sagrado!-servir al Señor día, y noche durante dos años, con todo vuestro corazón, alma, mente fuerza. No podéis hacer nada que sea más importante.»
Mis amados hermanos, esta ha sido una reunión gloriosa. Me ha complacido en forma especial la cantidad de jóvenes que han asistido esta tarde. Amo con todo mi corazón a la juventud de la Iglesia. He pasado gran parte de mi vida al servicio de ellos, y su bienestar y felicidad forman parte de mis mayores preocupaciones.
Esta noche me gustaría hablaros directamente a vosotros, jóvenes del Sacerdocio Aarónico. Me complace ver que muchos de vuestros padres y líderes están con vosotros, porque deseo que ellos también escuchen mi mensaje.
Jóvenes del Sacerdocio Aarónico, vosotros habéis nacido en esta época para un propósito sagrado y glorioso. No es por coincidencia que se os ha reservado para venir a la tierra en esta la última dispensación del cumplimiento de los tiempos. Vuestro nacimiento en esta época en particular ha sido preordenado en las eternidades.
Vosotros seréis las huestes reales del Señor en los últimos días; sois una «juventud bendita» (Himnos de Sión. 56).
En las batallas espirituales que estáis luchando, os veo como los hijos de Helamán de estos días. Recordad bien la narración en el Libro de Mormón con respecto a los dos mil soldados jóvenes de Helamán y cómo las enseñanzas de sus madres les dieron fortaleza y fe. Esas maravillosas madres les enseñaron a vestirse de toda la armadura de Dios, poner su confianza en el Señor y no dudar en nada. Al hacerlo, ninguno de estos jóvenes se perdió. (Alma 53:10-23; 41-56.)
Mis jóvenes hermanos, os aconsejo a cada uno de vosotros a que os acerquéis más a vuestra madre, a que la honréis, a que recibáis los consejos de vuestra madre, que os ama y os instruye en justicia. Honrad y obedeced a vuestro padre, que representa la cabeza del hogar, imitando sus mejores cualidades.
Jóvenes, la unidad familiar es para siempre, y deberíais hacer todo lo que este de vuestra parte por fortalecer dicha unidad. Efectuad la noche de hogar en vuestra propia familia y participad activamente en ella. Haced la oración familiar y arrodillaos con vuestra familia en ese círculo sagrado. Haced vuestra parte por desarrollar una unidad familiar real y solidaria. En hogares que hacen esto, no existen brechas de comunicación.
La amistad más importante que deberíais tener es la de vuestros propios hermanos y hermanas, así como vuestros padres. Amad a vuestra familia; sed leales a ellos. Mantened un interés genuino por vuestros hermanos y hermanas y ayudadles a llevar su carga.
Recordad, la familia es una de las fortalezas más grandes de Dios contra la maldad de hoy día. Ayudad a mantener a vuestra familia fuerte y unida y digna de las bendiciones de nuestro Padre que está en los cielos. Al hacerlo, recibiréis fe y fortaleza, las que bendecirán vuestras vidas para siempre.
Ahora, mis queridos jóvenes, permitidme exhortaros a que participéis en un programa diario de lectura y de meditación de las Escrituras. Recordamos la experiencia de nuestro amado profeta, el presidente Spencer W. Kimball. Cuando tenla catorce años, aceptó el cometido de leer la Biblia de tapa a tapa. La mayor parte del tiempo que leyó lo hizo en la buhardilla de su casa, a la luz de una lámpara de aceite. Leyó cada noche, hasta que completó las 1.519 páginas, lo que le llevó aproximadamente un año, pero cumplió con su meta.
De los cuatro libros canónicos-la Biblia, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio-os recomiendo en particular que leáis y releáis el Libro de Mormón, que lo meditéis y practiquéis sus enseñanzas. El profeta José Smith se refirió al Libro de Mormón como «el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión». (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 233.)
Jóvenes, el Libro de Mormón cambiara vuestras vidas; os fortificara en contra de la maldad de hoy día; traerá a vuestra vida una espiritualidad que ningún otro libro puede lograr. Será el libro más importante que leeréis como preparación para una misión y para la vida. Un joven que conoce y ama el Libro de Mormón, que lo ha leído varias veces, que tiene un testimonio firme de su veracidad y que aplica sus enseñanzas será capaz de estar firme frente a las artimañas del diablo y será un poderoso instrumento en las manos del Señor.
