Llamados a servir

Conferencia General Octubre 1987logo 4
Llamados a servir
Por el élder Robert L. Backman
De la Presidencia del Quórum de los Setentas.

Robert L. Backman«Os invito a comprometeros con vosotros mismos a salir en una misión; os invito a formar parte del ejército real del Señor, a prepararos  física, mental, social y espiritualmente desde ahora mismo.»

Este verano nuestro nieto mayor salió en una misión. Con expectativa y emoción lo observamos prepararse para la gran aventura. En el proceso de la despedida, la investidura y la entrada al Centro de Capacitación Misional observamos que se efectuaba ene él una transformación.

Fue un milagro ver al típico adolescente egoísta convertirse en el abnegado siervo de Dios. Se hizo hombre de la mañana a la noche. Nos encantaban sus cartas del centro de capacitación diciendo a los amigos que pusieran manos a la obra y hablando de que «esto es lo que vale». Al sumergirse en la obra, vimos en él un nuevo empuje que ha aumentado ahora que está en la misión y enseñando sus creencias.

Leeré parte de lo que le escribió a un amigo que no es miembro y está investigando la Iglesia:

«¡Cuánto me alegra saber que estás recibiendo las charlas! Son fantásticas. Quiero decirte algo con respecto a tomar decisiones: ¡tienes que decidirte! Lee el Libro de Mormón. A mí me llevó nueve días terminarlo, y eso sólo leyendo hora y media por día. Decídete ir  la Iglesia todas las semanas; es un mandamiento de Dios y es necesario para bautizarse.

Decídete a orar. Si lees el Libro de Mormón y oras al respecto, sabrás que es verdadero. Y por último, decídete a bautizarte. Cristo se bautizó y tú también tienes que hacerlo.

Creo que debes saber que el evangelio es verdadero; si no, no segurías. Recuerda, Dios sabe que tu sabes, y si no te decides, igual tendrás que darle cuentas porque sabes la verdad. A nadie le hace bien ser tibio en el evangelio, y menos a ti».

Como abuelo, me glorío en ver mi propia carne y sangre entrando al servicio del Señor tan bien preparado y ruego que mis otros nietos  respondan al llamamiento como él.

Al meditar en la forma en que pueden prepararse, creo que la mejor fórmula para ellos, y toda la juventud de la Iglesia, se halla en un versículo del capítulo 2 de Lucas; » Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Lucas 2:52).

Ese sólo versículo da una idea de los que hizo el Salvador al prepararse para su ministerio. ¡Nos dice que él creció física, mental, social y espiritualmente!

Siendo sus discípulos, ¿podemos hacer menos?

Consideremos como prepararnos de la misma manera para poder ser sus representantes.

Preparación física

La obra misional es exigente; impone gran esfuerzo físico y mental. No es para los débiles. Requiere salud, vigor, fortaleza y autodominio.

Un misionero hace mucho ejercicio; camina largas distancias, sube las cuestas en bicicletas y tiene que soportar las comidas que prepara el compañero. Se levanta temprano y trabaja arduamente hasta la tarde.

¿Quién le cocina, le cose o le plancha? ¿Quién le hace la cama, barre el piso, lava los platos? ¿Quién le plancha los pantalones, le lava las camisas y le lustra los zapatos? ¿Quién lo despierta o le recuerda que es la hora de irse a dormir?

Bien os haría ser autosuficiente en todo esto antes de ir en una misión. Es mucho más fácil que aprendáis ahora de una madre amorosa, de vuestras hermanas o de otras jóvenes del barrio que esperar a veros forzados a aprenderlo para sobrevivir.

Jóvenes, recordad la importancia de cumplir la Palabra de Sabiduría y la gloriosa promesa que tenemos del Señor si lo hacemos.

Como parte de vuestra preparación física, pensad en cómo os costearéis la misión.

Si todavía no habéis abierto una cuenta de ahorros para vuestro fondo misional, este es el mejor momento para hacerlo.

¿Sabéis administrar el dinero, comprar alimentos, arreglaros con lo que tenéis, aprovecharlo todo?

Preparación mental.

Antes de ejercer la abogacía, tuve que ir a la escuela primaria y secundaria, a preparatoria y a la universidad, lo que me requirió años  de estudios. Sin embargo, algunos pensamos que podemos entender el evangelio de Jesucristo, que abarca toda verdad, sólo con asistir a la Iglesia, haciendo un mínimo esfuerzo por aprender y practicar sus enseñanzas vitales.

