La organización comienza en el hogar

Abril de 1977
La organización comienza en el hogar
por Lyman De Platt

Para aquellos padres preocupados por involucrar a su familia en la obra misional, la genealogía, el Plan de Bienestar y la educación hogareña, he aquí una forma para comenzar.

Padres, ¿os habéis encontrado alguna vez diciendo cosas como las siguientes?:

“Tenemos la buena intención de hacerlo, pero todavía hay muchas cosas que no hemos hecho en conjunto, como por ejemplo arrodillarnos de mañana y de noche para tener juntos la oración familiar.”

“Nuestros vecinos se mudaron ayer; ¡y parece que hubiera pasado tan poco tiempo desde que llegaron a nuestro vecindario! Realmente temamos la intención de tratar de conocerlos, y llegar tal vez a interesarlos en el evangelio. Pero por algún motivo nunca lo hicimos.”

“No es mucho el tiempo que falta para las misiones de los muchachos; y sin embargo no hemos logrado juntar el dinero necesario, a pesar de todas nuestras buenas intenciones,” “Parece que nunca llega el momento en que podamos hacer el huerto.”

“Abuelita siempre nos contaba maravillosas anécdotas de los tiempos en que ella era jovencita. ¡Ojalá las hubiéramos escrito mientras ella estaba viva!”

“No me siento muy bien. Parecería que siempre alguno de nosotros estuviera enfermo, ¿Por qué no podemos adoptar algún programa de preparación física que involucre a toda la familia?”

“Laura, nuestra hija de doce años, no parece tener ningún interés en la Iglesia. No sé por qué; y me siento culpable porque no he seguido de cerca su desarrollo espiritual.”

“José va a terminar los estudios de enseñanza secundaria el año que viene y acabo de darme cuenta de que ni siquiera hemos considerado qué puede hacer después que se gradúe, la clase de trabajo a la cual se puede dedicar o los estudios que pueda seguir,”

“Me maravilla ver cuán rápido están creciendo los niños; pero es una pena que no hayamos estado leyendo juntos las Escrituras como debíamos de haberlo hecho.”

“Sabemos que nuestro trabajo genealógico es importante; pero de pronto nos dimos cuenta de que este año no hemos hecho ni siquiera lo mismo que hicimos el año pasado.”

“Como padre, comprendo que hay algo con lo que no estoy cumpliendo en el ejercicio de mi sacerdocio. En realidad, no lo ejercito nunca, no me encuentro en el comando del barco que representa mi hogar. Las cosas parecen derivar en forma natural, y no me encuentro satisfecho porque parece que se me escapan de las manos.”

¿Resultan familiares estas expresiones? Si usted es como muchos de los padres de la Iglesia, es indudable que podrá reconocer muchas de ellas. Tal vez se haya detenido en alguna oportunidad para evaluar su actuación, así como el progreso de su familia, comparándolos con las esperanzas puestas sobre usted como padre en el reino de Dios. Tal vez esas mismas esperanzas le causen un sentimiento de perplejidad. ¿Por qué? Generalmente no se traía del hecho de creer o del deseo de hacer lo que es correcto. En la mayor parte de los casos, se trata solamente de organizar a la familia.

Consideremos el ejemplo de nuestro padre Adán.

Tres años antes de su muerte, Adán llamó a sus hijos dignos a una reunión en el valle de Adán-ondi-Amán. El Señor Jesucristo estuvo presente en esa reunión familiar y le declaró a Adán palabras que deberían hacer eco en la mente de todo padre:

“. . . te he puesto a la cabeza; multitud de naciones saldrán de ti, y tú serás su príncipe para siempre.” (D. y C. 107:55.)

Mediante toda una vida de rectitud y justicia, Adán había inculcado en los hijos que se reunieron con él en aquella solemne ocasión, los principios de salvación del evangelio, puesto que era su padre, bajo Cristo, en el orden patriarcal del sacerdocio que habrá de existir en la eternidad. Profetizando acerca de nuestros tiempos, Adán mismo, “por inspiración del Espíritu Santo”, dijo: “Pues este mismo sacerdocio que existió en el principio existirá también al fin del mundo” (Moisés 6:7-8).

