Noviembre de 1976
Diez claves para comprender a Isaías
por el élder Bruce R. McConkie
del Consejo de los Doce.
Para Laman y Lemuel, las palabras de Isaías eran como de libro sellado; no las podían comprender. Los hermanos’ del joven Nefi, que llegó a entender a la perfección al antiguo Profeta, podían leer las palabras e interpretar el lenguaje escrito por el gran vidente de Israel, pero no entendían su verdadero significado profético; era como si estuvieran leyendo en un idioma desconocido
El Señor resucitado mandó a los nefitas y a toda la Casa de Israel, incluyéndonos a nosotros, y también a los gentiles:
Y . . .os doy el mandamiento de escudriñar estas cosas diligentemente, porque grandes son las palabras de Isaías.
Porque él ciertamente habló de todas las cosas concernientes a mi pueblo que pertenece a la casa de Israel; por tanto, es preciso que él hable también a los gentiles.
Y todas las cosas que habló se han cumplido, y se cumplirán, de conformidad con las palabras que habló.” (3 Nefi 23:1-3.)
Laman y Lemuel eran prototipos del cristiano moderno; les era casi imposible comprender la difícil doctrina que predicó este gran Profeta, y por su falta de discernimiento espiritual se encontraron en el camino hacia su destrucción. Nefi, en cambio, dijo: . . . mi alma se deleita en las palabras de Isaías…” (2 Nefi 25:5). Y después de todo, quizás nuestra salvación dependa de la habilidad que tengamos para entender los escritos de Isaías tan perfectamente como Nefi.
Tenemos que reconocer que hay en el mundo mucha gente que no los comprende. Aun en la Iglesia verdadera, entre aquellos que deberían tener la inspiración del Espíritu Santo, hay muchos que evitan los capítulos que se refieren a Isaías en el Libro de Mormón, como si se tratara de una parte sellada; quizás para ellos lo sea. Si bien tal vez sea cierto que este Profeta es uno de los más difíciles de entender, también debemos saber que sus palabras son de extrema importancia para nosotros y que debemos hacer un esfuerzo por meditar sobre ellas.
Pero las proféticas visiones de Isaías no tienen por qué ser incomprensibles para los santos, sino que deberían irradiar desde el corazón de cada miembro de la Iglesia. Para aquellos que deseen verdaderamente ampliar y perfeccionar su conocimiento del plan de salvación y de los tratos del Señor con su pueblo en los últimos días, quiero ofrecer aquí una llave que abre la puerta al torrente de luz que procede de la pluma de este gran testigo de Cristo, quien, en muchos aspectos, fue el Profeta más grande de Israel. A continuación cito las diez claves que podemos aplicar a fin de comprenderlo mejor:
- Adquirid un conocimiento general del plan de salvación y de los tratos de Dios con sus hijos en la tierra.
El libro de Isaías no explica detalladamente la doctrina de la salvación, como lo hacen el segundo libro de Nefi y el de Moroni, en el Libro de Mormón. Más bien, son escritos dirigidos a los que ya saben que Jesús es el Cristo, que mediante su sangre expiatoria recibimos la salvación, que la fe, el arrepentimiento, el bautismo, el don del Espíritu Santo y ¡as obras justas, son un requisito esencial para obtener nuestra herencia en el reino del Padre. Por ejemplo, es necesario tener conocimiento de la preexistencia y la batalla en los cielos, a fin de reconocer la historia de Lucifer y sus ángeles que se encuentra en el capítulo 14 de Isaías.
- Aprended la posición y el destino de la Casa de Israel en el plan eterno del Señor.
El amor y el interés de Isaías se centran en el pueblo escogido del Señor; sus profecías más extensas y detalladas describen el triunfo y la gloría de la simiente de Jacob en los últimos días. Por sobre todos, él es el Profeta de la restauración.
Tal como lo han predicho todos los santos profetas desde que el mundo existe, el plan del Señor exige que haya una restitución de todas las cosas, o sea, de cada verdad, doctrina, poder, sacerdocio, don, milagro o gracia que se haya poseído, y cada ordenanza u obra grandiosa que se haya realizado en épocas de fe. El mismo evangelio del que gozó Adán, debe morar en el corazón de sus descendientes antes del milenio y mientras éste dure; Israel, el pueblo escogido del Señor, poseerá otra vez el reino y morará en las tierras de su herencia, y la tierra volverá a su estado paradisíaco, reinando en ella durante mil años la paz y la perfección del pueblo de Enoc.
