Conferencia General Octubre 1971
Los Diez Mandamientos

por el élder Bernard P. Brockbank
Ayudante del Consejo de los Doce
Mis queridos hermanos: Hay una gran responsabilidad en ser un Santo de los Últimos Días; no existe conocimiento tan importante como el revelado por Dios a los hombres. Quisiera reflexionar sobre el siguiente pasaje de escritura:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza. . .
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Génesis 1:26-27).
Todos los padres deben enseñarles a sus hijos que son hijos de Dios, creados a la imagen y semejanza de Él. El mundo tiene hambre de esta verdad. Dios también dijo que creó al hombre del polvo de la tierra. La creación y nacimiento terrenal del hombre son evidencia viviente de un poder divino, y el hombre queda sin ninguna excusa. El Señor dio personalmente mandamientos que ayudarían a la humanidad a progresar y a desarrollar sus atributos divinos.
Esta tarde quisiera leer y comentar brevemente los Diez Mandamientos del Señor. Los animales no conocen ni enseñan estos Diez Mandamientos; en nuestro hogar tenemos varios animales, entre ellos un pavo real que es tan colorido y bello como cualquier otra criatura, pero no tiene uso para los mandamientos del Señor, porque es un animal. Los Diez Mandamientos no fueron dados para los animales, sino para el hombre, dados para aquellos que son creados a la imagen y semejanza de Dios; pero algunas personas les prestan sólo un poco más de atención que algunos de los animales más bajos.
Dios ha amonestado y mandado a sus hijos que no amen ni adoren ídolos ni dioses falsos creados por la mente y las manos de los hombres. Él dijo:
«Yo soy Jehová tu Dios. . .
«No tendrás dioses ajenos delante de mí.
«No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
«No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
«Y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Éxodo 20:2-6).
Padres, si fracasamos en amar al Dios viviente, si mostramos más amor e interés por las cosas y placeres mundanos, Dios ha dicho que visitará la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que lo odian. La falta de respeto de un padre hacia el Dios viviente y creador puede ser transmitida a su posteridad. De la misma forma, el amor y respeto de un padre pueden transmitirse a sus hijos.
El apóstol Pablo amonestó a los santos de Roma en cuanto a los peligros y males que caen sobre el hombre, cuando ama y adora dioses falsos y a las creaciones mundanas más que a Dios, diciendo:
«. . . habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
«Profesando ser sabios, se hicieron necios.
«Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,
«ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador . . .» (Romanos 1: 21-22, 24-25. Cursiva agregada).
Pablo continúa relatando lo que sucede en la vida de los hombres que adoran falsas doctrinas de hombres y aman a la criatura más que al Creador:
«. . . como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;
«estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;
«murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres» (Romanos 1:28-30).
Las mismas condiciones inicuas que existieron entre muchas personas de Roma en el tiempo de Pablo, abundan en la actualidad; muchos no quieren retener el conocimiento de Dios, desobedecen a los padres, y como resultado, se dedican al pecado y a cometer actos inicuos.
A Satanás se le ha permitido tener poder sobre todos aquellos que adoran dioses falsos y sobre los que no oyen ni siguen la voz de Dios. El Señor dio esta importante información sobre el poder e influencia de Satanás: «Y llegó a ser Satanás, sí, aun el diablo, el padre de todas las mentiras, para engañar y cegar a los hombres, aun a cuantos no escucharen mi voz, llevándolos cautivos según la voluntad de él» (Moisés 4:4).
Hay progreso divino y seguridad en conocer y seguir la voz de Dios.
Jesucristo dijo: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3).
Conocer a Dios y a Jesucristo, es conocimiento divino.
El Señor también mandó: «No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano» (Éxodo 20:7).
Jesucristo enseñó que debemos santificar el nombre de nuestro Padre Celestial. El mismo dijo: «. . . Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre (Mateo 6:9).
En una ocasión el presidente David O. McKay dijo: «En todo hogar debe reinar la reverencia hacia el nombre de Dios. Lo profano nunca debería tener cabida en los hogares de esta Iglesia . . . si hubiera más reverencia en el corazón humano, habría menos lugar para el pecado y el dolor, aumentando la capacidad del gozo y la alegría . . .» (Man May Know for Himself, página 29.)
Ruskin1 escribió: «La reverencia es el estado más noble en el cual puede vivir el hombre en este mundo; es una señal de fortaleza. La irreverencia es una de las indicaciones más seguras de debilidad. Ningún hombre que se mofe de las cosas sagradas llegará muy lejos . . .»