Al observar a nuestras familias en la actualidad y comprender que ellas también pueden llegar a ser parte de esta eterna familia de Dios, debemos preguntarnos seriamente si en verdad estamos enseñando a nuestros hijos las cosas que les asegurarán esa elevada meta. Deberíamos comprender que cada familia debe organizarse en ese orden del sacerdocio a los efectos de lograr, no solamente las necesidades de la vida cotidiana, sino también todas las altas metas de la vida.

Esas metas incluyen el bienestar temporal, espiritual, social, la madurez intelectual, actividades recreativas, obra misional, genealogía y obra en el templo. O sea que la organización familiar ideal estará moldeada de acuerdo con el reino de Dios, siendo suficientemente flexible como para diversificarla y desarrollaría a medida que los miembros de la familia aumentan y progresan en experiencia. Eso les proveerá una atmósfera en la cual puedan .relacionarse y desarrollarse en todos los aspectos de la vida, al máximo de sus posibilidades.

Todas las familias de la Iglesia, tanto el matrimonio joven recién casado como la familia con muchos años de organización y experiencia, pueden decidirse a lograr la organización necesaria para el mejor cumplimiento de sus necesidades. Lo importante es comprender que cuanto antes se comience, tanto mejor, ya que grandes e importantes son los cimientos que deben colocarse para establecer los hábitos personales, y para que los niños puedan desarrollarse con el entrenamiento, el respeto, la devoción, la fe, el conocimiento y la humildad necesarios.

Los programas básicos del sacerdocio proveen el bosquejo necesario para la familia. Estos incluyen actividades de Bienestar, misionales y genealógicas.

Bienestar
Este aspecto involucra tanto el bienestar espiritual y físico, como la condición emocional de cada familia. Puede incluir también entrevistas personales del padre con los hijos, reuniones de consejo familiar, noches de hogar y programas adecuadamente organizados de desarrollo físico, almacenamiento en el hogar, proyectos de horticultura, planificación de desarrollo ocasional para cada miembro de la familia, y dirección y planeamiento financieros.

En la sesión de Bienestar de la Conferencia General, el 5 de abril de 1975, el obispo H. Burke Peterson dijo: “Cuando hablamos de la preparación familiar deberíamos hablar de la previsión de las necesidades, la anticipación a los problemas que pueden ser resueltos mediante una sabia preparación”.

Misiones
La familia tiene una gran responsabilidad en la obra misional de la Iglesia, contando con los misioneros regulares y las organizaciones de la Iglesia como elementos de asistencia.

Las actividades misionales de una familia en pleno desarrollo, pueden consistir en la preparación de los fondos de ahorro para la misión, preparación personal para la misión, así como la ayuda en los proyectos misionales de barrio o familiares. La responsabilidad de preparar a los jóvenes para su misión recae, más que en ninguna otra persona u organización, sobre la familia. El padre debe enseñar a sus hijos e inculcarles desde la tierna infancia el concepto y la responsabilidad de cumplir misiones para la Iglesia. Cada joven debe contar con una cuenta de ahorros para su misión. Tanto los padres como los abuelos deben hablar con los jóvenes e inculcarles la responsabilidad de cumplir con su misión.

Es asimismo responsabilidad de cada familia de la Iglesia, hacer amistad o hermanar a otra familia. Es una gran bendición para un niño crecer en un hogar donde la familia ora por aquella a la que están hermanando, cuando por lo menos una vez por mes hacen todos algo para demostrar a los integrantes de la otra familia que los aman; y después, cuando los ven llegar a la Iglesia y compartir el gozo del evangelio.

Genealogía
La actividad genealógica comienza enseñando a los hijos a apreciar las relaciones y la herencia familiar, preparando un libro familiar de recuerdos que puede ser utilizado junto con las Escrituras, poniendo también énfasis en las organizaciones familiares numerosas, participando en la investigación genealógica, la obra en el templo y en actividades posteriores, que representan todas un medio para lograr este fin.