Al prepararos para la misión, recordad este sabio consejo; «No se puede enseñar lo que no se sabe, de la misma forma que no se puede dar lo que no se tiene».

¿Qué educación tenéis? ¿Os gusta aprender? ¿Sabéis escuchar? ¿Leer? ¿Estudiar? ¿Meditar? ¿Memorizar?

¿Leéis las Escrituras regularmente? ¿Las entendéis? Fueron escritas para nosotros, no sólo para los que vivían cuando se escribieron.

El presidente Ezra Taft Benson os exhortó a participar en un programa de lectura y meditación diaria de las Escrituras, en particular del Libro de Mormón. Pensad en sus palabras:

«Jóvenes, el Libro de Mormón cambiará vuestras vidas; os fortificará en contra de la maldad de hoy día; traerá a vuestra vida una espiritualidad que ningún otro libro puede lograr. Será el libro más importante que leeréis como preparación para una misión y para la vida. Un joven que conoce y ama el Libro de Mormón, que lo ha leído varias veces, que tiene un testimonio firme de su veracidad y que aplica sus enseñanzas será capaz de estar firme frente a las artimañas del diablo y será un poderoso instrumento en las manos del Señor» («Para la juventud bendita», Liahona Julio de 1986, pág. 40)

¡Qué promesa de un Profeta de Dios!

Desde el Centro de Capacitación Misional  mi nieto escribió esto a un amigo: «Lee el Libro de Mormón. . .Es el mejor libro que he leído en mi vida. Créemelo».

Os sorprenderá todo lo que podéis sacar de las Escrituras para mejorar vuestras conversaciones, resolver problemas y relacionar principios con experiencias diarias.

Además, os insto a que aprendáis un idioma. Eso os abrirá puertas y oportunidades beneficiosas, no sólo en la misión, sino a lo largo de toda vuestra vida.

Y el programa de seminario es especial para prepararos mentalmente para la misión.

Preparación social

¿Qué opináis de vosotros mismos?

La misión requiere fe en sí mismos, y esta se adquiere con la práctica y con el conocimiento de lo que sois como hijos de Dios y de lo que podéis llegar a ser.

El misionero descubre muy pronto que, ya sea que piense que puede hacer algo o que no puede, siempre tiene razón.

¿Honráis y apoyáis la ley? ¿Sois de confianza, personas de palabra?

No habrá otra época en que se os haga una demostración mayor de confianza.

¿Sabéis obedecer reglas? La misión se rige por reglas.

¿Sois honrados en vuestras relaciones con los demás’? ¿Os gusta el trato con la gente?

¿Os imagináis lo que seria vivir con otro misionero día y noche, y disfrutar de esa convivencia’?

¡Que lecciones tan grandes sobre fraternidad humana aprenderéis en ese pequeño mundo!

Uno de mis misioneros tenia gran dificultad en llevarse bien con los compañeros. Me veía forzado a cambiar sus compañeros a menudo, porque no lo aguantaban. Al fin, le hablé a uno de mis mejores misioneros para que fuera su compañero, rogándole que hiciera todo lo que pudiera por ayudarle a amar la obra. Al acercarse el tiempo de una conferencia en la ciudad donde ellos estaban, temía que, como sus predecesores, me pidiera que lo cambiara. Para mi sorpresa, cuando le pregunte cómo se llevaban, me contesto: «¡Fantástico! Descubrimos que tenemos algo en común: ¡Ninguno de los dos ha estado en Africa!»

Os prometo que haréis algunas de las amistades más perdurables de vuestra vida. Pienso en mi misión y en los hombres que conocí allí y que han tenido en mi vida una influencia grande y positiva. Ellos se cuentan entre mis mejores amigos. ¿Y por que? Alguien dijo que una misión es como sumergirse en un mar de amor.

Hace poco, en una conferencia de estaca, una jovencita contó la experiencia de trabajar con una pareja de misioneras. Hablo muy emocionada del amor que ellas demostraban a todas las personas, ya fueran amables o antipáticas, sensibles u hostiles. Reconocían en todo ser humano a un hijo de Dios, a quien El ama, y ellas también tenían que amarlo. Ese amor influía en todos los que las conocían, y aun en su relación mutua.

