El testimonio de Cristo de una familia

Marzo 2000
El testimonio de Cristo de una familia
por Kent P. Jockson

Kent P. JocksonAl leer sobre cómo Lehí y su familia llegaron a comprender el Evangelio de Jesucristo, también nosotros lo comprendemos.

En el Libro de Mormón leemos el registro de una familia israelita que fue bendecida con gran conoci­miento relacionado con la doctrina de Cristo. Una comparación superficial del Libro de Mormón con la Biblia incluso nos indica que los descendientes de Lehi tenían un mayor entendimiento de esta doctrina que el pueblo del cual procedían.

El Antiguo Testamento nos ofrece solamente unos pocos pasajes preciosos que aluden a la doctrina cristiana, y hasta en la Traducción de José Smith, la cual revela que el Evangelio estuvo en la tierra desde Adán hasta Moisés, no vemos una comprensión generalizada ni clara de Cristo desde los días de Moisés hasta los de Juan el Bautista. Mas el Evangelio de Jesucristo es el tema central del Libro de Mormón. En la página de la portada se afirma que, entre otras razones, este libró fue escrito “para convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones».

La revelación moderna explica que Dios no siempre ha dado un entendí- miento pleno de Su Evangelio a la gente sobre la tierra, ni aun a los de la casa de Israel. Por motivo de rebelión, a los is­raelitas desde Moisés hasta Juan el Bautista se les negó el sacerdocio mayor y las bendiciones del sacerdocio reser­vadas para los fieles (véase D. y C. 84:23-27; Traducción de José Smith, Exodo 34:1-2). Alma enseñó:

“…el que endurece su corazón recibe la menor porción de la palabra; y al que no endurece su corazón le es dada la mayor parte de la palabra, hasta que le es concedido conocer los misterios de Dios al grado de conocerlos por completo.

“Y a los que endurecen sus corazones les es dada la menor porción de la palabra, hasta que nada saben concerniente a sus misterios” (Alma 12:10-11).

La rebelión nos hace perder oportunidades y el antiguo Israel, a través de gran parte de su historia, sufrió las consecuencias de la rebelión al habérsele retirado mucha de la doctrina del Evangelio o al haber sido privado de ella (véase Alma 12:9; 29:8; 3 Nefi 26:9-10)1. Pero cuando Lehi y su familia se separaron de su sociedad natal, recibieron una “mayor parte de la palabra”. El Señor restauró a Lehi la plenitud del Evangelio y nosotros, lectores del Libro de Mormón, somos bendecidos por lo que él y su familia aprendieron y registraron. De hecho, el aspecto más relevante del Libro de Mormón es su clara enseñanza y testimonio de Jesucristo.

EL REGISTRO DE NEFI

Nefi dio comienzo a su registro al hacer las planchas mayores, un acontecimiento que probablemente tuvo lugar más de diez años después de que su familia saliera de Jerusalén. Sobre esas planchas incluyó el registro de su padre, un relato de sus viajes por el desierto, así como profecías propias y de su padre (véase 1 Nefi 19:2). Cerca de treinta o cuarenta años después de la partida de la familia, Nefi hizo las planchas menores y sobre ellas escribió el registro que tenemos en 1 y 2 Nefi (véase 2 Nefi 5:28-34). De modo que, nuestra infor­mación referente a las primeras visiones de Lehi y de Nefi proceden del registro escrito al menos treinta años después de que pasaran muchos de los acontecimientos que en él se describen.

Ese paso del tiempo no quiere decir que el registro fuese inexacto. Al escribir sobre las planchas menores, Nefi empleó su memoria, el registro escrito de su padre y sus escritos anteriores sobre las planchas mayores, así como la inspi­ración del Espíritu Santo. De hecho, el paso del tiempo le permitió tener una perspectiva más madura, templada y ampliada para realizar la descripción de aquellos primeros días2.

EL LLAMADO DE LEHI

En el capítulo 1 de 1 Nefi descubrimos que lo que Lehi enseñó en Jerusalén fue el mismo mensaje que compar­tieron los profetas del Antiguo Testamento, contemporá­neos suyos: Jerusalén sería destruida pronto y sus habitantes serían llevados cautivos a causa de sus iniqui­dades. De acuerdo con Nefi, su padre fue uno de “muchos profetas” que hubo en Jerusalén y que predi­caron el mismo mensaje (véase 1 Nefi 1:4)3.