De entre todos los profetas de antaño, Isaías fue quien escribió a fin de preservarlas para nosotros, las-buenas nuevas de la restauración, del evangelio que volvería a la tierra, del convenio eterno que volvería a establecer el Señor con su pueblo, del reino que se devolvería una vez más a Israel y del triunfante retorno del Señor, que volvería para reinar durante mil años.
- Conoced las doctrinas sobre las cuales escribió Isaías.
La contribución que hizo a la doctrina se puede clasificar en siete categorías: 1) la restauración del evangelio en los últimos días, por medio de José Smith; b) el recogimiento final de Israel y su triunfo y gloria; c) Ja aparición del Libro de Mormón como nuevo testigo de Cristo y la revolución causada por él entre les hombres, con respecto a la interpretación de doctrina; d) la condición apóstata de las naciones en los últimos días; e) las profecías sobre la primera venida del Señor; f) la segunda venida de Cristo y el reino milenario; y g) datos históricos y declaraciones proféticas en relación con su propia época.
En todos estos aspectos, se da énfasis a la restauración y al recogimiento de Israel, pasado, presente y futuro.
A veces tenemos en la Iglesia la tendencia a pensar en la restauración del evangelio, como en algo del pasado, y en el recogimiento de Israel como en un acontecimiento que ya casi se ha completado. Es cierto que tenemos la plenitud del evangelio eterno en el sentido que tenemos la doctrina, el sacerdocio y las llaves que nos habilitan para alcanzar lo más alto en el reino de nuestro Padre; también es cierto que parte de la Casa de Israel se ha congregado, puesto que muchos descendientes de Efraín, Manasés y algunos otros, han aceptado la Iglesia y recibido un testimonio de su Redentor. Pero la restauración de las maravillosas verdades que poseían Adán, Enoc, Noé y Abraham apenas ha comenzado. La parte sellada del Libro de Mormón no ha sido traducida; no se han de recibir todas las revelaciones hasta que el Señor venga; la grandeza de la era de la restauración todavía no se ha mostrado; y en cuanto a Israel, su destino es milenario y el glorioso día en que “el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo”, todavía no ha llegado. Estamos en los comienzos, pero mucho de lo que nos dice Isaías, el gran Profeta de la restauración, todavía está por cumplirse.
- Estudiad el Libro de Mormón.
En el libro de Isaías hay sesenta y seis capítulos, compuestos de mil doscientos noventa y dos versículos; estos mismos escritos fueron preservados en las planchas de bronce, de las cuales los profetas nefitas citan cuatrocientos catorce versículos y parafrasean por lo menos otros treinta y cuatro. En otras palabras, en el Libro de Mormón se cita directamente un 32% del libro de Isaías; en esa forma, esta Escritura de los últimos días, se convierte en un testigo del importante libro de profecías del Antiguo Testamento y en su más grandioso volumen de interpretación. Y me atrevo a afirmar que nadie en esta época y dispensación, ha entendido ni podría entender los escritos de Isaías, sin haber leído y creído todo lo que Dios ha revelado por boca de sus profetas nefitas y que, de acuerdo con sus propias palabras, “como vive vuestro Señor y vuestro Dios, es verdadero”. (Véase Doctrinas y Convenios 17:6.)
- Usad las revelaciones de los últimos días.
Por medio de la revelación directa, el Señor ha interpretado, aprobado, aclarado y ampliado los escritos de Isaías en distintas oportunidades. Cuando Moroni visitó a José Smith, el 21 de septiembre de 1823, “recitó el capítulo once de Isaías, diciendo que estaba para cumplirse” (José Smith 2:40); la sección 113 de Doctrinas y Convenios contiene interpretaciones reveladas de algunos versículos de los capítulos 11 y 52 de Isaías, la sección 101 nos da la clave para comprender el capítulo 65, y los capítulos 35, 51, 63 y 64, se revelan a nuestro -entendimiento mediante las palabras del Señor en la sección 133. Como lo muestran las referencias al pie de las páginas de Doctrinas y Convenios, hay unos cien pasajes en los cuales la revelación moderna cita, parafrasea o interpreta específicamente partes de los escritos de este antiguo Profeta.
- Estudiad el Nuevo Testamento para saber cómo se interpreta allí a Isaías.
Isaías fue un profeta de profetas; sus palabras han quedado grabadas en el corazón de aquellos que han sido ellos mismos profetas del Señor. En el Nuevo Testamento se citan sus escritos por lo menos cincuenta y siete veces; Pablo fue su principal discípulo y lo cita unas veinte veces en sus varias epístolas; Pedro lo menciona como autoridad de Escritura en siete oportunidades y sus escritos aparecen citados en Mateo, Lucas, los Hechos, en las epístolas de Juan y en Apocalipsis. Algunas de estas citas son duplicados y otras son profecías mesiánicas; pero todas establecen sin dudas el origen revelado de este libro de Escritura.