Preparación espiritual

La verdad de Dios sólo puede saberse por medio del Espíritu del Señor. Un misionero debe estar en armonía con ese Espíritu: debe reconocer su guía e inspiración. Debe ser puro, para poder contar con el Espíritu en todo lo que haga.

¿Cómo os preparareis para gozar del Espíritu Santo?

  1. Manteneos limpios, en pensamiento y hechos. La inmoralidad sexual es el arma más potente de Satanás contra nosotros, y lleva a mas infelicidad, remordimiento y degradación que cualquier otro pecado. Es fatal para nuestro progreso eterno. Evitadla como se evita una plaga.
  2. Orad de corazón, y prestad atención para oír la respuesta.
  3. Obtened el testimonio del evangelio de Jesucristo practicando sus enseñanzas diariamente.
  4. Defended vuestras creencias. Estableceos las normas y no permitáis que las mas bajas de otros os desvíen. ¡Vosotros sois dueños de vuestra vida!
  5. Honrad el sacerdocio que recibisteis de Dios y que será un escudo durante toda vuestra vida si respetáis su poder.
  6. Estableced metas para el futuro. Decidid con anticipación vuestro curso de acción, y haced planes de lo que deseáis hacer, y de la forma de lograrlo. Esto os ayudara a resistir cuando tengáis que enfrentar las tentaciones de Satanás, que seguramente se os presentaran.
  7. Obedeced los mandamientos. Eso os traerá felicidad v satisfacciones.
  8. Sabemos que la mejor manera de prepararse para una misión es tener la experiencia espiritual de enseñar el evangelio a otros antes de ser llamado. Os instamos a que habléis del evangelio con vuestros amigos que no son miembros y que ayudéis a enseñarles acompañando a los misioneros regulares o los de estaca para presentarles las charlas, y aprovechando esas ocasiones para darles vuestro testimonio. Entonces sabréis como obra el espíritu Santo para guiar hacia la verdad y reconoceréis su dulce influencia por experiencia propia.

Entonces entenderéis, como llegó a entender el criado de Eliseo, al ver que la ciudad estaba rodeada por el ejercito sirio. Corriendo, fue a decirle a su amo: «¡Ay, señor mío! ¿Qué haremos?»

Eliseo le contesto: »No tengas miedo, porque mas son los que están con nosotros que los que están con ellos.

Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miro: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo» (2 Reyes 6:15-17).

Cuando estéis en armonía con ese Santo Espíritu, estaréis bien preparados para ser representantes del Señor, para enseñar y testificar, trayendo almas a nuestro Salvador, Jesucristo.

En abril de 1987, en el Seminario para los Representantes Regionales, el presidente Hinckley dijo:

En la obra misional, como en cualquier otra, la preparación precede al poder. Empezar desde muy temprano a aconsejar a los niños a prepararse puede influir enormemente en ellos».

A mis nietos y a la juventud de la lglesia, os invito a comprometeros con vosotros mismos a salir en una misión; os invito a formar parte del ejército real del Señor, a prepararos física, mental, social y espiritualmente desde ahora mismo.

El presidente Benson nos ha recordado que no hay nada más importante: «Los estudios pueden esperar, las becas se pueden postergar, las metas de trabajo. . . se pueden posponer. Si, aun el matrimonio en el templo debe esperar» («Para la juventud bendita'», Liahona. Julio de 1986. pág. 40).

Me uno al presidente Benson para invitaros a demostrar vuestro amor y dedicación al Señor respondiendo a su llamado al servicio y uniendo vuestras voces con las de otros treinta y cuatro mil misioneros que cantan:

Somos hoy llamados al servicio,
A dar testimonio de Jesús.
Vamos a un mundo en tinieblas
Para proclamar la luz.
Somos hoy llamados a las filas,
Alumbrados de la eterna luz.
Vamos por las sendas y consejos
Que nos señaló Jesús.
Prestos, todos prestos, cantaremos en unión;
Listos, siempre listos, entonemos la canción.
Todos cantaremos nuestro himno triunfal;
Juventud de Sión, lucharemos en la causa celestial.
(«Llamados a servir», Canta conmigo. Núm B-75.)

»Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» (Lucas 2:52). Jóvenes de la lglesia, id y haced lo mismo: ¡Preparaos para servir! En el nombre de Jesucristo, Amen.

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