Elige la Iglesia

Conferencia General Octubre 1988logo 4
Elige la Iglesia
por el élder Albert Choules, hijo
del Primer Quórum de los Setenta

Albert Choules«Mi padre me dijo: ‘Si algún día tienes que elegir entre la Iglesia y yo, elige la Iglesia’.»

Recuerdo que hace algunos años estuve en este recinto, sentado entre la congregación, y escuché al élder Hartman Rector, hijo, dar su primer discurso durante una conferencia general. Sus primeras palabras fueron: »Esta es una experiencia traumática para un converso como yo». Quisiera decirle al élder Rector que esta tampoco es una experiencia insignificante para uno que ha nacido y se ha criado en la Iglesia.

El miércoles pasado, mientras me encontraba en Idaho, hice una llamada telefónica a Phoenix, Arizona, y me entere de que el presidente Hinckley estaba tratando de comunicarse conmigo. Esa misma mañana lo llame y concerté una cita para verlo el jueves por la tarde. El miércoles por la tarde, junto con otros familiares, fui al funeral de mi madre, que falleció aquí en Salt Lake City el domingo anterior, a los noventa y cinco años de edad; así se reunió con mi padre, quien falleció hace veintidós años, y con mi primera esposa, que falleció hace cuatro años.

Estoy agradecido por ellos. Desde el jueves por la tarde, he orado para que nuestro buen y amoroso Padre Celestial les hiciese saber acerca de este llamamiento a ellos que tan grande influencia ejercieron en mí a fin de que yo pudiese llegar hasta donde ahora me encuentro. . . y estoy seguro de que lo ha hecho.

Recuerdo que cuando era un jovencito y estaba para recibir el sacerdocio, mi padre me llamó y me dijo: »Albert, si algún día tienes que elegir entre la Iglesia y yo, elige la Iglesia». Estoy agradecido porque nunca tuve que elegir. Cuando mis hijos tuvieron la misma edad, les hice la misma observación.

El jueves por la tarde le prometí al presidente Hinckley, y esta noche quisiera hacerlo nuevamente a la Primera Presidencia, al Quórum de los Doce y a estas otras Autoridades Generales, que deseo dedicarme de lleno y servir en cualquier cosa que se me pida.

Hace cuatro años empecé a trabajar como sellador en el Templo de Mesa Arizona, tiempo durante el cual tuve la oportunidad de obtener un mayor aprecio, comprensión y testimonio de las ordenanzas exaltadoras del sacerdocio. Dicho servicio, añadido a la agradable experiencia de servir una misión de tres años en la ciudad de Nueva York, me ha enseñado la importancia del sacerdocio y sus ordenanzas, así como la naturaleza eterna de ellas.

Os testifico que sé que Dios vive y que Jesús es el Cristo; que esta es la Iglesia de Jesucristo. Mi esposa actual, con quien contraje matrimonio hace quince meses, me ha prometido que con su ayuda en este lado del velo, y la ayuda de Rosemary, mi primera esposa, en el otro lado del velo, tendré éxito. Sé que con la ayuda del Señor lo lograre; a Él le prometo poner todo lo que este de mi parte, en el nombre de Jesucristo. Amen.

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