Proclamemos el evangelio

Conferencia General Octubre 1986logo 4
Proclamemos el evangelio
élder M. Russell Ballard
del Quórum de los Doce Apóstoles

M. Russell Ballard«Cuando confiamos plenamente en Dios, El nos. bendecirá para que sepamos que hacer y como actuar.»

Con frecuencia le pedían al profeta José Smith que le preguntara al Señor lo que quería que hicieran. En el caso de John Whitmer, el Señor dijo: »Y ahora, he aquí, te digo que la cosa que será de máximo valor para ti será declarar el arrepentimiento a este pueblo, a fin de que puedas traer almas a mí, para que con ellas reposes en el reino de mi Padre» (D. y C.15: 16).

Con frecuencia Jesús les pidió a sus discípulos que predicaran el evangelio a toda alma viviente. Los que creyeran debían ser bautizados en su nombre y entrar en su Iglesia. Después de los cuarenta días de ayuno del Salvador, y de las tentaciones de Satanás, Mateo dice que »comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

»Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
»Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
«Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. . .
«Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino.» (Mateo 4:17-20, 23.)

Con amorosa paciencia, Jesús enseñó a sus discípulos y especialmente a sus doce «a predicar el reino de Dios» (Lucas 9:2).

Después de los tres años de su ministerio, coronado por la expiación que incluyó su gloriosa resurrección, Jesús reunió a sus once discípulos en Galilea.

«Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
«Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
«enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» (Mateo 28: 18-20.)

Estas instrucciones fueron claras y, cuando Pedro, el Apóstol principal, finalmente las comprendió, se convirtió en un poderoso misionero. Por ejemplo, en el día de Pentecostés, » poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos . . .

«A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. . .

»Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

»Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿que haremos?

«Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. . .

«Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.» (Hechos 2:14, 32, 3S38, 41.)

Cuando Jesús visitó este continente, Nefi se acercó y se inclino ante El.

«Y el Señor le mandó que se levantara; y se levantó y se puso de pie ante el.
»Y el Señor le dijo: Te doy poder para que bautices a los de este pueblo cuando yo haya ascendido al cielo otra vez.
«Y además, el Señor llamó a otros, y les hablo en igual manera, y les dio poder para bautizar.» (3 Nefi 11 :20-22.)

Este mensaje sigue siendo el mismo para todo pueblo de todas las épocas: Predicad el evangelio del reino.

La Primera Presidencia ha dicho que una de las tres misiones de la Iglesia es proclamar el evangelio. Si aceptamos esta misión, debemos estar dispuestos a centrar nuestros esfuerzos en traer almas al Señor, si se arrepienten.

Hace dos años hable sobre este tema, y sigo teniendo el fuerte sentimiento de que constantemente debemos recordarnos y ayudarnos mutuamente en nuestra responsabilidad de compartir con otros el mensaje de la Restauración.

Con frecuencia oímos decir: »Se que debo compartir el evangelio, pero no se cómo hacerlo». Quizás las siguientes experiencias os sirvan de ejemplo, ya que resultaron cuando los miembros de la Iglesia ejercieron su fe y siguieron algunos pasos simples, tal como fijarse una fecha para tener a alguien listo para escuchar a los misioneros.

De Inglaterra:

«Como presidente de rama invite a toda la comunidad a ayunar y dar una ofrenda de ayuno para la gente de Etiopía. Preparamos cuatro mil volantes, los que distribuimos en las casas de nuestra área.

»Uno de los folletos llegó a manos de un hombre que no era miembro de la Iglesia, y su esposa sintió el deseo de participar, pero lo que les impresionó primero fue el nombre de la Iglesia impreso en el volante.

»El esposo fue a la capilla para entregar la ofrenda de ayuno, y lo conocí; le mostré nuestro pequeño edificio, le exprese mi testimonio y lo invite a que asistiera el domingo siguiente. Lo hizo, se lo presente a los misioneros e hicieron arreglos para ir a su hogar.

«Tuve el privilegio de ir a su casa varias veces con los misioneros y entablar un estrecho vinculo con la familia.

»La noche del dos de marzo, el día antes de la fecha que yo me había fijado, bautice a la esposa. El se bautizara pronto y también su hija.