Pero Lehi también supo del ministerio mortal del Salvador, pues vio en una visión “a Dios sentado en su trono”, “Uno que descendía del cielo” y “que lo seguían otros doce” (1 Nefi 1:8-10). El personaje que estaba sentado representa a Dios, mas los demás —incluso el “Uno” que desciende— no son identificados en ese capí­tulo del registro de Nefi. Lehi recibió un libro y el mandamiento de leerlo, y en él leyó “[concerniente] a Jerusalén: que sería destruida, así como sus habitantes; que muchos perecerían por la espada y muchos serían llevados cautivos a Babilonia” (1 Nefi 1:13)4.

Nefi no nos dice nada más sobre el contenido del libro, pero menciona que su padre fue profundamente; conmovido mientras la visión continuaba y él seguía leyendo. Lehi proclamó la grandeza del Señor al no permitir que perecieran aquellos que acudan a Él (véase-: 1 Nefi 1:14), quizás refiriéndose a la protección de su familia respecto a la destrucción inminente o al poder de: Dios para salvarnos del pecado. Cuando Lehi predicó a los judíos el mensaje que había recibido de sus visiones,; se centró en dos cosas: los habitantes de Jerusalén eran inicuos y serían destruidos, y, según las palabras de: Nefi, «[mani­festó] claramente la venida de un Mesías y también la redención del mundo” (1 Nefi 1:19). Lehi fue perseguido a causa de estas profecías y la gente intentó matarlo (véase 1 Nefi 1:20).

Los escritos de Nefi sobre la visión de su padre son interesantes. Menciona a “Uno que descendía del cielo”, como si Su identidad fuese desconocida.

Aunque resulta evidente que Nefi sabía mucho sobre Cristo en el momento de .registrar la visión de su padre, se comportó de forma deliberadamente ambigua. El registro sugiere que en aquel momento, Lehi desconocía quién era el que “descendía”.

Aparentemente, esa información se obtuvo en reve­laciones sucesivas, y no fue sino hasta años más tarde que Lehi comenzó a instruir a sus hijos sobre el tema de la misión de Jesús (véase 1 Nefi 10).

«LÍNEA POR LÍNEA, PRECEPTO POR PRECEPTO»

El conocimiento de Jesucristo y la Expiación no fue dado todo de una vez a Lehi y su familia, mas bien parece haber venido “línea por línea, precepto por precepto” (2 Nefi 28:30). El capítulo 10 de 1 Nefi nos da un sentido de esta restau­ración gradual. Aquí Lehi relata a su familia algunos conceptos que había aprendido mediante la revelación, particularmente en la visión del árbol de la vida (véase 1 Nefi 8). El parafraseado que Nefi hace de las enseñanzas de su padre emplea palabras cuidadosamente escogidas que demuestran que Lehi estaba aprendiendo y enseñando preceptos nuevos. Nefi lo resume así: “…seiscientos años después de la partida de mi padre de Jerusalén, el Señor Dios levantaría a un profeta entre los judíos: sí, un Mesías, o, en otras palabras, un Salvador del mundo” (1 Nefi 10:4, cursiva agregada).

En el versículo siguiente, Nefi menciona a “este Mesías de quien él había hablado, o sea… este Redentor del mundo” (1 Nefi 10:5; cursiva agregada). El poder de la Expiación de Cristo aparece en el versículo siguiente por primera vez en el Libro de Mormón: “Por lo tanto, todo el género humano se hallaba en un estado perdido y caído, y lo estaría para siempre, a menos que confiase en este Redentor” (1 Nefi 10:6; cursiva agregada).

Al emplear términos tales como “un Mesías”, “este Mesías”, “un profeta”, “un Salvador del mundo” y “este Redentor” —todas ellas alusiones claras a Cristo—, Nefi sugiere que está introduciendo estos conceptos por primera vez en sus escritos. Resulta evidente que lo que Lehi y sus hijos estaban aprendiendo sobre Jesucristo y Su misión era nuevo para ellos. Nefi, el historiador cauto y sensible, informa del hecho con un lenguaje cuidadosa­mente escogido para sugerir el conocimiento limitado de la familia en ese momento, aun cuando lo escribiera años más tarde.

