Venid a Cristo, y perfeccionaos en El

Conferencia General Abril 1988logo 4
Venid a Cristo, y perfeccionaos en El
por el presidente Ezra Taft Benson
Presidente de la Iglesia
Leído por el presidente Gordon B. Hinckley.
Primer Consejero de la Primera Presidencia

Ezra Taft BensonAl igual que hemos sentido el Espíritu y hemos hecho nuevos y sagrados compromisos, ruego que ahora tengamos la valentía y la fuerza de llevar adelante esa determinación es que hemos tomado.

Ayer de mañana escuchamos la voz potente del presidente Benson, y volvimos a oírla de noche [en la sesión del sacerdocio], y lo que él dijo nos alentó a todos. De acuerdo con su solicitud, me complace leer el mensaje que él preparó como discurso de clausura de esta conferencia.

Mis queridos hermanos y hermanas, esta ha sido una magnífica conferencia general de la Iglesia. Hemos sentido un espíritu maravilloso en todas nuestras reuniones.

Felicito a mis hermanos, las Autoridades Generales que nos han hablado, por sus excelentes mensajes. Oro humildemente para que todos nosotros sigamos los consejos y las instrucciones que hemos recibido.

Al igual que hemos sentido el Espíritu y hemos hecho nuevos y sagrados compromisos, ruego que ahora tengamos la valentía y la fuerza de llevar adelante esas determinaciones que hemos tomado.

En los próximos seis meses, el número de la revista Liahona en el que se publican los discursos de la conferencia debe estar junto con los libros canónicos, al alcance de la mano, para que lo consultéis frecuente mente. Así como dijo mi querido amigo y hermano, el presidente Harold B. Lee, debemos dejar que estos discursos de la conferencia «sean los que guíen nuestros pasos y nuestras palabras en los próximos seis meses. Estos son los importantes asuntos que el Señor considera oportuno revelar a su pueblo en este día» (en Conference Report, abril de 1946, pág. 68).

Que todos vayamos a nuestro hogar con renovados deseos de dedicarnos a hacer que se cumpla la sagrada misión de la Iglesia que en forma tan hermosa se ha expuesto en estas sesiones de la conferencia: » . . . invitar a todos a venir a Cristo» (D. y C. 20:59), y » . . . venid a Cristo, y perfeccionaos en Él» (Moroni 10:32).

Esta gran misión de la Iglesia se  cumple al proclamar el evangelio, perfeccionar a los santos y redimir a  los muertos.

Que en los próximos días, cuando estemos en nuestros hogares, podamos orar para considerar en forma especifica de que manera podemos llevar a cabo esta misión, tanto los miembros individualmente como las familias de la Iglesia. Mientras todavía sintamos el espíritu de esta gran conferencia y mientras las palabras que hemos escuchado resuenen aun en nuestros oídos, decidamos en que forma vamos a ser hacedores de la palabra y no solamente oidores (véase Santiago 1:22).

Al proclamar el evangelio, os pido que, con una oración en vuestro corazón, consideréis y meditéis los siguientes puntos, según lo que podáis aplicar a vosotros mismos:

Jóvenes, ¿os estáis preparando sinceramente para servir en una misión regular?* El Señor necesita jóvenes que tengan entre diecinueve y veintiséis años de edad, que sean dignos, y que estén preparados y tengan deseos de trabajar en cl campo misional.

Matrimonios maduros, habiendo criado a vuestros hijos, ¿habéis orado para considerar la posibilidad de servir en una misión regular? El Señor necesita muchas parejas mas en el campo misional, parejas que puedan amar, hermanar y guiar a las personas para que se acerquen a Cristo.

Hermanas solteras, las que todavía no hayáis hecho planes de casamiento, ¿habéis orado sobre la posibilidad de servir en una misión regular, y después habéis pedido consejo a vuestros padres y al obispo? Nuestras hermanas solteras están haciendo misiones maravillosas en todo el mundo.

Finalmente, vosotros, todos los miembros de la Iglesia, ¿os dais cuenta de que como miembros misioneros tenéis la responsabilidad sagrada de hacer conocer el evangelio a vuestros amigos y familiares?

El Señor necesita que todo miembro de la Iglesia tenga la fe y la valentía que se requieren para fijarse una fecha en la que tendrá a una persona preparada para que reciba las lecciones de los misioneros. Después de haber orado sinceramente al respecto, ¿considerarían los miembros de la Iglesia cumplir este cometido sagrado?

Otra manera de venir a Cristo es por medio del perfeccionamiento de los santos. ¿Cómo logramos esto? Una forma de conseguir perfeccionarnos, a nosotros mismos y a nuestra familia, es leer a diario las Escrituras.

¿Leemos diariamente el Libro de Mormón, ya sea toda la familia junta o individualmente, utilizando sus enseñanzas para bendecir y perfeccionar nuestra vida y la de nuestros hijos?

Me regocijo a causa de los miles de miembros que actualmente responden a esta invitación y que testifican de las bendiciones que reciben como resultado.