Más aun, me gustaría recomendaros, hermanos del Sacerdocio Aarónico, que recibáis vuestra bendición patriarcal; que la estudiéis cuidadosamente y la mantengáis como escritura personal dirigida a vosotros, porque, en verdad eso es. La bendición patriarcal es una declaración inspirada y profética de vuestra misión en la tierra junto con bendiciones, precauciones y amonestaciones de acuerdo con lo que se le inspire al patriarca. Jóvenes, recibid vuestra bendición patriarcal bajo la influencia del ayuno y la oración, y luego leedla regularmente para que entendáis la voluntad de Dios para con vosotros.
Permitidme ahora llamaros la atención en cuanto a la importancia de la asistencia a todas las reuniones de la Iglesia; la asistencia fiel a las reuniones de la Iglesia acarrea consigo bendiciones que no podéis recibir de ninguna otra manera.
Asistid a la reunión sacramental todos los domingos; escuchad cuidadosamente los mensajes; orad para recibir el Espíritu de entendimiento y testimonio. Sed dignos de preparar, bendecir y repartir la Santa Cena. Llegad a la mesa de la Santa Cena con manos limpias y un corazón puro.
Asistid a vuestras clases de la Escuela Dominical cada domingo. Escuchad cuidadosamente la lección y participad en los análisis que se hagan; con ello lograreis conocimiento y aumentara vuestro testimonio.
Asistid a vuestras reuniones del sacerdocio todos los domingos y a vuestras actividades del quórum durante las noches de semana. Aprended bien vuestras responsabilidades del sacerdocio y luego llevadlas a cabo con diligencia y reverencia.
Jóvenes, aprovechad los programas de la Iglesia. Imponeos metas para obtener la excelencia en los programas de logros de la Iglesia. Obtened el premio «Mi deber a Dios», uno de los premios más significativos en el sacerdocio. Convertíos en Scouts Águilas; no os conforméis con la mediocridad en el programa de escultismo de la Iglesia.
Asistid regularmente a seminario y graduaos en el programa. La instrucción que allí se imparte es una de las experiencias espirituales más significativas que un hombre joven puede obtener.
Quisiera hablaros ahora sobre el servicio misional en el reino. Puedo sentir en lo más profundo de mi alma la importancia que tiene y ruego que entendáis el anhelo de mi corazón. El profeta José Smith declaró: «Después de todo lo que se ha dicho, el mayor y más importante deber es predicar el evangelio». (Enseñanzas del Profeta José Smith. pág. 132.)
El Señor desea que todos los jóvenes varones sirvan en una misión, pero en la actualidad sólo una tercera parte de los jóvenes de la Iglesia en edad de hacerlo están sirviendo una misión regular. Esto no agrada al Señor; podemos mejorar; debemos mejorar.
El servir una misión no sólo debe considerarse como un deber del sacerdocio, sino que cada joven debería esperar ansiosamente esta experiencia con gozo y deseo. ¡Qué privilegio más sagrado es servir al Señor día y noche durante dos años, con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza!
No podéis hacer nada que sea más importante. Los estudios pueden esperar, las becas se pueden postergar, las metas de trabajo también se pueden posponer. SI, aun el matrimonio en el templo se puede lograr después que un joven haya servido honorablemente una misión para el Señor. Y deseo amonestaros a que salgáis solamente con señoritas fieles a la Iglesia, quienes también crean que esto es importante y que os alienten.
Jóvenes, esperad con ansias el día en que podáis servir en una misión regular. Demostrad vuestro amor y obediencia al Señor contestando su llamado a servir. Entended que el verdadero propósito de ir al campo misional es para llevar más almas a Cristo, enseñar y bautizar a los hijos de nuestro Padre Celestial para que podáis sentir el gozo con ellos en el reino de nuestro Padre. (D. y C. 18:15.)
Preparaos ahora para vuestras misiones haciendo aquellas cosas que se han analizado esta tarde.
Otro ingrediente vital en la preparación para una misión es vivir siempre una vida limpia. Necesitamos jóvenes moralmente limpios en el campo misional; deseamos que viváis una vida limpia siempre; deseamos que una vida limpia moralmente sea vuestra forma de vida.
Si, uno se puede arrepentir de las transgresiones morales. El milagro del perdón es real, y el Señor acepta el arrepentimiento verdadero. Pero al Señor no le complace que antes de la misión, ni en ninguna época, llevemos una vida de excesos o que participemos en transgresiones sexuales de cualquier naturaleza, y luego esperar que una confesión planeada y un arrepentimiento rápido satisfagan al Señor.