Pasarían más de cuarenta años después de que Lehi saliera de Jerusalén antes de que su familia conociese el nombre del Salvador. En algún momento entre los años 559 y 545 a. de J.C., Jacob, hijo de Lehi, recibió la visita de un ángel, quien le dijo, por primera vez en el Libro de Mormón, que el Salvador se llamaría Cristo (véase 2 Nefi 10:3), nombre que se emplea con frecuencia a partir de entonces, en 315 ocasiones en la edición en inglés del Libro de Mormón. Aproximadamente a la par que Jacob supo que el Salvador sería llamado Cristo, Nefi aprendió que sería llamado Jesús. Nefi escribió: “…y según las pala­bras de los profetas, y también la palabra del ángel de Dios, su nombre será Jesucristo” (2 Nefi 25:19). Comenzando con esta primera referencia, el nombre Jesús aparece 161 veces en el Libro de Mormón en inglés.

En 1 Nefi 10, Nefi registra las enseñanzas de su padre acerca de las experiencias terrenales del Salvador, comenzando con la misión de Juan el Bautista (véase 1 Nefi 10:7-9). Lehi enseñó a sus hijos que el Evangelio sería predicado a los judíos, los cuales matarían “al Mesías que habría de venir”, tras lo cual se levantaría de los muertos (1 Nefi 10:11). Nefi destaca que este Mesías llegaría a ser “su Señor” (1 Nefi 10:14; cursiva agregada) y también “el Hijo de Dios” (1 Nefi 10:17; cursiva agre­gada) , dándonos la primera referencia sobre esta doctrina en el Libro de Mormón.

EL TESTIMONIO DE NEFI

Nefi estaba ansioso por ver las cosas que su padre había visto, y en 1 Nefi 11 recibe una visión semejante del árbol de la vida. Además de interpretar el sueño de Lehi, la visión que tuvo Nefi ofreció una perspectiva más amplia del futuro, especialmente de la misión de Cristo.

La visión de Nefi revela información significante referente a la venida mortal de Jesús a los judíos en Palestina, y a Su venida glorificada a los descendientes de Lehi en las Américas. Nefi añadió a las cosas que habían sido dadas a conocer a su padre y enseñó que Cristo sería el Hijo de Dios, nacido de una virgen (véase 1 Nefi 11:13-21); que ministraría “con poder y gran gloria”, bendiciendo las vidas de las personas (véase 1. Nefi 11:24, 28, 31); que sería seguido por “otros doce” (véase 1 Nefi 11:29); que sería “juzgado por el mundo” y muerto (véase 1 Nefi 11:32-33); que en las Américas, Su venida sería prece- dida por la destrucción (véase 1 Nefi 12:4-5); que descendería del cielo (véase 1 Nefi 12:6) y que escogería a doce discípulos nefitas (véase 1 Nefi 12:7—10); y que tras Su aparición habría tres o cuatro generaciones que vivirían en rectitud (véase 1 Nefi 12:11-12).

El entendimiento de Nefi de la doctrina de Cristo y de Su Expiación resulta claro en las palabras que escoge para enseñar a su familia. Dijo que Jesús sería el “Cordero de Dios” que “quitaría los pecados del mundo” (1 Nefi 10:10). El término cordero sitúa el sacrificio expiatorio del Salvador en el contexto de la ley de Moisés, con el que la familia de Lehi estaba familiarb zado. Cristo quitaría sus pecados como una ofrenda de sacrificio en beneficio de ellos. Entre 1 Nefi 10:10 y 14:27, Nefi emplea el término cordero en 57 ocasiones para referirse a Jesús.

EL TESTIMONIO DE LOS PROFETAS

La información que Lehi y su familia tenían concer­niente a la misión de Jesús no les llegó solamente mediante la revelación personal y la ministración de ángeles. Las palabras de profetas anteriores que se encontraban en las planchas de bronce también les hablaban de Cristo. Zenoc profetizó que el Señor sería “levan­tado”, y Neum predijo que Cristo sería crucificado (véase 1 Nefi 19:10).