- Estudiad Isaías en su relación con los otros profetas del Antiguo Testamento.
Otros profetas del Antiguo Testamento predicaron la misma doctrina y mantuvieron las mismas esperanzas que Isaías con respecto a Israel. Para poder comprender completamente lo que él dijo, es necesario saber lo que decían los otros profetas en circunstancias similares o sobre los mismos temas. Por ejemplo, lo mismo que dice en Isaías 2:2-4, se cita en Miqueas 4:1-3. Pero Isaías, después de la gran profecía sobre las naciones que vendrían al templo edificado por Israel en los últimos días, describe ciertos acontecimientos del milenio, consecutivos a ese recogimiento. Miqueas hace lo mismo, sólo que su descripción del milenio se refiere a otros asuntos y, por lo tanto, amplía nuestro conocimiento al respecto. Para aclarar más aún estas profecías, el Señor resucitado cita estas escrituras en los capítulos 20 y 21 de 3 Nefi.
- Aprended en qué manera se profetizaba entre los judíos en la época de Isaías.
Una de las razones por las cuales los nefitas no comprendían las palabras de este gran Profeta, era que no entendían “el modo de profetizar de los judíos” (2 Nefi 25:1). Así sucede con el mundo cristiano en general y con muchos Santos de los Últimos Días.
Nefi hizo sus declaraciones proféticas en simples y claros enunciados. Pero no siempre los profetas creyeron apropiado hacerlo así. A causa de la iniquidad del pueblo, muchos de ellos hablaban en sentido figurado, haciendo uso de símbolos e imágenes para ejemplificar lo que decían; por lo tanto, sus mensajes se hallaban velados en parábolas.
Por ejemplo, el nacimiento virginal de Jesús está profetizado en medio del relato de una serie de acontecimientos históricos; en esta forma, para el que no estuviera espiritualmente preparado podía tratarse de algún evento antiguo y desconocido, que no guardara relación alguna con el nacimiento del Señor Jehová, 700 años más tarde (ver capítulo 7). De igual manera, muchos capítulos que se refieren a la apostasía de los últimos días y a la segunda venida de Cristo, están escritos como si se relacionaran con antiguas naciones. La destrucción de que se habla era un símbolo, una imagen de lo que les ocurrirá a las naciones cuando venga el grande y terrible día del Señor. Los capítulos 13 y 14 son un ejemplo de este lenguaje figurado. Una vez que aprendemos el sistema y usamos las claves de interpretación que nos dan el Libro de Mormón y la revelación moderna, nos encontramos con que los pasajes del libro de Isaías nos revelan su significado.
- Obtened el espíritu de profecía.
Finalmente, digamos que la única manera de llegar a entender cualquier escritura —y no hay absolutamente ninguna otra—, es obtener el mismo espíritu de profecía que inspiró al profeta que declaró esa verdad. La Escritura se recibe siempre por el poder del Espíritu Santo y no se origina en el hombre sino en Dios; tiene solamente el significado que el Espíritu le da y para interpretarla, debemos ser iluminados por el poder de ese Espíritu. (Véase 2 Pedro 1:20-21.) Es necesario tener el espíritu de profecía para entender a un profeta, y cada miembro fiel de la Iglesia debe tener “el testimonio de Jesús
. . . porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apoc. 19:10). Las palabras de Isaías, según dice Nefi, “son claras para todos los que se hallan llenos del espíritu de profecía” (2 Nefi 25:4). Esta es la esencia de todo el asunto.
- Dedicaos a un firme y concienzudo estudio.
Leed, meditad y orad, versículo tras versículo, pensamiento tras pensamiento, pasaje tras pasaje, capítulo tras capítulo. Isaías hace esta pregunta:
“¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina?”
Y él mismo responde:
“Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;
porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo.” (Isaías 28:9-11.)
Para cumplir con el propósito de este artículo, sólo me queda agregar dos cosas relacionadas con Isaías, el vidente, el Profeta de la restauración, el Profeta mesiánico:
La comprensión de las Escrituras y de las doctrinas de salvación, son de valor para el hombre solamente si cambian y perfeccionan la vida de aquellos en cuyo corazón quedan grabadas.
Lo que escribió Isaías es verdad. Él era el vocero de Dios en su época. Las maravillas y la gloria que él predijo para nuestros días, sin duda alguna se cumplirán, y, si somos fieles y perseveramos hasta el fin participaremos de ellas, ya sea en esta vida o en la vida venidera.
Este es mi testimonio.
