La nobleza y la dignidad son frutos de la reverencia.
El Señor personalmente aconsejó a sus hijos en cuanto a la importancia y la santidad del día sabático, diciéndoles:
«Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
«Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;
«mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas,
«Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó» (Éxodo 20; 8-11).
El Señor bendijo el día de reposo y lo santificó, y nos ha pedido que recordemos el día de reposo, para guardarlo sagrado. Es un día para la meditación y el progreso espiritual; un día para reunirse con los Santos y participar del sacramento; un día santificado para leer las palabras de Dios tal como se encuentran registradas en las sagradas escrituras.
Los padres qué no respetan lo que Dios santificó, no guardando el día de reposo, generalmente pasarán este pecado a sus hijos. Es un pecado profanar aquello que Dios santificó. Guardar sagrado el día de reposo tiene un efecto santificante sobre el alma del hombre, y el amor por Dios y sus mandamientos aumenta.
El Señor dijo en otro mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da» (Éxodo 20:12). El Señor no hizo excepciones. El respeto hacia vuestros padres es respeto por vuestro nacimiento y vuestra vida. La obediencia a los mandamientos proporciona desarrollo personal y felicidad duradera.
Dios dijo: «No matarás» (Éxodo 20:12). Debemos tener un respeto sagrado por todas las formas de vida. No debemos matar solamente por el placer de matar. Toda vida sobre esta tierra fue creada y puesta aquí por Dios.
Dios les mandó a sus hijos: «No cometerás adulterio» (Éxodo 20:14). Dios juzgará a los hombres de acuerdo con esta, ley divina. Adulterio significa tener relaciones sexuales con cualquier otro del sexo opuesto, aparte del cónyuge legal.
El Señor dijo: «. . . el que cometiere adulterio y no se arrepintiere, será expulsado.
«Mas perdonarás al que haya cometido adulterio si luego arrepintiéndose de todo corazón, lo desecha, y no lo vuelve a hacer.
«Mas si lo hiciere otra vez, no será perdonado, sino que será expulsado» (D. y C. 42:24-26). Quisiera agregar que «expulsado» puede significar la pena de la excomunión de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El apóstol Pablo dijo: «. . . no erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones . . . heredarán el reino de Dios» (1 Corintios 6:9-10).
La fornicación y los actos homosexuales son inspirados por el diablo, siendo graves pecados ante la vista de Dios. La fornicación y el adulterio destruyen los atributos divinos del hombre, degradándolo al nivel animal.
Otro mandamiento divino es: «No hurtarás» (Éxodo 20:15).
El hombre que es honrado con Dios en pagar sus diezmos y ofrendas es generalmente honrado con su prójimo. El Señor dijo: «¿Robará el hombre a Dios?» (Malaquías 3:8). Y yo pregunto: «¿Robará el hombre a su prójimo?» El estigma de una mente y un semblante deshonesto es degradante y degenerante; la honradez arraigada profundamente en el corazón del hombre, irradia paz y felicidad a su rostro.
El Señor dijo: «No hablarás contra tu prójimo falso testimonio» (Éxodo 20:16). «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 19:19). Todos los Santos de los Últimos Días tienen el llamamiento de salvar almas y no degradarlas ni condenarlas. Hablar contra el prójimo es un acto inspirado por Satanás y ocasionará dentro de la mente temor, odio y perdición.
El Señor dijo: «No codiciarás la mujer de tu prójimo» (Éxodo 20:17).
«Mirad que os améis los unos a los otros; cesad de ser codiciosos; aprended a impartiros el uno al otro como el evangelio lo requiere» (D. y C. 88:123).
Los Diez Mandamientos dados por Dios son todavía una parte básica del plan de vida de Dios y una parte fundamental del evangelio-del reino. La manera en que vivamos en el hogar y respetemos al Señor y sus mandamientos, está relacionada con el grado de gloria que heredaremos en el más allá. Si toda la humanidad viviera los Diez Mandamientos, disfrutaríamos de autor respetó, paz, amor y felicidad en esta tierra.
Es imperioso que todos los Santos de los Últimos Días vivan y enseñen hoy día el evangelio del reino. Santos, permitid que vuestra luz brille de tal manera, que otros, viendo vuestra vida y buenas obras, sientan también el deseo de honrar a su Dios.
Testifico que Dios vive, que Jesucristo es nuestro Salvador, mediador y nuestro ejemplo divino para seguir, en el nombre de Jesucristo. Amén
