Los escritos del profeta Zenós parecen haber sido una gran fuente del conocimiento de Nefi en cuanto a Cristo5. Nefi aprendió de él que Jesús sería enterrado en un sepulcro y que habría “tres días de tinieblas, los cuales serán una señal de su muerte que se dará a los que habi­taren las islas del mar, y más especialmente dada a los que son de la casa de Israel” (1 Nefi 19:10). Zenós enseñó además que el Señor “visitará a toda la casa de Israel en ese día”, a los justos con Su voz y a los inicuos con Su venganza (véase 1 Nefi 19:11-12); que los del pueblo de Jerusalén “serán aborrecidos entre todas las naciones” y esparcidos a causa de haber crucificado a su Señor, sólo para ser recogidos en los últimos días, cuando le acepten (véase 1 Nefi 19:13-16).

Para persuadir más plenamente a su pueblo “de que creyeran en el Señor su Redentor”, Nefi les leyó de los escritos de Isaías (véase 1 Nefi 19:23), y reprodujo varios capítulos de ese profeta en su propio registro.

EL TESTIMONIO DEL LIBRO DE MORMÓN

El testimonio de Jesucristo que Lehi y sus descen­dientes dejaron para nosotros ha bendecido las vidas de millones de personas y bendecirá las vidas de muchos millones más. Por motivo de lo que Lehi y sus hijos aprendieron sobre el Salvador durante los primeros años de sus llamamientos, sus descendientes fueron cristianos. Su registro es “Otro testamento de Jesucristo”.

Resulta significativo que, a comienzos de la obra del Señor en estos últimos días, El diese al mundo un volumen de testimonio y de la doctrina pura de Cristo. Aun antes de que restaurase Su Iglesia, El nos dio el Libro de Mormón, el cual testifica y enseña de EL, Debido a que el Libro de Mormón es la piedra angular de nuestra religión, la explicación que Lehi y sus deseen- dientes recibieron del Evangelio es también la que reci­bimos nosotros; y, a medida que lleguemos a entenderlo, línea por línea, como lo hicieron ellos, podremos parti­cipar de todas sus bendiciones.

NOTAS

  1. Aunque en D. y C. 84:23-27 se nos dice que el Sacerdocio de Melquisedec fue retirado del pueblo de Israel en los días de Moisés, el profeta José Smith enseñó que los profetas de Israel tenían este sacerdocio (véase Enseñan del Profeta José Smith, compilado por Joseph Pudding Smith, 1976, pág. 216). De ello se desprende que los profetas también conocían el Evangelio, aunque se veían restringidos en lo que podían enseñar al.pueblo (véase Alma 12:9).
  2. Para un resumen de las fuentes y de la estructura del Libro de Mormón, véase Eldín Ricks, Story of the Formaüon oj the Book ofMormon Piafes, 1966, págs. 1-7; véase también S. Kent Brown, From Jeras ídem tu Zarahemla: L iterary and Histórica! Studies of the Book of Mormon, 1998, págs. 28-54.
  3. Los siguientes profetas fueron más o menos contemporá­neos de Lehi: Huida (véase 2 Reyes 22:14-20), Jeremías, Abdías, Nahum, Habacuc y Sofonías.
  4. Esta profecía es típica de los escritos de los demás profetas,, de la generación de Lehi. Compárese Huida en 2 Reyes 22:15-17; Jeremías en Jeremías 5:1-10: HaHicic en Habacuc» 1:1-10; y Sofonías en Sofonías 1:1-18
  5. Para los comentarios sobre las constribuciones de Zenós, véase Bruce McConkie, “The Doctrinal Restoration», en The Joseph Smith Translationo: The Restoration of  Plain and Precious Things, editado por Monte S. Nyman y Robert L. Millet 1985, págs. 17-18; Bruce R. McConkie, A New Wimess for the Anieles of Faah, 1985, págs. 558-559, 563.
  6. El Libro de Mormón se puso por primera vez de venta al público el 26 de marzo de 1830, y la Iglesia fue organizada 11 días más tarde, el 6 de abril.
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1 Response to El testimonio de Cristo de una familia

  1. Avatar de Mike Darce Mike Darce dice:

    Excelente mensaje de enseñanza

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