Venid a Cristo

Conferencia General Octubre 1987logo 4
Venid a Cristo
por el presidente Ezra Taft Benson
Presidente de la Iglesia

Ezra Taft Benson«Releamos constantemente el Libro de Mormón para que en forma mas absoluta podamos acercarnos a Cristo, dedicarnos a Él, hacerle el centro de nuestra vida y consagrarnos totalmente a Él.»

Mis queridos hermanos, esta ha sido otra gloriosa conferencia que le agradezco al Señor, y elogio a mis hermanos por su consejo inspirado y a los coros por su música que ha elevado nuestros espíritus.

La misión principal del Libro de Mormón, según esta registrado en su primera pagina descriptiva, es »para convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones».

Aquel que sinceramente este buscando la verdad puede ganar el testimonio de que Jesús es el Cristo si medita y ora sobre las palabras inspiradas del Libro de Mormón.

Mas de la mitad de los versículos que componen el Libro de Mormón mencionan a nuestro Señor. Alguna forma del nombre de Cristo se menciona en ellos con mayor frecuencia que en el Nuevo Testamento.

En el Libro de Mormón se le dan mas de cien nombres diferentes, los cuales describen en forma particular su naturaleza divina.

Consideremos algunos de los atributos de nuestro Señor, según se encuentran en el Libro de Mormón, que demuestran que Jesús es el Cristo. Confirmemos entonces cada uno de esos atributos con una breve cita del Libro de Mormón.

El Vive: »es. . . la vida del mundo. . . una vida que es infinita» (Mosíah 16 9).

Él es Inmutable: »el mismo ayer, hoy  y para siempre» (2 Nefi 27:23).

Él es el Creador: «creó todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra» (Mosíah 4:9).

Él es el ejemplo: Él puso «el ejemplo. . . dijo a los hijos de los hombres: Sígueme tu» (2 Nefi 31:9, 10).

Él es Generoso: »a nadie manda el que no participe de su salvación» (2 Nefi 26:24).

«Él es Divino: Él es »Dios» (2 Nefi 27:23).

Él es Bueno: «toda cosa que es buena viene de Dios» (Moroni 7:12).

Él es Compasivo: «él es lleno de gracia» (2 Nefi 2:6).

Él es Sanador: «personas. . . enfermas y afligidas con toda clase de males, y poseídas de demonios y de espíritus impuros. . . fueron sanadas por el poder del Cordero de Dios» (I Nefi 11:31).

Él es Santo: ¡Oh, cuan grande es la santidad de nuestro Dios!» (2 Nefi 9:20).

Él es Humilde: »se humilla ante el Padre» (2 Nefi 31:7).

Él es Jubiloso: «el Padre [le] ha dado plenitud de gozo» (3 Nefi 28: 10).

Él es nuestro Juez: Todos seremos «llevados a comparecer ante el tribunal de Dios, para ser juzgados por él» (Mosíah 16:10).

Él es Justo: «los juicios de Dios, son siempre justos» (Mosíah 29: 12).

Él es Bondadoso: Esta lleno de »amorosa bondad. . . para con los hijos de los hombres» (I Nefi 19:9).

Él es el Legislador: Él es «quien [da] la ley» (3 Nefi 15:5).

Él es el Liberador: »no hay otro titulo por medio del cual podéis ser librados» (Mosíah 5:8).

Él es la Luz: la luz . . . del mundo; si, una luz que es infinita, que nunca se puede extinguir» (Mosíah 16:9).

Él es Amoroso: ‘ El ama al mundo, al grado de dar su propia vida» (2 Nefi 26:24).

Él es el Mediador: el »gran [mediador] para todos los hombres» (2 Nefi 2:27).

Él es Misericordioso: Él tiene «multitud de . . . tiernas misericordias» (I Nefi 8:8).

Él es poderoso: «Él es más poderoso que toda la tierra» (i Nefi 4:1).

Él es Milagroso: «un Dios de milagros» (2 Nefi 27:23)

Él es Obediente: Obedece al Padre «en observar sus mandamientos» (2 Nefi 31:7).