El presidente Kimball fue enérgico en este punto. En su maravilloso libro, El Milagro del Perdón, dice: «¡Cuanto mejor es jamás haber cometido el pecado!» «El hombre que resiste la tentación y vive sin pecar esta en mucho mejor posición que el hombre que ha caído, no importa cuán arrepentido pueda este sentirse» (pág. 357).
Uno de nuestros queridos presidentes de estaca compartió la siguiente experiencia:
«Recuerdo a una chica con la que había asistido a la escuela secundaria. Provenía de una buena familia de la Iglesia, pero un año antes de terminar la escuela empezó a comprometer sus normas y principios.
«Recuerdo cuanto me sorprendió una tarde cuando regresábamos de la escuela con un grupo en la parte trasera de un autobús. Conversábamos de las consecuencias del pecado o de las transgresiones, y ella anunció muy confiadamente que no le preocupaba cometer ningún pecado porque su obispo le había dicho que podría arrepentirse fácilmente y ser perdonada rápidamente.
«Está por demás decir que me quede impresionado por su impertinente actitud, que no reflejaba ni comprensión del arrepentimiento ni aprecio por el milagro del perdón. Estaba seguro, además, de que ella había interpretado muy equivocadamente la instrucción y consejo de su obispo.»
El adulterio, o cualquier cosa parecida, es abominable a la vista del Señor. El presidente Kimball observó muy sabiamente:
«Entre los pecados sexuales más comunes que cometen nuestros jóvenes están comprendidos el besuqueo y las caricias indecorosas. Estas relaciones impropias no sólo conducen frecuentemente a la fornicación, al embarazo y al aborto-todos ellos pecados repugnantes-sino que son maldades perniciosas en sí y de sí mismas, y con frecuencia le es difícil a la juventud distinguir dónde una acaba y la otra empieza . . .
«Con demasiada frecuencia los jóvenes echan al olvido este género de caricias, encogiéndose de hombros como si se tratara de una pequeña indiscreción, pero 21 mismo tiempo admiten que la fornicación es una transgresión impía, muchísimos de ellos se llenan de espanto, o lo fingen, cuando se les dice que lo que han cometido, llamándolo acariciar y palpar, fue en realidad fornicación.» (El Milagro del Perdón, págs. 63-64)
Jóvenes del Sacerdocio Aarónico, recordad el mandato de las Escrituras: «Sed limpios, los que lleváis los vasos del Señor». (3 Nefi 20:41; D. y C. 38:42; Isa. 52:11) Recordad la historia de José en Egipto, quien rechazó a la esposa de Potifar y mantuvo su pureza y virtud.
Considerad cuidadosamente las palabras del profeta Alma a Coriantón, su hijo descarriado: «Quisiera que.. abandonases tus pecados, y no te dejases llevar más por las concupiscencias de tus ojos» (Alma 39:9).
«Las concupiscencias de tus ojos. ¿Qué significa esto en nuestros días?
Películas, programas de televisión y videos que son tanto sugestivos como depravados.
Libros y revistas obscenos y pornográficos.
Os aconsejamos, queridos jóvenes, que no ensuciéis vuestra mente con materiales tan degradantes, porque la mente por la cual pasan estas inmundicias nunca es igual después. No veáis películas ni videos vulgares ni participéis en ninguna clase de actividades inmorales, sugestivas o pornográficas. No escuchéis música degradante.
Recordad la declaración del élder Boyd K. Packer: «La música. una vez inocente, ahora muchas veces se usa para fines malvados . . .
«En nuestros días, la música misma se ha corrompido La música puede por su movimiento, su compás o su intensidad y me gustaría añadir que por su letra embotar la sensibilidad espiritual de los hombres . . .
‘Jóvenes, no podéis llenar vuestra mente con la música indigna y ruidosa de hoy en día.» (Boyd K. Packer, «Música inspiradora: pensamientos dignos», Conferencia General de octubre de 1973, pág. 86 y 88.)
Por el contrario os recomendamos que escuchéis música edificante, tanto popular como clásica, que edifique el espíritu. Aprended algunos himnos favoritos de nuestro nuevo himnario que ayudan a edificar la fe y la espiritualidad. Asistid a bailes donde la música y la iluminación y el mismo baile sean de tendencia espiritual. Mirad películas y programas que edifiquen el espíritu y promuevan pensamientos y acciones limpios. Leed libros y revistas que conduzcan a lo mismo.