«Por medio de ellos hemos conocido a otras familias que están recibiendo las charlas. Mi esposa y yo hemos fijado otra fecha.»

Del estado de Oregón:

«Fije un plazo de poco menos de dos meses, y todos los días, en mis oraciones, pedía la guía divina, y ayunaba para tener la entereza de no descuidar mi meta.

»La fecha se paso, dejándome un sentimiento de culpabilidad. Pero una semana después me dieron el mensaje de que un viejo amigo, compañero de estudios, deseaba que lo llamara. Le hable y lo invite a casa. Fuimos juntos a comprar una pizza, y de camino al centro le dije que era miembro de la Iglesia. Como se mostró interesado le conté algunas de las muchas bendiciones que había recibido. Entonces lo invite a ir a la Iglesia conmigo el próximo domingo y así lo hizo.

«Aceptó todo desde el comienzo. Cuando lo invitamos a que se bautizara dijo que no quería precipitarse. Entonces me sentí inspirado a leerle del Libro de Mormón las palabras que Alma pronunció en las aguas de Mormón, y que se encuentran en el capitulo 18 de Mosíah. Al hacerlo, hacia una pausa después de cada una de las preguntas de Alma y le preguntaba si estaba dispuesto a hacer lo mismo. Contestó que si a todas. Entonces le leí el versículo 10 y le pregunte: ‘¿Que te impide bautizarte’?’ Me miró y dijo: ‘¡Tienes razón! No tengo por que esperar.’ Fijamos la fecha y lo bautice y confirme miembro de la Iglesia.»

De Florida:

»En oración le exprese a mi Padre Celestial el deseo de compartir el evangelio y le pedí que me enviara a alguien.

«A la mañana siguiente vino una vecina a pedirme una olla prestada. Hacia tiempo que vivían allí, pero no nos veíamos mucho. Dos días después vino con su esposo a conversar y nos dijeron que estaban buscando una iglesia. Les dije que mi esposo y yo habíamos pasado por lo mismo, y cómo la Iglesia había llenado esa necesidad. Los invitamos a ir el domingo con nosotros y aceptaron gustosos. Después les dijimos que si deseaban saber mas acerca de la Iglesia los misioneros podían ir a nuestra casa a enseñarles. Aceptaron entusiasmados.

»En Navidad mi esposo los bautizó y los confirmó miembros de la Iglesia. Ya han progresado mucho y son un gran ejemplo para todos. Esperan con ansia el día en que puedan sellarse en el templo con su bebita recién nacida.»

Y por último, de Buenos Aires:

»En nuestras oraciones familiares comenzamos a incluir los nombres de personas que no eran miembros de la Iglesia. Mis hijos oraban por ellas y nuestras oraciones comenzaron a ser diferentes. Cambiamos nuestra actitud acerca de la obra misional, ya que en vez de esperar la oportunidad de compartir el evangelio, le pedíamos al Señor que preparara a personas en particular para que recibieran las charlas.

»Una de ellas se bautizó y esta bien activa. Otras tres familias, escogidas con la ayuda del Señor, han recibido la tercera charla, y todas han ido a la Iglesia por lo menos dos veces, y a nuestra casa con propósitos de hermanamiento. Todos ellos tienen la oportunidad de aceptar o no el mensaje del evangelio. «

Mis hermanos, de estas experiencias y muchas otras similares, vemos que podemos brindar a otros las ordenanzas del evangelio, si dejamos que el Señor nos ayude con alguien a quien conocemos y amamos. Ya que la mayoría de los santos son personas cálidas, generosas y dignas de confianza, nos debe ser fácil compartir nuestros sentimientos acerca de Dios y nuestra religión. Una vez que nuestros amigos nos tengan confianza, y con la ayuda del Señor, por lo general podemos sentirnos cómodos al invitarlos a aprender mas acerca de la Iglesia.

Hay muchas maneras de compartir el evangelio y se que los siguientes cuatro pasos os ayudaran a lograrlo, porque muchos miembros los han puesto en practica y tenido experiencias misionales hermosas.

Uno: Con espíritu de oración, fijad una fecha en la cual tendréis a alguien listo para escuchar el evangelio. Debemos comenzar de algún modo, y este simple acto de fe de nuestra parte nos servirá de motivación. No os preocupéis si no tenéis a nadie en mente; dejad que el Señor os ayude.

