Conferencia General Octubre 1971
Decisiones

por el élder Eldred G. Smith
Patriarca de la Iglesia
Remontemos nuestros pensamientos al tiempo antes de la creación de esta tierra, a la época del gran concilio en los cielos, cuando todos vosotros y yo recibimos instrucciones de nuestro Padre Celestial con respecto al propósito y oportunidades de esta vida terrenal,
«Y estaba entre ellos uno que era semejante a Dios, y dijo a los que se hallaban con él: Descenderemos, pues hay espacio allá, y tomaremos estos materiales, y haremos una tierra en donde éstos puedan morar;
«Y así los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare.
«Y a los que guardaren su primer estado les será añadido; y aquellos que no guardaren su primer estado recibirán gloria en el mismo reino con los que lo hayan guardado; y quienes guardaren su segundo estado, recibirán aumento de gloria sobre sus cabezas para siempre jamás.
«Y el Señor dijo: ¿A quién enviaré? Y respondió uno semejante al Hijo del Hombre: Heme aquí: envíame a mí. Y el Señor dijo: Enviaré al primero.
«Y el segundo se enojó, y no guardó su primer estado; y muchos lo siguieron ese día» (Abraham 3:24-28).
Lucifer, que fue otro de nuestros hermanos mayores, el Hijo de la Mañana, debe de haber hecho una oferta bastante atractiva. Me lo puedo imaginar diciendo: «Síganme y les daré un nuevo plan, el otro está pasado de moda; no tienen por qué arriesgarse. Les garantizo que todos volverán; ninguno se perderá,» Fue un buen sicólogo; atrajo nuestros deseos para su seguridad, e hizo su plan tan atractivo que una tercera parte de las huestes de los cielos lo siguieron.
Estos abandonaron su derecho al libre albedrío; no se daban cuenta de las grandes consecuencias de esa decisión. Perdieron su derecho a escoger, el de tomar sus propias decisiones. Después se desató una guerra en el cielo, y Lucifer y sus perseguidores fueron expulsados y puestos aquí en la tierra para probamos, y están haciendo una buena labor.
El libre albedrío requiere que haya una elección; debe haber una fuerza opuesta. No hay crecimiento, ni logro o progreso sin vencer a una fuerza opuesta.
Lucifer y sus agentes proveyeron esta fuerza opuesta, que hizo posible el libre albedrío para nosotros en esta vida.
Por lo tanto, el derecho a tomar una decisión es ahora nuestro, y es el tesoro más grande que tenemos en la tierra. El Señor no piensa quitárnoslo, no lo hará ni puede hacerlo. Lo único que desea es que lo utilicemos. Constantemente nos está aconsejando y enseñando cómo hacer uso de él para nuestro propio bien y mayor progreso, aun para lograr la vida eterna.
Creo que Dios sería muy injusto al poner a Lucifer aquí con todo su poder, a fin de probarnos, sin darnos a nosotros el poder de resistir o vencerlo.
Recordemos que Lucifer no vino aquí por su propia decisión; perdió aquella guerra en los cielos y fue puesto aquí para hacer un trabajo, y lo está haciendo muy bien.
Dios es justo. Por lo tanto, Lucifer puede hacer en esta tierra únicamente aquello que se le permita hacer.
¿Recordáis la historia de Job? En cada una de las aflicciones que cayeron sobre Job, Lucifer pidió permiso para probarlo; se le concedió permiso de hacerlo hasta cierto punto, paso a paso. Job perdió sus riquezas en una de esas pruebas, su familia en otra, su salud en otra. Luego, el Señor le dio a Satanás completo control sobre Job, excepto el poder de destruir su alma.
Poco a poco, Job se fortaleció para soportarlo todo. Entonces pronunció ese testimonio inmortal que hemos escuchado aquí hoy día:
«Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo;
«Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios;
«Al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí (Job 19:25-27).
Si hemos de obtener un grado de perfección, nosotros también debemos llegar a ese grado donde, si el Señor lo deseara, podría desatar a Satanás sobre nosotros con su entero poder, excepto el de destruir nuestra alma. Si soportamos eso, entonces habremos obtenido un grado de perfección, aun la exaltación.
Como sucedió con Job, así también con nosotros, el Señor no permitirá que Satanás nos tiente más allá de nuestra habilidad para resistir o soportar sus esfuerzos, si aceptamos su ayuda.
He aquí una clave para ayudarnos a hacer las decisiones correctas. El Señor le dijo a Oliverio Cowdery, cuando éste trató de traducir el registro:
«He aquí, no has entendido: has supuesto que yo te lo concedería cuando no pensaste sino en preguntarme.
«Pero, he aquí, te digo que tienes que estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere, causaré que arda tu pecho dentro de ti; por lo tanto, sentirás que está bien.
«Mas si no estuviere bien, no sentirás tal cosa, sino que vendrá sobre ti un estupor de pensamiento que te hará olvidar la cosa errónea; por lo tanto, no puedes escribir lo que sea a no ser que te lo diga yo» (D. y C. 9:7-9).
El Señor ha dicho: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Véase Mateo 7:7, Lucas 11:9.)
Es vuestra decisión. Cada individuo debe hacer sus propias decisiones; nadie puede vivir la vida de otra persona en nombre de esa persona.
Si le pedís ayuda al Señor, El os brindará fortaleza, poder y la habilidad de vencer a Lucifer y resistir sus esfuerzos, y de este modo seréis fortalecidos y hechos más perfectos. Debemos buscar la ayuda del Señor en oración.
El Señor no ha hecho ninguna promesa a aquellos que tratan de hacerlo solos. Tan pronto como penséis que podréis resistir solos al diablo, por vosotros mismos, sin la ayuda del Señor, habréis perdido la batalla aun antes de empezar.
He escuchado números os incidentes de personas que han tratado de cambiar sus hábitos, de vivir la Palabra de Sabiduría, o de pagar sus diezmos, todo por sí mismas, sin la ayuda del Señor, y han fracasado; pero cuando le han pedido ayuda al Señor, se ha hecho más fácil, asimismo han recibido un testimonio del evangelio.
El Señor nos ha dado muchas leyes y mandamientos que debemos seguir. Debemos disponer de su ayuda para seguirlos. Estos se nos brindan especialmente para probar nuestra habilidad de hacer una decisión por nosotros mismos: ver si aceptaremos aquello que se define como la primera ley de los cielos, la ley de la obediencia.
Cuando deseáis hacer lo que el Señor desea que hagáis porque El así lo desea, entonces pedidle ayuda. De esta manera guardar esas leyes y mandamientos se hará mucho más fácil.
¡Es vuestra decisión!
«El hombre tiene libertad
De escoger lo que será;
Mas Dios la ley eterna da,
Que él a nadie forzará.
El con cariño llamará,
Y luz en abundancia da;
Diversos dones mostrará,
Mas fuerza nunca usará.»
Himnos de Sión No. 92.
Exhorto a que todos se den cuenta de la importancia, y el gran tesoro que tenemos, del libre albedrío, y que mediante la oración aprendamos a usarlo sabiamente, haciendo decisiones con la ayuda del Señor.
Ruego que las bendiciones del Señor estén con todos aquellos que traten de hacer su voluntad, en el nombre de Jesucristo. Amén.
