Él es Omnipotente: «tiene. . . todo poder, tanto en el cielo como en la tierra» (Mosíah 4:9).

Él es Omnisciente: «Pero el Señor sabe todas las cosas desde el principio» (I Nefi 9:6).

Él es nuestro Redentor: »todo el genero humano se hallaba en un estado perdido y caído, y lo estaría para siempre, a menos que confiase en este Redentor» (I Nefi 10:6).

Él es la Resurrección: Él efectúa »la resurrección de los muertos, siendo el primero que ha de resucitar» (2 Nefi 2:8).

Él es Recto: »porque sus vías, son para siempre justas» (2 Nefi 1:19).

Él es el Gobernante: El gobierna »arriba en los cielos y abajo en la tierra» (2 Nefi 29:7).

Él es nuestro Salvador: »No hay otro nombre debajo del cielo sino el de este Jesucristo. . . mediante el cual el hombre puede ser salvo» (2 Nefi 25:20).

Él es Sin Pecado: Él «sufre tentaciones, pero no cede a ellas» (Mosíah 15:5).

Él es Verídico: »un Dios de verdad, y no [puede] mentir» (Eter 3: 12).

Él es Sabio: «él tiene toda sabiduría» (Mosíah 4:9).

Cuando pienso en estas y muchas otras señales de la divinidad de nuestro Señor, que se encuentran en el Libro de Mormón, mi corazón exclama junto con el autor del siguiente himno:

Señor mi Dios, al contemplar los cielos

El firmamento y las estrellas mil,
al oír tu voz en los potentes truenos
y ver brillar al sol en su cenit,
mi corazón se llena de emoción:
¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Mi corazón se llena de emoción,
¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
(Hymns, 1985, Núm. 86.)

Cuando una persona se ha convencido, por medio del Libro de Mormón de que Jesús es el Cristo, debe seguir el próximo paso: acercarse a Cristo. El aprender los preceptos que se encuentran en lo que el profeta José Smith llamó el libro «más correcto de todos los libros sobre la tierra», o sea, el Libro de Mormón, constituye únicamente el primer paso. Guiándose por esos preceptos que se encuentran en la »clave de nuestra religión», un hombre puede acercarse mas a Dios que si siguiera los preceptos de cualquier otro libro (véase Enseñanzas, págs. 233-234). ¿Nos damos cuenta, entonces, de por que debemos leer este libro a diario y practicar sus preceptos constantemente?

Hay un numero cada vez mayor de personas que se han convencido por medio de la lectura del Libro de Mormón de que Jesús es el Cristo. Ahora necesitamos que haya aun más personas que lo utilicen para dedicarse a Cristo, para convencerse y consagrarse a Él. Ahora veamos en el Libro de Mormón algunos principios acerca de venir a Cristo, dedicarse a Él y ponerlo como el centro de nuestra vida y consagrarse a Él. Mencionare sólo algunos de los muchos pasajes que hablan al respecto.

Primero debemos saber que Cristo «invita a todos los hombres, pues a todos ellos se extienden los brazos de misericordia. . . Sí, dice él: Venid a mí, y participareis del fruto del árbol de la vida (Alma 5:33-34).

Venid, porque Él esta «con brazos abiertos para recibiros» (Mormón 6:17).

Venid, porque Él «os consolara en vuestras aflicciones, y abogara vuestra causa» (Jacob 3: 1).

«Venid a él y ofrecedle vuestras almas enteras como ofrendas» (Omni 26).

Cuando Moroni cerró el registro de la civilización jaredita, escribió:

»Quisiera exhortaros a buscar a este Jesús de quien han escrito los profetas y apóstoles» (Eter 12:41).

Al terminar sus escritos, hacia el final de la civilización nefita, Moroni dijo: «Si, venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad, y si. . . amáis a Dios con todo vuestro poder, alma y fuerza, entonces su gracia os es suficiente» (Moroni 10:32).