Dos: Por medio de la oración, seleccionad a un amigo o a alguien que conozcáis, con quien ya hayáis hablado acerca del evangelio, o a quien ya hayáis dado el Libro de Mormón u otra literatura de la Iglesia, o hayáis llevado a la Iglesia.

Tres: Comunicad la fecha y vuestros planes al obispado, el líder de misión del barrio y los misioneros. Ellos os ayudaran.

Y el mas importante es el cuatro: Con la ayuda del Espíritu, invitadlo a que escuche las charlas misionales. Este paso, de extender la invitación para oír el evangelio, requiere mucha fe, la fe para hacer lo que el Espíritu Santo os susurre.

Hablando de fe y de salvar almas, debéis comprender que cuando el Espíritu esta presente, la gente no se ofende cuando se les habla del evangelio. Al seguir estos pasos, con oración, estáis poniendo en practica un plan que convierte la fe en acción.

Podéis valeros de muchas buenas maneras para preparar a alguien a sentir el Espíritu. Algunas son: expresar vuestro testimonio, orar juntos, leer las escrituras, regalar un Libro de Mormón, compartir una experiencia espiritual, llevar a la persona a la Iglesia, mostrar o pasar una película o una cinta de la Iglesia y hablar del evangelio. Notad  que estos mismos pasos y principios también dan buenos resultados cuando se aplican para invitar a un miembro de la Iglesia inactivo a que vuelva a una total activación.

En la sección 50 de Doctrina y Convenios se nos asegura que «el que recibe la palabra por el Espíritu de verdad, la recibe como la predica el Espíritu de verdad. . . De manera que, el que la predica y el que la recibe se comprenden uno a otro, y ambos son edificados y se regocijan juntamente» (D. y C. 50:21-22).

La clave para que tengáis éxito en llevar almas a Cristo es actuar cuando sintáis que tanto vosotros como la persona sienten el Espíritu.

Recordad, hermanos, que por medio de nuestra confianza en el Señor, la fe y buenas obras, podemos llevar muchas almas al Señor, y disfrutar de la bendición de vivir con ellos en el reino de nuestro Padre.

Poco después de la muerte de la esposa del élder LeGrand Richards, . recibí la asignación de ser su compañero menor para ayudarle a organizar la Estaca Atlanta Georgia. Cuando íbamos en el avión hacia su querida Misión de los Estados del Sur, dijo:

-Elder Ballard, no tengo miedo a la muerte, pero lo que me preocupa es si podré encontrar a mi esposa allá

Sentí que debía decirle que en su caso podría ser un verdadero problema. Inmediatamente capte su atención; me miro a los ojos y dijo:

-¿Que quiere decir con eso?

Con emoción le conteste a este gran misionero:

-Elder Richards, cuando usted muera habrá tantos que estarán ansiosos de recibirlo por haberles llevado el evangelio que es posible que le sea difícil encontrarla en la multitud.

El contesto;

-Oh, ¡déjese de bromas!

Bien nos podríamos preguntar, ¿quien nos va a estar esperando a nosotros?

¡Que tuviera el poder de llegaros al corazón para que tuvieseis la fe de aplicar estos simples pasos que llevaran la luz del evangelio a muchos mas de los hijos de nuestro Padre! Cuanto mas trabajo en esta obra, mas me doy cuenta de que Satanás tratara de convencernos de que no tendremos éxito en compartir el evangelio. El nos miente. De hecho, el es el padre de toda mentira. No lo escuchéis a el, sino a los susurros del Espíritu Santo y luego actuad con fe al compartir el evangelio.

Os testifico, hermanos, que se que el Señor vive; que cuando estamos dispuestos a buscar su ayuda y guía, cuando confiamos plenamente en Dios, El nos bendecirá para que sepamos que hacer y cómo actuar para compartir este glorioso mensaje del evangelio con los demás. Os agradezco todo lo que habéis hecho en el pasado. Los líderes de la Iglesia tienen mucha fe en que, unidos, los miembros y misioneros de la Iglesia pueden hacer mucho mas en el futuro para edificar el reino de Dios.

Que el Señor nos bendiga con mas fe para llevar adelante esta obra, humildemente lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

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