La comunicación con nuestro Padre Celestial por medio de la oración también nos da un poder espiritual y una fortaleza que no se pueden conseguir de ninguna otra forma. ¿Nos acordamos de orar por la mañana y por la noche, tanto en forma individual como en familia?

Y otra cosa, ¿tenemos nuestra noche de hogar todas las semanas? El resultado inmediato puede a veces no ser lo que esperábamos, pero si tenemos la noche de hogar semanalmente, como se nos ha aconsejado, conseguiremos perfeccionar esa unidad familiar eterna.

¿Y que podemos decir de la preparación familiar? La preparación familiar siempre ha sido un principio de bienestar para perfeccionar a los santos En los lugares donde esto es posible, ¿seguimos todos con nuestras familias el consejo que recibimos hace mucho tiempo de almacenar alimentos, ropa y, donde este permitido, combustible, para que nos duren como mínimo un año?

Finalmente, consideremos el divino encargo de redimir a los muertos. Mientras pensáis en esta responsabilidad, quisiera que consideraseis seriamente lo siguiente:

¿Nos hemos preparado para recibir nuestra propia investidura, y se han efectuado en el santo templo los sellamientos de nuestros familiares fallecidos?

Por medio del precepto y el ejemplo, nuestra posteridad debe entender la importancia que tiene el casarse con la persona debida y en el lugar debido, y el sellar a las familias por esta vida y por toda la eternidad.

Además, ¿hemos hecho la obra genealógica y recibido las ordenanzas por lo menos por uno de nuestros antepasados? Todos los miembros de la Iglesia deben estar activamente ocupados en preparar su historia familiar y en pedir la ayuda que necesiten a los consultores especializados de historia familiar y del templo que hay en barrios y estacas.

¿Participamos periódicamente en todas las ordenanzas del templo y por esto recibimos las bendiciones plenas de la obra vicaria por nuestros antepasados?

Volvemos al templo a menudo para recibir las bendiciones personales que se obtienen cuando se va con regularidad a la Casa del Señor. En los santos templos del Señor se recibe respuesta a las oraciones, se obtiene revelación y se nos concede la instrucción del Espíritu.

Si, mis hermanos, la misión de la Iglesia es gloriosa: nos invita a todos a venir a Cristo; y podemos lograrlo proclamando el evangelio, perfeccionando nuestra vida y redimiendo a nuestros muertos. Cuando venimos a Cristo, nos bendecimos nosotros mismos, y bendecimos a nuestra familia y a los hijos de nuestro Padre Celestial, tanto a los que viven como a los que han muerto.

Al concluir esta conferencia general de la Iglesia, siento la necesidad de deciros lo que Alma dijo a los miembros de la Iglesia en sus días:

«Y quisiera que fueseis humildes, que fueseis sumisos y dóciles; dispuestos a complacer; llenos de paciencia y longanimidad; siendo moderados en todas las cosas; siendo diligentes en guardar los mandamientos de Dios a todo tiempo; pidiendo las cosas que necesitéis, tanto espirituales como temporales; siempre dando gracias a Dios por las cosas que recibís.

«Y mirad que tengáis fe, esperanza y caridad, y entonces siempre abundareis en buenas obras.

«Y el Señor os bendiga y guarde vuestros vestidos sin mancha, para que al fin podáis ser llevados para sentaros en el reino de los cielos con Abraham, Isaac y Jacob, y los santos profetas que han existido desde el principio del mundo, para jamas salir, conservando vuestros vestidos sin mancha, así como los de ellos están libres de manchas.

«Y ahora, amados hermanos míos, os he hablado estas palabras de acuerdo con el Espíritu que testifica dentro de mí, y mi alma se regocija en extremo por motivo de la suma diligencia y cuidado con que habéis atendido a mi palabra.

«Y ahora, repose sobre vosotros la paz de Dios, y sobre vuestras casas y tierras, y sobre vuestros rebaños y manadas y todo cuanto poseáis, sobre vuestras mujeres y vuestros hijos, según vuestra fe y buenas obras, desde ahora en adelante y para siempre.» (Alma 7:23-27.)

Quisiera expresar mi amor por los Santos de los Ultimos Días dondequiera que se encuentren. No hay mejores personas en todo el mundo.

Ruego que seamos obedientes a Dios, que conozcamos su voluntad y la cumplamos, y por sobre todas las cosas, que guardemos su primer y gran mandamiento: «Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente» (Lucas 10:27).

Os testifico que esta es su obra, que el reino de Dios ha sido restaurado, que José Smith fue y es un Profeta del Dios viviente, y que el Libro de Mormón es en verdad la palabra de Dios.

Como vuestro humilde siervo que soy, deseo con todo mi corazón hacer la voluntad de Dios y serviros fielmente a vosotros y a Él hasta el fin.

Que todos podamos venir a Cristo y perfeccionarnos en Él, lo ruego humildemente en el nombre de Jesucristo. Amen.

A lo cual agrego yo mi testimonio de que estas son las palabras del Ungido del Señor, el Profeta del Dios viviente, el Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, presidente Ezra Taft Benson.

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