Algo que diferencia al hombre mortal de su Padre Celestial, es la falibilidad de la memoria humana. A menudo, no solamente somos ineficientes en el recuerdo de detalles, sino que también tenemos la tendencia a olvidar las prioridades generales y los convenios. Nuestro Padre nos ha dado la ciencia de los registros para ayudamos a compensar esa difidencia.

La Iglesia mantiene registros de todo aquello que debe ser recordado. Se trata de registros de decisiones, experiencias, revelaciones, discursos, ordenanzas y de miembros, todo lo cual pasa a formar un libro de recuerdos para el reino de Dios. De la misma manera, el propósito de sagrados registros familiares, es ayudar a los miembros del reino familiar, a recordar las cosas que les ayudarán a obtener la salvación y permitirles también enseñarlas a otros. Entre las cosas más importantes para recordar se encuentran los principios del evangelio, las sagradas experiencias personales y revelaciones, ordenanzas llevadas a cabo por los miembros de la familia, linajes, y las historias personales de sus antepasados.

La educación en el hogar
Claro que lo que unifica a los tres aspectos antes mencionados, es la educación familiar en el hogar, lo que incluye la orientación familiar.

El padre aprende con respecto a sus responsabilidades relacionadas con el Bienestar, la obra misional y genealógica, primero de sus padres y luego de sus líderes del quorum del sacerdocio. En un libro de notas podría mantener cuidadosamente categorizadas sus responsabilidades de modo tal que sirvieran de constante recordatorio y pudiera así considerar fácilmente su progreso en forma diaria. En esa forma se encontrará preparado para instruir a su familia en todas estas cosas y en toda la doctrina del reino; estará preparado para poner en ejercicio su sacerdocio. Los maestros orientadores visitan periódicamente a la familia para asegurarse de que todo marcha bien en su hogar.

Así instruida, esa familia podrá ser capaz de madurar bajo la benigna y persuasiva influencia del Espíritu Santo. Las parejas se desarrollan en dignidad y justicia permaneciendo, al igual que Adán y Eva, al frente de nobles generaciones. Esto es lo que significa organizar a la familia. Más adelante, la familia organizada puede expandirse para incluir a las de los hijos, dentro de una organización familiar más extensa.

El presidente José Fielding Smith puso a las organizaciones familiares dentro de un concepto eterno cuando dijo: “Nuestras relaciones no son exclusivamente destinadas para esta vida, del modo que la distinguimos de la eternidad. Nosotros vivimos durante esta vida y por la eternidad; formamos relaciones que corresponden a esta vida al igual que a toda la eternidad; nuestros afectos y deseos deben adaptarse y prepararse para soportar, no solamente el tiempo de la vida temporal y mortal, sino toda la eternidad. ¿Quiénes más, aparte de los Santos de los Últimos Días, consideran el hecho de que más allá de la muerte continuaremos en la organización familiar, el padre, la madre y los hijos, reconociéndose mutuamente en las relaciones comunes? Cuando la organización familiar constituye una unidad en la grande y perfecta organización de la obra de Dios, está destinada a continuar a través del tiempo y la eternidad.” (Traducción libre del libro “The restoration of all things”, discurso presentado el 3 de diciembre de 1944 por la radio KSL, de Salt Lake City.)

En realidad, al estar a la altura de sus responsabilidades familiares, un padre no podría hacer menos que establecer como meta para su hogar, lo que se dijo de la casa del Señor: “Organizaos; preparar todo lo que fuere necesario; estableced una casa, o una casa de oración, de ayuno, de fe, de instrucción, de gloria, de orden, una casa de Dios.” (D. y C. 88:119.)

Tal desafío demandará de cualquier padre, el estudio, la planificación, la oración y el sacrificio necesarios; pero las bendiciones que le esperarán tanto a él como a su familia, justificarán los esfuerzos requeridos. Si vuestra familia se encuentra a la deriva, entibiadla al calor de los programas del reino, probad la organización familiar. Es para vosotros y puede ser de gran ayuda, puesto que es parte del evangelio en estos últimos días.

Lyman De Platt es especialista de servicios de instrucción del Departamento Genealógico de la Iglesia.

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