Aquellos que están dedicados a Cristo para ‘ ser testigos de Dios a todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar» y quizás «aun hasta la muerte» (Mosíah 18:9) conservan »escrito este nombre» de Cristo en sus corazones (Mosíah 5: 12). Ellos toman sobre si »el nombre de Cristo, teniendo la determinación de servirle hasta el fin» (Moroni 6:3).

Cuando hacemos de Cristo el centro de nuestra vida, «hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo» (2 Nefi 25:26). Recibimos «la placentera palabra de Dios, y [nos deleitamos] en su amor» (Jacob 3:2) Aun cuando el alma de Nefi estaba afligida a causa de sus iniquidades, él dijo: «Sé en quien he confiado. . . Mi Dios ha sido mi apoyo» (2 Nefi 4:19-20).

Recordamos el consejo de Alma:

«Sean todos tus hechos en el Señor, y dondequiera que fueres, sea en el Señor; deja que tus pensamientos se dirijan al Señor: si, deja que los afectos de tu corazón se funden en el Señor para siempre. Consulta al Señor en todos tus hechos» (Alma 37:36-37).

«Recordad. . . recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo. . . que debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos. . . no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria» (Helamán 5:12).

Nefi dijo: «Mi Dios. . . me ha llenado con su amor hasta consumir mi carne» (2 Nefi 4:20-21). Aquellos que ofrecen toda su vida a Cristo tienen «vida en Cristo» (2 Nefi 25:25). Ellos no padecen «ningún genero de aflicciones que no [sean] sorbidas en el gozo de Cristo» (Alma 31:38). Ellos son recibidos «en los brazos de Jesús» (Mormón 5:11). Nefi dijo: »Me glorío en Jesús, porque él ha redimido mi alma» (2 Nefi 33:6). Lehi dijo: «Estoy para siempre envuelto entre los brazos de su amor» (7 Nefi 1:15).

Ahora bien, mis amados hermanos, leamos el Libro de Mormón y convenzámonos de que Jesús es el Cristo. Releamos constantemente el Libro de Mormón para que en forma mas absoluta podamos acercarnos a Cristo, dedicarnos a Él, hacerle el centro de nuestra vida y consagrarnos totalmente a Él.

Cada día encontramos al adversario a nuestro paso. Los problemas de esta época son tanto o aun peores que los de épocas anteriores, y continuaran agravándose tanto en lo espiritual como en lo temporal. Debemos estar cerca de Cristo, debemos tomar a diario su nombre sobre nosotros, recordarle siempre y guardar sus mandamientos.

En la carta final que Mormón le escribió a su hijo Moroni, y que se encuentra en el Libro de Mormón, le da un consejo que se aplica a nuestros días. Ambos, padre e hijo, vieron caer toda la civilización cristiana debido a que los de su pueblo no quisieron servir al Dios de la tierra, que era Jesucristo. Por tanto, Mormón escribió: «Y ahora, mi querido hijo, pese a su dureza, trabajemos diligentemente; porque si dejamos de obrar, incurriremos en la condenación. Porque tenemos una obra que debemos efectuar mientras estemos en este tabernáculo de barro, a fin de que podamos vencer al enemigo de toda justicia, y reposen nuestras almas en el reino de Dios» (Moroni 9:6). Vosotros y yo tenemos que efectuar ahora una tarea parecida: vencer al enemigo para que nuestras almas reposen en el reino.

Entonces, Mormón, esa alma admirable, terminó la carta a su hijo amado, Moroni, con estas palabras.

«Hijo mío, sé fiel en Cristo; y que las cosas que he escrito no te aflijan, para apesadumbrarte hasta la muerte; sino Cristo te anime, y sus padecimientos y muerte, y la manifestación de su cuerpo a nuestros padres, y su misericordia y longanimidad, y la esperanza de su gloria y de la vida eterna, reposen en tu mente para siempre.» (Moroni 9:25-26.)

Mi oración por cada uno de nosotros es que también sigamos ese consejo inspirado: «Sed fieles en Cristo». Entonces Él nos elevara y su gracia estará con nosotros y nos acompañará eternamente. Lo ruego humildemente en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.

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