Y recordad, jóvenes, la importancia del noviazgo apropiado. El presidente Kimball nos da un sabio consejo al respecto:
«Desde luego, el matrimonio apropiado empieza con un noviazgo adecuado. . . Por tanto, se hace fuerte hincapié en ésta amonestación: No corras el riesgo de salir con no miembros o con miembros que carecen de preparación y de fe. Vosotros podréis decir: ‘No. ninguna intención tengo de casarme con esta persona. Salgo con [ella] para divertirme’. Sin embargo, uno no debe correr el riesgo de enamorarse de alguien que quizá nunca acepte cl evangelio.» (El Milagro del Perdón, pág. 246.)
Nuestro Padre Celestial desea que salgáis con chicas que sean miembros fieles de la Iglesia, que os alienten a salir a una misión regular y a magnificar su sacerdocio.
Si, preparaos bien, toda vuestra vida, para servir en una misión. no solamente seis meses o un año antes.
Amamos a todos nuestros misioneros que sirven al Señor en el campo misional. Pero existe una diferencia entre los misioneros. Unos están mejor preparados para servir al Señor el primer mes que salen al campo misional que algunos que regresan después de veinticuatro meses.
Deseamos jóvenes que puedan entrar al campo misional listos para servir, con la fe que nace de la justicia personal y de vivir vidas limpias, de que pueden tener una misión próspera y productiva.
Deseamos misioneros que tengan el tipo de fe que tuvieron Wilford Woodruff y Heber C. Kimball, cada uno de los cuales llevó a cientos y miles de almas a las aguas del bautismo.
Dadme a un joven que se haya guardado moralmente limpio y que haya asistido fielmente a sus reuniones de la Iglesia; dadme a un joven que haya magnificado su sacerdocio y haya gana(lo su premio «Mi deber a Dios» y sea un Scout Águila; dadme a un joven que se haya graduado en el seminario y que tenga un testimonio ferviente del Libro de Mormón; dadme a tal joven, y os daré a un joven que pueda efectuar milagros para el Señor durante su misión y durante toda su vida.
Ahora bien me gustaría decir una palabra final a los padres y a los líderes del sacerdocio presentes esta tarde. Padres permaneced cerca de vuestros hijos. Ganad y sed dignos de su amor y respeto; uníos a vuestra esposa en la crianza de vuestros hijos. No hagáis nada en vuestra vida que pueda causar que vuestros hijos duden debido a vuestro ejemplo. Guiad a vuestros hijos. Enseñadles.
Como dije en octubre pasado al reunirnos en la sesión del sacerdocio, vosotros tenéis la responsabilidad mayor de enseñar el evangelio a vuestros hijos. Os recomiendo que volváis a leer ese discurso. Aunque sean importantes los programas de la Iglesia para enseñar a nuestros jóvenes, los padres tienen un llamamiento sagrado de enseñar e instruir continuamente a los miembros de su familia en los principios del evangelio de Jesucristo.
Líderes del sacerdocio, recordad que el obispo es el presidente del Sacerdocio Aarónico. Obispos, vuestra primera y mayor responsabilidad es el Sacerdocio Aarónico y las mujeres jóvenes de vuestro barrio.
Manteneos cerca de vuestros jóvenes; compenetraos en sus vidas. No es suficiente una entrevista con ellos una vez al año para cumplir con vuestro deber sagrado. Conversad a menudo con ellos; asistid a sus reuniones de quórum y de escultismo; id con ellos en los campamentos; participad en sus conferencias de la juventud; promoved actividades de padres e hijos; conversad con vuestros jóvenes sobre la misión y tened conversaciones regulares con ellos sobre su dignidad personal.
Fortaleced los quórumes del Sacerdocio Aarónico. Utilizad en forma eficaz la película en video, «Cómo revitalizar el quórum del Sacerdocio Aarónico» (VVVH9618SP), y los materiales que la acompañan. Estas son algunas de las mejores herramientas que tenemos en el Sacerdocio Aarónico. Los obispados, asesores de quórumes y presidencias deben usar en forma regular este programa de capacitación.
Ahora para terminar, mis jóvenes del Sacerdocio Aarónico, ¡cómo os amo, cómo os respeto, cómo oro por vosotros! Recordad lo que os he aconsejado esta noche; es lo que el Señor desea que escuchéis ahora-hoy día.
Vivid de acuerdo con vuestro potencial divino. Recordad quienes sois y el sacerdocio que poséis. Sed hijos modernos de Helamán. Poneos toda la armadura de Dios.
Con todo mi corazón os digo, «Cantad, juventud bendita: ¡a vencer, a vencer, a vencer!»
En el nombre de Jesucristo. Amén.
























